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UNIVERSIDAD DE BARCELONA
ISSN: 0210-0754
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año XVII. Número: 96
Septiembre de 1992

PALUDES NILI. LA PERSISTENCIA DE
LAS IDEAS PTOLEMAICAS EN LA CARTOGRAFÍA RENACENTISTA

NOTA SOBRE EL AUTOR

Francesc Relaño es licenciado en Geografía e Historia por la Facultad de Letras del Estudi General de Lleida. Desde 1989 colabora como becario de investigación en el Departamento de Geografía Humana de la Universidad de Barcelona, donde realiza su tesis doctoral sobre las ideas cosmográficas en el Renacimiento, dirigida por el Dr. Luis Urteaga. Interesado por la historia de la cartografía, ha publicado sobre este tema: "Los grandes mitos geográficos de la cartografía africana en el siglo XVI", Dynamis, vol. 13, 1993 (en prensa).

Este trabajo se publica en el marco del programa de investigación de la CICYT PB87-0462-CO5-02.


PALUDES NILI. LA PERSISTENCIA DE
LAS IDEAS PTOLEMAICAS EN LA CARTOGRAFÍA RENACENTISTA.

Francesc Relaño

La recuperación de la Geografía de Ptolomeo y su traducción al latín a principios del siglo XV constituyen un hito en la historia de la cartografía. Frente a la mera descripción intuitiva de la ciencia medieval, el texto del Alejandrino favoreció el surgimiento de una geografía positiva proporcionando las coordenadas de más de 8000 puntos. Además, el libro primero aportaba todo un tratado de representación cartográfica caracterizada por el dibujo de una proyección con red de paralelos y meridianos y por la situación precisa de los puntos con sus coordenadas geográficas. Sin embargo, la Geografía de Ptolomeo fue a la vez un freno a la evolución libre de las ideas, y el entusiasmo con que fue aceptada al comienzo reforzó un criterio de autoridad contrario a la experiencia de los Grandes Descubrimientos. En esta disputa entre Antiguos y Modernos, entre autoridad y experiencia, discurrirá la cartografía del Renacimiento.

El hallazgo de las Indias Occidentales a finales del siglo XV y el formidable ensanchamiento del saber que trajo consigo, favorecieron la superior valoración de la época moderna y de los hombres que en ella vivían por encima del saber clásico heredado de la Antigüedad. Nada menos que todo un continente chocó con la trayectoria de un pensamiento europeo afianzado en divisiones tripartitas del mundo. En cambio, desde el siglo XVI en adelante, el mundo será dividido en cuatro partes, de las cuales tres forman poco más de la mitad. Del otro medio universo, nada supo Ptolomeo ni antiguo alguno, como justamente reconoce el cosmógrafo español Martín Cortés a mediados del siglo XVI cuando comprueba el ensanchamiento ecuménico de su presente: "yslas tan ignotas que jamás cosmographos ni historiadores supieron dellos ni oyeron sus nombres y los nuestros las tienen holladas y medidas a pasos".1

Esta incorporación del Nuevo Mundo al orbe conocido fue sin lugar a dudas el problema esencial al que tuvo que enfrentarse el Humanismo desde comienzos del siglo XVI, y así lo han señalado los estudios recientes que han analizado los cambios que experimentó la imagen del mundo a finales del siglo XV y la consiguiente revisión de las viejas ideas. Cabe destacar en este sentido la valiosa aportación que han hecho al tema autores como J.A. Maravall2, J.H. Elliot3, A. Gervi4, J. Mª López Piñeros5 o H. Capel6, entre otros. Sin embargo, ninguno de estos estudios ha subrayado suficientemente que la incorporación del "Nuevo Mundo" a la cultura europea significó no sólo descubrir "otro" mundo, sino también conocer las partes desconocidas del Viejo.

África ilustra en igualo mayor medida que las Indias Occidentales los problemas cosmográficos que suscitaron las navegaciones y descubrimientos de portugueses y españoles. La diferencia está en que sobre África sí escribieron los Antiguos, pero ello no hace sino añadir mayor riqueza al debate por dirigir las discusiones en un doble sentido.
Por una parte, las navegaciones australes que rodearon África a finales del siglo XV pusieron en entredicho hasta la total ruptura las ideas ptolemaicas dominantes en lo que concierne al dibujo del perfil africano. En este sentido, al cuestionamiento de la obra del Alejandrino por su imperfección en el dibujo de las zonas septentrionales de Europa o su ignorancia de los territorios transatlánticos, debe sumarse con igual intensidad el descrédito de su autoridad en lo referente a la configuración de África.

Ahora bien, un examen detenido de la cartografía africana renacentista pone de manifiesto que por debajo de estos cambios dramáticos en el diseño exterior, la continuidad de las ideas ptolemaicas es el rasgo común para el dibujo del interior continental hasta bien entrado el siglo XVIII. Para este propósito, centraremos nuestro análisis en la representación cartográfica de uno de los mayores misterios geográficos que permaneció oculto hasta el último tercio del siglo XIX: el origen y las verdaderas fuentes del río Nilo.

Se adivina pues que la superación de la autoridad de los clásicos en el Renacimiento se desarrolló en el caso de África bajo distintas formas. Analizar la complejidad de los debates en cada momento, viendo las respuestas que se fueron dando, es el propósito de este trabajo.

El renacer ptolemaico

En cartografía, como en cualquier otro ámbito de la cultura, el tránsito del Medievo a la Modernidad fue gradual y sin fracturas. Una variada conjunción de circunstancias que envolvían un pasado de siglos prepararon el despertar del Renacimiento mucho antes del sigloXVI7. Aún así, es justo reconocer que estas transformaciones alcanzaron el paroxismo en las últimas décadas del siglo XV.

Los avances científicos y técnicos llevados a cabo en la sociedad europea de esta época, posibilitaron por si solos buena parte de la empresa descubridora más allá del cabo de San Vicente8. Sin embargo, el renacimiento geográfico fue sobre todo y en primer lugar el renacimiento de Ptolomeo, cuyo impacto en la evolución de las ideas cartográficas no puede explicarse sin la invención de la imprenta. En efecto, las cartas manuscritas celosamente guardadas en secreto en los archivos de Sevilla, Lisboa y el Vaticano, o en las bibliotecas personales de algunos reyes y príncipes europeos de la época, sólo pudieron ser vistas en el siglo XV por unas cuantas docenas de personas. Difícilmente entonces podían influir en el pensamiento geográfico renacentista, particularmente en el de aquellos países no directamente relacionados con las empresas descubridoras. La aparición de los procesos de impresión y su aplicación a la cartografía, alteró profundamente este estado de cosas. No sólo porque se conseguían así reproducciones más fieles al original y mejores posibilidades comerciales, sino principalmente porque hizo posible un mayor intercambio y facilitó el acceso de los mapas al público interesado.

En una palabra: sólo cuando los mapas pudieron ser impresos y difundidos en diversas copias idénticas, pudo verificarse su influencia en el pensamiento geográfico general y en la labor cartográfica de los cosmógrafos de diferentes países en particular. Ptolomeo no fue la excepción. Se conservan hoy numerosos manuscritos de su Geografía en versión griega que datan de finales del siglo XII o comienzos del XIII9. Uno de estos textos fue el que recuperó de Constantinopla a principios del siglo XV el florentino Palla Strozzi, quien convencido de la importancia de su hallazgo persuadió de inmediato a Manuel de Crisoloras (Chrysolorus) para traducir el texto al latín10, Fue sin embargo Jacopo d' Angelo de Scarpería (Toscana) quien completó esta labor en el año 1406, fecha a partir de la cual la versión latina fue objeto de numerosas copias manuscritas que circularon ampliamente por el norte de Italia. Algunas de ellas debieron llegar a las manos de cartógrafos como Andreas Walsperger (1448), Fra Mauro (1459) o Paolo del Pozzo Toscanelli (1457), como queda manifiesto en algunos de los trazos de sus mapas o en diversas referencias que hacen a la obra del Alejandrino en leyendas contenidas en los mismos. Sin embargo, la verdadera difusión de la Geografía de Ptolomeo y su impacto generalizado en el quehacer de los cartógrafos se produjo a partir de la primera edición impresa del texto, aparecida en Vicenza en el año 1475. Esta estaba basada en la traducción de Jacopo d'Angelo y no contenía aún mapa alguno11, pero sólo dos años más tarde apareció en Bolonia una nueva edición que incorporaba por primera vez de forma impresa los mapas ptolemaicos12. Se suceden a continuación las ediciones de Roma (1478), Florencia (1482), Ulm (1482 y 1486) Y nuevamente Roma en 149013. A partir de entonces hay un vacío de 17 años antes de que se imprima en Roma una nueva edición en el año 1507. Este período de parálisis en las impresiones coincide con la época de máxima expansión marítima, lo cual hace razonable la espera de los editores hasta que tomase poso y se asentase el raudal de información que llevaban aparejados los nuevos descubrimientos para poder ofrecer después una imagen renovada del mundo que fuese duradera14.

1. C. Ptolomeo: "Mapamundi", en Geografía (1482). Mapamundi de Ptolomeo en una de las más bellas ediciones del siglo XV: la de Ulm, preparada por el monje benedictino Dominus Nicolaus Germanus. África queda unida a Asia por una "terra incognita" que hace impracticable la circunnavegación del continente.

Así fue como de repente, y casi al mismo tiempo, aparecieron entre los años 1506 y 1507 los mapas impresos de Contarini-Roselli, Waldseemüller y Johannes Ruysch, en los cuales se incluye una representación de los nuevos territorios hallados al otro lado del Atlántico. Posteriormente, Bernardo Sylvanus incorporó igualmente a Ptolomeo los nuevos descubrimientos, proceso que culminará en 1513 con la edición de la Geografía de Estrasburgo llevada a cabo principalmente por Martin Waldseemüller, que preparó once de los veinte nuevos mapas añadidos a los 27 de Ptolomeo. Con razón ha podido considerarse a este conjunto como el primer Atlas moderno15.

No era esta la primera vez que se añadía un mapa apócrifo a la Geografía de Ptolomeo. De alguna forma todos lo son16. pero desde que en el año 1427 el cardenal Guillaume Fillastre tuvo la iniciativa de ordenar al danés Claudius Clavus la confección de un nuevo mapa de los países del Norte e incluirlo en el manuscrito ptolomaico, la idea de añadir tabulae novellae a los mapas descritos por el Alejandrino se convirtió en una práctica común.

Esta necesidad de corregir a Ptolomeo y añadir nuevos mapas a su Geografía se hizo particularmente sentida a partir del siglo XVI, pues una de las principales carencias del Alejandrino era su total desconocimiento de las tierras descubiertas por Colón. Asi, a medida que pasaban los años y se sucedían las ediciones de la Geografía, los mapas antiguos u originalmente ptolemaicos fueron perdiendo gradualmente vigencia a la vez que incrementaban su número las tubulae novelae. Ya en las postrimerias del siglo XVI, el proceso estaba suficientemente maduro para que estas colecciones de mapas desembocaran con Ortelius y Mercator en los Atlas modernos. Es decir, casi treinta años después de que en 1543 Osiander editara de forma póstuma el De Revolutionibus Orbium Coelestium de Copérnico, se hizo aparentemente efectivo el destronamiento del Alejandrino en el campo de la cartografía con la aparición en Amberes del Theatrum Orbi Terrarum (1570).

Analizando el proceso en detalle se advierte no obstante que la disolución de Ptolomeo fue en realidad larga y dilatada, mucho más de lo que hemos apuntado anteriormente. Obsérvase por ejemplo que Copérnico puso al sol en el centro de un universo finito y heterogéneo, pero seguia aún a Ptolomeo en lo que concierne al movimiento de los planetas como circular alrededor del sol. Tres sabios posteriores serán los que rompan definitivamente con el Alejandrino en el campo de la astronomía: Kepler, Galileo y Newton17. Pues bien, de forma análoga y en un espacio de tiempo igualmente dilatado, la ruptura con las ideas de Ptolomeo en el campo de la geografía fue lenta y se prolongó muchos años después de que Ortelio publicara su obra. Y en este sentido, África constituye un excelente ejemplo para observar en detalle la complejidad de todo el proceso.
 

Recuérdese que Ptolomeo concibió un continuo terrestre que prolongándose desde la costa oriental de África unía este continente con Asia18. Pues bien, en 1503 aparecía en Friburgo dentro de la Margarita Philosophica un mapa ptolemaico que firmado por Gregorius Reisch contenia en esta zona la siguiente inscripción: "aqui no hay tierra sino mar; en el cual hay islas de sorprendente tamaño que Ptolomeo desconoció"19.

El dibujo del mapa mantenía el mismo trazado del mapamundi ptolemaico con el continuo terrestre entre África y Asia, pero la citada indicación donde antes señalaba terra incognita es la primera alusión en un mapa impreso a los nuevos descubrimientos, en este caso relacionados con África. Y precisamente esto se llevó a cabo en un mapa del mundo ptolemaico contenido en una obra de extraordinaria difusión en el siglo XVI. Por tanto, no es de extrañar que pocos años más tarde los mapas impresos de Contarini-Roselli (1506), Waldseemüller (1507) y Ruysch (1507-08), fueran consecuentes con estas informaciones no sólo en la nomenclatura sino en el trazado y dibujaran un perfil Áfricano parecido al que desde principios de siglo estaba diseñado en mapas manuscritos como el de Juan de la Cosa o Cantino.

En apariencia se desvanecía así definitivamente el dogma ptolemaico en lo que concierne al perfil continental, pasando aquél a refugiarse en el diseño del interior. Sin embargo, los últimos coletazos de las enseñanzas ptolemaicas en relación con la configuración horizontal habrían de depararnos aún algunas sorpresas. En el año 1519 el portugués Lopo Homem dibuja sobre una hoja de pergamino un curioso mapamundi con el que se abre el llamado Atlas Miller20. Lopo Homem era un cartógrafo oficial bien relacionado con la corte, y estaba evidentemente al corriente de las expediciones portuguesas que desde hacia ya algunos años habían verificado que el Atlántico y el océano de las Indias se comunicaban21. Es lógico por tanto que el continente Áfricano por él dibujado sea circunnavegable, aunque sin apenas detalles en el interior y con un diseño del perfil simple y casi grosero que recuerda al Atlas Medici (1351 ?), los trazos de Lopo Homem se alejan mucho de las cotas alcanzadas por la cartografía portuguesa a principios de siglo (Planiferio Cantino). Sin embargo, lo más relevante del cartógrafo lusitano es la forma en que se dejó influir por los principios atribuidos a Ptolomeo y la peculiar factura que ello confirió a los trazos de su mapa.

En el año 1519 era imposible por la experiencia náutica portuguesa que se confeccionara un mapamundi donde se conectase la costa oriental de África con Asia, pero en cambio nada impedía a Lopo Homen trasladar hacia al sur el continuo terrestre ptolemaico, y así lo hizo en el dibujo de su obra. Es decir, en un momento en que aún no se había acabado de fijar el perfil americano, Lopo Homem prolonga en su mapamundi el extremo meridional del Nuevo Mundo hacia un imaginario continente austral situado al sur del cabo de Buena Esperanza, el cual a su vez se une al Extremo Oriente asiático y más aún, todo este conjunto de tierras emergidas quedan de nuevo ligadas a América por el norte. El resultado final es que, a semejanza del océano Indico convertido en mar interior por Ptolomeo, en el mapamundi de Lopo Homem un único océano baña todos los continentes.

2. Lopo Homem: "Mapamundi" (1519). Mapamundi de Lopo Homem con el que se abre el llamado Atlas Miller. El cartógrafo portugués traslada al sur el continuo terrestre ptolemaico y cierra en mar interior los dos océanos entonces conocidos.

Este diseño del mundo coincide plenamente con las ideas expuestas en el Esmeralda de situ orbis (c. 1508), un texto concebido como roteiro circumafricano y libro de cosmografía debido a la pluma del navegante lisboeta Duarte Pacheco Pereira22, a quien seguramente Lopo Homem tomó como modelo. Es fácil comprobar la similitud del mapa de este último con el texo de Pacheco Pereira cuando éste expresa su convicción de que la masa terrestre es mucho mayor que las aguas y rodea completamente al océano. "Pues así es que esta tierra de allende es tan grande, y que de esta de aquende tenemos Europa, África y Asia, es manifiesto que el mar océano está en medio de estas dos tierras [el Viejo Mundo y América] y es mediterráneo; por lo cual podemos decir que el mar océano no rodea a la tierra, como los filósofos dijeran, más antes la tierra debe rodear al mar, pues yace dentro de su concavidad y centro. Por lo cual concluyo que el mar océano no es otra cosa sino una muy grande laguna metida dentro de la concavidad de la tierra"23.

Esta preocupación por la forma en que están distribuidas las tierras y los mares, así como la proporción que existe entre cada uno de ellos, no fue una aportación original de Duarte Pacheco ni tampoco un hecho aislado entre los cosmógrafos de su tiempo. Desde principios del siglo XIII la disposición del ecumene cristiano pasaba por dos tipos de explicaciones: una de origen naturalista y otra de inspiración bíblica24. Esta última fue la que contó con mayor número de adeptos a lo largo del Medievo25. Para ellos era imprescindible conciliar la realidad física del orbe con el relato del Génesis o el Salmo 103, donde se dice que Dios interviene directamente en el tercer día de la Creación para ordenar la reagrupación de las aguas26.

Es importante subrayar no obstante la convivencia de estas ideas con otras explicaciones de origen naturalista, que más que opuestas a las primeras les servían de complemento y permitieron la existencia de situaciones intermedias de diferente grado. El máximo representante de esta corriente laiconaturalista fue Juan de Sacrobosco, autor de un texto ampliamente comentado y difundido en Europa que llevaba por título Tractatus de sphaera27. En esta obra, Sacrobosco toma prestadas entre otras las ideas de Aristóteles concernientes a la ordenación sublunar del cosmos y llega a la conclusión teórica de que el espacio cubierto por las aguas era diez veces mayor que el de tierras emergidas28. Nada podía impedir por aquel entonces que una tesis de raíz aristotélica como esta gozase de cierto predicamento hasta finales de la Edad Media, pero el descubrimiento de las Indias Occidentales y las navegaciones australes rodeando África pusieron seriamente en entredicho la validez de estas ideas.
A principios del siglo XVI, un espíritu práctico y ampliamente experimentado en el arte de navegar como Duarte Pacheco Pereira, pudo tomar conciencia de la inmensidad de los territorios descubiertos y atreverse a rebatir en nombre de la experiencia lo que los "antiguos filósofos dijeran" en lo que concierne a la proporción de tierra y mares.

Para ello se apoya no obstante en la cita del cuarto libro de Esdras29, el cual afirma que las aguas que existían al principio de la Creación se retiraron en el tercer día a una séptima parte del Globo, dejando descubiertas y secas las otras seis partes30. Esta cita del que luego sería considerado libro apócrifo era un lugar común en Europa desde que Pierre d' Aylly la incluyera en el capítulo VII de su Imago Mundi31, pero no por ello disminuye el interés de sus implicaciones cosmográficas. La necesidad de aceptar como indudable este pasaje de las Escrituras afectaba a toda la reflexión sobre la estructura superficial del Globo32. Duarte Pacheco Pereira tomó conciencia de ello y aceptó como solución que existían más tierras emergidas de las que en su presente se conocían. Y así es como la lógica de sus pensamientos le lleva a aceptar la existencia de un gran continente austral y todo el conjunto de tierras que cierran en un mar interior los dos grandes océanos entonces conocidos.
El retorno a las tesis bíblicas y la aparente rigidez de sus consecuencias no deben sin embargo llevarnos a engaño. Las ideas expuestas por Duarte Pacheco en su Esmeraldo y la traducción gráfica de las mismas en el mapamundi de Lopo Homem, jamás hubieran tenido receptividad alguna de no haber sido por la enorme influencia que ejercían entonces la autoridad de un Ptolomeo redescubierto en pleno esplendor. Sin temor a equivocarnos, la Terra Incógnita dibujada por Lopo Homem y la disposición de las aguas en forma de mar interior descritas por Pacheco Pereira, deben considerarse como un corolario de la Geografía de Ptolomeo. Duarte Pacheco tuvo conocimiento directo de ella y a través de los comentarios de Jacobo Pérez de Valencia33, máximo exponente de una interpretación ptolemaica de las Escrituras en la Península Ibérica a lo largo del último cuarto del siglo XV34. A través de estos autores cobraron sentido para Duarte Pacheco las palabras contenidas en el libro de Esdras y se atrevió a proponer en su obra una disposición diferente de los territorios emergidos del Globo. Cinco años después, el también portugués Lopo Homem tradujo en forma gráfica las palabras del Esmeraldo y confeccionó un mapamundi que debe ser contemplado como una reinterpretación de las ideas ptolemaicas a la luz de los nuevos descubrimientos: doblado ya hace años el cabo de Buena Esperanza, el continuo terrestre de los mapas ptolemaicos se traslada al sur y se convierten en mar interior los dos océanos que ahora se comunican.

La más importante consecuencia de estas ideas es que hacían ilusorio todo intento de circunnavegar por mar el planeta. Sin embargo, tan sólo tres años después de que Lopo Homem confeccionara su mapamundi, la expedición iniciada por Fernando de Magallanes y concluida por su sucesor Juan Sebastian Elcano demostró que eso sí era posible y se desvaneció para siempre de la cartografía moderna todo atisbo de desviación ptolemaica en el sentido propuesto por Lopo Homem. Una vez más, la experiencia de facto que caracteriza al verdadero espíritu renacentista fue corrigiendo paso a paso la autoridad de los Antiguos. A partir del primer cuarto del siglo XVI, la producción cartográfica impresa se limitará en su mayor parte a incorporar sistemáticamente al contorno Áfricano las informaciones portuguesas35, siguiendo en este sentido a Contarini, Waldseemúller y Ruysch, cuyos mapas impresos fueron como se ha dicho los primeros en divulgar a un número considerable de personas la nueva faz del continente tal y como ésta era esbozada a partir de las noticias de Dias, Cabral y Vasco da Gama. Aún así, la perfección en el trazado siguió correspondiendo durante años a los mapas manuscritos. Recuérdese en este sentido que las obras Henricus Martellus (c.1489-92)36, Martin Behaim (1942)37, Juan de la Cosa (1500)38 o el llamado planisferio Cantina (1502)39, marcaron siempre un hito cartográfico muy por encima de cualquier otra representación impresa de la época. Seguidores de esta tradición, la prudencia y precisión de las denominadas carta Castiglioni (1525), carta Salviatti (1526-27)40 y el planisferio de Diego Ribeiro (1529)41, no tienen parangón posible con ningún otro mapa impreso en la primera mitad del siglo XVI. Todos ellos fueron confeccionados según parece sobre la base del desaparecido Padrón Real. En particular, merece destacarse la obra de Diego Ribeiro, que ha sido considerada por algunos como el primer mapa científico del mundo42.

La aplicación de este adjetivo nos parece prematura si observamos el interior de los continentes, donde las invenciones y los motivos ornamentales de flora y fauna proliferan por doquier43. Sin embargo, el perfil continental dibujado por Ribeiro es admirable. El mar Mediterráneo está correctamente orientado por primera vez, de modo que el paralelo 36° N que atraviesa el estrecho de Gibraltar pasa al norte de Chipre casi tocando a Asia Menor, en vez de pasar al norte de Alejandría como en las cartas anteriores y muchas posteriores, lo cual causaba un error de 5° hacia el Sur en la parte oriental44. Además, una densa nomenclatura costera ayuda a dibujar un perfil muy preciso basado en conocimientos de facto. Tal es así que este diseño del litoral es interrumpido cuando de él no se poseen noticias fehacientes, aunque bien es verdad que no falta una representación del continente austral común en la época. De todos modos, África es dibujada con igualo mayor excelencia de como ya fuera fijada por el Planisferio Cantina. Aunando los conocimientos hispánicos y portugueses, la casi perfecta delineación litoral del mapa de Ribeiro bien merece, al menos en este sentido, el atributo de científico con que se ha calificado el conjunto de su obra45. Nunca más, salvo anacronismos que siempre los hay, será posible recurrir a las supuestas ideas de Ptolomeo para dibujar el continente Áfricano. Al menos en lo que refiere al dibujo del perfil, puesto que las huellas del Alejandrino dejarán aún por largo tiempo su impronta en el interior.

Los Montes de la Luna.

Los mitos son una sutil argucia de la psicología humana para poder aprehender lo que está más allá del umbral de nuestro conocimiento. Así, desconocido el interior Áfricano hasta la pasada centuria, no ha de extrañar que la cuestión de las fuentes del Nilo estuviera envuelta desde los más remotos tiempos de la antigüedad en fantásticas leyendas. Una de las más duraderas relacionaba el curso de este río con unas misteriosas montañas al sur de Etiopía a las que finalmente se denominó Montes de la Luna46. Nada o casi nada se sabe acerca del origen de este mito. Se conoce sólo que los egipcios tributaron al Nilo una visión sacralizada, lo cual es fácilmente explicable si se tiene en cuenta que las crecidas anuales de sus aguas proveyeron de fertilidad y riqueza a todo un Imperio durante siglos, y que aún hoy en día es un importante factor de desarrollo económico para los habitantes de aquella zona. También es fácil constatar que muchas de las ideas cosmológicas de los Antiguos griegos vinieron de Egipto, como puede verse por ejemplo en el Timeo o el Critias de Platón47. A partir de aquí, podemos encontrar trazos de los Montes de la luna en otros autores clásicos como Aristóteles, que habla del Nilo surgiendo de las Montañas de Plata48. Sin embargo, parece que el mito como tal se asentó en la época romana con la Geografía de Ptolomeo, tras lo cual se convirtió en una recurrencia común a muchos cartógrafos de la última Edad Media y casi todos los del Renacimiento. Por otra parte, debe tenerse en cuenta la fuerte similitud existente entre algunos rasgos de la religión de los Antiguos egipcios y otros procedentes de las tribus Áfricanas49. Uno de estos rasgos concierne al lugar que desempeña la luna en las ceremonias religiosas. Nos sirven a modo de ejemplo el testimonio de Joao dos Santos, que en su Ethiopia Oriental (1609) nos describe como con la aparición de la luna nueva en septiembre el rey de Quiteve (actualmente en Mozambique) sube a una alta montaña para realizar allí sus ceremonias50. Por tanto, es posible que al llegar allí el cristianismo europeo se viera influido por el papel teosófico concedido a estas montañas. Probablemente también, aquí podría estar la base de aquellas ideas de las que se valieron algunos autores para localizar el Paraíso en las montañas. Recuérdese en este sentido que el autor del mapamundi catalán estense (c. 1450) localizaba en África el Jardín del Edén rodeándolo de seis altas elevaciones (monts de diamants), y que en otros casos como en el Libro del conosçimento (c. 1350) o los viajes de Arnold van Harf (1499), estas elevaciones asociadas al Paraíso son claramente identificadas como las Montañas de la Luna51.

En realidad, la localización de los Montes de la Luna a lo largo de la historia de la cartografía ha sido cambiante: unas veces estaban situados en el golfo de Guinea, como en el mapamundi catalán estense, otras cerca del lago Tana en Abisinia, como en Fra Mauro52; y algunas veces en el extremo meridional del continente, como es el curioso caso de Albertín de Virga. Eso sí, sea donde fuere, los Montes de la Luna siempre han de estar ubicados al sur de Etiopía, como dijeran siglos atrás Ptolomeo y Eratóstenes53. Parece como si siempre hubiera que acomodar los Montes de la Luna un poco más allá de los confines del mundo entonces conocido, empujándolos hacia afuera a medida que progresaban los descubrimientos. Por eso no extraña que al final Duarte Pacheco Pereira llegara a localizarlos en el mismo cabo de Buena Esperanza:

"En Nilo en los montes de la Luna nace, más allá del círculo de la equinoccial, frente al polo antártico, y de ahí corre; los cuales montes, según la descripción de Ptolomeo yel sitio en que pone el nacimiento del Nilo, en treintaicinco grados de latitud de la misma equinoccial frente al mismo polo, las sierras fragosas del cabo de Buena Esperanza deben ser"54.

Sin embargo, explorado ya el perfil litoral desde finales del siglo XV, lo más usual a la hora de dibujar los Montes de la Luna a lo largo del siglo XVI será situarlos en algún lugar del interior Áfricano por debajo de la equinocciaJ. Así es como figuran por ejemplo en los mapas de Martin Waldseemüller, sin duda el más influyente cartógrafo de principios de siglo55.

Conocido también por el nombre grecolatinizado de Ilacomilus o Hylacomilus, Waldseemüller se hizo famoso por sus mapas de 1507, 1513 Y 1516, el segundo de los cuales forma parte de la edición de Estrasburgo de la Geografía de Ptolomeo56. Entre las tabulae novellae de esta colección de mapas podemos encontrar, además del Orbis typus universalis iuxta hydrographorum traditionem57, dos mapas regionales de África, uno de los cuales dibuja por primera vez el sur del continente por separado. Se trata de la tabula moderna secunde porcionis Aphrice58, caracterizada como todo el conjunto por los espacios vacíos donde otros colocaban alusiones míticas. Una gran número de topónimos costeros de origen portugués acompañan el perfillitoral59, pero en el interior, el único detalle remarcable son los Montes de la Luna como fuentes del Nilo. Por debajo de ellos, una escueta leyenda completa el dibujo recordándonos que "esta parte de África permaneció incognita a los Antiguos"60. En definitiva: todo un alarde de prudencia en el tratamiento mítico61.

Los otros dos mapas de Waldseemüller reflejan como el anterior el acceso a fuentes de origen portugués para el trazado del perfil costero, y tanto la Universalis Cosmographis (1507)62 como la Carta Marina Navigatoria (1516)63, hacen además gráficamente evidente el acceso a dichas fuentes. Así, mientras que en el primer mapa nueve "padroes" portugueses jalonan el perfil Áfricano, en la Carta Marina aparece al sur del cabo de Buena Esperanza un dibujo del rey Don Manuel montando triunfante sobre un monstruo marino. El propio Waldseemüller declara en una ocasión las fuentes que ha consultado64, pero a pesar de enumerar allí una serie casi completa de cuantos autores Antiguos y modernos habían escrito sobre expediciones marítimas65, no menciona expresamente en ninguna ocasión las cartas de Cantino (1502) y Caveiro (d. de 1502)66, a quienes Waldseemüller copió en nomenclatura y diseño del perfil67.

3. M. Waldseemúller: "Universallis Cosmographia..." (1507).-Detalle África. Waldseemúller fue uno de los mejores cartógrafos de su época y contó con gran número de seguidores. En África, Waldseemúller incorporó los descubrimientos portugueses para el dibujo del perfil, pero sigue la tradición ptolemaica para el diseño del interior continental.

En el interior en cambio Ptolomeo prosigue su reinado, como muestra significativamente el título del mapa de 150768. Pero es la Carta Marina la que resulta particularmente interesante en este sentido, pues a pesar de proclamar abiertamente la preferente utilización de noticias portuguesas69, lo cierto es que en el interior se mantienen los trazos de la herencia ptolemaica. Una rica y cuidada ornamentación añade además un interés suplementario a la Carta Marina respecto al mapa de 1507, pues desde el más pequeño detalle hasta las elegantes cartelas pasando por el dibujo de animales o el diseño de escudos y egregias figuras, toda la superficie de la Carta Marina está profusamente decorada sin apenas dejar resquicios con espacios en blanco70. Debe destacarse por ejemplo la aparición por primera vez de una representación pictórica del rinoceronte en el interior Áfricano, signo eniquívoco de que los conocimientos sobre el continente progresaban. Así al menos lo deja entender Waldseemüller con una escueta leyenda al sur de los Montes de la Luna, donde dice: "nuevas partes conocidas de África"71.

Fijémonos en estos Montes de la Luna y observaremos que nada ha cambiado y que aparentemente están dibujados según el diseño ptolemaico tradicional, con sus dos lagos paralelos dando nacimiento al Nilo. Como de costumbre también, Abisinia es debidamente alargada hacia el Sur72, lo cual hace que se desplacen en el mismo sentido las fuentes del gran río Áfricano. De esta sencilla forma, se consigue llenar de contenido un interior continental en realidad ignoto, razón por la cual este recurso fue utilizado por todos los cartógrafos hasta el siglo XVIII.

Existe sin embargo en los dos mapas de Waldseemüller un pequeño detalle novedoso que en última instancia afectará profundamente al diseño de los Montes de la Luna y a las fuentes del Nilo. Se trata de un tercer lago con una isla en el interior añadido a los dos lagos ptolemaicos relacionados con los Montes de la Luna. Su nombre es Sacaff lacus73, y aunque está situado al oeste paralelo a los Montes de la Luna, sus aguas no están asociadas al sistema del Nilo, pues el único río que nace de este lago desemboca en otra laguna perdida en medio del Sahara sin haber realizado en su curso ninguna conexión fluvial74.

Parece que los orígenes de este tercer lago se remontan al Egyptus Novelo, un mapa contenido en la traducción de Jacobo d' Angelo de la Geografía de Ptolomeo75. A su vez, esta información procedía seguramente de las noticias llegadas a Europa en el siglo XV a través de monjes abisinios76. Sin embargo, los primeros trazos de este lago se pueden rastrear ya en los mapas de Hereford y Ebstorf a finales del siglo XIII, aunque seguramente con caracteres y significado diferentes a los de Waldseemüller, y sobre todo, a los que adquirirá posteriormente en la segunda mitad de siglo. Porque después de Hylacomilus, el papel desempeñado por este tercer lago en el contexto de la hidrografía Áfricana irá ganando importancia entre los cartógrafos venideros al tiempo que se disminuyen las atribuciones tradicionalmente concedidas a los Montes de la Luna. Finalmente, en el año 1591 el humanista italiano Filipo Pigafetta y su informador Duarte Lopes, eran capaces de escribir en su Relatione77 que "a medio camino entre el cabo de [Buena Esperanza] y el trópico se elevan los Montes de la Luna tan celebrados por los Antiguos, donde emplazaban las fuentes del Nilo, lo cual es falso. "78

Aparentemente, se había acabado así con el último reducto ptolemaico en África. Pero esto ocurría sólo aparentemente, puesto que en realidad la impronta del Alejandrino siguió presente en otros elementos del interior Áfricano.

El gran lago madre central

Es fácil constatar como las ideas cartográficas de WaldseemüIler se extienden más allá de la primera mitad del siglo XVI79. En el año 1550 aparece por ejemplo el mapa de Collapoda da Candia, que pese a ser un portulano muestra un henchido interior continental con un sistema hidrográfico extraído esencialmente de Waldseemüller. Sin embargo, en el primer volumen de los Navigationi e Viaggi de Ramusio80 aparece también ese mismo año un mapa invertido de África atribuido a Giacomo Gastaldi81. La obra contiene un diseño del Nilo fluyendo de dos grandes lagos ptolemaicos sin que nada parezca presagiar cambio alguno, pero observando en detalle el mapa, pronto verificamos que del lago izquierdo nacen además del Nilo otros tres ríos. Lo mismo ocurrirá poco después cuando Gastaldi publique en el año 1564 su nuevo mapa de África82, instaurando esta vez de forma definitiva el nuevo patrón cartográfico para el interior del continente. Este consiste esencialmente en una metamorfosis según la cual el Sacharlacus de Waldseemüller se transforma en un enorme lago central del que brotan en diferentes direcciones los más importantes ríos Áfricanos.
Esta idea de un gran lago interior del cual emanaban todas las aguas Áfricanas surgió seguramente de juntar todas las informaciones proporcionadas por los indígenas, que a falta de una mejor perspectiva creyeron que los varios lagos centroafricanos eran en realidad uno solo de grandes dimensiones83. Griegos y cartagineses primero, romanos y árabes después, fueron recogiendo estos rumores para explicar los orígenes del Nilo84. Estos últimos creyeron además que el gran lago central alimentaba también las aguas del Niger ("brazo occidental del Nilo"), con lo que ya eran dos los grandes ríos que brotaban del "mar interior" Áfricano. A partir del siglo XIII, el acercamiento progresivo de Oriente y Occidente desbloqueó el flujo de ideas entre la cultura árabe y el Cristianismo, de lo cual se benefició sin duda el concepto de gran lago central Áfricano. Así, no es extraño encontrarse en esta época con representaciones cartográficas del mismo85. Primero se creyó que este gran lago estaba situado al oeste del Atlas o en medio del Sahara, como puede verse por ejemplo en Behaim. Más tarde, Juan de la Cosa y Fernández de Enciso86 registraron que el Congo y el Nilo nacían de una misma laguna en el interior meridional. Y a partir de aquí, en iguales o parecidos términos se expresaron otros autores que mantuvieron viva la idea a lo largo de los siglos XVI Y XVII87. En una formulación clásica, así la recoge por ejemplo Joao Dos Santos en su Ethiopia Orienta/: "A este río Cuama tan célebre y conocido por sus riquezas, lo llaman los Catres Zambeze; nace tierra adentro tan lejos, que no hay quien tenga noticia de su principio. Dicen los catres que tienen por tradición de sus antepasados, que este río nace en una gran laguna que está en medio de esta Etiopía, de la cual nacen otros ríos muy grandes que corren por diversas partes, cada uno de nombre diterente, y en medio de esta laguna hay muchas islas pobladas por Catres, ricas y abundantes en viandas y mantenimientos."88

Sin embargo, fue la autoridad del gran humanista portugués Joao de Barros quien influyó directamente sobre Gastaldi a través de Ramusio, que en la segunda edición de sus Navigationi e Viaggi (Venecia 1554)89 incluyó una traducción parcial en italiano de las Décadas. Allí, Giacomo Gastaldi pudo leer la descripción que Barros hacía del reino de Sofala, también conocido como reino de Monomotapa. Reproducimos a continuación por su extraordinaria importancia la parte más significativa de este capítulo:

"Toda la tierra que contamos por Reino de Sotala, es una vasta región que señorea un príncipe gentil llamado Benomotapa, la cual abraza a modo de isla dos brazos de un río que procede del más notable lago que tiene toda la tierra de Atrica, muy deseado de ser conocido de los Antiguos escritores por ser la cabeza escondida del ilustre Nilo, y de donde procede también nuestro Zaire, que corre por el reino del Congo. Por su parte, podemos decir que este gran lago es más vecino de nuestro mar Océano occidental que del Oriental según la situación de Ptolomeo, pues del mismo reino del Congo desembocan en ellos estos seis ríos: Bancare, Vaba, Cuylu, Bibi, María y Zanculo, que son muy caudalosos, y a los que hay que sumar otros sin nombre que lo hacen casi un mar navegable de muchas velas, en que hay una isla que reúne más de treinta mil hombres que vienen a pelear con los de tierra firme. Y de estos tres notables ríos que al presente sabemos proceden de este lago y desembocan en el mar tan separados los unos de los otros, el que corre más terreno es el Nilo, al cual los abisinios de la tierra del Preste Juan llaman Tacuij, en el cual desembocan otros dos notables ríos que Ptolomeo llama Astabora y Astapus, y los nativos Tacazij y Abanhi. Y puesto que este Abanhi (que entre ellos quiere decir padre de las aguas por las muchas que lleva) procede de otro gran lago llamado Barcena, por Ptolomeo Coloa, y también tiene islas dentro en las que hay algunos monasterios de religiosos, no viene a cuento de este nuestro gran lago, pues según las informaciones que nos vienen del Congo y de Sofala tiene de longitud más de cien leguas. El río que viene contra Sofala, después que sale de este lago y corre larga distancia se divide en dos brazos, uno va a parar al cabo de las corrientes y es aquél que antiguamente llamábamos río de la laguna y ahora do Spirito Sancto, nombre puesto por Lorenzo Marquez, que lo descubrió en el año cincuenta y cinco. Y el otro brazo que desemboca veinticinco leguas por debajo de Sofala se llama Cuama, llamado por otros pueblos del interior Zebere. Este brazo es más caudaloso que el de Spirito Sancto y es navegable más de doscientas cincuenta leguas, y en él desembocan seis notables ríos: Panhames, Luam guoa, Arruya, Manjovo, Inadire y Ruenia, todos ellos en la región de Benomotapa y con mucho oro en sus aguas. Así que con estos dos brazos y el mar por la otra parte, forma el reino de Sofala una isla de más de setecientas cincuenta leguas de circunferencia."90

Esta exhaustiva información fue material suficiente para que Gastaldi revisase sus obras anteriores91 y trazase un nuevo mapa de África que desde su publicación en 1564 rompió con todos los moldes cartográficos hasta el momento vigentes. Se trataba además de un mapa a gran escala, confeccionado con la elegancia y cánones propios del estilo italiano92. Sin duda, estamos refiriéndonos a uno de los más importantes mapas de África del siglo XVI: de gran belleza, mucha laboriosidad y notable repercusión; marcó un estilo y una tradición93.

Sobre la base de una toponimia de raíz portuguesa y árabe, Gastaldi dibujó un perfil Áfricano bastante correcto, aunque exagerado en su extensión longitudinal94. Su amistad con Ramusio le proporcionó además un variado material entre el cual destaca la lectura de Barros y Leon el Áfricano, al que utilizó principalmente para el diseño de la parte mediterránea y la cuenca del Niger. También utilizó como fuente a Cadamosto, muy útil para la región costera occidental. Sin embargo, es dentro del ámbito interior y austral donde Gastaldi marcará las diferencias y donde su mapa desprende las máximas aportaciones para la cartografía Áfricana. En este sentido, es particularmente atractivo examinar su sistema hidrográfico.

Ilustrando con imágenes punto por punto las palabras de Barros, Gastaldi hace fluir los más importantes ríos Áfricanos de un único lago central, al que llama "Zaire" en su parte norte y "Zembere" al sur. De aquí parte, por supuesto, el Nilo, sin que exista en todo el mapa una representación diferenciada de los montes de la Luna, que como tales han desaparecido. Lejos queda pues la tradición de Waldseemüller iniciada con el Egiptus Nove/o.

Además de Nilo, también el Zaire (Congo) procede de este gran lago, y por si fuera poco, otros dos ríos que desembocan en el Océano Indico tienen esta misma fuente. Gastaldi llama a estos últimos "Cuama" y "Spirito Sancto", siendo así la primera vez que se representan con cierta fidelidad los actuales Zambeze y Limpopo. Ptolomeo no pudo conocerlos por estar en terra incognita, pero ya fueron intuidos por Juan de la Cosa en 1500. Más tarde los dibujaron en forma impresa Contarini (1507), que los llamó respectivamente "rio S. Vicenço" y "rio da lago"95. A partir de aquí, la representación de estos ríos se convirtió en un fenómeno común a muchos cartógrafos de la época96, desapareciendo únicamente en la Carta Marina de Waldseemüller. Fue sin embargo Gastaldi quien basándose en Barros conformó finalmente esta zona del sudeste Áfricano para las próximas generaciones de cartógrafos, dotándola de una identidad de diseño y nivel de precisión entonces desconocidos.

4. G. Gastaldi: "Il disegno della geografia moderna de tutta la parte dell'África..." (1564). La belleza de los trabajos de Gastaldi puso de moda entre los cartógrafos italianos los mapas grabados en cobre. En su mapa de África, Gastaldi dibuja un gran lago central ("Zaire-Zembere") de donde nacen todos los grandes ríos Áfricanos excpeto el Níger.

También resultaba novedosa su representación del Níger ("Negro fiume"), completamente separado del sistema del Nilo. Gastaldi se distanciaba así de una tradición milenaria que aún seguía en curso97, ya la vez, conseguía equilibrar un poco la extraña red hidrográfica Áfricana, viciada por la creencia de un único lago central del que emanaban todas las aguas. Sin embargo, el nuevo mito creado se instaló con fuerza en la mente de los cartógrafos, e incluso el mismo Gastaldi dudaba en conectar o no a la cabecera de Níger con el lago madre central. Lo cierto es que aunque separado, el nacimiento de este río en Gastaldi está muy próximo al "lago Zaire", nombre con el que se designa la parte septrentional del gran piélago interior. A partir de aquí, el río sigue su curso hacia el norte atravesando otros dos lagos, el llamado "lago del Níger" y el "lago de Barna". Se curva después hacia el oeste para atravesar un último lago ("lago de guber") y desembocar finalmente en el océano Atlantico a través del Gambia ("gambra f.") y el senegar ("senega f."), error que se mantendrá vigente hasta principios del siglo XVIII. Así pues, todos los grandes ríos Áfricanos excepto el Níger, que tímidamente se mantiene en duda, nacen de un único lago central. Esta gran laguna ha venido a sustituir en el caso del Nilo el papel desempeñado hasta entonces por los Montes de la Luna, pero no por ello se ha acabado definitivamente la influencia ptolemaica en la cartografía Áfricana. Porque al este del gran piélago "Zaire-Zembere", madre de los grandes ríos Áfricanos, Gastaldi dibuja en paralelo y a la misma latitud, otro gran lago al que llama "Zaflan" y del que parte otro brazo del Nilo, con lo cual se conserva de alguna forma el antiguo espíritu ptolemaico de los dos lagos simétricos opuestos entre si.

Unos cuantos lagos más repartidos arbitrariamente por el interior continental, reafirman que la obsesión lacustre era una de las constantes cartográficas de la época, en un momento además en que la exploración tierra adentro apenas había avanzado. Ello facilitó el que un gran lago central madre de todas las aguas y con islas en el interior, se convirtiese a partir de mediados de siglo en el mito geográfico más importante. Las Décadas de Barros y algunas adaptaciones en la cartografía portuguesa como los mapas de Bartolomé Velho (1561)98 y Lázaro Luis (1563)99, actuaron de precursores dando el primer pistoletazo, puesto que la leyenda del gran lago inició su carrera en Europa a partir del mapa de África de Gastaldi (1564).El primero en copiar literalmente a Gastaldi fue Paolo Forlani (1562) 100, Y pocos años después con algunas variantes Fernando Bertelli (1565)101. Sin embargo, quienes más popularizaron el mito fueron el prestigio y éxito editorial de las obras de Mercador102 y Ortelius103. El primero intentaba reconciliar aún las ideas de Waldseemüller con el mapa Gastaldi, obteniendo así una red hidrográfica muy complicada. Acepta de Barros-Gastaldi la noción de gran lago central con los cuatro ríos surgiendo de él, pero mantiene en este papel al "Sachaf lacus" de Waldseemüller en vez de hacer de este último una simetría ptolemaica con dos lagos opuestos en la misma latitud. Ortelius en cambio aceptó sin paliativos la toponomía y formas de Gastaldi, incluyendo el gran lago central al que llama "Cafates"104.De él parten como de costumbre el Nilo, el Zaire y el "Zuama", que a su vez dará lugar al "Spirito Sant". Sin embargo, entre los Additamentum a la edición del Theatrum de 1573 aparece un nuevo mapa de Etiopía105 donde se cambia ligeramente este sistema hidrográfrico. En primer lugar, el gran lago toma otra vez el antiguo nombre original dado por Gastaldi ("Zaire-Zembere lacus"), añadiéndole una leyenda según la cual "en este lago hay tritones y sirenas" 106. Pero más allá de este detalle, lo realmente significativo de la nueva representación es que Ortelius cambia las fuentes originarias de los ríos. De esta manera, mientras que el Nilo sigue fluyendo del gran lago central, el "Manicongo" (antiguo "Zaire") lo hace de unas montañas situadas al oeste, desconectándose así del sistema originado a partir del "Zaire-Zembere lacus". Se observa pues que en este reino de lo imaginario en que nos estamos moviendo existen también variantes. Algunas ciertamente groseras, como podría ser por ejemplo el mapa de Heinrich Bünting (1581)"107. Pero en general, las primeras diferencias respecto a los modelos difundidos por Ortelius no pasarán de añadir o restar al gran lago madre algún que otro río.

De mucha más trascendencia fueron los cambios introducidos por Lopes-Pigafetta a finales del siglo XVI, pues si hasta ese momento la noción de gran lago central no estaba reñida con las concepciones de Ptolomeo, la representación de Lopes-Pigafetta rompía abiertamente con las ideas del Alejandrino.

Duarte Lopes nació en Benavente (Portugal) y era hijo de un judío converso. En 1578 embarcó hacia el Congo, al parecer con intenciones comerciales. Allí permaneció más de cinco años, durante los cuales trabó amistad con el rey del país Alvaro 1, el cual le nombró embajador suyo ante Felipe I1 y el Papa para obtener un refuerzo en el número de clérigos. Partió entonces hacia España, pero al no aceptar el monarca sus pretensiones religiosas, continuó viaje hasta Roma. El papa Sixto V tampoco hizo caso de sus demandas, pero a través del obispo Migliore, Lopes fue puesto en contacto con Filippo Pigafetta para dictarle la Relatione108. También entregó al humanista italiano una carta general de Africa que llevaba consigo y de la cual se extrajeron después las dos cartas que figurarían en el texto: una carta especial del Congo, y otra que representa el continente Áfricano al este del meridiano que pasa por la isla de Fernando Póo hasta Madagascar. Sin embargo, la lectura de las dedicatorias que ambas cartas dirigen al obispo Migliore evidencian que el mapa original era uno solo y probablemente de toda África109. Por tanto, así será considerado también en nuestro estudio.

Ciertamente, el mapa de Lopes-Pigafetta supone un notable progreso en la representación cartográfica del interior Áfricano, y el diseño de la cuenca del Congo es un palmario ejemplo de ello110. Ahora bien, el punto que más nos interesa destacar concierne a las fuentes del Nilo, aspecto en el cual el texto de la Relatione parece evidenciar divergencias entre las opiniones de Duarte Lopes y Filippo Pigafetta. La obra recoge primero las ideas del portugués con estas palabras:

"Nos falta hablar del Nilo: este río no nace en los montes de la Luna ni, como escribió Ptolomeo, de los dos lagos que él emplaza uno frente a otro a unas cuatrocientas millas de distancia, uno a occidente, y otro a oriente. En efecto, en la latitud que este autor sitúa los dos lagos, se extienden de una parte los reinos del Congo y de Angola al oeste, y de otra parte, el imperio de Monomotapa y el reino de Sofala al este, siendo la distancia de un mar a otro de mil doscientas millas. Ahora bien, el señor Duarte afirma que en este trayecto no se encuentra más que un sólo lago, sito en los confines de Angola y de Monomotapa, y que mide noventaicinco millas (...). Se puede entonces concluir que no hay ningún otro lago en esta latitud."111

Por su parte, Pigafetta prosigue a continuación con las siguientes palabras:

"Es cierto que existen dos lagos, pero están dispuestos muy de otra forma a como los describió Ptolomeo. Este, como se ha dicho, emplaza estos lagos en la misma latitud, uno al oeste y el otro al este. En cambio, los que se pueden ver hoy están situados sobre una línea casi recta que va de sur a norte, a unas cuatrocientas millas el uno del otro."112

Aparentemente entonces, Lopes parecería preconizar la teoría de un único gran lago central113, en tanto que Pigafetta da por comprobada la existencia de dos vastas lagunas. Sin embargo, una lectura atenta a los dos párrafos citados, teniendo en cuenta que el mapa que ambos tenían ante sus ojos era la carta general originaria, evidencia que cuando Lopes manifiesta que sólo hay un gran lago, lo que quiere decir en realidad es que sólo hay un gran lago en la trayectoria de los paralelos a la misma latitud. Verticalmente, ambos autores estarían de acuerdo en que los lagos son dos, uno encima del otro en el sentido de los meridianos.

Con ello, Lopes y Pigafetta no sólo combaten la creencia ptolemaica de los Montes de la Luna114, sino que ahora arremeten de nuevo contra el Alejandrino negando la existencia de los dos lagos simétricamente opuestos en la misma latitud. Para ellos, las verdaderas fuentes del Nilo están dispuestas de otra forma: dos lagos consecutivos, uno por encima de otro en dirección Sur-Norte, dan nacimiento al gran río Áfricano. Así lo explica finalmente la Relatione:

5. Lopes-Pigafetta: "Mapa de África", en Relatione del realme di Congo... (1591). El mapa de Lopes-Pigafetta niega la simetría horizontal de los dos grandes lagos que dan origen al Nilo y se convierte así en el más importante enfrentamiento a la tradición ptolemaica en el siglo XVI. Sin embargo, estas concepciones geográficas tuvieron poca influencia posterior.
 
"Este primer lago de donde se origina realmente el Nilo, está situado a doce grados hacia el polo antártico. En forma de cubeta, está rodeado por todas partes de montañas muy altas, las más grandes de las cuales, a levante, se llaman Cafates; de un lado están las cumbres de nitro, plata, y en frente, otros montes. El Nilo desciende en línea recta hacia el norte sobre una distancia de cuatrocientas millas y desemboca en otro lago enorme: las gentes del país le dan el nombre de mar; es más grande que el primero, pues tiene doscientas veinte millas de diámetro; se encuentra bajo el ecuador."115
La idea de acomodar dos lagos verticalmente consecutivos en la dirección de los meridianos, y convertirlos en las fuentes del Nilo haciendo caso omiso de la simetría horizontal de Ptolomeo, fue una idea corriente en Portugal mucho antes de que se publicara la Relatione. André Homem tuvo la iniciativa de plasmar tímidamente esta ocurrencia en su planisferio de 1559116, Bartolomé Velho (1561)117 dio cuerpo definitivo a la idea tan sólo dos años después. Y a partir de aquí, iguales o parecidos planteamientos podemos encontrar en algunas obras portuguesas subsiguientes como los atlas de Fernando Vaz Dourado (1570)118 y Bartolomé Lasso (1590)119, Sin embargo, parece que fue Pedro de Lemos (c.1583)120 quien influyó directamente sobre la representación de Lopes-Pigafetta121, y estos últimos los que uniendo las tradiciones de Waldseemüller y Gastaldi dieron finalmente a conocer a toda Europa el nuevo planteamiento. En efecto, el primer gran lago meridional de Lopes-Pigafetta bien pudiera ser una derivación evolucionada del "Sachaf lacus" de Hylacomilus, aunque la existencia de un pequeño "lago aque Luna" en las proximidades nos inclina a pensar que es en realidad este último el que corresponde mejor al lago proveniente del Egyplus Nove1o122.

Por su parte, el segundo gran lago de Lopes- Pigafetta dibujado al norte, proviene sin duda del "mar central" apuntado por Barros-Gastaldi. De aquí nacen el Nilo y el Zaire, en tanto que el Sancto Spirito y el Guama lo hacen del primer lago situado al sur. Finalmente, resta decir que ambos lagos están unidos por un río-canal llamado "Iagoa do Nilo". Se observa pues que la red hidrográfica hilvanada por Lopes y Pigafetta nada tiene que ver con la tradición ptolemaica. Además, si se tiene en cuenta que estos autores negaron también la existencia de los Montes de la Luna, es lógico concluir que su geografía Áfricana es el más resuelto enfrentamiento renacentista contra las concepciones del Alejandrino en lo que se refiere a África. Sin embargo, no hay que exagerar el papel atribuido a estos autores en el desenlace de esta ruptura, pues la mayor parte de los datos geográficos de Lopes no eran originariamente suyos123. De hecho, casi toda aquella información era conocida en Portugal desde hacía ya algunos años, como lo demuestran las obras cartográficas allí producidas en aquella época124. Lo que sí tuvo Lopes fue la oportunidad de contar sus propios viajes y lo que sabía de otros a un humanista italiano culto que las publicó y las dio a conocer por toda Europa. Lástima que a pesar de ello Lopes y Pigafetta tuvieran tan poca influencia y que sólo aparecieran sus mapas en los Petits Voyages (1598) de Theodore de Bry y en la segunda edición del Itinerario (1599) de Hugo van Linschoten. Habrá que esperar a d' Anville en el siglo XVIII para que se retorne la línea de Lopes y se llegue a la verdadera configuración de la hidrografía Áfricana. Mientras tanto, en los Países Bajos y Holanda las falsas ideas de Ptolomeo seguían vigentes como si nada hubiera pasado. Es más, la fantasía alcanzará en esta época su punto más álgido.

El barroco cartográfico.

Además de los elementos puramente geográficos, los mapas han contenido siempre hasta épocas recientes un cierto grado de imaginería iconográfica independiente del conocimiento fáctico. Este ornato cartográfico también ha estado presente en las obras renacentistas desde que los mapas tripartitos (isidorianos) dejaron de ser esquemáticos y evolucionaron hacia el tipo transicional ejemplificado en las obras de Ebstorf y Hereforf (siglo XIII) 125. Incluso en los mapas basados en el desaparecido Padrón Real es posible apreciar un cierto boato que nada tiene que ver con los austeros propósitos de la Casa de Contratación126,

Todo este efectismo iconográfico aumentó de grado en la segunda mitad del siglo XVI. Así, mientras Münster se limitaba a dar un cierto aire primitivista a su mapa de África dibujando allí elefantes, "monoculi" y bosques con loros y papagayos en los árboles127, la escuela de Dieppe128 irrumpió en la escena cartográfica con obras como los mapamundis de Pierre Desceliers (1546 y 1550)129 o el atlas de Guillaume Le Testu (1556)130, que acrecentaron mil veces el sensualismo ilusoiro de los mapas hasta entonces conocidos. Paisajes y escenas de género llenan ahora por doquier el espacio terrestre y marino, dibujándonos los habitantes de cada región con sus costumbres y sus armas, monarcas sentados en fastuosas póltronas, seres extrordinarios, animales salvajes y domésticos, extrañas plantas, monstruos marinos, embarcaciones con sus banderas, castillos y fortalezas, estandartes y blasones, monumentos de todo tipo." En suma: una explosión festiva cargada de sensualismo donde el mapa se revela no sólo como objeto de conocimiento, sino también obra de arte.

Uno de los principales propósitos de este barroquismo cartográfico fue sin lugar a dudas la ocultación, la simulación del vacuum provocado por un conocimiento geográfico deficiente transcurridos ya más de dos siglos desde que los portugueses pusieran pie en África por primera vez. En este sentido, el prurito artístico de muchos autores veló el diseño de algunas zonas comprometidas como la representación de las fuentes del Nilo. Lázaro Luis por ejemplo, nos presenta en su atlas de 1563131 un Sahara decorado con camellos en los "Montes Claros" y un espléndido Castillo de la Mina que encubre totalmente la realidad geográfica del interior Áfricano. Lo mismo ocurre con el también portugués Fernando Vaz Dourado y el progresivo aumento de los elementos de ocultación en sus sucesivos atlas132: en su obra de 1570 (fol. 9) inicia tímidamente este proceso colocando una escala de millas en forma de tronco de árbol, algunos escudos y varios "padroes"; en el atlas de 1571 (fol. 4) aumenta el número de estos elementos, y luego, en sus atlas de 1575 (fol. 10) Y 1580 (fol. 9), además de una tabla de leguas, algunos "padroes", varios esandartes y diversas figuras, Vaz Dourado coloca en el centro de África un enorme escudo sostenido por dos ángeles que ocultan por completo los detalles geográficos centroÁfricanos y las fuentes del Nilo.

Un siglo más tarde, encontramos estos mismos recursos de ocultación en el bien documentado cartógrafo veneciano Vicenzo María Coronelli, que en su África divisa nelle sue Parti secondo le pui moderne relationi (antes de 1689)133 y en su Afrique selon les Relations les plus Nouvelles (1689)134 utiliza para estos fines una enorme cartela explicativa en el sur de Etiopía135, precisamente en el lugar menos conocido del continente y de donde surge el río Nilo. Por tanto, se observa que una de las primeras consecuencias de la relentización de las exploraciones Áfricanas tierra adentro a lo largo del siglo XVII fue la variada proliferación de recursos de ocultación en los mapas. Ante la escasez de nuevas noticias, todas las artes parecían lícitas a los cartógrafos de esta época con el fin de apropiarse gráficamente de lo ignoto. No ha de extrañar en este contexto que la cartografía del siglo XVII se caracterizase también en la mayor parte de los países de Europa por el mantenimiento de los mitos geográficos que habíamos observado en los mapas del Cínquecento. Concretamente, vamos a hacer referencia en las próximas líneas a la cartografía holandesa del Seiscientos, donde el barroco cartográfico que nos ocupa alcanzó su máxima expresión136. El extraordinario dinamismo de la cartografía holandesa en el siglo XVII y el relevo de Amberes por Amsterdam en la cabeza del mercado cartográfico del norte de Europa, vino avalado por el esplendor del imperio comercial y marítimo que impuso Holanda en esta centuria a través de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que requirió para sus cometidos la elaboración de numerosos mapas137.

Uno de los primeros cartógrafos oficiales al servicio de esta compañía fue Petrus Plancius138, autor del primer mapamundi de gran formato publicado en Holanda dando a conocer las informaciones portuguesas que había obtenido a través de la adquisición de varias cartas lusitanas contemporáneas como las de Bartolomé Lasso (1590)139 y Luis Teixeira (c. 1600)140. La obra de Plancius llevaba por título Nova et exacta terrarum orbis tabula geographica ac hydrographica (1592)141. Para su confección, Plancius utilizó en África el mapa de Mercator (1569) como prototipo para el interior142, y los citados mapas de Lemas y Lasso para el mejoramiento del perfil costero143. Plancius prosigue en esta obra con la noción del gran lago central apuntada por Barros-Gastaldi, pero rechaza la idea de que éste sea el punto de encuentro de todo el sistema hidrográfico Áfricano. Para el cartógrafo holandés, el Cuama-Zambesi y el Spiritu Sancto tienen fuentes propias separadas del sistema que da origen al Congo y al Nilo. y así, con un gran lago central ("Zaire-Zembre lacus") y otro más pequeño al este ("Zaflan lacus"), aproximadamente en la misma latitud que los dibujara Ptolomeo, será como el sistema hidrográfico de Plancius pase a ser modelo de toda la cartografía holandesa durante más de un siglo.

También fue prototipica su concepción estética de los mapas, pues así como el planisferio de Plancius está ricamente adornado con esferas celestes, círculos polares e incluso imágenes de profesores de geografía dando sus clases a los alumnos, así también se enriquecerán con vistosos aderezos los mapas holandeses del siglo XVII. Recuérdese en este sentido que en Amsterdam la cartografía era un negocio, y que por tanto, una de las condiciones que requería el mapa para ser fácilmente vendido era la belleza. También era importante la diligencia en la publicación, lo cual trajo consigo nefastas consecuencias desde el punto de vista científico, ya que los datos se extraían de donde fuera con tal que resultara rápido y barato; esto es, copiándolos de obras anteriores144. En estas condiciones, resulta comprensible el mantenimiento con pocas variaciones de los mitos geográficos que hemos venido estudiando en otros capítulos.

La concepción mercantilista de la cartografía que hemos señalado dio lugar a una copiosísima producción de mapas y atlas a lo largo del siglo XVII. Ello haría en principio imposible aquí un estudio exhaustivo de todas las obras publicadas145. En cambio, hay que señalar que las variaciones en estos mapas de la representación de África son poco significativas. Por tanto, un examen detenido de las obras más representativas será suficiente para hacernos una idea del conjunto de la producción. Entre éstas, debe colocarse en primer lugar la Áfricae nova descriptio de Blaeu146, uno de los más decorativos y populares mapas de África en el siglo XVII.

Willem Janszooom Blaeu o simplemente Blaeu147, tuvo una buena formación científica como discípulo del astrónomo danés Tycho Brahe en su observatorio de la isla de Hveen148. Además de buen cartógrafo, Blaeu fue también un gran artista y hombre de negocios. Trabajó como Plancius en la Compañía de las Indias Orientales, pudiéndose también contar como sucesor suyo en el aspecto cartográfico.

La Africa e nova descriptio de Blaeu apareció primero como mapa separado en 1617, siendo después incluido en los sucesivos atlas de la familia149. Sorprende en primer lugar el dibujo preciso con que su autor da forma al continente, aunque adolece como todos los mapas holandeses del siglo XVII de una considerable exageración longitudinal150. Este error se combina además con el habitual desplazamiento hacia el sur del territorio abisinio, creando así una falsa sensación de plenitud que queda realzada en la periferia con la colocación de los nombres costeros hacia el interior. Dos grandes lagos ptolemaicos dominan el espacio central del continente, siendo el más grande de ellos el "Zaire-Zembre lacus" de Gastaldi. Este da sólo nacimiento al Nilo y al Congo, como en Plancius, mientras que el Cuama y el Spirito Sancto nacen al sur independientemente. En particular, este último río fluye del lago espurio de Waldseemüller ("Sachaf lacus"), debidamente empequeñecido al sur del gran lago central. Por último, el Níger sigue el mismo curso independiente que mostraba Gastaldi, desembocando en el Atlántico a través del Senegal.

Blaeu incorporó a su mapa de África la toponimia descrita por León el Áfricano al igual que hicieran anteriormente Ortelius, Mercator y todos los cartógrafos contemporáneos desde Gastaldi. Distorsionó hacia el sur las distancias descritas por el tratadista árabe para dar sensación de mayor relleno, y tuvo además el cuidado de trazar con gruesas líneas de colores las ficticias fronteras que teóricamente separaban los diferentes reinos Áfricanos. Pero con eso y todo, quedaban aún en su mapa de África importantes espacios en blanco, lo cual era inadmisible para una buena venta de su producto. Fue entonces cuando decidió, al igual que la mayor parte de los mapas holandeses de la época, completar su trabajo con diversos atavíos complementarios. El primero fue dibujar en lugares estratégicos varias especies de animales, de entre los cuales destaca el diseño de un cocodrilo, varios leones, avestruces, elefantes, un mono, algún camello y otras bestias. Luego pobló los océanos de extraños monstruos y peces voladores, e hizo surcar por sus aguas a numerosos barcos, todos ellos con su correspondiente bandera holandesa. Y por si fuera poco, enmarcó este cuadro con un margen de viñetas de vivas representaciones artísticas donde se dibujan en los laterales las formas y atuendos de algunos pueblos nativos de África, yen la parte superior nueve pinturas de ciudades Áfricanas tomadas a vista de pájaro extraídas dellibro de Braun-Hogenberg151.

6. W. Blaeu: "Áfricae nova descriptio" (ed. 1663). La "Áfricae nova descriptio" de Blaeu es uno de los más populares y decorativos mapas de África en el siglo XVII. Los abundantes motivos ornamentales de diversa índole dan una falsa impresión de relleno y esconden el desconocimiento geográfico del interior continental.

Todo este efectismo iconográfico convirtió en obras de arte los mapas de las familias Blaeu, Hondius, Visscher, De Witt y muchos otros clanes que proliferaron en el Amsterdam del siglo XVII. Las numerosas ediciones de sus cuidados atlas satisfacían a un amplio público ávido por curiosear los exóticos detalles de los nuevos territorios abiertos al conocimiento humano. Sin embargo, la realidad del progreso científico y geográfico que ofrecía la cartografía holandesa a finales del siglo XVII respecto a sus predecesores era más bien pobre. Tanto el mapa de África de Willem Blaeu, como los de Jodocus Hondius, Claes Janszoom Visscher o cualquiera de sus seguidores, adolecen en parecidos términos de un mal común: exceso de celo por la vertiente crematística de su trabajo, y consiguientemente, falta de rigor y credulidad para con la tradición heredada.

Dicho de otra forma: la cartografía holandesa del siglo XVII adoleció en líneas generales de sentido crítico y copió sin apenas variaciones el sistema hidrográfico heredado de los cartógrafos del siglo XVI. Ante la falta de nuevo material de primera mano, la aportación más palmaria de los cartógrafos holandeses del Seiscientos consistió entonces en el uso sistemático del adorno y la ornamentación, camuflando así en parte los vacíos del conocimiento geográfico real en esta época. El resultado fue una fiesta de imágenes que convirtió a los mapas y atlas holandeses en obras de profundo significado artístico, pero con una clara función encubridora. Por eso, antes de que acabara el siglo XVII y al tiempo que los misioneros jesuitas penetraban puntualmente tierra adentro, se alzaron las primeras voces de protesta clamando tabula rasa ante tanto ornamento vacuo en la cartografía contemporánea. Los excesos y máscaras del barroco habían llegado a su límite, provocando el cansancio de quienes se interesan ahora por el conocimiento geográfico científicamente contrastado. Para ellos, el avance positivo consistía primero en desandar parte de lo andado.
 

La reforma de la Cartografía.

El espíritu cartesiano de la época, el avance de los descubrimientos y la solidez de las instituciones científicas en el siglo XVIII, darán lugar en esta centuria a una reforma cartográfica que cambiará la imagen del mundo y conferirá a la ciencia geográfica un carácter plenamente positivo152. En el caso de África, la suerte de este proceso pasó por sucesivas etapas de progresivo alcance: primero se llevaron a cabo a finales del siglo XVII diversas reformas parciales en los territorios mejor conocidos. Después, el avance de la astronomía y el estudio crítico de las informaciones disponibles dieron paso a la reforma general del mapa de África en la primera mitad del siglo XVIII.

Las primeras enmiendas parciales: Abisinia, Monomotapa y las fuentes del Nilo Azul.

Las primeras relaciones diplomáticas serias de Europa con Etiopía las había establecido Portugal en el siglo XVI, resultando de las mismas un auxilio militar a aquella región en 1542 153. La observación de la vida cotidiana de los abisinios y su situación religiosa deshizo por aquel entonces la idea de una Etiopía cristiana cuyos insignificantes matices religiosos con la iglesia de Roma se atribuían a la distancia que separaba a las dos congregaciones. Muy al contrario, los portugueses que se desplazaron allí pudieron comprobar in situ la independencia religiosa de los abisinios y las herejías de la doctrina monofista. Fue entonces cuando se decidió el envío de los primeros jesuitas, que llegaron a partir de 1555 con la intención de asistir doctrinalmente a aquella parte de la cristiandad154. Pero además de su misión estrictamente religiosa, la acción de los jesuitas revistió también importantes revelaciones desde el punto de vista geográfico, que se hicieron notar en diversos mapas del siglo XVII.

En 1618 un grupo de jesuitas comandados por el español Pedro Páez alcanzaba las verdaderas fuentes del Nilo Azul en el reino de Gojam, siendo la primera vez que los ojos europeos veían estas nacientes del Nilo. Pocos años después, las mismas regiones fueron exploradas por el también jesuita Manuel de Almeida, que permaneció en Abisinia desde comienzos de 1624 hasta 1633, año en que se trasladó a Goa donde murió trece años después155, Estando aún en Abisinia, y por orden de sus superiores, el padre Manuel de Almeida empezó a escribir su Historia de Etiópia a AIfa ou Abássia156, que terminó en Goa pocos meses antes de su fallecimiento. Esta obra recogía entre otras sus impresiones sobre las fuentes del Nilo Azul, diseñando además una carta con el dibujo de las mismas157. Todo este conjunto fue enviado a Portugal, donde fue recibido por el padre Baltasar Teles, Provincial de los jesuitas en la metrópoli. Este se encargó de escribir en base a aquél otra obra que contenía una carta de Abisinia igual a la de Manuel de Almeida, siendo el texto impreso en Coimbra en el año 1660158. Así pues, a partir de este libro de Teles se hicieron finalmente públicos los hallazgos del padre Páez y las ideas cartográficas del padre Manuel de Almeida.

Desde el punto de vista geográfico, las innovaciones que trajo consigo la cartografía de Manuel de Almeida son principalmente dos. La primera se refiere a las fuentes y curso del Nilo, aunque en este sentido el supuesto avance fue más bien un retroceso, ya que los jesuitas portugueses identificaron el Nilo Azul con el Nilo propiamente dicho. Por tanto, el gran río Áfricano del que tantas grandezas escribieron los Antiguos tenía nacimiento según ellos en unos montes abisinios situados al oeste del lago Tana ("Tzana"). Atraviesa poco después este lago y prosigue su curso dibujando una espiral en el sentido de las agujas del reloj para finalmente dirigirse hacia el norte y desembocar en el Mediterráneo.

Esta representación del Nilo era compartida por los propios abisinios, que también identificaron las fuentes del Nilo Azul con el verdadero Nilo. Además, ello tuvo notables repercusiones en algunos cartógrafos posteriores, como puede verse por ejemplo en los mapas de África del holandés afincado en Londres Herman Moll (1970)159 o en el del francés Caroli Allard (1720)160. En ambos casos estos autores diseñan un sistema hidrográfico curioso, ya que si bien conservan de una parte la vieja idea de dos grandes lagos ptolemaicos "Zaire-Zambre" y "Zaflan", lo ciero es que éstos están reducidos a meras lagunas interiores aisladas de la cuenca del río Nilo. Tanto para Moll como para Allard, las verdaderas fuentes del gran río Áfricano no están ubicadas en los dos grandes pielagos sino en las cercanías del lago Tana en Abisinia. En un mismo mapa conviven pues las nuevas concepciones de la época con los viejos vestigios a los que es difícil sustraerse, incluso como en este caso cuando éstos están ya desprovistos de su funcionalidad inicial. De esta forma, los mapas de Moll y Allard ejemplifican una vez más que el cambio de ideas en torno a las fuentes del Nilo no fue nunca traumático sino presidido siempre por la continuidad respecto a la tradición heredada.

El segundo aspecto importante introducido con la cartografía del padre Manuel de Almeida se refiere a la extensión del territorio abisinio. Recuérdese en este sentido que la mayor parte de los autores habían extendido hacia el sur los límites reales de Abisinia, logrando así llenar un espacio geográfico que en realidad era desconocido. Joao de Barros consiguió un notable avance al situar las fronteras del imperio del Preste Juan por encima de la equinoccial161, pero su labor fue finalmente completada por el testimonio de los jesuitas desplazados a la zona. El primero en hacerlo cartográficamente fue el padre Manuel de Almeida, que tras constatar la falsedad de las representaciones que le precedieron, se vio obligado a confeccionar un nuevo mapa de la región. Acompañó su diseño cartográfico de unas "Advertencias necessarias para melhor intelligencia deste mappa", donde el Provincial expone la problemática que nos ocupa con las siguientes palabras:

"El primero y principal error de los mapas y tablas de Ortelio, Gerardo y de los demás, es que extienden las tierras pertenecientes al Imperio Abisinio desde los 22 grados de latitud norte hasta los 16 o 17 grados de latitud sur, y a esta altura dibujan el lago Zaire, del cual dicen que sale el Nilo, y a lo largo del lago pintan el Reino del Gojam, porque oyeron que nace en este Reino; de manera que dan a este Imperio de norte a sur un espacio de 39 o 40 grados; y la distancia del este al oeste la cuentan desde las playas del Mar Rojo hasta el Río Negro y los confines del Congo o Manicongo, lo cual supone un espacio de más de 400tas leguas,"162. Una reducción del territorio abisinio como la que propuso AImeida a un cuadrado de aproximadamente siete u ocho grados de lado en torno al lago Tana como fuente principal del Nilo, se vio después refrendada por los ma~as de Baltasar Teles (1660)163, Melchissédech Thévenot (1663)164, François Eschinard (1674)165, Job Ludolf (1683)166 y otros, lo cual suponía abrir una brecha de espacio en blanco en el centro del mapa de África. Es decir, levantada la máscara encubridora del sobredimensionamiento abisinio, lo que aparecía a los cartógrafos de la época era el desconocimiento casi absoluto de los territorios al sur de Etiopia. Por eso no ha de extrañar que autores como Moll o Allard conserven sin ser fuentes del Nilo los espurios lagos ptolemaicos, que ahora más que nunca sirven simplemente para rellenar el vacuum.

7. C. Allard: "Novissima et perfectissima Áfricae descriptio" (1720). La penetración jesuita en Abisinia a lo largo del siglo XVII comportó la reducción de este territorio y la creencia de que el verdadero Nilo era el Nilo Azul. Ello abría un espacio en blanco en el centro del mapa de África, rellenado por algunos cartógrafos como Allard con los espurios lagos ptolemaicos a pesar de haber perdido su funcionalidad inicial.

Visto todo este proceso con la perspectiva que el tiempo nos permite, lo que se observa hicieron los cartógrafos anteriores a estos movimientos de reforma fue transponer hacia el sur del Ecuador elementos geográficos que en realidad pertenecían a Abisinia. Por eso, la reubicación de las supuestas fuentes del Nilo hacia el norte en los alrededores del lago Tana, la reducción drástica del territorio abisinio y el consecuente vacío que abrió todo ello en el centro del mapa de África, afectaron del mismo modo a la cartografía del sudeste Áfricano. Porque en definitiva, el resultado último de la penetración jesuita en Etiopía fue el desvanecimiento de los grandes lagos centroÁfricanos como sistema hidrográfico del que se alimentaban los principales ríos Áfricanos, y ello repercutió, naturalmente, a la representación cartográfica del CuamaZambeze. Plancius y Blaeu habían desligado ya el origen de este río del gran lado central "Zaire-Zembre", pero retenían aún como fuente suya el espurio "Sachaf lacus". Fue la creciente incursión de los portugueses en el interior de Monomotapa167 la que cuestionó también el antiguo lago de Waldseemüller, mejorando así conforme a la realidad el curso del Zambeze. La primera representación impresa en mostrar el nuevo dibujo del Cuama-Zambeze fue el mapa de Hubert Jaillot (c. 1678)168, pero fue una obra de éxito editorial como la Suite du Neptune François (1770)169 la que la popularizó y le dio difusión. Sin embargo, el simple cotejo de este volumen con un atlas de África confeccionado por Joao Teixeira Albernaz 11170 en 1665171, nos da el indicio de qué fuentes portuguesas sirvieron de base para inspirar al atlas francés172. En concreto, puede afirmarse que la carta de Teixeira Albernaz II que representa el imperio de Monomotapa173 fue el prototipo copiado por los cartógrafos franceses en su diseño del sudeste Áfricano. Para demostrarlo, nada mejor que reconstruir la historia inicial del Atlas174.

El trabajo fue encomendado a Joao Teixeira Albernaz 1I por d' Ablancourt que, una vez acabado en 1665, se lo llevó a Francia. Allí, d'Ablancourt lo mostró a algunos geógrafos franceses, entre los cuales se cuenta Hubert Jaillot. Fue entonces cuando este último incorporó la nueva representación del Zambeze en su carta impresa de c.1678175. Más tarde, en 1685, d'Ablancourt se trasladó a la Haya, donde murió en 1693. El atlas quedó entonces en manos de d'Halewyn, que a su vez lo cedió a Mortier, editor de Le Neptune Frant;ois. En 1700 aparecía en París la continuación de esta obra bajo el título de Suite du Neptune Frant;ois ou Atlas Nouveau des Cartes Marines, donde Mortier incorpora esta vez un mapa de Monomotapa claramente inspirado en Teixeira Albernaz 11. A partir de aquí, la nueva representación del Zambeze se hizo más o menos generalizada176. Por tanto, el mapa de Teixeira Albernaz II es un documento importante para comprender el desarrollo de la cartografía centroÁfricana en Europa, siendo seguramente una de las obras portuguesas de más influencia en el extranjero durante la segunda mitad del siglo XVII177.Sin embargo, el diseño de Teixeira Albernaz I1 no es completamente original. De hecho, existía desde hacía tiempo en Portugal una representación prototípica del Zambeze que se refleja en mapas como los de Manuel Gondinho de Erédia (c.1615-22)178, Joao Teixeira Albernaz I (1630)179, o el contenido en ellivro do Estado da India Oriental (1636) de Pedro Barreto Resende180, amén de otras referencias en obras como la de D. Jerónimo de Almeida de 1616181. Pero estas representaciones no fueron conocidas fuera de Portugal, mientras que los mapas de Teixeira Albernaz I1 sí tuvieron esta oportunidad. Por eso precisamente es importante su atlas de África de 1665.

Así pues, una vez llevadas a cabo las primeras enmiendas parciales al mapa de África en Abisinia y Monomotapa por los cartógrafos portugueses, y verificada la llegada de estas nuevas ideas a países como Francia, todo estaba preparado para el asalto final contra el barroquismo holandés que aún imperaba en el siglo XVII.

La reforma general francesa.

Coetáneamete a un mapa "científico" en el Renacimiento siempre es posible encontrar, incluso dentro de un mismo país, mapas de sentido contrario; es decir, mapas que ornamentan fantásticamente el interior de los continentes. Sin irnos hasta Holanda, nos sirve como ilustración de lo dicho el ejemplo del portugués José da Costa Miranda, que años después que saliera a la luz el atlas de Teixeira Albernaz II, realizaba en el año 1681182 un conjunto de cartas donde a pesar del buen trazado del perfil africano, dibuja en su interior motivos tales como elefantes, unicornios, rinocerontes, mujeres montadas en cocodrilos y en definitiva, todo tipo de elementos superfluos carentes de referente con la realidad. Sin embargo, y en consonancia con el incipiente espíritu ilustrado de la época, la línea cartográfica que antepone por encima de la fantasía el rigor de los datos geográficos comprobados, empezó a ser dominante en Francia desde finales del siglo XVII y se implantó definitivamente en el siglo siguiente.

Que la ciencia cartográfica avanzara en la patria de Descartes a lo largo del siglo XVII no fue casualidad. Francia era el primer Estado fuertemente centralizado, lo cual significaba entre otras cosas una importante demanda de mapas para cubrir las necesidades estratégico-militares y burocrático-administrativas de la empresa estatal, tales como el desarrollo de la economía nacional, la organización viaria de transportes, la construcción de canales, la explotación de recursos naturales, el apoyo a los propósitos militares y muchos otros. A estas necesidades fueron sensibles el "rey Sol" Luis XIV Y su ministro Colbert, que fundaron en 1666 la Académie Royale des Sciences de París para supervisar y coordinar todo este trabajo183,

Precisamente ese mismo año se publicaba en La Haya el De Nili et Aliorium Fluviorium Origine de Isaac Vossius, libro en el que por primera vez de forma impresa se eliminaba el clásico sistema del Nilo con sus orígenes en el hemisferio austral. No pasó ni un ano para que apareciera en París una edición francesa de esta obra, con lo cual las observaciones de Vossius se sumaban al acervo de nuevos conocimientos sobre la geografía Áfricana que ya tenían a su disposición los cartógrafos franceses. De hecho, las cartas de Vossius no hacían mas que corroborar el goteo de nuevas noticias que sobre la cartografía Áfricana fue llegando a Francia desde Portugal a lo largo de la segunda mitad del siglo XVII. Por tanto, a nadie ha de extrañar que este crisol cartográfico francés sumado a las circunstancias científicas que allí concurrían, concertaran finalmente a comienzos del siglo XVIII una reforma general de la cartografía. África es seguramente el mejor ejemplo de la reforma francesa, siendo en este caso Guillaume Delisle (1675-1726) el principal valedor de los cambios introducidos184. Guillaume nació en el seno de una familia de científicos185. Su padre Claude, también geógrafo e historiador de la cartografía, ayudó a Guillaume en las precoces tentativas de éste por trazar sus primeras cartas186. Más tarde completó su educación en la Académíe como discípulo de Jean Dominique Cassini, que le proporcionó una sólida formación científica.

A partir de entonces su trabajo estuvo casi enteramente ligado a las actividades de esta institución, de la que se convirtió en miembro asociado en el año 1718. Su obra destaca principalmente por el alto valor científico de sus mapas, que siempre fueron fruto de una esmerada pericia y constante revisión. Ello le hizo acreedor en vida de un merecido prestigio nacional e internacional, traducido a veces en plagios objeto de proceso187. Para el estudio de África, resulta imprescindible examinar en primer lugar su mapa continental de 1700188. En él, Delisle reduce el Mediterráneo y fija definitivamente a África con extensiones latitudinales y longitudinales muy precisas189. En el interior, el cartógrafo francés suprimió los lagos Zaire y Zaflan heredados de la tradición ptolemaica, mostrando como principal rama del Nilo el cauce que proviene del lago "Tzana" (Tana) en Abisinia. Contrariamente a la tradición árabe y a lo que dibujaran muchos otros cartógrafos, Delisle duda explícitamente de aquellos "que pretenden que el Níger es un brazo del Ni1o190, figurando así los primeros espacios en blanco para aquellas regiones de las que nada o muy poco se sabía. Aparece el río Congo, el "R. du Esperit" y el Zambeze, mostrando en este caso los asentamientos portugueses de Sena, Tete y Chicora. También indica el lugar de varias minas de oro, plata, esmeraldas y sal, e incluso señala los pozos de agua en el desierto, pero nada de ello va en menoscabo de una representación donde priman la simplicidad de estilo y el espíritu crítico.

En 1722 aparece una versión revisada del mapa anterior donde Delisle introduce nuevas reformas191. Por una parte se separan el Senegal y el Níger, discurriendo este último de Oeste a Este desde el Reino de "Tombut" hasta desembocar en un lago interior que llama "Bournou". Esta separación desvanecía una falsa idea que perduró en la cartografía Áfricana durante siglos y que aún mantenían contemporáneamente los cartógrafos holandeses. Pero además, existe en este mapa de 1722 otra importante novedad: tierra adentro de Zanzibar, al norte del río Cuama a la altura de Tete, se incluye por primera vez el lago "Maravi", que por su forma y dimensiones coincide con el actual Nyasa. Delisle supo así aprovechar las informaciones del viajero francés André Brue para rectificar la zona del Gambia-SenegaI192, y las noticias de los aborígenes transmitidas a través de los comerciantes árabes para innovar el sureste Áfricano193. Posteriormente, se fueron sucediendo otras revisiones de su mapa de África, en las cuales se denota el mismo espíritu crítico y el constante progreso geográfico194. Sin embargo, Delisle pasará más a la historia de la cartografía Áfricana por su precisa ubicación del continente y perfección del contorno litoral, que por la renovación del interior.

Obsérvese por ejemplo que Delisle conserva aún la costumbre holandesa de dividir el territorio Áfricano en grandes regiones de delimitación arbitraria, indicándolas además con grandes títulos. Será su compatriota Jean Babtiste Bourguignon d' Anville quien siguiendo la labor iniciada por Delisle libere para siempre al espacio interior de ilusorias apropiaciones e imprima a la reforma un carácter general. A diferencia del talante práctico de Delisle, d' Anville era un sabio erudito que jamás salió de los alrededores de París. Atraído tempranamente por la Antigüedad, parece que debió buena parte de su formación inicial al abate de Longuerue, especialista en geografía antigua195. Su vasta erudición y sus amplios conocimientos históricos le sirvieron para ingresar en la Académia des Inscriptions en el año 1754, y de aquí pasó 19 años más tarde a la Académie des Sciences. D' Anville desarrolló su trabajo sobre la base de los textos escritos que consultaba en los diferentes archivo y bibliotecas de París. Luego cotejaba toda esta información con los datos aportados por misioneros, diplomáticos o viajeros, expresando finalmente sus conclusiones a través de la cartografía. La principal aportación de d' Anville reside pues en una valoración crítica de las fuentes antiguas y su reconciliación con las escasas observaciones modernas, siguiendo este procedimiento tan lejos como le fue posible. Aún así, su "geografía de gabinete" coincide en buena medida con los métodos de trabajo seguidos por sus predecesores. Por ello, d' Anville debe ser considerado como el último y quizás más grande de los cartógrafos del Renacimiento.

D' Anville era un entusiasta de África. Escribió varias obras sobre su misteriosa hidrografía e incluso llegó a planear una expedición a Tombuctú196. Sin embargo, su más valiosa actividad consistió en cartografiar con esmero este continente. El primer mapa Áfricano de d' Anville fue una Garte de l'Ethiopie Orientale de 1727197, fuertemente basada en Delisle (1722) y las fuentes portuguesas. En él sobresale la figuración en el centro del estrecho y largo "Iac de Maravi", que según d' Anville correspondería al antiguo lago central "Zembre" de otros autores198. En el extremo septentrional, junto a la canela, dibuja al Nilo Azul emergiendo del lago Tana, y finalmente al sur, en Monomotapa, diseña el curso del Zambeze con tal detalle que se pueden distinguir por encima de Tete los rápidos de Cabora Bassa con los que toparon los portugueses en el siglo XVII199. Cuando tuvo que dibujar las fuentes del río, d' Anville se limitó a escribir una escueta leyenda en la que se lee: "el origen del río Zambeze es aún desconocido"200. Esta es precisamente la mayor grandeza que preside toda su cartografía: el riguroso espíritu crítico.

En 1749 aparece su mapa continental201, más famoso por lo que el autor dejó en blanco que por lo que realmente grabó. Basado para el dibujo del perfil en los mismos datos que Delisle, la configuración horizontal difiere poco de la de este autor. Obsérvese en cambio el tratamiento del interior: sin monstruos, ni leones, ni grandes rótulos, los únicos adornos se refugian en la cartela. Más aún, salvo algunos topónimos en el Congo, en Monomotapa y en el cabo de Buena Esperanza, todo el sur Áfricano está en blanco; el continente en general parece vacío.

Con anotaciones en francés, holandés y portugués, d' Anville grabó sólo los lugares cuya existencia creía probada. Suprimió lo ficticio o convencional, y antes la duda, escribió abundantes notas explicativas. Apenas existe por ejemplo ningún dato en el Sahara, cuyo espacio en blanco contrasta fuertemente al norte con una densa toponimia en la franja costera mediterránea. También abundan los nombres a lo largo del Nilo, cuya rama principal no es ya el Nilo Azul proveniente de Abisinia, sino otro brazo que nace al sur en dos lagos próximos a las Montañas de la Luna.

En efecto, después de dieciséis largas centurias de discusiones y diversas alternativas en torno a las fuentes del Nilo, d' AnviIle retorna a mediados del siblo XVIII a la tradición ptolemaica en su versión original. Se pronuncia así contra quiénes confundían las nacientes del Nilo Azul con el verdadero origen del gran río Áfricano, y ante el vacío absoluto de conocimiento fidedigno a este respecto en su época, d' Anville no encuentra inconveniente en conceder a Ptolomeo y a la geografía antigua el crédito que merecen en tanto no existan nuevos descubrimientos que demuestren lo contrario. Así lo expresa cartográficamente en su mapa de Africa y también por escrito en una larga pero significativa leyenda contenida en el mismo que acompaña al diseño de los dos lagos ptolemaicos, donde dice:

"Aunque nos hayamos felicitado en este último siglo de haber encontrado las fuentes del Nilo en las de un gran río de Abisinia, lo cierto es que el estudio de los geógrafos de la antigüedad nos enseña que ellos conocieron este río bajo el nombre de Astapus, distinguiéndolo claramente de otro más remoto en el interior de África al cual comunmente se le denominó Nilo. Así, en la situación en que estamos, ignorando aún las verdaderas fuentes de este río, nadie está en el derecho de deschar enteramente lo que no sólo Ptolomeo sino también los geógrafos orientales el-ldrisi y Abulfeda nos dicen acerca de su origen, hasta que adquiramos nuevos conocimientos."202

8. J.B. d'Anville: "Afrique publiée sous les auspices de Monseigneur le Duc d'Orleans" (1749).A mediados del siglo XVIII d'Anville suprimió del mapa de África todos los datos geográficos cuya existencia no creía probada, y el resultado fue una representación donde dominan los espacios vacíos. A partir de entonces, sólo las expediciones decimonónicas serán capaces de cubrir con datos el interior Áfricano.

Naturalmente, la fidelidad de d' Anville a las ideas de Ptolomeo no estuvo exenta de matices. El más importante fue sin lugar a dudas colocar los lagos ptolemaicos por encima de la equinoccial a 5° N de latitud,en contra de lo que pensara el Alejandrino. Debe subrayarse no obstante que el sistema del Nilo dibujado por d' Anville reproduce a grandes rasgos lo esencial del esquema ptolemaico: dos lagos simétricos ubicados al norte de las Montañas de la Luna, recogen el entramado acuífero originado a partir de éstas y dan finalmente origen al río Nilo. De esta forma, la intuición de d'Anville cierra un largo paréntesis de especulaciones para acabar en el punto de partida avanzado por Ptolomeo y anticipa sorprendentemente en algunos años la realidad del sistema hidrográfico del Nilo descubierto por las exploraciones decimonónicas.

En otras regiones de la geografía Áfricana el balance de las conclusiones cartográficas de d' Anville fue desigual. El Níger por ejemplo es mostrado por primera vez con su característica curva al norte y separado como en Delisle de los ríos Gambia y Senegal, pero su cauce está truncado a oriente y poniente por dos largos que lo convierten en un río interior sin desagüe al mar203. Además, una curiosa nota añade que hay razones para presumir que el río va de Oeste a Este y no al revés como se creía desde Ptolomeo, aunque así sucede en la realidad204. No será sin embargo hasta las exploraciones decimonónicas que se resuelva definitivamente este enigma, puesto que d'Anville se mantuvo hasta entonces como modelo de una nueva cartografía Áfricana basada esencialmente en la simplicidad de estilo y el máximo rigor en la representación.
Basta contemplar la Áfricae nova descriptio de Blaeu y los mapas de d' Anville para percibir la enorme labor depuradora llevada a cabo por la cartografía francesa en el siglo XVIII. Para ello, fue necesario que llegaran a Francia los nuevos datos geográficos portugueses y la determinación de las longitudes efectuadas por la Academie a finales del siglo anterior205, pero también debe contemplarse el hecho de que tanto Delisle como d' Anville eran cartógrafos del Rey subvencionados por la Academie, lo cual les permitía despreocuparse de las implicaciones crematísticas de su obra. Lejos por tanto del mercantilismo cartográfico holandés, la única ambición de estos autores franceses residía en una aproximación científica al área representada que les reportase fama y reconocimiento personal.

A partir de aquí y con estos presupuestos, se comprende fácilmente el camino recorrido. Primero fue Guillaume Delisle quien tuvo a su disposición los datos necesarios para fijar definitivamente el contorno Áfricano e iniciar la renovación interior. Depués, su labor fue continuada por Jean Babtiste Bourgignon d' Anville, quien a falta de mayores detalles geográficos comprobados, no tuvo reparos en dejar en blanco la mayor parte de su mapa de África. Sin embargo, cuanto más vacío presentaba al continente mas misterioso parecía a los ojos contemporáneos, lo cual espoleó sin duda las modernas exploraciones iniciadas a finales del siglo. Sólo ellas, en nombre de la ciencia, serán capaces de rellenar el vacuum dejado por d' Anville hasta completar el mapa de África tal y como hoy lo conocemos.
 

Finalizaba así la cartografía Áfricana del Renacimiento, y dejaban de tener sentido para siempre las mofas que escribiera Jonathan Swift poco antes de la culminación de la reforma:

"So geographers, in África maps,
With savage pictures fill their gaps, And o'er unhabitable downs
Place elephans, for want of towns"206
NOTAS

1. Martín Cortés (1556, fol. 111)

2. Vid. J.A. Maravall (1966).

3. Vid. J.H. Elliot (1972).

4. Vid. A. Gerbi (1978).

5. Vid. J.Ma López Piñero (1979).

6. Vid. H. Capel (1987 y 1989).

7. Haskins (1927); Paré, Brunet y Tremblay (1933); y Crombie (1987), han insistido en subrayar este Renacimiento de los siglos XII y XIII.
 

8. En el caso concreto de la Península Ibérica, vid. al respecto J.Ma López Piñero (1976 y 1979), L. Alburquerque (1962); A. Fontoura da Costa (1938); A. Cortesao (1974).

9. Vid. O.A.W. Dilke: Cartography in the Byzantine Empire", en J.B. Harley y D. Woodward eds. (1987, pp.272-274).

10. El proceso seguido para la traducción al latín de la Geografía de Ptolomeo ha sido estudiado por numerosos autores. Victor Navarro Brotón ha compendiado buena parte de esta literatura en una excelente introducción a la traducción castellana y edición facsímil de la Geografía, tomando para ello como texto base el códice de Valencia número 1895 del Catálogo de manuscritos existentes en la Biblioteca de la Universidad de Valencia, que en su día perteneció a la colección de Alfonso V.

11. La traducción de Jacopo d' Angelo no contenía mapas, pero mucho antes de llevarse a cabo la primera impresión del texto los mapas fueron incorporados en numerosas copias manuscritas. Vale la pena aclarar también que parece poco probable que Ptolomeo fuera el autor de los mapas que luego aparecieron en su Geografía, sino que confinó su trabajo a dar las instrucciones básicas para la confección de los mismos, sugerir las proyecciones y listar las coordenadas de los puntos topográficos principales que sirvieran de base. La mayor parte de las investigaciones apuntan a un tal Agathodaenon de Alejandría como el verdadero artífice material de los mapas, aunq.u~ ,es cierto que no existe total consenso entre los estudiosos. Para una amplia expoSIClon de la polémica sobre el origen y auto ría de los "mapas ptolemaicos" remitimos al lector a L. Bagrow (1945), E. Polaschek (1959) y W.M. Stevens (1980).

12. La pronta incorporación de los mapas ptolemaicos en forma impresa tan sólo cinco anos después de que los avances en la imprenta permitiesen que en el año 1472 se dibujara impreso por primera vez un mapamundi contenido en la edición de Ausburg de las Etymologiarum sive Originum libri XX de Isidoro de Sevilla, es significativa de la Importancia concedida a la obra de Ptolomeo, sobre todo si se tiene en cuenta en número de mapas que acompañaban a la Geografía y la dificultad que ello suponía para las técnicas de impresión en aquella época. Cf. A.H. Robinson y D. Woodward en D. Woodward ed. (1975, pp.1-51) Y E. Campbell en VV.AA. (1990, pp.104-105).

13. Sobre las ediciones de Ptolomeo puede consultarse J. Winsor (1884), W.H. Stahl (1953) y C. Sanz (1959).

14. Esta hipótesis ha sido formulada por G.R. Crone (1978, p.40).

15. Expresión utilizada por C. Sanz (1970, p.89), G.R. Crone (1978, p. 41); L. Bagrow (1964, p.126) Y otros.

16. Vid. supra nota 11.

17. Cf. A. Koyré (1979). 18. "Así pues, de los tres continentes del orbe: Asia se junta con África a través de la tierra de Arabia, que separa nuestro mar del Golfo Arábigo, ya través de la tierra desconocida que rodea al mar Indico". Ptolomeo (lib.VII, cap.v.ed. de Valencia, p.169). La misma idea, con igualo parecidas formulaciones es repetida en otros pasajes de la Geografía.

18. "Así pues, de los tres continentes del orbe: Asia se junta con África a través de la tierra de Arabia, que separa nuestro mar del Golfo Arábigo, ya través de la tierra desconocida que rodea al mar Indico". Ptolomeo (lib.VII, cap.v.ed. de Valencia, p.169). La misma idea, con igualo parecidas formulaciones es repetida en otros pasajes de la Geografía.

19. "Hic non terra sed mare est; in quo mire magnitudinis Insule, sed Ptolomeo fuerunt incognite". Salvo indicación de lo contrario, las traducciones al castellano son responsabilidad del autor de este trabajo. Transcribimos además en nota a pie de página el texto original cuando se trata de una leyenda contenida en un mapa y también cuando forma parte de un texto manuscrito, pero nos limitamos a dar las referencias precisas en el caso de las obras impresas.

20. Conservado actualmente en la B.N.P., el atlas completo consta del mapamundi y de las llamadas Cartas Mille" siendo efectivamente atribuible a Lopo Homem el primero y a los hermanos Reinéis las segundas. Debe anotarse que en el Atlas falta desgraciadamente una de las hojas originales, precisamente la que corresponde a África. Sobre la supuesta atribución del Atlas y las autorías del mismo, vid. A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol. 1, pp.58 Y 59).

21. Para una historia de la expansión y descubrimientos portugueses en África vid. D. Peres (1943).

22. Es el propio Duarte Pacheco quien nos informa en su obra de su lugar de origen. Vid. Duarte Pacheco Pereira (lib. 1, cap. 23 y lib. IV, cap. 4.ed. Academia Portuguesa da História, pp. 83 Y 202). Para una completa noticia biográfica de este autor vid. la introducción de Damiao Peres al Esmeraldo en su edición de la Academia Portuguesa da História, pp. XIII-XXIX.

23. Duarte Pacheco Pereira (lib.l, cap.II.ed. Academia Portuguesa da História, p.21).

24. La naturaleza y antecedentes del debate entre razón y fe en las ideas geomorfológicas de la Tierra a lo largo de la Edad Moderna es un tema que ha sido ampliamente tratado en diferentes aspectos por H. Capel (1985). También resulta sugestiva la obra de W.G.L. Randles (1980).

25. Vid. P. Duhem (1958, vol. IX, cap. 16).

26. Gn.1,9-10; Sal.103,5-9.

27. Vid. Lynn Thorndike (1949, pp.42-44). En el caso concreto de la ciencia española vid. J.Ma Millás Vallicrosa (1960, p.130).

28. Esta afirmación estaba basada en un principio generalmente aceptado en el pensamiento medieval según el cual la proporción de un elemento respecto al siguiente en orden decreciente de densidad era de uno a diez. Estas son las propias palabras de Sacrobosco, que después de hablar del diámetro de la Tierra dice: "El Diametro y ámbito de todos los otros Elementos, si lo quisieremos hallar, sera multiplicando por diez tanto de la Tierra: de tal manera, que el Agua sea diez tanto mas que la Tierra: y el Ayre diez tanto mas que el Agua, y ciento mas que la Tierra: y el fuego diez tanto mas que el Ayre: y mil veces mas que la Tierra." (Sacrobosco, 1545, lib. 1, cap. V, fol. 35).

29. Duarte Pacheco Pereira (lib. 1, cap. 11.ed. Academia Portuguesa da História, p. 22).

30. Cf. H. Capel (1985, p.86, nota 14), que cita la traducción de González de Salas.

31. Vid. Glacken (1987, p. 381), cit. por Capelo

32. También afectaba a las ideas sobre la historia de la Tierra, aspecto que ha sido desarrollado por H. Capel (1985)

33. Vid. Joaquim Barradas de Carvalho (1982).

34. Cf. W.G.L. Randles (1980, pp. 21-26 Y 73-78).

35. Es cierto que el tema del continente austral se mantuvo vivo hasta el siglo XVIII, y afectó incluso a mapas con información tan privilegiada como el de Diego Ribeiro (1529). Sin embargo, nunca más se pondrá en duda la cirvunnavegavilidad del Globo. Vid. a este respecto A. Rainaud (1893).

36. Se trata del mapa contenido en el manuscrito que lleva por título Insularium Illustratum, hoy conservado en el Britísh Museum. Existe sin embargo una pequeña variante del mismo en un mapa conservado en al Unv. de Vale. Sobre este último vid. M. Destombes (1964, pp. 229-233) Y C. Sanz (1966).

37. La obra de Behaim ha ganado fama por ser el globo terrestre más antiguo que se nos ha conservado. Reprod. facsímil en Lippincott's Geographical Series (1864).

38. Nos referimos a su famosa carta plana cuadrada. No ha existido unanimidad en torno a la datación de este mapa, haciéndole oscilar los diferentes autores entre los años 1500 y 1508. Sin embargo, las pruebas radiológicas realizadas en febrero de 1987 por el Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado de Madrid, no dejan lugar a dudas: el mapa de Juan de la Cosa fue realizado en 1500 y no existen retoques posteriores. Vid. Ricardo Cerezo Martínez (1987).

39. El mapa es anónimo pero toma el nombre de Alberto Cantino, agente secreto de Hércules de Este, duque de Ferrara, que envió a aquél a Lisboa para recoger informaciones sobre los descubrimientos portugueses. Una vez allí, Cantino sobornó a un cartógrafo portugués para que le hiciera una carta del mundo, que una vez realizada se la llevó a Italia (hoy se conserva en la Biblioteca Estense de Módena). El mapa no está datado, pero en él aparece la isla de Ascención, descubierta por Joao de Nova en su viaje en 1501-1502, de lo que se tuvo noticia en Lisboa en septiembre de 1502. También se sabe que Cantino se llevó el planisferio consigo a finales de octubre de ese mismo año. Por tanto, el planisferio fue acabado entre mediados de septiembre y la segunda quincena de octubre de 1502 (el razonamiento es de Duarte Leite, 1923, pp. 227-230).

40. Estas cartas son llamadas asi porque fueron regaladas por Carlos V al Embajador Baltasar Castiglione y al Cardenal Salviatti, que en 1526 asistíeron en Sevilla a las bodas del Emperador. La auto ría de las mismas es atribuida por este mismo orden a Diego Ribeiro y Nuño García Torreno. Reprods. por A. Cortesao y A. Teixeira de Mota (1987, lams. 37 y 38).

41. Nos referimos al ejemplar conservado en el Vaticano que lleva por título: "Carta Universal En que Se contiene todo lo que del mundo se ha descubierto fasta agora. Hizola Diego Ribero cosmographo de su magestad: Año de 1529 a Sevilla. La qual se divide en dos partes conforme A la capitula9ión que Hizieron los catholicos Reyes de españa & el rey don Juan de portugal en Tordesillas: Año de 1492". No debe por tanto confundirse este ejemplar con los conservados en Weimar, que aunque del mismo autor y parecida factura, tienen menos leyendas y son más pobres en ornamentación. Todos ellos reprods. Por A. Cortesao y A. Teixeira de Mota (1987, lams. 37 a 41).

42. En estos términos se expresa por ejemplo C. Sanz (1970, p. 120).

43. No sólo el interior de los continentes, sino también los mares contienen abundantes leyendas y rica ornamentación: un astrolabio, un cuadrante, una tabla circular de declinaciones con una rosa de vientos en el interior, algunos blasones y escudos, e incluso varias representaciones de barcos, la mayor parte de los cuales llevan la inscripción: "voy a Maluco" o "vengo de Maluco". Todo ello hace sospechar que el mapa no fue hecho para el uso de los pilotos, sino por encargo real.

44. Cf. A. Cortesao y A. Teixeira de Mota (1987, vol. 1, p. 92).

45. En relación a África, existe sin embargo una distorsión probablemente debida a errores acumulados a partir de la inobservancia de la declinación magnética, lo cual provoca una exagerada distancia entre el Mar Rojo y el Mediterráneo. Cf. G.R. Crone (1978, pp. 53-54).

46. Los mitos geográficos del siglo XVI que vamos a tratar a continuación los hemos desarrollado en otro lugar. Cf. F. Relaño (1993, en prensa).

47. Recuérdese que en estos dos diálogos Platón explica como los sacerdotes de Sais (antiguo Egipto) narraron a Solón la historia de la Atlantida, que dentro del aspecto mftico, tiene mucho que ver con África.

48. Metheoros, 1, 13, 21.

49. Este aspecto ha sido subrayado por P. Hadfield (1949) y G. Seligman (1933), cit. por Randles (1958, p. 130).

50. Ethiopia Oriental, lib. 1, cap. VIII.

51. Libro del conQS9imiento (ed. 1980,pp. 64-66); Arnold von Harff (ed. Hakluyt Society, 1946, pp. 173-175)

52. En este caso, Fra Mauro transcribe el nombre aborigen: Ciebel gamar, que literalmente traducido significaria Montañas de la Luna.

53. Cf. J.K. Wright (1925, p. 304)

54. Ub. 1, cap.IV.ed. Academia Portuguesa da Historia, pp. 23-24. En parecidos términos se expresa el mismo autor en el lib. 111, cap. VIII, ed. Academia Portuguesa da Historia, p. 184.

55. También para África Waldseemüller fue la primera autoridad cartográfica al menos durante tres décadas, habiendo incluso quien habla de una "Era Waldseemüller" (Norwich, 1983, p. 24). Sus mapas más influyentes fueron por este orden el de 1507yelde 1513, siendo el influjo de la Carta Marina (1516) mucho menor. Con todo, podemos reconocer en mayor o menor grado los trazos de Waldseemüller en J. Ruysch(1508), H. Glareano(c.1510), B. Sylvanus(1511), J. Storbnicza(1512), L. Boulengier(c.1514), J. Schoner(1515) y toda su escuela, G. Reisch (1515), P. Apiano(1520), R. Thome(1527), F. Monacus(1527), etc. Algunos trazos de Waldseemüller pueden incluso rastrearse en la cartografia flamenca del siglo XVI. Pero por encima de todos, sobresale la obra de Laurent Fries, que realizó copias Con algunas variaciones de los mapas de Waldseemüller de 1507 y 1516 en los años 1522 y 1525-30. Vid. al respecto M. Petrzilka (1970).

56. Ed. facsímil con introducicón de R.A. Skelton por N.lsraelTheatrum Orbis Terrarum (1966).

57. Contenido en la Geografía (1513). Vid. supra nota anterior.

58. Contenido en la Geografía (1513). Vid. supra nota 56.

59. Para una discusión sobre el acceso de Waldseemüller -que era alemána las cartas portuguesas, vid. A. Cortesao(1969-71 , vol. 1, p. 124-135). Volveremos posteriormente sobre el tema.

60. "Hec pars aphrice Antiquioribus mansit incognita".

61 . Esta prudencia no está reñida con ciertas aberraciones cartográficas, ya que la isla de Madagascar está por ejemplo casi 15° al S de su ubicación real.

62. El título completo del planisferio es: "Universallis Cosmographia secundum Ptholomaei traditionem et Americi Aliorum que lustrationes". Reprod.por J. Fischery F. Wieser(1903).

63. El título completo es: "Carta Marina Navigatoria Portugallen navigationes atque totius cogniti orbis terre marisque forman naturanque situs et terminas nostri temporibus recognitos et ab antiquorum traditione differentes ectam quorum vetusti non meminerunt autores, hec generaliter indicat." Reprod. por Fischer y Wieser (1903).

64. La enumeración de las mismas se encuentran en el recuadro del ángulo inferior izquierdo de la Carta Marina Navigatoria, donde puede leerse: "... itinerarios particulares tabulas chorographias & quorundam recensiorum lustratorum relaiones plerunque imitati isumus! fratris videlicet Ascelini, qui sub Innocentic pontifice maximo in humanis rebus non pauca perlustravit, fratris Odorici de foro Julii de parca Leonis, Petri de Aliaco, Fratris Joannis de Plano Carpio, maffii et Marci civium venetorum, Casparis iudei indici, cuius itinerarii liber regi Portugallie mandatus est atque descriptus, Francisci de Albiecheta. Josephi de India, Aloysi de Cadamosto, Petri aliaris, Christophori Columbi Juanuensis, Ludoici Vatomanni Boniensis. Quorum omnium lustraiones, experientias et terreni situs orbis descriptiones a plerisque huius rei fautoribus et amatoribus nobis comunicatas, in hanc quan cernis, marine chartae formam redegimus."

65. Obsérvese que la mayor parte de los autores citados (vid. supra nota anterior) figuran en la obra Paesi novamente retrovati de 1507. Este libro fue traducido al latín en 1508 bajo el titulo Itinerarium Portuga//esium, y ese mismo año apareció también una versión alemana en Nuremberg a cargo de Ruchamer bajo el título Newe Unbekante Landte, pero a juzgar por las leyendas del mapa puede afirmarse que Waldseemüller dispuso de un ejemplar de la primera edición de Vicenza (CI. C. Sanz, 1970, p. 97).

66. Conservada en la B.N.P.

67. Numerosos estudios así lo avalan: A. Kammerer (1929-35, vol. 111, parto 111, p. 65), J. Fischr y F. Wieser (1903), etc. Obsérvese por ejemplo que por seguir a Caveiro la Carta Marina Navigatoria reorienta el Mar Rojo en dirección casi E-O, en vez de la usual N-S.

68. Vid. supra nota 62. Obsérvese además que en la parte superior del mapa están representadas las figuras de Ptolomeo y Vespucio, muestra de la importancia que concedia a estos dos autores.

69. Esta proclamación es manifiesta y enfática desde el mismo título del mapa (Vid. supra nota 63), pero queda sobre todo patente en su perfeccionamiento de perfil costero respecto al mapa de 1507.

70. La filosofía que mueve al diseño de la Carta Marina es pues justamente la contraria a la del mapa de 1513. En cuanto al grabado, la calidad y elegancia evidentes en la Carta ha hecho pensar a J. Fischer y F. Wieser (1903, p. 49) que pudo estar implicada la mano de algún artista de la escuela de Durero.

71. "Nove cognite Africe extensio". Obsérvese que en el mapa de 1513 Waldseemüller anotaba en el mismo lugar que esta parte de África era desconocida a los Antiguos. Vid. supra nota 60.

72. J. Brucker (1858, p. 405) ha estimado en más de 20. el alargamiento general de Abisinia por parte de los geógrafos del Renacimiento.

73. Este lago aparece en los mapas de Waldeseemüller de 1507 y 1516, pero no en el de 1513.

74. Aunque Waldseemüller no conectó las aguas del Sacaff lacus al Nilo, lo cierto es que dudaba en hacerlo, pues en la Carta Marina (1516) el río está muy cerca de desembocar en el Nilo. Otros autores si llevaron a cabo abiertamente esta conexión.

75. Existe una excelente reproducción facsímil del manuscrito original Urb. Lat. 277 de la Biblioteca Apostólica Vaticana llevada a cabo por eds. Encuentro (1983).

76. Téngase en cuenta que en el año 1441 vino desde Abisinia una representación delegada de la iglesia Capta existente en aquel país para asistir al concilio de Florencia. Este debió ser sin duda un importante elemento transmisor de conocimientos de primera mano.

77. Título completo de la obra: Re/atione del realme di Congo et delle circonvicine contrade. Tratta dal/i scritti & regionamenti di Odoardo Lopez portoghesse. Per Filippo Pigafetta. Con disegni vari di geografía di piante, d'habiti, d'anima/i, & altro. El texto fue compuesto en 1589, pero no se publicó en Roma hasta dos años después.

78. Lib. 11, cap. VII .-ed. W. Bal, p. 124. Debe notarse que si bien para Pigaffetta los Montes de la Luna no son las fuentes del Nilo, este mismo autor matiza en otro lugar (lib. 11, cap. IX .-ed. W. Bal, p. 128) que de estos Montes baja el río Lorenzo Marques o río do Espirito Santo, que desemboca en el Indico. Sobre la base del texto original, he utilizado la traducción francesa de W. Ball (1965).

79. Mercator, Ortelius y un buen número de autores holandeses, deben parte de su trazado al cartógrafo de Sto Dié de Lorraine. Vid. además supra nota 55.

80. La obra es una de las frecuentes recopilaciones de viajes que se llevaron a cabo en la segunda mitad del siglo XVI. Consta de tres volúmenes, el primero de los cuales está enteramente dedicado a África. Por tanto, el mapa de Gastaldi que acompaña al texto venía a ser una ilustración gráfica de lo escrito.

81. Un mapa similar, también invertido, aparece en la De la Descripción de África de Leon el Áfricano en su traducción francesa (Lyon, 1556).

82. Título: "11 disegno della geografia moderna de tutta la parte dell'África i confini della quale stanno in questo modo, da ponente il mar'oceano computate I'isole di capo verde, et le canarie, da tramontana il stretto de gibelterra, et il mare mediterraneo, da siroco una linea che principia aferamida in sino al sues e dal sues per il mare Rosso, da Levante il mare oceano includendo "isola Di Sto. Lorenzo, in sino al capo de Bona spernza; dall'ostro il mar'oceano, graduata in Longhezza, et in larghezza" (Venecia, 1564).

83. Cf. Brucker (1858, p. 390). Obsérvese que en realidad los lagos centroÁfricanos están bastante próximos los unos de los otros, y que por tanto podrían ser confundidos por uno solo en época de lluvias.

84. Cf. J.K. Wright (1925, p. 304).

85. El mapamundi borgiano, Andreas Walsperger, el mapamundi catalán estense, y buena parte de los mapas de tipo trasicional, tienen dibujado de alguna forma este gran lago central.

86. Fernández de Enciso (1519.-ed. 1948, p. 110).

87. Sirva como ejemplo para el siglo XVI A. Saintonge (1544.ed. 1904, p. 341), Y para el siglo XVII Joao Dos Santos, citado a continuación.

88. Parto 1, lib. 11, cap. 11. Observese que Joao Dos Santos también creía que cerca del Atlas en Etiopía había otro gran lago llamado Tritonida, en medio del cual hay una hermosa isla llamada Hesperia poblada por amazonas (vid. parto 1, lib. IV, cap. 11). La historia de este lago Tritonida proviene de Herodoto (IV, 178) Y Plinio (V, 4, 28).

89. Es seguro que Gastaldi tuvo acceso a esta obra, puesto que además de amigos, Ramusio y Gastaldi trabajaban juntos en la misma empresa: el primero como editor, y el segundo como colaborador (realizó diez mapas para Ramusio). Cf. Randles (1958, P. 131 Y ss.). Sobre la vida y obra de G. Gastaldi vid. S. Grande (1902).

90. Dec. 1, lib. x, cap. I

91. El famoso mapa de Gastaldi de 1564 fue en realidad comenzado en 1545, pero a raiz de la lectura de Barros y las revisiones subsiguientes, el mapa no pudo ver la luz hasta 19 años después. La historia detallada de todo el proceso ha sido estudiada por R. Biasutti (1920).

92. Son particularmente significativos en este sentido el punteado del mar y el sombreado de las montañas, siempre al oeste como si Gastaldi quisiera indicar el perpetuo sol que abrasa aquellas tierras. Ambos elementos son característicos de él, y crearán escuela en Italia. También puso de moda el grabado en cobre, debido en este caso al trabajo de Frabricius Licinus.

93. Después de hablar de la "era Waldseemüller", Norwich (1983, p. 24-48) acuña el término "era Gastaldi" para la cartografía de esta época.

94. Tomando como base para medir la anchura de África la distancia entre el cabo Espartel y Suez, Nordenskiold (1897, p. 131) ha calculado que en Gastaldi (1564) esta diferencia es de 46° 40', cuando en realidad es sólo de 28° 29'. Este error se mantendrá en muchos mapas del siglo XVI y del XVII, particularmente en los de origen holandés.

95. Contarini no anotó nombres para estos ríos, pero Ruysch los llamó "Infante F1 " Y "F1. Dagua". Se observa pues la cambiante nomenclatura utilizada, signo de que su conocimiento era aún relativo.

96. Pueden observarse por ejemplo en los mapas de J. Serversz (1514), L. Boulanguier (c. 1514), P. Apianus (1520), O. Finé (1531), J. Schoner (1515) y su escuela, etc.

97. Por esa misma época, en el año 1566, Nicolas Desliens dibujada un mapamundi donde África era atravesada por un único río: el Nilo, yel Níger como brazo occidental de aquél. Mapa original en la B.N.P.

98. Reprod. por A. Costesao y A. Teixeira de Mota (1987, vol. 11, lám. 203). Velho conserva los Montes de la Luna, aunque el Nilo no sale de ellos, sino de un gran lago central del que además salen el Zambeze y el Congo, quedando el Senegal-Gambia desligado de tal sistema hidrográfico.

99. Se trata del Atlas de 1563, fol. 3v Reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira de Mota (1987, vol. 11, lám. 215). Sobresale de este mapa el gran lago central, del que salen seis ríos. También aparecen los Montes de la Luna, lo cual significa que ambos mitos convivieron durante algún tiempo.

100. Titulo "... la descriptione dell'África, una delle principali parte del Mondo co tuti isuoi termini, et confini (Regioni cosa famosa) et mai fin qui data fiori da altri per se sola, et se pur ancho data accompagnata; non mai cosi copiosa di nomi, ne secondo che haggi di in esser si vede..." (Venecia, 1562). La similitud de este mapa con el de Gastaldi es asombrosa. Se observará también que Forlani publicó su mapa dos años antes que Gastaldi, pero aquél compuso su obra copiando un primer esbozo que sacó Gastaldi en 1546, reprod. por Y. Kamal (1923-38, tomo V, fasc. 1, fol. 1522). Cf. W.G.L. Randles (1958, p. 133 Y ss.).

101.Su mapa suele aparecer sin título en las Navigattioni e Viaggi de Ramusio (vo. 1, p. 35), o bien por separado con el siguiente título: "Nelle presenti tre Tavole sano descrite le Marine secando le Carte da navicar, et fra Terra secando i migliori scrittori antichi, et moderni. Con fiumi, moti,laghi, mari, Citta Provincie, et Capi principali dell'Africa, Arabia India, et isole moluche con agni verita et diligenza possible. Et vanno I'una di este Tavole appresso d'altra cio e prima, secada, et terza, incomiciado dalla stretto di zibelterra in fino all'fino all'lsola Sumatra, et al regno di Bengala, secoolo, che in ciascuna d'este sara notato".

102. Aqui nos interesa su Nova Aucta Orbis Terrae Descriptio ad usum Navigantium Emendate Accomotate (1569) y la adaptación que del mismo hizo su hijo en el Atlas sive cosmographicae meditationes de frabrica mundi et fabricati figura (1595), concretamente en el mapa de África titulado: "África. Ex magna orbis terrQ descriptione Gerardi Mercatoris desumpta, Studio & industria".

103. Nor referimos a su famosa "África tavula nova", incluido en su no menos popular Theatrum Orbis Terrarum (1570).

104. En la orilla norte de este lago hay una población llamada "Zaire", y en la orilla sur otra llamada "Zembere". Se trata pues del mismo gran lago de Gastaldi.

105. Titulo: "Presbiteri lohannis, sive, Abissinorum imperii descriptio", incluido en los Additamentum Theatri Orbis Terrarum (1573, add. map. 75).

106. "Tritones et Syrenes in hoc lacu sunt".

107. Nos referimos a la "Cosmographia Universalis: Die eigentliche und warhafftige gestalt der Erden und des Meers", un grabado en madera incluido en el/tinerarium Saccrae Scripture (1581) de H. Bünting, profesor de Teología en Hanover. Nótese que el mapa que hacemos referencia es uno de los más figurativos, puesto que la obra incluye numerosos mapas simbólicos que serían objeto de otro tipo de comentario.

108. Un estudio más completo de la biografía de D. Lopes y F. Pigafetta puede encontrarse en la traducción francesa de la Relatione, llevada a cabo por W. Ball (1965).

109. Cf. A. Cortesao (1987, vol.lll, p.106). La leyenda en la carta B (de la mayor parte de África) dice: "Até agora ninguém assim representou tao bem en desenho a África, e o cabo de Boa Esperanza, e os lagos do Nilo, e os montes donde desce, e os Reinos do Preste Joao, e do Congo, e os países vizinhos, como o nosso Senhor Duarte com a sua grande carta, que V.S8 Rev.ma fez reproduzir nesta forma menor". Por su parte, la carta A (especial del Congo) verifica la hipótesis de una sola carta con estas palabras: "Sendo estas descriQoes e cartas feitas principalmente para representar o sítio do Reino do Congo, o que nao se pode bem conseguir na carta geral da África, que o Senhor Duarte trouxe daquelles países, pela estreiteza de espaQo, gravámos o dito Reino nesta carta separada em escala maior..."

110. Repárese en los numerosos ríos que atraviesan el territorio al sur del Zaire, buena parte de los cuales llevan los nombres con que son conocidos hoy en día. A. Cortesao (1987, vol.lll, p.106) ha inentado una identificación de los mismos.

111. F. Pigafetta y D. Lopes (lib.ll, cap.X .-trad. franco 1965, pp.140-141).

112. F. Pigafetta y D. Lopes (lib.ll, cap.X .-trad. franco 1965, p.141).

113. Esta interpretación estaría refrendada por Randles (1956), Simar (1919), Lopes de Almeida (1927), Heleno (1933) y otros. Cf. A. Cortesao (1987, vol.lll, p.107, nota 11).

114. Vid supra nota 78 y el comienzo de la nota 111.

115. F. Pigafetta y D. Lopes (lib.ll, cap.X.trad. franco 1965, p.141).

116. Original en la B.N.P.

117. Reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.II, lám.203).

118. Atlas de 1570, fol.9, reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.III, lám.267). Obsérvense también sus atlas de 1571 (fol.4), 1575 (fol.10), 1580 (fol.9) y 1576 (fol.12), reprods. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota op. cit.

119. Reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.III, láms.373 y 374). Aquí pueden observarse algunas variantes respecto al modelo arquetípico, puesto que además de los dos lagos tradicionales, existen a lo largo del curso del Nilo otras seis lagunas.

120. Original en la B.N.P. A. Cortesao (1987, vol.IV, pp.17-21) cree, en contra de lo que opinan el resto de estudiosos, que el autor del mapa fue Sebastian Lopes.

121. Así lo creen Norwich (1983, p.17), Randles (1958, p.158), Y otros autores. La toponimia interior en portugués y el parecido en el sistema hidrográfico de las dos obras, parece desde luego confirmar esta hipótesis.

122. Nos manifestamos así contrarios a las opiniones de W.G.L. Randles (1958, p.157), quien afirma categóricamente que es el primer gran lago meridional el que proviene del "Sachaf lacus" de Waldseemüller.

123. De hecho, la información realmente novedosa de D. Lopes se reduce a las riberas del Congo, como ha demostrado W. Ball (1965) en su introducción a la versión francesa de la Re/atione. También parece poco probable que un simple comerciante como Lopes fuera el diseñador del mapa que entregó a Pigafetta. Seguramente, adquirió un prototipo portugués de la época y acrecentó, o mejor, mandó acrecentar la carta con algunos pormenores de la región al sur del Congo que él conocía directamente. De aquí derivó seguramente la carta especial del Congo que luego apareció en la Relatione.

124. Vid. supra notas 117-119.

125. La terminología para la división de los diversos tipos de mapas está tomada de D. Woodward en J.B. Harley y D. Woodward eds. (1987, vol.l, pp.194-297).

126. En este sentido resultan ilustrativos los motivos ornamentales de flora, fauna en instrumentos náuticos que se aprecian en el planisferio de Diego Ribeiro (1929).

127. Se trata de un grabado en madera cuyo título es: "África, Libya, Morland mit allen Künigreichen so zu unsern zeiten darin gefunden werden", que se encuentra dentro de la Cosmographia de Münster, publicada por primera vez en 1554 y reeditada después en numerosísimas ocasiones. Sobre la vida y obra de Münster vid. V. Hantzsch (1898) y K.H. Burmeister (1964).

128. Para una visión de conjunto sobre esta escuela vid. Ch.H. Coote (1898) y H. Harrise (1899).

129. El mapa original de 1546 se conserva en la B.N.P, y el de 1550 en la B.L.

130. Original manuscrito conservado en el Ministere de la Guerre (Paris).

131. Atlas de 1563, fol.3v., reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.ll, lám.212).

132. Los mapas de África contenidos en los atlas de Vaz Dourado que vamos a citar a continuación en el texto se hallan todos reproducidos por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.lIl, láms.267-337).

133. Título completo: "L'África divisa nelle sue Parti secondo le pui moderne relationi colle scoperte dell'origine, e corso del Nilo descritta dal P.M. Coronelli M.C. Cosmografo della Serenissima republica de Venetia e dedicata all'Eccelenza dell signor Gran Constestable Colonna".

134. Título completo: "Afrique selon les Relations les plus Nouvelles Dresée et Dediée Par le P. Coronelli Cosmographe de la Sernissima Republique de Venise".

135. Coronelli ocultó la realidad geográfica del interior Áfricano a pesar de conocer la penetración jesuíta llevada a cabo en Abisinia que descubrió el Nilo Azul, como muestra claramente el texto contenido en la cartel a que reproduciremos a continuación. Sin embargo, ello no le pareció material suficiente para reconstruir gráficamente los detalles geográficos del interior Áfricano y de las verdaderas fuentes del Nilo. El texto de la cartel a que reproducimos es del mapa de 1689, parecido al anterior pero aún más completo. La cartel a dice así: "Advertisement. Plusieurs Auteurs Anciens ont ecrit du debordement du Nil, mais les Sources de ce Fleuve leur ont esté inconnues. Sesostris Roy d'Egipte, Cambyse Roy de Perse, Alexandre le Grand, Ptolemée Philalelphe Roy d'Egipte, et Neron Empereur des Romains ont essayé en vain de les decouvrir. Ptolemée le plus considerable des Anciens Geographes a cru que le Nil avoit son origine dans les Montagnes de la Lune, son opinion a eté suivie de ceux qui on ecrit depuis lui Mais au comencement de ce sicle les P. Jesuites Alphonse Mendez, qui fuI Patriarche d'Ethiopie, Enmanuel Almeyda, Pierre Pays, Jerome Lobo, ont enfin trouvé ces sources que I'on cherchoit depuis tant de siecles. Le P. BalthazarTellez en adresée une Relation imprimee I'an 1660 a Coimbre en langue Portugaise depuis lui M. Ludolf a recueilli encare divers Memoires sur les quels il a dressé son Histoire d'Ethiopie imprimée en latin a Francforten en 1681 il Y a joint une carIe de l' Abissinie dont je me suis servi comme etant la meilleure qui ait encare paru".

136. Cf. J.A. Welu en D. Woodward ed. (1987, pp.147-173).

137. Cf. Günter Schilder (1976, pp.61-78).

138. Vid. F.C. Wieder (1925, vol.II, pp.34-36).

139. Atlas de 1590, reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol.llI, láms. 373 y 374).

140. Título: "Tabula Áfricae nava sumta ex operibus Ludovio Tercera cosmographi Regia magestatu Hispaniarum". Original en la B.L. Sobre la influencia de la cartografía portuguesa en Europa vid. A. Teixeira da Mota (s.a.).

141. Reprod. por F.C. Wieder (1925, vol.III).

142. F.C. Wieder (1925, vol.l!, p.33 y ss.) ha realizado al respecto un examen minucioso y exhaustivo.

143. F.C. Wieder (1925, vol.ll, pp.34 y 35), Y M. Destombes (1944, pp. 14-20).

144. Basándose en el análisis de un mapa de Blaeu que representa el curso del Rin y el Danubio, el historiador de la cartografía C. Koeman ha titulado su comentario con el gráfico y sugerente epígrafe: "Mr. Blaeu makes maps with glue and scissors". Vid. C. Koeman (1963).

145. La monumental obra de C. koeman (1967-1971) sirve para hacerse una idea de la magnitud de la empresa.

146. El mapa está contenido dentro del GanAt/as o Geographie b/aviane (ed. 1663, vol. X, parto 111, entre fols. 1 y 2).

147. Después de publicar en 1605 un gran mapa de los dos hemisferios (18 hojas), Blaeu simplificó con este apellido su nombre para no ser confundido con el editor holandés Jan Jansson. Vid. L. Bagrow (1964, p. 181).

148. Para una biografía de Blaeu, pueden consultarse las obras de C. Koeman (1970 y 1972).

149. Vid. al respecto J. Keuning y M. Dondersloot de vrij (1973).

150. Blaeu representa a África longitudinalmente con 80°, es decir, con casi 12° de exageración. Otros cartógrafos holandeses como H. Hondius hacen aún más grande esta exageración, llegando casi a los 16°.

151. Georg Braun y Frans Hogenberg: Beschreibung und Contrafactur der vornembster StaetderWe1t(Koln, 1576). Las ciudades Áfricanas que Blaeu representa son: Tanger, Ceuta, Alger, Tunicia, Alejandria, El Cairo, Mozambique, San Jorge da Mina y Gran Canaria. Sobre el libro de Braun y Hogenberg, su gran éxito editorial y sus numerosas traducciones a otras lenguas, vid. J. Keuning (1963, pp. 41-44).

152. Cf. h. Sandler (1905).

153. M.E. Madeira dos Santos (1988, pp. 109 Y 110).

154. Sobre la acción de los jesuitas en Abisinia, la obra básica es C. Beccari (1905-1917), escrita en quince volúmenes. Puede encontrarse no obstante una síntesis de esta acción con particulr énfasis en los aspectos geográficos en la obra de A. Kammerer (1947-1952), que consta de tres volúmenes. Resulta además interesante cotejar estos estudios con las informaciones que proporciona sobre el particular León Pinelo en su Epitome (1737-1738,3 vols.).

155. Sobre la vida y obra del padre Manuel de Almeida vid. C.F. Beckingham y G.W.B. Huntingfor (1954).

156. El manuscrito original se ha perdido, pero se conservan en Londres dos copias también manuscritas: un códice del British Museum (1662), y otro códice en la School of Oriental and Áfrican Studies (1662).

157. Título: "Descri~ao do Emperio de Aethiopia", incluida en los dos códices de Londres (vid. supra nota anterior) y en otro códice de la Osterreichische Nationalbibliothek de Viena. Por último, existe otro ejemplar en una colectánea cartográfica del British Museum. Vid. A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol. V, láms. 607a-d).

158. Título de la obra: Historia Geral de Ethiopia a Alta ou Preste loam e do que nella obraram os padres da Companhia de Jesus composta na mesma Ethiopia pelo Padre Manoel d'Almeyda, natural de Viseu, Provincial y Visitador, que foy na India, Abreviada coro nova releycam e methodo pelo Padre Balthezar Tel/es, Natural de Lisboa Provincial da Provincia da Lusitana ambos da mesma Companhia. La carta lleva por título: "Taboa das terras e reinos do imperio abexim ou", sin que puedan leerse las palabras Preste loam.

159. La obra a que hacemos referencia lleva por título: "Map of África, according to ye newest and most exact observations is most Humbly dedicated to your Lordship's most humble servant H. MolI geographer." Para un breve apunte biográfico de MolI vid. D. Reinhartz (1988).

160. Título del mapa: "Novissima et perfectissima Áfricae descriptio".

161. Cf. Dec. tercera, lib. IV, cap. l. Por otra parte, M.E. Madeira Santos incluye en su obra (1988, mapa VII, p. 112) un mapa representado gráficamente la progresiva reducción del territorio abisinio en sucesivos autores.

162. "O primeiro e principal erro dos mappas, etaboas de Hortelio gerardo e dos mais he que estendem as terras pertecentes ao Imperio Abexim desde 22 graos da parte do Norte ate 16 ou 17 da parte do sul, que nesta altura pintao o lago Zaire, do qual dizem que sae o Nilo, e ao longo do lago pintao o Reino Gojam por ouvirem que neste Reino nasce; de maneira que dao aeste Imperio de Norte asul espar;o de 39 o 40 graos; e a largura de leste oeste poem desdas prayas do Mar Roxo ate o Rio Negro, e os confins de Congo ou Manicongo, que fica sendo espar;o de mais de 400tas legoas." Estas Advertencias acompañan el mapa sin título contenido en el códice del British Museum.

163. Vid. supra nota 158.

164. Título del mapa: "Carta d'Ethiopie et de I'empire des abyssins, autrement su Preste lan", incluida en su obra: Relations de divers voyages curieux qui n'ont point esté publiees ou qui ont esté traduites d'Hacluyt, de Purchas et d'autres voyageurs anglais, hollandais, allemands, espagnols; et de quelques persans arabes et autres auteurs orientaux (Paris 1663). Esta primera edición presenta una traducción de la Historia Geral de Baltasar Tales bajo el título: "Histoire de la Haute Ethiopie, escrite sur les lieux par le R.P. Manoel d'A/meida, Jésuite, Extraite et traduite de la copie portugaise du R.P. Balthazar Tellez". Es precisamente en este capítulo donde se incluye la susodicha carta.

165. Este es el nombre del grabador, ya que la carta apareció en un libro sin indicación del autor: Recueil de divers voyages, faits en Afrique et en f'Amerique qui n'ont point esté encare pubiéz, contenant f'origine, les moeurs, les coütumes et le commerce des habitants de ces deux parties du monde. Avec des fraitez curieux touchant la Haute Ethiopie, le débordement du Nil, la Mer Rouge et le Pretre Jean. Esta obra incluia una versión francesa de la Historia General de Tles publicada en Rouen en 1671 bajo el titulo: "Extrait de I'Histoire d'Ethiopie, écrite en portugais per Balthazar Tellez de la Companhie de Jésus", en la cual viene la carta a que nos hemos referido con el siguiente título: "Imperii Abassini tabula geographica".

166. Título de la carta: "Jobi Ludolfi Habessinia seu Abassia Presbyteri Johannis regio perperam dicta ad exemplum Tab. Chorographicae P. Balth Tellezii quanta fieri potuit diligentia formata correctis multis nominibus male scriptis: plurimisque locis passim insertis ex Gregorii Habess: fida relatione illorum situ non ubisque oeque certo Anno Christi MDCLXXXIII e a legenda Christianus Ludolfus J. Filius delineavit ex autographo Parentis.", incluida en el libro de Ludolf New History of Aethiopia (Londres 1648).

167. Vid. M.E. Madeira Santos (1988, pp. 71-86). Esta penetración estuvo ligada a varios proyectos de travesía interior para conectar la costa de Angola con la de Mozambique a través del Zambeze. Vid. al respecto A. Teixeira da Mota (1964).

168. "Afrique divisee suivant I'estendue de ses principales parties oú sont distingués les uns des autres. Les Empires, Monarchies, Royaumes, Estats et Peuples, qui partagent aujourd'huy l'Afique sur les Relations les plus nouvelles par le Sr. Sanson, geographe ordinaire du Roy Presentee á Monseigneur le Dauphin par son trés humble trés obéissant et trés fidéle serviteur Hubert Jaillot".

169. Título completo del atlas: Suite du Neptune Franyois ou Atlas Nouveau des Cartes Marines. Levées par ordre expres des Roys de Portugal. Sous qui on a fait la Découverte de l'Afrique & et données du Públic par les soins de Feu Monsieur D'Albncourt (París 1700). Esta obra es como indica su título continuación de Le Neptune Franyois (1963), pero en esta última no se incluia aún la nueva representación del Zambeze.

170. Siguiendo la nomenclatura de A. Teixeira da Mota (1987, vol. V,p. 31 y ss.), utilizamos el nombre de Teixeira Albernaz II para distinguir a este autor de su abuelo, que también era un notable cartógrafo.

171. Título del atlas: Livro Da descripyao Detoda a Costa de África e ¡¡has que a esta Parte pertem cero comtodos os Portos e Bahias e Baixos e mais Particularidades que aminha noticia chegarao. Manuscrito original conservado en los Archives Nationales de Paris. Este Atlas es también importante por ser único en su género, ya que si bien es cierto que existía el precedente de la Geografia (1588) de Sanuto, la verdad es que éste se convirtió en atlas de África accidentalmente. En cambio el atlas de Africa de Teixeira Albernaz II fue pensado y confeccionado como tal desde el principio.

172. El cotejo entre la Suite du Neptune Franyois y el atlas de África de Teixeira Albernaz II ha sido ya realizado por A. Teixeira de Mota (1987, vol. V, pp. 38-41), el cual ha observado entre otras cosas que 17 cartas de la Suite son precedidas del título: "Ievée par ordre expres des Roys de Portugal". También ha notado las semejanzas en la extensión de muchos mapas, el trazado de las líneas costeras y la toponimia costera de las dos obras.

173. Título del mapa: "Demostragao do Rio zambere no Manamotapa e do Rio Coanza em Angola", en Teixeira Alberzaz 61665, fol. 17v-18r).

174. La historia completa del Atlas de África (1665) de Teixeria Albernaz II puede encontrarse en A. Cortesao y A. Teixeria da Mota (1987, vol. V, pp. 44-46).

175. Vid. supra nota 168. Ciertamente, la similitud de ambas representaciones en el trazado y en la nomeclatura, no deja lugar a dudas sobre la similitud del plagio.

176. Por tanto son erróneas las conclusiones de Randles (1958, p.) cuando afirma que Joao Teixeira Albernaz I y su nieto Joao Teixeira Albernaz II no tuvieron ninguna influencia en los editores de cartas gravadas.

177. Vid. al respecto A. Teixeira da Mota (s.a.)

178. Reprod. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol. IV, lám. 419f).

179. Reprod. por A. Cortesao y A. Teixeria da Mota (1987, vol. V, lám. 469).

180. Reprod. por A. Cortesa y A. Teixeria da Mota (1987, vol. V, lám. 579).

181. Esta descripción escrita es ilustrativa: "... O camniho de Angola por terra á India nao e ainda descoberto; mas nao deixa de ser sabido, e sera facil em sendo cursado porque de Angola a lagoa Zachaf (que fica no sertao da Etiopia, e tem de largo 15 leguas sem ate agora se Ihe saber comprimeto) sao menos de duzentas e cinquenta leguas; e segundo um mapa que vi, feito por um portugue que andou muitos anos pelos reinos de Monomotapa, Manica, Butua e outros daquela cafraria, fica esta lagoa nao muito longe de Zimbaoe, quer dizer corte, de Mesura ou Marabia. Sai dela o río Aruvi, que por cima do nosso forte de Tete se mete no río Zambeze. E tambiem o rio Chire que, cortando por muitas terras, e ultimamente pelas de Rondo, se vai ajuntar com o rio Guama, para baixo de sena. Cit. por A. Cortesao y A. Teixeira da Mota (1987, vol. V, p.45). Obsérvese que una características de las representaciones es el alargamento en longitud, que se combina con una representación del sur continental muy estrecha, lo cual motivó los intentos de travesía. Vid. Teixeira da Mota (1964).

182.:Se trata de dos cartas; una del océano Atlántico y otra del Indico. En ambas aparece África con los elementos que se citan a continuación en el texto. Reprods. por A. Cortesao y A.. Teixeira da Mota (1987, vol. V, lams. 568 y 569).

183. Sobre las actividades de la Academie y otras instituciones a ella asociadas, vid. N.Bric (1974,p.15yss.).

184. O.J. Norwich (1983, p. 111) califica a Oeliste como padre de la cartografía moderna, dando -diceun impulso a esta disciplina similar al que dieron Ptolomeo y Mercator.

185. Ademas de su padre Claude, historiógrafo del rey y profesor de cartografía, sus hermanos Joseph-Nicolas y Louis eran respectivamente astrónomo y viajero de varias expediciones. Vid. N. Broc (1974, p. 26).

186. Según parece, Guillaume Deliste trazó sus primeras obras cartográficas originales a la temprana edad de ocho o nueve años. Vid. N. Broc (1974, p. 27).

187. Vid. N. Broc (1974, pp. 28 Y 29).

188. Título: "L'Afrique, Dressee sur les observations de Ms. de l'Academie Royale des Sciencies, et quelques outres, et sur les memoires les plus recens." Original en B.N.P.

189. Es particularmente interesante la extensión longitudinal, exagerada en más de 110 por los holandeses a lo largo del siglo XVII. En cambio, Delisle tuvo acceso a los datos proporcionados por el astrónomo marsellés Jean-Matthieu de Chazelle!i, quien en 1964 confírmó que la extensión longitudinal del Mediterráneo era de 41 o 41, lo cual tuvo influencia en el África Deliste. Cf.I. Kupcik (1985, p. 178 Y ss.).

190. Se trata de una leyenda puesta en las cercanías del reino de Medra (Nigritia), donde Delisle escribe: "Quelquesuns pretendent que le Niger estan bras du Nil".

191. El título del mapa de 1722 es: "Carte D'Afrique Dressée pour I'usage du Roy", pero existe además en la parte superior de la representación otro título: "África Accurate in Imperia, Regna Status e Populus Divisa ad Usum Loddovici XV Galliarum Regis". Oriuginal en la B.N.P.

192. Cf. E. Klemp (1968, pp. 30 Y 45).

193. Cf. Ch. Bricker y otros (1989, p. 171). Recuérdese que el gran lago Áfricano no fue finalmente descubierto hasta 1859.

194. La labor acometida por Delisle fue continuada después de su muerte por su viuda y Phillipe Buache, gozando aún sus mapas de gran popularidad a principios del siglo XIX cuando sus datos eran ya en parte obsoletos. Cf. Ch. Bricker y otros (1989, p. 166).

195. Vid N. Broc (1974, p. 31).

196. Cf. Ch. Bricker y otros (1989, p. 167).

197. Título completo: "Carte de l'Ethiopie Orientale située sur le Mer des Indes Entre le Cap Guardafouin, & le Cap de Bonne Esperance. Dressée sur les meilleurs Memoires principalement sur ceux des Portugais". Original en la B.N.P.

198. Una leyenda que atraviesa el lago así lo indica: "Ce lac est vraisemblablement celui dont on parle sous le nom de Zambre".

199. Cf. M.E. Madeira Santos (1988, 128 Y ss.).

200. "I'origine du fleuve Zambeze est encare inconue".

201. Título: "Afrique publiée sous les auspices de Monseigneur le Duc d'Orleans premier prince du sang". Original en la B.N.P.

202. "Ouoiqu'on se soit flté dans le dernier siecle, d'avoir trouvé les Sources du Nil dans celles d'un gros Fleuve de l'Abissinie; cependant, I'étude des Géographes de I'Antiquite nos append, qu'ils ont connu ce Fleuve sous le nom particulier d'Astapus, et bien distinctement d'un autre plus recule dans le continent de d' Afrique, et auquel le nom de Ni! est donne par préférence. Ainsi, dans le cas oú nous sommes d'ignorer encare les vraies sources de ce Fleuve, on n'est pas en droit de rejetter entierement ce que non-seulement Ptolémée, mais encare les Geographes Orientaux, el-ldrisi et Abulfeda, rapportent de son origine, jusqu'á ce que d'autres connoissances nous soient acquises."

203. Siguiendo la nomenclatura del propio d' Anville, los lagos que limitan al río Níger son los siguientes: al oeste "Marais Nigritie selon Ptolemee", y al este los lagos "Semegonda" y "Reghebil".

204. La nota de d' Anville a que hago referencia dice así: "La Nigritie depuis la partie superieure de Senega jusqu'á a la frontiere de la Nubie, étant peu conneu; on croit neanmoins entrevoir les circonstances principales du local de ce grand pays, en joignant a I'etude du Géographe Arabe el-ldrisi, qui écrivoit dans le douzieme siecle, et de Leon d' Afrique, les notions qu'il convient encare de pendre dan s Ptolemée, sur quoi meme quelques connoissances récentes pretent aussi quelque secours. II y á des raigong de presumer, que le Niger, qui donne le nom á cette contrée, coule d'occident en orient, au contraire de I'opinion commune sur ce sujet".

205. Vid. supra nota 189.

206. J. Swift (1733, w. 176-179).
 

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PLINIO: Historia Natural de Cayo Plinio Segundo. Traducida por el licenciado Geronimo de Huerta, Médico y Famílíar del Santo Oficio de la Inquisición, y ampliada por el mismo con escolios y anotaciones en que aclara lo oscuro y dudoso, y añade lo no sabido hasta estos tiempos. Dedicada al Católico Rey de las Españas e Indias don Felipe 11, nuestro señor. En Madrid, Por Luis Sánchez, Impresor del Rey N.S. Año 1624, 2 vols.

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PTOLOMEO, Claudio: La Cosmografía de Claudius Ptolomeus. Madrid, Eds. Encuentro, 1983, 135 falso RAMUSIO, G.B.: Delle Navigationi et Viaggi, racolte da M. Gio. Battista Ramusio in tre volumi divise... In Venetia, l. Giunti, 1606, 3 vols.

RECUEIL: Recueil de divers voyages faits en afrique et en l'Amerique, qui n'ont point este encare pubiez. Contenant I'origine, les moeurs, les coOtumes & le comerce des habitans de ces deux parties du Monde. Avec des Traitez curieux touchant la Haute Ethiopie, de débordement du Nil, la roer Rouge & le Prete-Jean. Le tour enrichi de Figures, & de Cartes Geographiques, qui servent a I'intelligence des choses contenues en ce Volume. A Paris, Chez Louis Billaine, dans la Grand'Salle du Palais, au second Pillier, au grand Cefar, 1684, VI + IV + 262 pags. + 81 pags.

REISCH, Gregorius: Margarita Philosophica, totius philosophiae rationalis, naturalis et moralis principia dialogice duodecium libris complectens. Friburgi, Joanne Schottu Argen, 1503, 304 fols.

SACROBOSCO. Johannes de: Tractado de la Sphera que compuso el doctor loannes de Sabrobusto con muchas additiones. Agora nuevamente traduzido de latín en lengua Castellana por el Bachiller Hieronymo de Chaves: el qual añidio muchas figuras tablas, y claras demostraciones: junctamente co unos breves scholios, necessarios a mayor illucidation, ornato y perfectio del dicho tractado. Fue impresso en la muy noble y leal ciudad de Sevilla en casa de Juan de Leon, en el Año de La Encarnación de nuestro Salvador, 1545, 109 fols.

SAINTONGE, Alfonse (Fouteneau, J.): La Cosmographie avec I'espére et régime du soleil et du nardo Recueil de Voyages et de documents pour servir a I'histoire de la Geographie depuis XIII jusqu'á la fin du XVI siécle (n. 20). Paris, E. Leroux, 1904, 599 pags. SANTOS, Fr. loao dos: Ethiopia Oriental, e varia historia de causas notaveis do Oriente. Composta pollo padre Fr. losa dosSantos da Ordem dos Pregadores, natural da cidade de Evofa. Dirigida ao excellentissimo senhor Dom Duarte Marques de Frechilla & Malagou. Evora, Impressa no Convento de S. Domingos de Evora por Manoel de Lira impressor, anno 1609, 2 vals. en 1 tomo

SANUTO, Livio: Geografia dell'África (Ven ice 1588). Amsterdam, Theatrum Orbis Terrarum, 1965, paginación diversa + 12 maps.

SUITE du N.F.: Suite du Neptune Francois, ouAtlas Nouveau des Cartes Marines. Levees par ordre expres des roys de Portugal. Sous qui on a fait la Decouverte de l'Afrique & c. Et données au Public par les soins de Feu Monsieur D'Ablancourt. Dans lequel on voit la description exacte de toutes les Coles du Monde, du Détroit de Gibraltar, de la Mer Oceane Meridionale ou Ethiopiene, de la Mer des Indes, Orientales, & Occidentales & c. sont exactament marquées les routes qu'ul faut ten ir, les Bancs de sables, Rochers & Brasses d'eau; & generalement tour ce qui concerne la Navigation. Le tour raíl sur les Observations & /'experience des plus habiles Ingenieurs & Pilotes. A Amsterdam, chez Pierre Mortier, 1700,5 pags. + 31 maps.

SWIFT, Jonathan: On Poetry: a rapsody. Printed at Dublin, and Re-printed at London: And sold by J. Huggonson, next to Kent's Coffee-House, near Serjant's Inn, in Chancery-Lane; and at the Booksellers and Pamphlet-shops, 1733, 28 pags. TEIXEIRA ALBERNAS, Joao: Livro Da descripcao Detoda a Costa de África e ilhas que a esta Parte pertem cero Comtados os Portas e Bahias e Baixos e mais Particularidades qaminha noticia chegarao. Feito por loao Teixeira Albeernas Cosmographo dos Reinos de Portugal Por Sua Magestade que Deos guarde o Anno de 1665, 29 cartas.

TELES, Baltasar: Historia Geral de Ethiopia a Alta, ou Preste loam, e do que nella obraram os padres da companhia de lesus composta na mesma Ethiopia, pelo padre Manoel d'Almeyda, natural de Vizeu, Provincial, e Visitador, que foy na India. Abreviada coro nava releyr;am, e methodo, pelo padre Balhezar Tellez, naturalliboa, provincial da provincia Lusitana: ambos da mesma companhia. Em Coimbra, Na Officina da Manoel Dias impressor da Universidade, Anno do Senhor de mil & seyscentos & sessenta, XXXIV + 736 pags. + 2 maps.

THEVENOT, Melchisédech: Relations de divers voyages curieux, qui n'ont point esté pubiées; ou qui ont esté traduites d'Hacluyt, de Purchas, & d'autres VoyageursAnglois, Hollandois, Portugais, Allemands, Espangnols; et de quelques persans, arabes, et autres auteurs orientaux. Enrichies de Figures de Plantes non décrites, d'Animaux inconnus á l'Europe, & de Cartes Geographiques de Pays dont on n' a point encore donné de Cartes. A Paris, Imprimerie de Jacques Langlois, 1663-72,4 vols.

VAZ DOURADO, Fernao: Universalis et integra totius orbis hidrographia ad verissimam luzitanorum traditionem descriptio. ?, 1575, 42 falso 1

VOSSIUS, Isaacus: De Nili et aliorum Fluvium origine. HagaeComitis, Ex. typographia Adriani Ulaq, 1666, XIV + 170 pags. + 2 maps. ext.

WALDSEEMÜLLER, Martin: Cosmographicae Introductio cum quibus dam geometricae ac astronomiae principiis ad eam rem necessariis. Sto Die, 1507, 100 pags. + 1 map.

[Anónimo]: Libro del conosr;imiento de todos los reinos y tierras y señorios que son por el mundo, escrito por un franciscano español a mediados del siglo XIV. Ed. M. Jimémez de la Espada. Barcelona, Eds. El Albir, 1980, XV + 300 pags.

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