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Geo Crítica
Scripta Nova
REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. VII, núm. 150, 1 de octubre de 2003

MIGRACIONES RELIGIOSAS, ESPACIO GEOGRÁFICO Y PAISAJE. COLONIA MENONITA NUEVA ESPERANZA, LA PAMPA, ARGENTINA

Silvia Alicia Santarelli
Universidad Nacional del Sur, Argentina
ssantare@criba.edu.ar

Marta Mabel Campos
Universidad Nacional del Sur, Argentina
mcampos@uns.edu.ar

Claudia Bibiana Eberle[1]


Migraciones religiosas, espacio geográfico y paisaje. Colonia Menonita Nueva Esperanza, La Pampa, Argentina (Resumen)

Las migraciones que involucran a grupos numerosos de familias cuando tienen la intencionalidad de instalarse como un conjunto poblacional indisoluble, ocupar y apropiarse en forma permanente de un lugar provocan en éste grandes modificaciones derivadas de la inserción de nuevas pautas culturales en el espacio preexistente. Tal es el caso de la Colonia Menonita Nueva Esperanza en el departamento de Guatraché, provincia de La Pampa, Argentina, cuyos miembros están unidos por una religión conservadora y organizados como una comunidad con costumbres y tradiciones muy arraigadas, impuestas por su religión, que tratan de preservar a través del tiempo.

Su arribo e instalación en un sector rural de La Pampa, con un modelo de asentamiento, organización social y productiva definida por pautas ultraconservadoras provocó una ruptura en el modelo agropecuario tradicional asociado a una economía de mercado, capitalista y agroexportadora creando un nuevo paisaje cultural, atípico, inmerso en la homogeneidad pampeana.

Palabras claves: paisaje, espacio geográfico, migraciones religiosas, procesos, permanencias-transformaciones.


Abstract

When migrations involving large family groups have the intention of settling down as a close population community, permanently occupying and taking possession of a place, they cause major changes in such place derived from the insertion of new cultural patterns in the pre-existing space. This is the case of Colonia Menonita Nueva Esperanza (New Hope Mennonite Colony) in the district of Guatraché, La Pampa province, Argentina. The members of this colony are united by a conservative religion and are organized as a community with deeply rooted customs and traditions -imposed by their religion- that they try to preserve over time.

Their arrival and settlement in a rural area in La Pampa, with a settling pattern and a social and productive organization defined by very conservative rules, caused a disruption in the traditional agricultural and livestock model associated to a capitalist and agro-exporting market economy. Thus, they created a new and atypical cultural landscape immersed in the homogeneity of the Pampas.

Key words: land scape, geographic space, religion migrations, process, settlements – transformations.


El estudio de los cambios y permanencias en el espacio geográfico y de las materialidades que conforman el paisaje implica comprender los procesos que los modelaron. En este sentido, los procesos de ocupación -resultantes de las decisiones que una sociedad toma en un determinado momento histórico- transforman el espacio y configuran nuevos paisajes que, en ocasiones, conservan parte de las formas originarias y, en otras, presentan profundas modificaciones. Así, el espacio y el paisaje, faz visible de aquel, evidencian la sucesión de distintos modos de ocupación territorial y organización de las sociedades.

En este contexto, las migraciones que involucran a grupos numerosos de familias cuando tienen la intencionalidad de instalarse como un conjunto poblacional indisoluble para ocupar y apropiarse en forma permanente de un lugar provocan en éste grandes modificaciones derivadas de la inserción de nuevas pautas culturales en el espacio preexistente. Tal es el caso de la Colonia Menonita Nueva Esperanza en el departamento de Guatraché, provincia de La Pampa, cuyos miembros están unidos por una religión conservadora y organizados como una comunidad con costumbres y tradiciones muy arraigadas, impuestas por su religión, que tratan de preservar a través del tiempo.

Esta corriente religiosa tiene su origen en Holanda en 1536 cuando Menno Simons, fundador del movimiento Menonita, propone un retorno al cristianismo primitivo y un estilo de vida en función de la Biblia -Antiguo y Nuevo Testamento-, lo cual implica la adopción de un modo de vida conservador respetando las escrituras bíblicas. Así, la religión rige las costumbres y las relaciones entre los miembros de la comunidad e impone normas que permiten la permanencia de rasgos culturales y un sistema de valores que perdura desde el siglo XVI.

Los grupos Menonitas están signados por una historia de migraciones, que se inician tras las persecuciones que sufrían en Europa y tienen en América como primer destino Canadá y Estados Unidos para, posteriormente, a finales del siglo XIX y principios del XX extenderse por América Central y del Sur. En el caso particular de la Colonia Nueva Esperanza, la llegada de los colonos a Argentina data de 1985 cuando compran la Estancia Remecó de 10.000 has. dedicadas a la agricultura y ganadería y con un área de monte. Los modos de producción y la organización social que introducen significan una ruptura del modelo agropecuario tradicional en ese sector del espacio pampeano y la modificación y construcción, en un lapso de sólo 17 años, de un nuevo espacio con marcadas manifestaciones expresas en el paisaje.

La finalidad del trabajo es mostrar y comparar los rasgos más sobresalientes de ambos modelos en el sector objeto de estudio, el agropecuario tradicional pampeano[2] y los cambios producidos por un movimiento migratorio con rasgos culturales netamente conservadores como los Menonitas. Esta comparación permite comprender la incidencia de las migraciones en la construcción de nuevos paisajes, en especial cuando la idiosincrasia de los grupos migrantes -con un estilo de vida singular- difiere de manera notable con la cultura del lugar que eligen como destino, pues las diferencias en el comportamiento, formas de ocupación, apropiación del espacio y utilización de los recursos naturales generan distintas organizaciones espaciales y pueden ser interpretadas a partir de los signos visibles en el paisaje. De esta manera, la investigación se sustenta en una premisa guía: la inmigración y localización de un grupo de familias Menonitas en La Pampa definen formas de ocupación y usos del suelo, generando un espacio rural atípico en un sector de la provincia y la construcción de nuevos paisajes culturales que significan una ruptura del patrón paisajístico preexistente.     

La metodología empleada se centra en la utilización de diversas técnicas y recursos entre los que se destacan la observación participante, historias de vida de los habitantes de la Colonia, entrevistas en profundidad, encuestas a los productores del área pampeana, interpretación de fuentes literarias religiosas antiguas, bibliográficas, diarios, cartográficas e imágenes y un minucioso trabajo en el terreno.

Religión, espacio, paisaje, permanencias y transformaciones

En primera instancia es adecuado recordar la diferencia entre espacio geográfico y paisaje; al respecto es Milton Santos (2000: 86) uno de los geógrafos que define claramente estos conceptos:

“El paisaje es el conjunto de formas que, en un momento dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre hombre y naturaleza. El espacio es la reunión de esas formas más la vida que las anima”.

Para comprender los espacios actuales es necesario conocer las características de los procesos que los conformaron y la fuerza de los acontecimientos relevantes en cada etapa, que dejan su impronta en el paisaje. De esta manera, en los paisajes actuales es posible identificar permanencias de distintos momentos del pasado histórico que coexisten con nuevas formas, resultado del accionar cotidiano de los grupos sociales.  

En el caso bajo estudio, el proceso de configuración del espacio pampeano es interrumpido por el arribo de un grupo de migrantes con un sistema de objetos, relaciones y valores fruto de una historia propia que imponen en un lugar en cuya construcción no participaron donde, por el contrario, repiten los iconos y representaciones pertenecientes a su cultura de origen, empeñados en mantener a través del tiempo, como portadores de una memoria inmutable procedente de la fuerza de su religión la cual establece costumbres, formas de trabajo y estilos de vida que preservan de la influencia de la cultura receptora.

El proceso de configuración del espacio pampeano

Ovidio Giménez (1969: 162-163) reconoce distintos etapas en el proceso de expansión agrícola, eje estructurador del espacio pampeano; la primera: “La Conquista [...] En lucha pertinaz [...] Enfrentando al natural”, cuando se inicia nuestra gesta histórica y comienza el cultivo del trigo en el país. Luego “la colonia toma cuerpo, evoluciona”. En general, puede afirmarse que los intentos oficiales de protección fracasaron; no obstante, varias leyes intentaron impulsar la agricultura desde el principio de la colonización estableciendo la enfiteusis, en este caso de las tierras para cultivo y mediante el pago de un canon. Un ejemplo de ello es la ley de Rivadavia de 1826 que procuraba activar la agricultura y el poblamiento.

La apropiación del territorio se hizo efectiva desde 1870 cuando se conquistaron definitivamente las tierras. Este proceso, acompañado por el avance del ferrocarril y la instalación de colonias de distinto origen étnico permitió el comienzo de la actividad agrícola en el país (Dirección de Informaciones y Publicaciones Ferroviarias, 1946: 65-71). Precisamente,

“la agricultura –y en sus primeras etapas la palabra significaba cultivo de trigo– llegó a la Argentina en forma indirecta[...] penetró en primer término en las zonas marginales del centro de Santa Fe. Luego, con el medio de transporte que significaba el Ferrocarril Central Argentino,..., las colonias trigueras florecieron en el sur de Santa Fe” (Scobie J. R., 1968: 52).

Horacio C. Giberti (1970: 181-187) opina que cerca de 1900 “aumenta inusitadamente la superficie cultivada con cereal y lino”. Así, las tierras cultivadas pasan de 4.892.000 has en 1895 a 16.304.000 durante 1908; al mismo tiempo los ganaderos también dependen del ferrocarril para llevar el ganado hasta los invernaderos pues: “el ferrocarril, al eliminar los arreos, independiza la invernada de su posición geográfica”.

La expectativa de unir los dos océanos fue uno de los objetivos que acompañó, desde el principio, los proyectos de construcción de las redes. En este contexto, el Ferrocarril del Oeste comienza su expansión para alcanzar el Océano Pacífico –Ley Provincial del 8 de noviembre de 1868– aunque sólo llega hasta la estación terminal Santa Rosa de Toay.

El Ferrocarril Sud buscaba difundirse hacia la zona de influencia del Oeste –administrado por el Estado– pues la existencia de pueblos le aseguraba una buena rentabilidad. Los productores y el Gobierno veían la urgencia de reforzar, hacia el sur, el dominio territorial. Esto no sólo aumentaría las tierras destinadas a cultivos sino disminuiría los costos que los productores del interior pagaban por la combinación de medios: carreta–tren y el consecuente transborde de mercancía (Cuccorese H. J., 1969: 33). Con la inauguración en 1872 de la estación de Dolores –previsto en la Ley de Concesión–  y en 1876 el ramal Las Flores–Azul objetivo perseguido por la empresa– el Ferrocarril Sud ocupó, en 1877, el primer lugar entre las seis líneas existentes.

El avance de las líneas férreas, la inversión de capitales y la vinculación con la red troncal definen el auge ferroviario ocurrido en la década de 1880-90.[3] Esta década se caracteriza por el reconocimiento de las potencialidades del país, la ocupación del territorio y uso efectivo de sus riquezas. La llegada de los inmigrantes y la progresiva unificación de los diferentes ramales fueron factores decisivos que afianzaron dicho esplendor. Al respecto, el aumento de las exportaciones evidenció la conveniencia de contar con puertos conectados con las zonas productoras para lo cual colaboraron las empresas ferroviarias. Dada la escasa población existente en el área cubierta por el ramal a Bahía Blanca la empresa ferroviaria establece, en 1885, con el propósito de dinamizar la economía de la región, 

“al fondo de la bahía el puerto cerealero de Ingeniero White,[4] hacia donde convergen a fines de siglo una serie de líneas, y asegura también el servicio del nuevo puerto cerealero de Necochea–Quequén. En efecto, el Sud se ha convertido también en la red del trigo” (Gaignard R., 1989: 289).

En el período comprendido entre los años 1896 y 1914 se incrementa la producción agropecuaria y la red ferroviaria alcanza el mayor nivel de crecimiento promedio anual en kilómetros registrado hasta el momento, interrumpido por el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

A partir de 1915 el estado comienza a tener un papel preponderante en el mercado agrícola y en el transporte ferroviario que ya comenzaba su declinación. De esta manera,

“las líneas de los ferrocarriles del Estado comenzaron así una tarea de altísimo valor desde el punto de vista geográfico y político, ya que permitió el dominio de un territorio diverso en regiones postergadas, donde raramente acudía el capital privado, interesado en otros negocios”.

Sin embargo, en los años 30´ con el auge del transporte terrestre por carreteras favorecido, en especial, por la construcción de caminos[5] y la difusión del automóvil[6] se agravó la difícil situación imperante y generó la consecuente disminución del tráfico ferroviario.

Desde 1943 a 1989 la economía Argentina sufre deterioro en particular del transporte ferroviario aunque continúa el aumento de la superficie cultivada. Comienza, además una etapa de “gran inflación” y llega, en 1955, a un estado protector.                                                                                                                        

Con respecto al uso de la tierra con destino agrícola, a partir de 1970, se destacan tres estadios en la evolución: 1. Período de Expansión (1970-1983), 2. Período de Transición (1983-1993) y 3. Nueva Etapa, a partir de 1992 (Ministerio de Economía, 1999).

El primero ocupó áreas de explotación mixta desplazando a la ganadería hacia regiones marginales y predominio de la agricultura permanente. Por su parte, Mabel Manzanal y Alejandro Rofman (1989: 27-31) demuestran el fuerte crecimiento de la producción agropecuaria nacional ocurrido entre los periodos 1960-62 y 1980-82, en el cual se destacan las diferencias regionales. Nuevos cultivos– tal el caso de las oleaginosas, en especial el girasol y la soja, leguminosa destinada a producir aceite, con incipiente pero promisorio futuro– irrumpen en el panorama agrícola del 70 alcanzando volúmenes considerables. La posibilidad de efectuar rotación y “dinamismo del mercado externo” impulsaron el cultivo de oleaginosas.

El segundo período o de Transición que caracteriza la explotación agrícola de las tierras se extiende, de 1983 a 1992. El mismo se distingue por una nueva sustitución de cultivos: disminuye la superficie destinada a trigo, maíz y sorgo y se incrementa la soja.

El año 1992 marca el comienzo de una Nueva Etapa –tercer período– cuando se registran valores crecientes en el uso de fertilizantes, agroquímicos, rendimientos de cereales y superficie sembrada. En este contexto las imágenes satelitales NOA–AVHRR (Figura 1)[7] muestran los espacios de mayor representación ganadera –correspondientes al este y centro de la provincia de Buenos Aires–, el destinado a agricultura –en el oeste y sur de la misma–, intercalados con uso del suelo mixto.

Esta apretada síntesis muestra los principales factores que intervinieron en el proceso de estructuración del espacio pampeano, en el cual se halla inserta el área de estudio del presente trabajo. Estos modos de apropiación del espacio originaron las formas actuales y distintivas del paisaje rural pampeano.

Si bien las vastas llanuras de esta región presentan, desde la perspectiva del paisaje, una aparente homogeneidad es posible identificar áreas diferenciadas tanto desde los aspectos naturales como desde los culturales. En el caso particular bajo análisis, el sector rural se caracteriza por una división de la tierra en grandes propiedades, uso agropecuario mixto como consecuencia de su ubicación en una franja marginal de la pampa, en transición hacia zonas áridas, con grandes superficies ocupadas por monte, circunstancias que determinan una restricción para la agricultura que en todos los casos es extensiva. 

Este tipo de explotación agrícola-ganadera presenta una fisonomía dominada por la horizontalidad, amplios espacios, muy abiertos, con habitat disperso y construcciones que emergen, esporádicamente, en la inmensidad de la llanura. Diseminados en estos grandes espacios se ubican pequeñas localidades que actúan como centros prestadores de los servicios y distribución de productos para satisfacer las necesidades cotidianas.

Las redes que se destacan son los caminos de tierra que desde las explotaciones conducen a los caminos principales y accesos a las pequeñas poblaciones y otros convergen en rutas provinciales o nacionales. Si bien el ferrocarril ha perdido la importancia que tuvo en otras épocas, las estaciones de trenes siguen ocupando un lugar central en estas pequeñas localidades con un paisaje peculiar donde se destacan los grandes silos de cooperativas y acopiadores de cereal.

Figura 1. Predominio de uso agrícola y ganadero en el sector de la Región Pampeana próximo al área de estudio.
Fuente:   Elaborado sobre la base de FerroExpreso Pampeano S. A. (1998), Ferrosur Roca S. A. (2000), Maestrojuan P. (1997), PROATLAS-CONICET (2000), Santarelli S. (2000).

 

El arribo de los Menonitas transforma el paisaje

En 1985 llegan a Guatraché un conjunto de familias[8] procedentes la mayoría de México y, en menor cantidad, de Paraguay y Bolivia. Los motivos que los llevaron a migrar fueron religiosos y económicos; los religiosos se basan en la necesidad que sus descendientes mantengan la línea conservadora que los distingue, muy difícil de preservar principalmente en México donde el crecimiento demográfico produjo un número, cada vez mayor, de pueblos y ciudades en las adyacencias de sus asentamientos. Esta situación impedía mantener apartados a los jóvenes de las tentaciones que ofrece una sociedad globalizada y consumista. Los económicos derivan de la tradición que impone al padre regalar -a cada hijo cuando se casa- una parcela de tierra y ganado. Así, la división de los terrenos de generación en generación conlleva a un parcelamiento excesivo que trae aparejado una decadencia económica, agravada por la dificultad -que existía en México- de conseguir nuevas tierras aptas.

La búsqueda de un lugar adecuado para desarrollar sus actividades y también mantener intacta su cultura los conduce hasta “la pampa argentina”. En este sentido, el sitio donde se localiza la estancia Remecó (Figura 2) constituye un lugar apropiado para sus demandas: ofrece condiciones apropiadas, aunque no óptimas,  para sus actividades centrales -el tambo y la agricultura- y aislamiento con respecto a otras comunidades, debido a la escasa densidad de población en el área y la gran distancia a ciudades importantes. Sin embargo, cabe destacar que se halla en la zona marginal de la Región Pampeana donde son frecuentes los períodos de sequía, situación  que afecta a la actividad agrícola.

Figura 2. Localización de la Estancia Remecó.
Fuente: I.G.M. (Instituto Geográfico Militar, República Argentina). Carta Topográfica de la República  Argentina, Santa Rosa. La Pampa. Hoja 3763. Escala: 1: 500.000.

El establecimiento Remecó (Figura 3) se halla ubicado en el departamento de Guatraché en el sureste de la provincia de La Pampa, en un área con predominio de grandes estancias. El sitio se caracteriza por un relieve llano, con alturas que oscilan entre los 190 y 180 metros y depresiones que descienden hasta los 140 metros en la parte norte, con presencia de  pequeñas lagunas temporarias; este sector se halla cubierto por monte donde dominan las especies de caldén (Prosopis caldenia) y chañar (Geofroea decorticans), formación vegetal originaria, que en ocasiones se torna intransitable. El clima, cuyas propiedades esenciales han sido estudiadas por Steffens A. y Campo A. (1994) es templado de transición, con estaciones térmicas bien diferenciadas y alternancia permanente de masas de aire de índole diferente lo cual define la variabilidad en las condiciones de tiempo, frecuentes sequías y aridez acentuada por sus rasgos de continentalidad. Esta situación, junto con la presencia de suelos con aptitudes para la agricultura y pasturas naturales permiten la explotación agrícola-ganadera, actividades desarrolladas ya por los antiguos dueños.

Figura 3. La Estancia Remecó antes de la llegada de los Menonitas.
Fuente: I.G.M. (Instituto Geográfico Militar, República Argentina). Carta Topográfica de la República Argentina, Estancia Remecó, La Pampa, Hoja 3763-26-3, Escala 1: 50.000.

Caminos de tierra, entre los cuales se destacan las rutas provinciales Nº 3 y 24 y pavimentados como la ruta Provincial Nº 1 unen la estancia con Guatraché, pequeña localidad a 40 km. de distancia, con otros centros poblacionales menores y con la ruta Nacional Nº 35 que la comunica con las dos ciudades más importantes de la región: Santa Rosa, capital provincial a 181 km. y Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, a 200 km. aproximadamente. 

La ocupación de estas tierras por los Menonitas comienza con la instalación de las primeras familias[9] en el casco -ubicado en un lugar central dentro de las 10.000 has.- y reconoce distintas etapas. En la actualidad la Colonia Nueva Esperanza presenta una estructura particular que consta de nueve “campos”, intercomunicados por una red interior de calles que difiere con la red vial del entorno. Los colonos definen “campo” a cada una de las divisiones internas que incluyen tierras para cultivos, viviendas, graneros e instalaciones para las actividades alternativas que desarrollan (Figura 4). La propiedad de la tierra -parcelas, vivienda, huerta y otras instalaciones- internamente es privada aunque desde el punto de vista legal y fiscal figura como una explotación cuyos representantes son dos miembros destacados de la comunidad. Al respecto aclaran: “no existe en nuestra sociedad catastro, rentas. Tampoco un orden preciso en la división interna”.

A pesar de estas manifestaciones, para ser equitativos disponen la ubicación de una escuela en el medio de cada campo y la localización de las dos iglesias una en cada extremo del campo central (número 6 en Figura 4).  

La comunidad es gobernada por un Consejo integrado por Obispo, Ministro, Mandatario y Jefe, elegidos cada año por todos los integrantes de la colonia, que se encargan de resolver distintas situaciones y conflictos externos e internos.

De acuerdo con los preceptos bíblicos “ganarás el pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra de donde fuiste sacado porque eres polvo y al polvo volverás” (Génesis 3: 19), “con fatiga sacarás de la tierra tu alimento todos los días de tu vida” (Génesis 4: 17) y “mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. ” (2 tesalonicenses 3: 2) todos trabajan desde la salida hasta la puesta del sol, con excepción del día domingo que se encuentran con sus amigos después de concurrir a la iglesia (Figura 5), lugar convocante, donde leen la Biblia y cantan himnos religiosos. El templo es sencillo, sin imágenes sagradas ni cruces, con dos sectores a ambos lados del púlpito, uno donde se ubican los hombres y en el otro las mujeres.

Su creencia en la esencia del ser y no del tener, cuyo fundamento bíblico es “vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos”, ”sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. ” (1 Pedro 3: 3, 4), define el modo de vida que se refleja en la austeridad de sus viviendas y el mobiliario (Figura 6). Si bien se destacan la limpieza y la blancura de paredes y cortinas no existen cuadros ni otro tipo de adornos; tampoco utilizan luz eléctrica como medio de iluminación en la casa, aunque si usan grupos electrógenos en los lugares de trabajo.

Cada vivienda está rodeada por cercos de vegetación arbustiva y grupos de árboles en especial eucaliptos, acacias y pinos; tiene anexado, además, el granero donde ordeñan y están las aves de corral, una huerta con producción de diversas hortalizas y plantas frutales, a cargo de las mujeres, a continuación cultivos de cereal y pasturas completan la estructura de propiedad familiar. 

Figura 4. Estructura interna de la Colonia Menonita Nueva Esperanza.
Fuente: Realizado por un colono menonita.

 

Figura 5. La iglesia: lugar de oración, confesiones públicas y encuentro social.
 Fuente: Tomada en el terreno, noviembre de 2002.

 

 

Figura 6. La vivienda menonita: pulcritud, solidez y ausencia de ornamentación.
Fuente: Tomada en el terreno, noviembre de 2002.

Los niños concurren a la escuela hasta los trece años, estudian lengua, matemática en especial medidas métricas y religión; leen la Biblia en alemán antiguo y hablan un dialecto, el mushk, mezcla de este lenguaje y holandés. Otras de las actividades escolares es el canto de salmos religiosos y cada escuela tiene su coro. La escuela (Figura 7) presenta la misma sencillez que viviendas e iglesias.

En el interior de la colonia múltiples calles de tierra facilitan la intercomunicación entre los distintos sectores. Utilizan carruajes singulares llamados boogies o calesas tirados por caballos cuya circulación permanente llama la atención al visitante tanto como los tractores desprovistos de cubiertas de goma (Figura 8). La fluida circulación de los primeros muestra la intensidad de los vínculos que se entablan entre las familias; existen dos versiones sobre la carencia de gomas en los tractores: algunas personas de localidades vecinas afirman que lo hacen para impedir que los jóvenes se alejen de la colonia mientras los colonos sostienen que se debe a una cuestión de economía pues existe amplia libertad para entrar y salir del lugar.

 

Figura 7. La escuela: alemán antiguo, matemática y salmos religiosos.
Fuente: Revista Nueva, julio 1998.

 

 
 
Figura 8. Antiguos carruajes y tractores típicos de Nueva Esperanza.
Fuente: Tomadas en el terreno, noviembre de 2002.

 

Productores pampeanos-productores menonitas. Comportamiento, formas de apropiación y utilización del espacio

El estudio del comportamiento de los grupos humanos, en este caso productores, reviste importancia porque tiene connotaciones manifiestas en la organización del espacio y crea las diversas formas que configuran el paisaje. En este contexto, se considera primordial analizar las relaciones que las personas entablan desde lo económico, social, comercial o institucional, los motivos que los impulsan a adoptar determinada estrategia de producción y comercialización pues cada una de estas decisiones deja su impronta en el paisaje. Al respecto, interesa conocer las formas de tenencia de la tierra y la toma de decisiones al momento de seleccionar las actividades a realizar y tipo de tecnología a incorporar. 

En el caso de los productores pampeanos, R. Gaignard (1989: 44) elaboró hace más de diez años una opinión sobre su comportamiento que tiene plena actualidad, “su orientación especulativa entre el ganado y la cosecha está signada por la variación de los precios y los ciclos climáticos”. Asimismo, Marcelo G. Posada (1995: 94-95) sostiene que los objetivos perseguidos en la Región Pampeana destacan:

el concepto de estrategias productivas[10] [...] estimamos más acorde identificar, dadas las pruebas empíricas, un patrón general de comportamiento racional que busca la ganancia capitalista combinada con la minimización de los riesgos, pero que posee una amplia gama de posibilidades para alcanzarla, o al menos, tratar de hacerlo.

Un estudio realizado con productores de esta región –del cual se infieren características representativas de este sector que pueden aplicarse a los productores del área de Guatraché- permite reafirmar estas aseveraciones. La investigación muestra el interés de los mismos por dedicar sus esfuerzos a cultivar o realizar actividades ganaderas –cría, invernada– acorde con las características del área donde se localiza la explotación, guiados por diversos motivos.

Al estimar las particularidades de la empresa agropecuaria se considera, en primer lugar, el promedio de tierras destinadas a ganadería o agricultura extensiva, observándose un leve predominio de las primeras (Figura 9). En relación con la tenencia de la tierra (Figura 10) se advierte que el 79,2 % de los entrevistados son propietarios que en un 43,3 % no viven en la explotación y ningún administrador reside en ella. Con respecto a encargados y arrendatarios, los primeros son los que presentan mayor porcentaje de residencia en las mismas.

 
Figura 9. Destino de las tierras, 1998-2000.
 
Figura 10. Tenencia de la tierra y lugar de residencia, 1998-2000.
Fuente: Elaborado sobre la base de encuestas realizadas durante 1998-2000.

Con relación a los vínculos tecnológicos e institucionales una amplia mayoría destaca  la facilidad que tienen para acceder a adelantos tecnológicos y que, además, reciben asesoramiento profesional no obstante muy pocos señalan que tienen apoyo del Gobierno (Figura 11). Las Instituciones que nombran –se incluyen Asociaciones y Cooperativas– son diversas: AAPRESID (Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa), Asociación de Ganaderos de la Provincia de Buenos Aires, Bolsa de Cereal,  FAA (Federación Agraria Argentina), Productores Rurales, Cambio Rural, entre otras.

Figura 11. Vínculos tecnológicos institucionales, 1998-2000.
Fuente: Elaborado  sobre la base de encuestas realizadas durante 1998-2000.

Los procesos de decisión abarcan, entre otros, los motivos que los llevaron a radicarse en el lugar  (Figura 12). Los productores expresan de manera paradójica –si se considera su comportamiento orientado a maximizar beneficios– que las principales causas de radicación las constituyen los lazos familiares seguidas por la herencia, anteponiéndolas sobre las razones económicas.

Figura 12. Motivos de radicación de los productores, 1998-2000.
Fuente: Elaborado sobre la base de encuestas  realizadas durante 1998-2000.

Desde la perspectiva de los productores menonitas sus comportamientos y toma de decisiones están regidos por motivaciones y normas acordes con los preceptos religiosos, las tradiciones y un sistema de valores que desmitifica el progreso como fin de la sociedad. Están organizados en una “colonia” conformada por granjas comunitarias; las actividades principales son el cultivo de cereales y el tambo y como derivación de éste último algunos colonos han incorporado la fabricación de quesos que comercializan en los almacenes de la colonia, en las mismas queserías y en localidades vecinas con la modalidad de venta casa por casa. El carácter cíclico e incierto en el rendimiento de los cultivos –y la crisis que atraviesa el país- los ha llevado a incorporar actividades alternativas tales como industrias artesanales –fábricas de elementos para apicultura y silos, metalúrgica, carpintería, tapicería, talabartería- cuyos productos comercializan dentro y fuera de la colonia; poseen instalaciones para la prestación de servicios relacionados con la actividad rural que desarrollan –rectificadora, electricista, moledora y tornería- y comercios tales como ferretería, almacén  y tienda (Figura 13).
 
Tarros lecheros e interior de la quesería

 
Almacén de ramos generales   Carpintería

Figura 13. Las pequeñas industrias y comercios de la colonia.
Fuente: Tomadas en el terreno, noviembre de 2002

Todos los colonos deben realizar tareas en el tambo y cultivos de cereales y forraje; algunos de ellos suman a estas labores cotidianas funciones ad honorem en el gobierno, en las escuelas, en las iglesias o poseen comercios e industrias. Las mujeres participan también en el tambo, se ocupan de la huerta y se dedican a confeccionar la vestimenta, fabricar dulces, masas y panes además de las tareas inherentes al hogar. Muy pocas de ellas hablan español, lenguaje utilizado por los hombres por su necesidad de comerciar y relacionarse fuera de la colonia ya que en ellos recae la toma de decisiones con respecto a las estrategias productivas y los vínculos institucionales a establecer. Dos entrevistas reafirman esta aseveración  (Figura 14).

Con respecto a la tecnología, muestran poco interés por aplicar los avances tecnológicos o asesoramiento de instituciones científicas; fabrican sus propias herramientas y se limitan a  utilizar tractores, adaptados con las características expuestas en párrafos anteriores. La actividad industrial puede definirse como artesanal, con empleo de muy poca maquinaria y es en este único ámbito donde usan la electricidad.

Pedro, 59 años, casado 

- ¿A qué hora se levanta?

-    Uy!!! Muy temprano, con el sol porque hay que ordeñar las vacas. A las cinco treinta pasa carro de la quesería.

-    Y después ¿qué hace?

-    De todo. Hay que trabajar porque sino uno no come. Arar, sembrar, cuidar las vacas, pastorearlas, moler el pasto, arreglar el molino, también tengo carpintería y hago muebles a quien me lo pide.

-    ¿A qué hora se acuesta?

-    Después de cenar, 10 de la noche. A veces antes, a veces después.

-    ¿En qué varía el horario?

-    No, si es calor o es frío.

-    ¿Tiene empleados en su carpintería?

-    No (se ríe). Acá trabajan los chicos míos así aprenden, cuando son grandes hacen lo mismo y hay más plata en casa, porque no alcanza sólo con la tierra si tenés poca.

-    ¿Cuántas hectáreas tiene Ud.?

-    No más 38. tengo muy poquito y 17 vacas.

-    ¿Cuántos hijos tiene?

-    Muchos, los que Dios mandó. Todos sanos y trabajadores. Algunos casados y con hijos.

 

Margarita, 17 años, soltera

-    ¿A qué hora te levantás?

-    Temprano, ayudo a ordeñar las vacas.

-    Y después ¿qué hacés?

-    Desayunamos con todos mis hermanos y mis papis, trabajamos toda la mañana hasta el almuerzo, 11 horas y seguimos trabajando.

-    ¿Tenés algún trabajo específico para vos por tu edad o por ser mujer?

-    Yo hago todo con la mami, cosemos, lavamos, planchamos, hacemos crema y manteca, dulces y toda la huerta nosotras.

-    ¿Todos los días?

-    Sí. No los domingos, vamos a misa y después paseamos.

-    ¿Dónde vas a pasear?

-    A la casa de una amiga o prima, nos juntamos a charlar.

-    ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

-    Cocinar la comida, el pan y las tortas.

Figura 14. Testimonio de dos miembros de la colonia Menonita Nueva Esperanza.
Fuente: Entrevista realizada por Claudia Eberle a dos integrantes de la colonia

La comparación de los dos modos de entender la relación sociedad-naturaleza y la utilización de los recursos permite comprender las formas de apropiación y organización del espacio como así también  los paisajes resultantes. Es posible, entonces afirmar que el modelo agropecuario tradicional pampeano producto de una lógica de mercado capitalista y agroexportadora -cuyo patrón espacial está conformado, en general, por vastas superficies ocupadas por grandes explotaciones con predominio de cultivos extensivos de cereales y ganadería extensiva de cría e invernada, en muchas ocasiones arrendadas, donde en la actualidad gran parte de propietarios y arrendatarios no residen en los establecimientos rurales- es interrumpido en el departamento de Guatraché por la inserción de un modelo de organización social y productiva definido por pautas religiosas conservadoras y de índole comunitaria que configura un patrón parcelario con múltiples subdivisiones de la tierra, incrementadas por la tradición familiar de dotar de tierras a las nuevas parejas o por la dinámica migratoria. Espacio que sustenta una forma de explotación intensiva, con mano de obra familiar, diversidad de actividades que incluyen cultivo de cereales, tambo, granja, huerta frutihortícola y la particularidad de albergar una industria artesanal y limitada a pocos rubros. Posee, asimismo, una estructura de circulación interna formada por numerosas calles que comunican e interrelacionan “campos”, parcelas, viviendas, industrias artesanales, almacén, escuelas e iglesias distribuidos en forma dispersa sin llegar a constituir un núcleo concentrado como los tradicionales pueblos rurales pampeanos. A manera de síntesis se presenta un paralelo entre las principales características de ambos modelos (Figura 15).

Figura 15. Distintas formas de producción-paisajes diferentes

 

Reflexiones finales

A manera de síntesis, queremos trasmitir las sensaciones que nos provoca transitar por la colonia. El lugar nos hace pensar en las palabras de Beatriz Sarlo (1994: 18 y 21) cuando se refiere al shopping como un “proyecto premonitorio del futuro”, caracterizado por la extraterritorialidad y ahistoricidad que lo define, donde el espacio difiere en su diseño con el de la ciudad inmediata y cambia la percepción del tiempo  

“como una nave espacial, el shopping tiene una relación indiferente con la ciudad que lo rodea: esa ciudad siempre es el espacio exterior...  En el shopping no sólo se anula el sentido de orientación interna sino que desaparece por completo la geografía urbana”.

Del mismo modo, aunque en un sentido opuesto, en la colonia también la noción de tiempo y espacio en relación con el entorno cambia: las vestimentas, las viviendas, los carruajes, las calles y la estructura y organización interna nos retrotraen a un paisaje medieval, impuesto –como una cápsula- en el homogéneo entorno rural en el cual está inmerso resultado, este último, de un proceso histórico propio.

Sin embargo, cabe destacar que la importancia de las migraciones religiosas y las transformaciones del espacio no se agotan con el estudio del paisaje. Una segunda etapa, en la cual estamos abocadas, busca conocer y comprender las redes de relaciones derivadas de los lazos que los integrantes de esta comunidad entablan con las poblaciones vecinas, tanto los vínculos de amistad como los comerciales e institucionales y dar respuesta a diversas dudas que nos planteamos: ¿podrá esta comunidad mantener intacta su identidad?, ¿sus representaciones y vínculos culturales seguirán asociados a la Holanda medieval o nuevos íconos pertenecientes al lugar elegido irán lentamente impregnando su legado religioso tan afanosamente preservado? 

 

Notas

[1]   Claudia Eberle es Profesora de Enseñanza Primaria y está abocada al estudio de la religión y cultura Menonita en especial en la Colonia Nueva Esperanza de Guatraché.

[2]   El comportamiento de los agricultores en un vasto sector de la Región Pampeana ha sido desarrollado por Silvia Santarelli en su tesis doctoral: Relaciones espaciales entre el sistema de transporte de cereal y el agrícola en la provincia de Buenos Aires, este de La Pampa y sur de Santa Fe. Los S.I.G. en el estudio del transporte ferroviario de carga de cereal.

[3]   En el año 1883 el Ferrocarril del Sud construye las vías Ayacucho–Tandil, Azul–Olavarría y en 1884, concluida la Campaña del Desierto, General Lamadrid–Bahía Blanca (Cuccorese H. J., 1969: 43).

[4]   En esa época la instalación de los puertos se asociaba directamente del ferrocarril, en este sentido “en 1895 el sistema ferroviario valorizó a tres puertos: Bahía Blanca, Buenos Aires y Rosario y –sobre ellos– se estructuró la red” (Roccatagliata J. A., 1998: 260).

[5]   La Dirección Nacional de Vialidad, creada por Ley en 1932 fue la encargada de manejar el capital que “desde 1908 hasta 1930, los ferrocarriles depositaron para el fondo de caminos unos $ m/n. 70.000.000 (tres millones por año” (Cuccorese H. J. 1969: 131).

[6]   En 1924 “se radica Fevre y Baset como representantes de Dodge Chrysler”. En 1930 “Good Year comienza a fabricar neumáticos en el país” (Roccatagliata J. A., 1987: 45,  A.  Aguirre).

[7]   Este mapa es el resultado del procesamiento de las imágenes satelitales –PROATLAS–CONICET años: 1988-1989, 1989-1990, 1990-1991 y 1995-1996– e indica el gradiente de predominio de uso agrícola–ganadero.

[8]   No existe un registro exacto dentro de la Colonia. Cuando se les solicitan datos, por lo general, responden: “más o menos”, “alrededor”, pues toda la información entre los miembros de la comunidad es de trasmisión generacional y oral.

[9] Los datos del último Censo Nacional de Población, 2001, indican que integran esta colonia 1278 habitantes.

[10] El autor transcribe la definición de estrategias productivas (Posada M. G., 1995: 86-87) que J. Sábato realizara en 1982: “lo que éstos persiguen no es sólo la maximización de la tasa de ganancia basada sobre un producto o una actividad, sino que lo que desean es la optimización de la tasa de ganancia del total de la explotación, minimizando –simultáneamente– los riesgos”. Se refiere al texto de Sábato, Jorge, 1982, “Riesgo y adopción de tecnología en el agro. Construcción de un modelo”, en La clase dominante en la Argentina moderna, Buenos Aires, GEL, 211-242 pp.

 

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Ficha bibliográfica:
SANTARELLI, S. A., CAMPOS, M. M., EBERLE, C.B. Migraciones religiosas, espacio geográfico y paisaje. Colonia Menonita Nueva Esperanza, La Pampa, Argentina. Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de octubre de 2003, vol. VII, núm. 150. <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-150.htm> [ISSN: 1138-9788]

 
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