Scripta Nova |
Hugo Romero
Departamento de Geografía de
Alexis Vásquez
Departamento de Geografía de
La comodificación de los territorios urbanizables y la
degradación ambiental en Santiago de Chile (Resumen)
La ciudad de Santiago se expande ilimitadamente y los proyectos inmobiliarios privados constituyen la principal inversión a nivel nacional. La privatización de la economía y la comodificación de los bienes y servicios territoriales y ambientales han trasferido a la construcción de la ciudad la totalidad de los principios y valores del neoliberalismo afectando incluso la relación entre sociedad y naturaleza. La ciudad se ha fragmentado y desintegrado como unidad territorial y sistema ambiental y como proceso histórico y social colectivo y las externalidades negativas son asumidas por los sectores más pobres, evidenciándose una creciente segregación socio-ambiental y una profunda injusticia ambiental. Se analiza objetivamente los costos ambientales producidos por la expansión urbana y se comparan los resultados observados en una urbanización reciente con los que debiera causar el Portal Bicentenario de Cerrillos, uno de los proyectos emblemáticos de la comodificación ambiental.
Palabras claves: expansión urbana, comodificación ambiental, segregación socio-ambiental
The commodification of urban areas and the environmental
degradation in
Key words: urban sprawl, environmental commodification, socio-environmental segregation
Chile es el país de economía más liberalizada en Latinoamérica y para ello ha considerado la privatización de los recursos naturales y de los medios de producción, y formulado una política de desarrollo que ha privilegiando la generación y funcionamiento de los mercados en la asignación y decisión de los proyectos de inversión, especialmente los pertenecientes al sector inmobiliario, junto a la reducción del tamaño e ingerencia del Estado y de las funciones e intervenciones públicas. En el caso de la ciudad de Santiago, se está concretando la inversión de más de cinco mil millones de dólares en la construcción de megaproyectos inmobiliarios (El Mercurio, 3 de mayo de 2005, B1), lo que significa no solamente que este sector concentre las más importantes inversiones de capital en el país, sino que además, agregar cerca de doscientas mil nuevas viviendas y expandir la ocupación urbana de los territorios por decenas de miles de hectáreas. Ello no se puede realizar sin tener en cuenta las externalidades negativas, especialmente ambientales, que implica, por ejemplo, aumentar la contaminación atmosférica como consecuencia de los más largos recorridos entre los hogares dispersos y los lugares centrales de servicios, estudio y trabajo. Estas grandes transformaciones urbanas no son evaluadas ambientalmente en forma acumulativa y sinérgica, sino que a lo más, como proyectos aislados y autónomos. Tampoco forman parte de las evaluaciones de este tipo, los cambios ambientales provocados por la sustitución de suelos agrícolas y coberturas naturales por áreas urbanas, con la consiguiente generación de islas de calor, de humedad y de ventilación, así como la impermeabilización de tierras y con ello la pérdida de áreas de recarga de agua en el subsuelo, incremento de la escorrentía superficial y aumento de los riesgos de inundación. Ni mucho menos se consideran los efectos ambientales adversos sobre la ecología de los paisajes que significa la pérdida de biodiversidad, calidad paisajística y fragmentación de hábitats. Ello produce la reducción o pérdida de servicios y funciones ambientales y ecosistémicos que dependen de la mantención de áreas vegetadas al interior de las cuencas donde se asientan las ciudades.
La expansión incontrolada de las
superficies urbanizadas se basa en la sustitución sistemática de las restricciones al
crecimiento espacial de la ciudad establecidas por los instrumentos
territoriales, como los planes reguladores comunales e intercomunales,
que determinaban –al menos en teoría- el límite de la ciudad y asignaban los
usos del suelo, protegiendo las tierras agrícolas, silvoagropecuarias
o destinadas a la conservación de
La liberalización de los usos del suelo, que facilita la urbanización de las áreas rurales, se basa en el hecho de que los territorios, los paisajes naturales y culturales, los recursos de agua y tierra del suelo y subsuelo, han sido fragmentados, separados, y concedidos en propiedad a actores nacionales y extranjeros, que pueden hacer de ellos lo que indique la maximización de las rentabilidades económicas y no lo que regule las políticas públicas. Ante la omisión del Estado o la permisividad cedida al sector privado, los proyectos inmobiliarios han sustituido indiscriminadamente los usos agrícolas, forestales y de conservación de la naturaleza, sin que se haya realizado una evaluación ambiental de sus efectos acumulativos ante una ciudad, como Santiago, caracterizada por importantes concentraciones de contaminantes en el are, agua y suelos, así como por una significativa pérdida de biodiversidad y de servicios ambientales (Romero et al., 2003; Romero y Órdenes, 2004; Romero, 2004 y Romero et al., 2005). Uno de los problemas consiste en comprender las razones generales que explican la relación entre este proceso de expansión urbana, liberalización de los recursos y aumento de la degradación ambiental.
La comodificación
de los recursos naturales en Chile: neoliberalizando
la naturaleza o la naturaleza del neoliberalismo
Los fundamentos filosóficos y políticos y el carácter omnipresente del modelo neoliberal han persistido en Chile por casi treinta años, dejando de considerar prácticamente todo tipo de intervenciones estatales que son necesarias para mantener el concepto de ciudad como producto social e histórico colectivo y para compensar las asimetrías sociales y políticas entre sus habitantes.
En efecto, la construcción de la ciudad implica, en sí mismo, la comodificación del medio ambiente en la medida que determinadas porciones de territorio son apropiadas por el Estado, los empresarios o los pobladores, para destinarlos a usos urbanos. Dados los servicios, accesibilidad e infraestructura que se requiere para transformar a estas porciones de territorios en espacios urbanos, se deben realizar grandes inversiones públicas o más recientemente, financiadas en forma conjunta por los sectores públicos y privados. La totalidad espacial que caracteriza a la ciudad se puede establecer justamente a partir de las inversiones públicas, que han sido realizadas para favorecer a todos los habitantes que residen en este territorio.
Sin embargo, y como es bien sabido, la ciudad es un producto económico-social que reproduce los principios de acumulación y reproducción del capital. El medio ambiente urbano, como consecuencia de la construcción social del espacio, refleja las divisiones socio-económicas de sus habitantes, las que están controladas por los niveles de ingresos. La segregación socio-espacial es la principal variable que determina la ocupación de cada área de la ciudad de acuerdo al valor del suelo y con ello la accesibilidad de sólo un determinado estrato social (Azócar et al., 2005). Cada uno de dichos estratos socio-económicos accede también, a un determinado tipo de medio ambiente, que se diferencia en cuanto a calidad, cantidad y complejidad. Se puede afirmar que al interior de la ciudad existe también una significativa segregación socio-ambiental y que ésta, ha aumentado en función de la comodificación y privatización de los recursos naturales y servicios ambientales.
Los sectores más acomodados se localizan en áreas exclusivas que presentan la mejor calidad ambiental -en términos aparentes al menos-, del aire, las aguas y los suelos, así como la mayor cantidad de amenidades, los mejores paisajes públicos y privados, las mayores concentraciones y extensiones de áreas verdes y las más bellas panorámicas. Igualmente se trata de los espacios que ofertan mayor seguridad ciudadana y menores riesgos naturales, tales como inundaciones, aluviones y remociones en masa. Los sectores más pobre, por el contrario, se sitúan en las áreas topográficamente más deprimidas y por ello, las que concentran la contaminación atmosférica, las inundaciones, la peor calidad paisajística y los más bajos niveles de seguridad ciudadana y ante los riesgos naturales.
Los estratos de mayores ingresos contribuyen eficazmente al financiamiento de sus propios medio ambientes urbanos, además se localizan en lugares alejados de las fuentes de contaminación o riesgos, o bien pasan buena parte del año en segundas residencias ubicadas en sitios de alta calidad ambiental. Los sectores de menores ingresos, por el contrario, dependen casi exclusivamente de las áreas verdes, amenidades y seguridades otorgadas por las políticas e instituciones del Estado, no pueden escapar de los eventos de contaminación y riesgos y deben soportar graves problemas de patologías sociales.
Desde el punto de vista de la contaminación atmosférica, por ejemplo, los sectores más acomodados contribuyen con la mayor cantidad de fuentes al concentrar las más altas tasas de automóviles por personas y los más largos recorridos y número de viajes. Por otro lado, son los sectores que también consumen enormes cantidades de agua, se expanden ilimitadamente en el espacio, producen las mayores cantidades de residuos sólidos, autogeneran sus propios servicios de seguridad, ocupan completamente los equipamientos e infraestructuras urbanas; y, sin embargo, no internalizan de ninguna manera las externalidades negativas generadas a la totalidad de la ciudad y sus habitantes con sus costos y estilos de vida.
Por el contrario, los sectores más pobres deben asumir muchas de dichas externalidades negativas, al localizarse, como se ha indicado, en los sitios de peor calidad ambiental, y recibir permanentemente los flujos de aire contaminado, aguas servidas, residuos sólidos y otros impactos ambientales en el origen de los cuales participan escasamente. No es extraño que durante los episodios de mayor contaminación atmosférica, sean los hospitales de los sectores más modestos de la ciudad, los que se ven superados por las enfermedades asociadas, o que registren áreas inundadas después de cada temporal, o que carezcan completamente de plazas y parques o de sitios de recreación. Las aguas contaminadas de los ríos y esteros de Santiago, así como los vertederos de residuos sólidos, legales e ilegales, se concentran en el interior o en las cercanías de las viviendas de los habitantes más pobres.
Como se puede apreciar, existe
una significativa falta de justicia ambiental entre los habitantes de Santiago
de Chile y su reposición y tratamiento es necesariamente una responsabilidad de
las políticas e instituciones públicas, incluyendo el diseño e implementación
de mecanismos de compensación entre quienes producen la contaminación y la
degradación ambiental y quiénes sufren sus efectos en forma directa. Debido a
que esta injusticia ambiental es producida principalmente por la interesada comodificación y
privatización del espacio y sus recursos, resulta imposible administrar
eficientemente un sistema ambiental complejo e integrado como
Sin embargo, lo que predomina en la actualidad corresponde a los principios e implementaciones de un modelo economicista de administración y gestión de la ciudad, que se establecieron sin debate ni oposición alguna bajo una férrea dictadura, y por ello, que refleja cabalmente lo más ortodoxo de las recetas sugeridas por los organismos financieros internacionales y las más sentidas aspiraciones de los grupos económicos que han visto en el mercado inmobiliario y en la ciudad una de sus principales fuentes de ganancias y especulación financiera. Como lo han indicado McCarthy and Prudhan (2004), el neoliberalismo ha implicado un fortalecimiento del mercado como el mecanismo para asignar la totalidad de los bienes y servicios, y central como metáfora para organizar y evaluar el desempeño institucional.
El neoliberalismo tenía que ser también un proyecto ambiental y reestructurar las relaciones entre sociedad y naturaleza, reliberalizando la propiedad de esta última, “es decir, separándola de las restricciones sociales y ubicándola bajo los auspicios de los mercados autoregulatorios y bajo lo que Harvey (2003) ha denominado “la acumulación capitalista por despojo”
Para McCarthy and Pruham (op.cit), los proyectos de gobernabilidad neoliberal han implicado también:
· Un profundo recorte a la capacidad de fiscalización y a los recursos administrativos y funciones del Estado, reduciendo las funciones destinadas a contrarrestar los efectos social y ambientalmente destructivos de la producción capitalista;
· Privatización de bienes y servicios a través de esquemas basados en el mercado;
· Re-escalamiento de la gobernabilidad “hacia abajo” mediante el vaciamiento del “Estado-Nación” y la transferencia de las responsabilidades regulatorias al nivel local, sin que ello implique la transferencia proporcional del poder o capacidad de gestión;
· Re-escalamiento “hacia arriba”, traspasando capacidades regulatorias desde el Estado hacia organizaciones internacionales con poca o ninguna transparencia ni accountability (necesidad de dar cuenta de sus actos y desempeños);
· Abandono de los marcos regulatorios obligatorios y su reemplazo por los no regulatorios, incluyendo estándares indicativos antes que normativos, autorregulados, de cooperación público-privado y mayor participación de las coaliciones ciudadanas con mayor grado de capacitación y accountability; y,
· Reemplazo de la noción de ciudadano por una de acción social re-empaquetada bajo la imagen del homus economicus y su ideal como empresario-emprendedor.
La consolidación del mercado como exclusivo mecanismo de construcción del medio ambiente urbano, ha requerido la profundización de la comodificación, es decir, la transformación de la totalidad de los bienes y servicios, incluyendo los ambientales, en commodities o productos de consumo, transables libremente en el mercado. Para ello ha sido necesario segregar los bienes y servicios que son mayormente demandados por el mercado, de la matriz territorial o ecológica que les sirve de sustento y cuya administración y planificación conjunta había sido asumida hasta ahora por las políticas e instituciones públicas. El agua, la tierra, el paisaje o la flora y fauna, han debido ser privatizados y asignados como propiedad individual para facilitar el funcionamiento de los mercados.
La privatización de las tierras,
del aire, de las aguas, de la flora y fauna, de los paisajes naturales y
culturales, y la transferencia de la
propiedad de los bienes y servicios públicos a las empresas nacionales y
extranjeras, ha resultado ser un paso fundamental para asegurar este modo de
construir la ciudad, en especial en las áreas metropolitanas donde estos
recursos son especialmente escasos y valiosos. Con la propiedad privada,
garantizada por
Con el fin de favorecer la
reasignación de los recursos a nuevos propietarios, más eficientes desde el
punto de vista económico, el Estado
revocó
Los intentos de introducir
instrumentos y planes de ordenación territorial, Evaluación Ambiental
Estratégica, planificación ambiental o de protección de la naturaleza, se
estrellan inequívocamente con los representantes del sector privado, que
observan en ello prácticas erróneas e históricamente fallidas de intervención
estatal. No obstante, los conflictos ambientales también se han ido agravando y
hechos como la muerte de cisnes en un Santuario de
Los proyectos inmobiliarios emblemáticos y la comodificación
del medio ambiente urbano
Bajo el amparo de los principios
y mecanismos neoliberales, la ejecución de megaproyectos inmobiliarios, tales
como el Portal Bicentenario de Cerrillos –que sustituye las áreas ocupadas por
un aeropuerto y su cono de aproximación cubierto por coberturas rurales y
naturales- habría requerido de una cuidadosa evaluación ambiental, tanto
respecto a las áreas en que se pretende implantar, como en cuanto a los efectos provocados por la urbanización de tierras que
hasta ahora han estado destinadas a otros usos y a brindar valiosos servicios
ambientales a
El Portal Bicentenario de Cerrillos constituye una particular y atractiva invitación para urbanizar un área que hasta ahora había permanecido como una intrusión de áreas verdes y rurales en la ciudad, debido a que está conformada por el Cono de Aproximación y las instalaciones del Aeropuerto de Cerrillos. Esta intrusión era una de las pocas áreas en las cuales la mancha urbana no se había extendido hacia la periferia en forma continua. Ello significaba un área que había mantenido coberturas superficiales y usos del suelo correspondientes a áreas agrícolas, remanentes de vegetación natural y que comenzaba gradualmente a manifestar transformaciones a usos urbanos en los últimos años.
El Cono de Aproximación al
Aeropuerto de Cerrillos resulta de la proyección de un portezuelo de
Con el propósito de referirse a
los efectos de la urbanización sobre indicadores ambientales críticos, este
trabajo analiza lo ocurrido con una urbanización reciente, de características
parecidas, que ha tenido lugar en un triángulo ubicado en
Se concluye que las
transformaciones urbanas ocurridas en Maipú han sido adversas para la salud
ambiental de la ciudad, y que no difieren de los efectos negativos causados por
la urbanización reciente en los bordes de toda la ciudad, que han implicado enormes pérdidas en los
servicios ambientales de
El dilema más importante generado por el Portal Cerrillos es, entonces, por un lado, cómo evitar los efectos ambientales adversos que resultan de urbanizar extensamente una de las escasísimas áreas que se había salvado hasta ahora de este proceso de crecimiento de la ciudad, en virtud de las regulaciones adoptadas por la propia autoridad pública. Se entiende que la autoridad pública representó en estas regulaciones el conocimiento científico disponible, los acuerdos societales necesarios y sus estrategias de desarrollo correspondientes, y que estos principios y antecedentes habrían cambiado los últimos años, como para justificar a su vez, las transformaciones propuestas.
Alternativamente, habría sido posible que las políticas públicas y sus planes de implementación en las áreas urbanas reconocieran la posición estratégica de esta área, y hubiesen propuesto mantener sus usos actuales del suelo y fortalecer de esta forma las funciones y servicios ambientales significativos que presta como consecuencia de conservar los suelos agrícolas y paisajes naturales que la componen.
Una tercera posición sería que los planes de urbanización propuestos, reconociendo la sensibilidad ambiental del área, hubiesen considerado explícitamente la planificación ambiental del proyecto en su formulación estratégica, diseño del mismo y evaluación de impactos.
Entre los años 2000 y 2003 prácticamente desaparecieron todas estas intrusiones rurales, restando sólo parcialmente las áreas del Cono de Aproximación del Aeropuerto de Cerrillos y las tierras agrícolas del Sector Sur, ambas en virtud de la protección brindada por el Plan Regulador Metropolitano de 1994 (figura Nº 3). Los servicios ambientales se refieren a los beneficios que obtiene la ciudadanía como consecuencia de aprovechar los efectos positivos que resultan del funcionamiento de los ecosistemas (sistemas ecológicos) y sistemas ambientales. Dentro de estos servicios destacan los beneficios ofrecidos por las áreas verdes, tales como disminución de las temperaturas por los efectos de sombra y el consumo de calor producido por el proceso de evapotranspiración, que evitan la generación de islas de calor urbanas; la capacidad del suelo para infiltrar las aguas lluvias, asegurando la recarga de los acuíferos y controlando el escurrimiento superficial, las inundaciones y la contaminación de las aguas; el filtro de las partículas en suspensión atmosférica y el reciclaje de gases y contaminantes atmosféricos; la generación de parches y corredores ecológicos que se constituyen en hábitats naturales para la conservación de la biodiversidad; mitigación de ruidos; y la oferta de sitios de recreación y ocio para las poblaciones urbanas, con lo cual aumenta la calidad de vida de los habitantes.
La inexistencia de evaluaciones ambientales estratégicas, planificación ambiental de los proyectos y Evaluación del Impacto Ambiental de los proyectos urbanos y planes reguladores, señala claramente la ninguna consideración de los servicios ambientales en las transformaciones de los espacios urbanos. Ello implica que el crecimiento de la ciudad de Santiago entre los años 1989 y 2003 haya significado la pérdida de más de 14.000 há de tierras arables, de las cuales cerca de 8.000 há correspondían a suelos con Capacidad de Uso I y II, es decir, a los suelos de mayor calidad agrícola a escala mundial, que favorecen la infiltración de las aguas lluvias y por lo tanto, la recarga de los acuíferos, en una ciudad en que predominan los ambientes áridos, la escasez de aguas durante los frecuentes períodos de sequía, las necesidades de riego y los riesgos que implican inundaciones y aluviones causados por las tormentas.
6790 há
diminuyeron su productividad biológica y 6.654 há
redujeron su biomasa, con lo cual se perdieron valiosas funciones ambientales
prestadas por las áreas verdes, cultivadas y naturales. El desaparecimiento de
la vegetación y el reemplazo por superficies urbanizadas, implicó a su vez, que
6654 há de suelo disminuyeran su capacidad de
almacenamiento de humedad y que muchas de estas tierras se transformaran de
zonas de recarga de los acuíferos, en áreas de descarga, lo que significa
reemplazar sus funciones de infiltración de las aguas lluvias por productoras
de inundaciones y escurrimiento. Finalmente, los cambios en las coberturas y
usos del suelo implicaron que 11781 há aumentaran su
temperatura superficial en más de
Los efectos anteriores no han
sido nunca considerados por la planificación territorial y urbana y son la más
elocuente denuncia sobre la necesidad urgente de implementar los instrumentos
de evaluación ambiental estratégica, ordenamiento territorial, planificación
ambiental de las ciudades y evaluación ecológica y ambiental de los proyectos.
No se puede continuar urbanizando en la forma que se está haciendo porque los
desarrolladores urbanos no están asumiendo los costos ambientales y ecológicos,
los que son traspasados como externalidades a la
población en general y a los más pobres en particular. En efecto, las comunas
más pobre son las que poseen menor cubierta vegetal y por ello menores
servicios ambientales, por lo que concentran la contaminación ambiental y sus
efectos sobre la salud de los sectores más vulnerables. Por ello se habla en la
actualidad de falta de justicia ambiental en las ciudades, en la medida que los
sectores más ricos son los que más contaminan, mientras que los sectores más
pobre son los que sufren mayormente los efectos adversos sobre la salud y
calidad de vida. La única forma de
restituir las bases de la justicia ambiental es distribuyendo en el
espacio-tiempo los costos y beneficios asociados a la urbanización,
comprendiendo que la ciudad consiste en un ecosistema o sistema ambiental semi-cerrado y utilizado colectivamente por la totalidad de
Ante las evidencias acumuladas,
se podría esperar que las autoridades públicas apreciaran y evaluaran
positivamente la existencia y mantención de las actuales áreas verdes, como
sucede con el Cono de Aproximación de Cerrillos, al margen del destino que se
quiera dar al actual aeropuerto. En
realidad cualquier ciudad debiera alegrarse de disponer de estas intrusiones
agrícolas y rurales dentro de su trama urbana y estar dispuesta a conservarlas,
restaurarlas, fortalecerlas y articularlas con el resto del sistema de áreas
verdes que se desarrollan al interior de cuencas como Santiago. El área de
influencia del Cono de Aproximación y las tendencias esperadas de
urbanización, una vez que desaparezcan
las restricciones, se puede observar en
Con el fin de poder estimar los
efectos ambientales provocados por este tipo de transformaciones urbanas, se ha
examinado lo sucedido con las áreas verdes en el sector de Maipú, que, como se aprecia en
La urbanización del Cono de
Cerrillos, si bien compromete aparentemente sólo a 245 há,
estimulará la urbanización de las tierras agrícolas y naturales conexas en una
superficie de 7432 há, que corresponden a 1169 há de suelos agrícolas de Clase I, 2755 há
de Clase II y 3467 de Clase III, cuya distribución de observa en
Como se puede advertir, la urbanización del Cono de Aproximación de Cerrillos permite estimar las pérdidas ambientales a partir de lo sucedido en Maipú, comparación que se presenta en el siguiente cuadro.
Comparación de valores promedio de los indicadores ambientales
Indicador Ambiental |
Cono
cerrillos |
Sector
de control |
Contenido de Biomasa en el Suelo |
-8,99 |
-28,90 |
Contenido de Humedad en el Suelo |
-2,39 |
-6,94 |
NDVI |
0,1486 |
-0,0158 |
Temperaturas de Emisión del Suelo |
|
|
Otra de las cuestiones ambientales fundamentales dice relación con la perturbación de los sistemas de vientos. Anteriores artículos han informado sobre la existencia de a lo menos tres principales tipos de ventilación en la ciudad de Santiago (Romero et al., 1999). El primero corresponde al predominio de los vientos del SW asociados a las posiciones del centro de altas presiones regionales o Anticiclón del Pacífico Sur, que sólo es interrumpido en invierno por el paso de las depresiones frontales que causan lluvias y se hacen acompañar de vientos del Norte y NW. El segundo flujo dice relación con los vientos locales asociados al desarrollo de las brisas de mar a continente y v/v y de valle a montaña y v/v que presentan el predominio de vientos del Oeste durante el día y del Este durante las noches y madrugadas, especialmente canalizados por los lechos de quebradas, esteros y ríos.
Estos vientos se acoplan a los regionales para soplar especialmente del SW a NE durante el día y del NE al SW durante las noches y madrugadas, transportando en ambos casos la contaminación ambiental a través de la cuenca aérea del Mapocho-Maipo y pasando a través de portezuelos como el que se desarrolla al Norte del Cerro Chena, es decir en el Corredor de Cerrillos.
El tercer tipo de brisas, dice relación con la circulación termal inducida por la isla del calor del centro de la ciudad y que explica los flujos desde las periferias rurales.
La ubicación del Portal
Bicentenario en medio del flujo de ventilación más importante de Santiago,
donde se acoplan los sistemas al cruzar
Un punto importante a tener en cuenta en este sentido dice relación con que en la actualidad el Corredor de Cerrillos permite que el aire contaminado por la ciudad se desplace aguas abajo, fuera de la cuenca durante las noches y la madrugada, y que durante el da, las masas de aire provenientes de la costa o de la áreas rurales puedan contribuir sistemática y regularmente a mejorar la calidad atmosférica. La instalación de una urbanización compuesta por 25-30.000 viviendas, 80.000 habitantes y por lo menos 10.000 vehículos, implica una perturbación de gran alcance frente a las condiciones actuales, cuyas características específicas deberían ser exigidas por el Estudio de Impacto Ambiental.
Esta última condición, acompañada de la participación ciudadana y por lo tanto de la consideración de las opiniones y conocimientos de las comunidades locales, los académicos y los científicos, es fundamental para otorgar viabilidad a este tipo de iniciativas.
Anexos
Figura
Nº 2
Evolución de la
expansión urbana de Santiago, periodos 1989, 1998, 2001 y 2003
Plan Regulador
Metropolitano de Santiago (PRMS).
Área de influencia
del cono de aproximación y tendencias esperadas de urbanización.
Sector urbanizado
entre el periodo 1989 – 2003, utilizado para medir y estimar algunas de las
perdidas ambientales causadas por
Figura Nº 6
Variación temperatura de emisión del suelo, sector de control 1989-2003.
Variación contenido de humedad en el suelo, sector de control 1989-2003.
Figura Nº 8
Variación productividad vegetal, sector de control 1989-2003.
Variación contenido de biomasa en el suelo, sector de control 1989-2003.
Efectos
de la urbanización en términos de la perturbación de flujos de ventilación (Oke, 1998).
Bibliografía
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latinoamericana. Santiago: Serie GEOlibros, 2005,
p. 223-234.
© Copyright Hugo Romero y Alexis Vásquez, 2005
© Copyright Scripta Nova, 2005
Ficha bibliográfica:
ROMERO, H.; VÁSQUEZ, A. La comodificación de
los territorios urbanizables y la degradación ambiental en Santiago de Chile Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y
ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de
2005, vol. IX, núm. 194 (68).
<http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-68.htm> [ISSN: 1138-9788]
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