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Nova REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. VII, núm. 146(071), 1 de agosto de 2003 |
LA VIVIENDA EN LA MORFOLOGÍA URBANA DEL CENTRO HISTÓRICO DE MORELIA
A través de una revisión histórica, se analizan los elementos que han configurado la morfología urbana del centro histórico de Morelia, enfatizando en la tipología de la vivienda, como uno de los principales factores de permanencia morfológica de la estructura urbana o de la transformación. Para fundamentar el estudio se revisan los conceptos de morfología urbana y se parte de la premisa de que la tipología edificatoria, o sea el estudio de los tipos en una determinada ciudad o barrio caracterizan el tejido edificado, siendo un instrumento eficaz para la comprensión de la forma urbana.
Se observan siete “tipos” de viviendas durante el proceso histórico de Valladolid-Morelia, en las cuales el elemento invariante ha sido el patio. Se concluye resaltando la necesidad de revitalizar la vivienda histórica como herramienta útil en la conservación y revitalización del área de estudio.
Trough a historical review, the elements that have configured the urban morphology of the historical center of Morelia are analized, underling the morphology of the houses which is the principal element of the permanence or transformation of the urban structure. The urban morphology concepts and the building types that characterized the urban form are the basis or the ideas structurde through this investigation.
There have been detected seven “types” of houses during the historical process of Valladolid-Morelia, all of them are configured around a patio. The conclusion is that it is necessary to revive the historical house as a useful tool to achieve the conservation of the historical center of Morelia.
Sobre la importancia de la lectura morfológica del espacio urbano retomo a José Manuel García Lamas que dice: “Un primer grado de acercamiento de lectura de la ciudad es eminentemente físico-espacial y morfológico, por lo tanto específico de la arquitectura, y es lo único que permite evidenciar la diferencia entre este y otro espacio, entre esta y aquella forma, y explicar las características de cada parte de la ciudad. A este se juntan otros niveles de lectura que revelan diferentes contextos (históricos, económicos, sociales entre otros). Ese conjunto de lecturas solo es posible porque la ciudad existe como factor físico y material. Todos los instrumentos de lectura leen el mismo objeto o espacio físico: la forma urbana.” [2]
El análisis de la forma urbana, es sin duda uno de los aspectos básicos para fundamentar las actividades de conservación de un centro histórico. La falta de estudios en este aspecto, que han descuidado la complejidad del fenómeno urbano, han traído como consecuencia el esquematismo de soluciones, que han deformado la realidad produciendo una ruptura con lo que la ciudad en su forma, a través del tiempo, había logrado significar. Sobre el tema, Juan de las Rivas dice que el universalismo técnico o simplemente la banalidad constructiva, han generado la disolución del carácter singular y complejo de ciudades de gran tradición histórica, estableciendo una especie de corte entre su identidad peculiar, generada a lo largo de los siglos, y un conjunto amorfo que tiende a estrangularla. [3]
En esta comunicación se lleva a cabo el análisis de los elementos morfológicos que permiten la lectura del espacio urbano que conforma el centro histórico de Morelia, resaltando las permanencias y transformaciones de los esquemas tipológicos de vivienda, enmarcados en la historia del lugar.
Marco conceptual
El origen del concepto de Morfología Urbana es atribuido a los geógrafos alemanes y franceses en el primer cuarto del siglo XX y posteriormente a los ingleses; para esta disciplina el periodo morfológico es una etapa de la historia social y cultural que genera formas materiales distintas. La aplicación del concepto en el campo del Urbanismo y la Arquitectura se identifica primeramente en Italia, en el área de la preservación del patrimonio histórico. [4]
Es importante mencionar que diversos autores han definido a su manera el término. Para Samuels, Morfología Urbana debe ser visto como el estudio analítico de la producción y modificación de la forma urbana en el tiempo, estudia por lo tanto el tejido urbano y sus elementos construidos formadores a través de su evolución, transformaciones, interrelaciones, así como de los procesos sociales que los generaron. [5]
Para Ressano García Lamas, la Morfología Urbana estudia esencialmente los aspectos exteriores del medio urbano y sus relaciones recíprocas, definiendo y explicando el paisaje urbano y su estructura. Para este autor, esta disciplina se inscribe en las áreas del urbanismo, de la arquitectura y del diseño urbano, para nosotros acrecentamos el campo de la preservación y rehabilitación del patrimonio construido; comenta que la morfología es el estudio de la forma del medio urbano en sus partes físicas exteriores, que no se ocupa del proceso de urbanización, o sea del conjunto de fenómenos sociales, económicos y otros motores de la urbanización, éstos inciden en la morfología como explicación de la producción de la forma, mas no como objeto de estudio. [6]
Como se ha mencionado, los italianos fueron los pioneros en este tipo de análisis urbano, entre los cuales se destaca Saverio Muratori quien en los años 50, registró con sus alumnos las tipologías del proceso evolutivo y las mudanzas ocurridas en el tejido urbano de Venecia. [7]
Los estudios de Morfología Urbana surgen a partir de los cuestionamientos de las actitudes asumidas por los arquitectos y urbanistas a partir del Movimiento Moderno, en relación a las ciudades históricas. Esto explica porque los italianos son los pioneros en el área, debido a su enorme herencia urbanística y la continua evolución y adaptación de sus ciudades. Hasta nuestros días los italianos siguen en el liderazgo en esta línea de trabajo, entre los cuales se puede destacar a Aldo Rossi y Carlo Aymonino, seguidos por los franceses. [8]
En la actualidad, diversos arquitectos y urbanistas consideran fundamentales los estudios de la Morfología Urbana como antecedente básico para la creación contemporánea, aún mas si tratamos de la inserción de arquitectura contemporánea en contextos históricos. Esta línea es conocida como “Contextualismo”, corriente identificada dentro del Posmodernismo en los trabajos de arquitectos posmodernos como James Stirling, entre otros. En América Latina, Brasil se destaca en la utilización de estudios morfológicos vinculados a los trabajos de preservación de conjuntos urbanos históricos. [9]
En este estudio es importante aclarar la relación entre tipo edificatorio y forma urbana, ya que se pretende analizar las tipologías de vivienda en nuestro objeto de estudio, el centro histórico de Morelia, como uno de los elementos básicos de la forma urbana.
Para sustentar nuestro planteamiento se retoma a Muratori, quien dijo que el tipo no se define al margen de su aplicación concreta, o sea al margen de un tejido construido, el tejido urbano a su vez, no se define al margen de su contexto, es decir al margen del conjunto de la estructura urbana y a su vez la estructura urbana es concebible sólo en su dimensión histórica, es decir a través del conocimiento de las distintas etapas de crecimiento a partir de una estadio precedente. [10] De esta manera cuando pretendemos estudiar la tipología de la vivienda en el centro histórico de Morelia, partimos de la premisa de que la tipología edificatoria, o sea el estudio de los tipos que en una determinada ciudad o barrio caracterizan el tejido edificado, es un instrumento eficaz para la comprensión de la forma urbana.
Por lo anterior, consideramos que los estudios tipológicos son instrumentos de análisis que permiten entender las modificaciones urbanas en el tiempo y en el espacio, identificando momentos de continuidad y de ruptura de la ciudad en su evolución histórica y permite entender su imagen actual. Los estudios de tipos y forma urbana, son básicos antes de la intervención en zonas históricas, ya que la comprensión de la formación, evolución y transformación de los elementos urbanos y sus interrelaciones, posibilitan la identificación de formas más apropiadas, cultural y socialmente, para la recuperación y diseño de nuevas áreas.
El Centro Histórico de Morelia
Visión General
Como primer punto para entender la forma urbana, no podemos olvidar que la ciudad debe su origen material a la existencia de algún hecho fundamental ligado a las fuentes naturales y condiciones geográficas que sirven para entender su morfología, la consideración del sitio, no puede ser soslayada. Partiendo de las premisas anteriores, se hace necesario entender la conformación física de la ciudad de Guayangareo-Valladolid-Morelia a través del tiempo, relacionando con las condiciones naturales de su contexto.
La antigua Valladolid-Morelia, tiene como recinto fisiográfico lo que fuera el valle de Guayangareo, su núcleo urbano está asentado sobre una leve colina, con declives hacia los cuatro puntos cardinales, lo que le confiere una situación dominante dentro del valle y proporciona vistas significativas en su entorno.
La ciudad virreinal heredada tiene una morfología urbana marcada por las características del urbanismo novohispano en el cual podemos encontrar los ingredientes de dos universos culturales: el mesoamericano y el europeo. Fue fundada en la loma chata de Guayangareo, como ciudad de españoles y obedeció a la necesidad de contar con una ciudad capital en donde residieran las autoridades civiles e hicieran posible la administración y el orden virreinal, tener sede para la diócesis y formar congregaciones de indios que trabajaran para la ciudad, conformando sus barrios aparte.
Las características físico geográficas del sitio y el objetivo de la fundación están reflejadas en la forma urbana del asentamiento. La traza de la ciudad se definió a partir del gran espacio abierto, destinado posteriormente a la edificación de la catedral, y a partir de este espacio se fue configurando el asentamiento en el cual las construcciones religiosas van dando la pauta para la creación de espacios abiertos para plazas y atrios. La geometría del trazado no sigue una rigurosidad y se adapta a las condiciones topográficas presentes. Por otro lado, alrededor del núcleo de población española, se asentaron la población indígena en pueblos de indios suburbanos, como barrios de la ciudad.
Como otras ciudades hispanoamericanas, Valladolid-Morelia tuvo un desarrollo centrífugo y libre, mientras las realizaciones europeas planificadas se producen por adición de parcelas con un límite impuesto en determinado momento por la muralla, que pone coto al crecimiento, por otra parte muy limitado en muchos casos. [11]
Otro aspecto que merece destacar, es la escala sorprendente de la estructura urbana, característica de las ciudades novohispanas, como herencia de la tradición urbana mesoamericana, principalmente identificada en los espacios abiertos (plazas y atrios) y en la lotificación. [12] Con relación a las edificaciones, éstas conforman la línea de fachada, configurándose y enfatizando la continuidad longitudinal del espacio por la estructura alargada y bien definida de los planos verticales. Esta disposición de los espacios construidos, es también una tradición de la ciudad novohispana, heredada de Europa.
El conjunto urbano arquitectónico que conforma el núcleo de la ciudad (el centro histórico), es el resultado de un proceso histórico que se inicia en el siglo XVI y se prolonga hasta nuestros días. La traza histórica de Morelia reúne características singulares que le dan un alto valor arquitectónico y urbano; es de retícula que acompaña la topografía, sus inmuebles considerados relevantes y sus casas de carácter doméstico se enlazan formando manzanas que en su totalidad conforman un conjunto armónico en consecuencia con el trazado de la ciudad. La relación consonante entre el entramado urbano, las edificaciones, las plazas y calles con el sitio natural donde se ubica, le otorgan a la ciudad peculiaridades que se agregan a los valores formales de la arquitectura. Esta relación permite la conformación de remates visuales del paisaje y de edificaciones monumentales.
El sistema de calles y espacios libres públicos definen la trama urbana de la ciudad histórica, la cual presenta como núcleo central el majestuoso edificio de la catedral ubicado entre dos espacios abiertos, la plaza de Armas y la actual plaza Melchor Ocampo. La preponderancia eclesiástica de Valladolid-Morelia, como capital del Obispado de Michoacán, hizo posible la construcción de grandes fábricas religiosas, delante de las cuales se formaron plazas y plazoletas.
El eje directriz del tejido es la avenida Madero, antigua Calle Real, colocada de oriente a poniente. El sistema parcelario actual es producto de subdivisiones y las manzanas presentan regularidades en el primer cuadro, tendiendo al cuadrado de aproximadamente 42 metros de lado (50 varas), variando de dimensiones en la medida que nos distanciamos del núcleo urbano. La continuidad de los paramentos de las edificaciones define la trama urbana y los espacios libres privados se encuentran en los interiores de las construcciones conformando patios centrales o laterales, con el predomino absoluto de volúmenes definidos por planos rectos, con remarcada horizontalidad, exceptuando las edificaciones religiosas, en donde la verticalidad y las cubiertas curvas, rompen con la homogeneidad del tejido, siendo los hitos fundamentales de la morfología de la ciudad.
En la morfología del centro histórico de Morelia, las plazas tienen el carácter de organizadoras del espacio, con diversas funciones en la trama urbana. La plaza de armas, funge como elemento central y hasta hoy sigue asumiendo su función de centro de la vida pública. Las plazas de barrio están relacionadas con su templo y otras fungen como nodos viales en la estructura urbana. [13]
Figura 1. Morfología del tejido urbano, sistema vial y espacios libres públicos. |
Los elementos morfológicos del espacio urbano
La identificación de los elementos morfológicos presupone conocer cuales son las partes de la forma y la manera de estructurarse los diferentes elementos identificados en un conjunto urbano. Lo anterior nos remite de inmediato a la necesidad de identificación y clarificación de los elementos morfológicos que permiten la lectura del espacio urbano.
En la ciudad, la lectura de la forma urbana proviene de los edificios y de su articulación con el espacio por ellos definidos, sin descuidar los aspectos topográficos de su asentamiento.
Para el caso del Morelia, la ciudad histórica se asienta en una leve colina, como ya habíamos mencionado con anterioridad. Esta condición topográfica, permite que el núcleo histórico se destaque desde diferentes puntos de la periferia de la ciudad y se conformen remates visuales del paisaje que circunda la ciudad o de sus construcciones monumentales.
Los edificios, son los elementos básicos de la forma urbana. En el caso del centro histórico de Morelia, las construcciones del primer cuadro de la ciudad, que delimitan la Plaza de Armas presentan dos niveles, soportadas con arquerías sobre columnas y pilastras. Su tipología arquitectónica obedece al desarrollo alrededor de patios centrales o laterales. Las fachadas son de diferentes etapas históricas, en su mayoría hay uniformidad en alturas, con predominio de la proporción horizontal y equilibrio entre huecos y macizos. Las cubiertas son horizontales. El Conjunto conformado por la plaza de Armas, sus edificaciones perimetrales y el edificio de la catedral es el de mayor jerarquía urbana del centro histórico. La plaza Melchor Ocampo, ubicada al costado oriente de la catedral, está conformada por construcciones de dos pisos en su mayoría, sin portales y también representativas de distintas corrientes arquitectónicas, siendo notoria la menor jerarquía de los edificios en comparación con los que delimitan la plaza Mayor.
Las construcciones de dos niveles se ubican en la parte central del perímetro histórico, en la medida que nos alejamos del primer cuadro, se observan construcciones de un solo piso, caracterizada por la arquitectura doméstica de menores proporciones.
El conjunto edilicio ha sufrido modificaciones en cuanto a alturas y proporciones de vanos, es notorio observar en algunos paramentos una imagen heterogénea debido a éstas alteraciones.
El edificio no puede ser desligado del predio, o sea de la superficie del suelo que ocupa. En la actualidad se observa que la lotificación del centro histórico de Morelia, ya no corresponde al sistema parcelario inicial, por las constantes subdivisiones. También se observa que en la mayoría de los casos hay un predominio de áreas construidas, con relación a los espacios interiores abiertos. La agrupación de predios conforman manzanas tendientes a la regularidad.
Los espacios abiertos privados no ocupados por construcciones, eran áreas residuales utilizadas para el huerto familiar o para actividades domésticas. Este espacio verde, en la ciudad tradicional, constituyó un elemento fundamental para mantener un micro clima agradable. Este espacio en el centro histórico de Morelia, se ha perdido paulatinamente.
Otro de los elementos importantes en la lectura morfológica, son las construcciones monumentales (monumentos relevantes). Estos elementos arquitectónicos son hechos urbanos singulares que se destacan por su posicionamiento y significado, en general son los que persisten en el tejido urbano de manera más conservada y su presencia es determinante en la imagen de la ciudad. En el caso del centro histórico de Morelia, las construcciones que sobresalen por su relevancia y significado son las religiosas.
Además de las estructuras edilicias, calles y espacios abiertos públicos y privados, las estructuras verdes constituyen también elementos identificables en la estructura urbana. Caracterizan la imagen de la ciudad, tienen individualidad propia, desempeñan funciones precisas: son elementos de composición del diseño urbano, sirven para organizar, definir y contener espacios. En el caso del centro histórico de Morelia, la vegetación está presente en los espacios abiertos públicos principalmente. Se observa un bajo porcentaje de áreas verdes con relación a lo construido.
El mobiliario urbano es otro de los elementos a ser considerados en la lectura morfológica de un sitio histórico, éste está constituido por los elementos muebles que componen la ciudad: bancos, fuentes, luminarias, botes de basura, teléfonos públicos, señalizaciones, paradas de autobuses, etc. No se puede considerarlo de orden secundario, es también de gran importancia para la imagen de la ciudad y su organización. En general son los más factibles de modificaciones, pues acompañan de manera más rápida, los cambios de usos en las ciudades. En el caso de Morelia hay muestras de todo tipo de mobiliario urbano en el centro histórico.
Figura 2. Panorámica del centro histórico de Morelia. |
La vivienda en el centro histórico de Morelia
Tipologías edificatorias y morfología urbana
Dentro de los aspectos de lectura morfológica de una ciudad, la vivienda se destaca entre los elementos construidos, ya que conforma en porcentaje la mayoría de las tipologías edificadas. Es a través de ella que se organizan los diferentes espacios identificables y con formas propias: la calle, la plaza, las manzanas, el barrio, el sector y la ciudad en su totalidad. También la vivienda es uno de los elementos que más refleja el proceso de cambio que va teniendo una sociedad.
Sobre la importancia de la vivienda para el conocimiento de las formas de vida de una sociedad, Chanfón Olmos dice que la vivienda como hecho arquitectónico “...representa el estuche donde se llevan a cabo las acciones diarias de los miembros de una sociedad,”, comenta que es “...testimonio eficaz para inferir hechos objetivos sobre la manera de vivir, que a su vez permiten observar los cambios a través del tiempo”. [14]
La vivienda en la ciudad de Valladolid-Morelia estuvo condicionada por las diversas etapas de configuración urbana del asentamiento y por la jerarquía social de los habitantes. Para ir conociendo los cambios se pueden determinar tres periodos: El momento de conformación del asentamiento; su integración, consolidación y desarrollo; y los cambios operados por la modernidad. La ciudad de Valladolid-Morelia en su núcleo central fue una ciudad de españoles y criollos, sin embargo en los barrios que se fueron conformando alrededor del primer cuadro, la ocupación del espacio urbano se dio por varios grupos étnicos que participaron activamente en la consolidación de la ciudad.
La fundación de Valladolid, tercera ciudad de Michoacán, fue el 18 de mayo de 1541 como villa de españoles sobre tierras de cultivo de los indígenas, posiblemente tarascos o pirindas, que habitaban el valle de Guayangareo. El proceso de conformación del asentamiento fue lento durante el siglo XVI; para 1549 una descripción del asentamiento nos dice que las viviendas para ese entonces eran de adobe y paja, muy sencillas.
En los siglos XVII y XVIII es cuando la ciudad de Valladolid empieza su crecimiento y expansión, con un núcleo de población española, rodeado por los barrios indígenas. El crecimiento demográfico es notorio, como efecto de la política congregacional, que significó concentrar población indígena en los alrededores del centro español, contando así Valladolid con mano de obra para lograr el crecimiento de la ciudad. En el aspecto económico, las haciendas agrícolas y ganaderas en torno a la ciudad fueron elementos básicos para el fortalecimiento de este rubro; en lo político, Valladolid es la sede del obispado y del poder civil, congregando mineros, comerciantes, ganaderos que viven en una ciudad de categoría social “reconocible” y de prestigio. Todos estos aspectos se van a reflejar en las mejoras materiales realizadas en la ciudad y por supuesto en la vivienda.
El deseo de sustituir una arquitectura hecha de adobe por una de cal y canto, la falta de vivienda como reflejo de los problemas que afectan a los asentamientos humanos cuando enfrentan un proceso de crecimiento repentino, el importante equipamiento urbano, especialmente del género religioso que ya albergaba la ciudad, son elementos fundamentales para asentar el efectivo proceso de consolidación de este centro urbano.
En lo que concierne a la arquitectura habitacional, se sabe por múltiples testimonios que las primeras casas fueron construidas con material perecedero, muros de adobe y paja en los techos; precisamente cuando la ciudad experimenta el proceso de cambio en la estructura urbana que se inicia en la primera mitad del siglo XVII, es de suponerse que las viviendas inician un reemplazo de los materiales deleznables por sistemas constructivos más duraderos, con la utilización de la piedra de cantera que se convertirá en el material constructivo fundamental de la ciudad, debido a la cercanía de buenos bancos de este material.
Con relación a la distribución espacial de las casas habitación, éstas invariablemente se desarrollan a partir de un patio central, rodeado por dos, tres o los cuatro lados por corredores. En lo que se refiere a las cubiertas, éstas evolucionaron de cubiertas de paja a dos aguas a tejados árabes y finalmente a techos planos de terrado. Las casas de dos pisos ya están presentes en la configuración urbana desde principios del siglo XVII y son las residencias de los grandes dignatarios de la Iglesia, así como de los grandes comerciantes. En ellas los espacios de la planta baja son accesorios comerciales u oficinas para administración de los bienes del propietario y las plantas altas son espacios para el uso habitacional.
Los tipos de viviendas en el desarrollo histórico
Sobre las tipologías de viviendas vallisoletanas, Esperanza Ramírez Romero [15] identifica cinco categorías y las relaciona al nivel social de la población:
Las primeras son las viviendas de dos niveles ubicadas en el primer cuadro, las cuales tenían en planta baja un portal particular, propio para las actividades comerciales que se llevaban a cabo en las accesorias ubicadas al frente del inmueble; en la parte posterior se localizaban las bodegas y despensas, así como locales destinados a la servidumbre, todos alrededor del patio principal, en el segundo patio los espacios destinados para los animales de carga y sus arreos, estando al final del solar el espacio destinado para la huerta. En planta alta la sala cuyas ventanas con balcones se abrían hacia la fachada principal, el comedor en el lado opuesto y a los lados las habitaciones y el adoratorio.
El segundo tipo identificado corresponde a las viviendas de un solo nivel, con la fachada aplanada y portada ricamente ornamentada, contando con el patio limitado por cuatro, tres o dos corredores. En lo que se refiere a la distribución, ésta consta de una sala al lado del zaguán con sus ventanas hacia la calle, al lado opuesto el comedor y a los lados las habitaciones. En el segundo patio estaban las habitaciones de la servidumbre y por último los pesebres de los animales.
El tercer tipo corresponde a las viviendas de un solo nivel, con fachada aplanada y los enmarcamientos de los vanos (jambas y dinteles) lisos. El patio principal limitado por tres, dos o un solo corredor; la sala ubicada al frente, la cocina en el lado opuesto y a los lados del patio las habitaciones. En el segundo patio estaban la cocina y habitación de la servidumbre y en el tercer patio el espacio correspondiente a los animales.
Además de los esquemas tipológicos mencionados anteriormente, a partir del siglo XVIII, proliferando en el siglo XIX, apareció la tipología de las casas gemelas. Estas casas se construían en pares manteniendo una unidad estilística en fachada. La disposición en planta de una de las casas es en forma de “C” con un patio lateral, y de la otra de “C” invertida. Así, los patios de las casas comparten un muro medianero. En cuanto a sus dimensiones y el tratamiento formal en fachada, las casas gemelas tienden a ser modestas.
Otro patrón que se fortaleció en el centro de la ciudad a lo largo del siglo XIX, fue el de abrir establecimientos comerciales en la planta baja de los inmuebles, reservando la planta alta para la residencia de la familia. Si bien las accesorias en planta baja, con apertura al exterior, están bien documentadas para el periodo virreinal, en el siglo XIX adoptan otra forma. En ocasiones el patio se suprime o se achica a favor de un área de distribución o escalera interior que une la vivienda con el negocio ubicado en planta baja.
Como podemos observar, el patio es el elemento regulador del partido arquitectónico de la vivienda vallisoletana, alrededor del cual se distribuyen los demás espacios relacionados con las actividades de descanso, trabajo, recreación. También otros elementos presentes son el zaguán y los corredores que van definiendo los diferentes tipos, en función de la jerarquía de la vivienda como reflejo de las distintas clases sociales. [16]
Figura 3. Arquitectura
habitacional. Fuente: Héctor Javier González Licón. |
Figura 4. Esquemas
tipológicos de la vivienda vallisoletana. Fuente: Héctor Javier González Licón. |
La modernidad y su reflejo en la vivienda
En los inicios del siglo XIX se independiza México y se convierte en República, a pesar de [17] este importante acontecimiento político y social no podemos decir que se operaron cambios urbanos repentinos como reflejo de los nuevos ideales políticos. En Morelia como en otras partes del país, las ciudades conservaban sus características urbanas y arquitectónicas virreinales. La verdadera transformación física de los espacios urbanos en Morelia como en otras ciudades del país, se inició realmente después de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX, cuando la sociedad de Morelia se apropió en diferentes escalas de los cambios de la modernidad. Las mejoras urbanas se dieron en la dotación de agua potable entubada, conexión de drenaje, pavimentos e iluminación.
Como menciona Aideé Tapia, la adopción de estos servicios estuvo supeditada en función de los recursos económicos de cada familia. De esta forma, las condiciones económicas se van a reflejar en la diversidad con la que cada sector social se apropió de la modernidad en sus viviendas, que van variar desde construcciones ostentosas o de mediana factura o bien vecindades y jacales que cubrirían las necesidades mínimas de habitabilidad de las familias de bajos recursos. Esta situación repercutió en la forma urbana de la ciudad, en donde las diversas soluciones de viviendas correspondientes a las distintas clases sociales marcaron zonas más favorecidas en infraestructura y equipamiento, a diferencia de otras que no tuvieron estos servicios.
Durante el periodo mencionado no se registran un gran porcentaje de viviendas nuevas en el centro histórico de Morelia, la actividad común fue la adecuación de las construcciones edificadas en la etapa virreinal, en las cuales se operaron modificaciones necesarias para adecuarse a las nuevas formas de habitabilidad y en las fachadas se observan las modificaciones acordes a las corrientes arquitectónicas en boga. La transformación de las viviendas fue un hecho permanente y constante, que van desde el cambio y reposición de materiales en los exteriores, la apertura y/o ordenación de vanos o el cambio total de la fachada; en los interiores se construyeron nuevas piezas, se redecoraron los espacios y en la gran mayoría de los casos se conserva la disposición de la época virreinal, en donde el patio sigue siendo el elemento rector de la tipología edificatoria. [18]
La viajera norteamericana, Fanny Chambers comenta sobre la arquitectura de la ciudad, resaltando que el “antiguo modelo español es único”, menciona que se ha visto con frecuencia una mezcla libre de estilos, dice que “en una casa recién terminada vimos el dórico, jónico, románico y español juntos. La decoración interior, era en cambio, un jónico esplendoroso exclusivamente”. También relata la hermosura de los patios de las casonas morelianas “plantas maravillosas que no vemos en donde quiera, hermosean los patios de los morelianos, quienes cuando ven que el extranjero se detiene a admirar la exuberancia y colorido de las flores, cordialmente le invitan a entrar y mirarlas a su antojo.” La visitante manifiesta que ningún lugar de México dejó en su memoria más recuerdos duraderos y placenteros que Morelia, que sus vecinos aunque conservadores, son hospitalarios, sinceros y espontáneos. [19]
El gusto por la modernidad se hará sentir en el cambio de algunas costumbres cotidianas, en donde los ideales de higienización se dejará sentir con la implementación de otros hábitos, que por supuesto se reflejarán en el uso de espacios apropiados para las necesidades físicas de los habitantes. De la misma manera los espacios de la casa para recibir visitas reflejarán los gustos de moda del momento.
La preocupación de la sociedad moreliana por la conservación del aspecto limpio y ordenado de su núcleo urbano se manifiesta claramente en los reglamentos de la época. El Reglamento de Bando de Policía, vigente desde la década de los 1880, es un documento valioso para la comprensión de la arquitectura del período y en él queda patente la concepción de la responsabilidad de la sociedad en la conservación del núcleo urbano. Se delega a los vecinos la responsabilidad por la limpieza y el mantenimiento de los paramentos y se otorga al Ayuntamiento la facultad de otorgar licencias para la construcción. Para dichas licencias se pedía la presentación previa del diseño del exterior del inmueble, dato que muestra que la preocupación del Ayuntamiento era por el aspecto exterior de los inmuebles, era fundamental guardar el “estilo” de la ciudad.
Uno de los cambios que aparece en este periodo es la elevación de la casa sobre un basamento que permitía la instalación de rejas en la calle que ventilaban el área bajo el piso, usualmente de duela. Esta elevación tenía la doble función de darle mayor jerarquía a la edificación y de procurar la higienización de la vivienda con mejor ventilación. Por otro lado la relación macizo-vano en la fachada se modifica. Los vanos tienden a una marcada verticalidad y se dejan poca separación entre ellos. Barandales de hierro vaciado delimitan balcones y frontones con tímpanos esculpidos en relieve rematan los vanos en su parte superior. También se advierte la reducción de los muros.
Los datos provenientes del censo de 1900
son reveladores en cuanto a la conservación del carácter horizontal
del núcleo urbano. En esta fecha, 3,943 casas eran de un solo piso,
169 de dos y 5 de tres. De estos datos queda claro que las innovaciones
en técnicas constructivas que permitían el desarrollo de nuevas tipologías
que ya empezaba a transformar las grandes ciudades, aún no marcaban
la ciudad de Morelia. Cabe señalar que aparte de las construcciones
dadas, había 8,182 “jacales”, refiriéndose este dato a las construcciones
periféricas de los barrios de indios y a los asentamientos rurales del
municipio. [20]
La situación actual
El centro histórico de la ciudad de Morelia cuenta con Declaratoria de Zona de Monumentos Históricos de 1990 y está inscrito en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1991; no obstante lo anterior, el crecimiento urbano de la ciudad, los cambios de uso de suelo, la concentración vehicular, la creciente demanda de servicios de infraestructura, entre otros aspectos, han afectado la estructura del centro histórico y promovido el deterioro de la imagen urbana en general.
El centro histórico ocupa 482.32 has. de las cuales 271.46 has. corresponden a la zona de monumentos y 210.86 has. a la zona de transición. La distribución de los usos del suelo en la zona de estudio presenta en general un porcentaje mayoritario de uso habitacional con un 32 por ciento; el 20 por ciento se refiere a usos mixtos o con presencia de comercio y de oficinas incluyendo estacionamientos; el equipamiento, los espacios abiertos y edificios religiosos representan casi el 18 por ciento, la vialidad el 24 por ciento y el resto corresponde a usos industriales, talleres y baldíos. [21]
La vivienda sigue siendo el uso preponderante del área de estudio; sin embargo se ha observado su disminución ya que en 1990 se estimaba un total de 11,683 viviendas, para 1995 se identificaron 11,003 viviendas, lo que representa la pérdida anual de 136 viviendas. Por otro lado la mayoría requieren mejoras y mantenimiento, algunas se encuentran en estado crítico. [22]
Esta situación amerita explorar racionalmente las posibilidades de reutilización, rescate e integración de la vivienda en el centro histórico de Morelia, con el objeto de equilibrar los uso del suelo de manera racional y conservar la morfología urbana del sitio que se mantuvo prácticamente íntegro durante toda su historia. Será fundamental mejorar el uso habitacional para asegurar la permanencia de la población residente en beneficio de la animación y vitalidad del centro histórico.
Consideraciones finales
La ciudad como cualquier organismo vivo se encuentra en continua modificación. La forma urbana es resultado de la evolución de la misma en el tiempo, por lo tanto la lectura morfológica obedece a un momento preciso. El tiempo es fundamental para comprender el sitio como objeto físico y también para posicionar la intervención del restaurador. Como menciona José Manuel García Roig, la ciudad presenta continuidad en el tiempo, perceptible en el sucederse de ciertos fenómenos urbanos y transformaciones operadas en su estructura que hacen evidente la existencia de un antes y un después. [23]
Los edificios sufren necesariamente una evolución formal, envejecen, cambian texturas, colores, materiales, y también cambian de uso. La lectura morfológica es un proceso evolutivo porque está relacionada con la cultura; un sitio histórico será siempre diferente de su estado original, en la medida que se adapta a las nuevas necesidades de una sociedad. En este aspecto la vivienda es el elemento de la estructura urbana que incide de manera fundamental en la permanencia o cambio de la forma urbana.
Los conceptos de conservación, rehabilitación, recuperación y restauración, no tienen como propósito mantener una imagen inmutable de la ciudad histórica, pero si de una modificación controlada, que permita la evolución sin borrar la esencia del sitio.
El centro histórico de Morelia presenta características únicas en su forma urbana, la vivienda ha conservado un esquema tipológico en el cual el patio es el elemento ordenador básico distributivo. Esta situación presenta en la actualidad peligro de desaparición por las transformaciones en el uso del suelo y la pérdida paulatina del uso habitacional. La situación presentada en esta comunicación nos deja claro que los criterios para su recuperación deben ser acordes con esa imagen. No hay que olvidar que un organismo vivo crece y se modifica de manera armónica, preservando la esencia de su ser.
Notas
[1] Association Francaise d’Action Artistique, Glossaire Trilingue SIRCHAL (Programme sur la revitalisation de centres historiques d’Amérique Latine el des Caribes), Ministere des Affaires Étrangeres, 2000.
[2] García Lamas, José Manuel Russano, Morfología urbana e desenho da cidade, Lisboa, 1990, p. 31.
[3] De las Rivas, Juan Luis, “La complejidad de lo urbano y el lugar recuperado”, en El Espacio como Lugar, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1992, p. 83.
[4] Del Rio, Vicente, Introducao al Desenho Urbano no processo de Planejamento, Sao Paulo, Editora Pini, 1990, p. 70.
[5] Samuels, Ivor, Urban Morphology in Developed Countries, Joint Centre for Urban Design, Oxford Polytechnic, 1986, citado por Del Rio, Vicente, ibidem, p. 71.
[6] García Lamas, op. cit., p. 38.
[7] Del Rio, op. cit., p. 71.
[8] Ibid.
[9] Vicente del Rio, menciona el trabajo realizado del corredor Cultural , área de interés para la preservación del centro histórico de Rio de Janeiro, como ejemplo importante de aplicación de los estudios de Morfología Urbana, Ibidem, p. 81.
[10] Muratori, Saverio, Studi per una operante storia urbana di Venecia, citado por García Roig, José Manuel, Elementos de Análisis Arquitectónico, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1998, p. 63.
[11] García Fernández, José Luis, “Análisis dimensional de modelos teóricos ortogonales de las ciudades españolas e hispanoamericanas desde el siglo XII al XIX, en la ciudad Iberoamericana, actas del Seminario de Buenos Aires 1985, Madrid, Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, CEHOPU, 1987, pp. 167-169.
[12] Chanfón Olmos, Carlos, “La Monumentalización, nuevo concepto en el análisis del patrimonio urbano-arquitectónico”, en El Heraldo de Navidad 1997, Gobierno del Estado de Querétaro, 1997, pp. 23-30.
[13] El apartado fue retomado de Azevedo Salomao, Eugenia María, Espacios Urbanos comunitarios durante el periodo virreinal en Michoacán, énfasis siglo XVII, Tesis Doctoral, División de Estudios de Posgrado, Facultad de Arquitectura, UNAM, 1999, pp. 203-205.
[14] Chanfón Olmos, Arquitectura del siglo XVI, en Tello Peón, Lucía, Aproximación al tema integral histórico del crecimiento y evolución de la ciudad de Mérida durante el virreinato, Tesis para obtener el grado de Doctor en Arquitectura, México, División de Estudios de Posgrado, Facultad de Arquitectura, UNAM, 2001, p.320.
[15] Ramírez Romero, Esperanza, Morelia en el espacio y en el tiempo. Defensa del patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985, pp.42-51.
[16] González Licón, Héctor Javier, La arquitectura habitacional virreinal, centro histórico de Morelia, Tesis de maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos, Morelia, Universidad Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, 1999, p. 25
[17] Tapia Chávez, Aideé, Morelia 1880-1950, permanencias y transformaciones de su espacio construido, hacia una valoración del urbanismo y la arquitectura del pasado reciente, , Tesis de maestría en Arquitectura, Investigación y Restauración de Sitios y Monumentos, Morelia, Universidad Michoacán de San Nicolás de Hidalgo, 2001, p. 106.
[18] Ibidem, pp. 105-134.
[19] Ochoa S., Álvaro, “Morelia: Descripción de dos viajeros”, en Morelia 450, Revista bimestral del Aniversario de la Fundación de Morelia, n° 4, época única, julio-agosto 1991, pp. 35, 42.
[20] Uribe Salas, José Alfredo, Los pasos a la modernidad, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Coordinación de la Investigación Científica, Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, p. 48.
[21] Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Centro Histórico de Morelia, Michoacán, H. Ayuntamiento de Morelia, 1999-2001.
[22] Ibid.
[23] García Roig, José Manuel, Elementos de Análisis Arquitectónico, Valladolid, Universidad de Valladolid, Caja de Ahorros y Monte Piedad de Salamanca, 1987, p. 70.
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