Scripta Nova |
Mercedes Tatjer
Universidad de Barcelona
La vivienda obrera en España de los siglos XIX y XX: de la promoción
privada a la promoción pública (1853-1975) (Resumen)
El problema del alojamiento de
la población obrera en España se intentó solucionar a partir de 1853 con diversas medidas
legislativas, con escaso resultado. Tras la promulgación de
Palabras clave: vivienda obrera, casas baratas, propiedad urbana.
The working house in
The problem of the lodging of the working
population in
Keywords: social housing, urban ownership.
En las ultimas décadas se han realizado en España numerosos estudios acerca de la vivienda obrera. Unos forman parte de monografías de ciudades o de barrios; otros tratan más específicamente aquellas tipologías destinadas a las clases obreras y populares como fueron en el siglo XIX los conjuntos obreros de numerosas ciudades, las colonias industriales, o los pasillos, y en el siglo XX, las casas baratas, las viviendas de empresas, o los grandes polígonos.
En la construcción de dichas tipologías- objeto de
amplio debate desde mediados siglo XIX- tuvieron un gran protagonismo los
promotores privados (particulares y empresas), quienes actuarían de forma
mayoritaria ante la escasa participación pública o de entidades sin ánimo de
lucro. En el siglo XX, y en el marco de una mayor intervención pública en el
sector de la vivienda, se desarrolló una importante actuación por parte de los
promotores públicos desde ámbitos estatales y municipales, primero, y
regionales más adelante
En nuestra comunicación presentaremos el estado de
la cuestión sobre las estrategias y actuaciones de los diversos tipos de
promotores de vivienda obrera de los siglos XIX y XX, valorando las principales
y más recientes investigaciones y estudios sobre esta temática procedentes
tanto de la geografía como de otras disciplinas.
A partir de
la década de 1970 se han publicado en España numerosas monografías de ciudades
y de barrios - buena parte de ellos obreros – realizadas por geógrafos. Después
de esta etapa de monografías, los geógrafos realizaron, con nuevos enfoques
metodológicos multidisciplinares y amplias bases documentales, una nueva
generación de excelentes estudios urbanos centrados bien en un periodo
histórico, bien en determinadas formas de promoción inmobiliaria. En todos
ellos ha estado siempre presente la preocupación por el conocimiento de las formas de vivienda
obrera; buen ejemplo de ello son trabajos recientes sobre Salamanca (Reguera
2004) o Valladolid (García Cuesta, 2000).
A los geógrafos se han unido otros especialistas
desde la arquitectura, la historia contemporánea y la historia del arte con
aportaciones también muy notables, que resultan básicas para entender los
procesos de formación de numerosos barrios de vivienda popular y obrera
(Sambricio 1981 y 1982; Díez de Baldeón 1986; Barreiro 1981, 1991). Estos
trabajos han suplido la falta de estudios generales como los ya clásicos
estudios que existe sobre Francia, Inglaterra, Alemania o Italia.
En la última década los investigadores parecen haber
retomado el interés por el problema de la vivienda obrera y popular, tanto para
reconstruir el pasado como, muy posiblemente, también para conocer las claves
interpretativas de una cuestión que hoy sigue sin resolver. Las numerosas
monografías recientes, junto con los estudios anteriores, constituyen un
conjunto documental que muestra el amplio abanico de iniciativas de soluciones
para el alojamiento obrero que se desarrollaron en España a lo largo de siglo y
medio, con resultado cuantitativo menos importante que en otros países
europeos, pero igualmente ricas en debates, propuestas y alternativas.
Efectivamente, diferentes monografías locales sobre
casas baratas (Barreiro 1991; Tatjer 1998; Bernal 2001; Domingo 1999; Blat
2004; Segarra 2003) han aportado numerosos datos sobre la construcción de este
tipo de viviendas en diversas ciudades españolas a lo largo del primer tercio
del siglo XX. A pesar de ello, por el momento únicamente contamos con una sola
obra de carácter general (Castrillón
2001) que intenta reunir los debates y las realizaciones en materia de vivienda
obrera entre 1850 y
Lamentablemente, la celebración en el año 2003 del centenario de la creación del Instituto
de Reformas Sociales no ha dado lugar a una verdadera obra de conjunto sobre la
historia de la vivienda social - y entre ella la obrera- en este periodo; el
único libro publicado en relación con este acontecimiento, lejos de reflejar lo
ocurrido en el conjunto de España, se limita a presentar casi únicamente
ejemplos de la ciudad de Madrid (Sambricio 2003).
Analizaremos y presentaremos un estado de la cuestión a la luz de las investigaciones más recientes antes citadas, poniendo énfasis en las diferentes tipologías de promotores que, desde mediados siglo XIX hasta el último tercio del siglo XX, han intervenido en la búsqueda de soluciones al problema del alojamiento obrero y popular.
La acción pública como promotora de vivienda obrera
A mediados de siglo XIX, y tal como ya se había
señalado por algunos autores, se desarrolló una incipiente legislación para
solucionar el problema de la vivienda; como
Por otra parte, a escala local el alcance de algunas
de estas disposiciones fue también muy limitado, si bien en algunas ciudades
como Barcelona y Burgos el decreto de
1853 dio lugar a debates y propuestas de interés. En el caso de Barcelona cabe
destacar la que formuló el arquitecto Josep Oriol Mestres en 1854 para construir
un edificio de viviendas colectivas para obreros en terrenos del barrio de les Corts, que
respondía a un encargo de
En Burgos se produjo una respuesta algo más tardía, ya que diez años después, en
1863, el Ayuntamiento compró un solar para edificar 200 viviendas, proyecto que
al igual que el de Barcelona no llegó a buen término (Bernal 2001, p.52 )
A partir de
Con estas leyes se produciría un mayor
intervencionismo estatal, tanto por la vía de las subvenciones y de las
exenciones de impuestos, entre otras fórmulas de ayuda, como por la vía de
estímulo a los debates y propuestas. No se contaría con una decidida
intervención estatal directa en la construcción o promoción de vivienda obrera,
si bien durante los años de la dictadura de Primo de Rivera se produciría una
fuerte ayuda pública para las casas baratas y económicas en régimen cooperativo
destinadas a funcionarios y empleados. En estos mismos años se crearía el
Patronato de Política Social Inmobiliaria del Estado y se construiría el mayor
numero de casas baratas.
Durante
La intervención directa del Estado a través de sus
diferentes instancias solo se produciría de forma intensa y fuertemente
regulada en el período de
Dentro de este conjunto de instituciones franquistas
destaca
Para ello se desarrolló un amplio y diverso marco
normativo, desde
Pocos estudios de conjunto han abordado desde una
perspectiva global esta acción promotora, en algunos casos tan directa; entre
ellos podemos algunas monografías sobre
Madrid (Moya 1983; Sambricio 1999; López 2003), o los trabajos críticos
publicados en los momentos álgidos del tardo franquismo y de la transición,
cuando muchas de las actuaciones públicas realizadas en un marco de urgencia
social y de escaso control democrático -en especial las de
Para el caso de Cataluña contamos, sin embargo, con
una serie de estudios monográficos sobre el origen y la evolución
socio-urbanística de cada uno de los 54 polígonos que construyó
La intervención municipal de los inicios de siglo
XX, en relación con lo dispuesto en las leyes de casas baratas o en el estatuto
municipal de 1924, si bien ha sido estudiada en la mayoría de las monografías
de ciudades y de casas baratas, solo cuenta con estudios monograficos en el
caso de Madrid (Valenzuela 1978) o en el de Barcelona; en esta última ciudad se
ha analizado la actuación del Patronato Municipal de
Durante la república y la guerra civil española de
Sobre la actuación municipal en el Madrid de
En algunas regiones, las Diputaciones provinciales
desempeñarían a lo largo del primer tercio del siglo XX un papel destacado en
la promoción de casas para obreros, acogiéndose a los beneficios de las leyes
de las casas baratas. En este sentido actuaría de una forma eficaz
El interés por
el estudio de las cooperativas de casas baratas
En la última década hemos asistido en España a un
creciente interés por el estudio de la vivienda obrera, en especial, de las
casas baratas y las cooperativas de viviendas. Los orígenes de unas y otras se
remontan, en último término, a la década de 1860-1870, cuando se difunden los
principios cooperativos en España, si
bien su difusión se realizará a partir de las primeras décadas del siglo XX con
la promulgación de
Las razones de este renovado interés habría quizás
que buscarlas en un cierto agotamiento y puesta en cuestión de los grandes
polígonos de viviendas como modelo de alojamiento masivo de los grupos
populares, y en el hecho de que en el nuevo marco político de las autonomías se
pueden ahora desarrollar ahora programas específicos de vivienda controlados
por las Comunidades Autónomas. Por otra parte, la realización de los modernos
catálogos municipales de Patrimonio Histórico-Artístico han revalorizado muchas
de estas pequeñas promociones, obra a veces de notables arquitectos y resultado
de formas de promoción y gestión casi olvidadas, y que, en ocasiones, se ven
amenazadas por la piqueta al haber adquirido una gran centralidad.
Finalmente, la difusión de los modelos de casa
unifamiliar y de los adosados con jardín -por otra parte tan continuistas
con los modelos que inspiraron a buena
parte de los proyectos y realizaciones de las casas baratas y las ciudades
jardín mayoritariamente con viviendas unifamiliares-, ha dado un nuevo valor a
estos conjuntos como expresión de los anhelos y deseos de una parte de la
sociedad que todavía hoy parecen mantenerse entre la añoranza del pasado y la
esperanza de una mejor forma de vida.
Los estudios recientes tienden generalmente a ser
estudios exhaustivos de carácter local referidos a una ciudad, o a tratar en
profundidad la trayectoria de alguna cooperativa de casas baratas. Entre los
trabajos pioneros hay que señalar, en primer lugar, el de Begoña Bernal sobre
la ciudad de Burgos, realizado en 1981 y finalmente publicado en 2001, que
constituye, sin duda, uno de los primeros estudios sistemáticos sobre esta
temática; poco después, el de Paloma Barreiro sobre Madrid presentaría un
excelente panorama y sigue siendo un trabajo modélico con una amplia y
excelente bibliografía. En Cataluña contamos con trabajos sobre las
cooperativas de viviendas en Barcelona y su entorno metropolitano (Tatjer
1998), y sobre las casas Baratas construidas por el Patronato de
En los
últimos años se han publicado otras investigaciones que cubren ciudades apenas
estudiadas en este aspecto. Destacamos los ya citados de Juan Blat sobre
Valencia y los de Mar Domingo sobre
Bilbao y su aglomeración urbana, que además de un completo y excelente
repertorio de todas las promociones realizadas plantean un marco teórico e
histórico en el que situar estas realizaciones que pretendían solventar el
alojamiento obrero y popular.
Cabe, también, destacar la publicación de trabajos
como el ya citado de Castrillo Romón, que presenta una panorámica bastante
completa sobre el conjunto español,
aunque las referencias al caso catalán sean muy escasas.
Además de ellos, contamos con una excelente
monografía sobre una cooperativa, posiblemente la única, que pretendió, y en
buena parte consiguió, tener una extensión por todas las regiones españolas.
Nos referimos al antes citado trabajo de Arias sobre
A pesar de estos excelentes trabajos, seguimos sin
disponer de estudios sobre el conjunto
de España, sin que tampoco se hayan realizado estudios regionales. Por otra
parte, se sigue manteniendo un cierto localismo, con escasas comparaciones -si
exceptuamos el trabajo de Mar Domingo que establece un paralelismo entre
Barcelona y Bilbao-; incluso en los trabajos de intención y perspectiva más
amplia como el de Castrillo Romón las referencias a determinadas regiones o
ciudades, por ejemplo Barcelona, suelen ser escasas.
Todo ello pone de relieve la necesidad de estudios
de índole general y la consulta de los fondos depositados en los archivos
estatales (especialmente el Archivo del Ministerio de Fomento-Fondo de casas
baratas; Archivo General de
Mediante la consulta de dichos fondos documentales
se podría trazar una panorámica más completa sobre el cooperativismo en materia
de construcción de casas baratas en el conjunto de España y en las diferentes
localidades, que superara las escuetas cifras de las publicaciones de la época,
o los datos recogidos por el Patronato de Política Social Inmobiliaria del
Estado.
Por otra parte, sería necesario también investigar
más a fondo tanto las primeras iniciativas cooperativistas como el entramado de
las empresas inmobiliarias nacidas al calor de la legislación de casas baratas
como constructoras o como entidades de crédito, o creadas a raíz de desarrollo
del capitalismo español en el periodo de
entreguerras. Dichas empresas superaron el marco de la promoción
realizada generalmente por entidades locales e intervinieron en varias ciudades
españolas. Cabe destacar entre ellas el interés que ofrecen el Fomento de
Con respecto al Fomento de
Por su parte, el Fomento de
Hay que citar, también, al Fomento de Casas Baratas
S.A., sociedad creada el 1923, y a FOCSA, así como el caso de
Otro caso a destacar es el del Banco de Ahorro y
Construcción, fundado en 1920, y que partía del principio cooperativo y cuyas
actividades se extendieron por toda España (Masso 1924); aunque entre sus
finalidades estaba la construcción de barrios obreros, la mayor parte de su
acción se desarrolló en forma de viviendas dispersas unifamiliares aisladas (Burgos, Madrid) o entre medianeras
(Barcelona, Hospitalet), y a veces formando pequeños grupos (en Badalona,
Valencia, Bilbao y León).
En situación
similar al Banco de Ahorro y Construcción estarían una serie de pequeñas
entidades de crédito y cooperación de carácter local (Ahorro y Previsión, Previsión y Hogar,
La presencia de estas cooperativas y entidades de
ámbito nacional se debe al cambio de orientación que estableció la normativa de
No podemos, por el momento, realizar un balance
tipológico o cuantitativo de conjunto, pero si afirmar que las iniciativas para
construir casas baratas se extendieron por casi todas las ciudades españolas de
una cierta envergadura y desarrollo industrial. En algunas ciudades -como en
Madrid, Valencia, Zaragoza, Bilbao, e
incluso Burgos- el número de viviendas construidas fue relativamente
importante; así en Burgos las treinta cooperativas que existieron construyeron
unas quinientas viviendas, que representaban el 6,5 por ciento del total de las
existentes en
Generalmente, casi nunca -exceptuando los casos de
Madrid y Valencia- se realizaron grandes promociones, limitándose muchas de
estas iniciativas a construir pasajes o pequeñas agrupaciones que se
dispersaron por
En la mayoría de localidades las grandes empresas, en especial de minería, siderurgia y textiles, primero, y, más adelante, de infraestructuras, como las de ferrocarriles, y de construcción y explotación de centrales hidroeléctricas realizaron desde mediados siglo XIX hasta prácticamente el ultimo tercio del siglo XX una política de construcción de viviendas para sus trabajadores en lugares próximos a las instalaciones productivas que poseían.
Esta temática ha sido analizada en los últimos años
en numerosos trabajos de carácter local. La mayoría de ellos se han referido a
las grandes empresas del País Vasco y Cantabria, o a las colonias textiles
catalanas (Serra 2001). A ello se ha unido recientemente una excelente y valiosa presentación general
sobre las promociones de empresa (Castrillo 2001 p. 288-354).
En paralelo con las colonias
obreras aparecen pequeñas promociones de algunos empresarios que construyen a
partir de mediados del siglo XIX pequeños grupos de viviendas de alquiler para
trabajadores. Son numerosos los ejemplos de esta tipología a medio camino entre
el paternalismo patronal y la inversión inmobiliaria, en forma de casas de
renta o inquilinato que realizaban algunos empresarios propietarios de
industrias próximas a las viviendas; los casos de Can Saladrigas en el barrio
barcelonés del Poblenou en 1880 (Sintes 2004, p. 35-37), o los de Jambrina en
En el primer tercio de siglo XX
La actuación de empresas como promotoras de
viviendas para sus propios trabajadores
alcanzó un desarrollo considerable en las décadas posteriores a la guerra
civil, unas veces manteniendo la tipología de colonias o conjuntos de casas al
lado de las instalaciones industriales , y otras en forma de grupos de
inmuebles situados en los grandes polígonos de promoción pública de la
periferia, o en edificios que se localizaban en el tejido urbano consolidado de
la ciudad.
Las disposiciones dictadas al efecto (como
Algunos ejemplos son bastante conocidos,
especialmente por su tamaño e interés arquitectónico, como las viviendas de
De
nuevo, será en las grandes zonas
industriales y mineras del Norte de España donde este tipo de construcciones
alcancen una mayor extensión. En Gijón, UNINSA edificaría dos mil viviendas en acceso a la propiedad a
partir de 1966 (Llorden Miñambres 1994). En Valladolid cabe destacar la
actuación de
En Zaragoza, diversas empresas industriales
construirán grupos de viviendas para sus trabajadores; entre ellas destaca
La iglesia
y las casas para obreros
Generalmente, se ha considerado
que la intervención de
En algunas ciudades como Alicante, Burgos, Córdoba,
Orense Bilbao, Zaragoza entidades
relacionadas con
El panorama cambió en toda España en los años de la
posguerra, cuando de la mano del nacionalcatolicismo imperante durante el
franquismo la intervención de la iglesia será muy destacada. con la creación de
numerosos Patronatos vinculados a los Obispados, a parroquias de barrios
obreros y a grupos de cristianos de base. Los trabajos de Martín Checa- un
destacado estudioso del tema- han tratado de establecer las vinculaciones entre
diferentes organismos ligados a la iglesia católica -tales como Patronatos,
grupos de empresarios católicos (Asociación Católica de Dirigentes), Cáritas, Acción Católica,
HOAC, JOC- en la promoción y construcción e casas para obreros. Entre ellos
destaca dicho autor la acción directa del Patronato de las Viviendas del
Congreso Eucarístico en Barcelona y otras poblaciones de su entorno, a raíz de
la celebración de este evento en la capital catalana (Checa 2001); este mismo
autor ha analizado, también, la intervención indirecta en cooperativas como
Hay que destacar también la intervención directa de
las cajas de ahorro en la construcción de casas baratas y viviendas para grupos
sociales de baja renta. Una de las pioneras fue, sin duda,
Esta misma caja de ahorros realizaría en el periodo
anterior a la guerra civil otras dos promociones de vivienda colectiva en
régimen de alquiler, una de ellas destinada a grupos populares (Tatjer 2002, p.
251-256).
Igualmente en Barcelona,
Otros ejemplos también pioneros serían los de
Otras entidades de crédito españolas, como
Sobre las otras cajas de ahorro u otras entidades de
crédito en este periodo conocemos la actuación de entidades
financieras-constructoras como el ya
citado madrileño Banco de Ahorro y Construcción, con delegación permanente del Estado, que
construyó en León (Reguera 1987, p. 238-39)
La promoción directa de viviendas después de la guerra civil por parte de las grandes cajas de ahorros alcanzó
cifras importantes en algunas ciudades españolas.
Otra de las grandes líneas de intervención de las
cajas de ahorro fue, desde su creación hasta la década de 1970, la financiación
de viviendas. En Cataluña
Después de la guerra civil prácticamente todas las
cajas de ahorro españolas se sumaron a la financiación y a la construcción de casas
para obreros y la puesta en el mercado de vivienda asequible, generalmente
acogiéndose a las diferentes legislaciones sobre vivienda social. En
Valladolid, se ha señalado que
Después de varias décadas de nula actividad en
materia de vivienda social -aparte de algún programa dirigido a colectivos en
situación de precariedad- recientemente algunas cajas de ahorro, como
El papel de la
iniciativa privada en las formas de la vivienda popular y obrera
A lo largo de los dos siglos estudiados la
iniciativa privada ha sido la principal proveedora de vivienda obrera en
régimen de alquiler. A partir de la etapa manufacturera de la segunda mitad del
siglo XVIII, la difusión de la casa de renta, y luego la desamortización
eclesiástica de 1835 -por la que los bienes urbanos que poseían las órdenes
religiosas en forma de casas de alquiler fueron vendidos en subasta- permitió
generar un amplio mercado de vivienda en alquiler para la clase obrera. Se
realizan entonces importantes inversiones en la compra, en la reconstrucción y
nueva edificación de viviendas de
alquiler para obreros en el centro de las ciudades; solían ser viviendas
pequeñas, en áreas muy densas -como el Raval barcelonés- en las que las
fabricas alternaban con los espacios residenciales (Tatjer 1998).
Los inversionistas en casas de renta eran personas
particulares que procedían de la alta y
media burguesía de rentistas, pero también
en muchos casos de la pequeña burguesía de comerciantes, pequeños
industriales, sin olvidar empleados y obreros de servicios. Todos ellos
canalizaban así sus beneficios o sus ahorros, constituyendo, no obstante, una
estructura oligopolista controlada por los grandes propietarios (Massana 1985,
p. 192-196 ).
Otra de las formas de alojamiento obrero fue la
sobreocupación del espacio residencial, conviviendo varias generaciones de la
misma familia o varias familias en una misma vivienda (los conocidos como
realquilados), o también hospedando a familiares u otras personas.
Ambas formas de vivienda obrera, que en caso español
no desaparecerían hasta la segunda mitad del siglo XX, han merecido escasa
atención por parte de los investigadores; apenas unas referencias en estudios
de casos con las fuentes más asequibles para ello, como son los padrones de
habitantes (Oyón 2001, p. 124-127).
El reaprovechamiento y compartimentación de
edificios y también de antiguas fábricas,
así como las construcciones en patios interiores o en los terrados de
los inmuebles para crear pequeñas viviendas para obreros fue también una
constante de las grandes ciudades españolas, entre las que destaca Barcelona.
El resultado fue la densificación y la insalubridad de muchas viviendas proletarias
del centro de las ciudades, situación ampliamente denunciada por los higienistas a lo largo de los siglos
XIX y XX.
Igualmente hay que señalar a lo largo del siglo XIX
la difusión por muchas ciudades españolas de la tipología de vivienda obrera colectiva
formada por pequeños habitáculos situados alrededor de un patio. Esta tipología
de propiedad privada en régimen de alquiler, que supone un aprovechamiento
especulativo del solar, recibirá diferentes denominaciones regionales
-ciudadelas, cuarteles, corralas, casas de corredor, portones, conventillos,
pasillos- que entroncan, en algunos casos, con construcciones tradicionales
anteriores (Quirós 1982, de forma más general Capel 2005, cap. 3), será
retomada en la década 1920-1930 con las consiguientes "mejoras" en
las denominadas viviendas ultrabaratas o viviendas mínimas que en algunos
municipios dieron alojamiento a una población obrera recién llegada (Blat 2004,
p. 250).
Igualmente encontramos reductos de vivienda obrera
en las zonas más populares de los Ensanche decimonónicos, ocupando tanto los
pisos altos (buhardillas, sotabancos) o espacios interiores- pasillos (Tatjer
2003)- como inmuebles de renta con viviendas de escasa calidad, reducida
superficie y equipamiento mínimo, construidos en la década de 1920 y 1930.
Las periferias urbanas tampoco quedaron al margen de
la vivienda obrera de promoción privada. Desde la segunda mitad del siglo XIX
la marcha de las industrias del centro de la ciudad hacia emplazamientos más
alejados dio lugar a la constitución de los cinturones suburbanos industriales
y obreros. En ellos mediante parcelaciones privadas que generalmente no
respondían a ninguna planificación general se edificaron viviendas obreras de
escasa altura de promoción privada en régimen de alquiler; en algunos casos
fueron las llamadas en Valladolid casas molineras; en otros las casas de puerta
y ventana; en otros, como en muchos núcleos industriales de Cataluña, se trata
de una tipología de vivienda de reducidas dimensiones – en torno a 50 m2- en
edificios de dos y tres plantas que contaban con servicios mínimos. Son
ejemplos relevantes de esta tipología numerosos barrios de antiguos municipios
hoy incorporados a la ciudad de Barcelona como Gràcia, Sants, Sant Martí, Sant
Andreu, así como en otras poblaciones industriales de Cataluña (Tatjer, 1993).
En los años posteriores a la guerra civil algunas
empresas inmobiliarias y constructoras, acogiéndose a los beneficios de la
legislación sobre vivienda (exenciones fiscales, provisión de materiales de construcción),
se especializarían en la construcción de viviendas de escasa calidad, en
alquiler primero y en venta después, en la periferia de las ciudades; dichas
viviendas estaban en buena parte destinadas a la población obrera, aunque esto
no se señalara específicamente.
Ejemplos emblemáticos de dichas promociones serían
las realizadas por constructores barceloneses como, R. Sanahuja o
Figueras, y por otras algunas empresas
inmobiliarias (Alibes, y otros, 1975; Tatjer 2005); la mayoría de estos conjuntos
de viviendas han presentado con el paso del tiempo serios problemas como el de
la aluminosis por la utilización en los años 1950 y 60 de un cemento de
fraguado rápido, que luego ha dado lugar a graves problemas estructurales (
La libertad total en la contratación (corta
duración, facilidad de desahucio y precios de los alquileres) a partir de
No es extraño que esta situación generara a lo largo
del período estudiado conflictos sociales y fuertes criticas. En especial en el
periodo entreguerras, 1918-1936, debido al fuerte aumento de los precios de
alquiler y a la escasez de viviendas a buen precio para la clase obrera ante la
debilidad y poca efectividad de la
construcción de casas baratas.
Más adelante, y a pesar de la congelación total de
alquileres hasta 1964, los propietarios rentistas siguieron recibiendo las
rentas de los inmuebles a la vez que desarrollaban estrategias para aumentar su
rentabilidad; entre dichas estrategias cabe citar en los años de la posguerra el
cobro de traspaso al potencial inquilino al desocuparse una vivienda, la
autorización de huéspedes, los aumentos de alquiler en razón de obras de
mantenimiento y mejora realizadas por parte de los inquilinos, mientras el
propietario dejaba de intervenir en las partes comunes del edificio, situación
que dio lugar a un parque muy deteriorado y obsoleto ocupado por la población
obrera.
A partir de 1964, la paulatina liberalización de las
rentas -hasta llegar a la situación actual tras el decreto Boyer (1985) y la
actual ley de arrendamientos urbanos, de amplia liberalización (contratos de
cinco años y amplias facilidades de desahucio)- sigue favoreciendo a los
propietarios de fincas antiguas, que ahora son ocupadas por una población
envejecida de antiguos inquilinos de clase obrera, y familias y jóvenes de baja
renta junto a los inmigrantes extracomunitarios, especialmente en los centros
de las ciudades y en las tramas históricas.
El
barraquismo y la autoconstrucción
Ni las políticas sociales de casas baratas del
primer tercio de siglo XX, escasas en número a pesar de su interés tipológico y
de gestión, ni las políticas de vivienda del franquismo a causa de su coste
relativamente elevado y de las dificultades político-sociales de acceso,
pudieron resolver el problema del alojamiento de los grupos obreros de menor
renta: éstos se vieron abocados a formas de vivienda precaria como el
barrraquismo y la autoconstrucción hasta prácticamente las últimas décadas del
siglo XX.
Los primeros núcleos de este tipo surgieron a fines
del siglo XIX, si bien su expansión y consolidación se realizaría entre 1920 y
1970. Las barriadas de el Príncipe Pío o del Pozo del Tío Raimundo en Madrid,
las villas-lata de Sevilla, las cuevas y graveras en Zaragoza, el Somorrostro,
Pekín, Montjuic y el Carmelo en Barcelona,
o las coreas de las grandes ciudades vascas, son algunos ejemplos de
estos núcleos de infravivienda que a pesar de su estigma social acogieron a
varias generaciones de inmigrantes, quienes por medios propios o a través de
los programas de públicos de erradicación del barraquismo acabarían,
generalmente, ocupando después los grandes polígonos de viviendas.
Las nuevas generaciones de investigadores sociales
parecen ahora más interesadas en recuperar la memoria esta forma de vivienda y
de sociabilidad, que hoy solo es visible en la documentación municipal o en los
reportajes gráficos de
En el marco
de las políticas de vivienda para las zonas de favelas y autoconstrucción de algunos países de Iberoamérica, como es el
caso de Brasil, estos tipos de estudio cobran una nueva perspectiva mas allá de
la mera reconstrucción histórica (véanse las referencias en Capel 2003 y 2005).
La autoconstrucción, por su parte, iniciada en los
años anteriores a la guerra civil en forma de parcelaciones privadas en
ciudades como Barcelona (Oyón 1998, p. 79-84), se extendió ampliamente por la
periferia de muchas ciudades españolas en los años del desarrollismo, que dio lugar a una fuerte inmigración hacia
las grandes ciudades. Ante la falta de alojamiento surgieron en la periferia de
muchas ciudades formas de crecimiento en áreas
no planificadas como urbanas, o en espacios que antes de la guerra civil
habían sido objeto de parcelaciones privadas o de frustradas ciudades-jardín,
por lo cual solían carecer de infraestructuras y servicios. Generalmente, el
usuario, que previamente había adquirido una pequeña parcela, edificaba sin
licencia de obras su propia vivienda de una sola planta con ayuda de algún
albañil y de toda su familia.
El caso barcelonés fue ampliamente estudiado e
incluso teorizada en la década de 1970 como una forma de urbanización marginal
por los arquitectos del LUB (Laboratorio
de Urbanismo de Barcelona) bajo la dirección de M. de Sola-Morales, y objeto de
una tesis doctoral monográfica (Busquets 1975). Igualmente, se han estudiado en
el caso de Madrid (Canosa 1995), o de Tenerife (García; Pulido 1980); estas
parcelaciones privadas acompañadas de la autoconstrucción han sido
perfectamente descritas como una forma de alojamiento obrero.
Prácticamente toda la política de alojamiento obrero
desarrollada en España en este largo período acabará convirtiendo a la mayor
parte de los obreros -exceptuando a los empleados residentes en las colonias
industriales o en ciertos tipos de casas de empresas- en propietarios. El
alquiler como forma de tenencia de la vivienda, apenas propuesto en algunos
proyectos del inicio del movimiento cooperativo de viviendas, desaparecerá
pronto de casi todas las propuestas en favor del acceso diferido a la
propiedad, en términos de entre 20 y 50 años. Igualmente, las pocas casas de
alquiler que se construyeron por organismos públicos y otras entidades
acabarían a partir de la década de 1960-1970 –con el apoyo de
De este modo, prácticamente desaparecido el debate
entre propiedad y alquiler. La clase obrera, convertida en lo que algunos
autores definieron como la "infantería de la propiedad", ha de
afrontar hoy, especialmente, en los antiguos barrios de autoconstrucción, en
las áreas históricas y en buena parte de los polígonos de promoción privada o
publica, la propiedad de unas viviendas, en muchos casos obsoletas, que
plantean la necesidad de fuerte inversiones para paliar situaciones de graves
patologías y para adaptarlas a los estándares modernos o a las necesidades de
unos usuarios envejecidos, que en muy pocos casos pueden rentabilizar su
propiedad a no ser a costa de su desplazamiento a la periferia o su regreso a
los lugares de origen.
La vivienda popular
y obrera como patrimonio y memoria histórica
En estos últimos años de fuertes transformaciones
urbanas y de la estructura productiva que ha supuesto la desaparición o el
traslado a otros lugares de numerosas fabricas, se ha suscitado un creciente interés
por la vivienda obrera, lo cual ha dado lugar a la aparición de una
preocupación por conocerlas, inventariarlas, catalogarlas y preservarlas como
memoria del pasado y referencia básica de los orígenes de la sociedad
occidental contemporánea. La nueva disciplina de la arqueología industrial ha
contribuido a ello sin lugar a dudas, a la vez que ha ayudado a interpretar
este tipo de vivienda en el marco de las relaciones de producción y de las
relaciones sociales de las dos primeras Revoluciones Industriales
contemporáneas.
Algunos ejemplos valdrán de
muestra de lo que antes hemos afirmado. Gijón ha rehabilitado y convertido en
espacio musealizado una de las antes numerosas ciudadelas que ha sobrevivido a
las transformaciones urbanas (Vila Alvarez 2004). L'Hospitalet de Llobregat,
por su parte, ha recreado en su Museu d'Història un pasillo, construcción
característica de los años 1920-30 en los barrios de inmigrantes y obreros de
Otras ciudades como Legazpi (Guipúzcoa) ofrecen a los visitantes a través de
Igualmente, en Cataluña varias colonias industriales
incorporadas a la red de Museu de
En otros lugares de España las antiguas viviendas
obreras se han transformado en pequeños
apartamentos; es el caso de antiguos poblados mineros de la provincia de
Almería convertidos en complejos turísticos de titularidad pública.
En la misma línea muchas ciudades españolas como
Bilbao, Burgos, Valencia, Zaragoza y, en menor proporción Barcelona, han
incluido en su Catálogos de Patrimonio Histórico-Artístico la protección de los
conjuntos de casas baratas que han logrado sobrevivir a las destrucciones y
derribos llevados a cabo en décadas anteriores. De este modo se mantiene la
memoria no solamente de una tipología de vivienda obrera sino también del
conjunto de la sociedad industrial en la que nuestros países encuentran gran
parte de sus raíces comunes.
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© Copyright
Mercedes Tatjer, 2005
© Copyright Scripta
Nova, 2005
Ficha
bibliográfica:
TATJER,
M. La vivienda obrera en España de los siglos XIX y XX: de la promoción
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(1853-1975). Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias
sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2005, vol. IX, núm. 194 (23).
<http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-194-23.htm> [ISSN: 1138-9788]
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número 194
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