Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 94 (44), 1 de agosto de 2001 |
MIGRACIÓN Y CAMBIO SOCIAL
Número extraordinario dedicado al III Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
TODOS LOS COLORES EN EL GRIS.
INMIGRADOS EN EL ESPACIO PÚBLICO DEL RAVAL BARCELONÉS
Isabel Aparici
Licenciatura en Antropología Social
Universidad de Barcelona
Todos los colores en el gris. Inmigrados en el espacio público del Raval barcelonés (Resumen)
El espacio público es el escenario preferente donde se encuentran los viejos y nuevos vecinos de la ciudad, autóctonos e inmigrados. El estudio parte de la observación de las actividades de ciudadanos inmigrados en el espacio público urbano para abstraer algunas características de la persona (self) de los recién llegados. La figura del nuevo vecino se caracterizaría por términos como fragilidad, sociabilidad, movilidad, masculinidad y visibilidad. Estos elementos articularían la base de la construcción de la identidad de los nuevos ciudadanos en el contexto urbano y establecerían pautas de apropiación del espacio público.
Palabras clave: espacio público/inmigración/ciudadanía/identidad
All colours in grey. Immigrants in the public space of Barcelona's Raval (Abstract)
Public areas are the preferred meeting space between the city's old and new neighbours, nationals and immigrants. The starting point of the study is the observation of the immigrants' activities in the public urban space in order to describe some of the features defining the newcomers' self. The new neighbour's image will be characterised by such terms as fragility, sociability, mobility, masculinity and visibility. These elements are considered to articulate the foundations of the new citizens' identity within the urban context and establish the patterns of appropriation of the public areas.
Key words: public space/immigration/citizenship/identity
Cada día algún nuevo vecino llega a la ciudad. Tal vez haya recorrido unos pocos kilómetros pero, en los últimos tiempos, lo más habitual es que haya saltado un océano. Estos recién llegados se mostrarán a sus convecinos en el espacio público. La intención de este trabajo es observar cómo se desenvuelven los inmigrados en el espacio público que les es más próximo y conocido, qué estrategias de apropiación siguen y a partir de qué características construyen su identidad personal.
Diversos estudios han lanzado visiones totalizadoras sobre la inmigración y los diferentes factores implicados (1). Este estudio, en cambio, parte del análisis de inmigrado como persona que forja su identidad, entre otros lugares, en la convivencia en espacios públicos. Isaac Joseph (2)ya ha trabajado sobre la experiencia de la inmigración en la construcción personal y Richard Sennet (3)también ha tratado las relaciones entre vida urbana e identidad personal. A pesar de que este autor se centra en el estudio de los jóvenes norteamericanos, sus puesta en paralelo del orden (y desorden) urbano con el vital es útil para analizar los cambios en la vida y en la ciudad con la aparición de los nuevos vecinos. El espacio público, pues, ya no es sólo un lugar a apropiarse (4)sino también una expresión de quienes la usan. En palabras de Lefevre, lo urbano deviene "un desequilibrio permanente, sede de la disolución de normalidades y presiones" (5).
Para estudiar la figura del inmigrado, este trabajo parte de una propuesta de Simmel: "aplicar a la coexistencia de la sociedad el principio de las acciones infinitamente numerosas e infinitamente pequeñas" (6). Es decir, los resultados de la observación de comportamientos mínimos puede ofrecer datos extrapolables al estudio del grupo social.
Por este motivo, la base del trabajo ha sido la observación de los usuarios de una plaza pública y una calle de la ciudad de Barcelona (la plaza dels Àngels y la Rambla del Raval). Los dos emplazamientos se encuentran en el barrio del Raval, una parte del Casco antiguo que ha sido objeto de grandes remodelaciones (derribos para la abertura de calles más anchas, recuperación de edificios para uso cultural, etc.) Se ha escogido este barrio por ser uno de los que concentra mayor número de inmigrados (7). Junto a la plaza dels Àngels se concentran personas de procedencia asiática (Filipinas) y magrebí, mientras que en torno a la Rambla del Raval se agrupan pakistanís. El método de trabajo consistió en la observación de los usuarios de estos lugares públicos sin intervenir en sus quehaceres (8), las preguntas a algunos de ellos se hicieron sin revelar la finalidad académica de las mismas.
El estudio presentará cinco características que contribuyen a forjar la persona (lo que Goffman llama self(9)) del inmigrando ante los ojos de los viejos vecinos que les reciben, que tienen como referente más importante lo que observan en el espacio público.
El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente frágil
El inmigrado que llega al Raval barcelonés viene de lejos (Asia, África, Sudamérica). Aterriza en un lugar que no conoce, donde no tiene desarrolladas estrategias de supervivencia, conocimiento u orientación. Necesita información para encontrar trabajo y casa, pero también para saber cómo reaccionar, cómo comportarse, cómo leer cada situación que se le presente en la vida. Necesita, por tanto, informantes, y evidentemente tenderá a buscarlos en personas con las que comparta saberes: con sus compatriotas.
Así, por ejemplo, el segundo domingo de diciembre se celebra en el Raval la procesión de la Virgen de la Puerta, imagen que ha venido desde la localidad de Trujillo, Perú. Durante la procesión, mientras las mujeres envuelven a la imagen y lanzan vivas a la Virgen y a la ciudad de Barcelona, un grupo de hombres se queda más rezagado: es un constante intercambio de tarjetas de visita y de números de teléfono que quedan apuntados en agendas de bolsillo o en la memoria de los teléfonos móviles. Se está trazando una red de conocidos en base a la procedencia común; poco saben unos de otros, desconocen si comparten aficiones o ideologías. Apelan al lazo de la identidad territorial en un lugar donde la nacionalidad es un distintivo (peruano no es igual a español) porque saben que funcionará; que, teóricamente, pueden encontrar ayuda en esos compatriotas. La búsqueda de personas de referencia hace que los inmigrados acudan a lugares donde saben que van a encontrar los seres que buscan (bares dominicanos, la mezquita,...). En términos de Pierre Bourdieu (10)están construyendo su habitus, la estructura que paute su existencia.
Como toda persona, los nuevos vecinos tienen una serie de prácticas o ritos creadores de identidad, como por ejemplo la procesión. Cada recién llegado seguirá llevando a cabo esos rituales o prácticas siempre que, en expresión de Lévi-Strauss, les sean "eficace simbólicamente" (y siempre que pueda realizarlos, que pueda no trabajar un viernes si es musulmán, etc.). Estos elementos de continuidad son en realidad elementos de cambio ya que, al cambiar el lugar y las condiciones que le envuelven, la significación de la práctica no es la misma. No es una repetición, es una re-creación, se inventa de nuevo el rito y con él la identidad que ha de construir como nuevo habitante de la ciudad.
Así, los peruanos que salen en procesión por la plaza dels Àngels realizan el besamanos a la Virgen ante la fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (un moderno edificio de Richard Meier) como si de una portada de catedral gótica se tratara. La pequeña ermita de Trujillo de donde salía la Virgen se ha transmutado; ahora es un edificio de cultura el ojo que vigila la ceremonia como si al mismo museo se le otorgasen atributos sacramentales (de hecho, cierto concepto de cultura y sus lugares de "celebración" han sido leídos en clave religiosa por Gustavo Bueno en El mito de la cultura). La identidad que construye una procesión por calles asfaltadas y no por los caminos de la ermita de Trujillo, un desfile donde hay vivas al Perú pero también a Barcelona, ese ritual confiere unos rasgos intermedios, liminoides que diría Victor Turner, que no son los de un peruano pero tampoco el de un barcelonés típico.
Otro ejemplo se encuentra en la Rambla del Raval, donde un grupo de chicos de ascendencia pakistaní juega al criquet. Con la pelota y el bate reglamentario convierten el asfalto mediterráneo en un remedo de campo de juegos británico. Este hecho se puede leer como el mantenimiento de una actividad generadora de identidad por cuanto es un elemento que importan los chicos a su nueva ciudad, aunque por mucho que repitan una acción que ellos consideran propia y conocida, la re-creación en un entorno diferente les redefine a ellos también. Tal vez, algunos viejos vecinos se vean atraídos por el criquet y decidan emularlos, con lo que el juego volvería a re-definirse (del mismo modo que ir a cenar a un restaurante árabe o libanés se ha convertido en una moda adoptada por gente que no ha salido nunca de la Península ibérica). Al final, la ciudad adoptará el críquet como juego y los chicos desprenderán a sus partidos de la identidad pakistaní. A la vez, aparecen en el criquet dos términos importantes: el grupo como unidad de acción y el uso lúdico del espacio público.
Los nuevos vecinos son una mezcla de elementos identitarios, y en muchas ocasiones explicitan esa condición. Por ejemplo, un grupo de chicos adolescentes magrebíes que jugaban a fútbol en la plaza dels Àngels vestían chándals del Barça pero el idioma de comunicación entre ellos era el árabe. Si tenían que dirigirse a un nuevo vecino para que les recuperara un balón, cambiaban al idioma castellano. Sabían qué lengua utilizar en cada contexto, aprendían día a día a escoger las estrategias de comportamiento más adecuadas. En realidad, todos lo hacemos, pero en el caso de los inmigrados su cambio es más radical, por eso sus referencias incompletas sobre la vida cotidiana y su papel en el nuevo entorno les hacen ser especialmente frágiles.
El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente sociable
Los nuevos vecinos parecen ir siempre en grupo. Quizás fruto de su necesidad de redes de información y ayuda, se observa que los nuevos establecidos en el Raval tienden a aparecer en el espacio público integrados en un grupo de personas. La presencia como individuos decae en favor de la colectividad (ya sea más o menos numerosa).
Por ejemplo, en la plaza dels Àngels se reunía este invierno un grupo de jóvenes de procedencia magrebí, en total una docena de personas de entre 12 y 18 años que charlaban, jugaban al fútbol o probaban una pequeña moto. En cuanto un miembro de la pandilla aparecía por allí ya sabía hacia donde tenía que dirigirse, cuál era su lugar en ese espacio público: uno de los más oscuros, en un rincón de la plaza.
Si bien los viejos vecinos que iban a patinar también se organizaban en grupos, la naturaleza de la unión es diferente en cada caso. Mientras los skaters se reúnen en torno a una afición común, el monopatín, los chicos de procedencia magrebí se aglutinan por tener una edad similar y por compartir un espacio. Esta pandilla podía tener a una parte de sus miembros jugando al fútbol mientras otros observaban una pequeña moto y el resto charlaba sentados en el suelo. No les une una tematización(11) sino algo más parecido a la solidaridad mecánica de que hablaba Durkheim, a unos lazos que reúnen gente de igual naturaleza (jóvenes) pero que buscan experiencias diferentes.
Cabe tener en consideración también las concepciones culturales del Magreb, donde la familia extensa sigue teniendo mayor importancia que la nuclear, y con ella los grupos de edad que enmarcan dentro del grupo de origen. Lo que se puede afirmar es que se observa un tipo de asociacionismo de naturaleza diferente al que practican algunos viejos vecinos.
El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente móvil
El nuevo contexto obliga a los recién llegados a buscar informantes, a buscar vivienda y ocupación. Por ello podemos afirmar que son seres especialmente móviles dentro del tejido urbano (aunque quien vive en una ciudad ya es de por sí móvil). El tipo de trabajo que consiguen los nuevos vecinos y dónde está situado promociona esa movilidad. Por ejemplo, entre las mujeres está muy extendida la ocupación como asistentas del hogar en casas de la parte alta de la ciudad alejadas del centro histórico donde habitan. Cada mañana se puede observar el amplio número de mujeres, sobre todo de procedencia filipina, que toman el autobús 64 en las paradas del Raval con destino a la Bonanova, uno de los barrios ricos de Barcelona.
La plaza dels Àngels es un lugar de paso para los vecinos, en su mayoría asiáticos, que viven en los alrededores y quieren llegar a las Ramblas. Muchos de ellos atraviesan la explanada con las bolsas de un supermercado de descuento de la Rambla barcelonesa. Pocos nuevos vecinos utilizan la plaza como lugar de estancia, de meditación o lectura (actividades, al fin y al cabo, que necesitan de estar sentado). Incluso las madres recién llegadas que llevan a sus hijos a la plaza o a la Rambla del Raval se quedan de pie controlando las actividades de los pequeños. Si se reúnen varias madres, entonces sí que deciden dejar a un lado su cualidad de móviles.
Si bien en la plaza dels Àngels no se observa la figura del nuevo vecino que simplemente pasa su tiempo en el espacio público, esta figura sí aparece en la Rambla del Raval, donde toman el sol personas de procedencia magrebí o pakistaní que han venido a la ciudad pero ya han acabado con su vida laboral, son los mayores de la familia. Ellos son, quizás, los menos móviles del colectivo.
La figura pública del nuevo vecino es, pues, una imagen en movimiento que juega en el espacio público, que transita, que encontramos en el metro o en el autobús. Los encierros de inmigrados en las iglesias de varios puntos de España transmitían una imagen de pasividad, de letargo, muy contrario a esta idea, pero quizá una de las imágenes que quedarán ligadas al conflicto será precisamente la salida alborotada, amontonada, caótica, de quienes ocupaban los templos.
La movilidad, una de las constantes de la vida urbana, es característica especialmente relevante en la vida de los nuevos vecinos. Se mueven siempre (están en todos los sitios -se puede llegar a pensar-; sin darse cuenta de que, para verlos, es necesario que nosotros también estemos allí y seamos igual de móviles). Esta marca podría llegarse a interpretarse socialmente de forma negativa a la hora de configurar la figura simbólica del inmigrante en el imaginario de los antiguos vecinos (no existe un control social estricto sobre a dónde van y qué hacen).
El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente masculino
Aunque la población de un lugar pueda ser estadísticamente más masculina que femenina, la percepción del otro en el espacio público puede contradecir el padrón municipal. En el caso de los lugares observados, plaza dels Àngels y Rambla del Raval, se observa una mayor presencia de hombres que de mujeres.
Por ejemplo, en la plaza dels Àngels se reunía una pandilla de chicos procedentes del Magreb pero no había un homólogo para las chicas. Éstas no aparecían reunidas en la plaza ni en las calles adyacentes. Los grupos de mujeres están en otro espacio (que se deduce es de ámbito privado). Lo mismo sucede en la Rambla del Raval, donde el grupo de chavales que juega al críquet no es mixto ni ellas bajan a jugar a la calle. Las únicas mujeres de procedencia magrebí que se muestran en los espacios reseñados son las madres que bajan a pasear con sus hijos. A veces van diversas mujeres de un mismo grupo familiar, pero es realmente extraño ver un núcleo familiar completo (hombre, mujer e hijos) de procedencia magrebí, aunque es frecuente en el caso sudamericano y filipino.
El uso del espacio público es diferente. La utilización para fines lúdicos (paseo, etc.) es predominantemente masculina; la mujer queda más resguardada, protegida de la mirada de los demás (12). En cambio, la presencia en público a raíz de la movilidad en la ciudad privilegia a las mujeres, ellas están en metros y autobuses (13). Pero esta presencia en los transportes es más volátil que la presencia habitual, cotidiana, en una plaza. La gente convive, se reúne, conversa en las plazas; las comunidades las convierten en lugares de sociabilidad y la presencia en ese tipo de lugares es predominantemente masculina.
La imagen del espacio público y las actividades que en él se realizan que tienen los nuevos y viejos vecinos parecen diferentes. Especialmente tras la instauración de la democracia, Barcelona ha visto la apropiación del espacio público como símbolo de la ciudadanía (el correfoc de las fiestas Mercè seria un ejemplo palmario, así como las múltiples fiestas que ocupan las calles y plazas). Deberán coexistir, pues, las dos concepciones: la ciudadanía por el espacio y la segregación del mismo. Aquí podría darse un punto de fricción aunque no ha sido observada.
El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente visible
La movilidad confiere visibilidad a las personas, las pone en múltiples situaciones de exposición con los demás. Pero en este punto se quiere poner de relieve otra faceta de la visibilidad: a mayor mezcla entre nuevos y viejos vecinos, menor visibilidad del individuo y más anonimato para todos.
La plaza dels Àngels es un lugar donde conviven diversos grupos de nuevos y viejos vecinos. La mezcla es grande, las pocas interacciones entre grupos se realizan con total normalidad y tranquilidad. En cambio, la Rambla del Raval es un lugar donde la presencia de viejos vecinos es ínfima. Los vecinos recién llegados han parecido sentirse atraídos por el lugar, que además es contiguo a una de las mezquitas de la ciudad, pero los viejos vecinos no acaban de aparecer por allí. Y de éstos, algunos se sitúan en una clase marginal (consumidores de droga, etc.). Este hecho puede empujar a otros vecinos a no aparecer por el lugar (cabría estudiar cuál es el lugar de preferencia de los lugareños para llevar a jugar a los niños, por ejemplo). Las interacciones entre viejos y nuevos vecinos son nulas mientras que se observa un fluido intercambio entre la comunidad de recién llegados que se reúnen en la Rambla. No hay la mezcla que se puede ver en la plaza dels Àngels y, por la mayor preminencia de un colectivo, la visibilidad del mismo aumenta.
Conclusión: El inmigrado en la ciudad es un ser especialmente expuesto
Como ya ha expuesto Isaac Joseph (14)siguiendo a su vez a Park y otros autores destacados de la Escuela de Chicago, la experiencia del inmigrado es la desorganización social vista desde el interior. Es una muestra del conjunto de reestructuraciones y cambios que todo el mundo debe hacer para adaptarse al devenir vital de la ciudad, caracterizado por el anonimato y el movimiento. Deben aprender el territorio, cómo responder ante los encuentros con los demás, etc. Los recién llegados son un espejo de nosotros mismos; los procesos que en nosotros son habituales, en ellos son observados como algo excepcional ¿por qué? Quizás porque no estemos seguros de que resuelvan del mismo modo sus caos vitales cotidianos. Quizás encuentren mejores estrategias para sobrevivir, para encontrar ayuda cuando la necesiten dada su mayor agrupación. Y estas nuevas respuestas podrían ser más eficaces que las nuestras. De todos modos, como no conocemos cómo serán esas respuestas cabe observarles.
Otro elemento para el análisis es la rapidez con que se realizan los cambios en las personas de los recién llegados. Evolucionan a un ritmo muy superior debido a sus necesidades y a su situación (trabajos inestables que cambian cada poco, traslados de vivienda, etc.). Estas mutaciones pueden crear incertidumbre en los convecinos que miran la rapidez de los cambios, velocidad a la que no están acostumbrados. La incertidumbre por no conocer dónde están las personas o qué harán (generalmente se tiene una seguridad interior teórica sobre cómo responderán los vecinos) vuelca las miradas hacia los inmigrados. A menor seguimiento de las acciones de los recién llegados, los viejos vecinos disminuirán su posible ansiedad.
La identidad como ciudadanos, como barceloneses por ejemplo, que crean los recién llegados es nueva y modificará la noción de "ciudadano" general. Cuando se habla del proceso de adaptación de los inmigrados se presupone un patrón general al que amoldarse cuando, en realidad, ese patrón es cambiante y, con la llegada de nuevas personas, evolucionará aún más. Quizá el barcelonés "tipo" de aquí a algunas décadas tenga la piel más oscura que los estándards que hoy integran el imaginario colectivo. En este sentido, la inmigración ayuda a la evolución más rápida de modelos de identidad ciudadana.
Todos los procesos comentados ocurren en la ciudad, en el espacio público
donde se encuentran los diferentes pobladores, el lugar de mayor exposición
de la persona. Son precisamente las cualidades mostradas en este marco
las que acabarán conformando la imagen simbólica que los
viejos vecinos tendrán de los recién llegados. Goffman los
expresa diciendo "El individuo tiende a tratar a las otras personas presentes
sobre la base de la impresión que dan -ahora- acerca del pasado
y del futuro. Es aquí donde los actos comunicativos se transforman
en actos morales" (15).
Notas
1. Un ensayo totalizador que incluye aspectos históricos, económicos, geopolíticos y sociológicos de la inmigración se encuentra en Horacio CAPEL. Inmigrantes extranjeros en España. El derecho a la movilidad y los conflictos de la adaptación: grandes expectativas y duras realidades. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, nº 81, 1 de febrero de 2001. La publicación DELGADO (ed.) Ciutat i inmigració. Barcelona: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 1997, también propone análisis desde perspectivas jurídicas, antropológicas, etc.
2. Isaac JOSEPH. L'inmigrant comme tout venant. In DELGADO (ed.) Ciutat i inmigració. Barcelona: Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, 1997.
3. Richard SENNET. Vida urbana e identidad personal. Bercelona: Península, 1965.
4. Abunda en el tema Henri LEFEVBRE. El derecho a la ciudad. Barcelona: Península, 1960.
5. LEFEVRE, H., p. 100 "Lo urbano, al mismo tiempo que lugar de encuentro, convergencia de comunicaciones e informaciones se convierte en lo que siempre fue: lugar de deseo, desequilibrio permanente, sede de la disolución de normalidades y presiones, momento de lo lúdico e imprevisible."
6. Geörg SIMMEL. Sociologia I. Barcelona: Edicions 62, 1988, p.41.
7. Con el 16 por ciento de población procedente de otros lugares, Ciutat Vella -donde se encuentra el barrio del Raval-, es el distrito de Barcelona con más inmigrados. El 58,6 por ciento de gente del Sudeste asiático que ha llegado a la ciudad se han instalado allí, así como el 43,2 por ciento de los procedentes de Asia central, 41 por ciento de magrebíes, 24 por ciento de centroamericanos. Datos a junio de 2000, departamento de estadística del Ayuntamiento de Barcelona, en Patricia CASTÁN. Los flujos migratorios. El Periódico de Catalunya, 5 de noviembre de 2000.
8. La observación se llevó a cabo entre noviembre de 2000 y abril de 2001.
9. GOFFMAN, p. 268, concibe el self como "un tipo de imagen, por lo general estimable, que el individuo intenta efectivamente que le atribuyan los demás cuando está en escena y actúa conforme a su personaje". En este trabajo el punto de mira se sitúan en los receptores de esa escenificación de la vida cotidiana, se observan los trazos comunes de las diferentes representaciones de los inmigrados.
10. Pierre BOURDIEU, p. 180 "Habitus es un principio generador de estrategias que hace a los agentes capaces de encarar situaciones imprevistas y siempre cambiantes".
11. Al respecto Lefrançois señala que "ce que les groupes de jeunes organisés de manière thématique (clubs, bars) dans les couches moyenes et supérieures de la population -plus mobile socialement- prennent une forme territorialisée chez ceux issus des milieux populaires".
12. Sobre la segregación espacial de la mujer en la cultura magrebí véase RIBAS, N. Presencias de la inmigración femenina en Catalunya, p. 381-384
13. Teresa DEL VALLE (1997) p. 91 apunta una explicación para la mayor visibilidad de la mujer en el transporte público: "en estudios realizados en la Comunidad autónoma de Madrid para calcular la movilidad de las personas que trabajan según el sexo, se ha visto que las 'mujeres trabajadoras realizan por término medio un número superior de desplazamientos a los que realizan los trabajadores: 2,81 frente a 2,67'. Ello se debe a la necesidad que tiene la mujer de compaginar las actividades laborales fuera de casa con aquellas provinientes de sus responsabilidades al frente del hogar".
15. Erwing GOFFMAN, E. p. 266.
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