Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]. Nº 63, 1 de mayo de 2000. |
LA "DESTRUCCIÓN CREADORA": EL LENGUAJE DE LA REFORMA URBANA EN TRES CIUDADES DE LA EUROPA MEDITERRÁNEA A FINALES DEL SIGLO XIX (MARSELLA, NÁPOLES Y BARCELONA)
Joan-Anton Sánchez de Juan
Estudiante de Doctorado
Instituto Universitario Europeo, Florencia
La "destrucción creadora": el lenguaje de la reforma urbana en tres ciudades de la Europa mediterránea a finales del siglo XIX (Marsella, Nápoles y Barcelona) (Resumen)
El concepto de "destrucción creadora", prestado por la teoría económica a nuevas tendencias de la geografía histórica, se revisa en este artículo a la luz de los efectos destructivos de los procesos de reforma urbana en las ciudades europeas de finales del siglo XIX. La retórica de la "destrucción creadora" presente en el lenguaje y la ideología de intervención en los proyectos decimonónicos de reforma urbana se pone de manifiesto a través del análisis de la lógica cultural y la razón tecnológica que los acompañaba. Ejemplos de ciudades de la Europa mediterránea (Marsella, Nápoles y Barcelona) nos demuestran el fracaso de estos proyectos de transformación del espacio urbano, para mostrar comparativamente los límites políticos, económicos y sociales impuestos de dichos proyectos.
The concept of "creative destruction", borrowed from economic theory in new trends of historical geography, is revised in this article to illuminate the destructive effects of the implementation of urban reform in nineteenth-century European cities. The rhetoric of "creative destruction" characteristic of the language and ideology of nineteenth-century urban reform projects is highlighted through the analysis of the cultural logic and the technological reason that supported them. Examples from cities in Mediterranean Europe (Marseille, Naples, and Barcelona) trace the failure of these projects of reform of the urban space, to show in a comparative perspective the political, economic, and social limits imposed upon such projects.
La lógica interna de estos principios de transformación urbana se establecía en función de la destrucción de espacios considerables de la ciudad, o a través de la actuación en partes destruidas de la misma, promoviendo una reorganización planificada del tejido urbano. Aunque la experiencia histórica de muchas ciudades demostraba el fracaso de dicho principio, los proyectos urbanos del siglo XIX se caracterizaban por intentar la total remodelación del espacio urbano. A pesar de los efectos destructivos de las guerras, especialmente en el siglo veinte, y de desastres naturales como incendios (Londres 1666, Estocolmo 1625, Hamburgo 1842), o terremotos (Lisboa 1755, Messina 1783 y 1908, Nápoles 1980), estos nunca supusieron necesariamente una transformación de la estructura urbana preexistente. Si bien es cierto que Lisboa fue completamente diseñada por Pombàl después del terremoto, la destrucción de Messina en 1783 no produjo ningún cambio significativo en la morfología de la ciudad. Además, después del terremoto de 1908, se sugirió que el sitio de esta ciudad debía ser abandonado, en cambio el centro de la ciudad revivió con su plan original intacto.(2)
En este artículo señalaré el fracaso de este modelo de reforma urbana en tres ciudades de la Europa mediterránea. El análisis se centrará especialmente en rastrear los principios discursivos presentes en los proyectos de reforma urbana y apertura de grandes vías en el centro de Marsella, Nápoles y Barcelona. La elección de estas tres ciudades, se debe a la percepción crítica y la decepción que provocaron en ellas sus procesos de reforma urbana a finales del siglo XIX. Como veremos, a través del análisis de procesos urbanos como los de la "régénération" de Marsella, el "risanamento" de Nápoles, o la "reforma" de Barcelona, pueden rastrearse las concepciones ideológicas ocultas en el lenguaje de los procesos de construcción de la ciudad moderna.
Para desarrollar éstas cuestiones de manera efectiva he dividido mi artículo en dos partes principales. Primero desarrollaré una definición satisfactoria del concepto de "destrucción creadora" con la intención de mostrar el contexto social y cultural en que tuvieron lugar las principales transformaciones urbanas del siglo XIX. Además mi interés en este punto será también el de establecer los mecanismos de construcción de estas prácticas de reforma urbana. Como veremos, la idea de ciudad desarrollada durante este período implicaba que para la creación de un nuevo ambiente urbano el mantenimiento del anterior era innecesario, acentuando de este modo el carácter eminentemente destructivo del urbanismo decimonónico.
En la segunda parte, la renovación de los centros urbanos será revisada en el ámbito europeo con la intención de mostrar los diferentes modelos de intervención elaborados en Francia, Italia y España. Como he dicho anteriormente, los ejemplos centrales para este propósito serán las ciudades de Marsella, Nápoles y Barcelona. Las diferencias y las sorprendentes similitudes que ilustran los procesos de reforma urbana en estas ciudades, permitirán extrapolar los límites de este modelo de intervención urbana a escala internacional.
La "destrucción creadora": la retórica de la modernización urbana
Es perfectamente posible trazar los orígenes del concepto de "destrucción creadora" hacia mediados del siglo XIX, donde incluso las mismas bases intelectuales del marxismo descansaban en premisas muy similares. Como se ha señalado recientemente, los trabajos de Karl Marx se caracterizaban por elaborar un análisis de la modernidad como un proceso de creatividad eminentemente destructiva.(3) Queda claro que tanto la modernización, con sus inevitables desarrollos industriales y urbanos, como la experiencia subjetiva de la modernidad compartían las ambigüedades de un proceso de transformación en la economía y en la sociedad que empezaba a percibirse como destructivo.
Las ambigüedades de este proceso fueron analizadas y posteriormente teorizadas por la economía política como un hecho inherente al mundo capitalista. El economista Joseph Schumpeter fue el primero en considerar que los postulados que mueven el crecimiento económico estaban basados en un proceso de "destrucción creadora".(4)
El proceso de "destrucción creadora" así entendido, implica el desarrollo regular de estrategias de transformación radical que dejan obsoletos los principios previos sobre los que se basaba el sistema, que debe sostenerse en una creciente ola de innovaciones que mantiene esperanzas para un nuevo desarrollo de sus capacidades.(5)
En este sentido, si se me permite la analogía, para mi análisis del carácter "destructivo" de los proyectos de reforma urbana, indicaré que los procesos de transformación urbana de las ciudades europeas del siglo XIX deben entenderse como una de estas innovaciones que mantienen en vida al capitalismo. La configuración de una serie de prácticas y discursos médicos, jurídicos, económicos y arquitectónicos innovadores, que percibían la ciudad del pasado como enferma, peligrosa y antiestética, como algo que debía ser curado, disciplinado y embellecido, dio lugar a una transformación radical en su estructura urbana histórica.
Como ha señalado Allan Pred estos procesos de modernización de las sociedades europeas del siglo XIX estuvieron sujetos a sucesivas transformaciones locales. Para él, la intersección de estos mecanismos de reestructuración económica con prácticas tradicionales todavía existentes, implicó necesariamente el establecimiento de una negociación continuada en la que todos los miembros de la sociedad, activa o pasivamente, participaban e incorporaban elementos de la reestructuración que estaba teniendo lugar.(6)
La reforma de estas condiciones locales afectó a todos los niveles de la sociedad, desde las relaciones económicas e industriales hasta el ejercicio del poder, y, como veremos en nuestro caso, la transformación del espacio urbano como paisaje paradigmático de representación de las demás transformaciones que tenían lugar a mayor escala. La centralización de la producción industrial tomó la ciudad como lugar principal de desarrollo y representó un momento preliminar en la transformación del espacio y la vida urbana. Sin embargo el pasado pre-industrial de la ciudad impedía el pleno desenvolvimiento de estas prácticas y fue rápidamente percibido como un límite para el desarrollo industrial. Como veremos, las estrategias de los planificadores urbanos del siglo XIX se empeñaban en superar dichos límites para acomodarlos a las demandas del nuevo orden económico y social.
La realización ejemplar de esta "destrucción creadora" fue la reforma urbana de París durante los años 1850-1870. La transformación a gran escala del centro de la ciudad promovida por Haussmann, y el influjo cultural que París ejercía en Europa, desempeñaron un papel crucial en la difusión de sus logros urbanos. Como ha indicado David Harvey, los conflictos entre "modernidad" y "tradición", o entre "ciencia" y "sentimiento", eran los debates dominantes para la reestructuración del espacio urbano parisino en el siglo XIX. Los orígenes culturales de la transformación del centro de París se debían tanto a la tradición del pensamiento racional de la Ilustración, como a las nuevas técnicas de transformación urbana creadas por arquitectos e ingenieros. En palabras de Harvey:
La modernidad creada por Haussmann estaba profundamente enraizada en la tradición. Es más, la necesidad de la destrucción creadora tenía sus precedentes en el espíritu revolucionario. Como escribió (Edmond) About en la Guía de Paris de 1867,"Como los grandes destructores del siglo XVIII que hicieron tabula rasa del espíritu humano, aplaudo y admiro esta destrucción creadora.(7)
De hecho, aunque Harvey en su texto no explique el concepto de "destrucción creadora", su presencia en el lenguaje de los contemporáneos, demuestra la doble dimensión que contenía. En primer lugar, la destrucción total o parcial de una ciudad siempre había sido el medio para organizar su desarrollo futuro, y los ejemplos de guerras o revueltas, así como desastres naturales, permitían esta posibilidad. Por otro lado, los principios de la ciencia y la tecnología modernas ofrecían la creencia en los poderes ilimitados que el progreso podía alcanzar, sobrepasando incluso el legado del pasado.
En las páginas siguientes describiré en detalle la transformación del espacio urbano como paisaje paradigmático de la modernidad, y las concepciones culturales que condujeron al establecimiento de las técnicas de reforma urbana. En mi opinión, los principios que movían estos proyectos de reforma urbana, a saber: que la destrucción física del espacio debe conducir a una transformación social del ambiente urbano, descansaban en auténticos actos de "destrucción creadora".
El diseño urbano: los modelos de la urbanización moderna
En contraste con la razón aristocrática que caracterizó las prácticas ilustradas de transformación urbana, las transformaciones urbanas del siglo XIX se caracterizaban por mostrar un interés creciente en los nuevos problemas urbanos derivados de la industrialización. A partir de entonces la formulación de la cuestión urbana deja de ser única ocupación de los arquitectos para convertirse en terreno de encuentro para varias disciplinas donde la medicina, la estadística, la economía, la topografía o la ingeniería se repartían un planteamiento científico que desembocó en la formación del urbanismo moderno.(8)
La consolidación del mundo urbano acentuó la percepción de que los problemas, especialmente los derivados de la salud y el orden público, de una ciudad en continuo crecimiento debían ser organizados y planificados. La crítica situación política y social europea, heredada de la experiencia revolucionaria de 1848, que acompañaba la elaboración de los primeros planes urbanísticos modernos ha sido generalmente interpretada como un intento de reorganización del espacio social y urbano por los grupos dominantes. En palabras de Leonardo Benevolo:
De este modo la Haussmanización condujo a la destrucción de los centros históricos de las ciudades. A la vez que creaba una retórica tendenciosa que exageraba la decadencia, sordidez e insalubridad de las partes más viejas de la ciudad, convirtiéndose en lenguaje burocrático y apologético. En la Piazza della Repubblica, que reemplazó el viejo mercado de Florencia en 1890, puede leerse esta inscripción: "Il vecchio centro della città, da secula squalorum, a vita nuova restituita". Un aspecto típico de estos procesos era la abertura de nuevas y largas calles cortando a través de una malla intrincada, operaciones que eran descritas de manera reveladora como "perforaciones" o "desgarres". El derribo de las murallas circundantes, una ocurrencia casi universal, representaba una ruptura con los lazos del pasado y la conquista del aire, la luz y la libertad de movimiento.(9)
Los primeros pasos hacia la construcción de este tipo de transformaciones fueron dados por las grandes capitales, en particular, a través de la consolidación de su papel de símbolos nacionales que las caracterizaba. A pesar de ello, ciudades industriales como Barcelona, también tuvieron un papel crucial en la elaboración de modelos para su propia reestructuración urbana.(10)Dichos planes, caracterizados por los trabajos de Haussmann en París, el "Ring" de Viena, o el Ensanche Cerdá en Barcelona, han sido reconocidos como las contribuciones más importantes en la transformación de las ciudades europeas en el siglo XIX.
Es sintomático apuntar que la reforma urbana del centro de París, la más ampliamente imitada en la Europa del siglo XIX, era la única de estas propuestas que implicaba la destrucción radical de la estructura urbana preexistente. Ni el "Ring" de Viena, ni el ensanche de Barcelona se centraban, en principio, sobre estas bases. Donald J. Olsen, comparando las ciudades de París, Viena y Londres ha indicado que los tres programas compartían un número importante de características. Entre ellas hay que señalar que fueron producto del interés de un gobierno central, dependían del interés de inversores privados, intentaban embellecer las residencias reales o imperiales, mezclaban edificios públicos (civiles y religiosos) y privados, creaban parques públicos y facilitaban el tráfico mediante amplias y suntuosas avenidas. Pero solamente Londres (parcialmente) y París implicaron la destrucción de propiedad comercial o residencial.(11)
A pesar del cambio radical que supusieron los planteamientos de la urbanización moderna, sus principios eran en gran parte heredados del legado intelectual de la Ilustración. "Sangre" circulando por "arterias" y "venas" era la metáfora asociada con las nuevas intervenciones urbanas: la ciudad moderna era entendida como un sistema de elementos circulando en libertad, debidamente asentados en modelos del pensamiento económico coetáneo.(12). Pero si la circulación de la sangre, era la imagen sugerida para el nuevo ambiente urbano, los "intestinos" o el "vientre" eran las metáforas más utilizadas para caracterizar a la estructura urbana preexistente que debía ser transformada; y "destripar" se convirtió en el proceso más veces descrito para conseguir la total reestructuración de la ciudad moderna. Como señaló Anthony Vidler:
Después de la prolongada patología, la agonía del paciente, el cuerpo de París, debía ser liberado de su enfermedad, de sus cánceres, y epidemias de una vez para siempre. "Disecciones" y "perforaciones" eran los recursos lingüísticos más usados para describir la operación; donde el terreno se encontraba particularmente obstruido debía "destriparse" para reconstituir las arterias y restablecer los flujos. Las metáforas eran repetidas una y otra vez por los patólogos, los cirujanos, y también por sus críticos, pasando a formar parte de las analogías inconscientes del urbanismo, desde entonces la metáfora y la naturaleza científica de la acción se fundieron y confundieron.(13). Como veremos, el uso de dichas metáforas que alimentaban la imaginación urbana europea del siglo XIX, caracterizó dicho período de transformaciones urbanas más importantes, no únicamente en París.(14). Conforme avanzaba el siglo XIX, numerosas ciudades europeas ensayaron formas de planificación innovadoras para su desarrollo urbano. Pero a pesar de la existencia de modelos de transformación urbana alternativos a los imperantes, como hemos visto en los casos de Viena y Barcelona, la visión de París como capital transformada se encontraba poderosamente enraizada en el imaginario urbano europeo.
En este sentido la transformación del centro de París bajo la prefectura de Haussmann, y la difusión de sus logros, ha sido durante muchos años uno de los debates más importantes de la historia urbana. Pero, de acuerdo con Marcel Roncayolo, a pesar del gran interés que dicho modelo ha inspirado a numerosos historiadores urbanos, sus contribuciones han olvidado dos puntos importantes. Por un lado, la importancia de los conocimientos e ideas previas que generaron este modelo de transformación urbana y, por el otro, una discusión crítica sobre los límites en la aplicación de sus principios a diferentes realidades urbanas en Francia y fuera de ella.(15)
La regularización de las formas urbanas: higiene, viabilidad y administraciones públicas
Como hemos visto, el desarrollo de las ideas de reforma urbana, la difusión de discursos sobre la cara más oscura de la vida urbana y la necesidad de mejorarla, dieron lugar a la configuración de un conjunto de nuevos discursos que concentraban en la ciudad uno de sus principales focos de interés. Centrándonos en estos aspectos, es posible identificar tres puntos principales que caracterizaron los procesos de transformación del espacio urbano en el siglo XIX. Primeramente, el papel desarrollado por médicos higienistas y reformadores sociales, que acentuaron la percepción de la ciudad como fuerza patológica a través de la amplia difusión que obtuvieron sus informes. En segundo lugar, el diseño urbano, esto es, el renovado interés por el espacio urbano característico de este período, que transcendía la tradicional agregación de vecindario para configurar nuevos espacios y nodos de viabilidad en el interior de la ciudad, integrando los nuevos medios de transporte. Y, en tercer lugar, un compromiso político-administrativo explícito que, bajo el nombre de "utilidad pública" desarrolló innovadores procesos administrativos de expropiación forzosa para la realización de estos proyectos.
El estudio y mejora de las condiciones sanitarias en las ciudades era uno de los principales intereses de los médicos higienistas. El espacio urbano, a ojos de estos especialistas, ofrecía un caldo de cultivo para el desarrollo de todo tipo de infecciones y epidemias. Como se ha señalado recientemente, la relación de esta práctica médica con los nuevos instrumentos científicos de análisis ofrecidos por la estadística y la profusión de topografías médicas publicadas, promovieron la rápida difusión de dicho conocimiento, que constantemente relacionaba las malas condiciones sanitarias con la situación del espacio urbano.(16)
En palabras de Luís Urteaga:
De entre lo polémico y contradictorio discurso médico sobre las epidemias en la pasada centuria, apenas una cosa resulta clara: la ciudad se configura siempre como el principal escenario de la enfermedad y la muerte. Para unos, el tejido urbano será vehículo de contagio; para otros el origen de la epidemia. Para todos, un foco privilegiado de cualquier dolencia.(17)
Como hemos visto, las analogías entre el cuerpo humano y la ciudad surgieron durante el siglo XVIII y no puede extrañar que las preocupaciones en torno a la higiene se encuentren en los orígenes de la urbanización moderna. Ya sea, acentuando el carácter insalubre del espacio urbano, o animando el desarrollo de mejoras en el suministro de agua y en el alcantarillado, promoviendo la circulación del aire, y reivindicando la necesidad de mantener espacios abiertos en el ambiente urbano.
Sin embargo, para alcanzar sus metas, los higienistas debían colaborar con otros "especialistas" en el desarrollo de los trabajos necesarios para la mejora del espacio urbano y su transformación. Las violentas epidemias de cólera que diezmaron las ciudades europeas en diferentes momentos del siglo XIX, ayudaron a la concepción y realización de las posteriores transformaciones urbanas. En este sentido, los poderes públicos tomaron un papel relevante promoviendo la relación entre médicos, ingenieros y arquitectos en los procesos de reestructuración urbana.(18)
De hecho, la iniciativa de las administraciones públicas no hacía sino recoger una demanda básica de los practicantes de la reforma social en el siglo XIX. En ese momento, especialmente en Francia, pero también en otros países como España o Italia, tanto los ingenieros como los arquitectos, estaban profundamente influidos por el pensamiento de lo que ha venido en denominarse "socialismo utópico". Aparte de su trabajo profesional, las actividades intelectuales de ingenieros y arquitectos seguían por una línea de mejora social encabezada por pensadores como Fourier o Saint-Simon, especialmente en su consideración de la innovación tecnológica como vehículo para la transformación de la sociedad.(19). Como veremos, aunque esta línea de pensamiento fue radicalmente separada de la práctica "real" del urbanismo decimonónico, sus implicaciones intelectuales eran aplicadas sistemáticamente en la concepción de formas urbanas modernas.
El trabajo realizado por estas corporaciones profesionales también representó una nueva faceta del diseño urbano en el siglo XIX. En sus planes, principalmente los ingenieros empezaron a concebir la ciudad como un sistema dinámico donde la consecución de un espacio central en la ciudad organizador de la movilidad y la viabilidad era uno de los objetivos más importantes. Es posible encontrar en propuestas concretas para la reforma urbana de París rastros de estas concepciones intelectuales. El principal teórico de estas propuestas fue el francés Perreymond, quien anteriormente a Haussmann diseño un plan de reforma del centro París. De acuerdo con un comentario reciente del mismo:
Perreymond señaló solamente las calles importantes, reduciendo el resto de la trama urbana a un fondo neutro. Sobre este fondo el autor dramatizó los edificios más significativos, y creando una serie de nuevas calles principales, no solamente especificó la localización de los tres centros simbólicos de gobierno, enseñanza, y la ciudad el Louvre, la Universidad, y el Ayuntamiento-, sino que también reunió lo que se había convertido en una serie de barrios residenciales autónomos en un nuevo gran distrito circundado por la red de calles recientemente creada. Perreymond creía que la inestabilidad residencial de París, acentuada por sus numerosos barrios insalubres era una situación anormal y conducía hacia la decadencia moral y material. Esos distritos debían ser regularizados y perforados por largas rutas rectas donde la población pudiera establecerse y prosperar.(20)
La influencia de este tipo de proposiciones es fácilmente reconocible si tenemos en cuenta que la mayoría del trabajo llevado a cabo por las corporaciones de ingenieros se desarrollaba bajo encargos administrativos. Los principales colaboradores de Haussmann en la reforma urbana del centro de París pertenecían a este grupo de ingenieros-reformadores sociales, aunque el carácter socializante de su pensamiento fuera discretamente eliminado de su actividad profesional. En este sentido queda claro que el trabajo público dependía de esta combinación entre razón técnica y poder político-administrativo. Como ha indicado Marcel Roncayolo para el caso francés:
La filiación es bien real. Los agentes más conocidos
de la haussmanización, Haussmann en Paris, Vaïsse en Lyon,
son administradores capaces de tomar a su cargo la razón técnica
o política y ejecutarla. Su entorno técnico es más
significativo: politécnicos e ingenieros de Puentes como Belgrand,
Alphand- rodean a Haussmann. La personalidad más importante del
urbanismo marsellés es Montricher, quien habiendo ejercido funciones
de ingeniero general de Puentes, posteriormente, liberado por una jubilación
anticipada, se convierte en consejero técnico del Ayuntamiento.
De acuerdo con esquemas actuales.(21)
Otro punto importante de estas prácticas de reforma urbana era el de su financiación. En este punto, los poderes públicos desarrollaron su papel fomentando la realización de los trabajos a través de procedimientos administrativos y promoviendo la inversión privada en la construcción del nuevo ambiente urbano. Los poderes públicos garantizaban la expropiación forzosa de los derechos de propiedad, la elaboración de proyectos y la destrucción del tejido urbano, pero la reconstrucción quedaba completamente en manos de la iniciativa privada.
En este sentido, el alcance de la intervención pública en la transformación de la ciudad se desarrollaba tanto al nivel local como al nivel nacional. El papel principal del Estado se basaba en la promoción de la infraestructura necesaria para los agentes privados encargados de la reconstrucción, pero también se ejercía subsidiando a los municipios para el desarrollo de obras públicas dentro de los límites de la ciudad.(22) La necesidad de tales intervenciones era particularmente fuerte en las principales áreas industriales, que experimentaban los efectos de un crecimiento demográfico espectacular. Como veremos, esta política era difícil de sostener, y las dificultades financieras en la mayoría de gobiernos locales europeos de este período suponían un serio límite a la reestructuración urbana.(23) La regularización del espacio urbano, como práctica administrativa, conoció durante este periodo otra innovación importante. Por primera vez en su historia, se dio a la transformación urbana una entidad jurídica a través de la ampliación de los procedimientos administrativos de la expropiación forzosa por utilidad pública. Este fue, en realidad, el hecho esencial que permitió sostener los principios de la práctica de reforma urbana. El establecimiento de este tipo de legislación fue uno de los aspectos jurídicos más ampliamente discutidos con relación a la cuestión urbana en la Europa del siglo XIX.(24) El principal objetivo de esta ley era condicionar el derecho de propiedad privada con el fin de permitir la intervención pública para la reestructuración del espacio urbano. Sin embargo el papel del propietario en este proceso no era únicamente el de ser expropiado, sino que podía beneficiarse de las plusvalías que la reorganización del espacio urbano producía en sus propiedades. En definitiva, eran los mismos propietarios quienes debían "naturalizar" dichas propuestas, al ser ellos los encargados de la reconstrucción física del nuevo ambiente urbano. Como veremos, la importancia de la propiedad privada en los procesos de reforma urbana estaba claro en su capacidad para cuestionar y, en muchas ocasiones, desestabilizar los intentos de transformación urbana iniciados por los poderes públicos. De hecho, se requería una consolidada alianza entre los propietarios y el poder administrativo para culminar positivamente la reforma urbana.
Como hemos visto, las bases en las que descansaban los procesos de transformación urbana en el siglo XIX, promovieron el desarrollo de un conjunto de prácticas innovadoras para la regularización del espacio urbano. El trabajo de higienistas, ingenieros, y poderes públicos se encontraba fuertemente relacionados en la creación de este nuevo orden urbano. A continuación analizaremos este proceso desde una perspectiva internacional deteniéndonos, como hemos dicho, en los casos específicos de Marsella, Nápoles y Barcelona.
"Régénération", "risanamento", "reforma": Variaciones europeas de un concepto
La urbanización de las grandes ciudades europeas del siglo XIX adquirió una escala internacional. La reforma del interior de las ciudades era concebida como un medio para mejorar un ambiente urbano degradado que, una vez renovado, debía dar lugar a una substitución de actividades basadas en las nuevas relaciones económicas y sociales imperantes en la ciudad. Como veremos, en Francia, Italia y España las expresiones recurrentes en la transformación urbana del centro de las ciudades eran las de "régénération", "risanamento" y "reforma" respectivamente.
En este sentido, aunque las imágenes de la transformación de París y la difusión de sus principios técnicos y de intervención urbana son fáciles de observar en numerosos proyectos europeos de reforma urbana, las dificultades de imitación del proyecto de Haussmann se tradujo en programas de menor alcance, limitándose la mayoría de las veces a modificaciones parciales de la trama existente.(25) Quizás una de las más importantes interpretaciones de la haussmannización fue la apertura de la Blaesstraat en Bruselas que dio lugar a posteriores transformaciones de gran escala en el centro de la ciudad.(26) Sin embargo, mientras a través de estas experiencias positivas se sugería la exportación de tales prácticas urbanísticas a otras ciudades y países, existen numerosos casos que muestran los límites con que se encontraban estos proyectos de reforma urbana. Incluso en Francia, los límites impuestos a la haussmannización eran evidentes si se prescinde de la perspectiva ofrecida desde París.
A pesar de que esta práctica de reforma urbana fue difundida en Francia más fácilmente que en cualquiera de los demás países europeos, los medios a disposición de los municipios ofrecidos por el Estado no bastaban para impulsar una reforma radical de los centros urbanos. En las principales ciudades como Lyon y Marsella la apertura de grandes vías fue limitada a una o dos avenidas, en lugar de la completa renovación sugerida por sus proyectos de reforma urbana.(27) Como veremos, el ejemplo de la "régénération" de Marsella ilustra a la perfección esta situación.
En Italia, los efectos de la haussmannización, se sintieron en las intervenciones de reforma y extensión de sus principales ciudades. Después de la Unificación, las tres ciudades italianas que ejercieron consecutivamente la capitalidad del Estado, a saber Turín, Florencia y Roma, desarrollaron importantes proyectos de mejoras en su ambiente urbano.(28) Sin embargo es importante destacar que hasta las obras para el "risanamento" de Nápoles no existió en Italia un proyecto lo suficientemente compacto y homogéneo para llevar a cabo obras de la envergadura requerida por una reforma urbana.
Si bien, como hemos dicho, no es posible hablar propiamente de procesos de haussmanización en España, durante la segunda mitad del siglo XIX hubo numerosos intentos de introducir las transformaciones administrativas necesarias para llevar a cabo este tipo de reformas urbanas. La dificultades experimentadas en la transformación del casco antiguo madrileño a finales de los años 1840 fue la experiencia determinante para apreciar las limitaciones que caracterizaron las prácticas de reforma urbana en el contexto español.(29)
De todos modos la apertura de grandes vías en el centro de las principales ciudades españoles no fue una experiencia aislada a la de su capital, baste citar como ejemplos los casos de Valencia, Granada, o Málaga para dar buena cuenta de ello.(30) Como veremos, estas iniciativas empezaron a florecer claramente a través de la experiencia de la controvertida reforma urbana propuesta en el plano Cerdá de "reforma y ensanche" de Barcelona, y los sucesivos planes que se elaboraron a partir de entonces para la consecución de la reforma urbana del centro de dicha ciudad.
En las páginas siguientes analizaré con detenimiento el fracaso de la reforma urbana en los tres casos propuestos: Marsella, Nápoles y Barcelona. Consideraciones de higiene pública, vialidad y la articulación de diferentes principios administrativos actuaron al unísono en la elaboración de los proyectos de reforma urbana en estas ciudades. Como veremos, las características que las mismas tienen en común para mi propósito son que, a pesar de los intentos para llevar a cabo eficientemente su reforma urbana, el centro de estas ciudades se mantuvo en gran medida inalterado, reduciendo la escala de la intervención a la apertura de una única gran avenida. Mi análisis se centrará en las estrategias discursivas utilizadas para la promoción de dichas reformas: concepciones de centralidad y vialidad en el caso de Marsella; higiene y orden social en Nápoles, o los problemas de elaboración de una legislación específica de expropiación forzosa en el caso de Barcelona. Además, en todas ellas, los límites financieros desempeñaron un papel central en la delimitación del alcance de la reforma interior de estas ciudades.
La "régénération" de Marsella
Les grands travaux du port n'auraient pu avoir d'utilité pratique si la ville n'avait en même temps transformé ses vieux quartiers pour y ouvrir des voies de communication faciles. Les bassins, situés loin du mouvement des affaires et séparés du centre de Marseille par de véritables collines, ont dû être reliés aux quartiers commerçants par de nouvelles avenues; il a fallu raser les monticules les plus gênants, démolir les maisons qu'ils portaient, changer complètement l'ancien relief du terrain.(31)
Como podemos observar en la cita de Elisée Reclus que encabeza esta sección, las obras públicas que dieron lugar a la "régénération" de Marsella se consideraban de vital importancia para el desarrollo económico y comercial de la ciudad. A pesar de que los planes para llevar a cabo la reforma urbana del centro de la ciudad empezaron a ser discutidos por el municipio entre los años 1830 y 1840, fueron abandonados por problemas de tipo financiero. Estos debates se centraban en torno a un viejo proyecto que pretendía la integración urbana del centro de Marsella con su plan de extensión urbana ideado a finales del siglo XVIII. Como veremos, la difícil integración entre la ciudad antigua y su puerto, con los desarrollos urbanos modernos será una constante en la evolución urbana de esta ciudad hasta tiempos recientes.(32)
La reforma urbana de Marsella se vio, sin embargo, acelerada en la década de 1850 a partir del éxito obtenido por Haussmann en París. En este sentido la ciudad valoró la experiencia de París como altamente positiva e intentó la emulación de sus logros. De hecho, con la construcción de los nuevos muelles en la "Joliette" y la creación de un proyecto de extensión urbana al norte de la ciudad antigua, el tema de la reforma urbana del centro de la ciudad había vuelto a estar sobre la mesa de las autoridades locales. Esta posibilidad giraba en torno a la unificación de unas vías de comunicación que conectaran el viejo puerto con los nuevos muelles, y los nuevos barrios de la ciudad con el centro de la misma. Sin embargo, si los debates iniciales sobre la reforma urbana de la ciudad en 1830 estaban basados en una concepción meramente higienista, en la década de 1850 la preparación de proyectos para la reestructuración de la ciudad se sostenía en una lógica financiera que pretendía la reconstrucción total del centro de Marsella.(33)
Montricher, el ingeniero que tuvo el papel más activo en la preparación del proyecto, aseguraba en 1857 que:
El centro de Marsella tenderá a desplazarse () la situación más favorable para la población comerciante e industrial será el emplazamiento ocupado hoy por los barrios antiguos.(34)
La apertura cruzada de varias vías en el centro de Marsella tenía que dar lugar a una "régénération" total de la ciudad. Ésta era finalmente la ambición del proyecto presentado por el también ingeniero Gassend a las autoridades locales, completando así el trabajo de Montricher, su predecesor. Mientras este proyecto era discutido por diferentes instancias administrativas, ya se habían iniciado las obras de apertura de la "rue Imperiale", aprobada con anterioridad, la cual se convertirá en el trazado más importante dejado por la haussmannización en el centro de Marsella. De todos modos el proyecto presentado por Gassend (ver figura 1) era más ambicioso, y tenía como condición principal la de integrar la apertura de esta nueva gran vía en construcción en un plan general de reforma de los barrios antiguos. Como él mismo aseguraba en 1867:
La "rue Impériale" (...) no ha sido una obra aislada, impuesta;
sino que forma parte de una concepción más general que se
extenderá a toda la ciudad antigua.(35)
Figura 1 Marsella, proyecto Montricher y Gassend, 1858
La solución del ingeniero fue la de utilizar el trazado de la "rue Impériale" como eje articulador de su proyecto de reforma, de tal modo que, mediante el cruce de cuatro grandes vías, ideó una gran plaza con forma de estrella en el centro mismo de la ciudad. Dicho proyecto implicaba a su vez la reconsideración del carácter cívico del centro de la ciudad y su utilización para la mejora de los servicios públicos, así, se construirían edificios oficiales como la Prefectura y el Palacio de Justicia, centros culturales como la Biblioteca y el Palacio de Bellas Artes, además del mantenimiento de diversos edificios de carácter histórico y religioso.(36)
Sin embargo, el carácter destructivo de dicho proyecto se puso rápidamente de manifiesto. Basta echar una ojeada a los costes económicos y sociales de la simple apertura de la "rue Impériale" para darse cuenta de la escala que estaba adquiriendo dicho programa de reforma. De acuerdo con Marcel Roncayolo, el alcance financiero de las operaciones fue completamente infravalorado, lo que dio lugar a sucesivos acuerdos especulativos para financiar la intervención. En sus propias palabras:
En 1866, el célebre comentarista Bailleux de Marisy subrayó el carácter imponente de la operación de la "rue Impériale" (935 casas destruidas, 16.000 habitantes expulsados, 100.000 m2 expropiados), pero también la audacia y los riesgos de la combinación de conjunto (). Si los trabajos de construcción han sido realizados con rapidez, las bases financieras de la Compañía no se han sostenido. El fracaso en los negocios de Pereire, después de la caída de Mirès, evidencia que es Marsella la que se encuentra en la línea de falla.(37)
El fracaso de la haussmannización en Marsella, tal como ha sido examinado por Roncayolo, se ha atribuido principalmente al papel desempeñado por las fuerzas sociales en el cambio de las estructuras urbanas. Él mismo distingue cuatro elementos principales que dieron lugar a esta situación: en primer lugar, el papel desempeñado por los poderes central y local; segundo, las relaciones entre propietarios y las compañías financieras; tercero, las fuerzas de mercado y los desplazamientos de población; y finalmente, la evolución social de la vida urbana en la Marsella del siglo XIX.
Para Roncayolo, la naturaleza ambigua de las relaciones entre la política local y el Estado fue en parte responsable del fracaso de los proyectos de reforma urbana. En los primeros proyectos para la "régénération" del centro de Marsella, las autoridades locales eran perfectamente conscientes de los límites financieros que imponían este tipo de intervenciones. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo, el éxito de la experiencia de París generó un consenso de Estado para la designación sistemática de estos proyectos como obras de utilidad pública, la contratación de préstamos y la gestión presupuestaria. Fue la suma de estos consensos la que llevaría al municipio de Marsella a decidir tales intervenciones. Sin embargo después de los múltiples fracasos financieros y la deuda pública generada, los proyectos tuvieron que ser abandonados definitivamente.(38)
La cobertura financiera de tales intervenciones estaba en principio asegurada a través de las inversiones de grandes compañías que actuaban a escala nacional, o a través de la acumulación de grandes cantidades de capital local. Los diferentes intereses que movían a ambos tipos de inversores generaron numerosos desacuerdos sobre las mejoras necesarias para la reforma del centro de la ciudad. Además, a escala local (contrariamente a lo sucedido en París, como capital del Estado), los derechos de la propiedad privada marcaron unos límites importantes a cualquier iniciativa de especulación sistemática.
Las fuerzas del mercado y la evolución social de la ciudad también generaron a su vez resistencias a la "régénération" del centro urbano de la ciudad. La segregación espacial y social de la ciudad que había tenido lugar con la extensión urbana de finales del siglo XVIII todavía mantenía el espacio residencial de las clases medias en áreas relativamente céntricas de la ciudad. Lo que no impedía, además, que cada año el centro de la ciudad atrajera grandes cantidades de población inmigrante acentuando la percepción de congestión e insalubridad. En este sentido, la división social del espacio urbano actuó como freno para atraer la población y las inversiones necesarias para la construcción de un centro residencial y comercial renovado en los barrios antiguos de la ciudad.(39)
Los límites impuestos a la haussmannización del centro de Marsella quedan todavía más claros a la luz del curso que tomaron los acontecimientos. En los años 1860 la "rue Impériale" fue abierta reduciendo, por problemas financieros, su escala inicial. Mucho después se terminó la modesta intervención de la "rue Colbert". La renovación del "quartier de la Bourse", una vez terminada completamente su demolición en 1918, dejó un enorme vacío constructivo en el centro de Marsella hasta su reconstrucción en 1970.
El "risanamento" de Nápoles
Sventrare Napoli? Credete che basterà? Vi lusingate che basteranno tre o quattro strade attraverso i quartieri popolari, per salvarli? Vedrete, vedrete, quando gli studi, per questa santa opera di redenzione, saranno compiuti, quale verità fulgidissima risulterà: bisogna rifare.(40)
La publicación de Il Ventre di Napoli, libro de donde procede la cita anterior, fue la reacción de la periodista y reformadora social Matilde Serao a las famosas palabras del ministro italiano Depretis, "bisogna sventrare Napoli", para mejorar las condiciones sociales y sanitarias de la ciudad. Una vez finalizada la violenta epidemia de cólera de 1884, los llamamientos para la reforma urbana de los viejos barrios del centro de la ciudad alcanzaron sus mayores cotas de intensidad. Como veremos, la proyección de un mal ejecutado plan de reforma en aquellos años, determinará el desarrolló del centro de Nápoles hasta nuestros días. La resistencia al cambio de los barrios antiguos del centro de Nápoles ha sobrevivido a diferentes proyectos que intentaron su reforma. El último de ellos, proyectado después del terremoto de 1980, se encontraba discutiéndose todavía en 1989. Como ha indicado. Daniela Lepore:
Los autores del volumen de 1988 eligen desde el título una nueva palabra para designar el conjunto de las hipótesis avanzadas: "regenerazione", vocablo extraño al léxico de la urbanística y al de la experiencia napolitana. La elección no parece casual sino dotada de una voluntad de ruptura: marcar una diferencia respecto a "sventramento", "risanamento", "diradamento", "recupero", esto es, a los términos que han representado episodios muy discutidos o solo soñados.(41)
La posición periférica de la ciudad de Nápoles en el nuevo orden establecido después de la unificación política de Italia, y las estructuras urbanas y sociales heredadas por esta ciudad capital del antiguo régimen, fueron los problemas principales con que tuvieron que enfrentarse la prácticas modernas de reforma urbana.(42)
Previamente a la Unificación, se habían ya realizado diferentes planes para la apertura de nuevas vías en el centro de la ciudad como la "via Toledo" en el siglo XVI, o la "via Duomo"; sin embargo, el proyecto de reforma de los años 1880 se caracterizó por el interés de alcance nacional que adquirió el proyecto. Como veremos los actores más dinámicos a lo largo de todo este proceso fueron los higienistas y los ingenieros, así como los representantes políticos.(43)
El "risanamento" de Nápoles fue el resultado de la dificultad de articular dos aspectos importantísimos del espacio urbano: la estructura de la propiedad privada, y las condiciones de insalubridad a las que estaban expuestas algunas áreas centrales de las ciudades europeas decimonónicas. Ya desde 1865 se estudiaba en Italia la posibilidad de promulgar una legislación específica para los centros urbanos, a través de una ley de expropiación forzosa, y la regulación y mejora de las condiciones sanitarias de las ciudades. Además es preciso señalar que los problemas derivados de la reforma de las ciudades italianas fueron una preocupación constante por parte de la administración del Estado. El 14 de diciembre de 1884 una comisión parlamentaria presidida por el primer ministro Depretis presentó una nueva ley llamada: "Per il Risanamento della Città di Napoli". La contribución principal de esta legislación, que posteriormente se amplió a todas las ciudades italianas mayores de 100.000 habitantes, fue la de igualar la regulación de la higiene y la reforma urbana, a los estándares de otros países y ciudades europeas.(44)
En palabras del Senatore Brioschi, un destacado representante político de la época:
Basta recorrer este listado, que comprende las reformas higiénicas y constructivas efectuadas en las ciudades de Berlín, París, Londres, Bruselas, Amberes, Amsterdam, Lyon, Marsella, y en otras menores, para reconocer el inmenso trabajo de saneamiento y de transformación que se ha conseguido en numerosas ciudades y capitales de Europa, y cuantas enseñanzas podemos extraer de la experiencia de otros países civilizados, y de los sistemas aplicados en otros lugares.(45)
El plan del ingeniero Giambarba para el "risanamento e ampliamento di Napoli" (ver fig.2), fue desarrollado y puesto en práctica con el acuerdo del gobierno italiano y la participación de capital financiero procedente del norte del país, la "Società per il Risanamento di Napoli". Dicho plan lo componían cuatro proyectos principales: en primer lugar, el proyecto llamado "Rettifilo" consistía en la apertura de una gran vía, de 50 metros de anchura, entre "via Medina" situada en el centro de la ciudad y la estación del ferrocarril. A lo largo de la misma 16 nuevas calles serían abiertas, trazando una retícula perpendicular sobre una maraña de calles estrechas en los barrios de "Porto" y "Pendino". El segundo proyecto, llamado el "Tridente", preveía la apertura de dos avenidas que, partiendo de la estación del ferrocarril, una conectaría la estación con el centro comercial de "Carbonara", abriéndose paso a través del área popular de "Forcella". La otra, diseñada como un centro administrativo de gobierno, sería cortada a través del distrito de "Mercato" mediante demolición extensiva. El tercer proyecto, también relativo al distrito de "Mercato" preveía la demolición de vivienda insalubre mientras trazaba una larga avenida siguiendo la línea de costa del puerto. Finalmente, el último proyecto preveía la construcción de nuevos distritos residenciales más allá de las colinas conectados con el centro mediante ferrocarril y tranvías.(46)
Fig.2 Nápoles, proyecto Giambarba, 1884
Los trabajos empezaron tarde y mal, si debemos confiar en el programa oficial establecido para el desarrollo de la intervención. Entre los años 1889 y 1891, después de cinco años de trabajo intensivo las principales áreas de la ciudad afectadas por el proyecto fueron demolidas, produciendo el inevitable éxodo de población hacia otras partes de la ciudad. Sin embargo, y de manera inesperada, la compañía encargada de la operación desestimó en 1894 la posibilidad de llevar a cabo todos los proyectos previstos, y dejó clara su intención de reducir drásticamente la escala de la intervención. Una vez el gobierno local aceptó estas condiciones, se renunció a gran parte de la reestructuración del distrito de "Mercato", de una gran parte del área de "Pendino", y a otra gran parte de "Vicaria".(47)
La quiebra de los intereses económicos que implicó el abandono de la replanificación total del centro de la ciudad, golpeó duramente a sus habitantes que se encontraban a la mitad de los proyectos necesarios para conseguir las mejoras sanitarias del "risanamento" de Nápoles. Como en el caso de Marsella, el fracaso fue debido en gran medida a la dislocación entre los intereses económicos, y los lentos pasos ofrecidos para el desarrollo de un mercado local de las operaciones. Marcella Marmo, que analizó las implicaciones económicas en la aplicación de dicho plan de reforma urbana, ha indicado que:
(...) Al fracaso de estas operaciones inmobiliarias sobre el plano financiero corresponde el fracaso del "risanamento" sobre el plano social y, parcialmente, sobre el plano urbanístico.(48)
En este sentido, la poca atención prestada por los promotores económicos del proyecto a la construcción de viviendas asequibles para la población expulsada de los barrios populares del centro, tal como había sido previsto, y la falta de interés de los "notables" locales para cambiar su residencia por otra en el centro de la ciudad, fueron las causas determinantes del fracaso de dicho programa de reforma. En medio de acusaciones de corrupción e ineficiencia, el Gobierno central se hizo cargo de la "Società del Risanamento", iniciando las investigaciones pertinentes. De todos modos, el "risanamento" de Nápoles dejaría para siempre un rastro indeleble en la estructura urbana y social de la ciudad.
Así el desarrollo global de la operación, acompañado siempre de innumerables incertidumbres políticas, fue valorado negativamente por la parcialidad de las intervenciones, el abandono de los proyectos, y la despreocupación financiera. Los planes iniciales de la intervención urbanística de redujeron a la apertura del "corso Umberto I" y la "via Guglielmo Sanfelice". Los edificios construidos en estas avenidas se destinaron principalmente a un uso público, la Bolsa y la Universidad, y comercial, la construcción de la "galleria Umberto I" debe también vincularse a este periodo. El impulso inicial para la reforma urbana del centro de Nápoles, que era la condición insalubre en que vivían la mayoría de las clases populares que habitaban en esos barrios, se limitó a la construcción de un polo direccional a través de los barrios antiguos de la ciudad.(49) Un mayor nivel de viabilidad y la mejora de los servicios comerciales fueron los únicos hitos del "risanamento" de Nápoles.
La "reforma" de Barcelona
¿Cómo no han de haber sido, pues, de siempre la reforma de las ciudades, si han pasado por los cambios necesarios para conseguir que las plazas de guerra -baluarte de la opresión ó defensa de las veneradas libertades, dentro de cuyos muros encontraron risueño oasis donde cobijarse- vengan á convertirse en centro de las artes, templo de las letras, cátedra de la ciencia, certamen de las industrias todas, bazar inmenso donde se reúnen los productos de todos los países para dar brillante muestra de progreso y bienestar en los modernos tiempos? ¿Cómo no han de haber sido, cómo no han de ser de siempre las reformas de Barcelona?.(50)
De modo parecido a como hemos visto para los casos de Marsella y Nápoles, en Barcelona, la reforma urbana del centro de la ciudad también fue apasionadamente discutida durante la segunda mitad del siglo XIX. El legado urbanístico pre-industrial de la ciudad se encontraba en proceso de transformación a través del crecimiento exterior de la ciudad iniciado después de la demolición de sus murallas. En este caso las discusiones sobre la reforma urbana del centro de la ciudad, se centraron en la necesidad de conseguir la integración viaria con su ensanche. Mientras el ensanche se convertía en una realidad y en una de las partes más apreciadas de la ciudad, el contraste con las partes antiguas se hacía cada vez más evidente. De hecho, a pesar de los numerosos proyectos desarrollados para la "reforma" de Barcelona, ésta fracasó también en la consecución de sus ambiciones iniciales de transformación completa del centro de la ciudad. Tenemos que esperar hasta los años 1980 y especialmente después de la organización de sus JJ.OO. en 1992, para encontrar de nuevo el desarrollo de obras públicas con la intención de completar los proyectos de reforma urbana iniciados en el siglo XIX.(51)
Inicialmente, el plan ideado por Ildefonso Cerdá para la extensión de la ciudad denominado "Proyecto de Reforma y Ensanche de Barcelona" fue elaborado como respuesta al problema de la superpoblación de la ciudad encerrada dentro de sus murallas. Sin embargo uno de los aspectos más desconocidos del plan de ensanche de Barcelona es que a su vez implicaba la apertura de al menos tres grandes vías en el centro de la ciudad, con la intención de integrar en un mismo esquema circulatorio: el ensanche, el puerto y la ciudad antigua (ver fig.3). En palabras del mismo Cerdá:
La abertura de estas grandes vías al través de la Ciudad antigua según las direcciones de los vientos más saludables, proporcionará ancho paso a la luz, al aire, a los hombres y a las mercancías, y traerá la salubridad, el bienestar y la riqueza a toda la población. Aumentando la prosperidad en todos los barrios para los cuales la mala disposición de las calles es hoy día una barrera para el Comercio y la circulación, vendrá a compensar e indemnizarles de los daños que han experimentado las carreteras a causa de los caminos de hierro y por el establecimiento de las garas en puntos que han venido a operar una cambio en la dirección en el movimiento interior de la ciudad.(52)
Fig.3 Barcelona, proyecto Cerdá, 1859
De todos modos, los intentos de Cerdá por mejorar y modernizar la estructura urbana del centro de la ciudad llevó a transformaciones menores del mismo. Esto fue debido en gran medida al sistema de expropiación forzosa por aquel entonces vigente en España, que no permitía la intervención en centros urbanos. Esta situación era el resultado directo de las interpelaciones de las asociaciones de propietarios y comerciantes promoviendo que no se aplicaran los principios legales del "ensanche" al interior de la ciudad. En este sentido el proyecto de "Reforma y Ensanche" ideado por Cerdá se redujo a la planificación de la extensión de la ciudad, quedando consecuentemente abandonada la idea de la reforma urbana.
No sería hasta la década de 1870 cuando es posible encontrar un interés renovado por parte de las autoridades locales para llevar a cabo la "reforma" de Barcelona. En esa fecha la transformación urbana de ciudades francesas como París, Lyon y Marsella, donde apenas había finalizado la apertura de la "rue Impériale", eran ya bastante familiares en Barcelona.(53)
Durante estos años, además, la necesidad y los límites de la reforma urbana eran uno de los aspectos urbanísticos mas extensamente discutidos en el municipio.(54)Sin embargo era necesario la elaboración de una nueva ley de expropiación forzosa que permitiera la intervención en centros urbanos, y la revisión de la "ley de ensanches" elaborada a mediados de los años 1860, para que la reforma interior de Barcelona y la de otras ciudades españolas se convirtiera en realidad.
Estos interminables debates jurídicos fueron finalmente articulados en 1879, a través de la intervención de Angel José Baixeras. La principal contribución de Baixeras fue una moción para extender los principios de utilidad pública de los proyectos de ley de expropiación forzosa a la áreas urbanas mientras la ley era discutida en el Parlamento. Ramon Grau, comentando el alcance de esta ley, ha indicado que:
De este modo, la ley Danvila-Baixeras recupera punto por punto el programa económico de reforma interior de Cerdá y representa, por supuesto, únicamente un triunfo relativo de las tesis municipales barcelonesas. Ciertamente parece un instrumento eficaz para desbloquear la gran obra de regeneración, pero el beneficiario de las nuevas facilidades no es el Ayuntamiento sino la empresa capitalista, la única capaz de afrontar siultáneamente todas las indemnizaciones.(55)
La articulación de esta nueva ley de expropiación permitió a Baixeras, que a su vez era el autor de un proyecto de reforma que modificaba parcialmente el de Cerdá, presentar sus ideas para la "reforma" de Barcelona (ver fig.4). El proyecto tenía como objetivo principal el de reconstruir completamente el centro de la ciudad de acuerdo con los nuevos preceptos incorporados en la nueva ley de expropiación. El punto de partida de Baixeras, similar al de Cerdá, era el de trazar tres grandes vías a través de los barrios antiguos de Barcelona, a lo que él añadió el desarrollo progresivo de manzanas regulares de edificios.(56)
No en vano, su ambición era la de integrar la estructura urbana del centro de la ciudad con los modelos innovadores propuestos por Cerdá en su ensanche.
Fig.4 Barcelona, proyecto Baixeras, 1881
De todos modos, la presentación de dicho proyecto que debía ser promovido y sostenido por instituciones privadas, fue objeto de acaloradas discusiones en todos los niveles de su procedimiento administrativo. Entre 1879 y 1889, el año en que el plan fue finalmente aprobado por el gobierno central, las asociaciones de propietarios de Barcelona pretendieron eliminar los cambios introducidos en la nueva legislación de expropiación forzosa. Los argumentos utilizados en defensa de los intereses de la propiedad oscilaban entre los que pretendían la anulación de la declaración de utilidad pública para el proyecto Baixeras, o los que sostenían que las vías de reforma trazadas por Cerdá en su proyecto habían sido definitivamente aprobadas con la aceptación de su proyecto de ensanche. En este sentido las intervenciones de "reforma" de la ciudad tenían que ejecutarse de acuerdo con este proyecto, que en aquel contexto representaba mejor los intereses de los propietarios.(57)
El papel ambiguo desempeñado por el municipio en estos debates, a pesar de que inicialmente daba su apoyo al proyecto presentado por Baixeras, fue debido a la sistemática oposición recibida por parte de las asociaciones de propietarios y un importante número de comerciantes e industriales locales. Los límites locales para la consecución de la reforma de la ciudad, que no recibió el apoyo ni del Estado ni de los propietarios, a la vez de que no disponía del capital requerido por proyectos de tal envergadura financiera, impidieron la realización del proyecto que tuvo que ser de nuevo abandonado esperando una mejora de la situación financiera del municipio.
Haría falta, pues, una resolución gubernamental con la elaboración de una nueva ley de expropiación forzosa en 1896, para introducir las reivindicaciones de industriales y propietarios en materia de compensaciones, y, de este modo, organizar un proyecto definitivo para la "reforma" de la ciudad. De hecho esta nueva ley, la "Ley de Saneamiento y Mejora de las Grandes Poblaciones", equiparaba la legislación española a la francesa e italiana en materia de obras de utilidad pública y expropiación forzosa en las grandes ciudades.(58)
En esta fecha, la idea original de una remodelación total del centro de la ciudad había sido abandonada, siguiendo las nuevas tendencias historicistas introducidas por el urbanismo alemán de finales de siglo.(59)De hecho se renunció al proyecto Baixeras, que la municipalidad adquirió en propiedad, y a principios del siglo XX se procedió a la apertura una única gran vía, la "gran via Layetana" de características muy similares a las observadas en los casos de Marsella y Nápoles.(60)
Conclusión
Los ejemplos de los límites impuestos y el fracaso de los proyectos
de "régénération", "risanamento" y "reforma" para
los tres casos estudiados, ha mostrado las complicaciones que caracterizaba
la puesta en marcha de estos proyectos de transformación urbana
radical en ciudades no capitales a finales del siglo XIX. El análisis
histórico de tales fracasos nos ha permitido subrayar el papel activo
de las diferentes fuerzas sociales protagonistas. Sin embargo, cabría
preguntarse porqué, si los límites eran tan obvios, los intentos
de remodelación completa de los centros históricos fue tan
generalizada. El fracaso del modelo parisino de reforma urbana, extendido
por todo el continente y, como hemos visto, aplicado a los casos concretos
de Marsella, Nápoles y Barcelona, es comprensible únicamente
a partir de los límites locales impuestos a los impulsos y tendencias
de "destrucción creadora" presentes en el urbanismo europeo de finales
del siglo XIX.
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Notas
1. En este sentido Allan Pred ha señalado que: "When all is considered, the secret of capitalism's revolutionary capacity, the secret of capitalism's repeated self-invention, the secret of capitalism's ability to survive crisis of over-investment and excess production capacity, lies in acts of creative destruction", PRED (1995), p.78.
5. Nathan Rosenberg ha señalado el papel de la innovación tecnológica en los análisis schumpeterianos, al mismo tiempo que los conectaba con los de Karl Marx, ROSENBERG (1994), pp.58-59; ver también HALL and PRESTON (1988).
6. PRED and WATTS (1992), p.107.
7. HARVEY (1985), p.178. La traducción de todos los textos citados en el artículo son del autor.
12. SENNETT (1994), pp.324-325.
13. VIDLER (1978), citado en HARVEY (1985), p.178.
18. Ver CAMPOS MARÍN (1995), MURARD et ZYLBERMAN (1996) y GIOVANNINI (1996).
19. RONCAYOLO (1983), p.99, ver también RONCAYOLO (1985).
24. Para una historia del desarrollo legislativo de la expropiación forzosa por utilidad pública en Francia, donde fue primeramente articulada, Italia y España, ver LACCHE (1995), LACAVE (1983), y BASSOLS (1973).
27. Ver los capítulos dedicados a Lyon y Marsella en PINOL (1996).
28. Para la difusión de la haussmannización en Italia, ver GRAVAGNUOLO (1991), pp.28-31.
29. Ver RUIZ PALOMEQUE (1976).
30. Ver los artículos dedicados a Valencia, Granada y Málaga en GUÀRDIA, MONCLÚS y OYÓN (1994).
31. Elisée Reclus (1877); citado en RONCAYOLO (1990), p.85.
33. RONCAYOLO (1996), pp.456-457.
34. Citado en RONCAYOLO (1996), p.457.
35. Citado en RONCAYOLO (1996).
40. Matilde Serao (1884); in SERAO (1995), p.12.
42. Para la evolución social y demográfica de Nápoles, ver PETRACCONE (1974).
43. Sobre el papel desarrollado por higienistas e ingenieros in el desarrollo de la reforma urbana en Italia, ver ZUCCONI (1989) y DE LUCA (1991).
44. BIOCCA (1992), p.457, ver también LACAVE (1983).
45. "Atti Parlamentari, Senato del Regno", 10 gennaio 1885, citado en PICCINATO (1989), p.50
47. BIOCCA (1992), p.460, ver también ALISIO (1980).
48. MARMO (1976), p.149-150, ver también MARMO (1977).
50. TORT Y MARTORELL (1880), p.10.
51. Ver la sección "Ciudades" del periódico barcelonés La Vanguardia, domingo 19 de Enero de 1997.
53. Ver TORT Y MARTORELL (1880).
54. Ver SÁNCHEZ DE JUAN (1998).
55. GRAU (1988), p.295/31, ver también BASSOLS (1973), p.331-354.
57. SÁNCHEZ DE JUAN (1998), p.405.
58. BASSOLS (1973), p.385-395.
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