REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. X, núm. 218 (42), 1 de agosto de 2006 |
CIUDAD,
SEGREGACIÓN Y CEMENTERIOS: ANÁLISIS DE LOS CAMBIOS
EN LOS
PATRONES HISTÓRICOS DE LOCALIZACIÓN (ARGENTINA)
Cristina Teresa Carballo
City, segregation
and cemeteries: analysis of the changes in the location historical patterns
(Argentine) (Abstract)
A partir de la difusión de las urbanizaciones cerradas, se instalan todo tipo de servicio complementario. Complejos tales como, los shoppings, hipermercados, complejos de cines y actividades recreativas, colegios, universidades y hospitales privados, hoteles de primera categoría, sedes de empresas y los cementerios parque privados. El objetivo de ellos es satisfacer los requerimientos de los habitantes de las urbanizaciones cerradas.
Entrando de lleno en el tema de los cementerios, es importante dilucidar como fueron evolucionando para poder comprender el fenómeno de los cementerios parques privados (cementerios-parques privados). Es conveniente, por lo tanto analizar cómo y en qué circunstancias aparecen los primeros enterratorios en la ciudad de Buenos Aires. En la época colonial la ‘Iglesia colonial’ no había desarrollado todavía un perfil institucional desvinculado de la sociedad misma, y su hegemonía en el campo religioso era indiscutible. Tempranamente la reforma de Rivadavia permitirá un cambio histórico entre la relación Estado e Iglesia. “Más allá de las atendibles argumentaciones de carácter sanitario que se esgrimieron entonces, prohibir o limitar al máximo los entierros en las iglesias creando cementerios fuera de ellas permitía simbólicamente separar el ámbito de lo religioso” (Di Stéfano, 2004: 200) No obstante, no debemos olvidar las medidas borbónicas que a fines del siglo XVIII intentaban limitar los entierros al interior de los templos, por razones sanitarias. Lo cierto es que la promulgación de leyes a favor de la tolerancia o libertad de cultos es parte de un camino de ruptura del poder religioso. “Esquemáticamente el recorrido atraviesa varias etapas: de la total intolerancia se pasa a tolerar la celebración del culto disidente a puertas cerradas en casas de familia” (Di Stéfano y Zanatta, 2000: 214).
Esta reforma de comienzos del siglo XIX por un lado, es el antecesor de los cementerios públicos bajo la administración municipal. Y por otro lado, gracias, a esta reforma no sólo se favoreció los reclamos acerca de la tolerancia religiosa hacia los protestantes ingleses, sino que permitió la creación del Cementerio de los Disidentes, hoy conocido como el Cementerio Británico de la Chacarita. Desde entonces los enterratorios han sido de carácter publico, y sólo aparecerán excepciones en los casos de las minorías religiosas como la judía y musulmana, además de la protestante tradicional. Todos ellos, como respuesta a los procesos inmigratorios y a la posterior concentración en las ciudades.
Un salto temporal nos lleva al presente, para tratar al fenómeno de fines del siglo XX: el auge y consolidación en la práctica social de los cementerios-parques privados, como símbolo de distinción y diferenciación social. Además, adquieren una significación especial en el contexto de “pertenecer” a una determinada clase social. Y es para ellos que están dirigidos estos emprendimientos, dejando nuevas formas de segregación social y urbana. Estos nuevos espacios de auto-segregación hacen que se produzca un desarrollo desigual. Se puede observar el predominio de una ideología de intenso contenido espacial, ya sea tanto por la valoración paisajística ambiental, como por las estrategias comerciales que aplican en la promoción de los cementerios-parques privados. Sin embargo, no debemos dejar de lado el otro patrón explicativo que promovería el boom de los cementerios-parques privados: el deterioro físico y social del espacio público.
Hay que destacar que durante la última década, se pone en marcha un nuevo fenómeno de apropiación del espacio y de privatización de áreas periféricas, acordes a los cambios sociales que vive la sociedad argentina. La suburbanización de las elites se ha justificado, aludiendo a la necesidad de ciertos grupos sociales de buscar nuevos espacios donde vivir y donde, además, enterrar a sus muertos. Esto ha dejado al descubierto algunos mitos, como:
_Aislarse de la ciudad tradicional lleva a la seguridad, gracias a la tranquilidad que brindan los perímetros amurallados de las urbanizaciones cerradas (urbanizaciones cerradas) como a los cementerios-parques privados,
_Retorno a la vida natural, y la búsqueda de una nueva calidad de vida para los que afrontan la pérdida de un ser querido, valorizando el paisaje como un entorno tranquilizador y armonioso, con el contacto con los elementos naturales. Dando un especial significado al ‘descanso en paz’.
_Retorno a la naturaleza a través de nuevos espacios verdes como forma de enterratorios. Se identifican diversos grupos sociales que proyectan un estilo cultural diferente al tradicional, rechazando los símbolos que ofrecen actualmente los cementerios públicos, deteriorados y saturados.
No obstante el sueño del boom inmobiliario de los cementerios-parques privados ha sido breve. Además, se ha puesto en evidencia el carácter efímero de este fenómeno producido y controlado casi exclusivamente por las fuerzas del mercado. En efecto, cuando el negocio de las urbanizaciones cerradas y los cementerios-parques privados dejaron de ser un “negocio” las inversiones transnacionales se encaminaron hacia otros rubros, vendiéndolos, dejando en el camino proyectos incompletos, algunos dejaron de funcionar por no contar con la debida habilitación y fueron clausurados. Si bien ha sido un proceso confuso, como la aparición de los capitales e inversiones en este servicio y bienes, la crisis del 2001 fue decisiva para la reestructuración de este sector, en apariencia pujante y rentable.
A partir de lo que se ha reflexionado en esta etapa de la investigación sobre los cementerios-parques privados se pueden tener en cuenta dos dimensiones: urbano-territorial y socio-económico. Si tenemos en cuenta la dimensión urbano-territorial se observa que los cementerios-parques privados forman parte de los nuevos núcleos urbanos (suburbanizaciones), y que su diseño está totalmente divorciado del diseño general del entorno, justamente por una necesidad de diferenciación. Recordemos, para no ser parciales con esta mirada, que al interior de los cementerios tradicionales también podíamos visualizar la diferenciación social desde la arquitectura o los monumentos o la simpleza del entierro.
En este punto es necesario aclarar que los cementerios-parques privados, juntamente con las urbanizaciones privadas, las autopistas y los grandes equipamientos destinados al abastecimiento, educación, salud, recreación, configuran una estructura reticular que deja afuera al resto de los componentes del territorio. Por lo tanto, es muy difícil que puedan integrarse al resto de la mancha urbana.
En cuanto al orden socio-económico, estos nuevos núcleos urbanos han puesto en evidencia el interés de determinados sectores de la sociedad (clase media en ascenso y clase media alta), en agruparse en comunidades homogéneas auto-segregándose con el fin de diferenciarse y, en donde la forma de entrar a esta comunidad está condicionada por el monto de sus ingresos. Sin olvidar por ello, que si bien surgieron como servicio a la población de las urbanizaciones cerradas, y también, estratégicamente, incorporaron a una vasta población como mercado. Es decir a toda la población solvente que no encuentra respuesta a sus expectativas en los espacios públicos en franco deterioro. Se desprende de ello que los cementerios públicos no escapan de ese proceso general del espacio público urbano y se ven colapsados e inseguros, enmarcados en un lúgubre paisaje. Como si esto fuera poco, además, aparecen cambios sociales en las prácticas de los entierros, y se ponen en auge las cremaciones.
Por
último, como otra importante caracterización para su instalación
todos los emprendimientos de este tipo, están sometidos a la aprobación
municipal. La dirección de proyectos del municipio dispone del poder
para autorizar o no la realización de los emprendimientos, en el
marco de la planificación territorial. El interés del municipio,
se une al de los promotores, en la medida que estos emprendimientos, aseguren
la radicación y movilización de inversiones. Además,
las actividades inherentes al mantenimiento, se visualiza la presencia
de los cementerios-parques privados como una fuente de empleo con impacto
positivo a escala local.
Del camposanto a los cementerios públicos: el mapa histórico
Con anterioridad a la aparición del cristianismo, al lugar donde se enterraban a los muertos, se lo llamaba "necrópolis" (del griego: ciudad de los muertos). La palabra cementerio viene del griego (koimeterion) y en español significa "dormitorio". Esta palabra fue introducida por los cristianos, con la esperanza en la vida eterna. De ahí la creencia aquella de que los muertos están "descansando en paz" a la espera de la resurrección. Antiguamente, en las ciudades hispanas y latinoamericanas, los muertos eran inhumados en los llamados "camposanto", en la parte posterior de las iglesias, y las personalidades importantes en el interior de las mismas. El crecimiento de la población, razones de índole política, la diversidad de creencias, los problemas sanitarios, entre otras causas, motivaron la creación de cementerios públicos, tal fue el caso de la ciudad de Buenos Aires.
El 11 de junio de 1580, al fijar don Juan de Garay la cruz de madera donde debía levantarse la iglesia mayor de la nueva ciudad, con la presencia de los dos únicos sacerdotes que lo acompañaron, fray Juan de Rivadeneira y Antonio Díaz Picón, pone de manifiesto de alguna manera, dónde quedarían sepultados los fieles cristianos que acompañaron la empresa conquistadora. Allí se enterraron los primeros habitantes de esta Santísima Trinidad y su puerto de Santa María de los Buenos Aires, lo que se continuó haciendo por casi dos siglos más, dentro de las iglesias que se localizaban en toda la ciudad, marcando espacialmente el nivel social de la comunidad porteña a la que ofrecía los servicios religiosos.
Algunas iglesias del Buenos Aires colonial, que cumplían con esta función, fueron: Iglesia San Juan Bautista, Iglesia de San Francisco, Iglesia de Santo Domingo, Iglesia del Pilar. Los lugares de privilegio estaban reservados para ciertas personalidades de la sociedad porteña como generales, obispos, gobernadores, caballeros. Desde el atrio hasta el altar mayor hallaban ubicación, según su categoría social, derecho adquirido por compra o en mérito a pertenecer a cofradías. Al pasar los años, cuando en las iglesias se agotaron los espacios se hizo necesario enterrar a toda la población en las vecindades benditas de la iglesia. Aquí también la cercanía era una cuestión relacionada con el honor. Tempranamente en Buenos Aires surgió el problema de los muertos de las familias protestantes, o todas las otras que no pertenecían a la Iglesia Católica de rito Romano, los que fueron enterrados precariamente a orillas del río, en los bajos de Retiro. Hasta que se crean los primeros cementerios para disidentes. En el año 1822, durante el gobierno de Bernardino Rivadavia, se prohíben los entierros en las iglesias y se establece un cementerio secularizado. Se instala un cementerio público en los territorios anexos a la Iglesia del Pilar. Se lo denominó Cementerio del Norte y fue el único cementerio autorizado hasta 1866, con excepción del cementerio de los protestantes.
destinada
a todo individuo muerto repentinamente o con pocas horas de enfermedad,
hasta cumplir veinte horas prefijadas, atendiendo a criterios de sanidad
pública. Las tapas de los ataúdes eran cerradas sin clavos
dejando el rostro y el torso expuestos, con un cordón atado a la
muñeca, el que remataba en una campanilla en la sala del guardia.
Evidentemente, dicha sala de observación fue el precedente de lo
que después serían los velatorios o velorios, que al principio
se realizaban en la casa y años después, en salas mortuorias
que se alquilaban para dicho fin, como en la actualidad.
En1880 cuando Torcuato de Alvear fue nombrado Intendente de la Ciudad (frente a la Independencia porteña), decide poner fin al caos y ordena el cementerio: tarea encomendada a su amigo, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, que trazó el actual perímetro, la disposición de calles y el pórtico con su capilla. Fueron apareciendo importantes sepulcros diseñados por reconocidos arquitectos, por constructores italianos de antigua escuela y embellecidos por esculturas de artistas franceses, italianos y argentinos de relevancia. Diversos estilos dejaron su impronta: bóvedas neoclásicas, otras con elementos bizantinos o góticos, como así también manifestaciones del art noveau y el art decó. El Cementerio del Norte fue decretado monumento histórico nacional en 1946 (por Edelmiro Farell –decreto3039- por la ley 12.665 de Monumento Histórico Nacional) y pasó a denominarse Cementerio de la Recoleta desde 1949, nombre con el que es conocido a la fecha.
Cementerio del Sur
A mediados de la década de 1860, la población porteña había crecido aceleradamente. Entonces se plantea el problema de encontrar sepultura para los cada vez más numerosos muertos ya que la ciudad era azotada periódicamente por epidemias de fiebre amarilla y del cólera, que incrementaban apreciablemente el índice de mortalidad. En diciembre de 1867, se abrió el Cementerio del Sur. La creación de este cementerio fue un error en muchos sentidos: estaba demasiado cerca de la planta urbana, en una región poblada donde abundaban las quintas, en una zona de expansión; por otra parte era tan pequeño que era fácil predecir su pronta saturación. El Dr. Roque Pérez sugirió adquirir la manzana contigua. Esto provocó la ira de los vecinos, que desde un primer momento se oponían al proyecto. El Dr. Julio Navarro Viola asumió el liderazgo de la oposición al enterratorio iniciando un juicio contra la comuna que continuó durante varios años, sin encontrarse una solución. El cementerio fue rodeado por una verja, se levantó un edificio para su administración y se abrieron las primeras fosas. Por otras razones, en 1871 el cementerio del Sur ya estaba colmado. Esto coincidió con una epidemia de fiebre amarilla, que aceleró este proceso. Aquel camposanto fue cerrado en 1872 y clausurado definitivamente en 1892.
Cementerio del Oeste (Cementerio de la Chacarita)
Este cementerio fue creado el 14 de Abril de 1871, en las afueras de la ciudad, como en la generalidad de los casos. En este año la Ciudad de Buenos Aires, soportaba el flagelo de la epidemia de fiebre amarilla. Como consecuencia de la cantidad de fallecimientos, los cementerios existentes no alcanzaban, (cabe acotar que el Cementerio del Norte, actual Recoleta, dispuso la prohibición de inhumar en ese cementerio a toda persona cuya causa de muerte fuera la fiebre amarilla), lo que agravó la situación y obligó a la creación de otro cementerio. Fue elegida una fracción de tierra ocupada por los estudiantes pupilos del Real Colegio de San Carlos, tierras que para entonces eran fiscales, y tenían una superficie total de 5 hectáreas y eran conocidas como la Chacarita de los Colegiales. A la inauguración se denominó Cementerio "Chacarita de los Colegiales".
Para poder llegar hasta el Cementerio se incorporó un tramo del Ferrocarril del Oeste, partiendo de la Estación Bermejo, que contaba con una precaria construcción y estaba situada cerca de la Ciudad, para funcionar como receptora de ataúdes, por lo que se la conoció como la Estación Fúnebre, ubicada en las hoy calle Jean Jaurés y la Avenida Corrientes. Las condiciones de higiene eran mínimas y existían quejas de los vecinos por la emanación de olores de los cuerpos en descomposición. Eran muchos los fallecidos por la epidemia. Hay testimonios de que en un día se llegaron a inhumar 564 cadáveres. Era tal el grado de esta epidemia que el cementerio fue clausurado por primera vez en 1875, pero siguió funcionando hasta el 9 de diciembre de 1886, en que quedó definitivamente clausurado. Se habilita entonces el nuevo Cementerio del Oeste, al lado del primitivo, abarcando una extensión de 90 hectáreas. A principio de 1887 se exhumaron los cadáveres y fueron trasladados al osario general del nuevo Cementerio de Chacarita. El 1 de julio de este año se decide que todo fallecido debe ser inhumado en este cementerio, sin excepción, quedando sin funcionar los cementerios ya existentes. El 30 de diciembre de 1896, por ordenanza, de lo denomina oficialmente "Cementerio del Oeste", pero la población lo seguía llamando "Cementerio de la Chacarita", por lo que el decreto Nº 2.163 del 5 de Marzo de 1949, deja como definitivo el nombre actual. Tiene una superficie de 95 hectáreas, y posee sectores de inhumaciones en tierra, nicho, bóvedas y panteones. Dentro del mismo cementerio funciona el Crematorio de la Ciudad de Buenos Aires. Este cementerio es el más grande y de mayor dimensión de toda la ciudad. Tiene 10.000 bóvedas privadas, 350.000 nichos, y alrededor de 100.000 sepulturas. En su interior, además del Crematorio, se encuentran el Cementerio Británico y el Alemán. En el sector séptimo se halla el recinto de las personalidades, algunos de ellas con suntuosos monumentos, entre las que se encuentran: Carlos Gardel y Juan D. Perón.
El Cementerio de Flores y otros
El
cementerio de Flores es habilitado el 9 de abril de 1867. El 1° de
octubre de 1979 se bendijo el nuevo “Cementerio Parque” como anexión
al cementerio de Flores. Este cementerio conserva las características
pueblerinas de su concepción. Entre las bóvedas que se encuentran
en él se destacan las de la familia Flores, Tomás Millán,
Terrero, Bunge y Ojeda. Comprende en su totalidad un predio de 27 hectáreas.Existieron
en la ciudad de Buenos Aires unos cuantos cementerios que luego fueron
desafectados y no se han conservado sus registros. Entre ellos, el cementerio
de los disidentes, que fuera creado en 1857 por la colectividad británica
y funcionó hasta 1887. En el barrio del actual Belgrano de la ciudad
de Buenos Aires, se estima que hubo por lo menos dos cementerios. Del
más antiguo, no se conservan registros y es actualmente
una manzana edificada. El segundo, se hizo en lo que es hoy Villa Urquiza,
y funcionó hasta 1893. En 1902 se levantan las sepulturas, algunos
menos de las registradas, y se trasladan a La Chacarita (aunque no se conservan
datos de las nuevas ubicaciones). Salvo la transformación del Cementerio
de la Recoleta, la creación de los Cementerios de la Chacarita y
Flores, y la habilitación de algunos cementerios pequeños
aislados, no se realizaron modificaciones sustanciales a lo largo del tiempo
por parte del gobierno. El crecimiento demográfico que caracteriza
a nuestra ciudad en los últimos dos siglos no es acompañada
por las medidas necesarias para resolver este tema en el ámbito
de lo público. Situación que se vio agravada a mediados del
siglo XX por la explosión del Gran Buenos Aires, con la metropolización
de esta ciudad.
La geografía de los cementerios en el conurbano y los pueblos bonaerenses
De
la misma manera en que aparecen los primeros cementerios en la ciudad de
Buenos Aires, se fue consolidando el conurbano bonaerense y a medida
que se fueron fundando los partidos, aparecieron los templos o iglesias
y los lugares en donde enterrar a sus muertos. A modo de ejemplo podemos
reconstruir algunos casos, ya sea con la expansión del conurbano
y ciertos patrones de caracterización y localización en los
pueblos bonaerenses En la localidad de Banfield, al sur del conurbano,
se funda en el año 1867 y en el mismo año es habilitado el
cementerio municipal. Así mismo, se ve la necesidad de crear un
cementerio para los disidentes. Por lo tanto en la localidad de Llavallol
la comunidad británica de la zona sur de Temperley, Lomas de Zamora,
Banfield y alrededores crea el cementerio Inglés el 7 de octubre
de 1897. En el caso de la localidad de Luján, como ejemplo del patrón
de la ciudad bonaerense, el primer cementerio empezó a funcionar
en el año 1851 en el actual barrio “El Quinto”, años más
tarde fue trasladado a su ubicación actual, donde se construyeron
bóvedas de las colectividades irlandesa e inglesa. Pero, con el
tiempo y a pesar de contar con una superficie de 3 hectáreas este
cementerio pasó a ser insuficiente. Se incrementó la población
y los barrios se fueron extendiendo hacia la periferia, haciéndose
necesario la creación del pueblo de Jáuregui y por consiguiente
se funda el cementerio en este pueblo. En el año 1878 se crea el
partido de General Rodríguez, y el 21 de Mayo de 1882 es habilitado
el Cementerio Municipal. Antes de esa fecha la inhumación de los
cadáveres se efectuaba en el cementerio de Luján.
Permanencias y cambios: El nuevo mapa de los cementerios
A un poco más de un siglo de la creación de los principales cementerios en la ciudad de Buenos Aires y las sus ciudades satélites, -que luego conformarán con los años venideros el área de expansión del aglomerado- se instalan las nuevas ofertas de servicios y productos vinculadas a los entierros. Es en 1979, aparece el primer cementerios-parques privados de carácter privado con inversiones asociadas a las urbanizaciones cerradas, pero en realidad el primero es el nuevo Cementerio Británico Alemán, que se instala un año antes en el partido de Malvinas Argentinas. Luego, hasta el año 2001, aparecerán, paulatinamente, en el mapa metropolitano e incluso en los partidos aledaños a la mancha urbana, los cementerios-parques privados alcanzando un total de 30 unidades. En la actualidad, algunos de estos han desaparecido por diversas razones. El nuevo patrón no es tan nuevo, instalarse a las afueras de la ciudad, la diferencia son las distancias, las que pueden salvarse por la aparición de las autopistas (privilegiando el transporte automotor privado). El otro patrón presente, es la elección del espacio rural, por la economía de las tierras, en esto tampoco ha cambiado el patrón histórico. La diferencia, está dada sin dudas en la especulación de la renta futura en el tema de la privatización asociada a las urbanizaciones cerradas, el que ha sido excelente negocio de los últimos treinta años. A continuación (figura 1) podremos observar la difusión y distribución de los cementerios-parques privados para el mapa metropolitano y los partidos externos que están bajo su influencia:
Figura 1
Cantidad
de cementerios-parques privados por partido
Fuente:
elaboración propia
De
allí se destaca Pilar por concentrar la mayor cantidad de cementerios-parques
privados, y es allí justamente el epicentro de las urbanizaciones
cerradas, patrón que está presente en casi todos los partidos,
salvo para el caso de Alte. Brown, que no cuenta con ninguna urbanizaciones
cerradas, pero por el contrario, es una de las zonas donde la oferta pública
de cementerios es crítica. El otro patrón novedoso es entonces
la asociación de los cementerios-parques privados con el nuevo fenómeno
de segregación urbana conocido como urbanización cerrada.
Es con este proceso que se puede destacar este nuevo patrón para
la localización de los cementerios, y el otro aspecto diferenciador,
es que son además privados para ser coherentes con los procesos
de privatización y corrimiento del poder público de la gestión
urbana y de la preservación de los cementerios. Las permanencias
y los cambios de los patrones históricos de los cementerios de Buenos
Aires son evidentes, si bien la segregación social o el status,
se evidencian simbólicamente en el interior de los cementerios históricos
y nuevos, los cementerios-parques privados los agudizan. Por otro lado,
la simbología es totalmente diferente e innovadora: cambios culturales,
valorización de la naturaleza y del espacio verde. No obstante esta
fragmentación urbana se evidencia además en la escala metropolitana,
no sólo a partir de la cantidad de las cementerios-parques privados
sino por la extensión de superficie afectada a los cementerios-parques
privados, como podemos observar en la figura 2. Es decir, que el patrón
que muestra el nuevo mapa de cementerios-parques privados presenta una
clara asociación a las urbanizaciones cerradas, concentración
que responde a un potencial mercado más solvente y con nuevas prácticas
culturales que se construyen y reconstruyen a partir de la aparición
de las empresas de los cementerios-parques privados.
Figura 2
Relación
entre la superficie total por zona por superficie ocupada por cementerios-parques
privados
Fuente: elaboración
propia
Para finalizar,
cabría preguntarse cuál es la tendencia. En primer término,
cabe destacar que desde el 2001 no se ha conocido un nuevo cementerios-parques
privados. La idea es simple: la cantidad de cementerios-parques privados
y la extensa dimensión de estos, han captado la suficiente tierra
para la expansión futura del negocio. Y, por otro lado, el empobrecimiento
de la clase media, es evidente, por lo que el mercado se achica cada vez
más a un grupo privilegiado que pueda, efectivamente acceder a estos
bienes y prácticas. Quizás cabe como última reflexión,
la segregación social en los cementerios no es novedosa, lo que
si es novedoso es la intensidad de estas disociaciones sociales del resto
de la comunidad. Probablemente, éste sea el principal cambio del
patrón histórico de los cementerios: primeros sagrados, luego
del ciudadano y hoy, destinado al potencial cliente…
Nota
1.
Años después, los ingleses, estadounidenses y alemanes intercambian
estos lotes por tierras vecinas a la Chacarita, más tarde con las
guerras mundiales quedan divididos por una ligustrina, que la podemos observar,
en los actuales cementerios Alemán y Británico. Como así
también, se sumaron otros grupos de inmigrantes que profesaron y
profesan otras religiones, construyendo sus propios cementerios como el
judío o musulmán, entre los más destacados
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Ficha bibliográfica:
CARBALLO, C. BATALLA,
R. LOREA, N.Ciudad, segregación y cementerios: análisis de
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