Scripta Nova |
GLOBALIZACIÓN Y MODERNIZACIÓN URBANA: LISBOA-BARCELONA. ALGUNOS PUNTOS PARA EL DEBATE
Horacio Capel
Universidad de Barcelona
Recibido: 17 de enero de 2008. Aceptado: 25 de septiembre de 2008. Versión definitiva: 28 de febrero de 2009.
Globalización y modernización urbana (Resumen)
"Globalization: Long-Term Perspectives" fue el tema del XXVII Encontro de la Associaçâo Portuguesa de História Económica e Social celebrado en Lisboa durante los días 16 y 17 de noviembre de 2007, dentro del cual se organizó una sección dedicada a comparar algunos aspectos del desarrollo de Lisboa y Barcelona. Las cuestiones que se abordaron trataban de debatir el papel de Lisboa y Barcelona en el proceso de globalización, la forma como se vieron afectadas estas dos ciudades por dicho proceso, y el papel de las ciudades en general en el proceso de modernización. Este artículo constituyó la introducción general a dicha sección y tuvo como objetivo contextualizar la sesión de trabajo y señalar algunos puntos relevantes para el debate. Centra la atención en el proceso de modernización que se produjo durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX
Palabras clave: globalización, modernización, Segunda Revolución Industrial, Lisboa, Barcelona.Globalization and urban modernization (Abstract)
"Globalization: Long-Term Perspectives" was the topic of the XXVII Encontro de la Associaçao Portuguesa de Història Economica e Social that took place in Lisbon during the 16 and 17 November 2007. In this conference there was an specific session dedicated to the comparison of several aspects of Lisbon and Barcelona's development. The questions dealt tried to debate the role of of Lisbon and Barcelona in the globalization process, the way in which both cities were afected by the process and the role of these cities in the process of modernization in more broad terms. This paper constituted the general introduction to that session and had as a goal the contextualization of the working session and to highlight some relevant points to debate. It makes special attention to the process of modernization that took place during the XIXth century and the first decades of the XXth one.
Key words: Globalization, modernization, Second Industrial Revolution, Lisboa, Barcelona.Globalización y modernización urbana
¿Cual fue el papel de las ciudades en los procesos de modernización y de globalización? ¿Como se vieron afectadas por los mismos? Estas preguntas se plantearon para la organización de una sección dedicada a comparar algunos aspectos del desarrollo de Lisboa y Barcelona, en el marco del XXVII Encontro de la Associaçâo Portuguesa de História Económica e Social celebrado en Lisboa durante los días 16 y 17 de noviembre de 2007, y que estuvo dedicado al tema Globalization: Long-Term Perspectives.
El punto de partida para la organización de esta sección fueron las relaciones personales e institucionales establecidas entre dos grupos de investigación de las respectivas ciudades, y la existencia de amplios programas de investigación que deseábamos poner en común para debatir algunos de los resultados obtenidos. El Congreso proporcionó una oportunidad para ello.
La sección dedicada a la comparación de Lisboa y Barcelona fue coordinada por Ana Cardoso de Matos y Horacio Capel, y puso énfasis en el tema de la modernización urbana con ejemplos de ambas ciudades. El presente artículo está concebido como introducción al número extraordinario de Scripta Nova, y utiliza el texto de la presentación que preparé, tras la lectura de las comunicaciones a la misma y a otras secciones del Congreso. El texto tuvo como objetivo contextualizar la sesión de trabajo y señalar algunos puntos relevantes para el debate. Pero antes haré una referencia breve al desarrollo del Encuentro.
El Congreso de la APHES
El XXVII Encontro de la Associaçâo Portuguesa de História Económica e Social, bajo el tema general citado (“Globalization: Long-Term perspectives”), se organizó en seis bloques y un total de 27 secciones, cada una de las cuales incluía cuatro o cinco comunicaciones (véase el programa completo en el anexo 1). En total estuvieron presentes más de 150 investigadores, en su mayor parte portugueses o brasileños y una nutrida representación internacional, sobre todo españoles (más de una veintena), franceses (una decena), italianos y británicos y en menor número de otros países.
La conferencia abordó los avances del proceso de globalización durante los cinco siglos de las edades moderna y contemporánea. En ella se pudo comprobar la antigüedad de dicho proceso, su importancia y la intensificación durante los siglos XVI al XVIII, lo que algunos designan hoy como la “Primera Edad Global”. En ese periodo aumentaron los contactos entre todos los continentes, y se configuró un mundo multipolar en el que varios imperios oceánicos o continentales pugnaron por el control de rutas comerciales y, eventualmente, se aliaron frente a enemigos comunes. En el XIX se avanzó ya de forma decisiva en dicha globalización gracias a los nuevos medios de transporte y comunicación.
A pesar de que la mayor parte de las secciones se desarrollaron de forma simultánea, la lectura atenta de una parte de las comunicaciones y la asistencia a las sesiones del Congreso me permitió tener un panorama general, y comprobar el interés de la reunión así como la calidad de las aportaciones realizadas[1].
Es excelente que la APHES reúna a historiadores económicos y sociales. Los primeros sienten a veces la tentación de considerase más economistas que historiadores. Por eso hay que valorar muy positivamente esta agrupación de los investigadores de estas dos ramas de la historia. Es posible que la vinculación de unos y otros se vea intensificada en el futuro, al menos en España, por la escasa consideración que los economistas puros tienen de la historia de la economía, y por el maltrato que dan a los que cultivan esa rama, sobre todo en las comisiones en las que se realiza una valoración de la producción científica universitaria. Aunque también sería posible que, ante la crisis económica actual y los graves errores en los pronósticos que realizaron muchos economistas, éstos se convenzan de la necesidad de prestar atención a la historia de la economía, y tengan mayor aprecio a los trabajos de estos especialistas.
Un hecho destacable en el congreso de Lisboa fue la riqueza de los temas abordados, desde los de carácter cultural y político a los económicos y tecnológicos. Otro fue la variedad de las fuentes utilizadas. Algunas ya conocidas, y depositadas en archivos; otras dispuestas en formato electrónico, e incluso accesibles por internet, lo que permite nuevos tratamientos de bases numéricas y documentales. Las nuevas tecnologías permiten, por ejemplo, preguntarse por estrategias de comportamiento a partir de series estadísticas que hasta ahora recibían un tratamiento cuantitativo, para el conocimiento del desarrollo de las tendencias de una actividad[2]. O plantear nuevas preguntas sobre las remesas de oro de Brasil a Portugal durante el siglo XVIII y su posible incidencia en la crisis de la década de 1760 y en las relaciones luso-británicas y luso-brasileñas.
Fue sorprendente el aprecio que los organizadores y participantes tienen del inglés, lo que a veces lleva hasta lo que podríamos calificar como una especie de enajenación anglofónica. Desde el título y el programa a las conferencias invitadas (de Kevin O’Rourke, y de Jagdish Bhagwati) hasta el desarrollo de la mayor parte de las sesiones se celebraron en inglés, a pesar de que el congreso tenía lugar en Lisboa. Concretamente, de todas las que se organizaron en el Congreso, un total de siete secciones fueron en portugués, dos en portugués y español (la dos en que se dividió la dedicada a Lisboa y Barcelona) y 18 en inglés. En la mayor parte de éstas, los participantes fueron mayoritariamente (y a veces exclusivamente) portugueses, aunque en algún caso pudieran cursar estudios o docencia en universidades extranjeras. Seguramente esa opción por el inglés tiene que ver con los sistemas de evaluación científica, que valoran los trabajos publicados en dicha lengua y utilizan otros criterios que, al igual que ese, deben ser urgentemente modificados (como, por ejemplo, el valorar más un artículo que un libro, sin tener en cuenta las tradiciones de publicación en la ciencias humanas y sociales).
Las investigaciones de los grupos que organizaron la sección sobre Lisboa y Barcelona
La sección dedicada a Lisboa y Barcelona fue organizada por investigadores de dos grupos que tienen ya una larga historia de relaciones.
Las investigaciones que se realizan por el grupo barcelonés tienen que ver con proyectos muy amplios que han tratado de historia, sociología y teoría de la ciencia y de la geografía[3]; y, en lo que se refiere a problemas urbanos (los que estudian los investigadores que participaron en el coloquio), se extienden a cuestiones tan variadas como la innovación técnica, la creación de redes técnicas urbanas (y en particular el gas, el telégrafo, la electricidad, el teléfono y el ferrocarril), los cuerpos técnicos que construyen la ciudad, la morfología urbana y los agentes que la producen, la vivienda y las formas en que ésta se produce y se lanza al mercado, el patrimonio industrial y los usos del mismo, o los parques y jardines en la ciudad[4]. Algunas de esas líneas de investigación estuvieron representadas en esta sección del congreso.
Por parte portuguesa, los profesores Ana Cardoso de Matos y Alvaro de Silva realizan personalmente investigaciones sobre electricidad, redes técnicas (gas, agua, alcantarillado) y vivienda. Y además colaboraron en esta sección investigadores con los que tienen relaciones personales e institucionales[5]. La mayoría de los trabajos presentados se integran en el proyecto “Redes de infraestructuras urbanas en Portugal 1850-1950”, financiado por la Fundaçâo para a Ciencia e Teconología” (POCTI/HAR/60698/2004) desde 2005, y que incluye a una docena de investigadores.
Este simposio representó una oportunidad de poner en común nuestros resultados y establecer nuevos proyectos coordinados para el futuro.
Teniendo en cuenta el tema general del Encontro de la APHES, Ana Cardoso de Matos propuso dedicar la sesión a “Globalização e modernização da cidade na segunda metade do século XIX”. La primera circular de los dos coordinadores de la sesión se envió en enero de 2007. Vale la pena reproducirla para ver los objetivos inicialmente considerados para la sesión.
"A segunda metade do século XIX é marcada por uma maior circulação de pessoas, bens e ideias. O desenvolvimento dos transportes e necessidade de conquistar novos mercados traduzem-se numa primeira experiência de globalização da economia internacional que é quase sempre encarada sob a perspectiva de uma maior inserção na economia mundial por parte das economias nacionais, através da mais intensa circulação de bens, capital e mão-de-obra.
É também a partir da metade do século XIX que se assiste à organização de exposições e congressos internacionais, que o turismo assume uma nova dimensão mobilizando um crescente número de pessoas e que se consolidam e difundem novos conceitos de saúde pública e salubridade das cidades e novos padrões de conforto e bem-estar. O primeiro destes aspectos favorece a maior circulação da informação tecnológica e a padronização de procedimentos na intervenção urbana, criando mesmo oportunidades para a intervenção mais directa no espaço urbano em que têm lugar esses acontecimentos. O segundo leva a uma maior preocupação com a imagem das cidades que se pretende promover como destino dos turistas viajantes. Finalmente, os novos padrões de saúde pública, salubridade e conforto obrigam a repensar as condições de vida na cidade.
A maior inserção das cidades, sobretudo portuárias, numa economia internacional e nas rotas de circulação de pessoas, coloca novos desafios em termos de modernização e requalificação urbana. As infra-estruturas urbanas no domínio do abastecimento de água ou de gás, de transporte ou de circulação são os sectores que a partir da segunda metade do século XIX personificavam a vida moderna, a banalização da tecnologia e a industrialização da vida quotidiana, simbolizando também os novos padrões de conforto e bem-estar das populações urbanas.
A modernização das infra-estruturas e dos equipamentos urbanos nos séculos XIX e XX é inseparável da criação do moderno urbanismo e do carácter estratégico que a intervenção urbanística passa a assumir na resolução dos problemas urbanos e na requalificação e embelezamento das cidades, nomeadamente das suas zonas portuárias.
Esta sessão tem como objectivo analisar de forma comparativa as estratégias seguidas por duas cidades portuárias, Lisboa e Barcelona, para dar procurar dar resposta aos desafios de requalificação e modernização urbana colocados a partir segunda metade do século XIX.
Podem ser considerados aspectos como:
a) Os projectos e as obras de modernização dos portos
b) Os planos para interligar o porto com os transportes urbanos e as estações de caminho de ferro
c) A planificação da cidade
d) A implantação de modernas infra-estruturas urbanas: gás, água, esgotos e início da electricidade
e) O surgimento de novos equipamentos (mercados, matadouros etc.)
Outros aspectos que seriam também interessantes de analisar:
f) As exposições nacionais e internacionais e os seus reflexos na cidade (quer pelo facto de se terem organizado exposições em Barcelona (internacional 1888) Lisboa (Nacional 1889), quer porque as exposições internacionais e universais que se realizaram noutras cidades foram acompanhadas por difusão de novas tecnologias urbanas, que porque nessas cidades se realizaram melhoramentos urbanos que influenciaram as outras cidades.
g) A intervenção dos engenheiros na modernização das cidades (projectos apresentados. Intervenção directa, etc.”
Los participantes que finalmente intervinieron en esta sección sobre Lisboa y Barcelona y los temas abordados fueron los que se indican en el cuadro 1 (algunos de los títulos de las comunicaciones presentadas son ligeramente diferentes de las que se divulgaron en el programa).
Introdução – Horacio Capel |
Por razones diversas, solo una parte de esas comunicaciones se pueden publicar en este número extraordinario de Scripta Nova. Dos de ellas (las de Ana Cardoso de Matos y la de Mercedes Arroyo). Inicialmente independientes, se refundieron luego para constituir una sola.
Lisboa, Barcelona y la globalización
A partir del interés en la comparación de las dos ciudades pueden hacerse algunas consideraciones introductorias, en relación con los temas dominantes del Congreso.
Podemos ahora repetir las dos preguntas iniciales y tratar de contestarlas con el ejemplo de Lisboa y Barcelona. ¿Cual fue el papel de Lisboa y Barcelona en el proceso de globalización? ¿Como se vieron afectadas estas dos ciudades por dicho proceso? ¿Cuál fue el papel de las ciudades en general? Haré una introducción general y centraré la atención en el XIX y en el proceso de modernización que se produjo durante ese siglo y las primeras décadas del XX
Ante todo, hay que recordar que Lisboa y Madrid, tuvieron un papel protagonista en el proceso de globalización realizado desde el siglo XV y XVI. También otras ciudades, entre las cuales Barcelona, que se había convertido durante la edad media en la cabeza económica de un imperio marítimo mediterráneo.
La comparación Lisboa-Barcelona tiene sentido por muchas razones. Ante todo, por haber sido ambas la cabeza de imperios marítimos, que influyeron en su desarrollo económico y urbano: en Barcelona durante la Edad Media y en Lisboa durante ésta y la Moderna. Hay cuestiones fundamentales que las separan, en especial la capitalidad política que tuvo Lisboa durante la edad moderna y de la que careció Barcelona. Pero otros muchos aspectos las asemejan.
En todo caso, si Lisboa continuó siendo hasta comienzos del XIX capital del imperio americano y luego también del africano, con consecuencias positivas y negativas, Barcelona -indirectamente, primero, y directamente a partir del siglo XVIII, es decir desde la concesión del comercio con América- se vio también beneficiada de las relaciones ultramarinas.
Lisboa y Barcelona se vieron afectadas, sin duda, por la primera Revolución Industrial, la que se produce desde el siglo XVIII. El caso de Barcelona es paradigmático, ya que conoció una temprana transformación de la industria textil, con efectos multiplicadores sobre otras actividades industriales. Pero también Lisboa, como mostraron diferentes comunicaciones a este congreso. Las argumentaciones que a veces se hacen sobre el atraso científico y técnico de Portugal y Lisboa, como de España y Madrid, no siempre se sostienen. Bastará con recordar un dato: España y Portugal no habrían podido crear y mantener sus imperios sin los conocimientos técnicos y científicos imprescindibles. Los estudios sobre el desarrollo técnico de estos países durante la edad moderna lo demuestran. Por ejemplo, los de Nicolás García-Tapia sobre la ingeniería en el Renacimiento español y sobre el establecimiento de un sistema de privilegios de invención, es decir de patentes, ya en el siglo XVI.
Ambos países, experimentaron también tempranamente los efectos de la Revolución industrial. Los estudios que se realizan en el marco de CIDEHUS de la Universidad de Évora, a la que pertenece Ana Cardoso de Matos, muestran una realidad económica en Portugal mucho más compleja de lo que se suponía.
Vale la pena recordar también que tanto Lisboa como Barcelona son dos ciudades litorales, al Este y Oeste de la Península Ibérica. En ambas se plantean problemas de la relación con el espacio litoral. Y existen igualmente algunas similitudes en el desarrollo urbano de los siglos XIX y XX, tal como se pudo comprobar por las comunicaciones presentadas a esta sección.
De manera similar, podemos afirmar que las dos ciudades experimentaron también tempranamente los efectos de lo que se ha llamado la Segunda Revolución Industrial, la que se produce a partir de 1870-80 y hasta los años 1930. Las comunicaciones que se presentaron a esta sección sobre Lisboa y Barcelona pusieron énfasis en ese período, y en algunos aspectos de lo que podemos denominar el proceso de modernización de las ciudades.
El tema de las transformaciones de Lisboa y Barcelona (o Madrid) y otras ciudades durante la época contemporánea en Portugal y España está dando lugar a otras iniciativas de comparación, en el marco más general del estudio del desarrollo de los dos países. En lo que se refiere al desarrollo de la ingeniería y otros saberes técnicos, los profesores Guillermo Lusa y Antoni Roca, por parte española, y Ana Cardoso de Matos, por parte portuguesa vienen impulsando desde hace años reuniones de estudio sobre la evolución técnica en España y Portugal durante el siglo XIX y XX. Por otra parte. Investigadores portugueses (principalmente de Lisboa y Évora) y españoles (de Madrid y Barcelona) han colaborado asimismo en un programa de investigación que ha dado ya lugar a una interesante obra que lleva por título Maquinismo ibérico, y que ha sido coordinada por Antonio Lafuente, Ana Cardoso de Matos y Tiago Saraiva. Esta obra muestra que las relaciones entre los dos países fueron más amplias de lo que se acostumbra a reconocer, rebasaron ampliamente las dimensiones políticas y literarias y se extieron asimismo al ámbito económico, técnico y científico, existiendo significativos paralelismos en su desarrrollo. En la citada obra se pone de manifiesto que, como escriben los coordinadores de esa obra,
“el desarrollo de la historia de la ciencia y de la técnica de los últimos años nos permite percibir una Iberia poblada de máquinas. Ingenieros. Instrumentos, sociedades o exposiciones industriales que contrasta con los campos de Castilla y el provinciano Portugal; todos esos actores humanos y no humanos son esenciales para entender la construcción de los imperios, la evolución de las dos capitales o la formación de espacios nacionales”[6].
El coloquio Lisboa-Barcelona celebrado con ocasión del Congreso de la APHES constituye, así, un paso más en el estudio de unas relaciones entre los dos países durante la época contemporánea, poniendo énfasis en las dimensiones más específicamente urbanas.
El proceso de modernización contemporáneo
Tanto Lisboa como Barcelona son ciudades que experimentaron simultáneamente el proceso de modernización durante el siglo XIX.
El término modernización posee muchos y variados sentidos. Los que se le dan, tienen que ver, lejanamente, con ciertos rasgos vinculados a la idea de progreso –reflejados ya en la disputa renacentista entre antiguos y modernos- y, más recientemente, con los debates del siglo XIX sobre la modernidad e incluso con la aplicación de políticas de desarrollo a partir de mediados del XX. Frecuentemente se ha entendido la modernización como el proceso de cambio social por el cual las sociedades menos desarrolladas adquieren las características de las más desarrolladas, con una cronología sorprendentemente diversa, y que va desde los cambios sociales y económicos producidos en algunos países en los siglos XVIII y XIX hasta los más recientes provocados por la descolonización después de la Segunda Guerra Mundial[7].
Por nuestra parte, creemos que puede defenderse que se trata de un proceso que, en muchos aspectos, puede referirse a las consecuencias de la Primera y de la Segunda Revolución Industrial. Las raíces de la modernidad se encuentran sin duda en la Ilustración, cuyos ideales culminan en el siglo XIX y son afirmados y llevados a la práctica por la burguesía triunfante que implanta y organiza los Estados liberales.
Tal vez lo más importante en el proceso de modernización sea la aceptación del cambio como algo positivo y la actitud favorable de los individuos al mismo. De las elites en primer lugar, pero también de los pertenecientes a otros grupos sociales, de forma creciente. Esa aceptación del cambio y de la bondad del mismo explica que en el siglo XIX culmine la idea de progreso, a la vez que se generaliza la fe en la ciencia y en el avance técnico. Muchas cosas cambiaron entonces, con transformaciones que se acentuarán e intensificarán en las décadas siguientes y llegan hasta hoy.
Las transformaciones se experimentaron primeramente en las sociedades urbanas, es decir las que viven en las ciudades, y tuvo a éstas como nodos y vectores fundamentales para su difusión. También puede defenderse que avanzaron, en buena parte, jerárquicamente a través de la red de ciudades, desde las más grandes y dinámicas a las más pequeñas. Algunas ciudades no experimentarían los efectos del proceso de modernización hasta comienzos del siglo XX. Es el caso, principalmente, ciudades medias y pequeñas y las situadas en regiones que tuvieron tardíamente el impacto de los cambios. En esos casos, muchos de ellos coincidieron con la difusión de la electricidad –esencial en lo que se ha llamado “el espectáculo de la modernidad”- la llegada del automóvil, el cine, la radio o el avión, por lo que pueden haber sido asociados sobre todo a estas novedades.
Existen numerosos datos para afirmar que, en contra de lo que a veces piensan los historiadores de los países iberoamericanos, ese proceso de modernización se produjo también tempranamente en dichos países. Los ejemplos de Quito, de Natal o de Salvador pueden servir de demostración: los caminos de modernización en la Europa ultramarina son similares a los del Viejo Continente[8]. Las innovaciones técnicas se aplicaron casi simultáneamente en las dos orillas del Atlántico.
La modernización ha tenido dimensiones diversas que se refieren al cambio político, al cambio económico y técnico, al cambio social. Todo ello afectó de forma profunda a las ciudades y al proceso de urbanización.
Debemos empezar por la política. Durante la primera mitad del siglo XIX se realizaron las revoluciones burguesas y se produjo la difícil consolidación del régimen político liberal. Una consolidación que tuvo avances y retrocesos, como lo muestran las restauraciones de monarquías absolutas que se produjeron en Francia después de la Revolución Francesa (1789).
Igual sucedió en Portugal y España, países que tuvieron a comienzos del XIX sus revoluciones (las Cortes de Cádiz 1812; en Portugal la Revolución de Septiembre de 1820) que, a pesar de los momentáneos retrocesos, como la restauración absolutista por Fernando VII en España y los intentos de Miguel I en el mismo sentido en Portugal, dieron paso finalmente a la instauración de Estados liberales, a la afirmación y magnificación de la propiedad individual, a la revolución burguesa y a la generalización de un sistema económico capitalista.
Todo ello supone el final definitivo del feudalismo, la implantación de nuevas estructuras políticas y cambios en las instituciones. También el ascenso de nuevas elites de referencia, que podemos calificar como burguesas y no ya aristocráticas. Puede afirmarse que la Revolución liberal estableció los principios y las bases de la modernidad. El cambio político permitió (o desencadenó) el cambio social y económico.
Durante esa primera mitad del siglo XIX se dejaron sentir también las consecuencias de la primera Revolución industrial. Positivas, por la difusión de la máquina de vapor, el desarrollo de la industria y la puesta a punto de nuevas tecnologías. Negativas, también, por el agravamiento de ciertos problemas sociales en las ciudades, debido a la concentración en ellas de mano de obra en condiciones difíciles de alojamiento y de vida.
Existen gran número de semejanzas en la evolución de Portugal y España. En ambos hubo una grave crisis económica producida por la pérdida de las provincias ultramarinas a comienzos del siglo XIX, una complicada implantación del Estado liberal, con oscilaciones entre periodos de triunfo liberal, reacción absolutista, exilios de liberales, que se ponen en contacto con nuevos ambientes en Europa y las difunden al volver (los estrageirados o extranjerizados portugueses), enfrentamientos entre moderados y progresistas y retraso de una o dos décadas en el desarrollo económico debido a las consecuencias de los conflictos civiles internos.
Sin duda el Estado tuvo un papel importante en el impulso del desarrollo técnico y en la importación de tecnología. Los mecanismos fueron en ocasiones similares a los que se habían puesto en marcha ya en el siglo XVIII, aunque se perfeccionaron y diversificaron en el XIX. Se trata de la creación de instituciones y de cuerpos profesionales al servicio del gobierno, del envío de comisionados al extranjero en visitas de inspección o espionaje, de jóvenes para formarse en instituciones extranjeras, de estímulos para la importación de técnicos y de tecnología. El viaje al extranjero fue una práctica seguida asimismo por la iniciativa privada; ante todo por aristócratas y burgueses adinerados, pero también, y cada vez más por intelectuales, empresarios, y profesionales diversos que se dirigieron a otros países europeos para formarse, visitar fábricas e instituciones, o establecer contactos; y que también enviaron a sus hijos para conocer y trabajar en instalaciones productivas[9].
A mediados del siglo XIX, una vez consolidado el régimen liberal, empezaron a ser sensibles los impactos positivos de la Revolución Industrial en las ciudades que la experimentaron. Por ejemplo, con la aplicación del vapor a los transportes, y el comienzo de la lucha contra las deficientes condiciones de vida en las ciudades. Poco después, desde los años 1870, se produjo lo que algunos han denominado la Segunda Revolución Industrial[10] o, a veces, Segunda Revolución Tecnológica[11], que fue decisiva en el proceso de modernización de las ciudades.
Podríamos llamar proceso de modernización urbano a las transformaciones de las ciudades como resultado de los impactos de la Primera y, sobre todo, de la Segunda Revoluciones industriales. Un proceso que se produce desde mediados del siglo XIX y, sobre todo, entre 1870 y los años 1930. En ese largo periodo tuvieron lugar cambios de gran trascendencia en la organización de las ciudades, y se dejaron sentir plenamente los impactos de las transformaciones técnicas en la organización de las ciudades. Dichos cambios permitieron una intensa circulación de personas, de mercancía, de capitales, de ideas y dieron lugar a profundos cambios sociales y urbanos, de gran significado.
La circulación de personas
El proceso de modernización tiene que ver esencialmente con la circulación de personas, de mercancías, de capitales y de ideas. En alguna de las comunicaciones del XXVII Encontro de la Associaçâo Portuguesa de História Económica e Social se sostuvo que esa movilidad empezó a tener lugar ya desde el siglo XVI, lo que permite hablar de la Primera Edad Global. Naturalmente, los avances técnicos posteriores, y sobre todo los del XIX, como consecuencia de la Primera y Segunda Revolución Industrial, fueron más importantes y adquirieron una dimensión nueva, sin comparación posible con ninguna época del pasado.
Se debe insistir en la aportación de la inmigración a la actividad económica. No solo como mano de obra, sino también como impulsora de iniciativas empresariales[12]. Ello abrió la posibilidad de que muchos inmigrantes que eran artesanos pudieran convertirse en pequeños industriales y tener ascenso social, a la vez que incorporaban formas nuevas de trabajo a la sociedad de acogida.
Sin duda eso sucedió en Lisboa, en donde seguramente los inmigrantes tuvieron un impacto muy positivo en la toma de decisiones innovadoras de carácter económico y cultural. Con referencia a Barcelona puede afirmarse la importancia de la inmigración en lo que se refiere a los artistas y escritores del siglo XIX, como muestra representativa de algo mucho más general[13]. Sería interesante realizar estudios sistemáticos también sobre el origen de los empresarios que realizaron innovaciones diversas (empresariales, técnicas y de gestión) en las ciudades europeas y americanas.
Pero también los lugares de origen –a pesar de la pérdida de muchas de las personas de mayor iniciativa y dinamismo- pudieron recibir, en ocasiones, impactos positivos de la emigración, ya que no se trataba solo de mejorar individualmente, sino muchas veces también de beneficiar a los que se dejaban en la tierra de partida. Eso daba lugar a remesas de dinero a los familiares, lo que en este mismo congreso se ha podido calificar como ”una lluvia de oro”; el estudio de dichas remesas de dinero a cinco países europeos durante el periodo 1880-1914 muestra la importancia que tuvieron para la economía, en general, y el sistema financiero, en particular, de los países europeos originarios, así como para la organización de una estructura de intermediarios financieros entre América y Europa[14]. Los estudios sobre los movimientos migratorios transoceánicos y sus efectos en la construcción urbana, entre los cuales el de Alvaro Ferreira da Silva sobre Lisboa[15], han permitido formular la hipótesis de la economía atlántica integrada, y muestran también los efectos de esas remesas de dinero sobre el crecimiento urbano europeo.
Por otra parte, la migración era a veces un movimiento de ida y vuelta. El retorno con éxito de América (los “indianos” en España, los que volvían de Brasil en Portugal) significaba una posición de prestigio en la localidad de origen, y la incorporación de novedades ultramarinas que podían contribuir a introducir nuevas ideas, formas de vida, plantas y tipologías constructivas en la localidad[16]
Finalmente, hay que tener también en cuenta que hombres de negocios de procedencia diversa, así como técnicos, se movían con soltura en el escenario europeo y constituyeron en el siglo XIX factores importantes de transmisión de ideas y pautas de comportamiento[17].
La circulación de mercancíasEl aumento del comercio internacional se vio facilitado por la aplicación del vapor al transporte terrestre (con los ferrocarriles) y marítimo (con los barcos de vapor). En el transporte marítimo, el siglo XIX fue testigo de un espectacular crecimiento del número de barcos y, sobre todo, de la capacidad de carga de los mismos, especialmente desde mediados de la centuria[18].
El papel de los ferrocarriles es bien conocido por la gran cantidad de estudios que se le han dedicado ya desde el mismo XIX[19]. Cada vez se tienen más ejemplos de la transferencia de tecnología en el sector ferroviario entre 1870 y 1940[20], y sobre el papel de los ferrocarriles en la evolución de las ciudades entre 1870 y 1920[21].
Las ciudades constituyeron puntos básicos para el intercambio, porque fueron los espacios a los que se dirigían esencialmente esos productos del comercio; productos agrícolas y animales que se necesitaban para alimentar a una población crecientemente concentrada en ellas, así como los de origen mineral o industrial que eran precisos para la actividad industrial en ellas concentrada. Pero, también, por ser lugar de origen de ese movimiento, debido a la misma concentración industrial y productiva que había en ellas, con la consiguiente exportación de productos, y porque fueron los nodos básicos de transporte y de ruptura de carga.
La inserción de las economías nacionales en la economía mundial se realizó, sin duda, a través de las ciudades, de sus puertos y de sus estaciones de ferrocarriles. Eran las ciudades las que organizaban la recogida de los productos regionales y los exportaban a través de los puertos y estaciones ferroviarias, y las que abastecían a sus áreas de influencia de los productos que necesitaban (desde semillas y abonos a maquinaria) a través de los sistemas de comunicación que controlaban.
Todo ello exigió de mejoras en las infraestructuras de transporte; construcción de nuevas líneas de ferrocarril, de estaciones de pasajeros y de mercancías, cinturones periféricos, puertos. Y, más tarde, también calles asfaltadas, carreteras, garajes, estaciones de autobuses y aeropuertos.
En todo caso, el estudio de estos movimientos de mercancías permiten reconocer que, como se ha dicho, “las rutas de transporte son espacios socialmente construidos, en muchos aspectos, de forma semejante a como lo son los nodos que conectan”[22].
Circulación de capitales y de ideasToda esta actividad no hubiera sido posible sin la circulación de capitales, organizada en su totalidad desde las ciudades.
El sistema financiero y la organización de los créditos fueron esenciales para el funcionamiento de los mercados y de la industria en los siglos XIX y XX[23]; esta última conoció en el último tercio del XIX nuevos desarrollos y avances en las formas de gestión y de financiación. El estudio de dichos avances en el sistema financiero, y sus efectos sobre la actividad económica general, o de espacios regionales y locales concretos, está recibiendo una gran atención[24].
A todo lo cual podemos añadir la circulación de ideas, que tuvo también en las ciudades un medio fundamental. En ellas se ha producido desde siempre la generación y la concentración de la actividad científica y cultural.
Nuevos sistemas de comunicación permitieron el aumento del intercambio de ideas. Ante todo, el establecimiento del sistema de correos, que conoció un fuerte desarrollo con el sistema de postas en el siglo XVIII pero tuvo un crecimiento espectacular en el XIX con la organización estatal e internacional de los servicios postales[25]. No solo las relaciones personales, sino también las económicas se vieron afectadas por ello. Y, por supuesto, la circulación de ideas, estimulada con la concesión de tarifas favorables para la difusión de periódicos y libros.
Otras dos innovaciones relacionadas con la electricidad tuvieron una gran trascendencia. Ante todo el telégrafo, que fue considerado por sus contemporáneos como uno de los avances más importantes que había conocido la Humanidad, y que con la construcción de redes nacionales e internacionales permitía el conocimiento inmediato de lo que sucedía en lugares muy alejados[26]. En los años 1870 y 80 el teléfono no haría más que acentuar esa inmediatez en la comunicación personal[27].
La construcción de redes telefónicas representó un gran beneficio para las empresas inversoras. En Portugal, los mayores beneficios del negocio telefónico fueron obtenidos por las empresas extranjeras (The Anglo Portuguese Telephone Cª y la Compañía Portuguesa Radio Marconi, constituida en los años 1920 y de capital mayoritariamente extranjero). “El Estado se mantuvo en los servicios postales, cada vez menos rentables, y con el servicio de telefonía en las áreas más pobres del país”; mientras, las empresas privadas explotaron, bajo el régimen de concesiones, algunos de los segmentos de mercado más ricos, sin que sus beneficios permitieran financiar el desarrollo de una red nacional[28].
La implantación de sistemas escolares y educativos nacionales aumentó el acceso a las enseñanzas básicas, a las secundarias y a las universitarias. El analfabetismo empezó a descender lentamente. El aumento de personas educadas se dejó sentir primeramente en las ciudades, donde estaban concentrados los equipamientos secundarios y universitarios. En el siglo XIX la educación popular, con la difusión social de las enseñanzas básicas, tuvo un papel importante en la regeneración social[29]. Algunas enseñanzas permitieron aumentar el conocimiento que se tenía del propio país y del mundo.
Las ciudades concentraban lo esencial del equipamiento educativo medio y superior, las instituciones científicas y culturales. Fueron los nodos donde se realizó la innovación y desde donde se difundió a otros lugares. Lo que puede medirse, entre otros indicadores, por el registro de patentes[30]. De manera esencial, la difusión se realizó a través de la jerarquía urbana y en forma de mancha de aceite desde cada uno de los núcleos urbanos hacia los espacios circundantes. Las ciudades fueron los nodos básicos de la modernización.
La burguesía estuvo muy atenta a lo que sucedía en Europa, como se refleja en los viajes que ellos y sus hijos efectuaban y en las relaciones económicas y culturales que establecían. Fueron, con frecuencia, elites modernizadoras en contacto con el extranjero. Al mismo tiempo se produjo la internacionalización del movimiento sindical y de las ideas políticas, la difusión del anarquismo y del socialismo utópico.
La circulación de ideas se intensificó también con el turismo incipiente, en el que las ciudades tuvieron un papel esencial. Fueron ellas las que primeramente atrajeron a los viajeros y a los turistas. Los estudios que se han realizado sobre las guías turísticas durante el siglo XIX[31], y las mismas comunicaciones presentadas a esta sección, lo han puesto claramente de manifiesto.
Promover la imagen de la ciudad para los turistas es algo que aparece ya en esos momentos. No hubo que esperar al planeamiento estratégico para que políticos e intelectuales tuvieran conciencia de la importancia que dicha movilidad de personas tenía para sus ciudades. Poner a su ciudad en el mapa del mundo, en el imaginario de las clases adineradas que viajaba, fue un objetivo que muchos tuvieron tempranamente. La creación de Sociedades de Atracción de Forasteros es un reflejo de ello.
Aunque los espacios naturales no eran los aspectos esenciales en el movimiento de los viajeros, algunos hechos vinieron a hacerlos objeto de interés. Ante todo, los balnearios y con ellos el mar, tema al que se dedicaron dos comunicaciones en nuestra sección, referentes a Lisboa y Barcelona; al mismo tiempo, el excursionismo y los tratamientos antituberculosos, contribuyeron a aumentar el interés por la montaña.
Cambios sociales y transformaciones urbanas
Los cambios políticos y económicos, la industrialización, la circulación de personas, de mercancías y de ideas, el crecimiento de la población urbana, todo eso activó cambios sociales de gran significado. La modernización significó también la aparición y, luego, la intensificación de los procesos de diferenciación social, cambios en las relaciones personales y en las costumbres. La sociedad se hizo cada vez más compleja y heterogénea.
Hubo una renovación de las elites. Aumentó el número de profesionales y de expertos, con influencia social creciente. A las fuentes tradicionales de posición social e influencia, esencialmente el nacimiento, se añadieron ahora el mérito, el conocimiento, el prestigio que da la titulación; incluso el científico pasó a ser reconocido como profesión. El ascenso de nuevos grupos sociales a la escena política, la aparición de asociaciones, de movimientos sociales y de sindicatos son también fenómenos que se inician en el siglo XIX. Viejas creencias se cuestionan y aparecen otras que son aceptadas de forma amplia: laicismo, sindicalismo, anarquismo, marxismo, progreso, libertad, democracia, racionalidad.
Con la organización de los estados liberales y la promulgación de códigos legales, la ley se sitúa por encima de la sociedad y obliga a todos. La sociedad civil se fortifica. Aumentan las competencias de la administración pública, que se diversifica y se hace más compleja. Se regula, se consolida y se extiende la función pública.
La concentración de una población cada vez más numerosa en espacios relativamente reducidos planteaba numerosos problemas. Ante todo, de abastecimiento de alimentos, lo que fue posible por la realización simultánea de la llamada Revolución agraria. Las innovaciones en las rotaciones y sistemas de cultivo, en la aportación de abonos naturales y químicos, y en la ganadería permitieron alimentar con menos población campesina a cifras crecientes de ciudadanos que no producen sus alimentos. Lo cual fue posible por el gran desarrollo de la agricultura, basado a su vez en el de la agronomía[32].
Pero también hubo necesidades nuevas de agua, de vivienda, de organización de los espacios productivos, de salubridad, de seguridad, de educación, de ocio, de control social[33]. Todas ellas constituyeron estímulos para el cambio y las transformaciones de las ciudades, para inversiones, para la creación de nuevas instituciones. También para nuevos beneficios económicos. La misma construcción de la ciudad y la instalación de redes técnicas urbanas se convirtieron en una fuente de acumulación de capital.
La complejidad del funcionamiento de redes como las de ferrocarriles, de gas o de telégrafos requirió de grandes esfuerzos organizativos, de capitales y de personal, y sucesivas reconversiones en relación con los cambios técnicos[34].
La construcción de infraestructuras urbanas[35] demandó grandes capitales y saber técnico e innovaciones en la gestión: establecimiento y regulación de tarifas, puesta en marcha de compañías internacionales para la reunión de capitales y para la construcción y gestión de las redes, y generó también problemas bien tempranamente, como por ejemplo la toma de conciencia de la contaminación[36].
La electrificación se realizó desde la década de 1880. Pero con modalidades y con estructuras empresariales muy diferentes; en Portugal, de las 650 empresas que estuvieron relacionadas con la producción, transporte y distribución de energía, más de dos centenares fueron empresas municipales, que producían o distribuían energía en su propio municipio y, excepcionalmente en alguno vecino[37].
Los municipios en la mayor parte de los casos se encargaron de los rasgos generales de la urbanización (calificación del suelo, trazado de calles..) y de la elaboración y promulgación de normas urbanísticas, higiénicas, de policía local o de ornato.
La precariedad técnica y organizativa de muchas administraciones municipales y la novedad de las técnicas que habían de aplicarse hizo que muchos ayuntamientos firmaran contratos poco convenientes, que daban concesiones excesivas a las empresas privadas prestadoras de servicios. En general, las ciudades fueron capaces de adaptarse y utilizar las nuevas técnicas, directamente o a través de concesiones a compañías particulares.
Un aspecto esencial fue la incorporación de mejoras higiénicas para facilitar la concentración de una población creciente en las ciudades. Los problemas higiénicos cada vez más graves y la multiplicación de epidemias hicieron aumentar la preocupación por la salubridad. El nacimiento del urbanismo y la consolidación de estructuras administrativas está relacionado con todo ello y con los problemas abordados por la expansión de la ciudad, la construcción de nuevas infraestructuras de transporte, energía y saneamiento básico del territorio urbano.
Alvaro Ferreira da Silva ha insistido recientemente en ello, centrando la atención en la tecnología sanitaria asociada a la resolución de los temores relacionados con la salud pública en las ciudades, y concluyendo que fueron esencialmente las motivaciones sanitarias las que impulsaron la modernización de la ciudad. Considera que en el estudio de las innovaciones técnicas relacionadas con las infraestructuras hay que tener en cuenta “los temas de interés público, el papel de las autoridades, las prioridades y las exigencias tecnológicas, la intervención de expertos y el impacto de nuevas tecnologías y actividades en la organización de la administración pública”[38].
La difusión de las ideas urbanísticas se aceleró en el siglo XIX. A través de la circulación de libros, revistas y personal técnico se difundieron en las ciudades europeas y americanas ideas sobre la zonificación residencial e industrial, sobre la construcción de mercados y otros equipamientos urbanos. La movilidad de los técnicos facilitó los intercambios de ideas a escala internacional e intercontinental. Todo ello contribuyó también a los avances en la globalización y modernización.
En el proceso de modernización tuvieron un papel esencial los ingenieros, cuya institucionalización fue bastante parecida en Portugal y en España. En ambos países los ingenieros tuvieron un papel similar en las obras públicas, especialmente en las infraestructuras de comunicaciones, y en la ordenación del crecimiento urbano, especialmente por la gran influencia que ejercieron en los ministerios de Obras Públicas de uno y otro país. También idéntica confianza en la importancia de la alianza entre ciencia e industria[39].
Hubo también políticas similares en lo que se refiere a enviar comisiones, por el gobierno y por empresas privadas, para conocer los avances en el gas, los ferrocarriles, los laboratorios químicos, la construcción de puertos y arsenales, o las técnicas de construcción. Especialmente relevante fue la visita a las Exposiciones Internacionales[40], y la organización de exposiciones locales y regionales, que tuvieron un papel significativo en la difusión de diferentes innovaciones técnicas[41].
Fue asimismo muy destacada la aportación de ingenieros extranjeros que trabajaron en España y en Portugal en relación con la construcción de nuevas infraestructuras (gas, ferrocarril, puertos. Instalaciones eléctricas y otras). En la segunda mitad del siglo XIX fue ya grande el número de grandes empresas que actuaron en diferentes países y aportaban, capitales, tecnología, maquinaria, formas de gestión y técnicos[42]
Tanto en España como en Portugal los ingenieros tuvieron una alta preparación adquirida en las Escuelas de Ingenieros que se crearon, un buen nivel de información a través de las publicaciones que se crearon (como la Revista de Obras Públicas en España y la Revista de Obras Públicas e Minas en Portugal), y un buen conocimiento de los avances que se realizaban en otros países a través de visitas y contactos con colegas extranjeros. En conjunto, la circulación de la información en esos niveles elevados fue buena o aceptable. Fue también significativo el número de publicaciones dedicadas a la divulgación de los avances técnicos y científicos a la población urbana de clases medias o populares[43].
En todo caso, y para concluir, ante las ideas críticas que hoy se expresan respeto a la modernización, tal vez sea oportuno hacer una afirmación: el proceso de modernización tuvo consecuencias esencialmente positivas, ya que contribuyó de forma decisiva a mejorar las condiciones de vida de la población. Algunos efectos perversos de la modernización no se dejaron sentir entonces sino más tarde; con la Primera Guerra Mundial, con la Segunda, y luego con la creciente mundialización de la contaminación y los riesgos crecientes, que han llevado a algunos autores, entre los cuales Ulrico Beck, a hablar de una Sociedad de Riesgo. Pero éste problema así como el de las relaciones que existieron y existen entre las transformaciones del siglo XIX y XX y las características del capitalismo, tal vez puedan ser objeto de una nueva reunión en el futuro.
Notas
[1] El congreso se celebró en la Facultad de Economia de la Universidade Nova de Lisboa, y tuvo una comisión organizadora presidida por los profesores Luciano Amaral y Álvaro Ferreira da Silva (de las Facultades de Econom ía de la Universidad de Lisboa), ayudados por una Comisión científica formada por los profesores Maria Eugénia Mata. Pedro Pita Barros, José Luís Cardoso, José Vicente Serrão y Ângela Barreto Xavier. Los textos de las comunicaciones presentadas se repartieron a los coordinadores de secciones en un CD, y durante algún tiempo estuvieron disponibles en el sitio de la APHES, lo que ya no ocurre.
[2] Un buen ejemplo de esos nuevos tratamientos y nuevas preguntas a las series numéricas en la comunicación de Sheltjesn sobre la especialización, la flexibilidad y la eficiencia en el transporte marítimo holandés, y otro sobre los cambios tecnológicos en la navegación marítima de vapor en Gran Bretaña (Mendonça 2007).
[3] Capel 1988.
[4] Una relación de los trabajos realizados por los participantes barceloneses en la sección puede verse en los siguientes direcciones electrónicas: Rafael Alcaide (http://www.ub.es/geocrit/alcaide.htm), Mercedes Arroyo (http://www.ub.es/geocrit/arroyo.htm), Horacio Capel (http://www.ub.es/geocrit/capel.htm), Vicente Casals (http://www.ub.es/geocrit/casals.htm) y Mercedes Tatjer (http://www.ub.es/geocrit/tatjer.htm). El de Francesc Magriñá (de la UPC, Barcelona) en http://bibliotecnica.upc.es/fenixdoc/Invest.asp?Id=0010652&UE=722&Idm=cas
[5] Relación de publicaciones de los participantes lisboetas: Ana Martins Barata (FCG) (http://www.biblartepac.gulbenkian.pt/ipac20/ipac.jsp?session=123N6335060H4.619312&profile=ba&uri=link=3100018~!199400~!3100024~!3100022&aspect=basic_search&menu=search&ri=1&source=~!fcgbga&term=Barata%2C+Ana+Martins%2C+1962-&index=#focus), Helena Lisboa (ESAA), Ana Cardoso de Matos (http://www.ub.es/geocrit/b3w-609.htm), Magda Avelar Pinheiro (http://scholar.google.es/scholar?q=%22magda+avelar+pinheiro&hl=es&lr=&btnG=Buscar&lr=) y Alvaro Ferreira da Silva (http://scholar.google.es/scholar?q=%22Alvaro+ferreira+da+silva&hl=es&lr=&btnG=Buscar&lr=)
[6] Lafuente, Matos y Saraiva 2007, p. 31-32.
[7] He tratado de ello en Capel 2006. Una bibliografía mínima sobre la variedad de concepciones de la modernización incluye obras como las de Black 1967, Dixon 1999, Sánchez Albornoz 1975 y 1985, Pérez Picazo 1984,García Delgado 1999, Barrio Alonso 2004.
[8] Capel 2003, 2006 y 2009.
[9] Algunos ejemplos sobre Portugal en el libro de Lafuente, Matos y Saraiva 2007 (por ejemplo, Diogo, Careneiro y Simôes 2007, y Matos 2007); sobre España, Capel 1997.
[10] Pasdemadjian ed. 1960, y Caron 1997; un panorama reciente en Scuxecsány 2006.
[11] Concepto preferido por algunos, como David Lande o Thomas P. Hugues; en España Calvo 2007.
[12]En este mismo Congreso (y en la sección sobre planeamiento urbano y la iniciativa empresarial en Brasil, sección F2) se presentó una comunicación sobre la Cámara Portuguesa de Comercio e Industria de Rio de Janeiro y la instalación de un empresariado inmigrante entre 1912 y1930 ( Filipe 2007). Para otras ciudades de Brasil Paulo R. Soares lo había puesto ya de manifiesto en un trabajo anterior. Otra comunicación a esta misma sección (la de Bradâo 2007) muestra igualmente el paso de “lavoratori” en Italia a “padrone” en Ribeirao Preto, Brasil, entre 1890-1930.
[13] Capel 2003.
[14] Esteves & Khoudour-Castéras, 2007, consideran que “el flujo de remesas ayudó a evitar problemas en la balanza de pagos de los países receptores de la periferia europea”, y que las remesas tuvieron un impacto directo para reducir la probabilidad de crisis financieras”.
[15] Silva 1997.
[16] Como se ve en la emigración de Fafe, considerada como mecanismo de movilidad (Monteiro 2007).
[17] Es el caso del industrial de origen inglés Henry Burnay, una de las grandes fortunas lisboetas a fines del siglo XIX (Lima 2007).
[18] Mendonça 2007.
[19] Un panorama sobre el caso español en Capel 2007 b.
[20] Antunes 2007.
[21] Lanna 2007, así como otros ejemplos presentados en la sección F3 del Encontro de la APHES.
[22] De Phillip E. Steinberg (The Social Construccion of the Ocean. Cambridge University Press, 2001), cit, por Scheltjens 2007.
[23] A ello se dedicó en este congreso una sección, la sección E4, con ejemplos de los créditos hipotecarios en Sao Paulo en la transición del imperio a la República[23], y diversas comunicaciones sobre las empresas y los créditos en ese periodo.
[24] En el congreso, la sección F4 abordó las perspectivas macro y micro. Se estudian sucesivamente: la evolución histórica de los intercambios intraindustriales en el comercio exterior portugués (Cabral 2007), las redes de inversión social a propósito del Banco de Barcelona (Marc Badia Miró y Yolanda Blasco, Sergio Lozano y Raimón Soler, 2007), los patrones de gasto en Italia, 1875-1960 (Tasciotti 2007), y las remesas de migrantes europeos y la balanza de pagos en algunos países (Khoudour-Castéras 2007). Las políticas y los mercados fueron el objeto de la sección F3 en la que se presentó la comunicación de António Alves Caetano “Portugal en la periferia de los imperios (1807-1820), sometido al yugo napoleónico, colonia de Brasil y protectorado de Inglaterra”.
[25] Capel 2003.
[26] Sobre ello Capel y Tatjer 1991, 1994, 1997.
[29] Hubo diversos ejemplos de ello en la sección A4, referentes a Portugal.
[30] Capel 2007 a.
[31] Por ejemplo, en el caso de España la Tesis de María del Mar Serrano Segura (1992 y 1993), y en el de Portugal el artículo de Ana Cardoso de Matos y de María Luisa Santos (2004).
[32] Cartañá 2005.
[33] Cuestiones todas a las que han dedicado atención los diversos investigadores que participaron en el Coloquio, tanto del grupo de Barcelona como de Lisboa; véase la relación de sus publicaciones en los sitios citados en las notas 4 y 5.
[34] Sobre la Compañía dos Caminhos de Ferro Portugueses entre 1865 y 1940, véase Antunes & Gomes 2007.
[35] Que fue objeto en el congreso de una sección, la C2.
[36] Cuestiones a las que aludieron Bússola 2007, Bartolomé-Rodríguez 2007, Confraria 2007 y Henriques 2007, todas en la sección C2 del congreso.
[37] Figueira 2007.
[38] Silva 2007.
[39] El libro Maquinismo ibérico, de Antonio Lafuente, Ana Cardoso de Matas y Tiago Saraiva 2007 muestra este hecho así como, también, la difícil institucionalización de la ingeniería en Portugal, más tardía que en España.
[40] Ejemplos referentes a comisiones portuguesas en Cardoso de Matos 2007.
[41] Capel 2007 a.
[42] Ejemplos sobre el gas en Arroyo, sobre la industria eléctrica española en Capel (dir) 1994, y sobre Portugal en Cardoso de Matos 2007.
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PROGRAMA DEL CONGRESO DE LA APHES
© Copyright Horacio Capel, 2009.
© Copyright Scripta Nova, 2009.
Ficha bibliográfica:
CAPEL, Horacio. Globalización y modernización urbana: Lisboa-Barcelona. Algunos puntos para el debate. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, de junio de 2009, vol. XIII, núm. 296 (1) <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-296-1.htm>. [ISSN: 1138-9788].