Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 94 (66), 1 de agosto de 2001 |
MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL
Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
GENTRIFICACIÓN E INMIGRACIÓN EN LOS CENTROS HISTÓRICOS:
EL CASO DEL BARRIO DEL RAVAL EN BARCELONA
Ma Alba Sargatal
Licenciatura en Geografía
Universidad de Barcelona
Gentrificación e inmigración en los centros históricos: el caso del Raval de Barcelona (Resumen)
Durante los últimos años, los cascos antiguos de las ciudades europeas y norteamericanas están experimentando procesos muy contrastados; en ellos se instalan numerosos inmigrantes extranjeros -con frecuencia en viviendas sin condiciones-, al mismo tiempo que estas áreas son objeto de profundas reformas de mejora destinadas a atraer a clases sociales bien situadas. Exponemos el caso de un barrio del casco antiguo de Barcelona a través del análisis de dos calles, en cada una de las cuales predomina uno de los dos procesos.
Palabras clave: gentrificación/ inmigración/ casco antiguo/ renovación/ degradación
Gentrification and immigration in historical centres: the case of Raval in Barcelona (Abstract)
Last years, in the inner city of european and north american cities take place very contrasted processes; lots of foreign immigrants establish themselves there -often in houses in bad conditions-, and simultaneously the inner city is deeply improved to attract medium and high social classes. Here is explained the case of an inner city quarter in Barcelona through the analysis of two streets, everyone of them with the predominance of one of the two processes.
Key words: gentrification/ immigration/ inner city/ upgrading/ downgrading
Los cascos antiguos de muchas ciudades experimentan actualmente procesos conflictivos: por un lado, se establecen en ellos inmigrantes procedentes en su mayoría de los llamados países poco desarrollados o en vías de desarrollo; por otro lado, determinados sectores de las clases altas trasladan allí su residencia, atraídos por su centralidad; este proceso es conocido como gentrificación. La localización de los inmigrantes en las áreas urbanas centrales, en viviendas sin condiciones aceptables y deterioradas por el tiempo, constituye un tema de estudio desde los años 1920, cuando la llamada Escuela de Chicago empezó a formular sus postulados; autores como Ernest W. Burgess o Robert Park, algunas obras de los cuales citamos al final de este trabajo, desarrollaron sus teorías acerca de la zonificación de las ciudades: constataron que el centro administrativo urbano estaba rodeado de la que denominaron zona de transición, degradada y a la espera de ser remodelada, donde se asentaban los inmigrantes provisionalmente al llegar a la ciudad. El proceso de gentrificación, en cambio, empezó a ser estudiado en los años 1960 y 1970, cuando aparecieron sus primeras manifestaciones en ciudades europeas y norteamericanas. En el caso de Barcelona, los procesos de gentrificación y de inmigración se dan en el barrio del Raval, antiguo arrabal de Barcelona que con el tiempo se ha convertido en parte del centro histórico de la ciudad. Nos centraremos en el estudio de dos calles del barrio, la calle de la Cera y la calle de Ferlandina; en la calle de la Cera se muestra bastante patente el fenómeno de la inmigración procedente de fuera de Europa, mientras que la calle de Ferlandina presenta algunas características de gentrificación. Intentaremos dar una idea global de cómo podría ser la evolución futura del barrio en relación a la gentrificación y a la inmigración.
¿Por qué gentrificación e inmigración?
Creemos interesante tratar en un solo trabajo gentrificación e inmigración por el hecho de que actualmente son procesos simultáneos en el barrio del Raval, tradicionalmente inmigratorio y actualmente receptor de población no europea, de manera que el colectivo de inmigrantes y el de gentrificadores, los nuevos ocupantes del centro, con situaciones económicas más o menos holgadas, participan en el mercado de la vivienda en una misma área, a pesar de que no accedan a los mismos submercados. Cabe destacar, pues, la desigualdad de condiciones económicas y sociales con las que cada grupo afrenta la consecución de una vivienda en el centro histórico de Barcelona.
La gentrificación está caracterizada por la ocupación residencial de los centros urbanos por parte de las clases altas, que se trasladan a vivir a dichas zonas y desplazan así a los habitantes de menores ingresos económicos que las ocupan. Este proceso ha sido abordado como concepto desde diversos puntos de vista y se han realizado estudios prácticos en numerosas ciudades, la mayoría de ellas pertenecientes a los llamados países desarrollados; entre las ciudades con más estudios dedicados destacan Londres, París y Nueva York . Creemos conveniente citar a dos importantes estudiosos de este proceso, David Ley y Neil Smith; aunque no fueron los primeros en tratar el tema, sí fueron pioneros en la explicación del fenómeno, desde puntos de vista opuestos entre sí. Citamos en el apartado sobre bibliografía solamente sus primeros trabajos, aunque su producción posterior es muy importante. Otros autores que ofrecen una visión general sobre el debate de la gentrificación son Chris Hamnett y Jan Van Weesep, de los cuales citamos dos publicaciones. En cuanto a los métodos de estudio empleados, creemos necesario mencionar a Juliet Carpenter y Loretta Lees, quienes defienden en el artículo que figura en la bibliografía la eficacia de la comparación en relación a las características que presenta el proceso en distintos países, y también a Zuhal Ulusoy, que aboga por el análisis a partir de datos desagregados a escala de cada propiedad a lo largo del tiempo, en relación a las reformas de las viviendas, a los cambios de propietarios y a los cambios de ocupantes. En nuestro artículo, mencionado en la bibliografía, ofrecemos un panorama general sobre la evolución del estudio de este proceso y una amplia bibliografía.
En relación a Barcelona, en la obra citada en el apartado bibliográfico, Pere López analizó en los años 80 dos barrios del casco antiguo de la ciudad, donde antiguamente habían residido clases altas que emigraron a otras partes de Barcelona, destinadas a gente acomodada. El espacio que dejaron fue ocupado por inmigrantes, los cuales años después fueron expulsados hacia la periferia urbana; los poderes públicos dejaron aquellos barrios en estado de abandono, sin equipamientos básicos, para que fueran desocupados, ya que entonces, en los años 50, interesaba potenciar las funciones centrales de dichas zonas. Todavía no se hablaba de gentrificación en Barcelona, pero la administración ya emprendía actuaciones similares. En el caso del barrio del Raval, la rehabilitación se ha visto impulsada de manera decidida desde finales de los años 1980. La iniciativa se ha debido en gran parte al sector público, representado por el ayuntamiento de Barcelona y otras administraciones. A principios de los años 1990 se realizaron una serie de actuaciones en edificios públicos y se invirtió en la rehabilitación urbana de gran parte del barrio (1). La iniciativa privada se hace eco hoy en día de este impulso renovador de la administración y pueden observarse en el barrio distintas operaciones de rehabilitación integral de las viviendas y nuevas construcciones, que por su coste atraen a personas con mayor poder adquisitivo que el de la mayoría de habitantes del Raval. La tesis doctoral de Sergi Martínez Rigol, que citamos en la bibliografía, trata de la gentrificación del barrio del Raval; considera que este proceso se halla aquí en sus inicios. El trabajo incluye datos históricos, datos estadísticos y entrevistas con los protagonistas de la gentrificación.
Sobre la inmigración cabe mencionar ciertos trabajos, citados en la bibliografía; en cuanto a los de Horacio Capel, el de 1997 ofrece un marco general del hecho inmigratorio, con información histórica y actual. Recientemente, en el 2001, el mismo autor ha publicado un artículo sobre los inmigrantes en España, cuyas opiniones han sido discutidas y replicadas por el mismo H. Capel en el trabajo de Roberto Bergalli y otros autores; en ambos artículos se tratan los temas más relevantes de la inmigración actual, así como numerosos aspectos conceptuales. En relación al tratamiento de los conceptos y de la metodología , citamos el estudio de Sherry Olson, de 1997, que trata en profundidad aspectos como los vínculos y las redes sociales, los flujos de información y los distintos factores que influyen en el cambio del espacio urbano desde el punto de vista de la inmigración, a partir de un análisis muy completo sobre la ciudad canadiense de Montreal. La metodología empleada en el trabajo prorporciona información muy interesante para estudios de este tipo.
En cuanto al desplazamiento de residentes y a la sustitución de los mismos en Barcelona, cabe citar el estudio realizado a finales de los años 1960 por Josep Olives, mencionado en la bibliografía, sobre cómo un barrio del casco antiguo de la ciudad va siendo ocupado progresivamente por inmigrantes, a medida que la burguesía traslada su residencia desde este barrio hacia nuevos sectores urbanizados de Barcelona, en el periodo de expansión de la ciudad desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX.
En la ciudad de Barcelona, la fundación CIDOB (Centre Internacional de Documentació de Barcelona), formada en el seno del ayuntamiento y con sede en el barrio del Raval, dedica parte de sus estudios al análisis de la inmigración en el distrito de Ciutat Vella, al que pertenece el Raval. En esta fundación se formó en los años 90 el "Observatori permanent de la immigració a Barcelona", que publica datos sobre el tema a partir de información obtenida del censo de población, en algunos de los cuales nos hemos basado para elaborar este artículo; Jordi Moreras, coordinador de la publicación, es el autor de una obra, publicada por la misma entidad en 1998 y citada en la bibliografía, que trata ampliamente temas relacionados con el colectivo musulmán en la ciudad, como el culto religioso y sus implicaciones en la vida diaria o la estructuración de esta comunidad en Barcelona. La revista Barcelona Societat, publicada por el ayuntamiento de la ciudad, está dedicada a trabajos de contenido social, muchos de los cuales abordan aspectos relacionados con el centro de Barcelona (2). Cabe citar aquí a dos autores, algunas de cuyas publicaciones sobre la inmigración en el casco antiguo de la ciudad figuran en la bibliografía: Nadja Monnet y Mikel Aramburu. Desde un punto de vista sociológico y antropológico, los trabajos de Nadja Monnet contienen información sobre los conceptos, las identidades y las señales sociales del territorio en relación a la inmigración. Mikel Aramburu ha estudiado la visión que se tiene de los inmigrantes en el centro de Barcelona y la relación entre inmigración y vivienda.
Finalmente, desde una perspectiva que abarca gentrificación e inmigración, cabe tener en cuenta el trabajo de Ubaldo Martínez Veiga, publicado en 1999, que mencionamos en la bibliografía. Consideramos la obra como punto de referencia para la presente comunicación y para cualquier estudio en profundidad sobre el tema, ya que trata, desde la antropología, la localización de los inmigrantes en los centros urbanos y la actual gentrificación de estos centros. Ésta es la situación del barrio del Raval en Barcelona y del barrio de Lavapiés en Madrid. Según Martínez Veiga, el alquiler de las viviendas en malas condiciones a los inmigrantes supone la obtención de grandes beneficios por parte de los propietarios, ya que obtienen ganancias sin invertir en el mantenimiento. Los inmigrantes varones jóvenes que llegan a la ciudad se instalan en los centros urbanos degradados porque únicamente pueden acceder económicamente a las viviendas que allí se encuentran y porque los puestos de trabajo que ocuparán, informales o de baja cualificación, están cerca del centro; cuando mejoran su posición económica o cuando forman una familia, cambian de zona residencial. El autor constata que, en los dos barrios antes mencionados, no existen zonas habitadas de manera homogénea por inmigrantes, sino que "forman como parches discontinuos dentro del tejido urbano" y "desde un punto de vista espacial no se da una gran mezcla entre unos grupos de inmigrantes y otros", es decir, que se agrupan según su procedencia. Martínez Veiga considera relevante el fenómeno antes apuntado de la gentrificación en los centros de las ciudades, y afirma que al igual que en las zonas con inmigrantes, tampoco este proceso se da de manera homogénea, sino por partes. El autor establece paralelismos entre las características de la situación de los centros de algunas ciudades europeas y los casos de Madrid y Barcelona, donde coexisten dos tendencias en el mercado de la vivienda: el alquiler de pisos en mal estado destinados a inmigrantes y la remodelación de edificios destinados a grupos bien situados socioeconómicamente, ya sea en la modalidad de alquiler o de propiedad. En ambos casos hay que tener en cuenta el papel de la administración pública, que puede apoyar a un grupo u otro.
El Raval, un barrio popular
Antes del siglo XIV, el Raval - nombre que resulta de la deformación del vocablo árabe de rabad, que significa suburbio- quedaba fuera del recinto amurallado construido en el siglo XIII. Era un campo abierto con tierras cultivadas, con casas de campo aisladas, surcado de caminos, algunos de ellos originarios de los tiempos de la dominación romana, los cuales prefiguraron la formación del futuro barrio; solamente en torno al monasterio de Sant Pau del Camp, fundado en el siglo X, existía una pequeña villa medieval. Bajo un fuerte crecimiento económico y social, en el siglo XIV se amuralló el sector del Raval para asegurar el crecimiento urbano: en muchas ciudades de la época existía la tendencia de incluir dentro de sus murallas la suficiente extensión de terreno para prever la subsistencia de sus habitantes en malos tiempos, tendencia que imitó Barcelona. Se integraron así dentro de la muralla los edificios que albergaban las actividades más molestas, localizadas fuera del núcleo urbano - hospitales, instituciones benéficas para desamparados, etc.-, que se hallaban en el actual Raval.
Las funciones agrícolas y gremiales (los gremios medievales eran asociaciones de artesanos de un mismo oficio que normalmente se localizaban cada uno de ellos en áreas determinadas; en el caso del Raval, los gremios agrícolas se situaban a lo largo de las principales vías de entrada y salida de la ciudad) coexistían con la creciente función religiosa, ya que debido a la gran cantidad de suelo disponible fueron instalándose en la zona diversas órdenes religiosas, de modo que en el siglo XIX el Raval fue considerado como el barrio de los conventos por excelencia.
A principios del siglo XVIII comenzó la industrialización; las fábricas empezaron a intercalarse entre huertos, conventos y casas gremiales. Entre 1770 y 1840 tuvo lugar la industrialización definitiva del barrio del Raval; las industrias textiles eran las que predominaban en el barrio. El desarrollo industrial y el crecimiento demográfico del barrio son dos fenómenos íntimamente relacionados: en la segunda mitad del siglo XVIII llegó la primera ola inmigratoria, constituida básicamente por gente del resto de Cataluña. El Raval se convirtió así en el barrio más denso de Europa, de modo que se aprovecharon antiguos espacios industriales para darles un uso residencial, con el fin de acoger a los recién llegados. En Barcelona, en el casco antiguo se aprovechó mucho más exhaustivamente el espacio que en otras ciudades europeas como París, Londres o Amsterdam, ya que en aquella no se crearon nuevos barrios desde el siglo XV; el crecimiento se realizó en los tres siglos posteriores dentro del recinto amurallado, exceptuando el nuevo barrio de la Barceloneta, creado en el siglo XVIII (3).
La urbanización del Raval quedó en manos de la iniciativa privada: se concedieron solares a censo, de manera que la burguesía se convirtió en propietaria no sólo de su propia residencia -situada en general en la parte central de la actual Ciutat Vella- sino también de las viviendas de alquiler destinadas a las clases populares; el inquilinato se generalizó, de acuerdo con la mentalidad capitalista en auge. En el sector occidental del barrio se construyó un prototipo de edificios genuinos del Raval: fueron las llamadas casas-fábrica, construcciones de gran envergadura que albergaban una fábrica, con la máquina de vapor situada en el patio, y espacios para distintos usos, entre ellos, el residencial.
El carácter del Raval, pues, era eminentemente popular. Sin embargo, la ocupación social fue heterogénea por lo menos hasta finales del siglo XIX, ya que existían en el barrio algunas casas señoriales, además de los conventos.
Las sucesivas operaciones urbanísticas se realizaron con las desamortizaciones de los conventos: se les privó de la propiedad de las tierras que poseían para darles un uso distinto; en este caso, se urbanizaron. El trazado de las calles se realizó de manera rectilínea, sin plazas ni espacios libres, con una trama edificatoria densa; las viviendas populares se edificaron sobre antiguos huertos, se construyeron pisos por encima de las cinco plantas autorizadas, se añadieron habitaciones en las azoteas, se ocuparon patios interiores, se abrieron pasajes, etc.
Las funciones mal consideradas que aún no estaban localizadas en el barrio, como la prisión, fueron trasladadas al Raval desde el que era entonces centro de la ciudad, situado al otro lado de la Rambla - donde se había formado el primer núcleo de Barcelona-, que además de tener funciones administrativas centrales era sede de residencia de la burguesía. Por lo tanto, se llevó a cabo una doble gestión del espacio urbano: se impulsó la diferenciación del centro, con funciones administrativas y de residencia burguesa, de los barrios periféricos, con funciones industriales y de residencia de obreros, con precios del suelo más bajos - con alguna excepción en algunas calles con viviendas burguesas (4). En este caso, la zonificación urbana coincidiría con las teorías de la Escuela de Chicago, ya que el centro administrativo estaba rodeado de una zona degradada, la llamada zona de transición, de la cual formaba parte el Raval, donde se asentaban los inmigrantes. A mediados del siglo XIX se llevó a cabo la última fase de urbanización del barrio, en el sector de poniente, donde se hallan las calles objeto de estudio; el suelo del Raval estaba ya agotado.
La muralla que rodeaba el barrio permaneció hasta 1859, momento en que fue derruida, hecho que permitió la expansión urbana e industrial fuera de un núcleo urbano insalubre y fácilmente controlable por un movimiento obrero que empezaba a organizarse. Se inició así el éxodo industrial desde el Raval hacia el llano de Barcelona. Las murallas fueron sustituidas por avenidas, las actuales rondas, en el marco de la urbanización del ensanche barcelonés (l'Eixample). En el nuevo modelo de ciudad, el Raval ocupó una situación periférica como barrio residencial obrero.
El centro urbano de Barcelona acogió otras oleadas de inmigrantes, llegados con motivo de las obras generadas por las exposiciones universales de Barcelona de 1888 y 1929 y a causa de la expansión industrial originada por la demanda de productos industriales por parte de los países contendientes en la Primera Guerra Mundial. El barrio llegó a alcanzar en los años 1930 una densidad de 103.060 habitantes por kilómetro cuadrado, según estimaciones del historiador y geógrafo francés Pierre Vilar.
El Raval no tenía solamente carácter fabril, sino que también estaba repleto de cafés, tabernas, teatros y locales dedicados a la prostitución. Cabe señalar el hecho de que urbanísticamente y sociológicamente siempre hubo diferenciación entre el Raval del Norte - desde la calle Hospital hasta la Ronda de Sant Antoni -, de carácter obrero y con mejor planificación urbanística, y el Raval del Sur - desde la calle Hospital hasta el mar -, donde la proximidad del muelle y la presencia del cuartel de las Atarazanas propiciaron una mayor presencia de locales de ocio de todo tipo y también más delincuencia. A la zona sur se le llamó también "Barrio Chino" a partir de 1925, cuando un periodista la denominó así en un semanario, comparando esta parte del barrio con los conocidos barrios chinos de ciudades como Nueva York, Buenos Aires o Moscú. El apelativo obtuvo una amplia aceptación; se ha utilizado hasta nuestros días, aunque cada vez se usa menos, en gran parte como consecuencia del impulso renovador de la administración, que intenta borrar las connotaciones negativas asociadas tradicionalmente al barrio (5).
La protección de la industria nacional por parte del gobierno dictatorial que se impuso tras la Guerra Civil española (1936-1939) y la crisis del campo provocada básicamente por falta de medios, facilitaron la existencia de corrientes migratorias continuas del campo hacia la ciudad, sede de las industrias. No se trataba solamente de falta de mano de obra industrial, sino de que en la ciudad había mayores posibilidades de subsistir, a pesar de los problemas de escasez de espacio residencial. Hasta mediados de los años 50 la población recién llegada se acumulaba en el centro urbano, donde podía encontrar alojamiento barato pero en malas condiciones, ya que no existía oferta de vivienda nueva para acogerla: el Estado no se planteaba este problema. Se incrementó el realquiler y se formaron barrios marginales de autoconstrucción en la periferia urbana, hasta que el gobierno intervino a mediados de los años 50 con la construcción de polígonos de viviendas para clases populares en la periferia. La degradación caracterizó el Raval a partir de entonces. Al mismo tiempo, fue borrándose su carácter bohemio. Con la nueva política urbanística de promoción de la periferia y "abandono" del centro, a partir de los años 60 el casco antiguo redujo su población de modo muy acusado; sólo se quedaron en el barrio los que no podían o no querían irse. El sector del Raval, con 105.122 habitantes en 1960, perdió el 54 por ciento de su población en el periodo 1960-1980, al final del cual llegó a los 48.326 habitantes (6).
A pesar de que hubo ciertos intentos de mejorar el Raval, como la clausura de muchos de los locales de alterne en los años 1950, el barrio siguió degradado. El tráfico de droga se convirtió en una actividad frecuente, llevada a cabo por grupos que dominaban distintos sectores del barrio, amparados por el laberinto de sus calles. Esta actividad estuvo muy enraizada en el Raval hasta finales de los años 80.
Con la llegada de la democracia, se intentaron recuperar de algún modo las ideas de reducción de la densificación del barrio que habían propuesto un grupo de arquitectos en los años 30 (7). Esta fue la idea originaria que motivó las intenciones renovadoras del planeamiento urbanístico desde entonces y que cobraron vigor a partir del nombramiento de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992.
Entre las obras de mejora del barrio, destacan la urbanización de los jardines de la iglesia románica de Sant Pau del Camp, la instalación de equipamientos diversos como el polideportivo de la calle Sant Pau, la residencia para estudiantes de la calle de les Tàpies, la adecuación de la antigua casa de acogida de la Caridad para instalar en sus dependencias una facultad de una universidad privada y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona - o CCCB, institución pública dedicada al estudio de temas urbanos -, la construcción del Museu d'Art Contemporani de Barcelona - MACBA - y, más recientemente, la realización del Pla Central del Raval, polémica obra de remodelación urbanística de gran envergadura que ha conllevado el derribo de varias islas de casas para abrir una amplia avenida, flanqueada por bloques de viviendas nuevas, cuyas consecuencias sociales - desplazamientos y sustituciones de habitantes, etc. - sería conveniente analizar (8).
Al mismo tiempo que se procede a la renovación del barrio, se instalan en él numerosos inmigrantes procedentes de fuera de Europa que van dejando sus propias señales sociales y van configurando distintas áreas de inmigración en el tejido urbano, según su procedencia. El mercado de la vivienda se adapta a distintas dinámicas urbanas y adquiere características muy diferentes en el mismo barrio, dada la diversidad socioeconómica de los nuevos ocupantes: por un lado, los inmigrantes; por otro, los gentrificadores.
Una muestra de la diversidad de orígenes de los inmigrantes llegados
en los últimos años se encuentra en el alumnado de las escuelas
del barrio, una de las cuales, la escuela Collaso y Gil, inició
el curso 1993-94 con alumnos de veintidós países distintos
(9). El Raval registra el mayor porcentaje de residentes
extranjeros en Barcelona, con un 9,5 por ciento del total. En 1997, cinco
colectivos eran los más numerosos en el barrio (cuadro 1).
Áreas de origen |
Población en el Raval |
Porcentaje sobre el total
de extranjeros del Raval |
Marruecos | 842 | 25,39 |
Filipinas | 831 | 25,06 |
Indostán * | 567 | 17,10 |
Unión Europea | 270 | 8,14% |
República Dominicana | 186 | 5,61% |
* Pakistán, India y Bangla Desh básicamente.
Fuente: Moreras, 1998a y Martínez Rigol.
Al igual que desde los años 60, a lo largo de las dos últimas décadas el Raval ha perdido población: entre 1981 y 1986 perdió 7.725 habitantes, y entre 1991 y 1996 perdió 2.235; en 1996 estaban registradas en el barrio 34.871 personas y la densidad era de 34.875 habitantes/ km2 ( su superficie, pues, es de poco menos de 1 km2). Martínez Rigol expone en su tesis que la población del barrio se caracteriza por el envejecimiento, la reducción de la población adulta, la baja natalidad y la consiguiente disminución de la población joven; sin embargo, apunta a la posibilidad de que, con la gentrificación, en el barrio se podría llegar a una estabilización de la población o incluso a un ligero aumento, ya que si persiste este proceso el Raval podrá percibirse como un "barrio central, renovado y socialmente atractivo". Tal vez, también la llegada de población inmigrante joven pueda suavizar esta dinámica negativa.
Las calles de la Cera y Ferlandina
El impacto de la gentrificación y de la inmigración pueden estudiarse en distintas calles del barrio. El proceso de gentrificación es bastante manifiesto en la calle de Ferlandina, motivo por el cual la hemos escogido como objeto de estudio. En cambio, la inmigración extraeuropea es mucho más patente en otras calles que en la de la Cera, la cual hemos elegido para el análisis; algunas calles del barrio y algunos tramos de otras han sido casi del todo ocupadas por inmigrantes no europeos. Sin embargo, la razón fundamental por la que hemos preferido la citada calle de la Cera ha sido precisamente su carácter plural: en ella se puede oír hablar castellano, catalán o urdú -la lengua más generalizada de Pakistán, de donde proceden muchos de los inmigrantes residentes de la calle-, y los rótulos de las tiendas están escritos en alguna de estas tres lenguas. Además, en esta calle y sus alrededores se consolidó desde los años 1930 un colectivo gitano (10). Creemos que esta diversidad define bastante el carácter no sólo de la calle, sino también del barrio (11).
En la calle de la Cera existió un obrador del gremio de cereros de Barcelona. Probablemente la calle fue urbanizada a mediados del siglo XIX, al igual que la mayoría de calles del sector occidental del barrio. Se trata de una vía relativamente estrecha, que se extiende desde la Plaza del Pedró -donde confluían dos vías medievales importantes de acceso a la ciudad- hasta la Ronda de Sant Pau, antes ocupada por las murallas de la ciudad. Durante la industrialización se formó en este lugar el barrio obrero del Pedró.
La calle de la Cera ha tenido tradicionalmente carácter comercial; testimonio de ello son los numerosos establecimientos que existen en los bajos de los edificios y la asociación de comerciantes de la calle. Hemos contabilizado casi una cincuentena de establecimientos de muy distintas clases, ya sean tiendas de comestibles, restaurantes, bares, peluquerías, oficinas inmobiliarias y otros comercios de los cuales existe solamente un caso, como una droguería, una farmacia o un establecimiento de tatuajes; también existe un local asociativo (el Ateneu Popular Independentista) y un local "okupa" (movimiento juvenil que promueve la ocupación de locales en desuso para vivir en comunidad), por poner ejemplo de la variedad de locales que allí se encuentran. En la calle coexisten colmados tradicionales, tiendas más modernas y comercios destinados básicamente al colectivo pakistaní: hay dos locutorios, rotulados en urdú, para facilitar la comunicación telefónica con el país de origen de estos inmigrantes, una barbería, una carnicería y una tienda de alimentación para la clientela pakistaní. Excepto las dos últimas tiendas mencionadas, que son colindantes, los otros establecimientos están situados en distintos puntos de la calle. Este tipo de negocios, locutorios y tiendas varias, son especialmente abundantes en la cercana calle de Sant Pau, vía históricamente importante en la ciudad y sede de numerosos comercios regentados por pakistaníes, colectivo que se localiza básicamente en este sector del Raval. Del carácter comercial de la calle de la Cera deriva su carácter popular y el hecho de que esté animada de día, a pesar de que su estructura no invite a permanecer en ella como sucede en otros lugares comerciales, ya que no es peatonal - excepto en un corto tramo- y la acera es estrecha. El público de los distintos comercios, pues, está en parte dividido: los establecimientos con clientes musulmanes no suelen tener clientela local, del mismo modo que este colectivo no compran en ciertos comercios, como en la tocinería que está al lado de la barbería regentada por un pakistaní.
Los residentes de la calle procedentes de Pakistán son fundamentalmente hombres jóvenes -probablemente la vivienda en el centro urbano ocupada por varones jóvenes y solteros constituye una primera fase residencial en la ciudad, tal como sostiene Martínez Veiga -, algunos de los cuales visten según la tradición de su país. En el barrio, la población registrada procedente del área del Indostaní - Pakistán, India y Bangla Desh - aumentó en un 50 por ciento en el período 1994-96 (12). Las viviendas que ocupan en esta calle no aparentan buen estado, a pesar de que exteriormente no se aprecia una excesiva decadencia, a diferencia de otras calles del casco antiguo. Este colectivo utiliza los comercios regentados por compatriotas suyos como lugar de encuentro, a falta de cualquier espacio público libre en la calle; solamente la cercana Plaza del Pedró ofrece un poco de espacio libre, pero no hemos visto que sea utilizado para la reunión. La calle donde más se ha observado el uso de los comercios para el encuentro es la de Sant Pau, bastante cercana, más concurida y más importante que la de la Cera.
Otro rasgo que muestra la variedad de esta vía es el hecho de que experimenta cierta gentrificación: se ha levantado en la calle un bloque de pisos de nueva construcción, actualmente en proceso de venta, con una marcada voluntad de sobresalir del resto; llama la atención la impronta que ha dejado la empresa inmobiliaria - una de las más importantes de Barcelona - en su fachada: las iniciales de la empresa y el nombre de la calle con el número correspondiente al edificio. De este modo se intenta dar prestancia a unas viviendas que ofrecen como reclamo el hecho de sobresalir del resto. Creemos que el tratamiento dado a la apariencia externa del edificio muestra cómo existe la conciencia por parte los promotores de que la calle tiene y tendrá distintos tipos de residentes, cada grupo de los cuales tenderá a identificarse con determinados símbolos urbanos. En la misma acera que el edificio antes mencionado existe un bar de noche destinado a una clientela que no es la popular del barrio, muestra aparente de gentrificación. Otra señal de cambio en relación a este proceso, a escala de barrio, lo constituyen los pisos que se anuncian en las dos agencias inmobiliarias de la calle: algunos se ofrecen en las antiguas calles industriales vecinas como lofts o pisos de un solo ambiente, al estilo de las viviendas norteamericanas que se construyeron aprovechando edificios industriales. Cabe recordar que fue en este sector del Raval donde se levantaron las llamadas casas-fábrica durante la industrialización, de manera que aquí también cobra sentido este tipo de redefinición de usos del espacio construido.
Dado el considerable número de locales cerrados que se encuentran en la calle, no sería de extrañar que en un futuro próximo cambiara el paisaje urbano en esta vía; según la situación de cada propiedad, podría verse aumentada la presencia de elementos urbanos relacionados con la gentrificación o con la inmigración.
La calle Ferlandina se urbanizó a mediados del siglo XIX en el lugar llamado huerto de Ferlandina, constituido por terrenos de distintos propietarios sobre los cuales se abrieron distintas calles. Anteriormente esta vía se denominaba calle de las Tapias, por la presencia de muros que cerraban los huertos.
Desde que la zona norte del Raval se reestructuró urbanísticamente, dentro de las obras de mejora del centro de la ciudad impulsadas por los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, la calle Ferlandina tuvo un antes y un después: en 1994 empezó a funcionar el antes citado Centre de Cultura Contemporània de Barcelona -CCCB- y en 1995 se inauguró el Museu d'Art Contemporani de Barcelona -MACBA. Se renovó urbanísticamente el entorno de las dos entidades, incluida la calle Ferlandina, que limita con la plaza donde está situado el MACBA. Se renovó el pavimento de la calle, que está destinada a uso peatonal en su primer tramo. Al igual que en algunas calles de los alrededores, desde la remodelación se han instalado una decena de galerías de arte de diversa índole -hay galerías de obras pictóricas, de orfebrería, etc.; en el tramo de calle más próximo al MACBA hay media docena. También existen talleres de diseño, algunos bares que abren en horario de tarde y noche -con una clientela joven básicamente procedente de fuera del barrio- y restaurantes de carácter no elitista pero con una estética destinada a atraer a un tipo de público distinto al popular del barrio; algunos de estos establecimientos están aún en vías de consolidación, no funcionan aún a pleno rendimiento. Las autoras antes mencionadas Juliet Carpenter y Loretta Lees consideran importante, en el artículo citado en la bibliografía, tener en cuenta los comercios que aparecen y los que desaparecen en los barrios que experimentan gentrificación; en esta calle sería interesante llevar a cabo un estudio de este tipo, ya que este aspecto se muestra aquí de manera clara. Como en la calle de la Cera, existen numerosos bajos con locales cerrados; en este caso, creemos que pueden ser ocupados por establecimientos derivados de la gentrificación en un futuro próximo, ya que en estos momentos hay algunos locales de este tipo en construcción.
Las viviendas del tramo más próximo al MACBA conservan la morfología tradicional de los anteriores edificios, no existen reclamos estéticos muy evidentes, a diferencia del caso antes comentado de la calle de la Cera. Sin embargo, los interiores sí presentan diferencias: algunos pisos han sido ampliados uniendo dos antiguas viviendas, cuyo interior ha sido renovado totalmente por parte de los promotores, quienes después los han ofrecido al mercado inmobiliario. Los nuevos ocupantes suelen ser personas jóvenes que viven solas o en pareja que valoran en la situación de una vivienda su posición central y la proximidad a servicios y equipamientos que ellos utilizan, en general relacionados con la cultura - normalmente localizados en los centros urbanos-, así como la proximidad a sus puestos de trabajo en algunos casos. El precio de estas viviendas es relativamente asequible para este público, ya que sus ocupaciones suelen estar bien remuneradas - en general ejercen profesiones cualificadas - y además las dimensiones de los pisos son reducidas en general, lo cual abarata su coste absoluto.
A medida que la calle se aleja del área más cercana al MACBA, los establecimientos destinados al comercio de productos básicos son más numerosos; existen colmados, fruterías, restaurantes, bares, peluquerías, etc. Aquí se mantiene más el carácter tradicional de la calle: los habitantes y los que regentan las tiendas proceden de la misma ciudad o bien llegaron años atrás del resto de España. En el tramo final, la morfología urbana y los usos comerciales se asemejan a los de la vía perpendicular donde termina la calle Ferlandina, la Ronda de Sant Antoni, con vocación comercial al igual que todas las rondas de alrededor del casco antiguo. En este último tramo, la calzada está destinada al tráfico rodado y los edificios son seminuevos y conservados, de modo que en principio no son tan susceptibles de experimentar gentrificación como sucedería si estuvieran sin mantenimiento y de ellos se quisiera obtener mayor rendimiento. A pesar de ello, en esta parte final se ha instalado un restaurante de carácter no popular y en pocas semanas se ha empezado la remodelación interior y exterior de un edificio existente; en este caso, el reclamo estético tiene las mismas características que el edificio antes mencionado de la calle de la Cera, con el nombre de la calle y el número correspondiente al edificio escritos en la puerta de entrada a modo de distinción: en poco tiempo va cambiando visiblemente el paisaje urbano.
Hemos encontrado aquí un solo establecimiento destinado al público
inmigrante: un locutorio telefónico destinado fundamentalmente a
la población procedente de Sudamérica y de Filipinas,
muestra de que en los alrededores vive un colectivo importante con este
origen(13).
Conclusiones
Los datos utilizados para elaborar esta comunicación proceden de la observación directa y de trabajos publicados anteriormente. Sin embargo, un estudio más riguroso requerirá obtener directamente datos históricos y actuales y habrá que emplear técnicas de análisis cuantitativo y cualitativo para tratar la información, con el fin de profundizar en el papel de las redes sociales y en las características de la gentrificación y de la inmigración en este caso concreto. Ahora expondremos las conclusiones a las que hemos llegado hasta el momento con la información de que disponemos.
En cuanto al proceso de gentrificación de las dos calles, en primer lugar destacamos la distinta importancia de dos agentes del suelo en cada una de ellas: en la calle de Ferlandina fue fundamental la intervención de la administración pública al promover la renovación y los nuevos usos del sector donde se encuentra, de modo que el capital privado ha aprovechado la actuación pública previa para irse introduciendo. En la calle de la Cera, en cambio, el capital privado ha actuado directamente, aunque se haya valido de la promoción del barrio en general por parte de los poderes públicos con el fin de atraer a sectores solventes de la sociedad. La intervención de las grandes empresas inmobiliarias en el mercado de la vivienda objeto de gentrificación en el centro urbano, tal como sucede en el caso de la calle de la Cera, supone la entrada en juego de un agente del suelo con gran poder económico y decisorio. Las firmas importantes tienen muchas posibilidades de adquirir propiedades más o menos degradadas para rehabilitarlas o derribarlas y construir de nuevo sobre el área que ocupaban, con el fin de ofrecer las nuevas viviendas a los gentrificadores. De esta manera, los desplazamientos de población residente con menores recursos pueden verse bastante acelerados.
En la gentrificación de la calle Ferlandina contribuye no sólo la proximidad de los equipamientos públicos antes mencionados, el museo y el centro cultural, sino también la cercanía de la Rambla, el paseo más transitado de la ciudad y vía céntrica por excelencia. En cambio, la calle de la Cera queda más alejada de las áreas más frecuentadas del centro barcelonés. En la calle Ferlandina seguirá aumentando el número de comercios con productos de alto valor añadido y la inversión de capital seguirá produciendo cambios a escala sociológica y económica. El carácter popular tradicional ya se está perdiendo, pero no creemos que llegue a constituirse una calle "exclusiva", a pesar de que algunos comercios lo son. En cuanto a la calle de la Cera, parece probable que siga manteniendo su carácter popular, favorecido por la presencia de comercios de productos de consumo básicos, a pesar de los escasos indicadores de gentrificación que presenta.
Creemos que el proceso de gentrificación en la ciudad de Barcelona merece ser considerado específicamente, ya que se ajusta al concepto de modo parcial: no son clases sociales altas las que se instalan el centro urbano, sino una parte de las clases medias, constituidas fundamentalmente por personas jóvenes, con una edad alrededor de los treinta años, que se han incorporado al mercado de trabajo pero que no poseen una gran estabilidad laboral. Se trata de un colectivo que tal vez abandone el barrio al cabo de unos años para fijar su residencia en otro lugar, en especial si desean formar una familia. A escala de barrio, pues, opinamos que los gentrificadores del Raval constituirán un grupo bastante restringido. En cambio, la gentrificación en las grandes ciudades europeas y norteamericanas ha supuesto el retorno al centro por parte de clases sociales más altas, con protagonistas socioeconómicamente más estables, que se han instalado en barrios centrales en los que originariamente residían clases altas; este caso no es el del Raval, a excepción de algunas casas señoriales como antes se ha dicho. Los gentrificadores del Raval no suelen proceder de grupos sociales que hayan residido antes en el barrio, ya que los que pudieron salir del Raval no lo perciben ahora como un barrio atrayente; más bien se trata de gente joven que desea vivir en el corazón de la ciudad. La imagen del Raval sigue siendo negativa para mucha gente de Barcelona, hecho que restringe considerablemente las posibilidades del proceso gentrificador; en un análisis más profundo habrá que comprobar estas observaciones.
El barrio no ofrece servicios ni equipamientos suficientes, y es difícil que pueda llegar a ofrecerlos en un futuro próximo, dada la saturación del área urbanizada y la falta de espacios libres y áreas verdes. En materia de educación, tenemos serias dudas sobre si el colectivo de gentrificadores, en caso de tener hijos, los llevaría a escuelas del barrio, en especial las públicas, con un alumnado formado por inmigrantes de distinto origen y por alumnos con frecuencia inmersos en problemas familiares y sociales. En el caso de que los hijos de gentrificadores asistieran a escuelas de fuera del barrio, no creemos que con esta actitud contribuyeran a mejorar la calidad de vida del Raval ni a potenciarlo como barrio. Por mucho que haga la administración - y hace poco - sobre la distribución del alumnado inmigrante en distintos centros escolares, públicos y privados, ha de tener muy en cuenta las escuelas del barrio en cuanto a dotaciones de todo tipo, ya que su alumnado inmigrado seguirá siendo muy cuantioso.
Distintos autores que han estudiado la gentrificación han tratado el llamado "efecto de contagio", la difusión esperada del proceso a partir de sus primeras manifestaciones. Martínez Veiga afirma que el citado efecto no se da, sino que la gentrificación se presenta de manera discontinua en el espacio. Creemos que el "contagio" difícilmente puede dar como resultado la formación de áreas homogéneas, ya que hay que tener en cuenta la diversidad de situaciones existentes a escala de propiedades en el casco antiguo: en unos casos gentrificar será la mejor solución para obtener un mayor rendimiento, en otros a los propietarios les interesará mantener las viviendas tal como están - o dejarlas sin mantenimiento - porque no disponen de recursos o no quieren realizar inversiones; en este último caso, no siempre existe control del estado de las viviendas por parte de la administración, y debería haberlo: del mismo modo que los poderes públicos favorecen la entrada del capital privado en la renovación urbanística, tendría que existir un control de calidad de los edificios antiguos mucho más riguroso. Un factor que parece importante en relación a la adecuación de viviendas para posibles gentrificadores es la trama urbana: las calles más anchas, más iluminadas y con una fácil comunicación con las rondas que rodean el barrio, parecen ser las más susceptibles de experimentar un cambio sensible.
Las distintas situaciones en el mismo barrio posibilitarán la convivencia - ¿o se tratará de una simple coexistencia? - entre los gentrificadores, la población residente tradicional y los inmigrantes extranjeros. Los poderes públicos han de procurar evitar la formación de pequeños guetos dentro del mismo barrio. Creemos que la riqueza cultural del Raval radica en la variedad de situaciones en tan poco espacio.
En relación a la presencia de inmigrantes indostánicos
en la calle de la Cera, cabría analizar cómo funciona su
convivencia con los habitantes tradicionales del barrio. A escala de barrio,
valoramos positivamente la proximidad de establecimientos comerciales regentados
por este colectivo - carnicerías musulmanas, tiendas de comestibles,
locutorios telefónicos, etc. -, ya que potencian el papel de las
redes sociales como transmisoras de información y como elemento
de integración en la ciudad que les acoge; además, constituyen
auténticos centros de contacto para ellos, en ausencia de espacios
libres. La proximidad física favorece la asociación de inmigrantes
con la cual pueden unir esfuerzos para conseguir objetivos comunes, como
la mezquita que hace unos meses logró el colectivo musulmán,
aunque no sin dificultades.
Notas
1. En cuanto al planeamiento urbanístico
en el casco antiguo de Barcelona, ver los trabajos de TATJER MIR, Mercè,
1989 y 2000. En ellos se ofrece una reflexión y una visión
completa y a la vez sintética de los instrumentos del planeamiento
urbanístico en Ciutat Vella. La publicación de 1998 presenta
un balance de sus resultados.
También ver AJUNTAMENT DE BARCELONA, 1991 y el
artículo de MAGRINYÀ, F. y MAZA, G., 2001, publicado en este
coloquio.
2. Barcelona Societat, vol. 7 (1997) y vol. 9 (1999).
3. En relación al crecimiento urbano del centro de Barcelona, ver TATJER MIR, Mercè, 1973 y 1999.
5. Sobre la Barcelona de los años 1930, contienen información rigurosa los trabajos de VILLAR , Paco, 1996; TATJER, Mercè, 1998 y 1999; OYÓN, José Luis, 2001.
6. Datos de LÓPEZ SÁNCHEZ, Pere, 1986.
7. TATJER MIR, Mercè, 2000, p. 18.
8. Ver algunas apreciaciones al respecto en MAGRINYÀ, F. y MAZA, G., 2001.
9. TATJER MIR, Mercè, 1999, p. 234.
10. TATJER MIR, Mercè, 1998, pp. 21-22.
11. La diversidad actual del centro barcelonés es interpretada por MAGRINYÀ, F. y MAZA, G., 2001: los autores consideran que la insuficiencia de los instrumentos de planificación actuales han propiciado aquí la creación de guetos y la existencia de una dualidad social y cultural.
12. Datos de MORERAS, Jordi (Coord.), 1998 a.
13. MORERAS, Jordi (Coord.), op. cit.
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