Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788]. 
Nº 26, 1 de septiembre de 1998.

REESTRUCTURACIÓN DE SERVICIOS ESENCIALES: LA ENERGÍA EN LA CIUDAD

Simon Guy y Simon Marvin*.
Centre for Urban Technology. Universidad de Newcastle.

(Traducción de Mercedes Arroyo


Indice

Resumen y palabras clave
Abstract and Key words
Agradecimientos
Introducción
Redes deterioradas - bloqueos
Reconfiguración de los contextos de acción
Dualización socio-medioambiental
Conclusiones - Hacia nuevas estructuras de consumo de servicios 



Reestructuración de servicios esenciales: la energía en la ciudad (Resumen)

Este artículo examina críticamente los efectos de la privatización y de la liberalización del suministro de electricidad en los hábitos de consumo energético. Analiza la reconstrucción comercial de la industria eléctrica en el Reino Unido en los últimos cuatro años, y muestra que los intereses de la producción y el consumo están transformando el mercado de los servicios públicos; se diferencia el valor de los recursos, distinguiendo entre los distribuidores por medio de infraestructuras y los consumidores de servicios jerarquizados. Se muestra como este proceso da lugar a nuevas formas de dualización socio-técnicas a medida que las compañías de servicios, frecuentemente involucradas en la protección del medio, se interesan más activamente en los mayores consumidores, mientras que se desvinculan de los consumidores de bajo poder adquisitivo con lo que se acentúa la polarización social.

Palabras clave: infraestructuras urbanas, electricidad, redes eléctricas, privatización de servicios públicos, gestión de la demanda, reestructuración de servicios públicos, servicios públicos, privatización, público/privado, geografía de la electricidad.



Restructuring essential services: energy in the City (Abstract)

This paper critically examines how privatisation and liberalisation of electricity provision is reconstructing energy consumption practices.  The paper discusses the commercial reconstructing of the electricity industry in the UK over the last 4 years, illustrating how a re-configuration of production and consumption interests is transforming the utility marketplace; differentiating the value of resource units, distinguishing between infrastructure suppliers and stratifying utility consumers.  This process is shown to be resulting in new forms of socio-technical dualisation as utility companies actively engage with lucrative customer's often leading to enviromental benefits, while dis-engaging from unprofitable customer's, heightening social polarisation.

Key words: electricity, urban infrastructures, electrical networks, privatisation of public utilities, demand management, public utilities restructuration, geography of electricity, public services, public/private, supply/demand.



Agradecimientos

Una primera versión de este artículo fue presentada en el Seminario IRNES sobre redes de servicios y cambio ambiental, Universidad de Newcastle, el 26 de junio de 1997. La investigación en que está basado el mismo ha sido financiada por el Programa sobre Cambio Ambiental Global en la tercera fase del ESRC. 



Introducción

Las ciencias ambientales no han prestado suficiente atención a los temas importantes para el desarrollo de teorías y políticas sobre el consumo sostenible: temas que se refieren al lugar cambiante y al significado del consumo doméstico, el cambio en el suministro de bienes y servicios desde una situación de oferta pública, regulada por el Estado, a otra basada en una oferta privada, organizada por el mercado, y las nuevas formas de desigualdad que entraña la moderna cultura del consumo (Spaargaren, 1994).

La privatización y liberalización de las redes de servicios han revolucionado el abastecimiento y el uso de los recursos esenciales. Han cambiado radicalmente las lógicas establecidas para la gestión de infraestructuras, en las que las unidades fijas de energía y de agua se facilitaba a costes estandarizados como parte de una obligación universal de servicio. En la actualidad, observamos la aparición de una nueva lógica de suministro de servicios públicos en la que los recursos infraestructurales esenciales han venido a diferenciarse gradualmente en el espacio y en el tiempo en términos de coste, utilidad y calidad. Estos cambios han comportado complejos y contradictorios efectos medioambientales. Evitando la lógica espacialmente homogeneizada y técnicamente estandarizada de los sistemas de infraestructuras nacionalizados, las compañías privadas de servicios públicos, están desarrollando, dondequiera que sean rentables, redes de infraestructura para atender a las necesidades del mercado local. Equilibrando la oferta y la demanda, en y entre redes locales, las empresas de servicios pueden maximizar sus beneficios mientras minimizan y/o retardan las inversiones adicionales en la capacidad de la oferta. Al mismo tiempo, el proceso de liberalización junto a los avances tecnológicos en las técnicas de medición amplía de manera selectiva las preferencias del consumo sobre los servicios públicos. Por ejemplo, la consulta de las tarifas de precios mediante los actuales sistemas informáticos de doble vía, permite a las empresas de servicios y a sus usuarios más importantes identificar el nivel y el coste de la oferta y de la demanda de electricidad en tiempo real, y a partir de ello, reorganizar los modelos de consumo. Este proceso conduce gradualmente al tratamiento de la energía como un producto comercial (Berrie and Hoyle, 1985).

Sin embargo, ha existido relativamente escaso interés por parte del mundo académico o de las administraciones públicas sobre las implicaciones ambientales de esos cambios y escasa apreciación sobre su probable impacto en las prácticas de consumo. Esa negligencia no es sorprendente si se tiene en cuenta el vínculo inexcusable que existe popularmente entre el aumento de la oferta de bienes y servicios y la progresiva degradación medioambiental. Robert Bocock ha mostrado claramente las "consecuencias medioambientales producidas por el creciente número de personas que son capaces de consumir una creciente variedad de bienes de consumo (Bocock, 1993). El consumismo, según el punto de vista de Bocock, es una poderosa droga social que ciega a los "consumidores" respecto del impacto medioambiental producido por los sistemas de producción. Como Bocock dice, los deseos de los consumidores

"una vez despertados, son difíciles de controlar socialmente. Por cada converso al medioambientalismo en Occidente, puede haber probablemente dos o tres nuevos consumidores producidos y socializados en algún lugar del mundo, y probablemente, más".

Tenemos, por supuesto, muchos ejemplos de explotación medioambiental que se deben insertar en el crecimiento exponencial del consumo. Mayores ventajas para viajar, aumento en la tasa de obsolescencia de muchos bienes de consumo, mayores niveles de contaminación asociados a los procesos de producción en expansión, etc. Este catálogo de perjuicios medioambientales ha llevado históricamente a bastantes ecologistas a preguntarse: "¿cuánto es bastante?" (Durning, 1992). Gran parte de la confusión parece haberse producido por la combinación de la mercantilización -la aplicación de un valor de mercado a los productos- y del consumismo, es decir, el consumo excesivo de bienes de valor de uso marginal. Sin embargo, una aproximación así al consumismo es profundamente reduccionista. Considerar el impacto medioambiental de un mercado de bienes y servicios en expansión como algo homogéneo para todos los sectores es estar ciego sobre los efectos diferenciales de los bienes y servicios comercializados. En lugar de esto, es importante localizar las oportunidades de y los límites para la innovación medioambiental creados por los procesos de comercialización en "sistemas de suministro" particulares, según las "diferentes relaciones entre las diversas prácticas materiales y culturales que incluyen las que afectan a las de producción, distribución, circulación y consumo " (Fine y Leopold, 1993, p.5). Una aproximación como ésta nos lleva a considerar el amplio contexto político, institucional, social, tecnológico y económico en el interior del cual se configuran las relaciones entre los intereses de la producción y el consumo.

Este artículo intenta identificar dichas oportunidades y limitaciones, examinando críticamente la privatización del sector de los servicios públicos en el Reino Unido y la forma en que se están reorganizando las prácticas de consumo de esos servicios. Huyendo de la admiración incondicional por el ecologismo, queremos concretar la mutua configuración de los intereses de producción y consumo en la industria de la electricidad. En esa línea analizamos las formas en que el cambiante contexto del suministro de servicios públicos está empezando a "ofrecer a las empresas de servicios la oportunidad para operar de una manera más consciente hacia el medio ambiente sin comprometer su viabilidad comercial" (Brown, 1991). En particular, indagamos la aparición de relaciones recíprocas y sincrónicas entre los productores de energías y los consumidores, haciendo notar las oportunidades ambientales que se encuentran enraizadas en ese nuevo contexto de aprovechamiento y de ahorro de energía. No obstante, posteriormente apuntaremos las crecientes tensiones entre las instancias sociales y medioambientales por medio de la identificación de los intentos de las empresas de servicios para reducir los costes de transacción vinculados al hecho de servir a clientes menos rentables.

Este artículo se estructura en torno a cuatro secciones:

1.- Las redes deterioradas. Observa un cambio en la lógica que conduce al desarrollo y la gestión de las redes de infraestructura desde una posición que otorga prioridad a la seguridad y al alcance geográfico de las redes de infraestructura, que ofrecen un 'producto' de servicio público estandarizado, hasta otra que oferta a medida los servicios públicos comercializados, variables en el espacio, en el tiempo y según diferentes clases de consumidores.

2.- La reconfiguración del contexto de acción. Analiza los nuevos contextos del uso de energía creados por la privatización y la liberalización del suministro de energía, e ilustra sobre la manera en que el cambio en las formas de compromiso entre los productores de energía y los consumidores estimula iniciativas para la eficiencia energética.

3.- Hacia una nueva estructura de consumo de servicios. Ilustra sobre cómo la 'mercantilización' de la electricidad da lugar a gradaciones distintas de compromiso entre consumidores más o menos rentables, de lo que se desprenden efectos sociales y medioambientales diferenciales.

4.- La conclusión. Analiza las implicaciones de la mercantilización de los servicios públicos y la generación de nuevos y diversos modelos de relaciones producción-consumo para la política medioambiental.

Redes deterioradas - bloqueos

Estrategias de Cambio

La trayectoria rápidamente cambiante de los negocios de servicios públicos británicos está comportando una constante remodelación de las condiciones que configuran las estrategias de suministro de electricidad. Estamos presenciando el cambio súbito que se está produciendo desde una lógica expansiva que llevó las redes de infraestructura a partir de una estandarización técnica y a una trayectoria de homogeneización espacial, hasta una lógica de diversificación, en la que las empresas privadas de servicios tratan de maximizar el valor comercial de sus redes. Un cambio desde las redes de energía crecientemente tecnificadas a redes de valor económico excedentario.

Ese cambio representa un paso de gigante para una industria tan monolítica como la eléctrica, que hasta hace poco estuvo dedicada a objetivos bastante diferentes. El crecimiento de la red de electricidad proporcionó un apoyo esencial para el desarrollo de la moderna industria británica. La nacionalización creó una red unificada conducida por una fuerte orientación hacia la oferta. Las obligaciones de un servicio universal y la transferencia de subvenciones desde los grandes a los pequeños consumidores permitieron la extensión de la red en áreas residenciales y rurales. Los centros de distribución regional ayudaron al incremento de los niveles de conectividad y aumentaron la demanda a través de las técnicas de mercado y de las ventas de productos. La industria asumió que los niveles de crecimiento de consumo de electricidad en el sector doméstico estaban basados en la difusión de esas aplicaciones y en amplios niveles de crecimiento económico. Fundamentadas en economías de escala en constante incremento, se hicieron inversiones en grandes infraestructuras de suministro para anticiparse al crecimiento de la demanda. La expansión de las capacidades de generación y de transmisión representaban "visibles y atractivos signos de progreso" (Berrie, 1992, p.xx), y en los siguientes veinte años después de la segunda guerra mundial, la capacidad de generación se multiplicó por diecisiete (Reid & Allen, 1970). El creciente alcance de las redes y la unificación de tarifas crearon un nuevo espacio económico nacional en el que se suavizaron las diferencias en el coste y en la calidad de los servicios que caracterizaron el primer desarrollo de las redes. La lógica de la gestión de la red orientada hacia la oferta significó que hubo escasa diferenciación social o espacial en el tratamiento de los consumidores de electricidad por parte de los servicios nacionalizados (Guy, 1994; Guy & Marvin, 1995c).

La privatización de la energía

La privatización y la liberalización del mercado de los servicios, sin embargo, reorganizó radicalmente el espacio regulador y comercial en el que operaban tanto las compañías de electricidad como las de servicios. Enfrentándose a los rigores de la competencia, y guiadas por la necesidad de generar beneficios, las compañías de servicios han tenido que desarrollar, hoy, una nueva gama de estrategias específicas para la expansión y la gestión de sus redes. Antes de rebajar sus fondos de inversiones, establecer tarifas o simplemente ofrecer servicios, las nuevas iniciativas deben contar primero con el coste local del suministro de recursos, que variará en el tiempo y en el espacio, y entre diferentes clases de consumidores.

Algunas variaciones recientes en el régimen regulador que domina los precios de la electricidad ilustran sobre el cambiante espacio económico en que se encuentran actualmente las compañías de servicios. En primer lugar, la estructura de precios que determina el coste del suministro de la electricidad limita hoy el volumen de beneficios y reduce el incentivo para ofrecer meramente más "producto". Según los últimos controles sobre el precio de los suministros, sólo un 25% de los ingresos estarán relacionados directamente con el número de unidades vendidas. Esto reduce la unidad a menos de una quinta parte de su nivel anterior (Offer, 1993). Casi simultáneamente, la nueva estructura de precios que domina el negocio de distribución de electricidad ha reducido el volumen de incentivos en un 50% (Offer, 1994b). El nuevo control de precios de la oferta también garantiza a las REC(1) un ingreso adicional de una libra esterlina por consumidor para los próximos cuatro años (el tiempo que se ha estipulado para ese control) con el objetivo de financiar proyectos de eficiencia energética (Offer, 1993). En los próximos cuatro años, se obtendrán cerca de cien millones de libras para financiar esos nuevos proyectos de eficiencia energética (Offer, 1993). Al mismo tiempo, se han introducido nuevos 'estándares de rendimiento' para controlar el consumo de eficiencia energética. Las REC esperan ahorrar un total de consumo de eficiencia energética de más de 5.000 gigawatios/ hora (GWh) hasta el 31 de marzo de 1998. Estos estándares serán controlados por el Energy Saving Trust (Offer, 1994a). Esa iniciativa reguladora también animará a los servicios de electricidad a abandonar, o al menos a diferir, la inversión en el campo del suministro. Con el mercado del gas abierto a la competencia desde 1995, y animando a las REC a la diversificación (y definitivamente abandonada la necesidad de promover la electricidad por encima del gas), la carrera para extender simplemente los usos de la electricidad parece caducada.

Estos cambios económico-reguladores han reenfocado las estrategias técnico-comerciales de las Compañías Regionales de Electricidad, y obligan a modificar las características locales del uso de energía (Mickle, 1993). La reducción de los beneficios derivados de la relación entre el volumen del suministro y el de la distribución parecen indicar que habrá de encontrarse nuevas fuentes de ingresos para que las curvas de los beneficos vuelvan a los niveles anteriores de crecimiento. Además, como los clientes que consumen más de 100 kW, pueden escoger hoy su suministrador sin tener en cuenta su localización(2), y con ello cuesta "cinco veces más atraer un nuevo consumidor en lugar de retener a uno ya existente"(3), las compañías regionales de electricidad están buscando frenéticamente incorporar a los mayores más lucrativos clientes a la red local. Por consiguiente, las REC están ofreciendo nuevas formas de "servicios energéticos" a los clientes importantes para evitar que éstos actúen de manera errática (Graham & Marvin, 1994). Para ganar nuevos clientes y para promover un sentido de "lealtad de marca" en los clientes ya existentes, las REC ofrecen en la actualidad diversos servicios, como auditorías de energía, más afinados perfiles de demanda y multiplicidad de tarifas (Owen, 1994). Esas nuevas ofertas energéticas pueden animar a los consumidores a modificar sus modelos de demanda, sus "perfiles de carga", para conseguir importantes ahorros de electricidad (Bennell, 1994). Como señala Weinberg, las empresas de servicios "han aprendido que su supervivencia en un mundo competitivo depende de la habilidad para entender qué es lo que sus clientes desean" y que "los clientes no están necesariamente interesados en obtener un bajo precio del kilowatio/hora, sino un bajo coste y un servicio energético de alta calidad" (Weinberg, 1994, p. 291).

Por otra parte, en 1998, un mercado de electricidad abierto para toda clase de usuarios acelerará la batalla competitiva entre las REC, y entre éstas y otras compañías de servicios. Eso significa que el crecimiento del mercado será más difícil. Incapaces de confiar únicamente en el incremento de la tasa de beneficio, las empresas de servicios tendrán que considerar la eficiencia de sus propias redes para aumentar la rentabilidad. Ese es un importante cambio. En la "era del monopolio" los gestores del área pública, responsables del suministro eléctrico regional, eran menos sensibles a los perfiles de la demanda de su clientela básica. El perfil de la demanda caía bajo la responsabilidad del Central Electricity Generating Board, que ponía más énfasis en evitar espectaculares "apagones" que en el menos evidente compromiso de las pérdidas en la distribución (Berrie, 1992, p.xx). Con la inversión en nuevas infraestructuras, ahora en manos de las REC, se presta más atención a la eficiencia operacional de las redes de distribución que alimentan el suministro de electricidad. En tanto que una demanda uniforme y predecible ha sido siempre el principal objetivo al planificar la producción de electricidad (Nye, 1992), las Compañías Regionales de Electricidad tienen especial interés en minimizar las pérdidas de distribución para evitar una innecesaria compra de electricidad por parte del "consorcio" nacional. Esto está estimulando formas refinadas de gestión de las redes de distribución regionales. Se ha hecho los mayores esfuerzos para ajustar los perfiles de la demanda de los elementos espaciales interconectados con los perfiles más suaves de la demanda local, con lo que se pueden minimizar las pérdidas de "electrones" que pudiesen ser traducidos en ganancias.

La reconfiguración de los contextos de acción

La privatización, por tanto, ha reorganizado radicalmente las prioridades y las prácticas de las compañías eléctricas. La competencia, la necesidad de extraer beneficios mayores de las redes para satisfacer los intereses de los accionistas y la creciente presión reguladora para reemplazar las estrategias relacionadas con la cantidad por las iniciativas para incrementar la red y la eficiencia de uso-final, han servido para borrar la imagen de la electricidad como un bien nacionalmente homogéneo. En lugar de eso, el coste y el estilo del suministro de recursos esenciales está empezando a variar en el tiempo, en el espacio y entre diferentes clases de clientes. La creciente diferenciación del valor de las unidades de recursos, la distinción entre suministradores de infraestructura y consumidores estratificados de servicios, están reconfigurando radicalmente los intereses de la producción y el consumo y están transformando el mercado de los servicios. Este cambio fundamental en los intereses de la producción está reformando radicalmente el contexto doméstico, industrial y comercial del consumo de servicios.

Redes de valor añadido

Las revisiones recientes de los precios de suministro y distribución, señalados más arriba, han reducido las rentas porcedentes de la cantidad vendiad, y en consecuencia, se han reducido los incentivos para alcanzar simples ampliaciones de las ventas. Existe ahora un nuevo enfoque sobre el valor que se puede crear a partir de la alteración de las relaciones socio-tecnológicas que dominan el aprovisionamiento y el uso de los servicios (Guy & Marvin, 1995d). En la era de la privatización del suministro de electricidad, no se pueden obtener beneficios adicionales simplemente por el aumento de las ventas de electricidad. Como hemos visto, las REC se están viendo forzadas a considerar estrategias comerciales alternativas para mantener e incrementar los beneficios, que ciertamente no se encuentran basadas en "dar vueltas al contador". Un rasgo importante de esos cambios ha sido la reconsideración del valor que se puede extraer de la red socio-tecnológica asociada al suministro de electricidad. Los servicios están ahora siguiendo activamente estrategias que tratan de mejorar el rendimiento de sus redes técnicas, retener clientes ya existentes, desarrollar el crecimiento de nuevos negocios y explotar nuevas oportunidades alrededor de sus actividades principales. Para facilitar esta estrategia, los servicios públicos están diseñando mecanismos técnico-económicos orientados a insertar a sus clientes en iniciativas mutuamente ventajosas de gestión de la demanda. Ese conjunto emergente de medidas incluye tarifas diferenciales, subvenciones para las aplicaciones que mejoren la eficiencia de la electricidad, revisiones gratuitas del consumo de energía como parte de un paquete más amplio de DSM(4) y diversificación del servicio. Desarrollaremos a continuación estos puntos.

* Ante todo, se diseñan nuevas estructuras tarifarias, ajustadas individualmente a las necesidades de clientes técnicos y comerciales específicos. Esta es otra innovación significativa. Durante la época del monopolio, los precios de la electricidad estaban señalados antes de su utilización. Las variaciones de tarifas estaban limitadas, basadas en la estimación de futuros perfiles de demanda, como resultado de una experiencia anterior del mercado. Esta estructura de precios preestablecida ofrecía pocos atractivos para que los usuarios cambiasen sus modelos diarios de utilización. Eso está cambiando. Cada vez más, se está utilizando el "precio puntual" a tiempo real, lo cual anima el tratamiento de la electricidad como mercancía (Berrie & Hoyle, 1985). Esa estructura dinámica de precios comporta una variación constante de los precios por kW/h, igualando lo más posible el actual coste de la generación, la transmisión y la distribución. Como señala Berrie, tales precios "puntuales" ofrecen beneficios tanto para los productores como para los consumidores alentando "la gestión para aumentar la eficiencia, la reducción de la inversión de capital, la mejora de las opciones de los consumidores sobre la calidad y la seguridad del suministro, y la disminución de los precios de la electricidad" (Berrie, 1992, p. xxvi). Los precios dinámicos representan incentivos reales para que los consumidores ajusten sus necesidades de electricidad a una estructura variable de suministro. El evitar los usos de la electricidad en los períodos de máximo consumo puede ayudar a suavizar los perfiles de demanda de segmentos espaciales individuales de una red de suministro local. Un número creciente de usuarios de electricidad, grandes y pequeños, han mostrado su voluntad de adherirse a las reducciones de carga impuestas externamente en períodos de alta demanda a través de un proceso conocido como "orden de demanda" (Offer, 1991). Estos usuarios de electricidad desearían ahorrar dinero de inmediato, y la estimación de su respuesta puede ser tenida en cuenta por los planificadores de la industria eléctrica cuando se proyecten las necesidades futuras de generación.

* En segundo lugar, está llegando a ser provechoso para los servicios públicos invertir sus reservas monetarias líquidas en acciones y en la financiación de estrategias de eficiencia energética a otras empresas. En ese sentido, el servicio puede insertar más profundamente en su red comercial a sus clientes, puesto que las dos partes están interesadas en un servicio energético de menor coste (Owen, 1994). Por ejemplo, MANWEB tiene problemas en Crewe (por ejemplo, red "caliente" en el punto en que se requiera un refuerzo). Hay también un alto nivel de usuarios de energía industrial intensiva que MANWEB desea capturar, ya que el mercado industrial está abierto a la competencia. La estrategia de MANWEB en Crewe es actuar como gestores de proyectos de programas de eficiencia energética. En lugar de subvencionar a los clientes de MANWEB pagará por todas las medidas de eficiencia. El ahorro de energía podrá aportar la financiación para cubrir los costes.

* Otro aspecto a tener en cuenta es que las REC están experimentando con amplias iniciativas de la DSM a través de la promoción general de medidas de gestión de la demanda, que incluyen programas de aislantes, motores e iluminación de alta eficiencia, temporizadores de calentadores de agua, control directo de cargas, tarifas de precios diferenciales e interrupciones del servicio. El servicio público podrá recuperar el coste de estas medidas a través del ahorro en el coste del suministro de electricidad y/o a través de incrementos de tarifas. Al mismo tiempo, los programas de servicios DSM pueden ayudar a los clientes a reducir su consumo de energía reduciendo el conjunto de sus facturas, incluso si la electricidad se cobra en régimen de tarifa alta por unidad para recuperar los costes derivados de las medidas DSM. Tales inversiones en coste efectivo DSM pueden reducir los costes de adquisición de electricidad, ofrecer reducciones de coste en el mantenimiento, operaciones y ampliaciones en la distribución de las redes y al mismo tiempo proporcionar el mismo nivel de servicios de electricidad para los clientes. London Electricity (excepto el plan de la ciudad de Londres), East Midlands Electricity (Proyecto Great Gonerby) y MANWEB (Proyecto de Ahorro Energético Holyhead) han instaurado los planes DSM. En todos los casos, la inversión en eficiencia energética ha conseguido que los servicios públicos hayan reducido los costes en suministro de infraestructura.

* Por último, existe una creciente evidencia de que las estrategias de diversificación adoptadas por las RECs se han organizado sobre la base de relaciones ya existentes con los consumidores, en particular, a través de los sistemas de facturación y de mantenimiento, para ofrecer servicios adicionales en la red. Por ejemplo, un cierto número de RECs se han diversificado hacia el suministro de televisión por cable, telecomunicaciones y servicios de gas (Graham & Marvin, 1995). Esa diversificación proporciona nuevas oportunidades para la distribución de paquetes de un sector característico de los servicios de energía, de modo que se reduce la competencia entre la electricidad y el gas mientras se promueven prácticas de ahorro energético.

Relaciones recíprocas y sincrónicas

Esas estrategias orientadas a la demanda para desarrollar y gestionar sistemas de electricidad están reconfigurando profundamente los contextos de uso energético doméstico, industrial y comercial. Anteriomente los servicios públicos eléctricos habrían hecho consideraciones a los usuarios sobre las tarifas de carga, tamaño del suministro, promoción de la calefacción eléctrica, aire acondicionado y ventilación, para expandir su red. Con los servicios DSM, en cambio, pueden tratar de vender energía eficientemente a algunos usuarios en una parte de la ciudad, al mismo tiempo que se trata de estimular las ventas de electricidad para otros usos a fin de mejorar la utilización de sus recursos de la red. Al aparecer esa nueva lógica de gestión de la red, la inter-relación entre la producción y el consumo se vuelve menos secuencial y más recíproca y sincrónica. Es decir, la privatización y la liberalización del mercado energético ha estimulado un cambio desde un sistema de suministro secuencial relativamente simple -en el que el consumo de los usuarios se limita a un producto estandarizado- a otra relación recíproca más compleja con los intereses de la producción (figura 1).


 

  Esas nuevas formas de compromiso entre las compañías de servicios públicos y clientes están incrementando la intensidad y la calidad hasta el punto de que algunos clientes han llegado a ser "co-productores" en el sistema de suministro de electricidad. Esos modelos dinámicos de interacción representan un cambio significativo desde las relaciones secuenciales que caracterizaron la era nacionalizada del suministro de servicios. Por otra parte, presentan nuevas oportunidades para el ahorro de energía en tanto que los servicios públicos se aventura "más allá del contador", en el interior de los hogares, factorías y oficinas de los clientes del servicio, para ajustar los perfiles de la demanda local mientras se abastece por encargo, más estrechamente, los requerimientos de energía de los usuarios. Estas medidas incluyen la oferta de nuevos 'servicios de energía' que incluyen auditorías sobre el consumo de energía, consejo y técnicas de ahorro, para extender la base del consumo; el desarrollo de los contratos/fórmula de precios flexibles para compensar la carga, y de esa forma maximizar el potencial de la red; la explotación de nuevas tecnologías de comunicación para desarrollar técnicas de gestión de carga remota. Mercantilizando la electricidad como una forma de 'servicio' -calefacción de hogares, calentadores de agua, máquinas que funcionan con energía eléctrica- las compañías eléctricas han empezado a poner los fundamentos para adaptar la gestión de los sistemas de electricidad. La aparición de una posibilidad de 'elección' entre esos servicios está transformando gradualmente a los usuarios de electricidad en consumidores de energía.

Las relaciones entre conocimiento e información

Precisamente, esos nuevos conjuntos de servicios energéticos requieren una comunicación más eficiente e interactiva entre el consumidor y el productor. La planificación de la electricidad de la época nacionalizada se fundamentó únicamente en un macro perfil de la demanda industrial, y en un uso comercial y doméstico basado en una difusión homogénea de los nuevos bienes eléctricos y en niveles crecientes de desarrollo económico. Eso reflejó los límites de los intereses de los servicios públicos en el consumo de energía que, simbólicamente, debía terminar en el contador del cliente. Sin embargo, en la actualidad las REC necesitan una micro información mucho más precisa sobre la utilización de electricidad en cada sector para evaluar las condiciones de eficiencia de la red. Por consiguiente, en vez de fijarse meramente en el perfil técnico pasado de un consumidor, las REC están ahora interesadas en la utilización precisa de patrones de diferentes clases de clientela. En esa línea, las REC están extendiendo los límites de su interés más allá del contador en la caracterización de sus clientes (Guy & Marvin, 1995d). Por otra parte, mientras las REC desarrollan sus estrategias para incorporar sus más lucrativos clientes, y, si es posible, seleccionar(5) nuevos, están personalizando su base de clientela al desarrollar una información mucho más detallada sobre los estilos de vida y los modelos de comportamiento de los diferentes tipos de consumidores.

Por ejemplo, las REC que han desarrollado iniciativas de Demand Side Management han observado que, incrementando la diversidad de los modelos de consumidores domésticos, las antiguas concepciones sobre el uso de energía en el sector doméstico han resultado poco fiables. Por ejemplo, la iniciativa de MANWEB Holyhead observó que bastantes hogares tenían dos frigoríficos, uno en la cocina y otro en el garaje, mientras que otras casas podían tener más de 12 luces en una habitación en lugar de las tres que la planificación de esa industria asumió como usuales. Por esta razón, MANWEB está utilizando su facturación existente y su información comercial sobre sus consumidores de base, junto a esa nueva investigación innovadora, para desarrollar un panorama más detallado del valor comercial de los diferentes consumidores domésticos (Guy, 1994; Kelly y Marvin, 1995). De manera semejante, en el sector comercial e industrial, las REC no pueden seguir confiando en las medias o en las cifras estadísticas agregadas para asegurar su futura demanda. En lugar de eso, se están comprometiendo directamente con sus consumidores por medio de facturación tutelada y ofreciendo (a menudo gratis) auditorías de energía para desarrollar un conocimiento mas cuidadoso del uso de la energía y para asesorar sobre el potencial para obtener mayor eficiencia (Guy y Marvin, 1995d). Esa necesidad de un mejor conocimiento e información también establece nuevos requisitos a los consumidores, que deben comprometerse a proporcionar información comercial y ofrecer a las REC la posibilidad de integrar sus datos en la investigación. Esa información será utilizada para ofrecer alternativas de servicio a medida para retener a los clientes más atractivos una vez que el mercado doméstico esté totalmente abierto a partir de 1998. De la misma manera, los consumidores necesitan información por parte del servicio público sobre el modo de cambiar sus prácticas de consumo para ahorrar energía. Las iniciativas DSM han observado que los clientes domésticos no siempre responden positivamente a las ofertas que permiten un uso eficaz de la energía a precios reducidos o incluso gratuitos, mediante lámparas eficientes o revestimientos termoaislantes . A menudo, los consumidores necesitan un aprendizaje para utilizar la energía de forma eficiente, así como servicios y dispositivos de conservación y ayuda financiera. El conocimiento y la información podrían abrir nuevas oportunidades para el ahorro de energía.

Cambio en la medición

Precisamente, el desarrollo de refinadas tecnologías de comunicación está acelerando esa revolución en la gestión de la infraestructura (Guy & Marvin, 1995e). Las tecnologías de medición rápida permiten la introducción de nuevos regímenes dinámicos de precios y de técnicas de gestión remota de carga en la administración de las redes de infraestructura de electricidad, mientras ofrecen información sobre el estado operacional del sistema y la comunicación a tiempo real entre el suministrador y el usuario. La tecnología de la medición fue tradicionalmente muy estable -la mayor parte de los contadores existentes están basados en tecnologías desarrolladas a principios de siglo- como los contadores 'dumb', cuyo objetivo fue simplemente actuar como árbitros neutrales del consumo de electricidad en términos de KW/h. Los costes estuvieron basados usualmente en un único nivel de tarifa cuya contabilización de consumo se tomaba manualmente. Sin embargo, en la actualidad una nueva generación de contadores rápidos, integrados o inteligentes están cambiando las relaciones entre los intereses de la producción y del consumo en el sector eléctrico. Las tecnologías informáticas han incrementado de una forma extraordinaria la funcionalidad potencial de los contadores para incluir lecturas automáticas de consumo, control de carga, comunicaciones, tarifas múltiples, desconexión remota y servicios de información (Institution of Electrical Engineers 1987 y 1989). Los nuevos contadores 'rápidos' dotan de una información más detallada y afinada sobre la relación utilización/demanda que la disponible hasta ahora. Por ejemplo, en el sector de la electricidad, los contadores 'rápidos' hacen posible cartografiar en detalle el perfil de carga de los consumidores de electricidad sobre la totalidad de una red de distribución de servicios, aportando la localización del impacto de la demanda de energía doméstica, comercial o industrial en diferentes áreas, y en varios momentos del día o de la noche. Un proceso que también promueve una más profunda relación 'más allá del contador' con los consumidores, y que anima a los usuarios a adquirir más interés en su propio uso de la energía al ofrecerles la posibilidad de pasar por diferentes regímenes de tarifas.

Productores, consumidores y co-producción del valor

Dirigidos por esa nueva lógica de gestión de la red basada en la demanda, la frontera entre la producción y el consumo se está volviendo crecientemente difusa. Los consumidores se ven crecientemente implicados como partícipes en la co-producción de valor, en lugar de ser consumidores pasivos de electricidad. Al trabajar más estrechamente con los consumidores, las REC (Regional Electricity Companies) pueden descubrir nuevas oportunidades para combinar sus servicios y recursos con los de los consumidores. En esas nuevas relaciones, más recíprocas, productores y usuarios comparten un mutuo interés en que el coste del aprovisionamiento de los servicios sea lo más bajo posible. De ello resulta una ruptura de la antigua dicotomía productor-consumidor. A medida que las relaciones se vuelven más complejas, interactivas y recíprocas aparecen nuevas combinaciones de servicios energéticos. Con los productores y los consumidores comprometidos más estrechamente debemos abandonar las descripciones tradicionales de la transferencia física de electricidad y debemos desarrollar nuevas vías para describir los valores de coproducción de energía. Debemos conocer las formas en que la información y el conocimiento fluyen entre el productor y el consumidor, y debemos ayudar a rescatar la densidad y la distribución temporal del uso de energía. Al mismo tiempo, debemos reconocer y capitalizar el potencial para el desarrollo de las actividades de ahorro de energía en ese cambiante contexto de acciones.

Dualización socio-ambiental

Hemos visto cómo la reconfiguración del sistema de aprovisionamiento en el sector de la electricidad ha creado un nuevo contexto para estrechar más profundamente las relaciones entre los intereses de la producción y del consumo. Esos cambios han creado nuevas oportunidades de acción a través de las cuales las REC y los usuarios gestionan conjuntamente en interés mutuo el consumo de energía. Hay, sin embargo, una serie de cuestiones más preocupantes asociadas a esos procesos que hacen emerger importantes cuestiones sobre la equidad social y económica. La lógica de la co-producción es necesariamente selectiva. Los co-productores son probablemente los mayores y los más lucrativos clientes industriales, comerciales y domésticos. Las mismas tecnologías que permiten que los servicios públicos ofrezcan a esos consumidores servicios especializados e información en tiempo real puede también dejar paso a nuevas formas de dumping social. Así, a medida que crecen la intensidad y el nivel de compromiso por parte de los intereses de la producción con los consumidores más lucrativos decrecen simultáneamente para los usuarios menos lucrativos y más marginales. Esa dualización socio-técnica puede ser entendida como un proceso de desvinculación para los usuarios menos ventajosos y de revinculación con los consumidores lucrativos.

La desvinculación

Durante el período de nacionalización del suministro de electricidad, la transmisión de subvenciones desde los grandes a los pequeños usuarios ayudaron al servicio universal a superar los costes adicionales derivados del sector doméstico. Después de la privatización, esas subvenciones de los grandes a los pequeños usuarios desaparecieron paulatinamente y los costes de intercambio y seguridad basados en el pre-pago se percibieron como prohibitivos. En consecuencia, se necesitaron nuevas vías para gestionar las relaciones entre esos consumidores. Las REC estaban ansiosas por encontrar vías para reducir la mala publicidad asociada con la deuda y la desconexión, mientras se reducían los costes de transacción con esos consumidores. La solución a esas dificultades se consiguió por medio de demostraciones y de contadores activados por fichas y tarjetas de crédito. A pesar de desarrollarse durante el período nacionalizado, esas tecnologías se han acelerado recientemente. Las tecnologías de pago previo han proporcionado la oportunidad de 'desvincular' el servicio público de los altos costes administrativos y de capital asociados a los consumidores pobres o de ingresos bajos. La fórmula de pago previo 'cierra' definitivamente las relaciones directas al mediatizar todos los contactos a través del contador rápido. Esa tecnología de gestión remota cambia las responsabilidades por el uso de la electricidad para esos consumidores, al comunicarlos con el contador, cobrando el contador y, en todo caso, desconectándose a sí mismos de la red cuando no pueden hacer frente al pago del consumo. Esos consumidores también pagan una cuota más alta y tarifas mayores que los consumidores convencionales por contador. El cambio que supone el pago previo del consumo proporciona un ejemplo gráfico sobre la reforma de las relaciones entre los intereses de la producción y del consumo. Los contadores de pago previo permiten a los servicios públicos evitar los altos costes económicos relacionados con los problemas de atrasos en los pagos, deudas y desconexión típicamente asociados a los usuarios marginales o con un bajo nivel de ingresos. La única acción probable para ahorrar energía en esa esfera debería ser el resultado de subvenciones gubernamentales o de iniciativas garantizadas de eficiencia energética y de conservación.

La re-vinculación

En contraste con esa intrincada y compleja forma de desvinculación, se fueron creando contextos más positivos para el ahorro de electricidad. Insistimos, en el período de suministro nacionalizado de electricidad, las relaciones entre los intereses de la producción y del consumo fueron relativamente estadarizadas, homogéneas y estables. Las autoridades de zona suministraron electricidad a precios estándar mantenidos por una lógica orientada por la oferta. Esa estrategia tuvo lugar meramente para acrecentar la carga a través del incremento de ventas de productos eléctricos y de aplicaciones para el consumo privado. Había muy poca vinculación entre los intereses de la producción y del consumo al margen de la actividad de ventas diseñada para aumentar el consumo. Los límites de los intereses de la producción terminaban así efectivamente en el contador. Pero, como hemos visto, la privatización fue el anuncio de cambios importantes en la lógica de la gestión de la red. Las REC están ahora desarrollando nuevas formas de vinculación con sus consumidores más rentables. En un intento de tener más firmemente sujetos a sus redes de negocios y de distribución a sus consumidores más lucrativos, están intentando desarrollar interrelaciones recíprocas más activas. Esas interrelaciones han creado en la actualidad nuevos contextos de suministro y uso de energía, entre las que, potencialmente, el servicio y el consumidor se reparten el compromiso para llevar a cabo actividades de conservación y de ahorro de energía. En esa línea, las REC se están esforzando por desarrollar una comunidad de intereses alrededor de las estrategias de la gestión energética, de manera que puedan captar para su red algunos clientes clave.

La figura 2 proporciona un marco con el que podemos empezar a localizar esos contextos duales de acción. Se observan dos dimensiones para esos cambios.

El primero se refiere a los diferentes modos de vinculación a los consumidores mientras que el segundo está relacionado con los niveles de rentabilidad de diferentes tipos de consumidores. En la parte superior de la figura se muestra la reconfiguración de las relaciones entre los consumidores marginales, principalmente de bajo nivel de ingresos, domésticos, mientras que en la parte inferior se señala los correspondientes cambios para los grandes consumidores, a menudo comerciales o industriales. Si se utiliza este marco conceptual podemos identificar una variación desde un suministro tradicional o estandarizado de electricidad a otro contexto de aprovisionamiento más dirigido y segmentado. Podemos ver cómo durante el período de nacionalización de los servicios, los consumidores menos rentables requirieron una 'profunda' relación con el servicio. Las desconexiones implicaban una visita física, y por su parte, el control de las deudas obstaculizaba un funcionamiento administrativo eficiente. Al mismo tiempo, los consumidores más rentables requerían una relación 'superficial' a través del mínimo contacto de la factura trimestral. En contraste, después de la privatización esos vínculos sociotécnicos se han invertido. El contacto entre el servicio público y los clientes menos lucrativos ha alcanzado el mínimo a través del uso de los contadores de pago previo, dejándoles libres para dedicarse a los consumidores más rentables, más allá del contador, para involucrarlos en nuevas actividades de la red.

Conclusión. Hacia una nueva estructura del consumo de servicios

Una política que desee promocionar patrones de consumo más sostenibles debería fijarse en la manera en que los actores utilizan las diferentes actuaciones medioambientales, organizadas pública o privadamente, que aseguran la vida diaria (Spaargaren, 1994, p.1).

Los análisis existentes sobre la relación entre las prácticas de consumo y la política medioambiental tienden a caracterizarse por tres grandes rasgos. En primer lugar, tienden a adoptar un punto de vista que muestra todas las formas de las prácticas de consumo como perjudiciales para el medio ambiente. Dan por sentado que el consumo es intrínsecamente problemático, que está basado en una sobreutilización de recursos escasos por parte de familias mal informadas e irracionales. En segundo lugar, se cree que el papel desempeñado por las privatizaciones es el de animar a las prácticas de consumo que perjudican el medio ambiente, ya que transforman los recursos públicos en negocios privados. Las relaciones basadas en el mercado animan a las compañías privadas a vender más recurso para obtener más ganancias. Y, finalmente, que el papel de las políticas medioambientales es el de suministrar a las irracionales y desinformadas familias mejor información y consejos para que puedan adquirir mejores prácticas con la finalidad de reducir el impacto medioambiental.

Por el contrario, nosotros hemos señalado que los estudios sobre la energía y el medio ambiente deben prestar mucha mayor atención al contexto de las prácticas de consumo. Los marcos de referencia existentes tienden a adoptar una aproximación en la que se teoriza horizontalmente sobre las prácticas de consumo. Estos se centran en el papel desempeñado por los consumidores, su comportamiento y las "barreras" existentes para una práctica de consumo más sostenible en los hogares, mientras que se dejan de lado los contextos más complejos social e institucional en los que se han reconfigurado las prácticas de consumo. En este artículo, hemos desarrollado un tipo diferente de perspectiva, que reconoce que los "sistemas de suministro" varían entre los diferentes grupos mercantiles de acuerdo con las "distintas relaciones entre las diferentes prácticas materiales y culturales entre las que se cuentan la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes afectados" (Fine y Leopold, 1993, p.5). Una aproximación que nos ha permitido considerar el amplio contexto político, institucional, social, tecnológico y económico en el que están cambiando las relaciones entre los intereses de la producción y los del consumo. Hemos mostrado que la mercantilización de la electricidad está dinamizando claramente un cambio en la "lógica" de la gestión de infraestructuras. Un nuevo marco conceptual comercial y regulador ha forzado a los servicios públicos a considerar cuidadosamente tanto la eficiencia técnica como la económica con las que deben operar ahora en sus redes de distribución. El incremento de la eficiencia técnica de las redes de distribución puede traducirse ahora en mayores beneficios reduciendo la necesidad de costosas inversiones en refuerzos, transformadores adicionales y costosas interrupciones de suministro debidas a sobrecargas de la red. Al reenfocar la atención en la eficiencia de la red, los servicios públicos se han visto forzados a considerar más cuidadosamente qué es lo que sucede en el tramo final de sus redes de distribución, cómo, cuándo y en qué cantidad consumen energía sus clientes. La reducción o la modificación del consumo de electricidad puede generar reducciones significativas del volumen de capital desembolsado y pueden aumentar la rentabilidad general de sus redes de distribución (Guy & Marvin, 1995d, Kelly & Marvin, 1995). Al mismo tiempo, los servicios públicos están reordenando sus relaciones con los consumidores, vinculándose más profundamente a algunos mientras que procuran desvincular a otros en un proceso de selección y de dumping social. Claro está que los ecos de la lógica de la infraestructura de la red nacionalizada permanecen fuertemente enraizados en cada sector debido a la estandarización de la técnica y a la homogeneización espacial. No obstante, se están desarrollando rápidamente innovadoras estrategias de gestión de la red que se han escogido en función de oportunidades de localización para la eficiencia técnica y ventajas comerciales.

Dualización y contacto

Al identificar esos cambiantes modos de organización sociotécnica hemos desarrollado un marco que nos ha permitido empezar a rastrear los cambios en las prácticas de consumo de energía como respuesta a la reestructuración de los valores de producción de energía. El cambiante sistema de suministro en el sector de la electricidad ha creado nuevos contextos que permitan iniciar acciones de ahorro de energía por medio de la reconfiguración de las relaciones entre los intereses de la producción y los del consumo. Esa dualización está basada por un igual en la re-vinculación de los clientes rentables en nuevas formas de coproducción y en la des-vinculación de los menos provechosos. Cada nuevo contexto de acción está poderosamente relacionado con la noción de "contacto" en el desarrollo de un sistema privatizado y competitivo de la electricidad. La re-vinculación se funda en estrechar las relaciones con los consumidores más lucrativos o seleccionados, para evitar perderlos a manos de nuevos competidores, y en ese sentido el sistema de co-producción asegura que el coste de salida de esas relaciones sea alto para las dos partes. El potencial para el beneficio mutuo de esa acción de eficiencia energética es evidente. En cambio, la des-vinculación está basada en concluir las relaciones directas entre los servicios y los consumidores más marginales por medio del contador de pago previo. Esto desvincula efectivamente a los consumidores poco rentables respecto del productor de servicios. En el contexto creado por el contador de pago previo, los consumidores son libres para tomar sus decisiones sobre su propio consumo de energía mientras que las prioridades de la empresa de servicios se encuentra eficazmente protegida. Las inversiones en eficiencia energética y conservación se dejan en manos del sector público. En resumen, hemos sugerido que, subyacente, se está produciendo una reestructuración fundamental de las empresas de servicios y, más aún, que un más sostenible proceso de suministro por medio de una infraestructura puede depender de una creciente innovación técnica y comercial.

La desconexión de la Política

Paradójicamente, la política energética y medioambiental permanece inoportunamente desconectada de todos esos procesos (Guy & Marvin, 1995a). El órgano regulador OFFER ha dicho poco explícitamente sobre la eficiencia energética aparte de la promoción de estándares limitadores del servicio, mientra que el Energy Efficiency Office se centra casi exclusivamente en las iniciativas de usos finales sin relación con las estrategias de los servicios públicos. Igualmente, las autoridades locales raramente consultan a las compañías de servicios cuando emiten sus boletines sobre eficiencia. En lugar de esto, los planificadores urbanos parecen concebir la localidad o la ciudad como una especie de "contenedor" a través del cual se pueden medir los flujos de energía que pasan a través de ellos, y en consecuencia, separar, por un lado, dichos flujos de energía, tanto los que provienen de las compañías responsables de suministrarlos y gestionarlos, y por otro, los diversos contextos del uso de energía (Guy & Marvin, 1995d). En ese sentido, los esfuerzos para incrementar los estándares de energía urbana se encuentran atrapados entre distintos sectores institucionales en conflicto. Por una parte, las regulaciones a nivel nacional y local y las autoridades reguladoras consideran la energía de arriba a abajo, buscando el control y la dirección del uso de energía, mientras que los suministradores comerciales de energía la contemplan desde abajo hacia arriba, a través del nuevo y rápidamente cambiante mercado de energía. La gestión efectiva de la energía a través de las localidades, ciudades y regiones exige un esfuerzo más coordinado. Un esfuerzo que reconozca que los procesos de mercantilización están reconfigurando radicalmente los diversos contextos doméstico, industrial y comercial en los que la energía es suministrada y utilizada, y que al mismo tiempo sea sensible a las tensiones potenciales entre las prioridades sociales, las económicas y las medioambientales. Se necesita claramente más trabajo en ese debate rápidamente cambiante. En particular, es necesario:

* Emprender más investigaciones sobre el cambiante comportamiento del consumidor en un mercado de servicios reconfigurado y las implicaciones medioambientales de ese comportamiento.

* Vincular los debates políticos a un conocimiento más efectivo del sentido en que los cambiantes sistemas de suministro están reformando el contexto del comportamiento de los consumidores.

* Pasar de los modelos simplistas del consumidor irracional, o simples rechazos del consumismo, para reconocer que pueden existir nuevas oportunidades ambientales en esos nuevos sistemas de suministro.

* Desarrollar nuevas estructuras reguladoras para configurar los sistemas emergentes de suministro que maximicen las oportunidades del medio ambiente.

* Fomentar la comprensión de que ese potencial medioambiental está vinculado a tensiones económicas y sociales más amplias y a desigualdades.

Esta investigación debería permitir la puesta a punto de una estrategia medioambiental más informada sobre la complejidad sociotécnica de los sistemas energéticos. Se debería conseguir finalizar el aislamiento de la gestión de la energía pública y privada, y esforzarse en forjar coaliciones entre los departamentos gubernamentales, los reguladores de los servicios, los planificadores locales y los suministradores comerciales de energía. Se debería tender hacia los intereses directos de "producción" por medio de la regulación, a través de un camino técnico-comercial que fuera capaz de conseguir que proliferen las oportunidades para que los consumidores de energía puedan desempeñar su parte como co-productores de valor energético. Al mismo tiempo, se debería asegurar que fuese minimizada cualquier tendencia hacia la polarización social de los consumidores de servicios. En resumen, reconectar la política medioambiental con los procesos materiales de suministro de energía y su utilización implica reconocer la naturaleza recíproca y sincrónica de los intereses de la producción y del consumo en la eficiencia energética.
 

*NOTA SOBRE LOS AUTORES

Simon Marvin es director del Centre for Urban Technology en el Departamento de Planificación rural y urbana de la Universidad de Newcastle Upon Tyne. Estudió en la Universidad de Hull, trabajó como planificador en la Universidad de Sheffield y obtuvo su doctorado con su estudio sobre las redes de cogeneración en la Open University. En la actualidad, sus trabajos se enfocan hacia el estudio de las relaciones entre las ciudades, la informática regional y las redes de servicios. En particular está interesado en los efectos de la privatización sobre el desarrollo social, económico y medioambiental de las ciudades británicas.

Simon Guy ha trabajado en la iniciativa Global Environmental Change del ESRC (Economic and Social Rserarch Council) desde 1992, primero como investigador en la Universidad de Sunderland y más recientemente investigando las estrategias desde el punto de vista de la gestión de la demanda (Demand Side Management). En la actualidad investiga trabajando en proyectos relacionados con la ciudad y el crecimiento sostenible. Al mismo tiempo, trabaja en su Tesis doctoral sobre el impacto social de la introducción de eficiencia energética en los edificios.

Sobre el Centre of Urban Technology, véase Aracne nº 6 y Aracne nº 26

NOTAS

1. REC: Regional Electricity Companies = Compañías regionales de electricidad.(Nota de la traductora).

2. Alrededor de 55.000 usuarios, que representan aproximadamente la mitad del total del consumo de electricidad (Offer, 1993).

3. Satisfacción de los consumidores de servicios. Material publicitario de 1995.

4. DSM: Demand-Side Management = Gestión de la demanda. (Nota de la traductora).

5. Cherry pick en el original (Nota de la traductora).
 

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 © Copyright Simon Marvin y Simon Guy, 1998

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