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Nova REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98 Vol. VII, núm. 146(021), 1 de agosto de 2003 |
LA VIVIENDA POPULAR EN
EL ENSANCHE DE BARCELONA
La vivienda popular en el Ensanche de Barcelona (Resumen)
En los barrios más populares del Ensanche de Barcelona así como en otros barrios de la ciudad y de su entorno metropolitano se construyeron durante el primer tercio del siglo XX un buen número de "pasillos". Se trata de una topología residencial popular que recibe este nombre porque se organiza en torno a un pasillo o patio al que se abren una serie de viviendas mínimas. Nos ocupamos aquí de los construidos en la denominada Izquierda del Ensanche, área que presentaba entonces todavía espacios agrícolas y una importante presencia de fábricas; en esta parte del Ensanche los pasillos ocuparon el interior de las parcelas edificadas con inmuebles de renta de varias plantas destinados a clases medio-bajas. Todo ello proporcionó unas viviendas con estándares mínimos (w.c., lavadero, agua corriente) en un momento de fuerte inmigración que provocaba el consiguiente aumento de la demanda de viviendas y encarecimiento de los alquileres, y también dio lugar a una fuerte densificación y a la transformación de las propuestas de Ildefonso Cerdá sobre el uso del interior de las manzanas.
Popular housing in Barcelona Ensanche (Abstract)
During the first third of the XXth century an important number of "pasillos" (or corridors) where built in the most popular neighbourhoods of Barcelona's Extension (Ensanche), in other neighbourhoods of the city and the metropolitan area. The "pasillos" is a popular residential typology that receives this name because it is organized around a corridor or patio to which a series of minimum housing open up. This paper will focuss on those built in the so called "Left of the Ensanche", an area that at that time still presented agricultural spaces and a considerable presence of factories. In this part of the Ensanche the corridors occupied the interior of the several plants rent buildings dedicated to medium-low classes. They provided minimum standard housing (w.c., laundry, water) in a moment when the strong immigration increased the demand for housings and the price of the rents. On the other hand, the construction of these corridors also gave place to a strong densification and the transformation of Ildefonso Cerda’s proposals on the use of the block's interior.
Las manzanas del Ensanche de Barcelona dibujadas por el ingeniero Ildefonso Cerdà han mostrado a lo largo de su historia una gran versatilidad y capacidad de adaptación a diferentes usos y actividades[1]. En nuestra comunicación expondremos como los interiores de algunos de dichas manzanas diseñados por Cerda a modo de pequeñas áreas verdes, acabaron convirtiéndose en el primer tercio del siglo XX en espacios ocupados por viviendas de grupos populares. Este proceso fue particularmente importante en los sectores más periféricos del Ensanche- los conocidos actualmente como los barrios de la Izquierda y de la Sagrada Familia- de tradición más popular por la pervivencia de actividades agrícolas y por su lenta ocupación con viviendas de menor porte con profusión de actividades fabriles, al mismo tiempo que más próximas a los potentes núcleos industriales como Sant Martí, i Sants - Les Corts.
En esos interiores de manzana barracas y pasillos ocuparon el espacio compitiendo con usos fabriles y con edificaciones de alta densidad, y compartimentación en numerosas pequeñas viviendas.
Las barracas constituyeron en la Izquierda del Ensanche una forma de vivienda resultado de la ocupación de huertos o de la especulación de propietarios que dividían solares en pequeñas parcelas donde, por alquiler e incluso por venta mediante censo, se construían viviendas precarias.
Nos ocuparemos con detalle de los pasillos, una tipología residencial popular que recibe este nombre porque se organiza en torno a un pasillo o patio. En concreto, estudiaremos los que se ubicaron en la Izquierda del Ensanche barcelonés, y en particular en el barrio administrativo de Rocafort entre 1920 y 1930, como una de las formas de vivienda popular de iniciativa privada que constituyeron una alternativa al grave problema de la vivienda que existía en la capital catalana en el primer tercio de siglo. Las dificultades para acceder a una vivienda digna, debido a los altos precios de los alquileres y a la escasez de alojamientos ante la llegada masiva de inmigrantes, hizo del problema de la vivienda un mal endémico; ni desde el sector público ni desde las entidades sin ánimo de lucro -denominadas tercer sector- se logró solventara pesar de varias iniciativas y propuestas que o bien fracasaron o bien tuvieron escasa incidencia[2].
La mayor parte de estos pasillos del Ensanche se han mantenido hasta hoy con un uso residencial para clases populares, si bien en algunos casos se han transformado en pequeños talleres o albergan actividades terciarias como pequeños despachos o estudios de profesionales o artistas.
La densificación del Ensanche Cerdá
En la década de 1920-1930 y a través de la aplicación de las sucesivas ordenanzas de edificación, desde de las de 1891 hasta las de 1932, se produce un aprovechamiento intensivo de las parcelas del ensanche Cerdá mediante diversas formas de densificación. Una de ellas es el aumento de la profundidad edificable que llega a alcanzar el 75 por ciento de la parcela, lo cual permite levantar edificios de dos crujías lo que implica la existencia de viviendas con habitaciones que ventilan en patios interiores e incluso a la caja de escalera[3].
El aumento de la profundidad edificable va acompañado de la ocupación de la parte interior de la parcela edificada con una planta baja de hasta un máximo de 4m, que se destinará a almacén o a usos industriales. De algún modo este tipo de ocupación seria una variante de la ocupación decimonónica de la parcela del Ensanche por una fábrica con patio, continuación, a su vez, del modelo de casa-fabrica del barrio del Raval[4].
Otra forma de densificación del espacio será el aumento del numero de plantas del edificio de viviendas hasta un máximo de 7 pisos además de entresuelos y principales, e incluso la ocupación ex novo de parte de la terraza comunitaria con viviendas, tanto a modo de áticos abiertos a la fachada delantera o de viviendas alineadas a la fachada trasera; a su vez, cada planta, según su superficie, se compartimenta en cuatro, seis u ocho pequeñas viviendas de unos 50 m2 cada una. Incluso esta compartimentación se hace al margen de la concesión del permiso de obras, y al construir el edificio se puede crear en cada rellano un piso que no se dibuja en plano, y cuyas piezas resultan totalmente interiores[5].
Con ello el inmueble se convierte definitivamente en la casa de renta, en la cual desaparece la jerarquía entre planta noble o principal, donde residía el propietario, destacada a menudo por su mayor altura, por su decoración y por la singular tribuna muy frecuente en la parte más burguesa y central del Ensanche barcelonés[6]; en su lugar una sucesión de pequeños balcones y ventanas sin diferenciación en sus dimensiones y decoración nos indica una construcción en serie que homogeneiza todo el edificio, destinado a la producción de rentas para un propietario que ya no reside en él.
Estos edificios de viviendas seguían en su distribución interna y en sus condiciones de higiene lo que disponían las ordenanzas municipales de 1924 y de 1932 en cuanto a superficie mínima de los patios de ventilación, separación de los servicios, dotación de 500 litros de agua por vivienda y día, existencia de lavaderos en cada vivienda o en el terrado[7]. A pesar de ello, el carácter de mínimos de dichas ordenanzas dio como resultado, tal como ha señalado J. A. Solans[8], la proliferación de viviendas mínimas- en torno a 50 m2-, con estancias ventiladas a estrechos y oscuros patios, cuyas condiciones de habitabilidad no hacían sino continuar en gran medida las de la tradicional vivienda obrera y popular del siglo XIX desarrollada en barrios como el Raval.
Finalmente, hemos de señalar otras formas de densificación mediante viviendas mínimas destinadas a grupos más populares. Se trata, como hemos dicho, del aprovechamiento intensivo de la parcela mediante la ocupación del patio interior de manzana correspondiente a una finca con un conjunto de pequeñas viviendas construidas en torno a un patio o pasillo; a ellas se accede generalmente a través del vestíbulo del edificio con fachada a la calle.
Los pasillos de Barcelona
Podemos definir el pasillo barcelonés como un conjunto de entre cinco y doce pequeñas viviendas con superficies comprendidas entre los 15 y los 50 m2, en construcciones de una sola planta, a menudo de altura mínima. Se organizan en torno a un estrecho pasillo o patio que les da acceso y a la vez las comunica con el exterior.
El conjunto podía disponer, en algunos casos, de una cubierta en forma de terrado colectivo al que se accedía mediante una escalera situada al fondo del pasillo, o con acceso individual por el interior de cada vivienda. Los "pasillos" pueden ocupar toda la parcela con acceso directo a la calle mediante una verja o cancela, que en algunos casos se abre entre una vivienda con ventanas al exterior a modo de lo que se denominaba "casa tapón". En otros casos se abre al fondo de la parcela de un edificio construido en altura, accediéndose al "pasillo" a través del vestíbulo del inmueble.
Según la anchura
de la parcela, las viviendas podían construirse en uno o en los dos
lados del pasillo y muy raramente en dos plantas. La disposición más
habitual era la construcción en forma de U, ocupando tres lados del
pasillo y dejando uno para el acceso; también se podían encontrar
pasillos en forma de T y pasillos construidos en un sola lado (Figura 1).
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Figura
1. Detalle de la distribución de las viviendas de un pasillo
en forma de U, todavia existente en la parte interior de un edificio
de la calle Paris en la izquierda del Ensanche.1929 (AMAB. Expediente
43. 919). |
En algún caso, el pasillo podía presentarse formando una serie de dos o tres, e incluso podía llegar a ocupar la totalidad de una manzana; esta situación se produjo en los espacios más periféricos. Concretamente, en Les Corts se construyó un conjunto de este tipo; tenía un total de 34 viviendas de planta baja organizadas en torno a dos pasillos en forma de T, con dos accesos directos a la calle, y ocupaba totalmente una manzana de una de las parcelaciones en las que habitualmente se construían viviendas entre medianeras de planta baja y un piso con un pequeño jardín posterior[9].
En general, los materiales de construcción eran de baja calidad (ladrillo simple, tejado de uralita, cerramientos muy sencillos), si bien se podían mejorar llegándose a introducir, en algunos casos, elementos decorativos propios de la época, de gusto modernista, art decò o noucentista. Podían disponer de servicios -wc, lavaderos, fogones cocinas- compartidos o individualizados según la mayor o menor calidad del conjunto.
El régimen de tenencia solía ser el alquiler, detentando la propiedad, según los casos y la zona, una amplia gama de grupos sociales; encontramos desde propietarios del inmueble principal en cuya parte trasera de construía el pasillo, que eran miembros de la alta burguesía barcelonesa, residentes en la parte más noble del Ensanche o en Sant Gervasi, hasta propietarios pertenecientes a clases medias y populares, incluso de inmigración reciente.
Estos pasillos barceloneses entroncan con una tipología de vivienda que halla sus orígenes en formas tradicionales de viviendas colectivas populares y obreras desarrolladas en algunas ciudades españolas e iberoamericanas desde fines del siglo XVIII, y especialmente a lo largo del siglo XIX e inicios del XX.
Entre ellas podemos citar los chiqueros murcianos[10], las casas corredor o las corralas madrileñas y sevillanas, los patios y ciudadelas de muchas ciudades asturianas, las ciudadelas o portones canarios[11], o los denominados cuarteles de las regiones mineras leonesas y asturianas[12]; esta tipología se trasladó a algunas ciudades iberoamericanas apareciendo allí las llamadas las casas chorizo platenses[13], o los numerosos conventillos de Buenos Aires[14], construidos entre los años de cambio del siglo XIX al XX con la llegada masiva de inmigrantes.
Curiosamente, esta tipología popular apenas era conocida en Barcelona en el siglo XIX, puesto que solamente hemos encontrado, por el momento, escasas referencias; una de ellas en el barrio del Raval, en el llamado conventet de Valldonzella, en la calle Sant Viçens, 25[15], y otras en les Hortes de Sant Beltran donde surgen en la segunda mitad del siglo XIX[16]. Los pasillos aparecen, en cambio, de forma muy clara y extendida por los barrios populares de la capital catalana y municipios de su primera corona industrial y obrera en el primer tercio de siglo XX. Hemos localizado y descrito casos muy representativos en Les Corts[17], y tenemos amplias referencias de otros muchos en Sants, Sant Martí, Nou Barris; e incluso algunos muy bien documentados en el Poble Sec[18].
Se han localizado, también, numerosos ejemplos de pasillos en la parte del Ensanche de Barcelona correspondiente al sector de la Sagrada Familia. En esta área, de urbanización más difusa y de carácter popular, la topología de pasillo presentaba características particulares. Se produce una mayor extensión de los mismos, con una fuerte fragmentación de la manzana en pasajes y pasillos[19], que da lugar a la ocupación de la misma por una amplia variedad de formas de vivienda popular de escasa altura. Los pasillos de esta zona corresponden siempre al modelo de planta baja, alineados a fachada y con diversidad de forma de acceso directo a la calle, la disposición de las viviendas del pasillo dentro de la parcela es variable, presentando tanto la forma de U como de T[20].
En Hospitalet, los pasillos constituyeron una forma de vivienda popular ampliamente extendida en muchos de sus barrios, pero en especial en el núcleo de La Torrassa y Collblanc; una parte de ellos fueron proyectados por el que fue arquitecto municipal desde 1913, Ramón Puig Gairalt, y han llegado intactos hasta hoy, estando algunos de ellos catalogados[21].
Este tipo de construcciones también fue frecuente en otras poblaciones del entorno metropolitano barcelonés como Badalona, Santa Coloma, o en otras ciudades industriales catalanas como Sabadell, donde eran denominadas "estades".
No podemos evaluar el número de pasillos que se llegaron a construir en Barcelona ni tampoco su cronología y ubicación espacial, puesto que responden a una cierta variedad, tanto de posición dentro del tejido urbano y de la parcela, como en sus dimensiones y materiales de construcción. Algunos, posiblemente los más precarios, carecieron de permiso de obras en su origen y han acabado por desaparecer con el crecimiento de la ciudad, otros permanecen ocultos y solo se hacen visibles mediante el trabajo de campo, o cuando se realiza alguna remodelación edificatoria o urbanística.
Por otra parte, la escasa sensibilidad mostrada por los investigadores respecto a los crecimientos suburbanos y respecto los temas de la vivienda popular tampoco ha permitido avanzar en su conocimiento[22].
Es por ello que solo podemos realizar aquí una aproximación de carácter cualitativo, la cual creemos que junto con otras del mismo tipo, nos proporcionan, por lo menos, ejemplos suficientes tanto de las características de este tipo de construcción como de su imbricación en medio de un espacio residencial de carácter mesocrático como tradicionalmente ha sido el Ensanche barcelonés.
Los pasillos de la Izquierda del Ensanche
Nuestro análisis se basa en la observación directa y el trabajo de campo que nos permitió detectar una docena de pasillos situados dentro del barrio de la Izquierda del Ensanche en el área comprendida entre las calles de Diputación, Calabria, Rosellón y Tarragona, que corresponde a la zona administrativa denominada Rocafort.
Dicha parte del Ensanche era a comienzos del siglo XX un área apenas urbanizada, con un buen número de calles sin abrir cuyos límites se confundían con los de los antiguos municipios de Sants y de Les Corts con los que se unían todavía por viejos caminos.
Se mantenían espacios agrícolas, incluso con la permanencia de alguna masia, a la vez que desde fines de siglo XIX se habían ido implantando un buen número de actividades fabriles muy diversas entre las que destacaban las del sector de artes gráficas y editoriales (Labor, Salvat), así como las mecano-metalúrgicas, y textiles (Batlló, actualmente Escola Industrial)[23]. Otros elementos conferían a este sector una cierta marginalidad urbanística, por una parte, la cárcel Modelo, que estaba enclavada en esta zona desde fines de siglo XIX, además del Matadero con sus instalaciones anejas, los cuarteles y las cocheras de los tranvías; y, por otra, la línea de ferrocarril a cielo abierto que solo era posible atravesar por algunos pasos de madera como el conocido "puente del Mico".
En esta zona se ubicaron en la década de 1920 un buen número de barracas de índole diversa tanto de materiales de deshecho como construidas con mampostería ligera; tenían una reducidísima superficie y presentaban graves carencias en los servicios de agua corriente, w.c., desagües; en 1929 se contabilizaron en esta zona unas 665 barracas[24].
A partir del trabajo de campo y de la consulta de la cartografía parcelaria de la década de 1920 traté, posteriormente, de localizar en el Archivo Municipal Administrativo del Ayuntamiento de Barcelona los permisos de Obras correspondientes; el resultado sin llegar a ser óptimo, ha permitido conocer a fondo las características de seis pasillos, y a partir de ellos alcanzar algunas conclusiones[25].
Los pasillos analizados se ubican en todos los casos en la parte posterior de edificios construidos al mismo tiempo que ellos, entre 1920 y 1930. Fueron diseñados, conjuntamente con los edificios con fachada a la calle, por arquitectos relativamente conocidos y con mucha obra en la ciudad, entre los que destaca Josep Masdeu, que proyectó dos inmuebles con sus correspondientes pasillos; otros arquitectos firmantes de planos fueron: Clemente Transpies, Antonio Bartra, Magín González Rovira de Villar, y Luis G. Colomer Bellot.
Los edificios que
daban a la calle y ocultaban los pasillos aprovechaban la máxima altura
permitida por las Ordenanzas Municipales y alcanzaban siempre la planta baja
y seis pisos; suelen presentar una fachada sencilla pero de cierto gusto
compositivo de carácter clasicista, propio de la arquitectura barcelonesa
de esta década, caracterizado por el uso de frontones, capiteles, columnas
adosadas, mansardas y otros elementos decorativos como balaustradas o jarrones
de piedra artificial (Figura 2).
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Figura
2.Fachada, planta baja con el pasillo y planta de los pisos de
un edificio de la Izquierda del Ensanche de Barcelona proyectado en
1930 y todavía existente (AMAB. Expediente 48.752 ) |
Estos edificios no suelen enfatizar, o lo hacen muy discretamente, la planta principal, en la que desaparece la tribuna y, solo en algunos casos, es substituida por un amplio balcón con las antes citadas balaustradas de piedra artificial que indica una cierta jerarquización.
La ocupación por el pasillo de la parte correspondiente al patio de manzana consta de forma muy detallada en la mayoría de los planos de los permisos de obras consultados, explicitándose de forma clara la disposición, distribución interna y servicios de las viviendas así como el pasillo de acceso que suele abrirse al final del vestíbulo; en un caso se dibuja solamente su emplazamiento, mientras que en otro no llegó a solicitarse el permiso de construcción del pasillo, hecho que motivó una denuncia por parte del Ayuntamiento al realizarse una inspección de obra nueva.
En los cinco casos estudiados, la anchura de los patios de acceso a las viviendas oscila entre los 2 y los 5 m., mientras que el número de viviendas del pasillo se sitúa entre 4 y 10. En cuanto a la superficie en ningún caso las viviendas superan los 50 m2, presentando una distribución bastante homogénea con tres dormitorios- dos con ventana que se abre al patio- un comedor y cocina, generalmente separada, y un wc situado en un minúsculo patio de ventilación lateral o trasero al que ventila la cocina y el tercer dormitorio; en la mayoría de ellos, una escalera situada al final del pasillo daba acceso a una terraza donde se ubicaban uno o dos lavaderos en que se lavaba por turnos. En algún caso podía invertirse la distribución disponiéndose la cocina y el wc con ventilación al propio pasillo (Figura 1).
Los pasillos eran propiedad del titular del inmueble en altura, que alquilaba tanto los pisos como las viviendas del pasillo. Según datos del Padrón de habitantes de 1930 el precio de alquiler de las viviendas de los pasillos se situaba entre las 60 y las 80 pesetas mes, mientras que el de los pisos del mismo inmueble alcanzaba las 100 o las 105 pesetas.
Los dueños de los inmuebles eran mayoritariamente propietarios rentistas ya que ninguno residía en el mismo edificio, viviendo tres en la parte más central del Ensanche, uno en Sant Gervasi y dos en dos de las calles de más estatus de la Ciutat Vella; todas estas áreas se convirtieron desde fines del siglo XIX y a lo largo del siglo XX en los espacios de residencia de los propietarios rentistas de la ciudad[26]. Entre los propietarios destacaba Justo Oliveras, dueño de dos inmuebles con pasillo, miembro de la alta de la burguesía barcelonesa, que residía en un lujoso inmueble de la Rambla de Cataluña; las características de los restantes propietarios resultan menos conocidas.
Cabe plantearse si existía por parte de los propietarios alguna intención social o económica, más allá de la obtención de rentas, en a la construcción de los pasillos. De hecho, las fuentes consultadas aportan poco al respecto y únicamente en un caso el propietario- precisamente Justo Oliveras- alude en su solicitud de permiso a su intención de construir "viviendas acogidas a la Ley de 21 de febrero de 1924 para viviendas de menos de 125 pesetas al mes"; cabe suponer que se trataba de una de las normativas que modificaba substancialmente el espíritu de la Ley de Casas Baratas de 1911, al ampliar los beneficios de la misma a propietarios rentistas que construyeran viviendas para alquilar a un precio moderado[27].
El análisis complementario con el padrón de 1930 nos permitió conocer datos sobre las características de los residentes en algunos de los pasillos detectados mediante el trabajo de campo y la planimetría. Hay que constatar que, dada la proximidad entre la fecha de construcción 1927-30 de los seis casos estudiados y la de realización del Padrón de 1930, algunas viviendas de los pasillos estaban todavía por alquilar.
Los resultados obtenidos sobre un total de once viviendas nos muestran una densidad no excesivamente alta, ya que en pocos casos superaban los cuatro habitantes por vivienda, constatándose tres caso de realquilados no consanguíneos. En cuanto a su origen geográfico, se observa un predominio de inmigrantes de procedencia diversa con presencia de quince provincias, incluso las catalanas menos Gerona; entre las que están más representadas se encuentran Aragón y Valencia, muestra de una inmigración relativamente antigua con residencias en la ciudad de unos diez o más años; se trataba de una estructura familiar compuesta por padres o una madre viuda con escasa calificación – la mayoría de cabezas de familia son jornaleros- con hijos menores o jóvenes que ya empiezan a situarse en el segmento de trabajadores de oficio[28].
Caso aparte de estos pasillos, tanto por sus características como por su localización más alejada del núcleo descrito, pero indudablemente entroncado con ellos, sería el caso de una tipología residencial en interior de manzana de la que solamente disponemos de un ejemplo. Se trata de una construcción situada en una manzana muy cercana a la parte más central del Ensanche (calles de Enrique Granados, Valencia y Aribau) apenas a 300 metros del paseo de Gràcia; fue descubierta, fotografiada y publicada por X. Blanquer y X. Sabater en 1977[29].
Esta construcción se levantó al fondo de una parcela estrecha y muy larga, con entrada por la calle Enrique Granados; con fachada a dicha calle se ubicaba un edificio de planta baja y dos pisos dedicado en parte a vivienda y en parte a usos fabriles. Desconocemos la fecha de su construcción, pero lo que es cierto es que aparece como espacio ya edificado en 1877 cuando se le señala como "superficie con talleres construidos" en el permiso de obras de este año del edificio alineado a la calle Enrique Granados[30].
El conjunto sigue todavía en pie como espacio residencial, conformando una comunidad de propietarios a pesar del derribo y nueva construcción en 1987, del edificio de Enrique Granados 33, incorporado a las dependencias de la Delegación Provincial de Hacienda de Barcelona; el informe favorable a su conservación preventiva y a la realización de un estudio histórico sobre su valor patrimonial es, indudablemente, le que lo ha permitido mantenerse en pie[31].
El citado conjunto es una construcción de forma rectangular que ocupa la mayor parte del interior de la parcela dejando únicamente uno de los lados sin edificar con un estrecho pasillo; está compuesto de dos plantas, que albergan en cada una seis viviendas de reducidas dimensiones con dos ventanas al pasillo delantero, mientras que la cocina y el wc ventilaban a un reducido patinejo posterior.
Al piso alto se accede mediante unas escaleras exteriores situadas en los extremos, que conducen a una galería donde se abren las puertas de las pequeñas viviendas; esta distribución presenta semejanzas con la de algunos conjuntos de viviendas de las colonias industriales catalanas, por lo que los autores del mencionado trabajo la consideraron una implantación similar construida para albergar de manera colectiva a empleados de un convento o de un hospital.
A pesar de estas semejanzas- que son evidentes-, después del estudio de los pasillos creemos que esta construcción- por su ubicación y por su momento de construcción- se relaciona más con ellos que con las colonias industriales, tratándose, muy posiblemente, de un medio pasillo que se dobla en altura.
Por otra parte, el tipo de residentes- por lo menos los censados en 1930- tenían procedencias y ocupaciones diversas, que en poco los vinculaban con un mismo tipo de actividad, fuera un convento o un hospital y menos con una empresa industrial determinada[32], por más que en los edificios contiguos figuraban un taller de géneros de punto, una imprenta y una fabrica de bobinas de papel, además de una vaquería. Estos establecimientos eran una muestra más de las actividades productivas existentes incluso de esta parte del Ensanche más cercana al centro de la ciudad y que, al disminuir el valor del suelo, favorecía su uso puntual y oculto por grupos de vivienda popular.
Los pasillos de la Izquierda del Ensanche: ¿una alternativa de vivienda popular?
Los resultados obtenidos son limitados pero lo suficientemente significativos para formular algunas conclusiones que a modo de hipótesis puedan guiar investigaciones más amplias o comparativas. A partir de ellos podríamos hacer un balance relativamente positivo de lo que significaron estos pasillos como forma de vivienda popular en un período de escasez de viviendas, de altos precios y de políticas sociales públicas muy poco generosas, que obligaron a una parte de la población barcelonesa autóctona e inmigrada a vivir en condiciones deplorables en barracas, edificios de autoconstrucción y en viviendas insalubres y hacinadas en las tramas históricas.
En primer lugar, destacaríamos la posible heterogeneidad social que propiciaban los pasillos al existir espacios comunes de acceso con las viviendas de las plantas del edificio, que si bien podían implicar una menor privacidad, en contrapartida también podían favorecer las relaciones de vecindario entre grupos sociales relativamente distintos.
Por otra parte, el escalado de alquileres respecto a las viviendas en las plantas posibilitaba una adaptación del alquiler a los ingresos familiares sin renunciar a localizaciones relativamente centrales y de carácter mesocrático-popular. De hecho, en una buena parte de las calles de la Izquierda del Ensanche próximas, incluso, a las áreas de pasillos y barraquismo y de los espacios ocupados por fábricas e infraestructuras, se habían ido construyendo en la década de 1920-1930 un buen número de sencillos edificios de renta junto a otros de mayor calidad constructiva y social.
Al mismo tiempo, este barrio del Ensanche estaba bien conectado con los mercados de trabajo, ya que poseía su propio entramado fabril, y a la vez estaba cerca de los núcleos industriales periféricos- Sants, Les Corts- o al tejido productivo del centro histórico. Además de ello, la Izquierda del Ensanche se comunicaba desde 1926 a través de la línea de metro Transversal que discurría por la Gran Vía y la situaba a tres paradas de la plaza de Cataluña; en 1934 fue ampliada en su recorrido, y con las estaciones de Santa Eulalia y Marina unía ya Hospitalet con el núcleo fabril de Sant Martí.
Las viviendas de los pasillos no disponían de los estándares de mayor calidad constructiva – habría que valorar los aislamientos de suelo y techo-, y de mejor iluminación y ventilación y privacidad que disfrutaban los pisos altos; pero presentaban un nivel aceptable de habitabilidad en cuanto a superficie, distribución y equipamiento mínimo – dotación de 500 litros por vivienda y día, w.c. por sistema inodoro, lavadero separado- muy similar a los que tenían las viviendas construidas en las diversas plantas de los inmuebles donde éstos se situaban; por otra parte, respondían con la firma del arquitecto a unas prescripciones y a unos controles urbanísticos mínimos.
Estas viviendas mínimas representaban, seguramente, una mejora respecto a las formas más precarias de vivienda para capas populares (barraquismo, hacinamiento, realquilados, camas calientes, albergues) aunque estaban lejos, sin embargo, de otras formas de vivienda más amplias, más confortables y más equipadas- con ducha y bañera, calefacción central, ascensor- que ya empezaban a ser habituales en los nuevos edificios de mayor estatus social de la Barcelona de la década de 1930. Nos referimos tanto a la vivienda de la alta burguesía en el Ensanche más central, en Sarriá y Sant Gervasi, como a las viviendas de clase media-alta, e incluso a las de promoción cooperativa; en definitiva, los pasillos o patios no dejaban de significar una regresión respecto a modelos tipológica y socialmente más avanzados que se habían debatido y propuesto en este período[33].
Posiblemente, estos pasillos de la Izquierda del Ensanche barcelonés al igual que algunos de sus homónimos de Les Corts[34], presentan unas características que los situaban bastante por encima de la calidad constructiva y equipamiento de buena parte de los pasillos barceloneses, en especial los del Ensanche de la Sagrada Familia- según la investigación en curso de Rosa Bonet-, y los de la periferia noreste de la ciudad. Todo ello les ha asegurado su supervivencia tanto como viviendas- ocupadas ahora en buena parte por inmigrantes extracomunitarios- como espacios dedicados a pequeños talleres, despachos-estudio, o lofts; una buena parte de ellos son actualmente propiedad de los residentes en régimen de comunidad de propietarios conjuntamente con el resto de viviendas del edificio de viviendas que les da acceso a la calle.
Investigaciones comparativas
con metodología similar a la nuestra nos permitirán comprobar
lo que por ahora es solamente una hipótesis, y adentrarnos un poco
más en el estudio de la vivienda popular y obrera de la ciudad de Barcelona
en el primer tercio del siglo XX. Se completarán, así, las investigaciones
que en la última década se están realizando sobre algunos
de este tipo de conjuntos, construidos tanto por iniciativa pública
como privada, o desde el tercer sector.
Notas
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© Copyright Mercedes
Tatjer , 2003
© Copyright Scripta Nova, 2003
Ficha bibliográfica:
TATJER, M. La vivienda popular en
el Ensanche de Barcelona. Scripta Nova. Revista electrónica de
geografía y ciencias sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona,
1 de agosto de 2003, vol. VII, núm. 146(021). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-146(021).htm>
[ISSN: 1138-9788]
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