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¿CALLES PELIGROSAS? MORFOLOGÍAS DEL DELITO[1]
Quim Bonastra
Departamento de Geografía y Sociología. Universidad de Lérida
quim.bonastra@geosoc.udl.cat
¿Calles peligrosas? Morfologías del delito (Resumen)
Si hasta hace bien poco se había considerado que fenómenos como la delincuencia no eran más que disfunciones del sistema, en el mundo en el que vivimos este fenómeno se ha convertido en inherente a su manera de funcionar. Influyen en esta dinámica factores como la polarización creciente de las economías desarrolladas o las ingentes masas de desplazados, ya sea por razones económicas o políticas, de países en vías de desarrollo que, en los países ricos, caen las más de las veces en la precariedad. En el texto que sigue se verá como se engarzan todas estas piezas en una ciudad intermedia y se analizará la fluctuación de los robos con violencia o intimidación, así como los lugares típicos en los que éstos se cometen.
Palabras clave: Delito, morfología urbana, robo con violencia o intimidación, ciudades intermedias, Lérida
Dangerous streets? Morphologies of crime (Abstract)
Until very recently, phenomena like delinquency were only considered dysfunctions of the system. However, nowadays this phenomenon has become inherent to its way of functioning. This dynamic is influenced by factors such as the increasing polarization of developed economies or the enormous masses of displaced people, due to either economic or political reasons, from developing countries who, in rich countries, often fall in situations of precariousness. In the following text we will see how all these pieces are interrelated in an intermediate city, and we will analyse the fluctuation of violent or intimidating thefts, as well as the most common places where these are committed.
Keywords: Crime, urban morphology, violent or intimidating thefts, intermediate cities, Lérida
Hasta hace bien poco se había considerado que fenómenos como la delincuencia no eran más que disfunciones del sistema, pero en el mundo en el que vivimos este fenómeno se ha convertido en inherente a su manera de funcionar. En las líneas que siguen vamos a intentar de ejemplificar esta dinámica en un estudio en el que tomaremos como ámbito de referencia la ciudad de Lérida, una ciudad intermedia[2] catalana, y nos centraremos en las denuncias de robo con violencia o intimidación durante el año 2007. La elección de estos dos ejes no se ha hecho al azar, puesto que esta reflexión se enmarca en un proyecto más amplio en el que se cruzan las variables del paisaje urbano, centrado en la ciudad de Lérida, la delincuencia y la percepción de seguridad. Para este artículo hemos elegido este tipo de delito porque, debido a sus características, es un indicador bastante fiable de cómo ciertas propiedades del espacio construido pueden influir o ayudar en su comisión o, en otro orden de cosas, crear un clima de sensación de inseguridad.
En este cambio de paradigma en lo que se refiere al fenómeno del delito influyen muchos factores el esclarecimiento de los cuales nos apartaría del cometido de este artículo. Nos detendremos, sin embargo, en dos elementos que creemos que son de la máxima importancia para el caso que nos ocupa.
El primero de ellos es la polarización que hace años están sufriendo las economías desarrolladas y que autores como Castells[3] o Beck[4] han analizado en varias de sus obras. En un artículo más o menos reciente, Lahosa[5], ya puso en evidencia que las predicciones de la teoría económica que relacionaban el incremento del paro con el crecimiento de la delincuencia en algunos países desarrollados[6] se tenían que empezar a poner en entredicho, puesto que las cifras que manejaba indicaban un paulatino aumento de los delitos a pesar del retroceso de las tasas de paro. De este modo, una respuesta complementaria a este fenómeno debe buscarse en la precarización del trabajo que, en las economías avanzadas, es una tendencia totalmente asentada. De hecho, tal como indica Castells[7], no se ha producido una disminución del número de empleos sino una polarización en el conjunto de la estructura ocupacional, en el que crecen de manera simultánea los niveles más alto y más bajo, con la consecuente transposición de todo ello en la distribución social de la población. En este sentido, no es extraño que se produzca lo que Beck llama la brasileñización[8] de occidente, modelo en el que impera un empleo desregularizado y flexibilizado y, consecuentemente, precario. Obviamente, las relaciones que todo esto tiene con delincuencia son muchas, esta polarización empuja a una gran masa de trabajadores hacia la economía sumergida o, en el mejor de los casos, hacia empleos de baja capacitación en el sector de los servicios, en el que abunda la contratación temporal y a tiempo parcial. Con ello no estamos afirmando que este contingente caiga necesariamente en una vida delictiva sino que, en algunas ocasiones, este tipo de actividades podrían desempeñarse circunstancialmente, alternadas con periodos de actividad laboral[9].
El segundo elemento a tener en cuenta son las profundas transformaciones tanto económicas como políticas que se producen a escala global y que tienen como resultado el desplazamiento casi obligado de importantes masas de población de unos países a otros. Cada año miles de ciudadanos de los lugares con conflictos, o de aquellos con graves problemas económicos, van a buscar una vida mejor a los países con economías desarrolladas. Para no extendernos en un asunto tan complicado, y que merece un estudio aparte, vamos a mostrar tres mapas que, relacionados, presentan un fresco bastante claro de la situación a la que hemos hecho referencia.
Figura 1a. Índice de desarrollo humano (2005)
Fuente: Le monde diplomatique. [http://www.monde-diplomatique.fr/cartes/idh2005]
Figura 1b. Principales conflictos de la década de los 90
Fuente: Le monde diplomatique. [http://www.monde-diplomatique.fr/cartes/conflitsmdv49]
Figura 1c. Migraciones económicas en la década de los 90
Fuente: Le monde diplomatique. [http://www.monde-diplomatique.fr/cartes/migrationseco1990]
Si cotejamos los países en los que el índice de desarrollo humano es más bajo (figura 1a), los principales lugares de conflicto (figura 1b) y de origen de las corrientes migratorias por causa económica (figura 1c), nos damos cuenta de que se producen muchas coincidencias. En estrecha relación con todo ello, las principales áreas de acogida de inmigrantes (figura 1c) coinciden ampliamente con los países que presentan un mayor índice de desarrollo humano.
Simplificando mucho, podemos decir que, si a la polarización en los países desarrollados, que mantiene a amplias capas de la población en la precariedad e incluso en la exclusión, sumamos una afluencia importante de personas, muchas de las cuales van a encontrar trabajo a duras penas, una de las consecuencias previsibles es el engrosamiento de la economía informal y la posible entrada en la marginalidad de amplios sectores de la sociedad. Sin ánimo de criminalizar a ningún sector del conjunto social, uno de los corolarios de todo este proceso puede ser un aumento de los comportamientos delictivos, aunque sea de manera circunstancial, de algunos de estos individuos.
Los delitos de robo con violencia o intimidación en la ciudad de Lérida
La cifra oficial de delitos, que se toma de las denuncias realizadas a los cuerpos policiales, es uno de los instrumentos que sirven para aproximarnos al fenómeno delincuencial. De todos modos, somos conscientes de que se trata de una herramienta que produce una información un tanto sesgada, ya que no todos los hechos son declarados y no todos los que se declaran son ciertos[10]. A pesar de ello, la distribución espacial de los datos prestados por la policía de Cataluña va a servir de indicador de los principales lugares de la ciudad en los que se cometen los robos con violencia o intimidación.
En un artículo reciente, Fraile[11] explica cómo el hombre interacciona con el espacio en el que desarrolla su cotidianeidad y cómo ambos factores de la función hombre/espacio se dotan de significado recíprocamente. Puesto que abordar un tema con tantos matices a escala de toda una ciudad representaría, en un texto de estas características, caer inevitablemente en la simplificación, nos limitaremos al análisis su centro histórico, uno de los barrios de Lérida que en las últimas décadas se ha asociado con todo tipo de delitos, así, la lente de aumento nos permitirá un estudio más rico del problema. Veamos, para entrar en materia, el mapa de las denuncias de robo con violencia o intimidación durante el 2007 en Lérida (figura 2):
Figura 2. Denuncias de robo con violencia o intimidación en Lérida (2007)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Policía de Cataluña (Mossos d’Esquadra)
A esta escala nos damos cuenta de que este tipo de hecho, aunque se halle repartido de manera bastante uniforme a lo largo de toda la ciudad, tiene una cierta querencia por sus áreas más centrales y, en especial, por el centro histórico, cosa que, a nuestro entender, justifica su elección como objeto de estudio. Una imagen ampliada de la zona (figura 3) nos dará una visión más realista del fenómeno[12]. El plano muestra la delimitación del área de estudio, el centro histórico tomado en sentido amplio. Como se puede observar hemos marcado el área de en tres colores diferentes que corresponden a tres zonas que tienen características tanto morfológicas como funcionales totalmente diferentes. En primer lugar (marcado en rojo) el interior del centro histórico, la zona más degradada del conjunto, en segundo lugar (en naranja) el eje comercial, y, finalmente (en verde) el área de la estación de ferrocarriles.
Figura 3. Denuncias de robos con violencia o intimidación en Lérida (2007), delimitación del área de estudio
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Policía de Cataluña (Mossos d’Esquadra)
De todos modos, conviene recordar que estas áreas, aunque merecen un estudio individual y pormenorizado, forman un conjunto homogéneo y están intrínsecamente relacionadas entre sí y con el resto de la ciudad y su área de influencia. A continuación nos centraremos en la escala más grande para ir disminuyéndola a medida que lo requiera la explicación.
Evoluciones recientes de la ciudad de Lérida
En las últimas décadas, y en estrecha relación con el auge del modelo residencial suburbano[13], la ciudad de Lérida ha experimentado un proceso de desconcentración urbana que se define por un decrecimiento de la población del municipio central, sobre todo de sus distritos más céntricos, y un paulatino y sostenido crecimiento de su región metropolitana[14], tanto en lo que se refiere a su población como a su extensión territorial. Unos simples indicadores servirán para ilustrarlo. En primer lugar, si comparamos el porcentaje de incremento de población de Lérida con el de las dos poblaciones de su primera corona metropolitana que más fuertemente se han beneficiado de la desconcentración de la ciudad en los últimos años[15] (figura 4a), nos damos cuenta de que, el crecimiento relativo de éstas, se ha situado muy por encima del de la capital. En segundo lugar, si en los mismos municipios nos fijamos en el porcentaje de la población inmigrante en los últimos años según su procedencia (figura 4b), vemos cómo se hace patente que en Aplicat y Torrefarrera casi el 80% de la población inmigrante provenía de la misma provincia, mientras que Lérida se mantiene como principal polo de atracción de inmigrantes que llegan de más lejos. Finalmente, del censo de población leridana por nacionalidades (figura 4c) se desprende un claro aumento de los nacidos fuera de España, sobre todo africanos y sudamericanos, y que los nacidos en España se encuentran en franca retirada.
Figura 4a. Porcentaje del incremento de población en Alpicat, Torrefarrera y Lérida (1998-2006)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Institut d’Estadística de Catalunya (IDESCAT)
Figura 4b. Población inmigrante según procedencia en Alpicat, Torrefarrera y Lérida (1997-2001)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
Figura 4c. Población de Lérida según nacionalidad (2000-2007)
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Institut d’Estadística de Catalunya (IDESCAT)
Evidentemente, no estamos sugiriendo que, sin más preámbulos, se puedan relacionar estos datos con la delincuencia en la ciudad de Lérida. De todos modos, estos datos que hemos presentado son indicadores de procesos que, dependiendo de cómo evolucionen en el futuro, pueden convertirse en un verdadero problema. Nos referimos a un escenario hipotético, y creemos que de momento bastante improbable, en el cual la ciudad central funcionaría como centro administrativo, se encontraría totalmente terciarizada y en la que solamente quedarían como habitantes aquellos que no tuviesen la capacidad económica para vivir en las zonas residenciales suburbanas. Sabemos que, en estos momentos, estas hipótesis son un tanto exageradas pero, a otra escala, esto ha sucedido en los barrios que nos ocupan con respecto al resto de la ciudad. En cualquier caso, podemos afirmar que, cada vez más, nos encontramos con indicios que demuestran que, en cierto modo, esta tendencia existe.
El delito en el centro histórico de la Lérida, una realidad multiforme
Hace pocos años Bellet y Vilagrasa[16] ya afirmaban que el centro histórico de Lérida había entrado en un proceso de obsolescencia física y de desestructuración social que lo había convertido en un área de concentración de la pobreza urbana[17]. Se puede resumir la situación en los siguientes términos: se trata de un área de la ciudad con un parque inmobiliario en bastante mal estado y con un equipamiento deficiente y cuenta, además, con un alto porcentaje de edificios desocupados. En estrecha relación con todo ello la zona ha ido perdiendo población. Se puede decir que, en términos generales, el centro histórico ha ido perdiendo habitantes, aunque una de sus secciones de distrito ha seguido una tendencia alcista a causa de las migraciones internacionales. Lógicamente, esto se refleja en la composición de la población del barrio. Una cifra a modo de ejemplo, en 2001un 46% de la población del barrio había nacido fuera de la ciudad. A grandes trazos, el barrio presenta una población autóctona envejecida y con bajos niveles de renta[18] y un extenso contingente de habitante inmigrados, mayoritariamente de África.
Estos datos, por si solos, no indican necesariamente que en este barrio se tengan que producir más delitos que en otros. De todos modos, como explicaba Fraile[19], el espacio construido y sus usuarios se alimentan mutuamente y se cargan de significado. Y es en este punto en el que entra en juego la sensación de seguridad de los ciudadanos, que no tiene por qué tener relación con la criminalidad concreta de cierto lugar, sino más bien con las vivencias y el imaginario de la sociedad. Es bien conocido que algunos lugares, por sus características morfológicas o de ornato, por el uso que tienen o por la gente que los suele ocupar, pueden ofrecer, para parte del resto de la ciudadanía, una imagen de lugar peligroso. Hace poco, en un artículo sobre los paisajes del miedo, Lindón[20] presentaba una taxonomía de lugares relacionados con el miedo y el crimen en uno de los suburbios del Distrito Federal mexicano. Algunos de los elementos que describe, como la oscuridad, la apertura o la estrechez espacial o los espacios vacíos, sirven, evidentemente para el caso de Lérida y para otros muchos. Lo que es interesante de la reflexión de Lindón es que los define como paisajes invisibles del miedo, en el sentido que solamente adquieren significado para el sujeto que de este modo los percibe, así, estos factores que pueden producir miedo, que transpuesto al caso que nos ocupa se podría definir como sensación de inseguridad, se convierten en cómplices del posible otro-agresor[21].
En este mismo sentido, de las entrevistas realizadas a personajes involucrados en el mundo asociativo de la ciudad, se desprende que la sensación de seguridad tiene mucha más relación con acciones que pueden suponen o pueden suponer un conflicto por el uso del espacio que con aquellas que representan una contravención del código penal. Como veremos en detalle más adelante, la presencia de grupos de inmigrantes en la calle, que no es ningún delito, influye, en este sentido, mucho más que otros factores que suelen quedar más escondidos y que pueden representar una infracción del código penal.
Pero volvamos al centro del tema que nos ocupa. Como hemos dicho, hemos dividido nuestro ámbito de estudio, en centro histórico de Lérida en tres zonas: el interior del centro histórico, el eje comercial, y la estación de ferrocarriles. En las líneas que siguen vamos a realizar un análisis de estas tres áreas en relación con las denuncias de robo con violencia o intimidación.
El interior del centro histórico
En este panorama de degradación urbana y de desestructuración social que presentábamos en el apartado anterior, el interior del centro histórico (zona marcada en rojo en la figura 3) es la que se lleva la peor parte, de hecho, es la que realmente se encuentra en un franco estado de retroceso. A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por el ayuntamiento en los últimos quince años, el área presenta un aspecto, en muchos casos, desolador. Su estructura de callejuelas estrechas y empinadas, junto a las operaciones de esponjamiento, con el proyecto de sustitución del parque inmobiliario que está costando más tiempo de lo que sería deseable, contribuyen a crear esta imagen. En este sentido nos encontramos con algunos de los factores que configuran los paisajes del miedo[22]: la oscuridad de ciertas calles mal iluminadas, la estrechez espacial de la mayor parte del viario, los espacios vacíos que conforman la multitud de solares baldíos desde hace años y que ocasionalmente se ocupan para dormir u otras acciones como el tráfico o el consumo de drogas, etc.
Aparte de los mencionados, un buen indicador de la marcha del barrio es su oferta comercial. Ésta se ha visto muy depauperada en las últimas décadas. En estos momentos, dejando aparte la actividad hostelera (básicamente bares, pubs y restaurantes), el tipo de negocio que impera es el pequeño establecimiento alimenticio de uso diario[23] (figura 5), que se mezcla con otros tipos de negocio, en las calles más periféricas del barrio. Esta falta de oferta comercial resta poder de atracción para los ciudadanos que no habitan en el barrio y hace que, a causa de su imagen, haya perdido importancia como lugar de tránsito para los vecinos del resto de la ciudad. En lo que se refiere a los locales de hostelería, conviene recordar la casi total desaparición de la antigua zona denominada de los vinos (que ocupaba ciertos tramos de las calles Sant Martí, Jaume I, la Panera y Sant Carles), una zona de ocio juvenil, con multitud de bares muchos de los cuales fueron cerrando a causa de la presión de la asociación de vecinos de la zona en connivencia con el ayuntamiento.
Figura 5. Distribución de la oferta comercial de Lérida por sectores (2005) (detalle de la zona central)
Fuente: Atles comercial de Lleida (imagen cedida por los autores)
En cuanto a las denuncias de robo con violencia o intimidación interpuestas en esta zona, presentan un patrón de localización bastante claro: encontramos una cierta querencia por los dos ejes más importantes que lo cruzan de norte a sur (calles Cavallers y La Palma) y por la esquina de las calles Sant Carles, la Panera y la plaza apodada del Dipòsit. El resto se han detectado en callejuelas estrechas del viario. El segundo de los lugares es un típico lugar de conflicto por el uso del espacio. Es el punto de confluencia entre la antigua zona de los vinos y el pequeño tramo de escaleras que enlazan con la calle Sant Martí. Recientemente se han abierto diversos locales regentados por subsaharianos y es un punto de reunión de habitantes de los países del África negra, por otra parte, la plaza del Dipòsit, es una zona habitada tradicionalmente por gitanos y la zona colindante de la calle Sant Martí, está sufriendo últimamente un proceso de gentrificación, con la sustitución del antiguo parque inmobiliario por edificios de apartamentos de nueva edificación. Se trata, además, de un punto en el que es corriente que se produzcan peleas ya que se consume alcohol y se hacen apuestas.
Si comparamos los robos cometidos en horario diurno y en horario nocturno[24] (figuras 6a y 6b), vemos que los puntos más importantes siguen siendo los mismos, por lo que, en este caso no podemos decir que la variable horaria influya mucho.
Figura 6a. Denuncias de robo con violencia o intimidación en Lérida en horario diurno (2007)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Policía de Cataluña (Mossos d’Esquadra)
Figura 6b. Denuncias de robo con violencia o intimidación en Lérida en horario nocturno (2007)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Policía de Cataluña (Mossos d’Esquadra)
En definitiva, la obsolescencia física del barrio, su desestructuración social, un larvado principio de guetización y la casi monofunción residencial del vecindario, han hecho de él un área que se percibe como peligroso, aunque si atendemos a la cifra total de denuncias, ésta es igual o menor que en otros barrios de la ciudad. Esto se evidencia al escuchar el discurso de los representantes vecinales, que encuentran que la presencia de grupos de inmigrantes en la calle, que como sabemos no es ningún delito, ha resultado negativa para el comercio de la zona y ha obligado a muchos negociantes del barrio a trasladarse a otras puntos de la ciudad al ver decrecer sus beneficios. Por otro lado, la estrategia del ayuntamiento de ubicar en esta área ciertos equipamientos culturales, como los museos de arte y de historia, la casa de los artistas, etc., no parece haber dado los resultados deseados, puesto que no se trata de establecimientos de uso intensivo por la mayor parte de la ciudadanía y el grueso de los habitantes del barrio no los siente como suyos.
El eje comercial
En el extremo contrario del interior del centro histórico, el eje comercial sufre una hipertrofia de establecimientos que se dedican a la venta al detalle. También encontramos la mayoría de oficinas administrativas y de de las distintas instancias de gobierno y una gran variedad de despachos de profesionales liberales. Como ya han indicado diversos estudios[25], el área ha perdido paulatinamente su función residencial y está dedicada a la de servicios. Como podemos imaginar, todo ello implica una temporalidad del uso de este espacio público que coincide con los horarios de apertura de los comercios, las oficinas y los despachos que, obviamente, está en estrecha relación con el número de robos con violencia o intimidación que se denuncian.
Como ya ha indicado Fraile[26], algunos lugares que son percibidos colectivamente como seguros concentran, en ocasiones, altos porcentajes de acciones delictivas y otros que por sus características estructurales son percibidos como inseguros, son, en este sentido, una balsa de aceite. Este es el caso del eje comercial el cual, a pesar de presentar la mayor densidad de denuncias por robo con violencia o intimidación de toda la ciudad (figura 3), goza de una mejor imagen entre la ciudadanía que otros barrios mucho menos problemáticos (comparar, por ejemplo, con el interior del centro histórico). La paradoja estriba en que, a pesar de que el mayor número de robos denunciados ocurre durante el horario comercial, la zona se encuentra estigmatizada durante la noche cuando, a causa de la mínima función residencial y el cierre de los comercios, el área queda prácticamente desierta (figura 6a y 6b). Obviamente, en esta percepción negativa del lugar en las horas nocturnas influyen fuertemente los factores presentados anteriormente, la estrechez de las calles, la oscuridad y la falta de aquellas características urbanísticas y de población que contribuyeran a la vigilancia natural que definió Newman[27].
Dos de los puntos más problemáticos de la zona comparten la característica de zona de acceso al eje comercial, la estación de autobuses y la pasarela peatonal sobre el río Segre. La ciudad de Lérida, y especialmente la zona que estamos analizando, es un polo de atracción comercial que ejerce su influencia sobre un área bastante extensa que va desde los municipios de la franja aragonesa hasta los confines del llano leridano[28]. Así, la estación de autobuses, como nodo importante de las comunicaciones de la ciudad, es un lugar con mucho tránsito de personas donde no es difícil aprovechar un despiste y cometer robos por la técnica del tirón. Por otra parte, la pasarela que une el centro de Lérida con el vecino barrio de Cap Pont, donde el aparcamiento es más fácil que en el central, se ha constituido en el lugar con la una densidad más alta de denuncias por robo con violencia o intimidación a causa de la indefensión en que se puede encontrar la posible víctima de la agresión por la poca vigilancia que tiene y el hecho de tratarse de una pasarela bastante larga y sin posibilidad de huir.
En resumen, aunque se trate de un barrio tranquilo es el lugar donde se produce el mayor número de denuncias por robo con violencia o intimidación. Al ser de un lugar que durante el horario comercial suele estar bastante lleno de gente, la percepción que el común de la ciudadanía suele tener[29] es la de un lugar seguro, existiendo el estigma en el horario nocturno, que es cuando se produce el menor número de denuncias.
La estación de ferrocarriles
La última de las zonas de análisis de este estudio es la de la estación de ferrocarriles, que hemos preferido estudiar aparte a causa de sus características urbanísticas. Se trata, como ya hemos visto en la estación de autobuses, de uno de los nodos de comunicaciones de la ciudad, desde la escala estatal, para los viajes de largo recorrido, hasta la regional[30], relacionada con la utilización de la zona comercial, los servicios de la administración u otros como la universidad, etc. En cualquier caso, se puede considerar, entre otras cosas, como una de las puertas del eje comercial.
El desarrollo urbano que ha sufrido Lérida en los últimos años ha representado el crecimiento de algunas zonas en las que la edificación era escasa o inexistente, este hecho ha puesto en evidencia, a causa del río que atraviesa la ciudad, la necesidad de mejorar la comunicación de ambas orillas, puesto que la red actual se estaba quedando obsoleta. En este sentido, el puente la zona de la estación de ferrocarriles va a servir para conectar con las zonas de nueva y próxima urbanización del otro margen del río y aliviar el tráfico del área.
De todos modos, estos procesos urbanísticos, que suelen plantearse a tan largo plazo, traen consigo problemas que, mientras dura el proceso, son de difícil solución a no ser que se programen con el proyecto. El área que circunda la estación, se ha visto desprovista paulatinamente de su estructuración inicial, han desaparecido los comercios que se encontraban alojados en las inmediaciones (ver la figura 5) y se ha convertido en el típico lugar que, salvando las escalas, es demasiado grande y difícil de abarcar en el sentido que les daba Lindón[31]. De hecho se encuentra rodeada de solares, algunos de los cuales están dedicados al aparcamiento y otros que se encuentran baldíos.
Al contemplar los mapas de denuncias de robos con violencia o intimidación y aquellos en los que se muestran los cometidos en horario diurno y nocturno (figuras 2, 3, 6a y 6b), nos damos cuenta de que existe una especialización nocturna en las denuncias por este tipo de delito a causa de la separación estructural que, por el momento, tiene el área de la estación respecto al resto de la trama. Además, corremos el riesgo de que la nueva infraestructura viaria que se está construyendo, con la apertura de un nuevo vial de posible tráfico intensivo en ambas direcciones, actúe a modo de cortina que agrave esta situación.
Conclusiones
El delito es un fenómeno que cada vez se puede desligar menos de la realidad global y local en la que vivimos, de este modo, los procesos de polarización que están sufriendo las economías avanzadas o los conflictos y problemas de pobreza en otros países pueden ayudar a aumentar la sensación de inseguridad de una localidad concreta.
Por otra parte, hemos visto cómo las características urbanísticas, funcionales y sociodemográficas de algunos barrios de la ciudad pueden ayudar, por un lado, a la comisión de delitos, pero donde creemos que tienen un peso mucho más importante es en el influjo que tienen sobre la sensación de seguridad. Como se ha visto, la ciudadanía suele tener una visión muy subjetiva sobre qué lugares son seguros y cuales no lo son, los conflictos por el uso del espacio público, ya se trate por la presencia de inmigrantes, de jóvenes, etc. o por el mismo estado del espacio suelen influir mucho más que variables más objetivables como la tasa de delitos denunciados.
Sin embargo, y puesto que a pesar de que las tasas de denuncias se mantienen aún en un nivel relativamente bajo, es conveniente que se preste más atención a ciertas tendencias que ya se han explicado en el texto que pueden llevar a la ciudad, y a algunos de sus barrios, a una intensificación tanto de los delitos como de la sensación de inseguridad que se desprende de otras cosas como los conflictos. Estamos hablando de la tendencia que está dejando en el interior de la ciudad, y sobre todo en su centro histórico, a los segmentos de población con menos recursos económicos y mayores problemas sociales y está llevando a las clases medias y altas al engañoso paraíso de la suburbanización. Nos referimos, también, al mantenimiento de barrios que son casi monofuncionales y a los problemas que hemos visto que se derivan de ellos. Nos referimos, finalmente, a la gestión urbanística que, en su proyección de largo recorrido, no tiene en cuenta los efectos nefastos que se pueden desarrollar en cuestión de semanas o meses en una zona desatendida.
Con todo ello queremos expresar que tanto la disminución de las tasas de delincuencia como el aumento de la sensación de seguridad, que como ya hemos visto no tienen que ir necesariamente de la mano, pueden conseguirse, en la mayoría de los casos, con ciertas medidas muy simples y que no tienen que ver ni con la intensificación de la vigilancia policial ni con la tolerancia cero. Nos ocuparemos de ellas en próximas publicaciones
Notas
[2] Sobre el concepto de ciudades intermedias puede consultarse BELLET, C. y LLOP TORNÉ, J.M. Ciudades intermedias: entre territorios concretos y ciudades y espacios globales. Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, XXXVI (141-142), 2004, p 569–582.
[3] CASTELLS, M., La ciudad informacional. Tecnologías de la información, reestructuración económica y el proceso urbano-regional. Madrid: Alianza Editorial, 1995.
[4] BECK, U., Un nuevo mundo feliz. La precariedad del trabajo en la era de la globalización. Barcelona: Paidós, 2000.
[5] LAHOSA, J.M. Subempleo y precariedad laboral: nuevos factores sociales en el análisis de la delincuencia. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (35), 2002. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-35.htm>
[6] Utiliza las tasas armonizadas de paro y el número de delitos conocidos por la policía entre 1990 y 2000 en los siguientes países: Alemania, España, Francia, Inglaterra y Gales, Italia y E.U.A.
[7] CASTELLS, M., La ciudad informacional…, p. 264-266. Evidentemente, la transposición de estas afirmaciones al caso de España, aunque a grandes rasgos funcione, debe aplicarse con los matices que le son propios.
[8] BECK, U., Un nuevo mundo feliz…, p. 9 y ss.
[9] LAHOSA, J.M. Subempleo y precariedad laboral…
[10] En el momento de la redacción de este texto, el equipo que está llevando adelante la investigación en la que se éste se enmarca, está realizando el tratamiento de los datos resultantes de una encuesta de victimización a una muestra de 2500 personas sobre la población de Lleida. Esta encuesta, junto con una serie de 72 entrevistas en profundidad a personas ligadas al mundo asociativo de la ciudad y el vaciado de las noticias relacionadas con delitos de los dos periódicos de la ciudad, nos van a dar una perspectiva mucho más completa de un fenómeno tan resbaladizo como el que estamos tratando.
[11] FRAILE, P. La percepción de seguridad: entre el delito, el conflicto y la organización del espacio. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, vol. XI, núm. 245(62), 2007. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-24562.htm>
[12] Debemos tener en cuenta de que se trata de todos los robos con violencia o intimidación perpetrados a lo largo del año 2007, cosa que resta tremendismo a la representación.
[13] Ciertos aspectos de este fenómeno a diversas escalas (Lérida, Catalunya y España) pueden verse en GANAU, J. El canvi urbà a Catalunya.Anàlisi dels fluxos residencial i laborals a l'àrea de Lleida (1986-1996). Revista Catalana de Sociologia, 14, 2001, p. 57-75; GARCÍA, A. y SÁNCHEZ, D. La población rural en Cataluña: entre el declive y la revitalización. Cuadernos Geográficos, XXXVI, 1, 2005, p. 387-407; y MALLARACH, J. y VILAGRASA, J. Los procesos de desconcentración urbana en las ciudades medias españolas. Eria, 57, 2002, p. 57-70.
[14] Utilizamos el concepto de región metropolitana en el caso de Lleida a pesar de que existen ciertos problemas para aplicarlo.
[15] Se trata de las poblaciones de Alpicat y Torrefarrera, ambas situadas a menos de 10km de la capital. La primera fue la pionera del proceso de suburbanización en las tierras leridanas y la segunda es la que más fuertemente ha crecido en los últimos años.
[16] BELLET, C. y VILAGRASA, J. Diferenciació socioespacial de la ciutat de Lleida. Revista Catalana de Sociologia, 14, 2001, p. 13-42.
[17] Esta tendencia ya se había detectado y planteado unos años antes en VILAGRASA, J., BRU, J.; MARTÍ, J. y BARRUFET, A. Característiques socioeconòmiques i estructura física del centre històric de Lleida. Treballs de la Societat Catalana de Geografia, XI, 41, 1996, p. 323-378.
[18] Puesto que las familias con una cierta capacidad de renta se han trasladado progresivamente a otras zonas de la ciudad.
[19] FRAILE, P. La percepción de seguridad…
[20] LINDÓN, A. La construcción social de los paisajes del miedo. In NOGUÉ, J. La construcción social del paisaje. Madrid: Biblioteca Nueva, 2007, p. 217-240, p. 228-234.
[21] Sobre la alteridad en relación al conflicto y al delito en el espacio urbano un miembro de nuestro equipo ha presentado en este congreso el texto siguiente: RODRÍGUEZ, G. El miedo al otro y el uso del espacio: el discurso sobre el delito y el conflicto en la ciudad de Lérida.
[22] El trabajo clásico que acuña este concepto es TUAN, Y-F. Landscapes of fear. New York: Pantheon Books, 1979.
[23] Un estudio detallado de la oferta comercial en Lérida puede encontrarse en BELLET, C.; HERRERA, N.; MÒDOL, J.R.; CLAVEL, M. Atles comercial de Lleida. Lleida: Turisme de Lleida, Ajuntament de Lleida, 2005.
[24] Ante la dificultad de hacer casar las horas de sol y los horarios comerciales, consideramos horario diurno de las 8:00h a las 20:00h, en que la mayoría de establecimientos comerciales están abiertos.
[25] VILAGRASA, J., BRU, J.; MARTÍ, J. y BARRUFET, A. Característiques socioeconòmiques…, BELLET, C. y VILAGRASA, J. Diferenciació socioespacial…
[26] FRAILE, P. La percepción de seguridad…
[27] NEWMAN, O. Defensible space. Crime prevention through urban design. New York: The MacMillan Company, 1972
[28] Ver, por ejemplo, BELLET, C.; HERRERA, N.; MÒDOL, J.R.; CLAVEL, M. Atles comercial de Lleida…, p. 34-39.
[29] Todas estas afirmaciones sobre la percepción de los lugares más seguros o peligrosos de la ciudad se tendrá que matizar en el momento en que conozcamos definitivamente los datos de la encuesta de victimización a la que aludíamos en la nota 10.
[30] La reactivación de la estación de ferrocarriles responde, según el Área de Urbanismo y Medio Ambientede la ciudad, a una voluntad de ponerla en el centro del transporte público del entorno regional. Ver Pla especial de l'Estació. Lleida: Ajuntament de Lleida, Àrea d'Urbanisme i Medi Ambient, 2003, p. 2-3.
[31] LINDÓN, A. La construcción social…, p. 228-234.
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Referencia bibliográfica