Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 78, 15 de diciembre de 2000. |
Peter Gould
Universidad del Estado de Pennsylvania
[Traducción de Alicia Capel Tatjer]
HOMENAJE A PETER GOULD
Hace ahora casi un año, el 22 de enero de 2000, moría en Pennsylvania Peter Gould, una de las figuras más señeras de la geografía y de las ciencias sociales del siglo XX. Nacido en 1932 en Gran Bretaña y formado en Estados Unidos, Peter Gould trabajó incansablemente en una geografía comprometida con los problemas del mundo contemporáneo. Su obra extraordinariamente rigurosa y siempre abierta hacia nuevos horizontes ha sido seguramente una de las más estimulantes en el pensamiento geográfico del siglo XX. Al mismo tiempo su personalidad amable, generosa, amante y gozosa de la vida constituye un modelo de trayectoria humana vital verdaderamente envidiable y ejemplar.
Peter Gould durante la conferencia que dio en Barcelona
el 14 de marzo de 1991
La obra de Peter Gould abarcó una amplia variedad de temas, tratados siempre de forma original y exigente. La imaginación y la ciencia se unían en él para encontrar la dimensión geográfica a problemas de gran actualidad y para abordar esos problemas con un método exigente que incluía los desarrollos más recientes de la ciencia. Todavía recuerdo la impresión que me produjo el primer texto que conocí de él, el artículo en que planteaba el problema de las relaciones hombre-naturaleza en términos de la teoría de los juegos, su trabajo "Man against the environment: a game theoretic framework", que había sido publicado en 1963 en la revista Annals of the Association of American Geographers y que yo conocí en 1972 a través de la edición que hicieron Paul W. English y Robert S. Mayfield en su libro Man, space and enviroment; una forma inimaginable hasta ese momento de plantear un problema tradicional de la geografía y que revolucionaba al mismo tiempo los estudios de geografía rural.
En ese artículo introducía ya de alguna manera la cuestión del papel de la percepción en la adopción de estrategias de comportamiento de los campesinos y en la toma de decisiones. Se trata de una línea de trabajo que venía desarrollando desde finales de los 60, cuando publicó su artículo "On mental maps" (1966) y sus artículos sobre las preferencias espacio-temporales y la estimabilidad residencial. Esas cuestiones se convirtieron en seguida en un tema importante de investigación y dio lugar a uno de los libros más citados e influyentes en la geografía de la percepción, realizado con Rodney White, Mental Maps (1985).
Desde los años 1960 Peter Gould había venido trabajando sobre la geografía agraria y de los transportes en Africa, principalmente en Ghana, y en los 70 se había convertido en uno de los más prestigiosos representantes de la nueva geografía cuantitativa, siendo coautor, con Ronald Abler y John Adams, de un manual extraordinariamente influyente en aquellos años: Spatial Organisation: The Geographer's View of the World (1971). Sus contribuciones a las investigaciones sobre difusión espacial y su capacidad para aplicar imaginativamente métodos matemáticos a la investigación de problemas geográficos supusieron en esos años una fuente inagotable de sugerencias en la geografía anglosajona.
Posteriormente la lista de sus publicaciones incluye trabajos sobre cuestiones tan variadas como la adquisición de información espacial, la estructura de las redes de televisión o el análisis de juegos, con el ejemplo de la final de la copa inglesa de 1977 entre el Liverpool y el Manchester United.
Desde los años 1980 Peter Gould se dedicó con pasión científica y vital a problemas de gran actualidad como el de la epidemia de Sida, sobre lo cual publicó su libro The Slow Plague. Geographic Consequences of the AIDS Epidemic, o sobre las consecuencias de la explosión de Chernobil, cuestiones a las que alude en el artículo que publicamos. En los últimos años se había interesado también mucho sobre las formas de difusión de la información; ésto ultimo en una dimensión histórica amplia que iba desde el tiempo que tardó en conocerse el terremoto de Lisboa de 1755 hasta el que se demora hoy una carta en llegar a su destino desde que se entrega al correo -para lo que nos pidió a algunos amigos que le enviáramos una desde nuestros respectivos Departamentos (y tardó 18 días la que yo le envié desde el de Barcelona).
La última iniciativa editorial impulsada por Peter Gould ha sido el libro Geographical Voices coordinado por él y Woody Pitts y publicado este mismo año por las Prensas de la Universidad de Syracuse, y que ha sido editado en francés por Peter Gould y Antoine Bailly con el título Mémoires de géographes (Paris: Anthropos, 2000). Una colección de artículos autobiográficos realizados por Antoine Bailly, Brian Berry, Karl Butzer, Reginald Golledge, Torseten Hägerstrand, David Harvey, Gunnar Olsson, Waldo Tobler, Gilbert White y Yi-Fu Tuan.
Peter Gould ha estado ligada desde hace años a la empresa intelectual de Geocrítica. Siguió la revista con interés desde su misma fundación, y aludió a ella y reprodujo en su obra The Geographer at Work (1985) un dibujo que habíamos elaborado para el número 13 de Geocrítica; y más tarde envió dos artículos para que fueran publicados en la revista: "Pensamientos sobre la Geografía" (Geocrítica nº 68, marzo 1987) y "La epidemia de Sida desde una perspectiva geográfica" (Geocrítica nº 89, septiembre 1990). Posteriormente aceptó formar parte del Consejo Asesor de la revista Scripta Nova, en el que se integró junto con otras ilustres personalidades, una de las cuales, Ernest Lluch, acaba de ser vilmente asesinada por la banda de pistoleros de ETA.
El artículo que publicamos como homenaje a la memoria de Peter Gould constituye el texto de una de las conferencia que dió en Barcelona en la segunda semana de marzo de 1990. Jordi Martí Henneberg miembro de la Comissió per a la Cultura Científica de la Generalitat de Catalunya, realizó las gestiones para que ese viaje fuera posible. El texto había de ser publicado por la Conselleria de Cultura de la Generalitat, pero quedó inédito. Ahora hemos decidido recuperarlo y publicarlo para los lectores de nuestra revista.
Peter Gould era un amante del Mediterráneo, y amaba España y particularmente Cataluña, mostrando siempre un interés por las manifestaciones culturales de nuestro país, y especialmente por la literatura. Amaba además la buena vida, esa vida que está llena de pequeñas cosas, como la amistad, el amor, la charla en torno a una mesa, el buen vino, la contemplación de un paisaje, la lectura.
Unas semanas antes de su muerte Peter Gould me escribió una emocionante carta en la que con un tono neutro, como sin darle importancia, hablaba del carácter irreversible de su enfermedad y de su próximo fin, lamentando lo poco que iba a poder hacer por la revista Scripta Nova. Lo verdaderamente impresionante es que la carta estaba llena de optimismo sobre la utilidad de la geografía y acababa con estas palabras: "el mundo tiene necesidad de los geógrafos".
No tengo dudas de que escribió a otros amigos cartas similares de despedida con mensajes de aliento y de optimismo. Su actitud ante la muerte fue verdaderamente ejemplar, tanto privada como públicamente. En la presentación de su último libro Geographical Voices Peter Gould hacía alusión a la riqueza y variedad de las voces que había recogido en la obra y al panorama rico y colorista que la misma mostraba de la geografía; y acababa con esta frase de optimismo, escrita sin duda en el momento en que sabía su próxima muerte:
"Espero que las generaciones futuras encontrarán la alegría, la esperanza y la inspiración en estos relatos en los que algunos describen las dificultades que han tenido que superar para convertirse ... en geógrafos".
Escribía esas palabras "puesto ya el pie en el estribo", en una situación y con un talante similar al de Cervantes cuando, poco antes de morir, dictaba su dedicatoria de Los trabajos de Persiles y Segismunda. "ayer me dieron la Extremaunción, y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir". Y sin duda, al igual que Cervantes, pensaba: "¡Adios gracias, adios donaires, adiós regocijados amigos!".
Ese mensaje de optimismo y de alegría es sin duda también el de Peter Gould; el de un hombre entero, apasionado por la vida, consciente de la responsabilidad moral del científico, y entusiasta de la ciencia a la que dedicó toda su vida. Un ejemplo, sin duda, para los geógrafos profesionales, los que hemos dedicado igualmente la vida a esta misma profesión. Pero un ejemplo, sobre todo, para los jóvenes, los que con un largo camino vital todavía por recorrer pueden llenarlo de tareas nobles, de exigencias morales, de comportamientos cívicos y de dedicación rigurosa a las tareas profesionales o científicas a que se dediquen.
Horacio Capel
Peter Gould
Universidad del Estado de Pennsylvania
[Traducción de Alicia Capel Tatjer]
Palabras clave: Geografía/ complejidad espacial/ sintesis geográfica/ Chernobil/ SIDA/ leucemia
Key words: goegraphy/ spatial cimplexity/ geographical syntesis/ Tchernobil/ AIDS/ leukemia
Las oportunidades de hablar a un público amplio sobre la profesión del geógrafo son escasas y preciosas (1). Tendemos a vivir vidas ocupadas y compartimentadas en un mundo compartimentado, por lo que este ensayo representa una oportunidad poco usual para derribar algunos de los muros divisorios y renovar conexiones. En el mundo actual las nuevas conexiones tienen que superar muchas barreras, no sólo las barreras de la creciente especialización sino también las del mismo lenguaje. Mientras me leen, deténganse un momento y recuerden que mi inglés ha sido traducido a su bello castellano y únanse a mí en el agradecimiento a aquellos que llevan mis palabras de un lugar a otro. En realidad, eso es lo que trans-latus significa realmente, trasladar palabras de un lugar a otro. En su raíz lingüística, la traducción es una idea verdaderamente geográfica.
Así pues, este ensayo es un importante ejercicio de comunicación, y recordemos que la raíz de 'comunicación' es munus, un regalo, y por tanto, com - munus significa 'con regalo', compartir un obsequio. Yo les traigo un pequeño obsequio del otro lado del Atlántico y espero que no se haya extraviado durante el viaje.
En este ensayo deseo conducirles a un viaje de exploración, un viaje de descubrimiento. Sospecho que será un extraño viaje, un viaje de descubrimiento geográfico durante el cual ustedes encontrarán cosas inesperadas. Pero, después de todo, eso es lo que realmente significa 'descubrimiento y exploración'. Tanto física como intelectualmente, el viaje de exploración es un aspecto muy tradicional de mi campo de estudio. Más de 500 años atrás, las configuraciones básicas de Europa y del Mediterráneo eran ya bien conocidas y estaban ya cartografiadas, y un análisis por ordenador de esos antiguos mapas indica que eran extraordinariamente exactos, incluso aunque algunos detalles no se correspondan de manera exacta en una imagen por satélite (2). Fue a partir de este mundo conocido, literalmente delimitado, desde el que los europeos se fueron moviendo lentamente para dibujar la costa africana, y no pasaría mucho tiempo hasta que la punta más meridional del continente fuese rebasada para descubrir el Océano Índico y sus numerosos pueblos y tierras. Aproximadamente al mismo tiempo un italiano (o fue un catalán?) fue tan intrépido y valiente como para navegar directamente hacia el oeste buscando las Indias (Dios mío, ten compasión de su alma antes de que se hunda!) y en ese momento se abrió todo un mundo insospechado. Súbitamente Europa se vio enfrentada a nuevas tierras, nuevas gentes, nuevas plantas y animales nunca antes vistos, iniciándose así una revolución intelectual, una revolución del pensamiento y de la tecnología que llamamos la Ilustración. El gran historiador del pensamiento Michel Foucault ha descrito algunas de las consecuencias de esos primeros viajes de descubrimiento (3)
En esta gran búsqueda intelectual de la Ilustración, una búsqueda de modernidad en la que todavía hoy nos buscamos a nosotros mismos, el lugar de la geografía es un poco ambiguo. La geo-graphos, escribir acerca de la tierra, es parte de la antigua herencia griega en la que, como parte del mundo occidental, todavía nos basamos, pero sólo aparece en el programa de la Universidad como una disciplina desde mediados del siglo diecinueve en adelante, junto con las otras ciencias humanas y biológicas. También es un poco ambigua en otro aspecto: como su disciplina hermana, la historia, no está definida por su tema principal. De hecho, todo existe en el espacio y en el tiempo, es decir, todo tiene una geografía y una historia. Por esta razón, los geógrafos y los historiadores no son los hijos predilectos de los burócratas, de gente a quien le gusta guardar las cosas en pequeñas cajas administrativas y ordenadas. Afortunadamente, una de las muchas tradiciones de la investigación geográfica es la capacidad de síntesis, de volver a unir un mundo que se está viendo fragmentado por la investigación especializada. Actualmente, el conocimiento está tan especializado y su expansión parece requerir una cada vez más temprana especialización que a veces las circunstancias nos empujan a cavar hoyos cada vez más y más profundos. Y desgraciadamente, no se oyen muchas voces desde estos huecos tan profundos y especializados. Para mantener las cumbres de la ciencia afiladas y brillantes, debemos romper los fragmentos disciplinarios en piezas todavía más pequeñas, pero tenemos que pagar un precio muy alto en el conocimiento a causa de esta constante fragmentación.
Pero la tradición de síntesis es tan sólo una de las muchas formas de investigación, formas que han generado la explosiva renovación intelectual de esta antigua disciplina en los últimos treinta años. Creo que no me equivoco al afirmar que los geógrafos que se retiraron hace treinta años difícilmente reconocerían a la geografía actual. Es cierto que algunos de los antiguos temas están todavía vigentes, pero otros han cambiado y se han reinterpretado tan radicalmente que sitúan a los geógrafos al frente de problemas sociales y medioambientales. Permítanme que me explique.
De alguna manera, quizás algo recóndita, todos somos geógrafos. Escuchen un instante:
"Amb el pas de l´any, la terra és manipulada y endegada segons la saó, l´estació i el temps. Tot és minúscul, la presència familiar s´hi projecta constantment, tot hi està marcat per una toponímia específica: el quintà, l´hort, el pedró, la vedruna. Els camps tenen el nom que els donaren els vells. No hi ha res, en el nostre país, que no porti un nom; és una geografía batejada i marcada per petjades antiguíssimes".
Este es un fragmento del libro Els Pagesos de Josep Pla, el gran escritor catalán que conocía tan bien los vínculos de la gente con los lugares y la tierra (4).
Y de la misma manera los geógrafos -y acabamos de recordar que como seres humanos todos somos geógrafos, de la misma manera en que todos somos historiadores y filósofos, capaces de pensar de manera consciente sobre nuestra existencia en un espacio y en un tiempo determinados- han tenido siempre una relación de amor con los mapas. Muchos geógrafos recordarán su fascinación cuando eran niños por todo tipo de mapas, pero me gustaría hacer referencia a algo mucho más profundo. El mapa se alza actualmente como un símbolo esencial para el geógrafo sobre la importancia crucial de espacialidad en la existencia humana, un conocimiento que nos hace ver que somos nosotros los que decidimos las dimensiones existenciales del espacio.
El segundo catalizador de la explosión de la investigación geográfica contemporánea ha sido la toma de conciencia sobre las consecuencias catastróficas que la presencia humana puede provocar en nuestro entorno. El problema de la relación entre los seres humanos y su entorno está muy arraigado en la tradición occidental, quizás incluso en las tempranas especulaciones de la civilización griega que ya encontramos en los filósofos presocráticos (5). Este es un problema que ha tenido más o menos importancia a lo largo del tiempo, pero vivimos actualmente en un mundo en el que el conocimiento de estas cuestiones se ha convertido en algo literalmente vital, en una cuestión de vida o muerte. Algunos de nosotros finalmente nos hemos dado cuenta de lo que le estamos haciendo a nuestro planeta, el único hogar que tenemos; somos muy conscientes de cómo estamos destruyendo nuestra propia tierra. Vemos cómo valientes ecologistas brasileños son asesinados en el Amazonas; que un océano está siendo invadido por redes de nylon de cincuenta kilómetros de largo; que los sedimentos de ríos y lagos están siendo saturados con PCB, cómo los acuíferos están siendo contaminados con carcinógenos; cómo los vertidos de petróleo devastan el delicado entorno ártico y cómo ecosistemas tan frágiles y especializados como los del Golfo Pérsico están en peligro. Sabemos que dos kilogramos de plutonio 239, si se "distribuyen adecuadamente" -y aquí lo que en inglés se llama "frases impactantes" indica que el propio lenguaje empieza a romper la obscena capa de barro que tiene que soportar- podría matar a todos los habitantes de la tierra, y lo peor es que hemos fabricado decenas, quizás centenas de millones de kilogramos. No me extraña que las antiguas cuestiones geográficas sobre las relaciones entre la presencia humana y el entorno físico finalmente pasen a ser un problema de todos.
Pero de la misma manera que esos antiguos viajes de descubrimiento necesitaron y generaron nuevas tecnologías -como por ejemplo el cronómetro, el "medidor del tiempo"- la revolución geográfica ha ido paralela a las revoluciones informáticas y de los satélites. Una única imagen por satélite es creada a partir de pulsaciones electrónicas que contienen alrededor de 30 millones de fragmentos individuales de información, y almacenar, manipular y computar con estos enormes conjuntos de datos requiere unos ordenadores muy potentes y rápidos. Así pues, la revolución geográfica depende en gran medida de la revolución informática, tanto, que esto incluso llega a incomodar a muchos geógrafos.
Pero hay otra conexión relevante en los extraordinarios avances que los geógrafos han llevado a cabo en los años recientes. Espero que no les importe si lo llamo una "revolución moral". Se trata de la sensación de que algo está ocurriendo en nuestro mundo, de que hay cosas injustas que hay que mejorar; de que la investigación en geografía es tan importante como en cualquier otra ciencia, y que por esa misma razón esta investigación básica también debe ser aplicada, debe utilizarse para hacer cosas justas y decentes en un mundo a veces indecente. Como geógrafo que lleva 30 años de profesión, una de las aspectos que he notado, como característica relevante de nuestros estudiantes en los últimos diez años, es una gran preocupación por la condición humana y medioambiental. Y esta preocupación tendría que ser la fuerza primaria de gran parte de la motivación intelectual que caracteriza a la investigación científica actual.
Esta preocupación, estas cuestiones de responsabilidad moral, son muy antiguas. En un seminario para nuestros estudiantes licenciados, una de las lecturas semanales para comentar es la bonita y alegórica historia de Jean Giono, El hombre que plantaba árboles (6), junto con un pequeño pasaje de Martin Heidegger El Ser y el Tiempo, uno de los puntos de referencia de la filosofía del siglo XX (7). Heidegger, inspirándose en una antigua fábula, nos explica que la diosa Cura llegó a la orilla de un río y moldeó un trozo de arcilla. Entonces le pidió a Júpiter que le infundiera espíritu al moldeado trozo de arcilla, cosa que hizo, decidiendo que la recién creada obra llevase su nombre. Un típico ejemplo de macho chovinista! Pero Cura pidió que se le pusiera a la obra su nombre ¡típico ejemplo de hembra chovinista! y entonces se levantó la Tierra y pidió que llevara su nombre, puesto que era ella quien había dado para la misma un trozo de su cuerpo. Los litigantes escogieron por juez a Saturno y éste sentenció: "Tú Júpiter, por haber puesto el espíritu, lo recibirás a su muerte; tú, Tierra, por haber ofrecido el cuerpo, recibirás el cuerpo. Pero por haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, que mientras viva lo posea Cura. Y en cuanto al nombre, que se llame Homo, puesto que está hecho de humus (tierra)". Como podemos ver en esta antigua leyenda, las relaciones entre la tierra y los humanos empezaron muy pronto en nuestra cultura occidental, y estamos impregnados de entrega, preocupación y esfuerzo desde el principio de los tiempos, una preocupación que tiene la capacidad de traducirse en responsabilidad, conservación y administración. Los geógrafos han sido siempre conscientes de esto, y muchos han llevado este interés a su vida profesional como profesores o investigadores. Pero estas son unas ideas bastante abstractas, así que déjenme poner algunos puntos sobre las íes con un ejemplo concreto.
Cuando Chernobil explotó y la nube radioactiva depositó radionuclidos mortales en gran parte de Europa, se hizo evidente que los fragmentos de esas especializaciones en las que nos hemos visto forzados a dividir nuestro conocimiento estaban a punto de ser utilizadas para ganar conocimiento (8). Áreas como la agricultura, la antropología, la ingeniería y la física atómica, la biología, la botánica, la química, la economía, las ciencias medioambientales, la gestión del tiempo de ocio, el derecho, la limnología, la medicina, la meteorología, la ornitología, la pediatría, las ciencias políticas, la zoología, etc., fragmentos de disciplinas en las que se ha dividido nuestro mundo de conocimiento actualmente, incluyendo, por desgracia, la psiquiatría, fueron utilizados para ayudar a aquellos cuyo mundo había sido invadido de tal manera por esa explosión ocurrida en Ucrania que ya no deseaban ni existir.
Chernobil es una historia larga y trágica, y que todavía continúa, pero es una historia que nos enseña cuán interconectado está nuestro mundo actual. Cuando Chernobil explotó, dejó unas cantidades catastróficas de radionuclidos en la atmósfera, y aunque de hecho la lluvia radioactiva se dirigió hacia buena parte de Europa occidental durante aquellos trágicos diez días, la primera nube se dirigió hacia el noroeste, cruzando el Báltico en dirección a Noruega y Suecia. En Suecia depositó una pesada capa de lluvia radioactiva, desde la costa del mar Báltico hasta los altos fiordos de la montaña central situada entre Suecia y Noruega. Este es un paisaje y un entorno salvaje y casi intocado, pero la mayoría de los pequeños lagos presentaron uno de los niveles más altos de radiactividad nunca antes visto en los organismos vivos. Es una tierra extraordinariamente bella, de un agua y un aire cristalinos, que ha sido durante mucho tiempo el hogar del pueblo Sami. Incluso Tácito escribió sobre ellos hace dos milenios con admiración y respeto. Sus vidas han cambiado mucho en los últimos veinte años, pero el centro simbólico de sus vidas sigue siendo el reno. Estos animales no se agrupan en rebaños, pero se les permite moverse y pastar libremente por los valles, valles donde hay extensos lagos que conducen a las altas montañas.
Muchos Sami vieron como su vida y su cultura se truncaban. Cuando esas partículas radiactivas irrumpieron en el delicado y difícil de reparar sistema ecológico, muchos de los radionuclidos, particularmente el cesio 134 y 137, con una media de vida de aproximadamente entre 2.4 y 28 años, se introdujeron en esa delicada "esponja de aire" que llamanos liquen, la principal comida de los renos. El cesio afectó directamente a los músculos de los renos y pronto aparecieron en el cuerpo de los pastores Sami y de sus familias. La carne de reno es la comida principal de su dieta y es altamente calórica, y se consumen fácilmente de tres a cuatro kilos por semana, ya que se realiza un trabajo duro al aire libre en un clima frío. Un año después de Chernobil, los resultados en el cuerpo de los jóvenes pastores de renos alcanzaba los 100.000 becquerels, y la línea de la gráfica mostraba una clara tendencia a subir.
La precipitación radiactiva en la atmósfera no es una "radiación secundaria", que por sí misma puede no ser inocua. La radiación es mortal precisamente porque puede afectar a la cadena alimenticia donde sus efectos pueden duplicarse fácilmente. En la costa báltica, por ejemplo, un centro de investigación biológica estudió estos devastadores efectos en el pescado. Utilizando unos aparatos extremadamente delicados era posible registrar la pulsación de la radiactividad en el agua, aunque las cantidades eran tan pequeñas que no se podía imaginar que llegaran a representar un peligro para el ser humano. Pero el zooplancton y el fitoplancton absorbieron la radioactividad, y éstos fueron comidos a su vez por pequeños moluscos, que fueron comidos por pequeños peces, que a su vez fueron comidos por peces más grandes, así que pocos meses después de Chernobil la radiactividad se había ampliado de 3 a 3000 becquerels por kilo, diez veces el nivel entonces permitido en los alimentos por el gobierno sueco.
Una segunda presencia de radiactividad tuvo lugar en Suecia central, cerca del pueblo de Gõvle, justo en el momento en que las flores primaverales asomaban su cabeza al sol. Las flores estaban siendo invadidas por las abejas que recolectaban el polen, el alimento para las larvas de las abejas. Más tarde, en verano, cuando las abejas estaban recolectando el néctar, la presencia de radiactividad en la miel alcanzó los de 3000 becquerels, otra vez diez veces más del nivel permitido para el consumo humano. Y el problema es que el cesio no desaparecerá. Ahora está en la tierra, y de esta manera cada año, cuando las flores tardías del verano nazcan, el cesio aumentará sistemáticamente a través de las plantas para dar unos resultados igual de elevados en años posteriores. Los rusos se encuentran ahora con el mismo problema, sólo que mucho peor, en decenas de miles de quilómetros cuadrados de tierras cultivables en Ucrania y Bielorrusia.
A través de la cadena montañosa en dirección a Noruega los efectos son igual de devastadores. Una gran cantidad de radiación se depositó en las montañas más altas, descendiendo a medida que se alcanzaba el nivel del mar en los bonitos paisajes de los fiordos noruegos. Pero si alguien da un paseo desde el nivel del mar hasta las montañas, entonces esta persona habrá estado transportando materia radiactiva. Todavía hoy en día, muchos granjeros de las montañas de Noruega no pueden vender sus ovejas, y lo mismo les ocurre a muchos granjeros del noroeste del Reino Unido o de Escocia, que ven como el cesio radiactivo aún sigue circulando a través de los suelos montañosos que contienen muy poco barro para detener el cesio y evitar que aumente a través de las plantas.
Chernobil fue un hecho desencadenado por los humanos, una catástrofe que afectó al entorno biológico y físico y que entonces regresó para afectar al mundo que lo había desencadenado. Noruega, un país sin ningún poder atómico, fue marcadamente abierto y claro en sus investigaciones y publicaciones sobre los efectos de la radiactividad. Pero no ocurrió lo mismo en muchos otros países. Existe una relación demostrable entre la creciente dependencia del poder atómico y la creciente manipulación y omisión de información por parte de las burocracias atómicas y los gobiernos (9). Portugal y Noruega, por ejemplo, no dependen de los poderes atómicos y yo no conozco ningún intento por parte de estos países por manipular o suprimir información. Por el contrario, Bélgica y Francia son los países que más dependen de la energía atómica en Europa, y sus gobiernos hacen lo posible por suprimir noticias sobre el efecto de la radiación en Chernobil. Como dijo el responsable de la Autoridad Eléctrica francesa: "No avisas a las ranas cuando drenas los pantanos". La Comisión Francesa sobre Energía Atómica ha sido llamada "un estado dentro de un estado" y tres científico franceses avisaron de que "la sociedad está inmersa en la ignorancia". España actuó de forma más correcta, a pesar de su considerable dependencia en el poder atómico. Hubo alguna, pero relativamente pequeña, manipulación o omisión de información, quizás porque una pequeña cantidad de la radiación de Chernobil alcanzó esta península de Europa. Sin embargo, la presencia del poder atómico en Europa es en estos momentos tan grande que casi podemos hablar de un paisaje atómico. Con certeza habrá una próxima vez y muy pocos se atreven a predecir las consecuencias que tendrá en las áreas con una densidad de población elevada.
Así pues, es tarea de los geógrafos, y de esa antigua tradición de síntesis de la geografía, unir todos esos fragmentos de la historia de Chernobil. Desgraciadamente, y a pesar de las muchas recomendaciones de los científicos que examinaron el problema en su inicio, no se han guardados datos sistemáticos sobre Chernobil en Europa Occidental. Y lo mismo ocurrió en Europa Oriental, donde se negaron todos los hechos. A finales de 1990 la Unión Soviética anunció que los archivos informáticos que contenían información epidemiológica irremplazable habían sido robados. En la etapa inicial, no hubiera resultado tan difícil crear un Sistema de Información Geográfica para guardar cada fragmento de información sobre este trágico incidente ocurrido en el espacio y en el tiempo. En términos de la tecnología disponible, el problema es bastante trivial y la creación de una base de datos puede ser resuelto actualmente por un estudiante de universidad que trabaje con Sistemas de Información Geográfica informatizados. Nunca sabremos cuáles han sido las consecuencias totales de Chernobil, quizás para gran alivio de algunos.
Sin embargo la tradición de síntesis y la preocupación por las relaciones entre los seres humanos y su entorno son tan sólo dos de los factores relevantes que forman parte de la explosión intelectual de la geografía actual. Quizás por encima de todo está lo que sólo puedo llamar la perspectiva espacial del geógrafo, que se convierte en un elemento crucial de gran parte de la investigación actual. La geógrafa inglesa Doreen Massey publicó un libro hace unos años llamado ¡La geografía importa! en el que se muestra que muchas veces la importancia del espacio en las relaciones humanas puede verse en simples términos geográficos. Todos los políticos saben que la forma en que está distribuido el espacio puede variar el resultado de unas elecciones, incluso unas elecciones que supuestamente son democráticas. En el Reino Unido, por ejemplo, el 23 por ciento de la población votó a favor del Partido Socialdemócrata, un partido moderado de clase media situado entre la izquierda del Partido Laborista y la derecha del partido de Margaret Tatcher. Pero ese 23 por ciento se tradujo concretamente en un 3 por ciento de escaños en el Parlamento. En las elecciones europeas, dos millones de votos fueron a parar a los Verdes, pero ni un sólo miembro tuvo representación en el Parlamento Europeo. En los Estados Unidos, se esta intentando que haya una repartición de la representación en los gobiernos estatales y federales después de cada censo realizado cada diez años, pero hasta 1960 un voto de las zonas rurales del estado de Georgia equivalía a diez votos en la ciudad de Atlanta. Hoy en día estos problemas de repartición han cambiado radicalmente y a menudo los geógrafo han participado en este cambio. En el estado de Connecticut, un juez dijo a los legisladores que o repartían el espacio geográfico de manera adecuada y justa o él tomaría un ordenador y lo haría el mismo. ¡Nunca se ha visto a los políticos actuar más rápidamente! En el estado de Washington, en la costa oeste, el problema de repartición fue puesto en manos de un geógrafo y la solución que dio al mismo fue aprobada por el Tribunal Federal (10).
Sin embargo dividir el espacio de diferentes maneras también puede alterar el poder de manera radical a menor escala. En la ciudad de Detroit, el Consejo Escolar formado principalmente por personas de raza blanca intentó alterar los distritos escolares ya existentes uniéndolos de tal manera que la comunidad negra estuviera virtualmente en minoría. Afortunadamente, dos geógrafos fueron capaces de calcular todas las combinaciones posibles de distritos escolares, con la condición de que estos tenían que estar uno al lado del otro o ser contiguos. Entonces calcularon en cada caso la proporción de votantes blancos y negros (11). El ordenador calculó 7,011 soluciones, que oscilaban desde la total dominancia blanca, pasando por unas proporciones justas y equitativas, hasta prácticamente la dominancia negra. La comunidad negra pudo usar esta información en el Tribunal Federal para presentar sus argumentos y conseguir una división justa y equitativa del espacio geográfico.
Llegados a este punto, lo que importa es el hecho de que a menudo el espacio geográfico está notablemente estructurado por la presencia humana. El mapa de una ciudad, país o continente no sólo lo estructura la topografía física, sino también la manera como el ser humano distribuye el espacio. A menudo podemos sentir esas "estructuras" en términos directos e inmediatos. Cada vez que nos movemos por la ciudad, especialmente si vamos en coche, experimentamos varios grados de influencia espacial dependiendo de cómo están conectadas las diferentes partes de la ciudad. Elaborar sistemas de sentido único puede ser especialmente complicado y a veces los ciudadanos se enfadan tanto que los alcaldes tienen que abandonar sus cargos. En Grenoble, Francia, por ejemplo, los ejemplares ciudadanos se enfurecieron tanto con el sistema laberíntico de sentido único que echaron a los insensibles e incompetentes de sus puestos. En Cambridge, Reino Unido, los patriarcas de la ciudad diseñaron unas calles de sentido único tan complejas que los conductores que no estaban habituados a este sistema se encontraron dando vueltas en círculo, como ratones moviéndose en el laberinto de un psicólogo, hasta que finalmente aprendieron a aparcar el coche en las afueras del centro de la ciudad y a ir caminando. El rumor de que recibieron una recompensa por dejar la plaza de párking libre no ha podido ser confirmada todavía. En Caracas, los conductores frustrados a veces intentan conducir por cortos tramos de sentido único y un geógrafo matemático y astuto observador ha afirmado que de hecho esta conducta ilegal mejora el flujo del tráfico (12). Excepto, por supuesto, cuando un conductor macho venezolano, girando de forma ilegal, se encuentra de frente con otro que sabe que la ley está de su parte. Se han llegado a presenciar sesiones de claxon de hasta diez minutos, hasta que el conductor que conducía en la dirección contraria finalmente da la vuelta para aliviar la congestión, creando entonces un verdadero concierto en una variedad de tonos musicales.
No creo que sea una casualidad que el geógrafo que observó esta conducta humana en un espacio estructurado sea un experto en modelos informáticos sobre el flujo de tráfico diario. La ciudad es un sistema geográfico enorme y complicado y todos somos conscientes del ir y venir de la gente dentro y fuera de la ciudad, de la marea humana que se mueve a diario en las ciudades. Esta complejidad es muy difícil de representar, principalmente porque el sistema puede adquirir múltiples "configuraciones". Déjenme que les muestre un pequeño ejemplo. Supongamos que despusiéramos de un "sistema de compras" muy sencillo, formado por diez personas que tuvieran la posibilidad de comprar en cuatro tiendas. Podríamos representar el "sistema" como una tabla con diez casillas y cuatro columnas y entonces anotar si una determinada persona ha comprado en un determinado centro poniendo un uno o un cero en la casilla correspondiente. Es interesante pensar de cuántas maneras diferentes podríamos disponer esos ceros y unos, que representarían la opción de comprar o no comprar, cómo se crearían diferentes "configuraciones" de este pequeño "sistema" de compras. Mucha gente pensará: "Bueno, vamos a ver....hay diez personas por cuatro tiendas, esto hace 40, y cada una de las 40 casillas puede rellenarse con un uno o un cero, esto hace....80 soluciones diferentes". Desgraciadamente, ni siquiera nos acercamos. Es cierto que cada una de las 40 casillas puede ser un uno o un cero, comprar o no comprar, pero esto hace dos elevado a cuarenta, o aproximadamente 1 billón de posibilidades diferentes en las que podría operar este pequeño sistema.
Imaginemos ahora la ciudad de Barcelona dividida en cien zonas, y que anotamos el número de personas que realizan el trayecto diario de su casa al trabajo y el número de destinaciones que representa sus lugares de trabajo. El número de configuraciones que un día de jornada laboral en Barcelona puede llegar a tener es más que todos los electrones del universo juntos. Afortunadamente, hay una sistema de cálculo geográfico por ordenador que nos permite hacer unas afirmaciones razonables que simplificarán en gran medida el problema, un sistema que nos permite añadir la información útil para mejorar la realización del modelo. Y dense cuenta: si podemos representar un sistema humano complejo en un espacio geográfico, entonces podemos formular preguntas del tipo: "Qué pasaría si...?" "Qué pasaría si se construyese una nueva carretera?". "Qué pasaría si se creara un nuevo punto de venta en este lugar para generar más abonados?" Qué pasaría si se abriera una nueva área industrial en éste, aquél o este otro lugar?". El modelo informático puede darnos una idea de las consecuencias generales y de este modo ayudarnos plantearnos la posibilidad de elaborar un sistema para mejorar el tráfico en el interior y en el exterior de la ciudad de Barcelona (13).
Está claro que la mayoría de los problemas geográficos importantes y aplicados que se generan de hoy en día sólo son aproximativos, y tal vez sólo pueden ser resueltos con el uso de ordenadores precisos y potentes. Déjenme ofrecerles dos ejemplos que ilustran cómo incluso en uno de los niveles más avanzados de investigación técnica en la geografía actual, este sentimiento de preocupación todavía dirige las perspectivas de investigación del geógrafo.
Ha habido una gran polémica en el Reino Unido con respecto a los posibles efectos de la radiación en los niños con leucemia. Cuando se localizan niños con leucemia en un mapa del norte del Reino Unido aparecen grupos muy diferentes, y algunos de éstos parecen asociarse a centrales de reprocesamiento de energía nuclear. Hace unos pocos años, las autoridades de la energía atómica negaron fervorosamente esta relación, y la Cámara de los Lores creó un comité de investigación a gran escala (14). Las estadísticas, encargadas por la industria atómica, demostraron que los grupos de niños en el mapa podrían ser sólo el resultado de un proceso casual, algo que uno mismo puede comprobar situando pares de números al azar en un gráfico, y mirando números, como los últimos dos dígitos del listín telefónico. Además, si se toma una pequeña área alrededor de un grupo de niños con leucemia, el porcentaje por mil niños sería muy elevado. Pero si ampliamos el área para incluir a más niños, pero a menos niños con leucemia, el porcentaje disminuye. "Como ven", dijeron los encargados de las estadísticas, "se puede obtener el porcentaje que queramos tan sólo alterando el área en el que se localizan los niños con leucemia. Obviamente no hay una relación causa-efecto". Y con estos pensamientos tan reconfortantes, la Cámara de los Lores pensó que se había librado del problema.
Pero entonces apareció un geógrafo extremadamente imaginativo, un experto en utilizar los ordenadores para hacer cosas nuevas, antes que usarlos tan sólo para hacer las operaciones habituales pero más rápidamente (15). Creó lo que bautizó como la Máquina de Análisis Geográfico, un programa de ordenador que podía escanear sistemáticamente un mapa, casi como una máquina de escribir que se mueve por la página línea por línea. El ordenador se detenía en cada punto del mapa y creaba un pequeño círculo alrededor del círculo central, y entonces calculaba si el número de niños con leucemia era tan alto que era improbable (tan sólo dos posibilidades entre mil) que se tratara de una casualidad. La Máquina de Análisis Geográfico escaneaba el mapa, se detenía en miles de puntos, y calculaba la probabilidad de leucemia cada vez. Entonces se dirigía a la esquina superior izquierda del mapa, trazaba un círculo más grande y repetía el análisis. De esta forma, se realizaron en el mapa nueve millones de pruebas a todas las escalas geográficas.
Es interesante destacar que esta prueba era visual. Cada vez que la Máquina de Análisis Geográfico encontraba un nivel significativo de leucemia en niños, trazaba un círculo de ese tamaño en el mapa. Cuando el análisis finalizaba, aparecía una gran mancha negra en la costa oeste del norte de Inglaterra, un círculo inscrito en la parte superior de otro, que indicaba niveles significativos de leucemia en niños a todas las escalas geográficas. Los sumisos estadísticos contratados por las autoridades atómicas no se pudieron librar por más tiempo de esta situación. Pero la Máquina de Análisis Geográfico también descubrió algo que nadie había sospechado. Mientras el ordenador exploraba el mapa de niños con leucemia, hizo un descubrimiento totalmente original. Fue como cuando Colón desembarcó en América en su temprano viaje de descubrimiento. En la costa este del norte de Inglaterra, apareció otra gran mancha negra, es decir, grandes porcentajes de leucemia en niños en todas las escalas geográficas. Se había descubierto que en el centro de esta segunda mancha negra había un gran incinerador urbano del que muchos sospechan que no quemaba a las temperaturas permitidas y que había estado esparciendo dioxinas procedentes del plástico en toda el área. Una carta y un mapa del geógrafo enviadas a una de las más antiguas y prestigiosas revistas de medicina del mundo, The Lancet, volvió a abrir el debate, pues esta era una prueba de índole geográfic que ni la profesión médica podía ignorar.
Como ejemplo final del uso de ordenadores en la investigación geográfica para propósitos humanos, me gustaría citar algunos trabajos recientes que hemos llevado a cabo en mi departamento y universidad. Como saben, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) pasó a llamarse después SIDA, a lo que le siguieron un gran número de muertes. Aproximadamente a lo largo de 1991 hubo unas 200.000 personas que se contagiaron de esta enfermedad mortal, y ésta es sólo la punta de un gran iceberg epidemiológico, ya que las cifras indican que entre uno y dos millones de personas ya están infectadas. Esto significa que habrá entre uno y dos millones de personas con SIDA incluso en el caso de que la epidemia se pudiera detener inmediatamente. Desgraciadamente, sabemos que sigue creciendo.
Los expertos en medicina y epidemiología parecen totalmente ajenos a los aspectos geográficos de la epidemia. Ellos sólo tienen en cuenta el crecimiento de la epidemia en el tiempo, intentando calcular cuántas personas habrá en 1991...en 1992...etc., siempre preguntándose cuándo, pero nunca dónde (lo que se pregunta el geógrafo). Muy a menudo, el resultado es un ejercicio de pseudo-ciencia (16); por ejemplo, los epidemiólogos tradicionales tienen un modelo para una parte de la ciudad de Nueva York formado por 36 ecuaciones, y cada una de ellas contiene coeficientes de transmisión que son imposibles de calcular (17).
Hace ya algunos años que se observa que el grupo más vulnerable de la sociedad actual no es la comunidad homosexual (que han cambiado radicalmente su actitud autoprotectora) sino los adolescentes y la población heterosexual adulta. En la conferencia internacional de San Francisco celebrada el verano de 1990 finalmente encontramos otras personas que estaban de acuerdo con nosotros. Pero es extremadamente difícil llegar a la gente joven: los responsables de sanidad hablan sobre "pautas de comportamiento", material educativo impactante para que los jóvenes piensen en el VIH en términos directos, inmediatos y personales. Los educadores saben que simplemente ofrecer información no es suficiente; debe haber algo que convierta el peligro de nuestra salud en algo personal e inmediato. Cuando empezó a aparecer la epidemia, la comunidad homosexual comenzó a ver cómo la mitad de su gente se contagiaba de la enfermedad del SIDA y moría. Pero esa no es la "pauta de comportamiento" que queremos que sigan los adolescentes y los jóvenes de Estados Unidos.
A través de la cartografía animada moderna es posible observar las dinámicas geográficas de esta enfermedad mortal en la televisión y en las películas (18). Cuando vemos estas secuencias visuales podemos ver cómo la enfermedad salta de una ciudad a otra, lo que los geógrafos llamamos "difusión jerárquica", y después cómo se traslada de los epicentros regionales a las áreas circundantes mediante una difusión espacialmente contagiosa, como una mancha de vino en un mantel.
Utilizando recursos informáticos de cálculo, hemos sido capaces de predecir los siguientes mapas de la secuencia de manera muy precisa y los hemos incorporado a presentaciones cartográficas animadas para la televisión (19). Cuando mostramos estas imágenes a la gente joven podemos deducir de sus caras de asombro que están obteniendo una perspectiva innovadora sobre esta epidemia, una perspectiva que conduce a la reflexión. Y aunque muchos jóvenes padecen el "síndrome de la inmortalidad", es decir, la sensación de "esto no va a sucederme a mí", de repente se dan cuenta de que la epidemia no es algo tan lejano, sino algo que les afecta directamente. Todo existe en el espacio y el tiempo, todas las cosas tienen una geografía además de una historia, y esta presentación geográfica dinámica de repente les hace ser conscientes de que están en un lugar concreto, anclados en un espacio y que esto significa que deben pensar en su propia situación con respecto a esta enfermedad mortal. El gran poeta inglés, John Donne, escribió:
Ningún hombre es una isla, habitada únicamente por
él...
Así que nunca quieras saber por quien doblan las campanas;
doblan por ti.
¿A dónde les he llevado a través esta exploración geográfica? Hemos visto la geografía como una disciplina sintetizadora; como un área con una preocupación profunda por las relaciones humanas y medioambientales, como una materia que se centra en los espacios del mundo físico, y cómo estos espacios están constantemente reestructurados por la presencia humana. Hemos visto un campo que ha estallado intelectualmente, en términos de la cantidad de problemas que puede abordar, y lo que es importante, a través de la disponibilidad de unos recursos informáticos extremadamente potentes y rápidos. Y además les he introducido en una pequeña región del mapa intelectual de la geografía actual. Ha sido un verdadero privilegio mostrarles esta pequeña parcela de conocimiento, puesto que creo que todos debemos estar alertas y ser conscientes de las dimensiones espaciales fundamentales de nuestra existencia como ciudadanos que vivimos en sociedades democráticas. La geografía, y la perspectiva geográfica particular que nos proporciona, es un elemento imprescindible para disfrutar de una vida humana, inteligente e informada.
1.Conferencia pronunciada el 14 de marzo de 1991 en el Centre d´Art Santa Mónica, Barcelona, bajo los auspicios de la Conselleria de Cultura de la Generalitat de Catalunya.
2. Imaginen cómo compararían un viejo mapa portolani del Mediterráneo con un mapa moderno. Extenderían el mapa moderno en una mesa de cristal transparente con una luz potente debajo de ella, y colocarían el mapa antiguo encima. Para hacer que el antiguo mapa se corresponda lo más exactamente posible con el nuevo mapa se pueden hacer tres cosas: en primer lugar, moverlo hacia arriba y hacia abajo, hacia la derecha y la izquierda, hasta que quede más o menos fijado. Este es el acto (matemático) de translación. Después podemos mover el viejo mapa de forma circular para mejorar todavía más la correspondencia. Esta sería la operación de rotación. Finalmente, si quisiéramos proyectar la imagen del viejo mapa en el nuevo, podríamos mejorar la correspondencia ampliando o reduciendo el mapa, la operación de ajuste. Puede que los mapas todavía no se ajusten a la perfección, pero estas diferencias sólo podrían corregirse dibujando el viejo mapa en un papel vegetal y ampliándolo o estrechándolo en zonas concretas hasta lograr un ajuste perfecto. Los geógrafos llaman a estos últimos ajustes transformaciones no lineales o "topológicas", y tienen un interés interpretativo importante. Presumiblemente, los lugares en los que el viejo mapa se corresponde con el nuevo de manera muy exacta en una área o región local, indican que el conocimiento geográfico antiguo era muy preciso. Al contrario, en los lugares en los que las diferencias son todavía considerables, indican que el conocimiento geográfico antiguo era probablemente muy pobre. En este sentido los ajustes "topológicos" muestran el "nivel de información" de la gente en la época antigua. Hoy en día esto se hace mediante un ordenador que utiliza un algoritmo llamado regresión Euclídea, descubierto por el gran cartógrafo analítico Waldo Tobler (Tobler, 1966; Gould, 1985, 1987).
3. Principalmente en su gran trabajo Les mots et les choses, (traducción española: Las palabras y las cosas,) seguramente uno de los clásicos de la historia intelectual en el siglo XX (Focault, 1966).
4. Este es tan sólo uno de los numerosos pasajes en los que Pla ilumina la condición humana en su condición geográfica específica (Pla, 1978, p. 80).
5. Tal y como ha señalado el geógrafo italiano Franco Farinelli (Farinelli, 1990).
6. El libro tiene una historia considerable y parece que fue escrito originariamente a petición de un editor norteamericano, quien lo rechazó. Posteriormente fue publicado en inglés por Vogue en marzo de 1954 y en pocos años ha sido traducido a una decena de lenguas (Giono, 1985).
7. Muchos lo consideran el mejor trabajo en la filosofía del siglo XX. Fue escrito en la mesa de la cocina de un granjero en el Schwarzwald mientras la familia estaba fuera durante la jornada de trabajo en el campo (Heidegger, 1928, p. 197-198).
8. Trato este tema en el libro Fuego en la lluvia: las consecuencias democráticas de Chernobil, y me centro particularmente en los efectos de la lluvia radioactiva en Suecia y Noruega (Gould, 1990). En principio, este texto estaba ilustrado con 40 planos en color. No pueden ser reproducidos aquí.
9. Esto se demuestra y se discute extensamente en Fuego en la lluvia, particularmente en el capítulo 15, "Cómo hacer que los problemas desaparezcan", páginas 112-119.
10. El trabajo le fue encargado al geógrafo Richard Morrill, quien trazó una división del espacio geográfico que los tribunales consideraron justo y equitativo, pues proporcionaba un acceso rápido y apropiado a los colegios electorales (Morril, 1973).
11. Este análisis es conocido como búsqueda combinatoria, en la que se pueden generar un gran número de soluciones posibles, cada una con diferentes consecuencias. Estas posibilidades son a menudo tan numerosas que tan sólo un ordenador puede calcularlas y generarlas todas (Shepard y Jenkins, 1972).
12. El geógrafo inglés, Alan Wilson, tuvo originariamente una formación de matemático, pero pronto centró su talento en resolver importantes problemas geográficos, principalmente a causa de su profunda preocupación social por los pobres de las ciudades del norte del Reino Unido. Sus análisis sobre los desplazamientos diarios al trabajo están basados en modelos de maximización entrópica computerizados (Wilson, 19970).
13. Pueden requerirse unas consecuencias más detalladas sobre las conexiones cambiantes y el uso del espacio, y éstas son posibles utilizando enfoques estructurales o topológicos (Johnson, 1981).
14. Conocido como el Black Report.
15. Stanley Openshaw es una de las personas más creativas en ciencias humanas usando "superordenadores" muy potentes y rápidos. Mientras que muchos geógrafos y otros científicos sociales y físicos usan el ordenador simplemente para realizar operaciones laboriosas pero bastante tradicionales más rápidamente, Openshaw abre nuevas posibilidades de pensamiento geográfico (Openshaw et al, 1998, 1990).
16. Esto puede parecer algo cruel, pero a veces las personas del mundo académico tienen la responsabilidad de decir las cosas directamente. Las frases "pseudo-ciencia" y "cajón de arena informatizado para escolares" se usaron en la presentación del modelo/diseño geográfico de la epidemia del SIDA, una presentación extremadamente crítica de representación epidemiológica tradicional, realizada en la reunión anual de la Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia, en Washington, DC en febrero de 1991. Ni un solo médico, ni un epidemiólogo ni un burócrata del gobierno de los Centros para el Control de Enfermedades que estaban entre los asistentes se atrevió a asumir el reto en público. Esto fue posteriormente descrito en Science (1 de marzo, 1991, p. 1022).
17. La epidemia del SIDA en el Bronx es ya catastrófica entre las comunidades más pobres (Wallace y Fullilove, 1991). Las mujeres que llegaban a los hospitales para recibir atención prenatal mostraban porcentajes de VIH de más del 20 por ciento, un porcentaje parecido a los de Kampala, Uganda. Los epidemiólogos matemáticos tradicionales, que configuran o diseñan la epidemia en el tiempo pero nunca en el espacio, crean conjuntos de ecuaciones diferenciales cuya realista, es decir útil, solución requiere se estimen de manera precisa los porcentajes de transmisión entre muchos subgrupos de la población. Esto es normalmente bastante imposible -lo que desgraciadamente, no detiene a los epidemiólogos que juegan con sus ordenadores y conjuntos de ecuaciones. No se ha podido evitar ni un único contagio, no se ha salvado ni una sola vida, por esta tontería (Blower et al., 1990).
18. En la presentación original, la difusión geográfica de la epidemia del SIDA en la costa oeste de los Estados Unidos se mostró como unas series de ocho espectaculares planos en color, de 1981 a 1988. Algunos de estos aparecieron en la revista Science (editorial) el 1 de marzo de 1991, p. 1022.
19. Por ejemplo, nuestros artículos en francés y español (Gould et al., 1990; Gould y Kabel, 1991) y una película instructiva realizada para televisión por la Universidad del Estado de Pennsylvania (Gould et al., 1989). En breve realizaremos una secuencia animada de un mapa de Jamaica para que se use en la intervención educativa en la televisión pública y en las escuelas. Para combatir la epidemia, la educación es la única arma de la que disponemos.
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