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Nova REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. VII, núm. 146(121), 1 de agosto de 2003 |
NORDELTA – CIUDAD CERRADA. EL ANÁLISIS DE UN NUEVO ESTILO DE VIDA EN EL GRAN BUENOS AIRES
Nordelta – ciudad cerrada. El análisis de un nuevo estilo de vida en el gran Buenos Aires (Resumen)
El sistema urbano de Buenos Aires se ha visto sometido a un proceso de transformaciones estructurales tan profundo que ha supuesto una ruptura con las pautas tradicionales de expansión urbana. Cabe señalar que la reconfiguración urbana a partir de 1990 se efectuaba a través de enclaves insulares y cerrados, orientados hacia adentro y separados del espacio público por medidas de seguridad y control. Como exponente de estos cambios, los Barrios Privados del Gran Buenos Aires ya se extienden en un espacio de 500 km2, equivalente a dos veces y medio la superficie de la parte central de la metrópoli, la Capital Federal. En este artículo se analiza el estilo de vida en los nuevos enclaves urbanos a través de entrevistas biográficas efectuadas en Nordelta, el proyecto inmobiliario más grande de Buenos Aires; una ciudad privada que – una vez terminada – tendrá 80.000 mil habitantes y toda la gama de servicios urbanos.
Abstract
Buenos Aires urban system has been subject of major structural transformation processes which are creating a break with traditional urban expansion rules. From 1990 on, the urban reconfiguration has been carried out through insular and closed developments, which are inward oriented and separated from public spaces via security and control measurements. To emphasise one of these elements, pointing out that gated communities in Greater Buenos Aires already extend over 500km2, which is equivalent to two and a half times the surface of the Capital Federal; the central part of the metropolitan area. This paper analyses the lifestyle in these new urban zones through biographic interviews done in Nordelta; the largest real estate project of Buenos Aires. Once fully developed, this private city will count on 80.000 inhabitants and offer them a whole array of urban services.
Nordelta, el emprendimiento inmobiliario más grande de la historia argentina, se podría caracterizar como el conjunto de una veintena de Barrios Privados con una infraestructura común que supera todo lo conocido en las urbanizaciones privadas del espacio suburbano de Buenos Aires: Nordelta abarca un espacio de 1.600 hectáreas; tiene sus propias escuelas y centros de educación terciaria, espacios recreativos, áreas comerciales (hípermercados y shopping center), oficinas, centros médicos y culturales (Janoschka 2002a). Nordelta, ubicado a treinta kilómetros de distancia del centro de la urbe, tendrá su propia autopista de acceso e incluso dos estaciones de tren que lo comunicarán directamente con el resto de la metrópoli y sus 13 millones de habitantes. Pero cabe señalar que Nordelta, diseñado para dar espacio de vida a más de 20.000 familias, es decir unos 80.000 habitantes, es mucho más que el mero conjunto de los “insumos” mencionados. Mencionando palabras del programa de marketing de esta ciudad privada, comercializada bajo el nombre de Ciududpueblo, es “el camino para vivir mejor” (Nordelta 2002). Este emprendimiento que está separado herméticamente del resto de la vida urbana por el servicio de seguridad privada y un permanente sistema de control por cámaras, es la perfección de un estilo de vida que se masificó a partir de los años 1990 en Buenos Aires. Aquel nuevo estilo de vida, producto de la nueva formación económica, rompe claramente con las tradicionales pautas de estructuración urbana, que caracterizaron a Buenos Aires a lo largo de la mayor parte del siglo XX.
Este artículo refleja la difusión masiva de urbanizaciones cerradas como ejemplo de las “islas modernizadas” a través de un análisis de las transformaciones económicas y urbano-regionales en Buenos Aires. Para ello, se hace énfasis en tres niveles analíticos importantes por el desarrollo de más de 400 Barrios Privados en el espacio suburbano ( Janoschka 2002b) y más de 100 condominios de altura en áreas centrales de la ciudad ( Tella y Welch Guerra 2002): Por un lado se trata de las bases económicas para todo el desarrollo urbano, es decir las transformaciones a nivel macro-político que tienen su influencia en el espacio urbano. Por otro, es necesario cambiar también la escala y analizar el rol de la actividad o pasividad de los agentes del sistema estatal de planificación urbana y regional. A parte de esto evaluamos los procesos de transformación cultural de los individuos involucrados en aquellas transformaciones espaciales. Los resultados, que derivamos de entrevistas biográficas con habitantes de Nordelta, apoyan la hipótesis mencionada en estudios europeos (Dematteis 1998) que vivimos una transformación del modelo de desarrollo urbano europeo-mediterráneo. Con la desregulación estatal y el aumento significativo del flujo de bienes e innovaciones se impone un modelo de expansión global-norteamericano (Borja y Castells 1998).
Transformaciones políticas y urbanas en Buenos Aires a partir de 1990
En los años de máxima expansión, el desarrollo urbano de Buenos Aires se caracterizaba en primer lugar por la planificación estatal y la consolidación de las infraestructuras públicas (Gorelik y Silvestri 2002). El sistema de la cuadrícula era tanto un proyecto público como la escuela gratuita que igualaba diferencias sociales y era un aspecto decisivo con respecto a las posibilidades de ascenso social en un sistema integrativo (Gorelik 1998). Esta fase de desarrollo de la sociedad argentina y la ciudad de Buenos Aires está fuertemente relacionada con la inmigración europea y la adaptación de conceptos de vida del viejo continente. A lo largo de muchas décadas del siglo XX, una buena parte de los ciudadanos de toda América Latina concentraba su añoranza del pasado europeo en el espejismo de la Buenos Aires europea, que muchos llamaban “la París sudamericana” – a su vez, el modelo argentino era un fenómeno único en América Latina.
La literatura argentina también ha contribuido a la difusión del mito europeo de Buenos Aires. El modelo urbano – muy parecido al antiguo modelo mediterráneo (Dematteis 1998) – se caracterizaba por la concentración de funciones urbanas en lugares céntricos y el desarrollo de áreas de esparcimiento rural en zonas fuera de lo que luego se llamará Conurbano. En esta época y hasta hace pocos años, la población educada y cualificada mostraba un fuerte desprecio por lo que hoy llamamos suburbano. En este sentido, la dicotomía “urbano-suburbano” es la continuación moderna de la contradicción marcada en los clásicos argentinos entre ciudad y campo, entre centro y periferia, que ya Sarmiento expresó como contradicción entre civilización y barbarie: la ciudad como el centro y la civilización (Lojo 1997). La construcción del mito urbano se refleja también en la literatura de Jorge Luis Borges, por ejemplo si tomamos las descripciones y el análisis de las más pequeñas estructuras, los tranvías y los barrios de la Capital Federal. Como convencido hombre urbano, Borges despreciaba la vida rural y todavía más el suburbio ( Capel 2001). La ciudad es igualada en la prosa con la cultura, la democracia y el progreso (Capel 2001). Esto se observa también en las letras de los tangos. También en esas piezas la vida urbana y cultural de la Capital Federal, los innumerables cafés y la vida pública se contrapone con oscuras palabras referidas a la incivilizada vida suburbana. Esta percepción se acerca a la derivación original del término “suburbano”: una descripción de sub-standard del aislamiento físico y social, de sub-urbanismo, afuera y jerárquicamente debajo de la ciudad. En resumen, el concepto original se refiere a la separación física de los suburbios de la ciudad pre-industrial (Bourne 1996). Ese significado negativo está presente aún en Buenos Aires a través de la descripta creación del mito y las reales diferencias socioeconómicas.
Hoy en día se ha terminado la fase de desarrollo urbano homogéneo que llevaba a una estructura urbana con la Capital Federal como gran isla de riqueza frente a los suburbios pobres. El modelo económico argentino de mediados del siglo XX, basado en la plusvalía de las exportaciones del sector agropecuario y de la industrialización substitutiva de importaciones, había entrado en crisis a partir de los años sesenta del siglo pasado. En este sentido, aquella crisis era lo que se conocía como crisis de la formación fordista en los países centrales. Algunas consecuencias de las transformaciones económicas fueron una mayor integración económica y el auge espectacular del comercio internacional mediante la reducción de barreras impositivas. Es cierto que el modelo argentino no solamente entró en crisis, sino que el país cada vez tenía menos ventajas comparativas con el resto del mundo debido a una creciente reducción de la competitividad de sus productos en el mercado mundial (Sangmeister 2002).
Si analizamos el desarrollo urbano en las condiciones de transformación económica, es cierto que el régimen militar a partir de 1976 se puede interpretar como el corte central con una tradición europea y con el sistema equitativo que se había producido en las décadas anteriores. A su vez, las consecuencias del abandono del modelo, se hacen cada vez más visibles a partir de los años ochenta y sobre todo después del establecimiento del sistema de la economía dolarizada en 1991. Argentina se sometía a un régimen que modernizaba la economía a través de inversiones extranjeras directas. Las consecuencias de la importación de capital también llevaban a una importación de nuevos valores y estilos de vida, a su vez directamente relacionado con la producción de los espacios urbanos. La formación económica neoliberal encuentra en la ya dividida y segmentada sociedad urbana un campo ideal de implementación. Y a su vez, la actuación del estado apoya la nueva configuración en algunos de los aspectos centrales: La planificación y la política urbana pasa de actuar con fines de establecimiento de un equilibrio territorial y social al desarrollo de proyectos en un sistema de cooperación publico-privado. A su vez, el Estado adapta la estrategia de agentes privados de desarrollo urbano y se concentra en objetos solitarios que se pueden desarrollar con ganancias económicas.
Una consecuencia aceptada de esta estrategia son procesos de “filtering-down” de áreas grandes hasta barrios enteros, por ejemplo en áreas industriales abandonadas en ubicaciones semi-centrales (Janoschka 2002d). La dolarización y la liberalización del comercio exterior pusieron a gran parte de la industria nacional en una posición de inferioridad frente a la competencia extranjera, hecho que se documenta en un rápido cambio estructural que va más allá de la mera terciarización de la economía; los complejos industriales tradicionales son en los años noventa las áreas urbanas más fuertemente afectadas por la decadencia y la desindustrialización. En el transcurso de las dos últimas décadas, la ocupación industrial se redujo en un veinte por ciento en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Pero en los sectores de ocupación industrial tradicionales de la parte sur de la Capital Federal (La Boca, Barracas) y en los partidos del sur del conurbano como Avellaneda, Lanús y Quilmes, la cantidad de trabajadores industriales descendió más del 40 por ciento (Kosacoff y Ramos 2001). Frente a esto, aquellos partidos periféricos, por ejemplo Pilar, en los cuales se produjo un asentamiento industrial de capitales extranjeros (en grandes parques industriales), no se vieron afectados por la pérdida de puestos de trabajo industrial en su totalidad (Russo 2001). Pero a pesar de esto, también se realizó en estos partidos una reestructuración de ciertos sectores de la actividad industrial. Por un lado están los antiguos sitios de producción en los ejes de expansión tradicional en decadencia, y por otro lado están las áreas industriales nuevas que siguen la lógica postmoderna, funcional y espacialmente separadas de ellos (Kosacoff y Ramos 2001). Blanco (1996, p.10) sostiene que en el caso de Buenos Aires, esa "nueva" industrialización en las afueras de la ciudad está muy relacionada con la integración regional del MERCOSUR y la expansión del mercado.
Paralelamente al abandono de grandes áreas en ubicaciones semi-centrales, el nuevo ciclo económico llevó a cabo medidas de revalorización urbana en lugares anteriormente “olvidados” en o al lado del mismo centro urbano funcional (CBD). A diferencia de otras metrópolis del continente (Mertins y Müller 2000), se observa en Buenos Aires una persistencia espacial del CBD. La necesidad de superficies adicionales de oficinas para la expansión de la city – producto y expresión del aumento de empleos en el sector terciario – fue cubierta por nuevos proyectos inmobiliarios en ubicaciones centrales y en directa vecindad con la city tradicional (Ciccolella 1999). Cabe señalar la puesta en función de torres en la zona de Catalinas Norte (colindante con la city) y en primer lugar el antiguo Puerto Madero. Este sitio, tierra de nadie en plena decadencia durante décadas, se incluyó en el proceso de ampliación de la city. En el estilo y según el ejemplo de otros Waterfront Developments realizados mundialmente, los viejos edificios portuarios fueron renovados cuidadosamente y completados con edificaciones nuevas. Además se le dio importancia a una mezcla de superficies de oficinas, de usos residenciales, y de ofertas de esparcimiento (Consultores Europeos Asociados 1990). Puerto Madero debe ser señalado como uno de los pocos ejemplos exitosos del planeamiento y el desarrollo urbano de los años noventa, dado que se logró revitalizar un espacio antes inutilizado a través de la renovación de antiguas áreas de recreación y esparcimiento en medio del área central de la ciudad. Todas las clases sociales ocupan físicamente este espacio público. Ambas ampliaciones de la city mencionadas, se encontraban considerablemente en condiciones de absorber la creciente demanda de espacios de oficinas. Los procesos de suburbanización del sector de oficinas aún poseen en Buenos Aires el valor de la escasez (Janoschka 2002c).
Otro aspecto de la transformación urbana aparece en el sector comercial. Dentro de la Capital Federal y en lugares centrales del Conurbano se da una alta concentración de negocios en ubicaciones integradas urbana y espacialmente con fachada directa a la calle. Las necesidades diarias pueden cubrirse a pie. Junto a los supermercados, la imagen típica de los barrios tradicionales la dan, sobre todo, los comerciantes minoristas independientes como carniceros, panaderos, vendedores de pastas frescas, y verduleros / fruteros, kioscos y pequeños bares. Los ilimitados horarios de atención de los comercios conducen a que también los empleados puedan solucionar las compras para sus necesidades diarias espontáneamente. La estructura comercial descentralizada llena las calles y aceras de vida; los negocios son puntos de encuentro de la interacción social, así como también de mutuo conocimiento de los vecinos. Y también la necesidad periódica es resuelta en el espacio urbano. Las Avenidas, arterias de transporte, cubren las necesidades periódicas concentrando la mayor parte de los comercios.
De cierto modo, las inversiones masivas en formas consumo estandarizadas, como cadenas internacionales de supermercados e hipermercados con una oferta similar a toda la gama de productos que se encuentran en un barrio entero transforman la mencionada estructura. Las intervenciones en la Capital Federal se concentraban en el establecimiento de grandes shopping center que se ubican en lugares de alta centralidad y en varios casos (Galerías Pacífico, Abasto) restauran y se transforman los usos comerciales de viejas galerías de comercios o mercados. En parte, como sucede en el cambio de funciones del antiguo mercado central del Abasto, las inversiones privadas se encuentran en una vinculación más grande con la creación de complejos vigilados de vivienda. La creciente festivalización de la ciudad ocurre entonces en medida creciente bajo el ojo vigilante de los inversores privados.
Por otro, la difusión del concepto del supermercado o hipermercado se amplía al Gran Buenos Aires entero. Es decir que se observa una creciente estandarización del sistema de compras en todas las esferas sociales. Un tercer aspecto de alto impacto homogeneizante es la habilitación de espacios en ubicaciones suburbanas mediante la construcción de infraestructuras comerciales completas, que se dirigen a las necesidades de las capas medias y altas. La combinación del shopping center, es decir de un “Paraíso de Compras” al estilo norteamericano con un urban entertainment center de diseño exclusivo con cines, restaurantes, bares y discotecas, posibilidades deportivas y de entretenimiento, etc., así como también el servicio de seguridad privada, que es común tanto a los parques temáticos urbanos como a los suburbanos, sirve a la exclusión psicológica de las capas sociales económicamente más débiles. En los centros comerciales suburbanos encontramos una exclusión adicional de todas las capas de la población más pobres, que tradicionalmente habitan los espacios suburbanos además, a través de la posibilidad de acceso exclusivamente por medio del automóvil (Ciccolella 1998, Sassano 2001).
Estos desarrollos solamente eran económicamente posibles por una inversión previa que se puede destacar como el factor espacial primario y más importante para todo desarrollo metropolitano desde el inicio de la producción espacial mediante principios neoliberales: Se trata de la privatización y concesión de la red de autopistas metropolitanas (Janoschka 2002d) en un área metropolitana uninuclear donde hasta hace diez años la gran mayoría de los empleados viajaban en transporte público al trabajo (Cebrián y Igarzabal 1999). Hasta los años ochenta la falta de inversión en la estructura vial del Gran Buenos Aires ha sido una de las limitantes que frenó la suburbanización de las clases pudientes (Wilhelmy y Borsdorf 1984; Gilbert 1998), la construcción y ampliación de dichas arterias viales promueve ahora las transformaciones a nivel metropolitano. En el caso de Buenos Aires, se realizaron inversiones de un monto de alrededor de 3,5 mil millones de dólares en la renovación y ampliación a gran escala de los caminos de tránsito. Esto constaba en parte de construcciones nuevas, pero sobre todo se realizaron reformas, es decir se mejoraron cualitativamente arterias de tránsito ya existentes (Blanco 1999). Por ejemplo, algunas partes del Acceso Norte se ampliaron de cuatro a dieciséis carriles.
En consecuencia, el tiempo de viaje desde lugares periféricos como Pilar se redujo de más de una hora a menos de treinta minutos. Esta inversión en la infraestructura hizo posible un proceso de suburbanización de gran índole y gran impacto espacial: la expansión masiva de los complejos vigilados de vivienda suburbana. Los Barrios Privados tienen una gran cercanía espacial a las salidas de la autopista. Para sus habitantes y desde la separación espacial de las funciones “vivir” y “trabajar” surge la necesidad del acceso rápido y eficiente al centro de Buenos Aires que sigue concentrando gran parte de la actividad laboral.
En el transcurso de los años noventa, los complejos de vivienda privada en el espacio suburbano se transformaron en un fenómeno de masas. Para el año 1999 se estima una cantidad de entre 300.000 y 500.000 habitantes dentro de los Barrios Privados (Ciccolella y Mignaqui 1999) que corresponde aproximadamente con datos propios (Janoschka 2000, 62). Con 500 km2, los vecindarios de acceso restringido alcanzan una superficie que no sólo se multiplicó por quince desde 1991, sino que también es dos veces y media más grande que la Capital Federal con sus alrededor de tres millones de habitantes. Si recordamos el esquema de difusión de Hägerstrand (1968) y algunas de sus aplicaciones en la geografía humana (Haggett 1991), se puede ordenar el desarrollo de los Barrios Privados en Buenos Aires mediante las siguientes etapas:
1. Hasta mediados de los años noventa tuvo lugar una urbanización de parcelas pequeñas y en lo más posible cercanas al Acceso Norte, en aquel momento en construcción. Cuanto más cercana fuera su ubicación espacial a las áreas residenciales de las clases altas dentro de la Capital Federal (Belgrano) y a los lindantes distritos de Vicente López y San Isidro, mejor podían ser comercializados estos proyectos. A los clientes, ese espacio suburbano todavía les parecía lejos, de manera que no se aceptaron distancias mayores a los 25 kilómetros del centro de la ciudad, es decir a pocos kilómetros del lugar de vivienda anterior (Janoschka 2002c). Distancias mayores se asociaban todavía al viejo modelo de expansión periurbana, es decir con casas de fin de semana. Los actores del sector inmobiliario son en primera línea empresas locales y pequeñas, hasta propietarios de un terreno que se subdivide.
2. Entre los años 1995 y 1998, el mercado de tierras y el espectro de productosse diferenciaron a la par que los Barrios Privados se transformaron en un fenómeno de masas. Al comienzo se concentraron todavía más del 90 por ciento de todos los establecimientos nuevos a lo largo del eje del Acceso Norte. Pero el fenómeno se expandió de manera creciente también a otras áreas, por ejemplo al eje oeste y a la región del sur. Además, creció sustancialmente la distancia de numerosos Barrios. Los compradores aceptaron distancias de entre 40 y 70 kilómetros del centro de la ciudad, y de esta manera, el borde de asentamientos de fin de semana sobrepasó incluso el límite de los 100 kilómetros. En esta fase, el boom inmobiliario se ve acompañado por una creciente profesionalización de los agentes. Es decir que son algunas empresas inmobiliarias de Buenos Aires las que conducen el proceso. El partido de Pilar se convirtió en un polo de concentración, más de 130 Barrios Privados, es decir, uno de cada cuatro, se encuentran en este partido anteriormente semirural. La consecuencia es que hoy en día, casi el 30 por ciento de la superficie del Partido es de acceso restringido al público (Janoschka 2002c). La población de Pilar aumentó en los últimos diez años de alrededor de unos 135.000 a casi 230.000 habitantes (INDEC 2002).
3. A pesar de la recesión existente desde 1998, el proceso ganó en dinámica incluso hasta fines de 2000. Después de que anteriormente se comercializaran alrededor de 30 Barrios nuevos por año, esta cifra saltó a más de 50. A esto se le suma que desde 1993 la cifra promedia de unidades habitacionales por barrio aumentó considerablemente (Landa 2000). Además, empezaron a desarrollarse los megaemprendimientos, que son mayores a 2.000 unidades de vivienda. Consecuentemente se desarrolla una concentración en el sector inmobiliario y una profesionalización del sistema de marketing estratégico. Aparte, entran con algunos megaemprendimientos compañías internacionales al mercado.
4. Desde comienzos de 2001, el mercado se caracteriza por una alta sobreoferta, mientras que debido a la profundización de la crisis, el volumen de las transacciones tiende a cero, en especial durante la fase de congelamiento de los depósitos en las cuentas bancarias (Corralito) entre diciembre de 2001 y diciembre de 2002. En los últimos meses, se observa un nuevo auge de ventas en el mercado, pero debido a la sobreoferta han caído fuertemente los precios de los terrenos. Actualmente no se desarrollan nuevos Barrios Privados.
El papel de la planificación urbana estatal frente al boom de los Barrios Privados
El análisis de un fenómeno de tal magnitud como es la proliferación de los Barrios Privados en Buenos Aires debería realizarse mediante una evaluación de las bases legales y el rol de la planificación urbana, siendo conscientes de la poca relevancia que tiene el sistema y el contenido legislativo en la legitimación las actuaciones políticas en América Latina (Garzón Valdés 1994: 53). En este sentido, se observa que todo sistema de la planificación urbana en Argentina es históricamente débil y se puede caracterizar mediante el término “laissez-faire”. Las excepciones de intervenciones estatales eran y son pocas y puntuales. A esto hay que añadir el considerable retraso temporal en la adopción de ideas urbanísticas modernas. La creciente brecha de desarrollo con respecto a Europa y la inestabilidad política incluyendo dictaduras militares hicieron prácticamente imposible un concepto continuo y a largo plazo de desarrollo urbano, ya que cada gobierno nuevo postulaba distintas líneas directivas (Janoschka 2002d).
Así no resulta sorprendente que la Capital Federal, edificada en la mayor parte de su superficie hasta los años 1920, obtuvo en 1978 el primer Código de Planeamiento Urbano. Algo similar ocurrió en los partidos del Gran Buenos Aires que se gobiernan bajo la legislación de la Provincia de Buenos Aires. La primera reglamentación general de ordenamiento espacial y uso del suelo entra en función con el decreto-ley 8.912 en el año 1977. Debido a las reglas establecidas respecto a las necesidades de inversión mínima en las parcelas antes de su habilitación para la venta, se frena notablemente la expansión metropolitana. Sobre todo no se desarrollan más parcelas para uso doméstico de las clases populares (Clichevsky 2002 y Gorelik y Silvestri 2002).
La ley 8.912/77 también menciona por primera vez en un documento legal el término de Club de Campo y establece las pautas básicas para estos establecimientos deportivos de fin de semana. Estos clubes corresponden al modelo de suburbanización antiguo, sus miembros normalmente tenían su primer residencia en el centro de la ciudad, mientras que viajaban los fines de semana a los Clubes. Debido a la ausencia de población durante los días laborales, se establecía un sistema de acceso restringido y vigilancia que caracteriza los Barrios Privados de los años 1990. Cabe señalar que la ley reguladora de los Clubes de Campo entró en función, cuando ya se habían establecido la mayoría de los clubes todavía existentes. Algo muy similar pasó dos décadas más tarde con las bases legislativas que organizan y regulan los Barrios Cerrados, las cuales son el modelo central de expansión en el espacio suburbano en los años 1990. Con el decreto 27 se establece un reglamento a nivel provincial en un momento en el que dos tercios de los actuales emprendimientos ya existían. En conclusión se puede sostener que el sistema legislativo provincial que define las pautas centrales para la planificación urbana de los municipios es un régimen que brilla por su ausencia y retraso.
Si pensamos en el efecto que tiene la descrita ausencia de regulación legal, no sorprende que a los actores privados del desarrollo urbano les sea ajena la conciencia por el estricto respeto de estas pocas determinaciones del derecho urbanístico. La incapacidad estatal de controlar las normas legales estimula tanto las infracciones legales como lo hacen las relaciones clientelistas entre la política, los estudios de arquitectura y las empresas de la construcción. Las leyes en Buenos Aires se vuelven flexibles de acuerdo a quién sea el comitente. En este sentido, no es ninguna sorpresa que la mayoría de los Barrios Privados carezcan de una aprobación definitiva de sus planes. Numerosos emprendimientos incluso ni han iniciado tal trámite. La irregularidad legal, una constante en la construcción de muchos barrios populares, se extendió a lo largo de los años 1990 también a las capas medias y medio-altas de la sociedad.
En este sentido, cabe destacar que las administraciones locales no se oponen a la instalación ilegal de Barrios Privados en su territorio. Por un lado, la privatización del espacio público y la separación consiguiente de clases no es un tema que conmueve a la población local y menos en las áreas donde vive la población de menor ingreso, es decir en los partidos periféricos. En el leguaje político se puede afirmar que no se ganan votos por la pelea por el acceso público a espacio urbanizado. Por otro lado, no cabe ninguna duda de que los Barrios Privados son una de las pocas posibilidades de mejorar la situación financiera de los gobiernos municipales. Entre los habitantes de los Barrios Privados, la cuota de recaudación de los impuestos locales es sumamente más alta que en otras áreas. Además se trata de un grupo de habitantes que ni requieren inversión en apoyo social ni en infraestructura. Desde el tránsito hasta la escuela, todo se soluciona por medio de la inversión privada, en muchos casos incluso con beneficio para la infraestructura del municipio.
Se puede afirmar que el Estado apoya fuertemente la instalación de los Barrios Privados a todos los niveles. Consecuencias negativas, desde el impacto ambiental hasta la creciente polarización del territorio no parecen ser factores dignos de consideración. En este sentido, el Estado no defiende los fines de toda la población sino que parece apoyar fuertemente los intereses particulares. Visto desde el concepto moderno de Estado, el cual debe desempeñar una clara función de regulación y protección social, se puede afirmar que el estado argentino fracasa a todos los niveles. Tal como se ve en muchas economías de libre mercado, el Estado actúa como una instancia de legitimación de los intereses de empresas privadas.
Los habitantes de Nordelta: un cambio cultural
Como tercer nivel de análisis, nos acercamos a las consecuencias que conlleva la descrita ausencia del Estado en su rol fundamental respecto a las formas de actuación de sus habitantes. En este sentido, nos preguntamos por las consecuencias a nivel micro y personal, especialmente analizamos cómo se transforman ciertos sectores de la vida diaria de los habitantes que han optado por un ambiente de vida que está organizado por una empresa privada. Volvemos al ejemplo del principio del artículo, el Nordelta. La ciudad privada refleja como la forma más avanzada de organización privada del espacio urbano primordialmente la transformación social.
Cabe señalar que los habitantes que se mudaron a Nordelta empiezan rápidamente a definirse de manera distinta en el espacio social. El aislamiento residencial y espacial en la ciudad privada conduce a una creciente fragmentación del espacio urbano: la apropiación y utilización de espacios por los habitantes deviene gradualmente en una forma insular a causa del uso de espacios de tránsito. Estas relaciones se analizan ahora a través del ejemplo de los nordelteños con las funciones trabajo, educación, comercio y tiempo libre.
En este sentido, volvemos a recordar que Buenos Aires muestra una extraordinaria persistencia espacial de los puestos laborales de ingresos altos. La City de la ciudad está atada al centro político tradicional y permanece inalterable a pesar de las transformaciones en la estructura de actividades. A través de su lugar de trabajo muchos nordelteños siguen frecuentando la Capital Federal. Para la mayoría de la población laboralmente activa el lugar de trabajo no cambia, pero sí las modalidades de viaje. Si antes de la mudanza se utilizaban medios de transporte públicos (subte o colectivo), ahora no queda otra posibilidad desde Nordelta que el automóvil particular. De la vigilada y aislada Nordelta se va a la oficina por la autopista, se estaciona el auto en un lugar vigilado y privado, en muchos casos en el, o al lado, del edificio de oficinas. El contacto con espacios urbanos de acceso público se reduce al mínimo y esto lleva a una nueva manera de percibir el espacio y la sociedad. La disminución de la interacción directa resulta aún mucho más intensa cuando se intenta reducir los costos del viaje limitando la presencia en el centro. Aprovechando la creciente flexibilidad que permiten los métodos modernos de comunicación (teléfonos celulares, Internet, mail, etc.), muchos habitantes empleados en el centro aspiran a reducir su presencia en el lugar de trabajo a tres o cuatro veces por semana y cumplir con sus obligaciones profesionales desde su casa. En el caso de las mujeres, muchas veces la mudanza es acompañada por el abandono de la práctica profesional o por una disminución temporal de la misma.
El aspecto educativo es contemplado del siguiente modo: todos los habitantes entrevistados envían a sus hijos a escuelas privadas. En la actualidad, la escuela estatal no es una alternativa para la clase media y media-alta. El sistema de enseñanza estatal en franco retroceso en la Capital Federal es todavía más deficiente en los municipios del conurbano. Generalmente, la mudanza conduce al cambio de escuela. En Nordelta existen dos institutos de renombre: Cardenal Pironio y Northlands. Además existe una media docena de escuelas privadas fuera de Nordelta pero relativamente cerca. La población tradicional de la zona puede pagar sólo en algunos casos excepcionales las altas cuotas mensuales. Además, las escuelas no están ubicadas en el área urbana tradicional sino en la cercanía de algún eje de transporte individual. Por este motivo, los padres deben recoger a sus hijos con el auto. Esto provoca una doble exclusión y una masiva fragmentación de los espacios sociales, ya que las escuelas poseen una composición proveniente casi exclusivamente de los diferentes Barrios Privados. Anteriormente, las escuelas privadas de la Capital Federal quedaban en espacios integrados. Ahora los escolares van rumbo a islas en medio de un espacio deshabitado. El contacto físico con otras clases sociales está descartado. La fragmentación en las escuelas en Nordelta es todavía más profunda: los niños no abandonan la ciudad privada nunca. El intercambio social se empobrece gracias a la ubicación espacial de los institutos y la composición de los escolares.
Respecto a la función comercial, el cambio es todavía más fuerte: El espectro comercial de la Capital Federal descrito que llena las calles y veredas de vida y con puntos de encuentro e interacción social se muda a la vecindad privada que obliga a las personas a modificar el modo de comportamiento tradicional y comenzar a hacer compras masivas para sus necesidades diarias. Sobre el punto, es importante mencionar que dentro de cada Barrio de Nordelta no están permitidas ningunas actividades comerciales, por lo que ir de compras significa tener que usar el auto. Los centros urbanos dejan de ser atractivos para realizar esas compras; un nuevo punto de atracción son los grandes shopping centers suburbanos. Esto se puede constatar en el asentamiento de comercios alrededor de un shopping de origen francés, a doce kilómetros del Barrio La Alameda y los comercios alrededor del kilómetro 50 de la autopista a Pilar.
Las distancias suburbanas conducen a una transformación en la cantidad de las compras. Las compras diarias y en pequeña escala se ven reemplazadas por grandes adquisiciones quincenales o mensuales. Al mismo tiempo, esto genera una mayor fragmentación del espacio urbano, dado que el hipermercado aislado reemplaza a los pequeños comercios minoristas. Sobre el punto, cabe mencionar que en muchas entrevistas, se mencionó el centro de Benavídez, lindante casi directamente a Nordelta, como lugar habitual de compras. Pero esto se relativiza: el objeto de las compras son objetos secundarios como galletitas y chocolate o el servicio de comidas a domicilio. La parte de la ciudad en directa vecindad no es un auténtico lugar de compras, sino un lugar al que se recurre selectivamente por algunos servicios que no existen en Nordelta. Esta última no reactiva el comercio local en las partes de la comuna que lo rodean.
La transformación del estilo de vida en el tiempo libre es una variable de peso en el análisis. Generalmente, la mudanza está estrechamente vinculada con la decisión concreta de pasar más tiempo con la familia. Por un lado, mediante la oportunidad que ofrecen la casa y las superficies verdes para invitar los fines de semana a amigos y parientes en el caso de las tradicionales familias numerosas (padres, hermanos, sobrinos, etc.) y pasar más tiempo juntos. Por otro lado, Nordelta ofrece no sólo la posibilidad de tener mucho movimiento fuera de la casa, sino también de una enorme plaza de juegos de aventuras, donde también se puede hacer deporte. El tercer aspecto de la nueva vida incluye la nueva comunidad de los vecinos. Muchos de los habitantes se encuentran y conocen en el proceso de búsqueda de vinculación comunitaria. Esta concentración en lo interno, en la familia, en el vecindario y en la exploración de Nordelta lleva a un alejamiento de los contactos externos. Las actividades nocturnas fuera de Nordelta requieren una ocasión especial. Las distancias se convierten en un umbral que impide el viaje a cines, restaurantes y bares, pero también la visita a amigos. La oferta cultural y de la vida nocturna de la Capital Federal se vuelve poco atractiva. Las visitas al cine tienen lugar en los centros de cines al borde de la autopista donde también se instalaron sucursales de conocidos restaurantes y bares del centro de la ciudad. En otro orden de los factores, los entrevistados expresan claramente la rápida disolución del vínculo con amigos antes muy estrechos que viven en el centro de la ciudad, y la escasa frecuencia de visitas. Las visitas espontáneas y breves se vuelven infrecuentes debido a las largas distancias y a la intimidación de los numerosos controles personales. Resumiendo, la vida se vuelve más organizada y planificada.
Resumen y conclusiones finales
Las pautas centrales de la transformación económica, de la renovación y expansión urbana de Buenos Aires siguen la lógica de la economía de libre mercado que fue instalada en Argentina hace poco más de una década. Mientras que la organización territorial de asentamientos urbanos de producción, consumo y vivienda se realiza en los últimos años a través de las leyes de mercado, la capacidad de gestión estatal se ha visto sometida a un proceso de retracción. El Estado no es capaz de garantizar la seguridad ciudadana, ni puede asumir un rol activo en el cumplimiento de las leyes que establece. El producto resultante es un espacio urbano que corresponde a las propias leyes de libre mercado, un conjunto de espacios aislados y cerrados que se dirige a los ganadores de la transformación económica. Debido a la ausencia de protección estatal, cada ciudadano busca su propia organización espacial y el nivel de protección que él mismo puede financiar. Pero no olvidemos que la mayoría de la población está excluida de este círculo económico debido a la falta de medios económicos. Las transformaciones analizadas van más allá del mero traspaso económico y cultural de la “París sudamericana” a la “Miami argentina” que representa Nordelta. Los Barrios Privados y de manera más extrema Nordelta, territorializan la exclusión y fragmentación social de la Argentina contemporánea y demuestran que la idea de una sociedad integradora, como soñaron los inmigrantes que cruzaron el atlántico hace menos de un siglo, no parece ser más que una utopía irrealizable en los tiempos postfordistas que vivimos.
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