Scripta Nova |
Natalia
Moraes Mena
Laboratorio de Estudios
Interculturales. Universidad de Granada
nmoraes@ugr.es
“Uruguay como país de partida, España como destino”: análisis de cambios y continuidades en la migración uruguaya (Resumen)
La emigración es una característica estructural de la sociedad uruguaya que se agudiza en tiempos de crisis. Se estima que actualmente cerca del 16% de los uruguayos residen fuera de su territorio. España ha sido uno de los principales receptores de esta emigración. En los últimos cuarenta años encontramos dos importantes flujos migratorios hacia España: el primero en la década de los setenta y el segundo a partir del año 2002. El objetivo de este artículo es analizar las similitudes y diferencias entre estos dos flujos. Reflexionamos sobre las causas económicas y políticas que determinaron el contexto específico en el que estos flujos se produjeron y analizamos las características del exilio y de la migración uruguaya reciente en España así como el desarrollo de órganos de representación y de asociaciones que vinculan a los exiliados y a los migrantes en función de su pertenencia nacional.
Palabras clave: exilio, migración reciente, Uruguay, España, asociaciones de migrantes.Uruguay as country of origin, Spain as destiny: analysis of changes and continuities in the uruguayan migration (Abstract)
Emigration has been a structural trend in Uruguay. The outflows always have significant increases during the periods of crises. Emigration may be considered as an important response of Uruguayan population to adverse circumstances. Some authors estimate that 16% percent of the Uruguayan population lives abroad. Spain constitutes the main pole of attraction for Uruguayan emigration. In the last forty years there were two important and different flows to Spain: the first in the seventies and the second, recently since 2002. The aim of this paper is to analyse the similarity and the differences between those flows, the economic and political causes of the specific context of origin and the main characteristics of the exile and of the recent Uruguayan migration to Spain. I also analyse the development of associative movements that links Uruguayan migrants and exiles in relation to their national belonging.
Keywords: exile, recent migration, Uruguay, Spain, migrant’s associations.El presente artículo tiene como propósito describir las características generales de la migración uruguaya deteniéndonos especialmente en la migración uruguaya en España. Pero ¿por qué hemos elegido este colectivo para nuestro análisis? A primera vista, y desde una perspectiva reduccionista sobre el complejo fenómeno de las migraciones, podría parecer de poco interés científico estudiar a un colectivo como éste, relativamente pequeño en comparación con otros colectivos de migrantes en España. La mayoría de los estudios que buscan analizar comunidades específicas de migrantes se centran, por lo general, en aquellos grupos mayoritarios que conforman la población inmigrante extranjera. Otras veces, los estudios se focalizan en colectivos o grupos que por diversas razones son percibidos como “peligrosos” o como potenciales “grupos de riesgo” en diversos ámbitos de la sociedad española, por lo que es este aspecto lo que motiva su interés. Sin embargo, ni su presencia mayoritaria, ni su percibida lejanía cultural con la comunidad receptora, ni su vulnerabilidad, hacen por sí sólo que un colectivo de migrantes sea de interés. Ya que si nos basamos en estos aspectos estamos centrando nuestra mirada únicamente en una de las dos caras del fenómeno migratorio, estamos olvidando los complejos procesos sociales, políticos y económicos que producen las migraciones y las consecuencias de éstos, no sólo en el país receptor sino también en el país emisor de estos flujos.
España hasta hace poco tiempo y entre otras razones por su relativa reciente experiencia como país de recepción, ha pecado de adoptar una perspectiva demasiado integracionista en las investigaciones sobre el fenómeno migratorio. Como hemos desarrollado en otro artículo, los estudios sobre migraciones en España se centraban hasta hace algún tiempo únicamente en analizar a los migrantes en su condición de inmigrados, prevaleciendo los estudios de colectivos mayoritarios y en sus posibilidades y/o dificultades de integración (Moraes, 2006). El desarrollo de estudios que incorporan una perspectiva transnacional ha hecho que el fenómeno migratorio comience a ser estudiado en su globalidad y que colectivos, grupos o temáticas antes dejadas de lado, empiecen ahora a despertar el interés y adquirir relevancia científica[1]. Este es el caso de la migración uruguaya en España.
Uruguay es un pequeño país de América del Sur de apenas un poco más de tres millones de habitantes, cuya historia ha estado marcada por los flujos migratorios. Si a fines del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX el país se caracterizó por recibir importantes corrientes migratorias principalmente de Europa y en menor mucha medida de los países limítrofes, a partir de la década de los sesenta comienzan a desarrollarse importantes corrientes migratorias hacia el exterior. La crisis política y las sucesivas crisis económicas convierten a la emigración en una característica estructural de la sociedad uruguaya. Sociedad que responde con la emigración ante las crisis. A principios del siglo XXI se estimaba que un 15% de la población nacida en Uruguay residía fuera de su territorio de origen. La crisis económica que vivió la región, y que en Uruguay adquirió fuerza en el año 2002, volvió a reactivar este fenómeno. Del año 2001 al 2006 la cantidad de migrantes en España cuyo país de nacimiento era Uruguay se ha casi triplicado. Si tomamos los datos del último censo uruguayo, los migrantes uruguayos empadronados en España en 2006 representarían un 2,4% del total de la población del Uruguay. El impacto cuantitativo y cualitativo de esta migración en el país y el hecho de que por diversos motivos sea España uno de los principales destinos de la misma motiva el interés de conocer las características de este colectivo prácticamente desconocido y escasamente estudiado.
En este trabajo comenzaremos con un análisis de la migración uruguaya, analizaremos el impacto de la migración en este país y el perfil de los migrantes, posteriormente nos centraremos en la migración uruguaya en España, analizaremos brevemente la migración de la década de los setenta producto de la crisis económica y el exilio, luego nos centraremos en la migración reciente, y analizaremos con mayor profundidad sus principales características y el perfil de los migrantes. Por último, examinaremos el resurgimiento del movimiento asociativo de los migrantes uruguayos y los puntos en común con el asociativismo migrante surgido en décadas anteriores.
Antes de comenzar a desarrollar este trabajo es necesario realizar algunas aclaraciones metodológicas. En primer lugar, la migración uruguaya ha sido un tema poco estudiado no sólo fuera sino también dentro del país. El imaginario de “país de inmigración” que prevaleció hasta fines de los sesenta generó que se prestase escasa atención a este tema. Un análisis de las investigaciones realizadas hasta el momento muestran cómo tras flujos emigratorios importantes se produce una gran cantidad de estudios sobre la temática, pero una vez acabada la crisis y normalizado el flujo, este tema vuelve a desaparecer de las agendas de investigación. El crecimiento significativo de la emigración en la década de los sesenta y setenta llevó a la realización de una serie de estudios, generalmente demográficos, que buscaban dar cuenta de la misma[2]. En el año 1976 y en el 1982 la Dirección General de Estadísticas y Censos realizó encuestas de emigración y surgieron otra serie de estudios generalmente cuantitativos que buscaban conocer los motivos de la emigración y sus consecuencias así como las características de los migrantes. Tenemos que esperar casi veinte años para que la temática vuelva a despertar interés. Esto sucede tras la crisis del 2002 y el flujo migratorio que trajo consigo. Es a partir del mismo que se retoman investigaciones, ahora ya no sólo de corte demográfico y cuantitativo, sino que se comienzan a desarrollar investigaciones cualitativas que buscan analizar el fenómeno[3]. En el año 2006 la temática vuelve a incluirse en las estadísticas nacionales.
La primera parte del análisis que presentamos a continuación se basa en los estudios desarrollados en los últimos años en Uruguay para determinar el perfil del emigrante así cómo el contexto que motivó la emigración. La segunda parte es fruto del trabajo de investigación que hemos realizado sobre la migración uruguaya en España entre los años 2004 y 2006.
Para analizar la migración extranjera en España contamos actualmente con una serie de fuentes de información: los censos de población, la explotación del padrón municipal de habitantes, los anuarios estadísticos de extranjería y los anuarios de estadísticas laborales[4]. A pesar de esta diversidad de fuentes, que permiten la comparación de los datos, el análisis resulta complejo debido a la ausencia de un apartado conceptual que defina lo que estamos estudiando. Las fuentes de datos ofrecen en general cifras sobre población extranjera y no sobre población migrante, generando confusión porque no todo migrante es extranjero (como la segunda generación de migrantes nacionales descendientes de españoles que conservan la nacionalidad y retornan al país o los migrantes extranjeros una vez nacionalizados) y no todo extranjero es migrante (como las personas nacidas en España cuyos padres son extranjeros).
En nuestro análisis de la migración uruguaya hemos tenido en cuenta tanto a los extranjeros nacidos en Uruguay y/o con nacionalidad uruguaya como a los migrantes nacidos en Uruguay que poseen la nacionalidad española. Dependiendo qué datos seleccionemos, la población a la que contamos como uruguaya será mayor o menor. Es decir, si sólo contamos a los extranjeros nacidos en Uruguay o a los que poseen la nacionalidad uruguaya, estamos dejando de lado a los nacidos en Uruguay que poseen nacionalidad española ya sea por ascendencia o porque se han nacionalizado en España. Es muy importante tener en cuenta este aspecto, ya que en el caso de Uruguay, así como en el de otros países Latinoamericanos, existe un importante porcentaje de la población migrante que posee la nacionalidad española. ¿Por qué en los estudios migratorios en España se deja de lado por lo general a esta población? ¿Por qué los estudios se centran generalmente en la población extranjera y no en la población migrante? Si nuestra perspectiva está centrada únicamente en el país receptor es comprensible que sólo nos interesen los migrantes extranjeros ya que los nacionalizados son considerados ciudadanos españoles y su situación tanto jurídica como social es considerada diferente. Sin embargo, si abordamos los estudios desde una perspectiva transnacional no podemos dejar de considerar a esta población migrante, ya que aspectos como la vinculación con el país de origen, el envío de remesas, el asociacionismo, la participación en la política en sus países de nacimiento, etc. como han demostrado numerosos estudios[5], se mantienen independientemente de la condición jurídica del migrante e incluso pueden fortalecerse a medida que el migrante se integra en la sociedad de acogida y logra ciertos derechos como la posibilidad de nacionalizarse. En el trabajo de campo que hemos realizado con los migrantes uruguayos en España hemos observado cómo muchos de los líderes más activos de las asociaciones de uruguayos en este país poseían nacionalidad española. Por estos motivos, siempre que se ha podido contar con este tipo de dato en las fuentes disponibles lo hemos incluido.
1.- Uruguay: De país receptor a país emisor de migrantes
Uruguay ha sido uno de los países de América Latina que ha recibido mayor cantidad de inmigrantes durante el siglo XIX y comienzos del XX. El porcentaje de extranjeros sobre el total de la población era del 33.5% en 1860 y de 17.4% en 1908. En Montevideo, la capital del país, este porcentaje era aún mayor, del 47.7% en 1830 y del 30.8% en 1908 (Camou, 1997). En el Cuadro 1 podemos observar el porcentaje de extranjeros sobre la población total del país y sobre la población de Montevideo desde 1860 hasta nuestros días. Como vemos, Montevideo ha sido a lo largo de los años polo de atracción de la inmigración, el porcentaje de extranjeros sobre el total de la población era superior en Montevideo si lo comparamos con el total del país. El Cuadro 1 también nos muestra como este porcentaje ha ido disminuyendo a lo largo de los años. Sin embargo, según las estimaciones realizadas a partir del análisis de la encuesta de hogares ampliada de 2006, el país sigue teniendo un porcentaje importante de inmigrantes superior al 2%.
Año |
Uruguay (%) |
Montevideo (%) |
1860 |
33,5 |
47,7 |
1908 |
17,4 |
30,4 |
1963 |
8,0 |
13,5 |
1975 |
4,4 |
8,0 |
1985 |
3,5 |
5,8 |
1996 |
2,9 |
- |
2006 * |
2,1 |
|
Fuente:
Elaboración propia basado en las estimaciones de Camou 1997, Pellegrino, 2003. |
Si analizamos la nacionalidad de los inmigrantes en el Cuadro 2, observamos que la mayoría de la corriente de fines del siglo XIX y principios del XX provenía del sur de Europa.
Nacionalidad |
1860 |
1908 |
Españoles |
23,8 |
30,3 |
Italianos |
13,0 |
34,3 |
Franceses |
11,7 |
4,6 |
Otros |
51,5 |
30,7 |
Fuente Camou 1997, en base a Censos Nacionales. |
En cuanto a la procedencia de los españoles llegados a Uruguay, como lo muestra el Cuadro 3 es significativa la predominancia de gallegos, vascos y catalanes.
Región de origen |
Porcentaje |
Galicia-Asturias |
60.5 |
P. Vascos |
17.7 |
Cataluña |
11.3 |
Andalucía |
4.1 |
Baleares |
3.1 |
Canarias |
1.4 |
Valencia |
1.1 |
Castilla |
0.5 |
Aragón |
0.2 |
Total |
100 |
Fuente Camou, 1997. |
Pero a este impacto cuantitativo de la inmigración hay que añadirle un aspecto cualitativo relevante. Los inmigrantes tuvieron una gran influencia en el ámbito económico, cultural y político. Entre ellos encontramos buena parte de los primeros industriales, de los obreros calificados, de los sindicalistas y de los intelectuales y políticos de la época. Los inmigrantes ejercieron, por tanto, un papel importante en la consolidación del Estado-nación y en la construcción de la identidad nacional.
El papel que han tenido los inmigrantes en la sociedad uruguaya ha contribuido a convertir la inmigración en mito. La idea del “aluvión inmigratorio” y de ser un “país de inmigrantes”, llegó a formar parte del imaginario colectivo nacional. La existencia de este mito provocó que se prestara poca atención a la emigración y que “…la historiografía moderna consolidará el mito de “aluvión inmigratorio” olvidándose completamente de su contracara” (Aguiar, 1982:28). A pesar de que, como apunta Aguiar, ésta había sido frecuente entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Al cabo de un tiempo, muchos de los inmigrantes que llegaban al Uruguay, o bien retornaban a su país de origen, o bien continuaban su proceso migratorio al fracasar su intento de radicación. Los países vecinos se convertirían desde ese momento y hasta fines de siglo veinte, en los principales destinos de la emigración[6]. No podemos sin embargo, considerar que esta tendencia fue constante a lo largo de los años. Como entiende Pellegrino la emigración hacia los países vecinos no parece alimentarse de una corriente migratoria de flujo continuo, por el contrario, según esta autora, los flujos más importantes se producen en situaciones específicas del país, “la población uruguaya ha respondido con éxodos a las situaciones de crisis” (Pellegrino, 2003).
Tienen que pasar más de cincuenta años para que el país empiece a reconocer la importancia del fenómeno emigratorio. Como apunta Aguiar, esta conciencia empieza a renacer, sobre todo a nivel periodístico, en los años sesenta y como consecuencia de los procesos migratorios que desde esos años comienzan a afectar a los sectores profesionales e intelectuales. (Aguiar, 1982). Sin embargo, es sólo con la migración reciente, cuando esa conciencia comienza a generalizarse y el fenómeno emigratorio pasa a la agenda pública.
A partir de los años sesenta se comienza a registrar un importante aumento de la emigración internacional. Esta emigración se origina en un contexto marcado por el agotamiento del modelo económico de sustitución de importaciones y el inicio de una grave crisis económica. El desmantelamiento y la reconversión de la industria trajo consigo descensos en los niveles de ingreso y ocupación y pérdida relativa de status del país en el contexto internacional (Aguiar, 1982). La población rural disminuía, el desempleo urbano aumentaba, la población asalariada veía disminuir de forma ininterrumpida desde principios de los sesenta sus ingresos y enfrentaba altos índices de inflación. Esto generó una “tensión estructural” (Filgueira, 1970) debido a que los rangos propios de modernización avanzaron en mucha mayor medida que los rangos propios de desarrollo, el nivel educativo de la población y las tasas de urbanización iban por encima a los niveles de ocupación e ingresos (Aguiar, 1982).
Pero además de estos factores endógenos hay que tener en cuenta el contexto internacional y la demanda de trabajadores por parte de otros países latinoamericanos, norteamericanos y europeos. En la primera mitad de la década de los setenta, el mercado ocupacional argentino se abrió a los migrantes uruguayos, la situación de empleo era favorable en este país y se promovieron políticas para incentivar la inmigración (Pellegrino, 2003). La relaciones históricas del Uruguay con el país vecino, las facilidades de desplazamiento hacia el mismo y las facilidades para mantener un intercambio fluido desde allí con el país de origen, además como indicamos antes, de la propia situación económica de Argentina, pueden haber propiciado al elección de este destino por gran parte de los emigrantes. Como afirma Aguiar “la migración a la Argentina tiene costos reales y psicológicos, sustantivamente menores a cualquier otra alternativa” (Aguiar, 1982:49). Sin embargo, no sólo Argentina se convirtió en polo de atracción de la emigración uruguaya. Durante la década de los setenta Brasil también atraía trabajadores, especialmente profesionales y técnicos. Otros países latinoamericanos que incorporaron inmigrantes uruguayos fueron Venezuela, México y Costa Rica. Estados Unidos fue también uno de los países destino de la emigración uruguaya de esos años, existen evidencias de que empresas estadounidenses reclutaron trabajadores en Uruguay (Pellegirno, 2003). Australia también implementó programas oficiales de reclutamiento de trabajadores uruguayos. En relación a Europa, se inician en esos años el retorno de los emigrantes europeos radicados en Uruguay.
Pero si la crisis económica propicia la emigración desde fines de los sesenta, el deterioro de la situación política y la instauración de un régimen dictatorial en 1973 provocan un aumento significativo de este flujo. Algunos autores consideran que entre los determinantes de la emigración uruguaya de esos años, más que motivos económicos o políticos puros, se debía considerar el deterioro general que tuvo lugar a fines de los sesenta de una imagen de país fuertemente interiorizada en grandes sectores de la población, como sociedad abierta, de fácil movilidad social, participativa e igualitaria. “Más importante que la crisis en sí, el detonante de la emigración fue la conciencia de esa crisis” (Filguiera, 1987:11).
Según datos del Instituto Nacional de Estadística de Uruguay en el período intercensal 1963-1975 se estima emigraron del país 185.710 uruguayos y entre los censos de 1975 y 1985 lo hicieron 122.804 personas. Esto nos lleva a concluir que el saldo neto migratorio negativo entre 1963 y 1985 fue casi de 310.000 personas lo que equivale al 11% del total de la población media del país en el mismo período (Pellegirno, 2003). No existen datos que nos permitan conocer cuántos uruguayos emigraron por motivos económicos y cuántos a causa directa o indirecta de la dictadura. Sin embargo, los datos de la encuesta de migraciones realizada en el año 1976 nos hacen pensar que las motivaciones políticas y el exilio tuvieron una influencia importante. El análisis de esta encuesta indicaba que un 75% de la emigración registrada hasta 1976 había salido del país entre fines del año 1970 y los primeros meses de 1976, de los cuales casi las 2/3 partes emigraron con posterioridad a 1973, siendo en el año 1974 más del 25% del total de los emigrantes (Wonsewer y Teja, 1985).
Las encuestas de migración internacional indicaban que la mitad de la migración de esos años se dirigió a Argentina, un 11% a los Estados Unidos, un 7,8% a Brasil, un 5% tanto a Venezuela como a España (Pellegirno, 2003). Estas encuestas también nos han proporcionado datos acerca del perfil de los migrantes y su impacto en los hogares. Según las mismas el 60% de los migrantes residía antes de migrar en Montevideo y el 40% restante corresponde mayoritariamente a capitales de departamento, por lo que la emigración de esos años fue fundamentalmente del ámbito urbano. Esta migración fue altamente selectiva en términos de sexo y edad, emigraron más hombres que mujeres y la mayoría de los emigrantes se reclutaron en una población muy joven, entre los 20 y 24 años. En cuanto al nivel de instrucción, la población emigrante de esos años se caracterizó por un nivel medio mayor que el de la población restante. Se trató esencialmente de población activa y asalariados especialmente trabajadores ligados a las ramas más productivas. (Aguiar, 1982; Wonsewer y Teja, 1985) La encuesta realizada en 1985 mostró el impacto de la emigración en los hogares, el 10% de las madres censadas en Montevideo y el 4% de las madres de todos los otros departamentos del país, declaraban tener hijos residiendo en el exterior (Pellegrino 2003).
La historia migratoria de Uruguay está marcada en primer lugar, por el importante flujo de inmigración recibida hasta mediados del siglo XX y sobre todo por la influencia que tuvieron los inmigrantes tanto en la vida económica, social y política del país como en la construcción del imaginario nacional. En segundo lugar, la fuerte emigración que se produjo a partir de fines de los sesenta y sobre todo en la década de los setenta, sentaron las bases para que en la sociedad uruguaya el migrar se convirtiese en una opción aceptable y frecuente y en una estrategia válida para enfrentar situaciones de crisis. A esta conciencia pro-migratoria hay que añadirle las múltiples redes sociales transnacionales que vinculan a los uruguayos con familiares y amigos residentes en el extranjero. Esto ha provocado la emergencia y posterior consolidación de lo que Pellegrino ha denominado una “cultura emigratoria” (Pellegirno, 1994, 1995, 2003).
Esta “cultura emigratoria” logra consolidarse cuando el proyecto emigratorio se incorpora como una opción válida y positiva en el imaginario colectivo de la población[8]. Una de sus manifestaciones es la alta propensión migratoria registrada especialmente entre los más jóvenes, es decir, la voluntad de emigrar, independientemente de que este proyecto se haga efectivo o no. Los estudios realizados en la década de los setenta mostraban ya esta tendencia. En el estudio de Filguiera sobre la predisposición migratoria de los egresados universitarios se concluía que un 8,4% de los egresados declaraban la intención de trabajar en el exterior (Filguiera, 1974). Las encuestas de opinión realizadas en Montevideo por Gallup en 1976 y 1981 también confirmaban una alta propensión migratoria, aunque hay que considerar los sesgos que pueden tener estos datos por el tipo de pregunta a la que los encuestados debían contestar, pudiendo ser más una respuesta a una insatisfacción que una voluntad real a hacerlo a mediano plazo. En 1981 el 26% de la población emigraría al extranjero si no tuviera compromisos y pudiera hacerlo (Aguiar, 1982). De todas formas, el dato nos ilustra sobre cómo la emigración representaba una opción posible. La Encuesta Nacional de la Juventud realizada en 1989 también muestra una alta predisposición a emigrar entre los más jóvenes alcanzando al 33% de los jóvenes de Montevideo y a un 16% de los del resto del país. Estos datos indican que uno de cada cuatro jóvenes declaraba la intención de emigrar al menos temporalmente (Pellegrino, 1994).
En la década del 2000, y con el inicio del nuevo flujo emigratorio, volvemos a encontrar estudios que muestran cómo la idea de un proyecto emigratorio futuro está fuertemente arraigada en la población. Durante estos años, diversas encuestas de opinión publican en los medios masivos de comunicación investigaciones realizadas al respecto. Una de ellas es la realizada por la consultora Cifra en la que se indicaba que el 44% de la población del país urbano se mostraba dispuesta a emigrar si pudiera conseguir trabajo en otro país. Lo que intentaba medir esta encuesta era la intención de emigrar, y para ello la pregunta que se formulaba era “Si tuviera posibilidades de conseguir trabajo en otro país ¿Ud. se iría?”. Estos resultados tienen las mismas limitaciones que los obtenidos por Gallup décadas anteriores. Un dato interesante que presentaba este trabajo era la existencia de familiares residentes en el exterior. Según esta encuesta, en el año 2000 un 49% de los encuestados declaraban tener familia en el exterior.
En el año 2002 con la realización de la Encuesta de Caracterización Social se obtuvieron datos más fidedignos sobre el fenómeno, ya que se buscaba conocer la existencia de un proyecto migratorio más concreto. La pregunta realizada fue “¿Algún miembro de este hogar está pensando en emigrar a otra ciudad, departamento o país?” y de éstos se seleccionaba y seguía preguntando a quienes declaraban la intención de emigrar a otro país. El análisis de estos datos realizado por Pellegrino y Vigorito indica que aproximadamente el 30% de los hogares tienen miembros que declaran su intención de emigrar al exterior. La propensión migratoria decrece con la edad, es mayor a medida que aumenta el nivel educativo y disminuye entre los hogares cuya cabeza de familia es una mujer. Las preferencias en cuanto a los países de destinos fueron España, en primer lugar y con un porcentaje bastante mayor que los demás, Estados Unidos en segundo lugar, Italia y finalmente Brasil.
Después de atravesar más de una década de crecimiento (1985-1998), en 1999 se inicia una profunda depresión económica en el país que se agudiza años más tarde. Entre 1998 y 2002 la caída del producto llegó a ser del 17,5%. La caída de la actividad se debió tanto a cambios en el contexto internacional como a las circunstancias medioambientales adversas por las que atravesó el país. La devaluación de la moneda llevada a cabo por Brasil ocasionó una pérdida de competitividad con respecto a ese país y se sumó a la que estaba experimentando Uruguay con respecto al resto del mundo. Se produjo también en esos años una subida del precio del petróleo así como de las tasas de interés internacional, por lo que muchos de los bienes exportados por Uruguay experimentaron una fuerte caída en sus precios. El país sufrió una grave sequía que afectó a la producción agropecuaria y a la generación de electricidad. En el 2001 las exportaciones de ganado, uno de los principales productos de exportación, se vieron perjudicadas por el cierre de varios mercados del exterior a causa de la aparición de la fiebre aftosa. A todo esto, se le sumó los efectos de la crisis financiera argentina. Esta caída de la actividad produjo disminución en los ingresos de los hogares y crecimiento de la tasa de desempleo. Esta última llegó a alcanzar los máximos niveles históricos ubicándose en un 17% en 2002. La crisis financiera produjo el descenso de los intereses y el cierre de instituciones bancarias que dejaron sin sus ahorros a miles de uruguayos. La crisis financiera y bancaria fue de tal magnitud que produjo un corte en la cadena de pagos, lo que llevó a que buena parte de las cadenas de producción y comercialización se quedasen sin dinero. Esto impactó en todos los grupos sociales, llegando a afectar incluso a sectores medios y aún medios altos. Los salarios públicos cayeron un 8% y los privados un 12% en términos reales. Entre 1998 y 2002 el ingreso pér capita medio cayó un 20% y se produjo un incremento en la concentración del ingreso (Bucheli y Furtado, 2005). Ante esta situación, la población, una vez más, optó por la emigración como estrategia para enfrentar la crisis.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística de Uruguay, analizando el período intercensal más reciente 1996-2004 se estima que 122.000 personas emigraron en el período (INE, 2005). Un flujo similar al producido entre 1975-1985. Si la población que permanecía residiendo en el exterior era en 1998 de 478.000 personas (Macadar y Pellegirno, 2007) podemos estimar que actualmente más de quinientas mil personas que formaban parte de la población del país residen ahora fuera de su territorio. Esto equivale a más del 16% de la población censada en el año 2004. Esto convierte a Uruguay en uno de los países de Latinoamérica con mayor tasa de emigración.
Hasta hace poco tiempo no contábamos con estudios que nos permitiesen determinar el perfil de los emigrantes recientes. Gracias a la inclusión en la encuesta de hogares del año 2006 de una serie de módulos referidos a la migración, podemos hoy conocer algo más sobre las personas que emigraron del país entre el año 2000 y el 2006. El análisis de estos datos, realizado por Macadar y Pellegrino nos permiten conocer las características generales de la emigración reciente (Macadar y Pellegirno, 2007).
El pico emigratorio más fuerte fue inmediatamente posterior a la crisis económica, entre los años 2002 y 2003, aunque se mantuvo un flujo constante durante todo el período analizado. La relación de masculinidad es bastante alta: 145 hombres por cada 100 mujeres. La mayoría de los emigrantes eran hijos de los cabeza de familia de los hogares, por lo que según Macadar y Pellegrino en parte se puede identificar esta emigración como un proceso de emancipación del hogar. Por otro lado, sólo un 6% de los cabeza de familia son cónyuges del emigrante, esto nos puede sugerir, cómo hemos observado también en el trabajo de campo realizado en España, que la emigración uruguaya está integrada predominantemente por grupos familiares. Las personas que emigraron en el período, al igual que flujos anteriores, son mayoritariamente jóvenes, más de la mitad de los emigrantes son personas entre 20 y 30 años al momento de abandonar el país. En cuanto los países de destino, según datos de la encuesta, España y Estados Unidos concentran el 70% de la emigración. A partir del año 2003 la migración hacia Estados Unidos se reduce, entre otros motivos por las nuevas leyes migratorias de este país, y esto produce que este flujo se destine ahora mayoritariamente a España. La encuesta también muestra una selectividad positiva de los emigrantes por nivel educativo, la mitad tiene al menos estudios secundarios. El nivel educativo de las mujeres emigrantes es superior a la de los hombres. Los motivos que la mayoría de los encuestados mencionaron como causa de la emigración de sus familiares fueron las económicas, especialmente las relacionadas con las dificultades en el mercado de trabajo, cerca del 40% de los que emigraron en el período estaban buscando trabajo, aunque un 50% tenía trabajo al momento de emigrar. Esto nos hace suponer que el desempleo y el deseo de mejoras laborales fueron elementos importantes que incidieron en la decisión de emigrar. Y al parecer, al menos el primero de los factores se vio satisfecho, ya que más del 81% de los que emigraron estaban trabajando en el exterior en el momento de la encuesta. En cuanto a la actividad laboral ejercida antes de emigrar, la gran mayoría son asalariados privados. Las principales ocupaciones de los emigrantes son las de trabajadores de servicios y vendedores y trabajadores de la industria y artesanos. Parece no existir una selectividad positiva de profesionales y técnicos entre los migrantes recientes (Macadar y Pellegirno, 2007)..
España ha sido siempre, pero sobre todo en los últimos años, uno de los destinos preferidos por los migrantes uruguayos. Los vínculos históricos entre ambos países, las redes sociales, los lazos familiares existentes y el hecho de compartir la misma lengua, han convertido a España en uno de los principales destinos de esta migración. En la historia migratoria de los uruguayos hacia España encontramos dos etapas muy diferentes. La primera registrada en los años setenta, compuesta en gran medida por personas que escapaban de la represión militar y de la dictadura instaurada en el país en aquellos años, aunque también de la crisis económica. La segunda registrada inmediatamente después de la más grave crisis económica que vivió del año 2002.
Podemos hablar de dos etapas o momentos diferentes, ya que estos dos flujos presentan características diferenciales y merecen ser analizados por separado. El contexto social, político y económico del que se partía y al que se llegaba fue diferente para los dos flujos. En la década de los setenta en Uruguay se imponía una dictadura y en España se iniciaba una transición. Mientras que en esos años España seguía siendo un país de emigrantes, con escasa experiencia como país receptor, a inicios de los 2000 España se convertiría en uno de los países europeos con mayor crecimiento de la inmigración.
Como mencionamos anteriormente, es difícil estimar cuántas de las personas emigraron en la década de los setenta y más aún conocer cuántas lo hicieron por motivos políticos o económicos. La encuesta de emigración internacional de 1976 indicaba que de los uruguayos que emigraron ente 1971 y 1975 sólo un 4,1% lo hizo a España (Wonsewer y Teja, 1985). Tampoco contamos en España con datos precisos sobre el total de uruguayos residentes en este país en esos años. Por un lado algunas estadísticas españolas incluían a Uruguay dentro de la categoría otros países latinoamericanos y por otro lado, no es posible cuantificar la cantidad de exiliados ya que en la dictadura franquista y luego en los primeros años de la transición no se otorgaba ningún estatuto de refugio o asilo político (Coraza, 2006: 216). Por lo tanto, la mayoría de migrantes uruguayos llegaban a España en esa época como turistas y luego que pasaban los tres meses de estancia legal se convertían en indocumentados. Al parecer, sin embargo, existió cierta permisividad hasta 1978 para que los uruguayos y los latinoamericanos en general consiguieran la residencia. Después de esta fecha, la situación pasó a ser más difícil. En el trabajo de campo etnográfico que hemos realizado muchos de los migrantes que llegaron a España en aquellos años nos comentaban lo difícil que les había sido conseguir la documentación, aún para aquellos que llegaban a España exiliados. Muchos de ellos afirmaban haber permanecido como indocumentados algún tiempo hasta que las redes transnacionales de derechos humanos comenzaron a movilizarse y los contactos que se tenían con los republicanos españoles exiliados en Uruguay comenzaron a denunciar la situación por la que atravesaban los exiliados del Cono Sur. Aún así, a muchos de ellos les fue muy difícil conseguir ser residentes legales.
Según Massot, los uruguayos residentes en España pasaron de ser 389 en 1970 a 1.664 en 1980, sin embargo no aclara si su fuente es el número de uruguayos con residencia legal en España o el número de empadronados en este país (Massot, 2001). Suponemos que se refiere al primer grupo por corresponder a una cifra tan pequeña. Coraza por su parte, estima que el total de exiliados uruguayos en España fue de aproximadamente veinte mil personas (Coraza, 2006).
Entre 1973 y 1976 la mayoría de los exiliados que llegaban a España habían pasado previamente por un primer exilio en Argentina. También existieron otras rutas de llegada aunque existe poca información hasta el momento al respecto. La migración de esos años se dirigió especialmente a Madrid y Barcelona, los que llegaban a esta última ciudad lo hacían mayormente por contactos políticos y sindicales previos, “La llegada a Madrid obedece a motivos menos definidos que en el caso de Barcelona y tiene que ver con la elección de España por lazos culturales y familiares así como por la ausencia de redes políticas y sindicales previas que les llevasen a concretar un destino determinado” (Coraza, 2006:235). La movilización de los exiliados uruguayos fue importante, especialmente en Barcelona. Surgieron así una serie de asociaciones y organizaciones con diferente estrategias de acción. Coraza destaca tres tipos de acciones vinculadas al movimiento asociativo de la época: la acción cultural, la acción sindical y política de solidaridad y denuncia y la acción sindical y política de reorganización de las principales fuerzas de izquierda y de movimientos obreros proscritos en Uruguay (Coraza, 2003).
A principios de los ochenta se comienza a percibir el fin de la dictadura y muchos de los exiliados empiezan a planificar su retorno y aunque no todos lo hacen efectivo, muchas de las asociaciones creadas en aquellos años terminan desapareciendo. Otras en cambio, se mantienen aunque con poca actividad a lo largo del tiempo y se reactivan treinta años después con la llegada del nuevo flujo migratorio.
España se convirtió, después del año 2003 y ante el endurecimiento de las leyes migratorias en Estados Unidos, en el principal destino de la migración uruguaya reciente. A continuación analizaremos las características de la migración uruguaya en España desde un año antes de la crisis hasta el año 2006. Debido a la complejidad existente en los datos estadísticos con los que contamos, como explicamos al inicio de este artículo, nos interesa analizar el comportamiento registrado en el período 2001-2006 de forma de poder conocer cuál ha sido la tendencia y la evolución de esta migración. Nos interesa estimar además, tanto la cantidad de uruguayos que migraron a España como el perfil de los mismos.
Los datos del último censo de población realizado en España en el año 2001 nos indicaban que había en España un total de 24.631 personas cuyo país de nacimiento era Uruguay. El 55,7% de estas personas tenían al momento de realización del censo nacionalidad española y un 44,3% tenían una nacionalidad distinta a la española. Estos datos nos indican que en comparación con otros colectivos de migrantes, existía en el año 2001 un gran porcentaje de los migrantes uruguayos que poseían nacionalidad española. Más de la mitad de los uruguayos gozaba de la nacionalidad española ya sea por ser considerados españoles de origen[9] o por haber conseguido esta nacionalidad cumpliendo los años de residencia legal en España necesarios para adquirirla[10].
Para conocer cuál ha sido la situación de la migración uruguaya en España después de la crisis de Uruguay tenemos que recurrir a otras fuentes. En el cuadro 4 observamos la evolución de la migración uruguaya desde el año 2001 al 2006. Como los datos del Padrón Municipal corresponden a enero de cada año y los datos del Anuario Estadístico de Extranjería lo hacen a fin de cada año, hemos consignado los datos del padrón correspondientes hasta enero de 2002 en el año 2001 y así sucesivamente.
Como podemos ver del año 2001 al 2006 la población residente en España cuyo país de nacimiento es Uruguay se multiplicó casi por tres. El crecimiento más importante se produjo entre el año 2001 y el 2003, lo que muestra el impacto de la crisis en esta migración. Después del año 2003 el número de migrantes uruguayos en España siguió creciendo pero no a un han ritmo tan acelerado como en los años posteriores a la crisis.
Año |
Inmigrados uruguayos |
2001 |
27.161 |
2002 |
40.524 |
2003 |
55.307 |
2004 |
70.310 |
2005 |
76.635 |
2006 |
79.346 |
Fuente: Elaboración propia en base a INE (Padrón Municipal) |
También podemos ver en la Figura 1 cómo el porcentaje de población nacida en Uruguay con nacionalidad española ha ido disminuyendo a lo largo de los años, esto indica que si bien hasta el 2001 gran parte de los migrantes habían adquirido ya la nacionalidad española o poseían ya esta nacionalidad por ascendencia, a medida que el flujo migratorio aumentaba llegaban a España más personas que no poseían esta nacionalidad.
En el Cuadro 5 podemos comparar la diferencia entre la población migrante uruguaya y la población de extranjeros uruguayos a partir de datos del Padrón Municipal y el Anuario Estadístico de Extranjería. Estos datos nos muestran que, si la población migrante uruguaya se triplicó, el crecimiento de los extranjeros uruguayos fue aún mayor así como el de los extranjeros uruguayos con permiso de residencia. Esto confirma que gran parte de la migración llegada después de la crisis no poseía nacionalidad española.
Año |
Inmigrados * |
Extranjeros ** |
Residentes *** |
Irregulares |
Irregulares (%) |
2001 |
27.161 |
11.352 |
4.754 |
6.598 |
58,1% |
2002 |
40.524 |
20.889 |
5.995 |
14.894 |
71,3% |
2003 |
55.307 |
31.413 |
8.852 |
22.561 |
71,8% |
2004 |
70.310 |
42.433 |
13.055 |
29.378 |
69,2% |
2005 |
76.635 |
45.508 |
24.272 |
21.236 |
46,7% |
2006 |
79.346 |
45.700 |
26.581 |
19.119 |
41,8% |
Fuente: Elaboración propia
en base a INE (Padrón Municipal), Anuario Estadístico de Extranjería. Los datos
correspondientes al año 2006 son datos provisionales. |
En el año 2005 en un artículo del Colectivo IOÉ se intentaba estimar la cantidad de inmigrantes irregulares existente en España. Para ello se calculaba la diferencia entre los extranjeros empadronados y los extranjeros con autorización de residencia. En este estudio se mostraba cómo el aumento del flujo de inmigrantes había sido muy importante desde el año 1997 y cómo gran parte de esos nuevos flujos se habían incorporado como “irregulares”. También destacaban como en el año 2005 ese porcentaje había disminuido (Colectivo IOÉ, 2005). A pesar de que esta forma de calcular la migración irregular es sólo una aproximación y que no puede ser tenida en cuenta como una cifra precisa[11], hemos querido observar qué pasaba en el caso de los migrantes uruguayos extranjeros.
Como vemos, según estos cálculos el porcentaje de extranjeros uruguayos que se encuentran en situación irregular en España en muy alta, llegando casi a un 70% del total de extranjeros uruguayos en el 2002 y 2003. Observamos cómo al igual que lo ocurrido con la población extranjera en general, en el año 2005 el porcentaje de irregularidad es menor que años anteriores. Una de las explicaciones de este cambio puede estar relacionada con el proceso de normalización que se efectuó ese año. Según datos del anuario estadístico de diciembre de 2005, en el proceso de normalización que finalizó en mayo del 2005 se recibieron 10.650 solicitudes de extranjeros uruguayos y el 90,6% de las mismas se concedieron, por lo que a fines del año 2005 más de nueve mil uruguayos habían conseguido normalizar su situación. Esta cifra es bastante similar a la diferencia producida en el cálculo que habíamos hecho de extranjeros uruguayos irregulares del 2004 al 2005, donde se redujo en más de ocho mil personas.
En este caso, para calcular la irregularidad hemos hecho el cálculo considerando únicamente a los extranjeros con nacionalidad uruguaya, dejamos fuera a los extranjeros nacidos en Uruguay que poseen una nacionalidad distinta a la uruguaya. Sólo en el padrón publicado en enero de 2006 se proporcionaba información sobre la población extranjera según su país de nacimiento y su país de nacionalidad. Según estos datos, un 83,3% de los extranjeros uruguayos tenían nacionalidad uruguaya y un 16,3% poseía nacionalidad de otro país europeo.
La migración uruguaya a España no registra un mayor índice de masculinidad como lo posee la emigración uruguaya en general. Durante todo el periodo de tiempo analizado del 2001al 2006 y en las diversas fuentes consultadas existe un relativo equilibrio entre los sexos. En el año 2006 un 48,6% de los empadronados uruguayos en España eran mujeres y un 51,4% eran hombres. También hay cierto equilibro de sexos si consideramos a los uruguayos con nacionalidad española o extranjera. Existe aproximadamente la misma cantidad de hombres que tienen la nacionalidad española que mujeres.
Los destinos preferidos por los uruguayos en España sí han cambiado a lo largo de estos cinco años. Los datos del padrón municipal nos permiten observar que en el año 2006 las comunidades autónomas donde viven mayor cantidad de personas nacidas en Uruguay son: Cataluña (donde reside el 30% de los uruguayos), Comunidad Valenciana (14%), Galicia (13%), Canarias (11,5%), Baleares y Madrid (ambas con un 8%). En la Figura 2 podemos ver la densidad de la población nacida en Uruguay en cada Comunidad Autónoma española.
Sin embargo, en el 2001 la situación era bien distinta. Si bien Cataluña siempre registró el mayor porcentaje de uruguayos, Galicia estaba en el segundo lugar y Madrid en el tercero. Esto nos indica que ha habido un cambio en la distribución territorial de los migrantes uruguayos. En los últimos años han adquirido mayor atractivo las zonas costeras del mediterráneo así cómo las islas. Una explicación a esto puede estar relacionada con una mayor demanda de mano de obra en el sector servicios en estas comunidades debido a la industria turística. Pero además de este aspecto, en el trabajo de campo etnográfico que hemos realizado muchos de los argumentos de los migrantes sobre el por qué de la elección de esa ciudad del mediterráneo para vivir estaban relacionados con la similitud que encontraban con el país de origen. Muchos de los entrevistados argumentaban que cuando pensaron en emigrar a España buscaron las zonas más parecidas a su país, y por supuesto, la existencia de mar en esta elección fue fundamental.
El análisis de la composición de los migrantes uruguayos según la edad nos muestra que en el año 2006 un 20% de los migrantes nacidos en Uruguay empadronados en España posee entre 24 y 34 años y que un 13,9% posee entre 35 y 44 años. En la Figura 3 observamos la distribución de esta población según edad.
Un dato interesante es la distribución por sexo y edad de esta población. Como apreciamos en la Figura 4, en los menores de 24 años hay un cierto equilibrio entre sexos. Hay mayor porcentaje de hombres que de mujeres entre los 25 y los 44 años, mientras que luego en los mayores de 55 años predominan las mujeres.
Hasta aquí hemos analizado las características generales y el perfil de la migración uruguaya en España. Ahora pasaremos a analizar los ámbitos representativos y las estrategias desarrolladas para generar comunidad a través de las organizaciones y asociaciones formadas por uruguayos.
Antes de comenzar a describir las características del asociacionismo uruguayo en España es necesario destacar los cambios registrados tanto en el contexto de origen como de recepción que influyeron y condicionaron de diversa forma las prácticas y movilizaciones del movimiento asociativo. En primer lugar, y en lo referente al contexto de recepción, se destacan los cambios registrados en la política de inmigración así como la existencia del Tratado de 1870 a través del cual los uruguayos tendrían ciertos derechos jurídicos en España[12].
En lo que respecta al primer aspecto, en tan sólo tres años, del 2000 al 2003, se registraron tres cambios legislativos. La Ley Orgánica 4/2000 aprobada por el parlamento con la oposición del partido popular en el gobierno fue sustituida por la Ley Orgánica 8/2000 una vez que éste partido ganó las elecciones de ese año con mayoría absoluta. Tras las numerosas críticas provenientes de diversos ámbitos de la sociedad española en cuanto al recorte de derechos y a la inconstitucionalidad de algunas disposiciones de esta ley y ante la sentencia de ilegalidad del Tribunal Supremo de 13 apartados del reglamento de aplicación de la misma, en el 2003 y con el acuerdo del partido popular, el partido socialista y coalición canaria se aprueba la Ley Orgánica 14/2003 que entra en vigor en diciembre de ese año. Meses después, el partido popular pierde las elecciones nacionales y tras la victoria electoral, el partido socialista emprende nuevas medidas en materia de inmigración. En el año 2005 y amparándose en la disposición tercera del Real Decreto 2393/2004 el gobierno lleva a cabo un proceso de normalización, muy criticado por la oposición por unos motivos y por la sociedad civil por otros, con el objetivo de normalizar la situaciones de miles de inmigrantes extranjeros que se encontraban en situación de irregularidad en el país. Paralelamente a estos cambios normativos y en lo que respecta a los migrantes uruguayos específicamente, se comienzan a registrar sentencias favorables amparadas en el Tratado entre Uruguay y España de 1870, planteándose así la posibilidad de que a través del cumplimiento de este tratado se pudiese lograr la normalización de miles de uruguayos que no contaban con permiso de residencia o de trabajo.
En el contexto de origen también se producen cambios importantes. En primer lugar, hay que destacar la relevancia que comienza a adquirir el fenómeno migratorio debido a las dimensiones que adquiere el mismo a partir del año 2002. La emigración se convierte en un tema de debate público y los medios de comunicación se encargan de hacer visible una situación que afecta directa e indirectamente a gran parte de la sociedad uruguaya. Al mismo tiempo, comienzan a surgir una serie de asociaciones civiles con el principal objetivo de atender a las familias de los emigrantes, buscar la cooperación de los mismos en proyectos de desarrollo y en definitiva fomentar la vinculación con la diáspora. Pero quizás uno de los cambios más relevantes haya sido la victoria histórica del Frente Amplio-Encuentro Progresista en las elecciones del año 2004. El cambio de gobierno trajo consigo propuestas de cambio en las relaciones mantenidas por éste y sus representaciones diplomáticas con los emigrantes y la creación del Departamento 20[13] como ámbito a través del cual potenciar el vínculo y la relación con la diáspora.
Las asociaciones de uruguayos en España se han visto influidas por esta situación cambiante. Este contexto dinámico ha condicionado parte de su accionar. A medida que las nuevas asociaciones se iban consolidando debían enfrentarse y adaptarse a las nuevas condiciones del contexto transnacional en el cual estaban inmersas. Este proceso de transformación y cambio producido en relativamente poco tempo, si bien por un lado, aceleró ciertas dinámicas asociativas, por otro lado, generó conflictos y tensiones al interior de las propias asociaciones, tensiones relacionadas con el papel que debía cumplir el movimiento asociativo y cuáles debían ser sus prioridades. A pesar de ello, esta situación se convirtió en elemento dinamizador del movimiento asociativo y favoreció una mayor vinculación translocal y transnacional así como y al mismo tiempo su integración al tejido asociativo existente en sus diversas localidades.
Con el retorno de la democracia en Uruguay, y ante el regreso de miles de exiliados, la mayoría de las organizaciones y movilizaciones creadas durante el exilio fueron desapareciendo poco a poco. Sin embargo, no todas lo hicieron, algunas de las más antiguas como la Asociación de Amigos del Uruguay de Barcelona siguieron existiendo, aunque como destaca su actual presidente, después de 1985 “…fue una época muy baja, la casa permaneció abierta, casi a instancia de un compañero que le parecía que era un espacio que iba a volver a ser válido…no la dejó morirse” (Entrevista Barcelona A1). Con el inicio de un nuevo flujo de migrantes a fines de la década de los noventa, pero sobre todo después del año 2002, se vuelven a crear una gran cantidad de asociaciones dispersas por todo el territorio español. A julio del 2005 existían más de treinta habiendo en algunas ciudades hasta tres asociaciones diferentes.
La mayoría de las asociaciones formadas recientemente han surgido a partir de actividades lúdicas y recreativas y de encuentros propuestos a instancias de grupos de uruguayos. Convocatorias para asistir a partidos de fútbol, realizar asados o mateadas forman parte de los inicios de la mayoría de las nuevas asociaciones. Para muchos de sus miembros activos, el buscar a otros uruguayos fue una de las primeras actividades que realizaron al llegar a destino. Las motivaciones para ello se plantean en términos de necesidad de contacto con personas del mismo origen que “comprendiesen” y “compartiesen” ciertas prácticas y experiencias. Como nos comentaba uno de nuestros entrevistados “…lo que hice cuando llegué a España fue buscar siempre encontrar uruguayos, fue como una cosa natural…aunque sea para tomar un café y para hablar de fútbol, porque en definitiva te falta eso” (Entrevista Madrid A2). La ausencia de redes sociales en algunos casos, y en otros la necesidad de contactar con gente para realizar las actividades que solían realizar en su país, llevó a muchos uruguayos a buscar establecer contacto con personas de su mismo origen. Lo interesante del colectivo uruguayo, y a diferencia de lo que ocurre en otros colectivos de inmigrantes en España, es que ya en los primeros encuentros informales se comenzaba a plantear la posibilidad de conformar una asociación y darle a esos encuentros y actividades un carácter formal. Así, tras algunas semanas o meses de encuentros se realizaban convocatorias para la creación de asociaciones formales de uruguayos. La idea de crear una asociación estaba presente en la cabeza de algunos de los líderes asociativos aún antes de promover los primeros encuentros lúdicos, culturales y deportivos. Las asambleas inaugurales de las asociaciones se realizaban por el general en locales proporcionados por organizaciones civiles, en centros comunales, salas de reuniones de sindicatos, parroquias o salones de actos de instituciones vinculadas a algunos de los miembros.
El perfil de los integrantes de estas asociaciones es variado. Existen algunas diferencias entre los miembros activos de la asociación, los que participan en las comisiones y en las movilizaciones, y aquellos miembros que participan fundamentalmente en las actividades lúdicas, recreativas y culturales. La mayoría de éstos últimos son hombres y mujeres migrantes recientes, mayores de 35 años, que han migrado junto a toda su familia o que tras unos meses de haber migrado alguno de los miembros de la misma, se produce la reagrupación familiar. En las diferentes actividades participan junto a toda la familia. Algunas asociaciones están integradas también por jóvenes entre 25 y 35 años pero esto menos frecuente. Poseen escasas o nulas experiencias asociativas previas y la motivación para participar en la asociación está sobre todo relacionada con tres aspectos: la posibilidad de establecer redes sociales y de contención emocional en el nuevo contexto, la posibilidad de mantener ciertas prácticas colectivas vivas y transmitir las costumbres y tradiciones del país a sus hijos, la posibilidad de acceder a una serie de recursos como contactos laborales, ayuda en la búsqueda de vivienda, información sobre las leyes migratorias y los procesos de regularización etc. Las características de los miembros más activos y de los líderes asociativos son un poco diferentes. Son tanto migrantes recientes, como exiliados que hace mucho tiempo no participaban de ámbitos asociativos vinculados a su pertenencia nacional, pero que con la llegada de la nueva migración encuentran la posibilidad de volver a participar activamente. La mayoría cuentan con nacionalidad española o con permiso de trabajo. La media de edad es un poco mayor en relación al total de miembros, la mayoría tiene más de 45 años. Casi la mayoría son hombres, aunque hay algunas excepciones, como Urucosta, cuya comisión directiva ha estado formada casi exclusivamente por mujeres. La mayoría de los líderes asociativos cuentan con experiencia de participación social, política o sindical previa habiendo formado parte en Uruguay de sindicatos, comités de base de partidos políticos o asociaciones civiles.
Los objetivos de la mayoría de las asociaciones están relacionados con mantener el vínculo de los uruguayos entre sí y con el Uruguay e incentivar la integración en la sociedad española y el relacionamiento con cada una de las localidades donde las asociaciones estan radicadas. Entre los objetivos definidos en los estatutos encontramos: relacionar a los uruguayos entre sí, preservar la identidad uruguaya, brindar asesoramiento en temas de residencia y trabajo, participar en actividades solidarias y culturales organizadas por la comunidad local, desarrollar actividades de cooperación y vinculación con Uruguay, darlo a conocer y contribuir a la integración de los uruguayos en la sociedad española.
Las principales actividades desarrolladas por las asociaciones de uruguayos en España son las siguientes:
- Actividades de carácter festivo, lúdico y cultural con el fin principal de preservar la identidad uruguaya y promover redes sociales
- Acciones y movilizaciones con el fin de mejorar la situación de los migrantes uruguayos en España y defender los derechos de ciudadanía en el país de origen
- Actividades de cooperación con diversas organizaciones del país de origen y asesoramiento y ayuda a los migrantes uruguayos en España que se encuentran en situación de vulnerabilidad
La diversidad de actividades y movilizaciones llevadas a cabo por las asociaciones hacen difícil definir un ámbito exclusivo de acción, ya sea social, cultural o político, o un sólo nivel local-translocal-transnacional. Las acciones desarrolladas desafían los intentos restrictivos de categorización y nos presentan un fenómeno multifacético y relacional que no puede ser compartimentado o acotado a partir de una única dimensión o escala. Esto es así, tanto si analizamos cada asociación individualmente como si analizamos las redes y los espacios de organización por ellas creados. Es verdad que hay ciertas asociaciones que poseen mayor vínculos entre sí que otras, que algunas tienen una mayor penetración y vinculación local y que otras desarrollan mayor número de actividades de cooperación y vinculación transnacional. Pero si analizamos sus prácticas y sus discursos observamos que todos y cada uno de los ámbitos y niveles de acción están frecuentemente presentes tanto en prácticas concretas como en los imaginarios construidos en torno a éstas.
En este artículo presentamos un análisis descriptivo de la migración uruguaya deteniéndonos especialmente en la migración uruguaya en España. Analizamos las principales características de los dos flujos más importantes de emigración que se han producido en Uruguay en los últimos cuarenta años. Reflexionamos sobre las causas económicas y políticas que determinaron el contexto específico en el que estos flujos se produjeron y analizamos las características del exilio y de la migración uruguaya reciente en España así como el desarrollo de órganos de representación y de asociaciones que vincularon a los exiliados y a los migrantes en función de su pertenencia nacional.
Lo expuesto aquí nos permite afirmar que, si bien existen problemáticas de larga duración y si bien es cierto que la emigración se ha convertido en un problema estructural en la sociedad uruguaya y una respuesta ante las diversas crisis vividas por el país, la emigración de la década de los setenta presenta características diferentes a la emigración reciente.
Si analizamos la migración uruguaya en España en ambos períodos observamos cómo la diferencia entre ambos flujos ha estado influida no sólo por el contexto de origen sino también por el de recepción. En primer lugar, la migración reciente no se concentra sólo en Barcelona y Madrid como en la época del exilio, sino que se distribuye en una gran diversidad de ciudades, y sobre todo en los últimos años, se concentra en ciudades del mediterráneo o en las islas. La migración reciente parece tener una edad media mayor que la de los setenta y en cuanto a la relación entre sexos parece existir un mayor equilibrio entre ambos. Mientras los estudios realizados sobre el exilio uruguayo en España sugieren que para el colectivo de migrantes uruguayos de aquella época no le fue relativamente difícil lograr la residencia, sobre todo hasta el año 1978 (Coraza, 2007), las estimaciones que presentamos en este artículo indican que gran parte de los uruguayos extranjeros que migraron recientemente se ha incorporado como “irregulares”.
Una de las características que comparten ambas fases migratorias es el desarrollo del movimiento asociativo con el que vinieron acompañadas. Tanto en la década de los setenta como a partir del año 2003 surgen una serie de asociaciones destinadas a agrupar a los migrantes uruguayos en función de su nacionalidad. Si bien en los setenta, el contexto de represión militar y el hecho de que Uruguay estaba bajo una dictadura, generó que muchas de estas asociaciones se convirtiesen en ámbitos de denuncia y reivindicación de derechos, también existían asociaciones centradas fundamentalmente en la promoción cultural y en actividades culturales y sociales como existen actualmente. En ambos períodos las asociaciones han ejercido un importante papel como medio de integración de los migrantes recién llegados, asesorándoles sobre vivienda, trabajo y sobre todo en los últimos años sobre legislación y sobre cómo poder regularizar su situación administrativa. Los líderes de las asociaciones tanto en la década de los setenta como actualmente son personas con experiencia sindical, política o de participación social, para quienes al migrar, esa actividad de militancia que ejercían en su país de origen, pasa ahora a estar relacionada con la participación y movilización asociativa.
Para finalizar, un aspecto que consideramos importante destacar es que, si bien muchos exiliados retornaron con la restauración democrática, muchos de los que no lo hicieron, después de años de no participar en ninguna actividad asociativa relacionada con Uruguay y ante la crisis vivida en el país causante de la llegada de una gran cantidad de compatriotas, se vieron motivados a volver a participar activamente en el tejido asociativo, reactivando a las antiguas asociaciones, formando o integrando otras nuevas contribuyendo así al resurgimiento y consolidación del movimiento asociativo.
Hasta aquí hemos querido presentar un análisis descriptivo de migración uruguaya y de los uruguayos en España. Sin duda quedan muchos aspectos por analizar con mayor profundidad. Sobre todo es necesario realizar mayor cantidad de investigaciones que tanto cuantitativa como cualitativamente nos ayuden a conocer a este colectivo y fundamentalmente nos permitan conocer los vínculos que mantienen con su país de origen a medida que se integran en la sociedad española.
[1] Algunos de los estudios más interesantes que han incorporado esta perspectiva son Gregorio, 1998, Suárez, 1996; Giménez, 1996; Escrivá, 2001; Aparicio y Tornos, 2005 entre otros.
[2] Ver Aguiar 1982; Wonsewer y Teja, 1985; Carrón Juan, 1980; Aguirre, 1976; Filgueira, 1974; Petruccelli y Fortuna, 1976; Fortuna y Niedworok, 1987; Fortuna, Niedworok y Pellegrino, 1989; Portillo, 1989; entre otros
[3] Pellegirno y Vigorito, 2004; Diconca y De Souza, 2001; Coraza 2001; Romano, 2003; Moraes, 2004; Boggio, 2005; Pellegirno y Vigorito, 2005; Cabella y Pellegrino, 2005; Schinca, 2005, Debellis, 2005; Taks, 2006; Speranza, 2006; Macadar y Pellegrino, 2007, Diconca y Campodónico, 2007. entre otros.
[4] Cada una de estas fuentes tienen ventajas y desventajas. El Censo es considerado como la fuente de mayor riqueza de información pero su principal inconveniente es el período de tiempo tan amplio en que se efectúa. Los datos del Padrón puede suponer duplicidades. El registro de residentes extranjeros tiene el principal inconveniente de que al mostrar únicamente los datos de permisos de residencia en vigor, hay una parte significativa de los extranjeros de los que no se tiene ninguna información por encontrarse en trámite de regularización. (García Castaño, 2003)
[5] Levitt y Glick Schciller presentan un profundo estado de la cuestión sobre las investigaciones realizadas al respecto (Levitt y Glick Schiller, 2004).
[6] Argentina hasta hace pocos años ha sido el principal destino de la emigración uruguaya. La tasa de crecimiento de los uruguayos en Argentina a principio de siglo XX era un 25% mayor que la tasa de crecimiento de la propia población en Uruguay.
[7] Graffiti escrito en una de las paredes cercanas al aeropuerto de Montevideo
[8] Esto no quiere decir que cuando el proyecto emigratorio se hace efectivo no se produzcan conflictos en las representaciones del uruguayo que se queda en el país frente al que se ha ido, como han señalado Diconca y de Souza (Diconca y de Souza, 2002)
[9] La nacionalidad española puede ser originaria para: a) los nacidos de padre o madre española b) los nacidos en España cuando sean hijos de padres extranjeros si, al menos uno de los padres, ha nacido en España (se exceptúan los hijos de diplomáticos) c) los nacidos en España de padres extranjeros, si ambos carecen de nacionalidad (apátridas), o si la legislación de ninguno de ellos atribuye al hijo una nacionalidad d) los niños nacidos en España de los que se desconoce la identidad de los padres. Se presume como nacidos en España los menores cuyo primer lugar de estancia conocido sea España.
[10] La nacionalidad española puede ser adquirida por residencia. Para adquirir la nacionalidad por residencia se exige al menos diez años de residencia legal y continuada en España. El tiempo de residencia se reduce en algunos casos: a los que han obtenido la condición de refugiado se reduce a cinco años, se reduce a dos años para los nacionales de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o países sefardíes, y se reduce a un año en los casos siguientes entre los que se encuentran: quienes haya nacido en territorio español, El que haya estado sujeto legalmente a la tutela (bajo la vigilancia de un tutor), guarda o acogimiento de un ciudadano o institución españoles durante dos años consecutivos, el que, en el momento de la solicitud, lleve un año casado con un español o española y no esté separado legalmente o de hecho, el viudo o viuda de española o español, si en el momento de la muerte del cónyuge no estaban separados, de hecho o judicialmente .
[11] Estos datos pueden ser considerados sólo una aproximación, ya que entre otros aspectos puede ocurrir que haya muchos más inmigrantes que no estén empadronados y que no posean tampoco permiso de residencia o lo tengan en trámite. También puede haber otros que teniendo permiso de residencia no estén empadronados.
[12] Este Tratado de Paz, Reconocimiento y Amistad entre Uruguay y España firmado en el año 1870 establece la igualdad de trato de los nacionales en ambos Estados mediante la Cláusula de Nación más Favorecida. Si bien actualmente este Tratado no es admitido como válido por el gobierno español, su vigencia ha sido reconocida por varias sentencias de tribunales españoles.
[13] El Departamento 20: Patria Peregrina es una iniciativa del actual gobierno del país con el objetivo de crear mecanismos de vinculación con la diáspora.
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Moraes Mena, 2008.
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