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Scripta Nova.
 Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 
Nº 94 (76), 1 de agosto de 2001

MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL

Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)

EL PROCESO MIGRATORIO Y SUS CONSECUENCIAS SOBRE EL POBLAMIENTO
DE LAS CIUDADES PETROLERAS: REALIDADES Y REPRESENTACIONES COLECTIVAS
EN EL CASO DE LAS CIUDADES DE CASANARE, COLOMBIA

Françoise Dureau
IRD - Mobilités et Recompositions Urbaines, UMR Regards
(fdureau@regards.cnrs.fr)

Vincent Goueset
Université de Rennes II
(vincent.goueset@uhb.fr)


El proceso migratorio y sus consecuencias sobre el poblamiento de las ciudades petroleras : realidades y representaciones colectivas en el caso de las ciudades de Casanare, Colombia (Resumen)

A raíz del descubrimiento de importantes yacimientos petroleros, Yopal, Aguazul y Tauramena, ciudades del piedemonte casanareño, registraron una aceleración brutal del ritmo de crecimiento poblacional. Mientras se intensificaban las corrientes migratorias tradicionales de corta distancia, se dieron unos nuevos flujos migratorios de larga distancia y se intensificaron prácticas migratorias circulares, basadas en estadías cíclicas en estas ciudades. A la par con los cambios demográficos, pero sin tener un buen diagnostico de éstos, los gobiernos locales tuvieron que asumir una ampliación de sus competencias y un aumento sensible de sus recursos, con las regalías petroleras. Mediante un análisis de la dinámica del mercado de la vivienda, se pone en evidencia el papel respectivo de los distintos actores, privados y públicos, y sus consecuencias en términos de condiciones habitacionales : al lado de la producción de vivienda nueva, las prácticas residenciales de la población juegan un rol esencial en el proceso de construcción de la ciudad.

Palabras clave: Inmigración/ Prácticas residenciales/ Mercado de la vivienda/ Petróleo


El presente estudio (1) contempla el impacto poblacional del boom petrolero ocurrido en Aguazul, Tauramena y Yopal, tres ciudades de los Llanos orientales de Colombia, en el piedemonte de la cordillera andina (figura 1). El departamento del Casanare, donde se sitúan estas ciudades (y del cual Yopal es capital administrativa) es básicamente una región de sabanas, poco pobladas, periféricas (aunque las ciudades estudias quedan apenas a 200 km de Bogotá), que constituyeron durante muchos años una zona de colonización agraria. Poco urbanizado y poco industrializado (la ciudad principal, Yopal, tenía solamente 16 400 habitantes en 1985), el Casanare era, antes de la aparición del petróleo, una zona con vocación agropecuaria (ganadería extensiva y cultivos regados en el piedemonte): el sector agrícola representaba aun las dos terceras partes del PIB departamental en 1985.

El descubrimiento de los yacimientos petroleros de Cusiana (en el municipio de Tauramena) y Cupiagua (en el municipio de Aguazul) en los años 80, y su explotación, en los años 90, convirtieron en muy poco tiempo el piedemonte casanareño, que era una zona marginada y agrícola, en la principal zona de producción petrolera en Colombia (aunque sigue siendo un enclave extractivo: el petróleo no está refinado ni transformado in situ, está transportado crudo hacia industrias o puertos externos). En un contexto de verdadera 'fiebre petrolera', las ciudades estudiadas registraron una aceleración brutal del ritmo de crecimiento de su población. Los censos nacionales y una encuesta demográfica que realizamos en 1996 mostraron la intensificación de los flujos migratorios hacia estas tres ciudades. La movilidad de la población, que tradicionalmente era alta en las ciudades del piedemonte, debido al frente de colonización y a la dinámica agropecuaria (con flujos de corta distancia más que nada), creció de manera drástica con el ciclo petrolero, que vio la aparición de nuevos flujos migratorios de más larga distancia, y la intensificación de prácticas espaciales complejas basadas sobre desplazamientos temporales y cíclicos.

Desde luego, estos cambios demográficos generaron un abrupto crecimiento de la demanda en vivienda, infraestructura y servicios públicos, y los gobiernos locales, que no tenían un conocimiento preciso de la magnitud, de las características, y de la durabilidad del flujo migratorio, tuvieron muchas dificultades para enfrentarlo. Por otro lado, en el contexto de descentralización y de reformas político-administrativas que marcaron los años 80 y 90, tuvieron que asumir una ampliación de sus competencias, y vieron aumentar sus recursos de manera sensible, con las regalías petroleras, sin tener siempre la capacidad humana y técnica para manejar semejantes cambios.

Aunque resulta imposible separar en el flujo migratorio lo que es directamente relevante del petróleo (personas que vinieron a propósito para trabajar en este sector y que lograron hacerlo), lo que deriva indirectamente del petróleo (con actividades inducidas por el petróleo como comercio, hotelería, transporte, servicios varios, prostitución…), y lo que no tiene vínculo claro con él (migraciones campo-ciudad, desplazamientos generados por la violencia, llegada de personas tal vez atraídas por el 'olor a petróleo', pero que claramente no eran capacitadas para trabajar en este sector), resulta claro que buena parte de los inmigrantes, bastante móviles y de origen cada vez más lejano, no tenían mucho arraigo a las ciudades casanareñas, y no tenían como estrategia o voluntad radicarse a largo plazo en ellas. Un problema grande en el caso de Aguazul, Tauramena y Yopal ha sido la falta de un conocimiento preciso de las formas de movilidad espacial, que llevó a que el diagnóstico demográfico resultara muy precario, como en las demás ciudades colombianas, pero con implicaciones más graves aquí, debido a la magnitud de los flujos migratorios.

El estudio del mercado de la vivienda, de las prácticas residenciales de los inmigrantes y de los 'nativos' (2), y de las formas de producción de la vivienda por parte del gobierno local y de los agentes privados, ponen en evidencia el papel de cada uno de esos actores en el proceso de urbanización. En forma paradójica, estas ciudades dominadas por lo efímero, lo precario, las contradicciones entre las temporalidades y los intereses de distintos actores ofrecen un marco interesante para analizar el papel de la migración en un proceso necesariamente largo y colectivo, el de la construcción de la ciudad.

Este texto se concentra sobre el proceso migratorio, tomando en consideración las formas de movilidad, sus consecuencias sobre la composición de la poblaciones urbanas y las representaciones colectivas del fenómeno. Dejamos para otra ocasión  el tema de la intervención de los gobiernos locales: ¿como manejar el flujo migratorio; cómo ordenar unas ciudades en proceso de crecimiento muy rápido; y qué hacer con el dinero del petróleo?, así como las prácticas residenciales en las ciudades petroleras y el papel de la población en la dinámica del mercado de la vivienda : ¿cómo se adaptan los habitantes al contexto de déficit y de inadaptación de la oferta de la vivienda (entre otros la oferta pública) a la demanda real? También, en una próxima publicación se esbozará un balance de las condiciones de hábitat en las ciudades petroleras al momento del estudio (1996-1999): mejoramiento sensible de la oferta de servicios públicos, pero deterioro de las condiciones de alojamiento.

'Sembrar el petróleo', o sea, convertir una coyuntura de bonanza minera (y una 'economía de enclave') en desarrollo duradero y equilibrado siempre ha sido una meta difícil de alcanzar en Colombia y en el resto de América latina. El ejemplo de las ciudades casanareñas muestra que este reto sigue siendo un problema de actualidad, a pesar de toda la riqueza inyectada por el petróleo, y a pesar de la descentralización y del fortalecimiento real de los gobiernos locales.

A pesar de que el conocimiento preciso del proceso migratorio constituye una condición indispensable para actuar sobre las dinámicas demográficas locales y manejar sus consecuencias, el análisis del fenómeno todavía queda incipiente en Colombia. Debido a los conceptos utilizados, los censos son poco adecuados para dar cuenta de la realidad de las prácticas espaciales de la población : no toman en cuenta sino algunas formas de movilidad espacial, en este caso la migración definitiva, cuando el contexto local está marcado por el aumento de los sistemas residenciales complejos basados en estadías cíclicas o temporales en las ciudades casanareñas. En el presente estudio, además de la información censal (1973, 1985, 1993), nos basamos en la encuesta sobre movilidad espacial que realizamos en 1996 en estas tres ciudades. Utilizando un nuevo marco conceptual de la movilidad espacial, esta encuesta integra innovaciones metodológicas que permiten acercarse más a la realidad de las prácticas residenciales y laborales de la población : se toma en consideración el conjunto de las formas de movilidad espacial, con un enfoque longitudinal, y se consideran las prácticas migratorias no sólo a nivel de los individuos, sino también de las unidades familiares.
 

Un crecimiento acelerado de la población permanente, acorde con el ciclo petrolero

A partir del momento en que se descubrieron los yacimientos petroleros de Cusiana y Cupiagua, Yopal, Aguazul y Tauramena registraron una aceleración brutal del ritmo de crecimiento de su población. Aunque las tres ciudades del área de influencia petrolera continúan siendo pequeñas, sus ritmos de crecimiento demográfico llaman, con toda la razón, la atención. La explotación del petróleo ha acelerado, en un tiempo muy corto, las tasas de crecimiento de la población, de acuerdo con las fases de explotación petrolera en que se encuentra cada ciudad (cuadro 1).
 
 

Cuadro 1 
Evolución de la población permanente por ciudad (1973 - 1996)
Ciudad
Año
Población total
Tasa de crecimiento promedio anual
Índice de masculinidad
Yopal
1973
4 846
85,7
1985
16 351
10,1 %
105,0
1993
36 490
10,0 %
101,4
1996
43 159
6,6 %
91,4
Aguazul
1973
2 745
97,4
1985
5 060
5,1 %
100,8
1993
9 367
7,7 %
106,1
1996
10 943
5,6 %
95,2
Tauramena
1973
661
76,9
1985
1 016
3,6 %
96,5
1993
2 873
13,0 %
125,2
1996
7 047
32,0 %
109,4
Fuentes: Censos de Población de 1973, 1985 y 1993 (ajustados-DANE), DANE.
Encuesta Movilidad espacial en Casanare, 1996, CEDE-ORSTOM.
Nota : En 1996, solo se incluye población permanente.

Una realidad demográfica más compleja que la que captan los censos

La población captada en los censos de población corresponde al concepto demográfico tradicional de residente habitual.Suponiendo implícitamente que la residencia es permanente y única, se consideran las personas que residen habitualmente en las viviendas. Sin embargo, una cierta proporción de la población no reside en un lugar único, sino en varios, desplazándose continuamente entre ellos. Para captar esta población flotante, hemos incluido en la definición del universo de la encuesta de 1996, además de los residentes habituales, a todas las personas no residentes habituales de las viviendas de la muestra, pero que cumplen la condición de haber permanecido por lo menos 28 días en la vivienda durante el año de referencia (12 meses anteriores a la encuesta). Así abarcamos todas las personas cuyo sistema residencial incluye una permanencia en las viviendas (particulares o en hoteles) de la muestra, e identificamos tres categorías de sistema residencial durante el año de referencia: unipolar (un solo lugar de residencia);bipolar (alternancia entre dos lugares de residencia en los cuales la persona reside por temporadas, con migraciones temporales entre éstos); itinerante (serie de lugares de residencia, con migraciones residenciales definitivas, tipo "trasteo", entre éstos).

Combinando las categorías de sistema residencial con información sobre la duración y la frecuencia de la permanencia en la vivienda encuestada, se puede estimar la población permanente (los "residentes habituales" del DANE) y la población no permanente (compuesta por las personas que corresponden a la categoría demográfica tradicional de "visitantes" y por aquellas que tienen un sistema de residencia bipolar). Con base en esta clasificación, y considerando únicamente a la población permanente, se pueden comparar los datos de la encuesta con los censales, y analizar la evolución de la población a lo largo del periodo 1973-1996 (cuadro 1). Esta visión, obligatoria dadas las definiciones censales, oculta una dimensión importante del impacto demográfico de la explotación petrolera como son las prácticas residenciales urbanas cíclicas o temporales. La observación exclusiva del residente permanente sesga la enumeración de personas, y mucho más de los hogares.

Otros factores distorsionan la evaluación del crecimiento demográfico con base en los datos censales de las poblaciones urbanas: el uso de las habitaciones en hoteles o pensiones como solución de sustitución a la vivienda particular en un mercado donde la oferta no es suficiente, y la presencia de asentamientos poblacionales fuera del perímetro urbano, tal como la invasión de Puente Cusiana, ubicada en la parte rural del municipio de Tauramena. Esta invasión, que existe desde los años 70, experimenta un crecimiento acelerado en los últimos diez años, y en 1996 ya había en ella alrededor de quinientas personas. Este proceso está claramente relacionado con la actividad petrolera: en 1996, el 60% de la población masculina ocupada de Puente Cusiana trabajaba en actividades petroleras.

Tauramena, con el pozo Cusiana en la parte final de la etapa de explotación, acelera su tasa de crecimiento en el periodo 1993-1996. Con una tasa de crecimiento como la alcanzada por Tauramena, cualquier ciudad duplica su población en sólo un poco más de dos años. Así, tres años después del inicio de la etapa de explotación del proyecto Cusiana - Cupiagua, Tauramena ve aumentada su población en 150%! Es de esperar, sin embargo, que este ritmo de crecimiento poblacional empiece a disminuir una vez se inicie la extracción en el pozo Cusiana. Por el contrario, Aguazul, donde Cupiagua apenas estaba entrado en 1996 en la etapa de construcción del CPF (3), mostraba una menor tasa de crecimiento. Aunque no hay explotación petrolera en el mismo territorio municipal de Yopal, sí se ha visto afectada demográficamente por el descubrimiento y la explotación de estos pozos. Por ser la capital del departamento, centro de las actividades administrativas y financieras, por su cercanía a Aguazul y Tauramena, y por ofrecer mejores condiciones de infraestructura y servicios, Yopal ha recibido gran parte de las nuevas actividades ligadas a la explotación petrolera y del dinamismo poblacional ocurrido en la década de los 80 con la expansión de la frontera agrícola y la apertura de vías de acceso terrestre en el Casanare (especialmente la Marginal de la Selva, que pasa por Yopal), y que se aceleró con el descubrimiento de los pozos Cusiana-Cupiagua, a finales de los años 80.
 

 La intensificación de los flujos migratorios, en particular los de larga distancia

Entre enero y agosto de 1996, llegaron más de 6.000 personas a Yopal, 1.800 a Aguazul y 2.300 a Tauramena. Si se relacionan estas cifras de inmigrantes con el tamaño de las ciudades (Cuadro 1.2), se dimensiona la amplitud del problema que deben afrontar las administraciones municipales en términos de gestión urbana. Las tres ciudades no están en la misma situación de desarrollo urbano, ni se benefician de los mismos recursos por concepto de regalías (sección 2); tampoco los problemas generados por los flujos de inmigración tienen la misma magnitud, ni el mismo calendario.

La alta asociación entre la intensidad de las corrientes inmigratorias y la explotación petrolera se evidencia claramente al analizar la distribución de los inmigrantes por año de llegada a cada ciudad. Mientras que algo más de la mitad de los inmigrantes a Aguazul y Yopal ha llegado a la ciudad después de 1991, el 82% de los inmigrantes a Tauramena llegaron entre 1991 y 1996, después del descubrimiento del yacimiento de Cusiana. La creciente contribución de la inmigración reciente en la inmigración total de cada ciudad permite entender las altas tasas de crecimiento observadas en los últimos años.

La gran atracción de población que la explotación petrolera ha ejercido en las tres ciudades lleva a que la proporción de nativos en la población total se vea reducida, volviendose minoritaria. En 1996, 30% de la población actual de las ciudades de Yopal y de Aguazul era nativa de la ciudad, y en Tauramena, solo 14% de los residentes nacieron en la ciudad misma. Estas tres ciudades, y aun más Tauramena que las otras dos, son en forma evidente el producto de unos flujos migratorios recientes, lo que implica obviamente una población con una identidad todavía en proceso de construcción.

Estos inmigrantes que conforman la mayoría de la población de las tres ciudades tienen una característica en común, en 1996 como un cuarto de siglo antes (al momento del censo de 1973) : provienen principalmente de la zonas circundantes, es decir del mismo departamento del Casanare, del departamento limítrofe Boyacá y del resto de la región central del país. La intensificación de los flujos migratorios generada por la explotación petrolera no ha borrado completamente los efectos de la dinámica demográfica ligada al contexto regional de frente de colonización agrícola. Sin embargo, la inmigración reciente a las tres ciudades evidencia un cambio notable en la composición geográfica de los flujos inmigratorios, en donde cada vez son más importantes las migraciones de larga distancia, como aquellas provenientes de Bogotá y de los departamentos costeros de Colombia.
 

Unos flujos migratorios selectivos por sexo y edad

El clásico carácter selectivo por sexo y edad de las corrientes migratorias asociadas a la explotación de recursos naturales (Zavala, 1980), se confirma en las tres ciudades : se observa una mayor concentración de hombres en los inmigrantes (57%) y los inmigrantes se concentran en las edades económicamente productivas, tanto en el caso de los migrantes de toda la vida como en el de los del último año. La predominancia de hombres está centrada en las edades más productivas, entre los 30 y los 44 años : en este grupo de edad, en 1996, los índices de masculinidad alcanzan niveles sumamente altos en los migrantes del último año, 288 en Aguazul y 296 en Tauramena. Definitivamente estas dos ciudades están marcadas por la presencia de los 'malleros', como se designa a los trabajadores que buscan el ingreso a alguna compañía petrolera -el interior de la malla que rodea el CPF-, que van persiguiendo a las petroleras por todo el país. Menos dependiente de la actividad petrolera y de la selectividad de los flujos migratorios que ésta genera, Yopal no afronta un desequilibrio tan grande de las poblaciones migrantes.

Comparar la composición de las diferentes cohortes de migrantes presentes en 1996 en las tres ciudades permite precisar los cambios recientes en los procesos migratorios. Los migrantes más recientes, llegados en el transcurso de 1996, presentan una proporción más importante de jóvenes menores de 15 años (30 a 35%) que los migrantes más antiguos, así como una fuerte proporción de jóvenes mujeres entre 15 y 29 años (20%). Parecería que luego de una primera fase de la migración, dominada por los hombres solos, asistimos a una inmigración reciente de familias completas y a la llegada de mujeres acompañadas por sus hijos. Ciertamente, "ningún mallero que comienza a buscar trabajo en la región vive con su familia en este ciclo (de la malla)" (Hoyos y Salazar, 1997) y un cierto número de ellos no proyectan traer a la familia : su modo de vida se basa en una disociación del espacio de trabajo y del espacio de reproducción social y familiar. En cambio, como lo hacen algunos migrantes empleados en otros sectores de actividad, ciertos malleros traen a su esposa y a sus hijos una vez han asegurado su situación residencial y económica. La reciente llegada de jóvenes mujeres adultas también debe relacionarse con el fuerte desarrollo de la prostitución, particularmente en Tauramena. Los malleros fueron seguidos por prostitutas que "así como los malleros, van detrás del petróleo" (Hoyos y Salazar, 1997) : esta inmigración reciente de mujeres jóvenes adultas se traduce en un índice de masculinidad particularmente bajo en el grupo 15-29 años (64, en 1996, en Tauramena).

Dada la importancia relativa de los inmigrantes dentro de la población total, la intensificación de los flujos migratorios y su composición han originado una modificación profunda de la composición de la población que vive en las tres ciudades. En un primer momento, la llegada de mano de obra fundamentalmente masculina con una muy alta movilidad en las tres ciudades, generó un fuerte aumento del índice de masculinidad, hasta 1985 en Yopal, y hasta 1993 en Aguazul y Tauramena. Esta inmigración masculina se concentró en los adultos de 30 a 49 años, grupo en el que, en 1993, se contaba entre 1.5 y 2 hombres por una mujer en Tauramena. Las migraciones recientes de mujeres con niños que tienden a establecerse en forma más permanente que los hombres en las ciudades petroleras hace que a partir de 1993, la tendencia se invierta : en las tres ciudades, el índice de masculinidad disminuye entre 1993 y 1996 (Cuadro 1.2). En Yopal y en Aguazul, las poblaciones jóvenes de 1973 producidas por un régimen demográfico de fecundidad elevada, generaron, en 1996, poblaciones con un alto porcentaje de jóvenes adultos. En razón de su tamaño más reducido y de un mayor impacto de la actividad petrolera, Tauramena registró cambios de una dimensión aún mayor.

En apenas un cuarto de siglo, entre 1973 y 1996, la población de estas ciudades cambió de manera radical. La atención de los planificadores se concentra generalmente sobre una de las dimensiones del impacto demográfico de la explotación petrolera : el aumento de la población. La amplitud y la velocidad de los cambios de la composición por sexo y edad de la población muestran que no se puede descuidar otra dimensión : los cambios drásticos que afectan la composición de la población por sexo y edad. Esta realidad demográfica inmediata, que complica el carácter incierto de su evolución a mediano plazo, tiene implicaciones importantes en términos de demanda por servicios sociales y constituye un reto grande para la gestión y la planeación de estas ciudades.
 

El aumento de las prácticas migratorias complejas, con base en estadías cíclicas en las tres ciudades casanareñas

En 1996, el 82% de la población de Tauramena, el 85% de la de Yopal y el 89% de la de Aguazul tenían como lugar único de residencia la vivienda encuestada : la explotación petrolera condujo no sólo a una intensificación de los flujos migratorios, sino también a un aumento de las prácticas residenciales basadas en permanencias cíclicas temporales en las tres ciudades. Entre la población que no reside durante todo el año en la misma vivienda, hay que distinguir dos categorías : los itinerantes, para quienes los cambios de vivienda se suceden a lo largo del año, y los residentes bipolares, quienes alternan entre lugares de residencia donde efectúan estadías periódicas. Los migrantes atraídos por el trabajo petrolero, sin perspectivas de permanencia duradera en la ciudad, se concentran especialmente en Tauramena : tiene el mayor porcentaje de población itinerante (11%, contra 7% en Yopal y 6% en Aguazul). En cuanto a los individuos que practican un sistema de residencia bipolar, proporcionalmente son menos numerosos en Aguazul que en las otras dos ciudades (5%, contra 7% en Yopal y Tauramena). La proximidad de Yopal y Aguazul y la existencia de un mejor nivel de servicios e infraestructuras en la capital del departamento, ciertamente hacen que Yopal capte parte de la población que tiene un sistema de residencia bipolar que también hubiera podido instalarse en Aguazul.

Los patrones de sistemas residenciales bipolares difieren notablemente de una ciudad a otra. Buena parte de los residentes bipolares de Tauramena responden a la organización residencial de los 'hogares segmentados', según el concepto propuesto por Balan y Dandler (1987) : su espacio residencial está compuesto por Tauramena, ciudad donde trabajan o por lo menos buscan un empleo, y otro lugar lejano (Bogotá o otro departamento del país, distinto de Casanare o Boyacá) donde realizan las actividades asociadas con la vida familiar. En cambio, los residentes bipolares de Aguazul se distinguen por la poca amplitud geográfica de su espacio residencial y por el carácter rural de éste. En cuanto a Yopal, dos categorías de residentes bipolares coexisten. Por un lado, los del mismo departamento y que, debido a la infraestructura y los servicios, eligen esta ciudad como lugar de residencia habitual y tienen su lugar de trabajo en Casanare : ganaderos o cultivadores de arroz conforman buena parte de esta población. Y, por otro lado, las personas que trabajan en Yopal, pero que residen habitualmente fuera de la ciudad, en un lugar distante como Bogotá, o en otro departamento del país diferente de Casanare o Boyacá : su presencia en Yopal se explica por una actividad en el sector petrolero, como en las otras dos ciudades, pero igualmente en otros sectores económicos como la administración pública o la agricultura regional (ganadería, arroz, etc.). La especificidad de los sistemas residenciales de las poblaciones que habitan en cada una de las ciudades refleja el papel particular desempeñado por éstas en un mismo sistema local del hábitat : Aguazul es más utilizada como lugar de residencia de los residentes bipolares de la región, mientras que Tauramena acoge en mayor medida residentes bipolares cuya familia vive en un lugar más distante. Capital del departamento con una infraestructura hotelera de mejor calidad, Yopal ejerce un papel particular de alojamiento de los trabajadores calificados del sector petrolero.

Sin duda alguna, la temporalidad particular de la actividad petrolera es un factor de aumento de las prácticas residenciales complejas, basadas en migraciones temporales y/o circulares : en Tauramena, y en menor medida en Aguazul, una parte importante de los sistemas residenciales bipolares se explican por la actividad petrolera o inducida por ella (prostitución). En Yopal, intervienen otros factores. La falta de bienes y servicios en el campo y las pequeñas ciudades del Casanare lleva los habitantes del resto del departamento a efectuar estadías frecuentes en la capital departamental. Existe igualmente una fuerte movilidad circular con algunas ciudades de Boyacá y con Bogotá, en razón del costo de vida en Yopal, por motivos de seguridad, o debido a la deficiente oferta educativa en el Casanare.

A nivel de las familias, los sistemas migratorios complejos de la población basados en estadías temporales, a menudo cíclicas, en diferentes sitios del territorio nacional permiten a la población sacar el máximo beneficio de las oportunidades locales : obedecen a una lógica familiar en un territorio nacional atravesado por profundas desigualdades. La frecuencia de los desplazamientos y la corta duración de las permanencias a menudo lleva a interpretar la movilidad temporal y/o circular como algo efímero. En lo absoluto : para un gran número de trabajadores, se trata realmente de un modo de vida 'de larga distancia', que practican durante muchos años. Esta práctica no responde únicamente a las estrategias de supervivencia de las clases populares : también se da en las clases acomodadas.

En el plano colectivo, estas prácticas plurilocales del espacio cumplen un rol redistributivo en dirección de otros lugares del territorio nacional, pero indudablemente complican la gestión y la planeación de las ciudades petroleras del Casanare. Hay que reconocer que las prácticas de migraciones circulares y los sistemas residenciales bipolares alivian en alguna medida la presión ejercida sobre los servicios urbanos tales como la educación y la salud : el consumo de servicios en la ciudad de inmigración es menor que en el caso de una migración definitiva en la que el trabajador viene acompañado por su cónyuge y/o sus hijos. Para ciertos servicios, las ciudades del Casanare estudiadas se benefician de la disociación del espacio de trabajo y del espacio de reproducción social de los migrantes temporales. Pero la llegada masiva de hombres solos y los desequilibrios en la composición demográfica de las ciudades, asociadas a estás prácticas residenciales desembocan en situaciones sociales difíciles de manejar. Además, unos citadinos que se consideren en estadía temporal en una ciudad limitan al máximo sus gastos y no invierten, o muy poco, sus ahorros en esta ciudad, sino más bien en su lugar de procedencia.

Las instituciones que tienen a cargo estas ciudades deben enfrentar no sólo el ciclo demográfico impuesto por el ciclo petrolero (es decir, un aumento súbito de la población, seguido por una disminución, probable pero difícil de evaluar cuantitativamente), sino también el aumento de los sistemas residenciales complejos, los cuales se traducen en estas ciudades por una temporalidad particular de las actividades y de la población presente y por un bajo sentimiento de identificación con la ciudad por parte de la población. Toda política urbana debe por lo tanto integrar estas prácticas particulares de los espacios urbanos de parte de la población.
 

De la realidad a la percepción del fenómeno migratorio

Yopal, Aguazul y Tauramena han experimentado, en muy poco tiempo, unos cambios importantes del proceso migratorio. Por supuesto, la llegada masiva de migrantes de origen cada vez más lejano y de población flotante no podía dejar indiferente a la población residente en las tres ciudades casanareñas : de hecho, contribuyó a transformar profundamente la percepción de la región y de su pasado, supuestamente 'mejor que el presente', entre la población nativa y los migrantes antiguos : " Este año completamos 30 años de estar viviendo en Aguazul (...). Cuando nosotros llegamos a Aguazul, todo el mundo conocía a todo el mundo. (...) Y el pueblo fue creciendo y hasta hace aproximadamente digamos unos 7 años Aguazul fue muy bueno. (…)Y de la noche a la mañana se prende el acelerador, se prende el motor y empieza a llegar gente ". Entre la población nativa, que ha llegado a ser completamente minoritaria, la afirmación de la identidad llanera sin duda ha sido atizada por la llegada de numerosas personas extrañas a la región.

La magnitud de la ola migratoria desde principios de los años 90 llevó también a los nativos a relacionar estrechamente sus opiniones sobre la actividad petrolera y sobre la migración que esta última ha acelerado. Una tendencia común es de atribuir el conjunto de los cambios recientes en los procesos migratorios a la actividad petrolera por sí sola. De igual manera que la población inmigrante, con frecuencia el petróleo es percibido como extraño a la región : se habla de "la llegada del petróleo". La visión negativa del petróleo y de sus consecuencias en términos de migración es habitual no sólo entre los Casanareños, sino también entre los migrantes antiguos. Es así como una profesora afirma que : " Lo que uno habla con la gente es de alguna manera que el petróleo lo que les ha traído, son más dificultades que realmente progreso "; por su lado, un supervisor del terminal de transporte observa que " El auge de Yopal, el auge del petróleo, fue algo que fue positivo, pero de pronto pues el impacto social fue más negativo. (...) Pasan prácticamente a volverse mafiosos porque ya se acostumbraron a ganar un salario muy alto, entonces es un impacto social que ha sido negativo ". Mientras que la mayoría de los males que las tres ciudades enfrentan (pobreza, violencia, etc.) se les atribuyen a los recién llegados, éstos por su lado tienden, como este mallero, a afirmar que " Los Casanareños creen que los malleros vienen a quitarles la comida, entonces lo tratan a uno indiferentemente, dicen no, ese tipo no es de aquí. El regionalismo es terrible ". La rapidez y la amplitud de la ola migratoria dificultaron la integración de los inmigrantes y multiplicaron las situaciones de conflicto.

El desconocimiento del fenómeno migratorio se presta para discursos subjetivos y la difusión de ideas preconcebidas, sin fundamento real. Así, luego de haber contribuido a atraer migrantes a la región con titulares tales como "Casanare : vaivenes de un Dorado" (El Tiempo, 1993), los medios de comunicación contribuyeron a difundir imágenes sesgadas del proceso migratorio: "Cada 24 horas, llega a Yopal un promedio de 300 personas" (Portafolio, 1993). En forma sistemática, los periodistas resaltan las llegadas de población, ignorando las emigraciones y ocultando el carácter circulatorio de muchos desplazamientos de población. Al acentuar la percepción negativa del fenómeno y la sensación de 'colonización' del Casanare por parte de personas extranjeras a la región, dichos titulares no hicieron más que atizar las tensiones creadas por el carácter abrupto y masivo de la migración.

Las temporalidades particulares en las cuales se enmarcan las lógicas de las diferentes clases de actores operando en estas ciudades constituyen un factor adicional de complejidad que dificulta tanto la elaboración de unos proyectos colectivos de ciudad, cómo la gestión actual de éstas. Existe " un sentimiento generalizado del 'cuarto de hora'[expresión popular colombiana] en el que hay que aprovechar lo que se pueda ahora porque se considera que la situación es pasajera "  (Hoyos y Salazar, 1997). Para muchos migrantes recientes, este cuarto de hora se enmarca de lleno en una estrategia residencial 'de larga distancia'; en cambio, para los nativos de la región y aquellos que escogieron vivir ahí antes de que se descubrieran los yacimientos petroleros, se trata de una situación soportada, que entra en contradicción con su propia lógica temporal. Sobrevivir en un entorno totalmente trastornado en unos pocos años supone una adaptación importante a este nuevo contexto por parte de la población residente. Para los 'Casanareños antiguos' (nativos y migrantes antiguos), la inmovilidad espacial se traduce en los hechos por un cambio de contexto a menudo mucho más importante que el cambio que los propios inmigrantes vivieron, y por una acentuación sensible de la segregación social inicial : si bien una parte de los 'Casanareños antiguos' logran sacar provechos importantes del ciclo petrolero, otros tienen que enfrentar un deterioro de sus condiciones de vida, ligado al encarecimiento de los precios de todas las categorías de bienes. Además, para la población que piensa que su propio porvenir está en la región, la incertidumbre relativa al futuro es agobiante. La imagen del 'pueblo fantasma' postpetrolero con el ejemplo de Arauca, está siempre presente. Esta incertidumbre incide fuertemente en las decisiones y los comportamientos de los diversos actores, tanto de la población como de los actores económicos e institucionales. Las temporalidades específicas de los migrantes y de los nativos, del petróleo y del desarrollo urbano y regional son profundamente contradictorias y contribuyen a hipotecar el futuro de estas ciudades casanareñas.

El fenómeno migratorio complica la gestión actual de estas ciudades : satisfacer las necesidades inmediatas de una población que crece tan rapidamente es, en sí, una tarea difícil. 'Sembrar el petróleo', y lograr convertir la explotación de este recurso no renovable en un auténtico desarrollo urbano durable es un reto aún mas complicado : realidades y percepciones de la migración se conjugan par dificultar la elaboración de un proyecto colectivo de ciudad.
 
 

Notas

1. Es un resultado del proyecto "Movilidad espacial en zonas de expansión: los casos de Yopal, Aguazul y Tauramena", que se desarrolló entre 1996 y 1999, en el marco de un convenio interinstitucional entre el CEDE (Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, de la Universidad de los Andes) y el IRD (Instituto francés de Investigación para el Desarrollo, ex-ORSTOM), con el apoyo financiero de COLCIENCIAS y del Ministerio colombiano del Medio Ambiente. Además de los investigadores principales del proyecto, Françoise Dureau (IRD) y Carmen Elisa Flórez (CEDE), se contó con la participación de un equipo de encuestadores que se encargaron de la aplicación de la encuesta, y de investigadores del CEDE, del IRD, de la Universidad Nacional de Colombia y de las Universidades francesas de Caen y Rennes (Vincent Gouëset). Para mayores detalles sobre los resultados del proyecto, ver el libro de síntesis Aguaitacaminos (Dureau y Flórez, 2000) y los informes mencionados en la bibliografía.

2. En el sentido estadístico de la palabra (población nacida en el municipio donde reside al momento del censo), independientemente de sus características étnicas o de su trayectoria migratoria entre el nacimiento y el censo.

3. Center of Production Facilities. Además de su papel en el proceso de extracción y producción del petróleo, el CPF también sirve para el alojamiento de los trabajadores durante sus contratos : por cuestiones de logística y de seguridad, se concentra el personal de las empresas petroleras en el CPF.
 

© Copyright: Françoise Dureau y Vincent Goueset, 2001
© Copyright: Scripta Nova, 2001



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