Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 69 (8), 1 de agosto de 2000 |
INNOVACIÓN, DESARROLLO Y MEDIO LOCAL.
DIMENSIONES SOCIALES Y ESPACIALES DE LA INNOVACIÓN
Número extraordinario dedicado al II Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del Coloquio)
DESARROLLO Y DIFUSIÓN DE LA CONSTRUCCIÓN DE MÁQUINAS E INSTRUMENTOS CIENTÍFICOS: EL CASO DE BARCELONA: SIGLOS XVIII-XIX
Carles Puig-Pla
E.T.S. d'Enginyeria Industrial de Barcelona
Universitat Politècnica de Catalunya
Al penetrar las nuevas ideas científicas en España, fue necesario poder disponer de máquinas e instrumentos científicos. En la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, tuvieron lugar en Barcelona, diversas iniciativas particulares e institucionales que favorecieron la valoración social de los artesanos. La Junta de Comercio estimuló la enseñanza de los artífices y la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes elevó a la categoría de académicos a destacados artesanos que trabajaron conjuntamente con científicos ilustrados y se convirtieron en maquinistas y constructores de instrumentos. Así se consiguió iniciar una fabricación autóctona de instrumentos.
Palabras-clave: Instrumentos científicos/ constructores/
artesanos/ Academia de Ciencias/ Física experimental/ Junta de Comercio.
Abstract: When the new scientific ideas were diffused over Spain, it was necessary to have machines and scientific instruments. In the second half of the XVIII century and the beginning of the XIX century, several particular and institutional initiatives took place in Barcelona which favoured the social recognition of craftsmen. The Board of Commerce encouraged the teaching of artificers. Prominent craftsmen, who worked together with distinguished academicians, were appointed academicians by the Royal Academy of Natural Sciences and Arts. They became machinists and instrument makers. Thus, it was possible to begin an autochthonous instrument manufacture.
Key-words: Scientific instruments/ machines makers/ experimental physics/ Royal Academy of Natural Sciences and Arts/ Board of Commerce.
. Tanto el estudio como la enseñanza de la física experimental requirieron una imprescindible dotación de máquinas e instrumentos científicos, necesarios para poder realizar los diversos experimentos. Este trabajo, centrado básicamente en el ámbito de la física experimental y el contexto de la ciudad de Barcelona, pretende dar a conocer algunos elementos que muestran cómo los esfuerzos por conseguir disponer del nuevo instrumental científico condujeron a que algunas instituciones barcelonesas promovieran la colaboración entre destacados artistas y científicos ilustrados, premiasen y valorasen el trabajo artesanal, contribuyesen a elevar la consideración social de los artífices e invirtiesen significativas cantidades para la adquisición o construcción de material científico, fomentando así el inicio de una fabricación instrumental autóctona.
Instituciones científicas durante la Ilustración
Como es sabido, a lo largo del siglo XVIII la nueva dinastía borbónica favoreció la creación de instituciones de carácter científico(2)-vinculadas inicialmente a la estructura militar-, produciéndose un movimiento de renovación científica e intelectual del país. Son algunos ejemplos destacados, la Academia Militar de Matemáticas de Barcelona(3)(1715), la Academia de Guardia-Marinas de Cádiz (1717) donde se formaron diversas personalidades científicas españolas como Jorge Juan (1713-1773) y Antonio de Ulloa (1716-1795), o el Real Seminario de Nobles de Madrid (1725). El período culminante de la Ilustración española corresponde al reinado de Carlos III (1759-1788); durante el mismo, no sólo se consolidaron y revitalizaron las instituciones existentes sino que además se crearon otras de nuevas, tanto públicas como privadas. En 1764 se crea la Conferencia físico-matemática experimental en Barcelona. En 1766 en la Real Academia de San Fernando y de las Bellas Artes, fundada en 1752, Francisco Subirás (m.1783) empieza a impartir matemáticas y física utilizando el cálculo diferencial. En 1770 Jorge Juan dirige el Seminario de Nobles de Madrid y junto con Subirás introducen las nuevas matemáticas y la física moderna siguiendo sobre todo la obra de Musschenbroeck. Más tarde Benito Bails (1730-1797) dirige la sección de matemáticas de la Academia de San Fernando y escribe el trabajo matemático de carácter enciclopédico más importante publicado en castellano(4)durante el siglo XVIII. Antonio Fernández Solano (1774-1823) introduce la física experimental en los Reales estudios de San Isidro(5). La ciencia moderna comienza a entrar finalmente en las universidades y surgen por toda la geografía española las sociedades económicas que desean promover la enseñanza y la investigación. La Física experimental se introduce en casi todas las universidades del estado, Alcalá, Valladolid, Salamanca, Santiago, Granada,... aunque la falta de profesorado competente, la defectuosa estructura económica de los planes de estudios promovidos por los ministros de Carlos III y la resistencia de la propia universidad hace que casi ningún proyecto pueda llegar a tener una cierta continuidad siendo una excepción el caso de Valencia donde, en el curso 1787-88 apoyándose en el plan de estudios del rector Blasco, se inicia la enseñanza de la física experimental(6). A finales del siglo XVIII, y siguiendo el modelo francés, Agustín de Betancourt propone la creación de la Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales y se crea el Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro (1792).
En cuanto al Principado de Cataluña, después de la Guerra de Sucesión se suprimió la universidad de Barcelona (1714) que no volvió a restaurarse hasta 1837. En el Seminario de Nobles de Cordelles, Tomás Cerdá comenzó la enseñanza de las nuevas matemáticas y de la física moderna en una cátedra pública. Estrechamente relacionada con estas enseñanzas se constituyó la Conferencia físico-matemática experimental (1764) ya mencionada que se transformaría en pocos años en la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes (1770). Otra institución que incluyó entre sus disciplinas la física experimental fue el Colegio de Cirugía de Barcelona, fundado en 1764 por Pere Virgili (1699-1776) que, aunque dispuso de un gabinete de física desde el inicio, no tuvo una cátedra de física experimental hasta 1795 estando ésta a cargo de Antonio Cibat (1770-1812) quien impartió las clases hasta la supresión de dicha cátedra en 1806. Una institución fundamental en la sociedad catalana desde mediados del siglo XVIII hasta el primer tercio del siglo XIX fue la Junta Particular de Comercio de Barcelona que jugó un papel crucial en el desarrollo económico del Principado y que además manifestó una iniciativa por la enseñanza práctica dedicando buena parte de sus energías a crear diversas escuelas. Las primeras tuvieron un marcado carácter técnico y, a comienzos del siglo XIX, se crearon otras con una clara intencionalidad científico-técnica. Este fue el caso de la Escuela o Cátedra de Física experimental de Barcelona (1814)(7)que es una que aquí nos interesará resaltar.
Desde el punto de vista del interés por disponer de instrumentos científicos relacionados con la física experimental y por promocionar su construcción destacaremos el esfuerzo realizado tanto en la Academia de Ciencias Naturales y Artes como en la Escuela de Física Experimental de la Junta de Comercio.
La Real Academia de Ciencias Naturales y Artes
La Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona se constituyó como tal en 1770 aunque como se sabe tiene su origen en la Conferencia físico-matemática experimental (1764) transformada muy pronto Real Conferencia Física (1765). El objetivo inicial de la Conferencia fue establecer un curso de física experimental siguiendo el texto de Musschenbroek, Essai de Physique. Para ello era preciso poder disponer de las máquinas e instrumentos que permitiesen reproducir los experimentos.
La cuestión que planteamos es ¿a quién se encargó la construcción de las primeras máquinas e instrumentos que usó la Conferencia y luego la Academia de Ciencias? No es de extrañar que en un principio los conferentes pensasen e incluso acordasen adquirir máquinas de Holanda(8)pues en el libro de Musschenbroek además de las láminas que mostraban los instrumentos había una lista de máquinas de física, matemáticas, anatomía y cirugía que se podían encontrar en Leyden en casa de Jean van Musschenbroek, hermano de Pieter, el autor de la obra, puesto que él mismo las fabricaba. Sin embargo, como ya se apercibió Josep Iglésies ni en los libros de tesorería ni en las facturas que se conservan en la Academia no aparece ningún pago de máquinas efectuado a una casa holandesa en esa época(9).
La fama de la laboriosidad de los barceloneses y catalanes se potenció durante la segunda mitad del siglo XVIII y se convertiría luego en un tópico de las descripciones de geógrafos y viajeros. Mariano Nifo, José Cadalso, Laborde, Lipp, Young, Towsend, Bourgoing, Orne, Fisher, y otros alaban el Principado de Cataluña y presentan una imagen próspera y activa de Barcelona(10). El historiador de la época Antoni de Campmany (1742-1813) remarcaba que el trabajo en Barcelona, a diferencia de otras ciudades peninsulares, tenía una destacada consideración social(11). Los oficios mecánicos y el trabajo de los artesanos eran cada vez más reconocidos y valorados. A ellos acudieron los conferentes, luego académicos, para fabricar las máquinas e instrumentos de la nueva física que intentaban introducir.
Francesc Subirás y Jaume Bonells, primer director y vicedirector, respectivamente, de la Conferencia se encargaron activamente de hacer gestiones para conseguir que la nueva institución dispusiese de material científico. Diversas máquinas que deseaban construir los conferentes y que estaban en el libro de Mussechenbroek fueron realizadas ya en 1764 por artesanos de Barcelona que trabajaron - con dificultades por la novedad del trabajo solicitado y a menudo extrañados por las peticiones- bajo la dirección de Jaume Bonells. Ello no significa que no se buscasen también ciertos aparatos en el extranjero. En el verano de 1764, por ejemplo, Subirás enviaba desde Madrid material diverso que podría quizás provenir de París(12).
Algunos de los primeros artesanos que trabajaron para la Conferencia fueron: Armenter Rivera; Rafael Gorina, seguramente hojalatero; Ramón Esplugues, carpintero; Francesc Espar, latonero; Francesc Vaquer, trabajador del marfil; Jaume Sadurní, carpintero; Tomàs Fages, latonero; Onofre Camps, cerrajero; Pau Vidal, tornero, Josep Serra, también tornero; Eudald Deop, cerrajero, Francesc Vila, carpintero; Antón Capellá, carpintero del hospital; Emmanuel Balaguer, cerrajero. Ellos se encargaron de construir poleas de metal para las máquinas, bisagras, una mesa de experimentos, diversas piezas para diferentes máquinas, como la máquina de las fuerzas centrales o una "máquina eléctrica", balanzas, una romana, un cuadro vertical para demostrar el movimiento compuesto, una grúa de Padmono, un tribómetro, un manubrio para la máquina neumática, cilindros de plomo, de latón, la máquina óptica de Newton, una máquina que demuestra el equilibrio, diversas piezas para los experimentos de rozamiento, un nivel para medir el ascenso de un péndulo, la máquina de la media cicloide con dos canales y la máquina de la cicloide y canal recto(13).
La Conferencia, lo mismo que después la Academia, mantuvo el interés por las máquinas e instrumentos y en ocasiones encargó y compró algunas en el extranjero, como por ejemplo termómetros Farenheit y barómetros que debía traer Melchor Guardia de Holanda (1768) o barómetros y termómetros de Inglaterra (aunque, en este caso, enseguida se decidió que los mismos se podían realizar aquí). A su vez, se preocupó por conseguir envíos de material desde la Corte; así, por ejemplo, Jaume Bonells que fue médico del Duque de Alba, debió influir en que éste enviase un pirómetro en 1767. Bonells se relaciona también con el envío que el Conde de Floridablanca hizo a la Academia de Ciencias de Barcelona de "varios instrumentos meteorológicos de los países extranjeros" en 1786(14). Los académicos estuvieron al tanto del paso de maquinistas por la ciudad para comprar o a veces copiar instrumentos o procesos de fabricación. Así, en 1767, adquirieron una máquina eléctrica, una cámara oscura y un cilindro óptico a un maquinista milanés que, camino de Valencia, pasaba por Barcelona en 1767 y, en 1770, un espejo ustorio a un maquinista que estaba en el puerto. Sabemos que mantuvieron relaciones con un tal Rostniager establecido en Madrid a quien solicitaron el precio de un péndulo de segundos para cronometrar el tiempo en los experimentos(15).
La Academia no sólo encargó trabajos a diversos artesanos para la construcción de instrumentos, sino que también incorporó a la institución a los más hábiles maquinistas ofreciéndoles la dignidad de académicos artistas. Además de Josep Eudald Paradell, el primer socio artista en tiempos de la Conferencia (1767), hemos identificado 25 académicos artistas nombrados entre 1770 y 1824 y procedentes de una variada gama de profesiones (carpinteros, vidrieros, grabadores, tejedores, cerrajeros, relojeros, torneros, cesteros, arquitectos, pintores,...)(16). Nueve de ellos pueden considerarse dentro de la categoría de maquinistas o fabricantes de instrumentos (ver cuadro no 1).
El primer académico artista y posiblemente la figura más carismática entre los artistas de la Academia, fue Juan González y Figueras (1731-1807), tornero barcelonés como su padre. Fue Antonio Gimbernat quien influyó en González para que empezase a fabricar aparatos de física para el Colegio de Cirugía de Barcelona. Por otro lado, la Universidad de Salamanca le nombró "Maestro maquinario e hidráulico" en 1774 después de haberle encargado la construcción de diversos instrumentos y máquinas de física experimental.
El empleo de un maquinista hábil en la composición y manejo de las máquinas, que fuese capaz de mantenerlas limpias, en buen estado y supiese manejarlas bajo la orden del correspondiente catedrático se reguló también, por ejemplo, en la universidad de Valencia (plan de estudios de 1787). Allí se contrató en el puesto de maquinista en 1789 a Josef Pérez, artesano ilustrado que desarrolló su trabajo junto a los catedráticos de mecánica y física experimental y de astronomía de aquella universidad hasta su renuncia en 1795. Gracias a su labor se pudo formar un gabinete de máquinas en aquella institución. Carlos Fenollera, maestro campanero, sucedió a Josef Pérez hasta la Guerra de la Independencia confeccionando y reparando máquinas e instrumentos(17).
En cuanto a González, el año siguiente de su nombramiento en la universidad de Salamanca, pidió ser nombrado maquinista de la Academia de Ciencias de Barcelona y en 1776 se convirtió, como hemos dicho, en el primer académico artista de la misma. En ella, fue el alma del Gabinete de máquinas, para el que construyó, imitando, inventando o perfeccionando una ingente cantidad de máquinas e instrumentos destinados a cada una de las secciones o direcciones de la corporación.
Se le atribuyen, entre otras, una máquina neumática que substituyó otra ya inservible que se había traído de Inglaterra, microscopios solares y oculares, un corazón artificial, un órgano artificial del oído, un globo ocular artificial que consiguió la admiración de Alexander Monro, el profesor de Edimburgo, múltiples piezas para experimentos de estática e hidrostática, modelos de instrumentos agrícolas, palancas, poleas, planos inclinados, un tribómetro, una máquina de las fuerzas centrales, etc.
Cuadro 1
Maquinistas y fabricantes de instrumentos (1764-1824)
NOMBRE DEL ARTISTA | OFICIO | ADMISIÓN |
GONZÁLEZ, Joan | Maestro tornero. Maquinista | 1776 |
GAMELL, Pere | Maestro carpintero Maquinista | 1786 |
PÉREZ, Tomás | Maquinista | 1786 |
FARALT, Cayetano | Cerrajero. Maquinista | 1787 |
VALLS, Josep | Maestro vidriero
Instrums. Meteorológicos |
1789 |
REGÁS, Antoni | Maestro mediero
Máquinas para la seda |
1804 |
CARERAC, Josep Antoni | Constructor de máquinas | 1807 |
FORÉS, Pelegrí | Maestro tornero. Grabador | 1817 |
RICART, Josep | Relojero | 1822 |
González también construyó máquinas e instrumentos para particulares y para otros centros o instituciones del Estado, como por ejemplo, el Colegio de Cirugía de Barcelona, ya mencionado, las minas de Almadén, la Real Academia del regimiento de Reales Guardias Españoles, la Escuela de Náutica de Barcelona, la Real Fábrica de San Lorenzo de la Muga en Gerona o el Hospicio de Cádiz. En 1784 obtuvo una prerrogativa real que le permitía poner tienda pública para vender sus máquinas en cualquier pueblo del reino.
Después de González otros artistas fueron integrados a la Academia. Gamell inventó un grafómetro y fue un íntimo colaborador de los académicos Francesc Salvá y Francesc Santponç; Tomás Pérez llegó a ser maquinista del Rey; Cayetano Faralt construyó el "precisivo", un instrumento matemático-astronómico ideado por Agustí Canellas y, tras copiar modelos del gabinete de máquinas de Betancourt, montó el gabinete de máquinas que la Junta de Comercio estableció en la Lonja y, a través del cual estrechó su colaboración con Santponç; Josep Valls construyó instrumentos de medición de fenómenos meteorológicos para la Academia, mejorándolos con la ayuda de Salvá, y más tarde montó una pequeña industria de estos instrumentos (termómetros, barómetros,); Forés construyó una colección de cuerpos geométricos para la enseñanza de las matemáticas en la Academia de Barcelona bajo la supervisión de Fochs, y Ricart construyó un nuevo compás de graduación ideado por Salvador Magriñá. No podemos extendernos más aquí en relación con los académicos artistas(18), pero queremos remarcar que existió una colaboración entre éstos y los académicos "literarios" que permitió la fabricación de modelos, máquinas e instrumentos materializando en ellos la utilidad la ciencia.
La Escuela de Física experimental de Barcelona
La Junta Particular de Comercio de Barcelona(19)creó en 1814 una Escuela de Física experimental a instancias de Pedro Vieta, cirujano y substituto de Cibat en la cátedra de Física experimental del Colegio de Cirugía de aquella ciudad. Vieta propuso a la Junta que destinase una cantidad anual para ir formando un gabinete de Física y que mientras tanto tenía previsto disponer de máquinas que eran de varios aficionados.
Para realizar los experimentos en la escuela, la Junta adquirió algunos gabinetes a particulares como el de Ramón Torres Cañellas o el de Antoni Cibat que se pudo comprar a su viuda. Pero, además, y siguiendo las propuestas realizadas por Pere Vieta, efectuó dispendios mensuales para la compra de material de laboratorio y la construcción de instrumentos. Basándonos en las solicitudes mensuales de Vieta y las correspondientes autorizaciones de la Junta, sabemos que durante el periodo comprendido entre setiembre de 1825 y noviembre de 1834 el promedio de gastos mensuales efectuados fue superior a 140 reales.
Esta aportación económica sistemática y la compra de material a particulares permitió que la Junta pudiese incluso distribuir material sobrante o duplicado de su Gabinete de Física a otras instituciones catalanas. Concretamente lo hizo en 1816 a la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes de Barcelona(20)y en 1818 a la entonces única universidad del Principado de Cataluña, la de Cervera(21), que aquel año nombró profesor de física a un alumno de la Cátedra de Física experimental (ver cuadros 2 y 3).
Cuadro 2
Parte sobrante de los instrumentos comprados a la viuda de
Cibat
que se pasó a la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes
de Barcelona
(Lista efectuada el 30 de diciembre de 1816)
No | Instrumentos sobrantes (para la RACNAB) |
1 | Una máquina eléctrica con disco de 32 pulgadas |
2 | Un excitador a manera de compás |
3 | Cinco conductores, desde uno hasta dos pies de longitud |
4 | Una esfera de un pie de diámetro |
5 | Una botella de Leyden |
6 | Una batería eléctrica con nueve botellas |
7 | Un campanario eléctrico con tres campanas |
8 | Un aislador, o taburete eléctrico |
9 | Una casa del rayo de hoja de lata |
10 | Los platillos de hoja de lata para atracciones y repulsiones |
11 | Un vaso armado con tubos capilares |
De las solicitudes que hizo Vieta podemos tener conocimiento de varios aparatos y piezas que se construyeron así como puntuales referencias a instrumentos que fueron utilizados en las clases. Sabemos que se tuvo que componer la máquina neumática y el muelle roto de una máquina para el sonido. Encontramos por ejemplo, una aguja náutica, instrumentos de latón, (un círculo, un calderillo agujereado con una pieza y tornillo en el centro, dieciocho libras de latón en cuatro tubos vaciados con dos piezas,) tubos y cilindros de vidrio, probetas, gargantas de hierro y de latón para el tribómetro, dos aparatos o máquinas para la teoría del movimiento compuesto, un recipiente de cristal agujereado y guarnecido de válvula de latón, un pie de latón para un prisma con espiga que sube y baja, planchas de cobre y zinc, esferas de marfil, esferas de mármol, un eslabón de compresión con tubo de cristal, un juego de palancas compuestas de nogal bruñido y barnizado, una brújula pequeña con caja de metal, un aparato para probar que los proyectiles siguen en su curva una parábola, piezas de nogal con tres anillas de hierro fijadas con tornillos, una polea de metal, un recipiente de cristal armado para poner dos termómetros uno interior y otro exterior, dos termómetros de comparación, tubos largos de cristal y embudos, un espejo cilíndrico de acero con su guarnición en forma de columna, una olla autoclave ó marmita de compresión por medio de vapor, pesos diversos de hierro torneados, palancas, barómetros, un termómetro diferencial, un calorímetro de Rumfort, una "eolipila" esferoidal de latón con llave y dos tubos para atornillar en ella, un carro de latón con tres ruedas con tornillos que se puede montar y desmontar para demostrar el retroceso de las armas de fuego, un electrómetro de Fontana, un prisma triangular hueco con argollas de latón, la máquina de fuerzas centrales, etc.
Cuadro 3
Instrumentos duplicados y sobrantes para la Universidad de Cervera
(Noviembre de 1818; Vendidos por 250 libras catalanas)
No |
|
Instrumento |
1 | Electricidad | Una máquina eléctrica con conductor de latón y disco de veintiséis pulgadas roto, pero encolado con gluten |
2 | Electricidad | Una botella de Leyden |
3 | Electricidad | Una batería eléctrica de cuatro botellas, con su caja |
4 | Electricidad | Un excitador a manera de compás con mango de cristal |
5 | Electricidad | Cuatro conductores terminados en esfera |
6 | Electricidad | Un tubo armado de su llave para la electricidad en el vacío
y para
probar que en el vacío bajan con igual velocidad los cuerpos de diferentes gravedades específicas |
7 | Electricidad | Una pistola de Volta |
8 | Electricidad | Una casa del rayo con su pararrayo y pistola de Volta |
9 | Electricidad | Un disco resinoso que puede servir para electróforo |
10 | Galvanismo | Veinticinco piezas de cobre y otras tantas de zinc para montar la pila voltaica. |
11 | Galvanismo | Un par de grandes piezas de cobre para poner encima ranas u otros cuerpos que se sujeten a la experiencia |
12 | Neumática | Una máquina neumática de dos cuerpos de bomba |
13 | Neumática | Un recipiente |
14 | Neumática | Unos hemisferios magdeburgicanos |
15 | Neumática | Un aparato para demostrar la elasticidad del aire en el vacío |
En la fabricación y mantenimiento de los diversos aparatos estuvo involucrado hasta su muerte en 1828, el cerrajero de la Lonja, Cayetano Faralt, responsable del gabinete de máquinas. Tuvo encargos para tornear, limar, barnizar o limpiar diferentes piezas metálicas (lo mismo tornillos de hierro, que cañones de latón o "piezas de galvanismo") o construir instrumentos de medida (una romana muy fina, una balanza estática compuesta de varias palancas y otros). Por otro lado el carpintero Noguera construyó objetos de madera de nogal y se ocupó de hacer recomposiciones. También hemos hallado una referencia a un relojero al que se le encargó componer una máquina de péndulo.
Iniciativas para favorecer la fabricación autóctona de máquinas e instrumentos.
En la segunda mitad del siglo XVIII y primeras décadas del XIX aparecen en Barcelona diversas iniciativas encaminadas a conseguir una instrucción de los artesanos que permita que éstos puedan construir o perfeccionar máquinas e instrumentos con la ayuda de los nuevos conocimientos científicos.
Estas iniciativas fueron tanto particulares como institucionales. Así, en la Academia de Ciencias se conserva un informe sobre el permiso que solicitó Francisco Dalmau para establecer en Barcelona una escuela pública de Matemáticas para los artesanos en horas cómodas para ellos (1787- 1790)(22).
Pedro Díaz de Valdés(23), un ilustrado que fue obispo de Barcelona entre 1798 y 1807, miembro de la Academia de Ciencias de Barcelona, defendió la idea de un clero "competentemente dotado y provechosamente instruido", escribió sobre la necesidad de una física con la que los curas párrocos harían un gran bien a la nación(24). Entre sus manuscritos se encuentran unas reflexiones efectuadas a finales de la década de los ochenta sobre la propuesta del establecimiento de una cátedra de Física experimental y elementos de Química aplicados a la Ciencias y Artes. Compuso una Memoria sobre el establecimiento de la enseñanza Química, Física y de Maquinaria con las reglas "para que fuese igual o acaso superior a las demás de Europa" que remitió al conde de Floridablanca(25).
Desde el punto de vista de las iniciativas institucionales, la Academia de Ciencias Naturales y Artes, por ejemplo, incluyó en sus estatutos un artículo, el 92, que abría la posibilidad de nombrar académicos artistas, la Junta de Comercio promovió el aprendizaje de nuevas técnicas en el extranjero a través de una política de pensionados, abrió un gabinete de máquinas en la Lonja de Barcelona y creó escuelas, que, como es el caso de la de mecánica(26)(1808), intentaron ilustrar a los artífices. Entre 1815 y 1821, la Junta publicó la que posiblemente es la primera revista técnica del Principado de Cataluña, Memorias de Agricultura y Artes; contenía una sección, la de mecánica, donde se dieron a conocer máquinas diversas e invenciones técnicas de diferentes países y autóctonas. En 1821 murió el catedrático de la escuela de mecánica, Francesc Santponç, y ésta desapareció formalmente. Sin embargo, pasado el Trienio Liberal, la Junta de Comercio buscó maneras de suplir sus enseñanzas. Entre 1824 y 1828 modificó los programas de las clases impartidas en las escuelas de Matemáticas y de Física experimental e impulsó las enseñanzas prácticas en el gabinete de máquinas de Faralt con el fin de fomentar la asistencia de artesanos aunque sin demasiado éxito(27).
Durante este mismo período, los hermanos José y Luis Hubert, relojeros, -provenientes de Valencia-, presentaron un proyecto a la Junta de Comercio para el establecimiento de una academia de relojería alegando el mal estado en que se encontraba la relojería en España,
"... pues a excepción de una pequeña porción de sujetos que por tener medios suficientes han ido a países extranjeros y gastado sumas considerables para instruirse, se puede decir que esta arte está en manos de aficionados, y la opinión pública sobre el atraso de dicha industria en el país redunda muchas veces en perjuicio de aquellos y a favor de los extranjeros. Este solo argumento prueba la necesidad de establecer una academia de relojería donde puedan acudir de todo el reino, no solo los que quisieran dedicarse a este arte, si[no] que también a la maquinaria en general ...(28)"
La Junta admitió bajo sus auspicios y protección el proyecto de los hermanos Hubert de crear en Barcelona este nuevo establecimiento de Maquinaria teórico-práctica, relojería y otras artes(29)que fue como finalmente se denominó y que obtuvo el Real agrado (7/X/1826) según comunicó el ministro de Hacienda a la Junta(30). Para asegurar la viabilidad del mismo se inició una "Subscripción para establecer un colegio o Academia de mecánica especulativa y práctica" consistente en 600 acciones de 48 duros cada una pagaderas durante cuatro años. La Junta desplegó una intensa campaña de captación de subscriptores invitando tanto a autoridades eclesiásticas, militares y políticas, como a personas de la nobleza, la industria y el comercio y también a particulares. Aunque se recogieron muchas subscripciones el número de las mismas fue inferior al que se necesitaba para llevar adelante la empresa. El proyecto como tal no pudo pues llevarse a cabo, pero se consiguió poder disponer de algunas salas de la antigua casa de la Moneda, llamada de la Seca, ocupada parcialmente por tropas francesas. De hecho los Hubert quisieron reemplazar el proyecto inicial por una enseñanza de relojería bajo la denominación de "Escuela teórico-práctica de Relojería y artes que son propias de esta facultad". A las clases asistieron muy pocos alumnos, provocando una situación de déficit. A ello se añadió el hecho que los hermanos Hubert se habían enfrentado entre ellos. Finalmente, la Junta, que pagaba el alquiler del local obligó a Hubert a devolver la llave de la Seca.
Las iniciativas mencionadas llegaron a cristalizar finalmente en una enseñanza continuada de la construcción de máquinas cuando la Junta de Comercio creó, en 1831, la cátedra de maquinaria(31), con Hilarión Bordeje como profesor al frente de la misma.
Constructores de instrumentos científicos usados en Barcelona
Existe un inventario de los instrumentos que existían en la Real
Academia Militar de Matemáticas de Barcelona realizado en enero
de 1790 al morir Miguel Sánchez Taramas, director de la misma(32).
Esta institución barcelonesa utilizó instrumentos fabricados
en el extranjero. Como es conocido los constructores de instrumentos matemáticos
londinenses de finales del siglo XVIII alcanzaron una posición privilegiada
en la sociedad en la que vivieron y gozaron de un fama merecida más
allá de sus fronteras(33). En 1754 Jorge Juan
hizo mandar instrumentos y libros desde Londres y desde París hasta
Cádiz, preparándolos en cajones separados con las siglas
IB, AB y AC según se destinasen a Ingenieros de Barcelona, Artilleros
de Barcelona y Artilleros de Cádiz respectivamente. Concretamente
se le encargó al destacado fabricante George Adams la construcción
de instrumentos matemáticos en Inglaterra (instrumentos para dibujar,
compases, semicírculos, niveles, cadenas de hierro con unidades
de longitud españolas, teodolitos, etc..)(34)
para uso de la Academia de Matemáticas.
Si bien en esta institución no tenemos constancia de una fabricación autóctona de instrumentos, sí podemos afirmar que en el Colegio de Cirugía, en la Academia de Ciencias, en el Gabinete de máquinas de la Lonja y en las escuelas de la Junta de Comercio, se empezaron a usar las habilidades de los artesanos del país. Bajo la supervisión de médicos ilustrados, académicos "literarios" y catedráticos de las escuelas, se pudo conseguir que destacados artistas fabricasen máquinas e instrumentos científicos en la ciudad de Barcelona y alcanzasen un prestigio social entre los miembros de dichas instituciones.
A finales de la primera mitad del siglo XIX existían en Barcelona constructores de instrumentos náuticos, ópticos y quirúrgicos como José Clausolles; Francisco Dalmau, que poseía un establecimiento donde fabricaba anteojos y otros instrumentos ópticos; Taylor y Lowe, ópticos de Baviera (Alemania), que eran los propietarios de un establecimiento que además de disponer de un optímetro para graduar la visión, poseía "una fábrica de instrumentos ópticos diversos: telescopios con pie para terestería y astronomía, anteojos de larga vista, de diferentes tamaños y distancias, microscopios completos y semillas, para botánicos, etc., barómetros, termómetros de diferentes clases, lentes de todas guarniciones, anteojos de cristal de roca, como de flint-glas cuyos cristales son cilíndricos, ...". En la Barceloneta estaba Vicente Comas y también José Rosell que tenía una fábrica y almacén de instrumentos de astronomía, agrimensura, mineralogía, óptica, física, matemáticas y geodesia marina entre otros(35).
Naturalmente, también existían talleres en los que se construían o se componían máquinas así como compañías o sociedades dedicadas a la fundición y obtención de hierro colado(36), entre las que hay que destacar Valentín Esparó y la Sociedad del Nuevo Vulcano.
Un siglo atrás, sin embargo, la situación era muy diferente.
Como hemos visto, en Barcelona la construcción de máquinas
e instrumentos científicos se remonta a los esfuerzos que a partir
de la segunda mitad del siglo XVIII se realizaron desde diversas instancias
y muy especialmente a los realizados por la Junta de Comercio y la Academia
de Ciencias involucrando a hábiles artesanos de la ciudad, a menudo
anónimos, y sobre los cuales apenas existen estudios en la historiografía
de la historia de la ciencia de nuestro país.
Notas
2. Para una visión de conjunto sobre la ciencia en España durante la Ilustración véase Sellés, M.; Peset, J.L.; Lafuente, A., 1988.
3. Sobre el Cuerpo de ingenieros militares y la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona véase el trabajo de Capel, H; Sánchez, J.E.; Moncada, O., 1988.
5. Una síntesis sobre la Física Ilustrada puede consultarse en Ten, A., 1991. Para una visión más general sobre la Física en la universidad y otras instituciones académicas desde el reinado de Carlos III hasta finales del siglo XIX véase Moreno, A., 1988.
7. Respecto a la Escuela de Física experimental de Barcelona véase Puig-Pla, C., 2000a.
9. Iglésies, J. (1964), 78 y ss.
10. Oriol Moncanut, A.M., 1959, 20-21.
11. Véase Duran i Sanpere, A. ,1973, 17.
12. El material enviado por Subirás incluía piezas de vidrio y cristal, dos globos eléctricos, 180 tubos barométricos, termométricos y capilares, 15 tubos de cristal de 32 pulgadas de París cada uno para un barómetro de agua, cuatro peras de cristal para las gravedades específicas y un prima triangular entre otros. Véase Puig-Pla, C., 2000b.
13. Se pueden consultar las facturas y recibos de los artesanos de Barcelona así como los libros contables en el Archivo de la Rael Academia de Ciencias y Artes de Barcelona (que indicaremos bajo las siglas ARACAB), Cajas 210 y 200.
14. Los instrumentos del envío del Conde de Floridablanca a la Academia (que contenía inicialmente el declinatorio y las memorias de la Sociedad Meteorológica Palatina) tuvo más tarde (1787) que ser devuelto para poder completar los que se habían quedado en el Seminario de Nobles de Madrid, al hacerlo, la Academia barcelonesa afirmaba que podía asegurar que "la graduación del termómetro ha padecido algunos defectos" y que "la calibración del barómetro es más exacta por el método que se sigue en esta Academia y que el que ha servido a la Sociedad para la construcción del higrómetro no es el más reciente ni el más exacto"(ARABAB, Caja 36,2).
18. Remitimos al lector a las obras del autor indicadas en este artículo.
19. En relación con a la Junta Particular de Comercio y su labor educativa se puede consultar Ruiz i Pablo, A.,1919; Monés, J., 1987; Iglésies, J.,1969.
23. Sobre Díaz de Valdés véase Bada, J., 1972.
24. Díaz de Valdés escribió un Discurso sobre la necesidad de una física provechosa con que el clero, y particularmente los curas párrocos, harían un gran bien a la nación, (véase el Memorial literario instructivo y curioso de la Corte de Madrid, 1787, 12, 97).
25. Archivo Diocesano de Barcelona (ADB), Episcopologio, Pedro Díaz de Valdés 1798-1807 (8), 7, 71.
27. Puig-Pla, C. ,1998, 1, 211-222.
28. Archivo de Junta de Comercio de Barcelona (que indicaremos mediante AJCB), Legajo LV, 2, 23-30.
32. Archivo General de Simancas (que indicaremos AGS), Guerra Moderna, 3030 (transcrito por Riera, J., 1975, 122-124).
34. Se puede ver la relación de instrumentos escrita en inglés en AGS, Guerra Moderna, 572 (citado y transcrito en Riera, J., 1975, 99-100).
35. Saurí, M.; Matas, J. 1849, 268-269.
36. Entre dichos talleres estaban los
de Juan Andreu, Lorenzo Alier y Compañía, José Comas,
Antonio Caminals, la Compañía Barcelonesa su Administrador,
Juan Domenech y Compañía, Juan Serra, José Witthe,...
(véase Saurí, M.; Matas, J. , 1849, 388).
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