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UNIVERSIDAD DE BARCELONA
ISSN:  0210-0754
Depósito Legal: B. 9.348-1976
Año VIII.   Número: 43
Febrero de 1983

POSITIVISMO Y ANTIPOSITIVISMO EN LA CIENCIA GEOGRÁFICA. EL EJEMPLO DE LA GEOMORFOLOGÍA *

Horacio Capel

El objeto de esta ponencia es presentar y desarrollar parcialmente un esquema interpretativo de la evolución del pensamiento geográfico durante los siglos XI X Y XX en términos de una contraposición entre actitudes "positivistas" e "historicistas". La exposición constará de cuatro partes. La primera planteará el problema de la delimitación de la ciencia geográfica a partir de las definiciones que de ella se han propuesto y de las tradiciones que, a partir de ah í, pueden reconocerse. La segunda presentará los rasgos generales del esquema interpretativo. La tercera intentará mostrar la validez de este esquema aludiendo a la evolución de las ideas científicas en el campo de la geomorfología. La última parte estará dedicada a suscitar y discutir algunos problemas que surgen de la aplicación del esquema propuesto.
 

l. UNA DISCIPLINA EN BUSCA DE SU OBJETO

Definir la geografia a un público no especializado en la materia resulta, con frecuencia, una tarea dificil. Ello es asi por dos tipos de razones. En primer lugar, porque el contenido semántico de la expresión "geografia" puede haberse modificado en los más de dos milenios y medio en que se utiliza. En segundo lugar, por las divergencias que existen entre los mismos geógrafos en la definición de su ciencia. Aludiré sucesivamente a cada uno de estos aspectos.

 La pérdida de contenido de la geografía

la comparación de algunas obras recientes de geografia con otras anteriores al siglo xix puede suscitar inmediatamente serias dudas sobre la continuidad que existe entre lo que hoy se estudia en esta ciencia y lo que antes se entendia por geografia. Tanto en los temas tratados, como en los enfoques, se obser\Lan diferencias importantes. En las obras modernas de geografia ha desaparecido la parte astronómica relacionada con el antiguo tratado de la esfera, y se centra la atención en la superficie terrestre; aparecen temas nuevos, como el de la relación hombre-medio, que no eran habitualmerlte tratados antes por los geógrafos y si, en cambio, por parte de médicos(1)  y naturalistas; la construcción de mapas que era antaño una tarea esencial del geógrafo constituye hoy el objetivo de una ciencia aparte.

El siglo XVIII parece ser un momento decisivo en la evolución de la ciencia geográfica(2). A lo largo del mismo la antigua ciencia descriptiva de la tierra, la geograflB, se fue identificando de forma creciente con la descripción enciclopédica de paises, un simple saber vulgarizador que muchos no consideraban ya cientifico. Al mismo tiempo la geografia fue perdiendo contenido por la aparición de diferentes ciencias especializadas, cuyo objeto era precisamente el estudio de aspectos que antes se consideraban propios de aquélla.

la realización de estudios especializados sobre la figura y magnitud de la Tierra, y los problemas que plantean la construcción científica de los nuevos mapas que la navegación y las obras públicas exigen, dan lugar desde el siglo XVII a un amplio desarrollo de la odesia y de la geomorfia, íntimamente asociadas a lageometría, y desde el siglo XIX acompañadas también por la cartografía. A partir del siglo XVI, los estudios sobre el geo- magnetismo permiten la aparición de una nueva rama científica, que no tardará en conocerse como la geofísica o física de la Tierra. El estudio científico de la estructura y composición de las rocas da paso a la geognosia, que encuentra en Freiberg y en la escuela de Abraham Werner su nicho ecológico fundamental. Paralelamente, la geología se configura como la ciencia de la estructura interna y externa de la Tierra, así como de los cambios que ésta  ha experimentado a lo largo del tiempo.

Otras ramas más especializadas surgen para estudiar aspectos mucho más concretos. la  onomía se configura en el siglo XIX como la ciencia que estudia específicamente las propiedades de la tierra vegetal y da lugar luego a la pujante edafologfa. El estudio de los organismos vivos es realizado por la botánica, la zoología y la biología, mientras que el impacto del evolucionismo provoca desde 1870 la aparición de la ecologia para el estudio del medio ambiente natural sobre el que se desarrollan los organismos vivos en intima relación con él.

A esto debe unirse que la descripción de la superficie fisica de la tierra empezó a ser conocida como fisiografia, ciencia que estuvo a punto de consolidarse como rama cientifica independiente en el siglo XIX(3) ; que una vieja rama de la geografia como era la topografia, se independizó claramente de ella; que los pueblos primitivos, tan amplia- mente tratados en las obras de geografia, son descritos ahora por la etnografia,  y estudiados por la etnologia; y que, por fin, se desarrollan numerosas ciencias especializadas del hombre y de la sociedad. Comprenderemos así que a principios del siglo XIX muchos cientificos consideraran que la vieja geografia habla quedado sin objeto, por ser una de esas ciencias del pasado -que no daba respuesta a las nuevas necesidades. Los testimonios que pueden reunirse sobre la precaria situación de la geografia en las instituciones cientificas de rango superior en la primera mitad del siglo XIX, Y la escasa atención que se prestó a esta ciencia en muchas de las clasificaciones cientificas que se realizaron durante el siglo XIX, puede servir de prueba de lo que decimos(4) .
 

La institucionalización de la geografía y la redefinición de esta ciencia

A pesar de esta evolución, la geografia no desapareció. Su asociación con las tareas colonizadoras y, sobre todo, su presencia en la enseñanza primaria y secundaria, le permitieron ser reconocida en los centros universitarios, aún con la oposición, en ocasiones enconada, de otros cientificos(5) . Desde 1870 se crearon en las universidades europeas gran número de cátedras de geografia, que permitieron el desarrollo institucionalizado de esta disciplina y la aparición de una comunidad cientifica de geógrafos(6). Después del reconocimiento institucional, una de las tareas esenciales que abordaron los miembros de esta comunidad fue el de la definición y delimitación de la disciplina(7). Hay que reconocer que el resultado de esta tarea no ha permitido, sin embargo, obtener una definición que sea unánimemente aceptada y compartida.

Las dificultades encontradas explican que desde hace ya bastante tiempo se hayan propuesto, medio en broma medio en serio, definiciones que podemos denominar "sociológicas" de la materia: "la geografía es lo que hacen los geógrafos"(8).

Personalmente tiendo a dar bastante significado a este tipo de definición, porque estoy convencido de que los aspectos sociológicos e institucionales, los intereses socio-profesionales y las estrategias que en relación con ellos despliegan los científicos, desempeñan un papel esencial en la delimitación de las disciplinas intelectuales(9).

Otra definición muy extendida en la geografÍa destaca las peculiaridades "metodológicas" de esta ciencia. La geografía se caracterizaría por su "punto de vista", por la forma particular de considerar los fenómenos, distinta a la de las ciencias "afines". Normalmente esta definición va unida a unas afirmaciones correlativas sobre la amplitud y la complejidad de la tarea del geógrafo. Un buen reflejo de esta actitud pueden ser las palabras de Jean Dresch, presidente en los años 1970 de la Unión Geográfica Internacional:

"El dominio geográfico aparece también gigantesco porque la geografía no puede, en definitiva, definirse ni por su objeto ni por sus métodos, sino más bien por su punto de vista".

Las dificultades surgen cuando se trata de precisar el contenido y el carácter de este punto de vista, ya que para unos consiste en la preocupación por establecer sistemáticamente "relaciones" y "conexiones" entre fenómenos que se dan en la superficie terrestre, mientras que para otros consiste, más bien, en plantear los problemas en términos de su distribución espacial(10).

La vía más frecuentemente seguida por los geógrafos para definir su ciencia ha consistido en destacar el objeto particular de estudio. Pero tampoco aquí los resultados han sido homogéneos. La figura 1 recoge en forma resumida y ordenada, las principales definiciones que se han propuesto de la geografía desde el siglo XIX"(11).
 

Figura 1
Definiciones y tradiciones de la geografía

A pesar de la diversidad de muchas de estas definiciones, pueden realizarse fácilmente ciertas agrupaciones que permiten detectar lo que, usando un término acuñado por William Pattison (1964) bien podr(an denominarse "tradiciones en geografía", es decir, las concepciones o líneas de desarrollo de la ciencia geográfica, aceptadas y cultivadas por grupos de geógrafos.

Los agrupamientos pueden ser diversos, por lo que las tradiciones identificadas son distintas según los autores. Para Carl O. Sauer y R. Hartshorne se trataría de tres grandes líneas de desarrollo: la geografía como ciencia de la diferenciación espacial, la geografía como ciencia de los procesos físicos que se dan en la superficie terrestre, y la geografía como ciencia de la integración de fenómenos heterogéneos y en particular de la vida orgánica y el medio físico(12).  Para Pattison, en cambio, (1964) existen cuatro tradiciones fundamentales añadiendo a las citadas por los anteriores autores (ciencia de la tierra, estudios de áreas, relación hombre-tierra) una tradición espacial, por influencia, seguramente, de la revolución cuantitativa. Preston James (1972) eleva la cifra a seis: la geografía como ciencia de áreas, como ciencia de la tierra, como ciencia de relaciones, como ciencia del espacio, como ciencia de los lugares y como ciencia de los sistemas espaciales. Por mi parte, considero como más aceptable, en lo fundamental, la enumeración de Pattison, aunque pienso también que por el énfasis que algunas definiciones ponen en aspectos concretos y por la importancia del desarrollo institucional que han tenido, podría hacerse alguna subdivisión y añadirse a las cuatro que él enumera la tradición paisajística y, quizás también, la social o, mejor, socio-espacial. Son estas seis las que yo retendré como esenciales para los fines de esta ponencia.

Conviene advertir que un buen número de estas definiciones y, naturalmente, también las tradiciones, aparecen con frecuencia fuertemente asociadas entre sí. Por ejemplo, puede aceptarse que la diferenciación de áreas en la superficie terrestre se refleja en la aparición de paisajes diferenciados, lo cual, a su vez, es un resultado de carácter diverso que adquiere la combinación entre los fenómenos físicos y de los ajustes que el hombre realiza ante ellos. En este caso se daría una asociación clara entre las tradiciones ecológica, corológica y paisajística. También puede sostenerse que las localizaciones y distribuciones espaciales de los fenómenos permiten observar la covariación de algunos de ellos y, por consiguiente, se convierte en un elemento de la diferenciación espacial; se trataría, en este caso, de una asociación entre las tradiciones corológica y espacial. La figura 2 expresa algunas de las más frecuentes asociaciones que se dan entre las diferentes definiciones de la geografía.
 

Figura 2
Asociaciones más frecuentes en la definición de la geografía

En un intento de máxima simplificación podría afirmarse que dos o tres de estas tradiciones se han convertido desde finales del siglo XI X en auténticamente centrales constituyendo la base fundamental para la delimitación intelectual de la disciplina: la corológica o, quizás, corológico-espacial, y la ecológica. Son ellas las que constituyen los problemas-clave de la disciplina, las que aseguran desde el siglo XIX la continuidad intelectual de la misma, a pesar de la renovación constante de los métodos y de la aparición de sucesivas "nuevas geografías"(13).

El primero de estos problemas-clave es el de la diferenciación del espacio en la superficie terrestre. Puede sostenerse que este problema constituye un elemento de continuidad a través de toda la historia de la geografía, desde la época griega hasta hoy. No es difícil, en efecto, mostrar la relación del mismo con la venerable tradición corográfica de la geografía. A su vez, no es imposible encontrar elementos de, contacto entre un problema clave así definido y el que viene expresado por la tradición "espacial" de la corgrafía. Cuando el punto de vista propiamente corológico sea rechazado de la geografía -como ocurre, por ejemplo, con ocasión de la revolución cuantitativa de los años 1950- será sustituido por un marcado énfasis en las distribuciones y relaciones en el espacio terrestre, por la organización espacial, por el análisis espacial que trata de encontrar el orden subyacente en los fenómenos que se distribuyen en la superficie terrestre.  La evolución del pensamiento de Ritter, que he realizado en otro lugar(14), muestra claramente cómo es posible deslizarse de una a otra problemática sin grandes dificultades y de una manera natural.

El segundo problema clave de la geografía es el de la relación entre el hombre y el medio, y particularmente el de los ajustes del hombre a las condiciones cambiantes del medio natural, así como la repercusión de las acciones humanas sobre este medio. Se convierte en un problema clave para la geografía a partir del siglo XI X y es afirmado con fuerza como tal por los geógrafos universitarios desde los años 1870, coincidiendo con el impacto de la biología darwinista y de la naciente ecología en la ciencia geográfica. Desde el primer momento la componente espacial está igualmente explícita, ya que se considera, al mismo tiempo, que lo propio de la geografía es la distribución de los fenómenos en la superficie terrestre. Desde principios del siglo XX se acepta también que la morfología, el paisaje terrestre, refleja las diferentes interacciones y ajustes ecológicos, a la vez que expresa igualmente el carácter y la personalidad peculiar de cada región.
 

II. LA CONTINUIDAD Y EL CAMBIO EN EL PENSAMIENTO GEOGRAFICO

¿Paradigmas en geografía?

A partir de los años 1965, han sido numerosos los intentos que se han realizado en geografía para aplicar el esquema kuhniano y discutir su validez. En un primer momento las ideas de Kuhn se esgrimieron para apoyar con ellas la necesidad de un cambio revolu- cionario en la ciencia geográfica, y justificar así la nueva geografía cuantitativa. Así lo hicieron netamente R. J. Chorley y P. Hagget cuando, en el primer capítulo de la obra Models in Geography (1967), defendieron explícitamente la urgencia de un cambio hacia un nuevo paradigma geográfico basado en modelos. A pesar de que en la concepción de Kuhn, el esquema era esencialmente descriptivo, en un primer momento fue utilizado por los geógrafos con un énfasis normativo. Se usaba para establecer las prescripciones de lo que había de ser la ciencia normal tras el derrocamiento del paradigma tradicional obsoleto.

Mas adelante los esfuerzos tendieron a identificar -las difer'entes revoluciones y paradigmas que se podr(an haber sucedido en la ciencia geográfica. Los resultados fueron diversos, tal como se podía esperar por la misma ambigüedad del término "paradigma". Unas veces se aplicaba esta expresión a la obra ejemplar de un geógrado influyente (como Ratzel, Vidal de la Blache, Hettner o Davis, por ejemplo). Otras, a teorías como la de los lugares centrales de Christaller. Más frecuentemente, a concepciones geográficas generales tales como el "ambientalismo", el "posibilismo", la tendencia "regional", el "análisis espacial", etc., o a marcos filosóficos dentro de los cuales podía haberse realizado el trabajo de los geógrafos, como el "paradigma marxista", por ejemplo(15).

El intento de identificar los paradigmas iba unido al de localizar los cambios revolucionarios correspondientes. No estaba claro cuántos podían haber existido en el pasado, ni la cronología precisa de los mismos. Sólo en un punto se consiguió rápidamente un acuerdo bastante general: el de que durante los años 1950-1965 la geografía había conocido uno de estos cambios revolucionarios. Pero incluso respecto a ello podían existir diferencias notables entre los geógrafos jóvenes y los de mayor edad.

Los primeros aceptaron más fácilmente la nueva geografía cuantitativa, que percibían como la auténtica "geografía científica". Tendieron también a acentuar y destacar los aspectos más novedosos, tales como la utilización de técnicas estadísticas refinadas, el énfasis en la formulación de leyes frente a la simple descripción idiográfica, la nueva metodología deductiva, teorética, fuertemente formalizada y con un marcado sesgo fisicista. También crearon una nueva ideología, la del "científico espacial" frente al "geógrafo sintetizador" y se lanzaron a reescribir la historia de la disciplina, para dar cabida en ella a los "precedentes" ahora valorados y a las nuevas figuras científicas(16).

Las razones de este énfasis en el cambio son seguramente diversas, pero entre ellas hay que contar razones puramente biológicas -el cambio generacional- y, sin duda también, razones estratégicas, relacionadas con la lucha por el poder en el seno de la comunidad, Ello explica que, en ocasiones, la oposición entre "cuantitativos" y "cualitativos", que era también el enfrentamiento entre jóvenes y viejos, adquiriera una gran virulencia, y que los primeros no dudaran en utilizar -consciente o inconscientemente- tácticas terroristas para debilitar la oposición de los mayores(17).

En cualquier caso, por todos ellos el decenio de 1950 fue percibido como auténticamente revolucionario. Desde 1963, en que jan Burton publicó un famoso artículo en el que sostenía que la revolución ya había triunfado, todos los jóvenes aceptaron plenamente esta idea. Burton no había usado para nada en su artículo las ideas de Kuhn -o al menos no alude a ellas- pero cuando éstas se popularizaron no fue difícil identificar el cambio revolucionario que había experimentado la disciplina geográfica con la revolución científica que inauguraba un nuevo paradigma.

Entre los geógrafos partidarios de las ideas tradicionales las opiniones estuvieron divididas. La mayor parte sintieron, sin duda, que los cambios que se estaban produciendo ponían en peligro la unidad y la continuidad de la geografía. Roger Minshull expresó claramente un sentimiento bastante generalizado cuando, con referencia a los cambios producidos desde 1950, consideró que algunos de ellos "son tan extremos y tan diversos en enfoque y objetivo, que podría sugerirse que es ya llegado el tiempo de que se separen de la geografía nuevas disciplinas, antes de que el trabajo realizado por los "geógrafos" bajo el nombre de "geografía" llegue a ser tan diverso que desafíe toda definición"(18).

Los cambios hacia la nueva geografía amenazaban también el prestigio intelectual y el poder de los mayores en el seno de la comunidad. El dilema con el que se enfrentaban ha sido considerado como un caso de esquizofrenia: rechazar las viejas ideas y adoptar las nuevas les ponía en inferioridad de condiciones respecto a los jóvenes, más preparados en matemáticas; no aceptar el naciente paradigma, que era presentado como un paso progresivo en el desarrollo de la disciplina les hacia aparecer como retrógrados. En esta situación la estrategia que espontáneamente adoptaron alguno de ellos consistió en tratar de expulsar a los innovadores afirmando el carácter no geográfico de los nuevos desarrollos(19). Paralelamente, o ante el fracaso de estos intentos, procuraron destacar los elementos de continuidad frente a las pretensiones de cambio revolucionario. Se rechazó así la oposición fundamental entre idiográfico-vieja geografía / nomotético-nueva geografía.

Frente al ataque de Schaefer (1953), R. Hartshorne había defendido(20) que tanto Hettner como él mismo hablan reconocido en la geografía una parte idiográfica (la geografía regional) y otra nomotética (la sistemática). Retomando esta idea, Preston James defendió que los ataques contra Hettner y Hartshorne habían oscurecido "la continuidad subyacente del pensamiento geográfico"(21). Se afirmó asimismo que las nuevas técnicas cuantitativas o los métodos hipotético - deductivos habían sido usados también en el pasado, y significaban simplemente un enriquecimiento de la disciplina, ya que era posible tratar los viejos temas con los nuevos enfoques.

Las posibilidades de acuerdo entre lo que todavia se consideraba como el viejo y el nuevo paradigmas se hicieron mayores en los años 1970. Por un lado, los entusiasmos innovadores había  llevado a una proliferación de "revoluciones". Un autor fue capaz de identificar la existencia de siete pretendidas revoluciones, lo que, seguramente, convertia a la geografia en "la América Latina de la comunidad cientifica"(22) . Pero, más importante aún, los mismos geógrafos que hablan participado en la revolución cuantitativa se distanciaban ahora de ella, y un geógrafo tan significativo como David Harvey, autor de Explanation in Geography (1969), una de las dos grandes obras teóricas de la "nueva geografia", proclamaba sólo tres años más tarde de la aparición de este libro que el paradigma cuantitativo estaba ya agotado y listo para ser derrocado y sustituido por otro(23).

Al mismo tiempo, llegaban también a la geografia los ecos de la critica que se hacia al esquema kuhniano desde diversas perspectivas, y la idea de un paradigma dominante y aceptado por toda la comunidad cientifica se consideró criticamente como "muy cercana a la idea de un dogma que debe ser seguido para que se le considere a uno ortodoxo"(24). Se rechazó también firmemente la identificación entre periodos de ciencia y monopolio de un paradigma, y se empezó a insistir, en cambio, en la coexistencia de paradigmas. En 1978, James Bird se atrevia a exclamar: "El paradigma uno y único ha muerto: ¡viva  el espectro metodológico!"(25).

Desde los años 1975 se tiende a destacar más la continuidad que el cambio. En 1977 R.J. Johnston se declaraba insatisfecho con el enfoque kuhniano tal y como habla sido aplicado en geografia por Chorley, Haggett y D. Harvey (1972) y, apoyándose en Mulkay (1975), consideraba más probable que "los nuevos enfoques que ocasionalmente pueden  desarrollarse no conducen al derrocamiento del paradigma existente. Más bien aparece una nueva rama de la disclplina la cual se concentra, bien en nuevos enfoques a los temas tradicionales, o bien en nuevos temas en el contexto de las filosofías adoptadas". Consideraba asimismo Que "con el tiempo el fervor radical de tales ramas se agota, y sus rasgos destacados se incorporan al cuerpo principal del tema"(26). Algunos de estos desarrollos podían convertirse en marcos paradigmáticos, que en níngún caso hay que entender como excluyentes, sino más bien como coexistentes(27).

Frente a la idea de revolución que separa períodos de ciencia normal monoparadigmáticos, se insiste ahora en que la geografía no ha conocido revoluciones completas, sino más bien "paradigmas ampliados"(28)  que extienden la perspectiva, "continuidad con evolución"(29); "coexistencia en paralelo" de paradigmas que van absorbiendo lentamente los temas y los enfoques de las viejas tendencias(30). Los cambios de la disciplina existen, sin duda, pero no afectan al conjunto de la comunidad científica, ya que "las viejas ideas permanecen durante mucho tiempo y los nuevos descubrimientos pueden tener a veces el carácter de mutaciones"(31).

La geografía, al igual que otras ciencias sociales, cambiaría así "por extensión y reorientación, más que por mutación"(32). En algún esquema del desarrollo histórico de la geografía se reinterpreta éste como el paso paulatino desde una situación inicial monoparadigmática o dual-paradigmática (por ejemplo, "posibilismo" -"determinismo", "Sauer"- "Hartshorne") hacia una ciencia de carácter multiparadigrnático a partir de los años 1960. Según eso, los paradigmas anteriores no habrían desaparecido, al tiempo que habrían emergido nuevas ortodoxias basadas en objetivos y filosofías diferentes; dicha tesis permite concluir a sus autores que en los años 1980 "estas filosóficas divisioes constituirán los temas principales del pensamiento geográfico"(33).

Por este camino se llega, naturalmente, a una desvalorización total del esquema kuhniano, aunque en ocasiones persista su terminología. R. J. Johnston considera que el concepto de paradigma de Kuhn no presta atención a la naturaleza de los conf1ictos en las ciencias sociales: "Hay poca evidencia -escribe- tanto de un consenso disciptinario a gran escala en un amplio período de tiempo (...) como de revoluciones que.hayan sido enteramente consumadas". Lo normal sería la supervivencia de viejas concepciones.. La imposibilidad de adoptar el modelo de Kuhn para explicar la evolución reciente de la geografía humana "lleva a la conclusión de que el modelo es poco significativo para esta ciencia social y, quizás, para la ciencia en general"(34). En la búsqueda de esquemas menos rígidos y constructivos, algunos se declaran por las tesis popperianas(35); otros prefieren volver al viejo término de "escuelas de pensamiento"(36); y otros, en fin, adoptan la tesis de Lakatos de los programas de investigación científica, y proponen reinterpretar a partir de ellos toda la evolución de la disciplina(37).

Así frente a lo que se ha considerado la "actitud mesiánica"(38) con que se presentaban los paradigmas enfrentados en los años 1970, se admite hoy la coexistencia de puntos de vista divergentes y no excluyentes y la diversidad de "filosofías geográficas". Se pone énfasis también en que precisamente esta pluralidad de posiciones, o de "paradigmas", es enriquecedora y permite un más rápido desarrollo científico, al destacar problemas diferentes y dirigir la atención hacia direcciones distintas(39).

Existe, de todas formas, un peligro imprevisto: el de la desintegración de la disciplina. La visión monoparadigmática permitía asegurar la unidad de la geografía, aunque fuera a costa de una feroz guerra civil en el seno de la comunidad. La situación actual permite desde luego la coexistencia pacífica pero al acentuar y valorar el pluralismo amenaza con provocar la disgregación de una disciplina cuya definición plantea, como hemos visto, algunos problemas y divergencias(40).
 

La contraposición positivismo-historicismo

Las interpretaciones actuales sobre la evolución del pensamiento geográfico tienden a destacar los marcos filosóficos subyacentes dentro de los cuales se han planteado los problemas y de los que proceden enfoques y métodos de aproximación a la realidad. En particular, dos grandes tradiciones(41) de! pensamiento occidental han atraído la atención: el positivismo" y el "historicismo"(42) que se perciben como dos concepciones enfrentadas e irreconciliables.

Tal como ha sido caracterizado por Wright el positivismo se significaría por tres rasgos esenciales: el monismo metodológico; la consideración de que las ciencias naturales exactas establecen el canon ideal o metodológico de todas las ciencias, inclusive las humanas o sociales; y la explicación causal, que consiste en "la subsunción de casos individuales bajo leyes generales hipotéticas de la naturaleza". Frente a él el antipositivismo, o historicismo, supondría un rechazo de monismo; una afirmación del contraste entre las ciencias que aspiran a generalizaciones sobre fenómenos reproducibles y predecibles y las que buscan comprender las peculiaridades individuales y únicas de sus objetos; y la distinción entre explicación y comprensión(43). Puede darse, sin duda, mayor complejidad a esta contraposición y presentarse -con todos los riesgos que supone- de forma esquemática como una oposición dicotómica entre pares de características enfrentadas, tal como se hace en el cuadro l.
 

Cuadro I 
RASGOS ESENCIALES DE LA OPOSICION ENTRE "POSITIVISMO" E "HISTORICISMO"
Positivismo
Historicismo
Monismo metodológico
(Unidad de la ciencia y el método científico) 
Contraposición entre Naturaleza e Historia
Reduccionismo científico o naturalismo
Afirmación de la especificidad de las ciencias humanas
Nomotético
Idiográfico
Explicación
Comprensión
Conocimiento científico untiliza sólo la razón
Se valora el conocimiento empatético y 
el uso de facultades como la sensibilidad y la intuición
Predicción
Imposibilidad de realizar predicciones en las ciencias humanas
Ahistórico
Énfasis en el desarrollo histórico
Indiferencia axiológica
Valoración
Importancia de la teoría
(tanto en los métodos inductivos, dominantes en el Positivismo del siglo XIX, como en los deductivos de mediados del siglo XX)
Métodos inductivos sin teorías previas
Empirismo
Idealismo (?)

En la ciencia geográfica la contraposición entre "positivismo" e "historicismo" fue, de hecho, apuntada ya, desde una posición positivista directamente ligada al círculo de Viena, por Fred K. Schaefer(44). Más recientemente está adquiriendo una gran difusión en la disciplina. Yo mismo he realizado un intento de interpretación de la evolución del pensamiento geográfico desde el siglo XIX utilizando como idea directriz la contraposición entre estas dos tradiciones(45). Pero al mismo tiempo otros autores han realizado igualmente propuestas semejantes(46).

Desde principios del siglo XIX la historia de la geografía podría interpretarse, en lo que se refiere a la evolución del pensamiento geográfico, como un movimiento pendular entre posiciones "positivistas" e "historicistas". Las primeras tendrían su origen en el período central de la Ilustración, en lo que César Ulises Moulines ha denominado fase protopositivista(47), y dominaría a mediados del siglo XIX y, otra vez, un siglo más tarde con el triunfo de la revolución cuantitativa. Las segundas impregnarían el romanticismo de principios del siglo XIX, la reacción antipositivista del Historicismo finisecular y del primer tercio del siglo XX, y aparecen nuevamente hoy en la reacción frente al neopositivismo de las geografías "críticas" y "radicales".
 

Tradiciones geográficas y movimiento pendular

Tal como creo haber mostrado en mi libro Filosofia y ciencia en la geografla contemporánea, este esquema interpretativo que destaca la oposición entre las actitudes positivistas e historicistas permite entender ciertos rasgos de la historia del pensamiento geográfico, que no resultan inteligibles desde otras perspectivas. En aquella obra apliqué el esquema a toda la evolución de la geografía durante los siglos XIX y XX, sin realizar ninguna distinción entre las diferentes tradiciones que pueden reconocerse en la definición de la disciplina. Trataré ahora de mostrar la validez del mismo para interpretar también la evolución de las ideas en cada una de las grandes tradiciones que anteriormente hemos identificado.

La figura 3 representa un intento de presentar de forma resumida los hitos fundamentales en el desarrollo de cada una de las tradiciones antes indicadas (física, corológica, paisajística, ecológica, espacial, y social o socio-espacial). Se han señalado en ella algunas influencias importantes (con línea discontínua) así como algunos movimientos de reacción frente a las ideas de ciertos geógrafos (línea contínua). También se ha situado cronológicamente, de forma aproximada, la línea de separación entre las fases de predominio de las concepciones positivistas e historicistas.
 
 

Figura 3
Positivismo e historicismo en las tradiciones geográficas 
(Línea discontinua: influencias importantes de unos autores sobre otros; línea continua: oposición al pensamiento de un autor)

Sin duda en la difusión de una y otra posición pueden haberse experimentado desfases cronológicos entre las distintas tradiciones geográficas. En la figura se ha intentado destacar este hecho resaltando la pervivencia de la posición positivista en la tradición física -y concretamente en la geomorfología- donde, gracias al prestigio de la figura de William Morris Davis, los planteamientos de este carácter se mantuvieron todavía con cierta fuerza cuando ya dominaban en la geografía humana actitudes decididamente historicistas. Seguramente en un análisis más matizado habría que introducir otras ondulaciones semejantes en las líneas de separación, pero para nuestro intento puede bastar ahora con el esquema gráfico que presentamos.

En general, creo que puede aceptarse que en cada una de las tradiciones geográficas antes identificadas ha existido un movimiento pendular que conduce al predominio alternativo de las actitudes positivistas e historicistas. Haré unos comentarios a título ilustrativo.

Dentro de la tradición corológica la obra de Ritter es bien representativa de la filosofía del romanticismo, mientras que la Geographie universelle, de Reclus (1876-1905) quizás haya que interpretarla -a pesar de las influencias ritterianas que, sin duda, posee-(48)  dentro del ambiente positivista y evolucionista de mediados del siglo XIX. Desde fines de dicho siglo Hettner y Vidal de La Blache impulsan el estudio de la geografía regional desde una perspectiva neokantiana, espiritualista e historicista, que insiste en la singularidad de la región y en el carácter idiográfico del estudio. Durante la revolución cuantitativa la línea corológica sufrió una fuerte desvalorización y se subsume, en parte, en la línea espacial. Pero, en cambio, conoce un fuerte desarrollo desde presupuestos positivistas en el campo de la ciencia regional, El nuevo interés que existe hoy por la obra de Vidal y por la concepción regional en general -y que se traduce en la aparición de libros como el A. Buttimer (1971)- refleja el cambio de énfasis que nuevamente se ha producido, y va a dar lugar, sin duda, a una nueva valorización de los estudios regionales,

La tradición palsajística tiene precedentes en las preocupaciones humboldtianas por el paisaje(49)  y por la fisonomía de la naturaleza. Pero se desarrolló, sobre todo, a principios del siglo XX en Alemania con la obra de O. Schluter y de S, Passarge, claramente historicistas; y en Francia con la de autores que estaban ligados a la concepción regional vidaliana. En Estados Unidos Carl O. Sauer y la escuela de Berkeley constituyen un buen ejemplo de esta tendencia. Fuertemente influido por Schluter y Passarge, Sauer puso énfasis en el estudio de los paisajes culturales y destacó la dimensión temporal, lo que él llamaba la "cuarta dimensión de la geografía"; el estudio del desarrollo histórico de los paisajes pasa en él a un primer término(50). En su valoración de la historia llegó a criticar fuertemente a Hartshorne, por considerar que éste no insistía suficientemente en esta dimensión(51). Durante los años 1950 y 60 los geógrafos cuantitativos abandonaron el estudio del paisaje. De hecho, sólo siguió recibiendo atención por parte de algunos geógrafos físicos que a partir de una formación regional-historicista, intentaron modernizar el análisis planteándolo en términos pretendidamente "sistémicos"(52). Más recientemente los trabajos de Lowenthal y los estudios de topofilia han hecho pasar a primer término los aspectos subjetivos que influyen en la "composición" y valoración de los paisajes(53).

La tradición ecológica se confira en geografía de manera clara como resultado del impacto del evolucionismo darwiniano -y, en buena parte también, del transformismo lamarckiano-. Ratzel, que tenía buena formación de naturalista y que había estudiado con Haeckel, dio a su obra una dimensión decididamente ecológica apoyada en su teoría biogeográfica. La escuela de ecología humana de Chicago desarrolló en los años 1920 esta misma línea de investigación, con un marcado énfasis evolucionista y positivista. Las obras de Barrows, de Max Sorre o de Carl Troll están ligadas, en cambio, a la concepción regional-paisajística, y presenta rasgos decididamente historicistas. Durante la revolución cuantitativa esta tradición fue defendida abiertamente por E. Ackerman(54), que propuso, sin embargo, que se replanteara a partir de la teoría general de los sistemas.

La tradición espacial conoció, sobre todo, un fuerte desarrollo durante la revolución cuantitativa. El estudio de las distribuciones y de la organización espacial se prestaba a los análisis geométricos y deductivos. Tal como consta en declaraciones explícitas, en los años 1950 y 1960 estos geógrafos pretendieron estudiar la geometría espacial y las formas resultantes en la superficie de la tierra por la acción de procesos que poseen una dimensión espacial, independientemente de su carácter físico o humano(55). Dentro de la geografía humana los aspectos sociales y culturales se destacaron antes y después del período de dominio de la revolución cuantitativa, durante el dominio de posiciones historicistas. La conversión desde la geografía cuantitativa hacia la "crítica" o "radical" ha ido unido normalmente -como en el caso de Bunge y Harvey- a la acentuación de los rasgos más propiamente sociales de la dimensión socio-espacial. Lo social domina ahora sobre lo propiamente espacial que, sin embargo, nunca está ausente de la geografía. Ese es el sentido de separación en la figura 3 de una tradición "social", a pesar de las dudas que puedan existir para hacerlo.

Queda por último la tradición física. Pero a ella dedicaremos el capítulo siguiente.
 

III. POSITIVISMO E HISTORICISMO EN LA TRADICION FISICA

El análisis de la tradición física en geografía es, sin duda, un test particularmente interesante para comprobar la validez de la interpretación pendular que aquí se propone.

En principio, podría quizá sospecharse que la contraposición "positivlsmo-historicismo" es específica de las ciencias sociales- Las ciencias naturales parecen, de entrada, más "objetivas" que las sociales y más apropiadas para que dominen en ellas enfoques de carácter "positivista", que se dirigen a la explicación y descubrimiento de leyes generales. El ejemplo más acabado de ese tipo de ciencia sería, seguramente, el de la física.

Sin embargo, no todas las disciplinas, científicas naturales se encuentran en la misma posición. Se ha podido defender, incluso, que la geología y la botánica son disciplinas con un fuerte componente idiográfico, ya que describen y anal izan fenómenos concretos y, además, necesitan tener siempre en cuenta una dimensión cronológica y temporal(56). En este sentido, serían ciencias muy próximas a la geografía y a la historia. Pienso, sin embargo, que tanto la botánica como la geología admiten a la vez un enfoque particularizador e idiográfico y otro generalizador y nomotético. El ejemplo de la controversia entre Buffon y Linneo, que no podemos tratar aquí, podría servir como demostración de esta afirmación. Muy probablemente no sean estas las únicas ciencias en las que puedan detectarse esta contraposición de actitudes y de enfoques que pueden considerarse, al menos parcialmente, "positivistas" e "historicistas". Quizás habría que añadir también la medicina. Cuando algunos médicos afirman que "no existen enfermedades sino enfermos", están seguramente expresando un punto de vista decididamente "historicista", frente al enfoque más especificamente "positivista" que destacaría, en cambio, la enfermedad y trataría de reconocer los rasgos previamente definidos en cada enfermo concreto.

En el caso de la geografía, la idea fuertemente arraigada de la unidad de la disciplina ha contribuido, sin duda, a impedir su disgregación definitiva, y ha tendido a evitar la separación entre geografía física y geografía humana. Puede esperarse, por ello que existirá una relación íntima entre el desarrollo general de las dos ramas de dicha ciencia, la física y la humana. Hay que tener en cuenta, además, que debido a esta concepción unitaria los geográfos físicos han recibido también, generalmente, una formoción en geografía humana, por lo que el eco de la problemática que afecta a las ciencias humanas ha podido llegar fácilmente a climatólogos, geomofólogos y geobotánicos.

Cabe suponer por todo ello, que dentro de la tradición física de la geografía podrá percibirse también esa dualidad de enfoque y ese movimiento pendular que se detecta de forma inequívoca en otras tradiciones geográficas. Y así ocurre, sin lugar a dudas.
 

La geomorfología positivista

Dejando a un lado la posible existencia de ula geografía  física romántica e idealista, de la que A. de Humboldt sería seguramente el más caracterizado representante(57), parece claro que en la segunda mitad el siglo XIX se desarrolló una geomorfología positivista que partiendo de la observación trataba de llegar a la formulación de teorías explicativas generales. Teniendo en cuenta el momento en que realizaron sus investigaciones científicas hay que esperar que figuras como A. de Lapparent, Emmanuel de Margerie, Albrecht Penck o G. C. Gilbert hayan realizado una obra de carácter claramente positivista, en la que se experimenta, además, con toda su fuerza el impacto del evolucionismo darvinista(58). Pero quizás el ejemplo más claro que puede citarse de teoría geomorfológica positivista sea el de Willian Morris Davis (1850-1934).

En los tres lustros finales del siglo XIX Davis intentó formular una teoría explicativa global de la evolución del relieve terrestre, la teoría del "ciclo de erosión". En su formulación más acabada, la de la época central de su vida, constituye un modelo teórico que trata de explicar las formas superficiales como resultado de un proceso erosivo de carácter progresivo y secuencial. Davis habla de un "ciclo geográfico ideal" y considera que en el esquema del mismo "puede trazarse una completa secuencia de formas terrestres de un tipo a otro". El ciclo comienza con movimientos de la corteza terrestre que elevan la tierra a una cierta altura por encima del nivel de base. A partir de ahí se desencadena un proceso destructivo que avanza progresivamente durante un largo período de estabilidad tectónica y que acaba con la penillanura final(59). En el desarrollo del proceso erosivo se reconocen diversas fases (inicial, o de juventud; de madurez; y final, o de vejez), cada una de las cuales da lugar a formas superficiales bien diferenciadas.

Se trata de una teoría evolutiva del relieve terrestre que ha sufrido el impacto del evolucionismo dominante en la segunda mitad del siglo. El mismo Davis llamó al ciclo en sus primeras formulaciones "ciclo vital", y defendió que "las formas terrestres, como las orgánicas, deberían estudiarse considerando su evolución"(60)

Según Davis a partir de la teoría del ciclo de erosión podrían explicarse fácilmente el carácter variable de las formas superficiales y reemplazar "los métodos arbitrarios y empíricos de descripción anteriormente usados de forma universal, por un método racional, explicativo, de acuerdo con la filosofía evolucionista de la era moderna"(61).

Davis insistió siempre en el carácter explicativo de su teoría(62), y trató de desarrollar un sistema deductivo general, dentro del cual fuera posible interpretar las distintas formas superficiales. Según él, "todas las variadas formas terrestres dependen de -o como un matemático diría, son funciones de- tres cantidades variables que pueden ser denominadas estructura, proceso y tiempo"(63). El mismo Oavis insistió una y otra vez en el carácter deductivo de su enfoque, que consideraba el único válido en geomorfología y en geología(64). Hoy se considera que el concepto de ciclo de erosión "presenta muchos de los rasgos de un modelo teorético"(65). Frente a la simple clasificación, este modelo sería de naturaleza teorética, como los de las ciencias naturales, y destacaría aspectos significativos de la realidad, descartando la información no significativa. Por otro lado, al igual que ocurre en todos los modelos, ninguna parte de la realidad encaja perfectamente en éste, que intenta alcanzar el más alto grado de generalidad con el fin de que sea válido para el mayor número posible de situaciones(66). A ello podría añadirse el carácter predictivo que posee, quizás no tanto en términos de predicción hacia el futuro -lo que también estaba seguramente en el ánimo de Davis- sino, sobre todo, en términos de retrodicción desde el pasado(67). La caracterización que ha hecho recientemente Richard J. Chorley del método científico de Davis -"una conclusión inicial derivada sobre todo del estudio de mapas y justificada luego con argumentos y con un mínimo de observaciones de campo muy cuidadosamente seleccionadas"(68)- podría tomarse como una descripción del enfoque teorético positivista, que insiste en la producción de teorías y en la explicación y no en la simple acumulación de informaciones. Davis insistió una y otra vez en la debilidad de los métodos empíricos e inductivos y en la necesidad de usar lo que él llamaba un "método explicativo" (explanatory method) o "racional"(69). Pero su pensamiento fue matizado, y reconocía que ni el método empírico ni el explicativo se usan nunca puros, y de forma exclusiva: incluso él mismo había usado inferencias inductivas en su razonamiento. Por otra parte, siempre contraatacó a los empiristas que acusaban a su método explicativo de ser especulativo y simplificador, demostrando que ellos también introducían razonamientos explicativos, aunque no fueran conscientes de esto; y frente a las críticas de los empiristas, insistió también en que los errores de interpretación se debían, con frecuencia, más que al uso excesivo del método deductivo, al uso limitado del mismo(70).
 

La geomorfología "historicista"

La teoría del ciclo de erosión de Davis gozó inmediatamente de una gran difusión y fue ampliamente aceptada en los años iniciales de nuestro siglo. Los viajes que realizó por Europa le permitieron defenderla personalmente con gran vigor, y la reedición de sus artículos dispersos en el libro Geographical Essays (Boston, 1909) dio una gran difusión a sus ideas. La geografía francesa, en particular, se vio grandemente influida por su pensamiento(71), y el Traité de Géographie Physique de Emmanuel de Martonne (1909) supone el triunfo de sus ideas en el mundo académico francés. El prestigio de la teoría era tal que todas las formas de relieve se interpretaron en términos del ciclo de erosión, incluso en aquellos casos en que la secuencia cíclica era realmente difícil de establecer: un geomorfólogo yugoslavo muy ligado a la geografía francesa llegó a descubrir incluso un "ciclo kárstico" (Cvijic, en 1918). Puede afirmarse que, en general, la geomorfología francesa de los años 1910 y 1920 fue decididamente davisiana y que, siguiendo a Martonne, aceptó el esquema cíclico y trató de confirmarlo mediante el estudio detallado del territorio.

La geomorfología regional francesa.- No tardaron sin embargo, en aparecer numerosos problemas. Los mismos geomorfólogos franceses que tan entusiásticamente aceptaron la teoría de los ciclos de erosión fueron de los primeros en reunir abundantes observaciones empíricas que podían difícilmente explicarse con la teoría davisiana. Los estudios geomorfológicos de regiones concretas en Francia y otros países (Norte de Africa, Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania) facilitaron la acumulación de estas observaciones que no encajaban con los estadios de desarrollo supuestos por la teoría. Puede decirse que la puesta en cuestión del esquema davisiano, la crítica de su simplicidad y de su esquematismo, se hizo a partir del análisis de casos particulares que no encajen en él. La erosión "normal" pasó a ser considerada sólo un caso particular correspondiente al clima templado, y se descubrieron sistemas diferentes correspondientes a otras zonas climáticas.

Desde los años 1920 estas investigaciones empíricas se realizaron, de forma cada vez más neta, a partir de posiciones regional-historicistas. La tesis de geomorfología "regional" se convirtió pronto en el prototipo de la investigación para los geógrafos de la tendencia física dentro de la escuela de Vidal de La Blache. Entre 1928, fecha de publicación de la tesis de Henri Baulig sobre Le Plateau Central de la France, hasta 1965 se elaboraron una veintena de grandes tesis regionales con un énfasis geomorfológico(72). Fueron esencialmente estos estudios regionales los que permitieron reunir los datos empíricos que invalidaron la teoría del ciclo de erosión. De manera semejante ocurrió en otros países. En el mundo anglosajón fue también a partir de estudios realizados con una óptica regional similar que se puso en cuestión la teoría davisiana. Como ejemplo podrían citarse los trabajos de S.W. Wooldridge y los que han sido llamados "geomorfólogos geógrafos" del período interguerras. Sus investigaciones sobre la estructura superficial y el avenamiento en el SE de Inglatera (con Unton, 1939) -que fueron realizados desde una óptica regional-paisajística y condujeron a una jerarquía de unidades morfológicas regionales basadas en las características del terreno (soil regions)(73)  permitieron también detectar numerosas anomalías respecto al modelo ideal davisiano y precisar la cronología de la denudación. En aquellos años el concepto de región natural y el desarrollo de la geomorfología climática se fecundaron mutuamente.

Los fuertes desajustes entre los datos empíricos regionales y la teoría del ciclo de erosión obligaron a introducir progresivamente nuevos matices en la secuencia erosiva. Los geomorfólogos descubrieron que la complejidad de las situaciones concretas no se explicaba por la teoría general davisiana. Se hizo intervenir las variaciones alternativas del nivel de base como resultado de las variaciones eustáticas del nivel del mar. Se introdujo también la idea de variabilidad del clima -que los estudios climatológicos confirma- ron- todo lo cual reforzaba la idea de la complejidad de la evolución. Se dasarrolló asimismo una geomorfología climática, que destacaba la importancia de las variaciones del clima frente a los datos de la estructura del relieve(74).

El tiempo, que era homogéneo y secuencialen Davis, se ve ahora como heterogéneo y complejo, una especie de tiempo histórico en el que se producen cambios repentinos y variados. Parece como si los geomorfólogos franceses -que por ser geógrafos tenían también una buena formación histórica-aceptaran el carácter único e irrepetible de cada momento histórico en lugar de destacar, como antes, el carácter general de la evolución(75).

La idea de la complejidad de la evolución geomorfológica aparece una y otra vez. El ciclo de erosión "normal" davisiano se fue considerando, cada vez más, como un concepto hipersimplificado que no tenía en cuenta la riqueza y variedad de las condiciones realmente existentes. Las formas superficiales deberían ser, en cambio, interpretadas "como el producto de una compleja evolución, como una mezcla de agentes recientemente desarrollados, y de supervivencia en curso de modificación a ritmos variados"(76). Esta evolución compleja es resultado de la combinación en un medio concreto de factores diferentes en interacción, por lo que en todo análisis geomorfológico "debe tenerse en cuenta el carácter sintético de esta realidad que es el paisaje"(77). Las palabras de Max Derruau aluden claramente a estos hechos:

"Aún cuando sea necesario colocar el origen de una forma en un esquema general abstracto, sin embargo, la morfogénesis se desarrolla en un medio concreto, donde todas las causas se interfieren. El clima provoca la alteración de las rocas; esta alteración permite la implantación de una vegetación que, a su vez, frena o acelera, los procesos erosivos. Todo cambio climático influye en la erosión y, por lo tanto, en la forma de depositarse los derrubios acarreados. La morfología se integra también en un complejo biofísicoquímico, y aún las sociedades humanas, avivando la erosión, debido a la destrucción de la corteza vegetal, o limitándola con medidas protectoras, se comportan como agentes morfológicos. En todo análisis debe tenerse en cuenta el carácter sintético de esta realidad que es el paisaje "(78).

De ahí que los geomorfólogos franceses insistieran con fuerza en la importancia de los datos, de los hechos, y que llegaran a reprochar a Davis el que no los tuviera suficientemente en cuenta en sus abstracciones teóricas(79). Frente a las abstracciones teóricas que obscurecían la realidad, se proponía ahora el contacto vivo con ella y el re- conocimiento exacto de los datos que estaban ahí. Lo que el geomorfólogo debía hacer era situarse ante el paisaje, sin ideas previas, "sin prejuicios y sin ideas a priorí"(80), y observarlo y analizarlo con cuidado, para inferir la compleja evolución y los múltiples factores que lo habían modelado. El punto de partida debia ser siempre la observación; como escribe Derruau: "El primer trabajo del geomorfólogo es, pues, la observación directa de las formas del terreno, observación que naturalmente debe evitar las ilusiones ópticas y que intentará ver el relieve desde distintos ángulos" (81).

Se trata realmente de describir el paisaje geomorfológico, para luego entender a partir de ahí su formación y las etapas que había atravesado. Si había que elegir entre explicación y descripción del énfasis se ponía en lo primero. Así lo afirma explícitamente Max Derruau en su Precis de Géomorphologie (1965);

"Como toda ciencia de la naturaleza. la Geomorfología se propone deg;ribir y explicar. Según la personalidad de cada morfólogo, se acentúa bien el carácter geográfico, o sea la descripción de las formas, bien su explicación. Pero en el espíritu de aquellos que insisten más sobre la explicación de los relieves que sobre su descripción, no es necesario decir que ésta es esencial, y que si se reduce a poca cosa es porque las cosas son más conocidas en su especie que en su génesis.
Será pues, más difícil desviar el sentido de la Geomorfología hacia el de explicación del re/ieve evolución del mismo y estudio de los procesos de su modelado, todas ellas nociones que están incluidas en la Geomorfología, pero que no se confunden con ella"(81).

No se necesitaban teorías sino hechos. La actitud podría quedar bien expresada por este texto de J. Pouquet: "Lo esencial del método seguido es fácil de definir, porque re- posa sobre una actitud: escapar a toda idea preconcebida a la explicación ya hecha (...). Puesto frente a un terreno casi virgen, he intentado olvidar momentáneamente la ortodoxia geográfica para no considerar más que los hechos mismos y, sobre todo, evitar hacerlos encajar, cueste lo que cueste, en las grandes teorías(82). O por este otro de J. Masseport: "Nuestra actitud morfológica debe, pues, estar determinada por estos hechos: no será nunca influida por las teorías generales, no será una cuestión de escuela, sino que intentará estar dirigida únicamente por esta realidad geológica"(83).

La teoría existía, sin duda, pero muchas veces estaba implícita y se la negaba en favor de la observación directa, que pretendía ser minuciosa y, a ser posible, exhaustiva.

Este ambiente explica que los geomorfólogos franceses no dedicaran su esfuerzo a reflexionar sobre los principios teóricos generales -los cuales por otra parte ya existían, pues siempre se tenía presente, de una manera u otra, la teoría de Davis- en función de los cuales pudieran elegirse los ejemplos empíricos a estudiar. En lugar de ello, siguieron la vía de la realización de monografías geomorfológicas regionales. Y sin duda a partir de ella lograron invalidar el esquema davisiano y consiguieron resultados valiosos(84). Era cada espacio regional con su originalidad específica lo que interesaba. De estas monografías regionales geomorfológicas se ha podido escribir que estaban "yuxtapuestas sin idea directriz de conjunto, repitiendo incansablemente lo que ya habia sido dicho, pero dándose la ilusión de decirlo por primera vez, porque la teoría era aplicada en cada caso a un ejemplo diferente, no estudiado todavía"(85).

Naturalmente, tal como cabía esperar, se exaltaron los métodos que el mismo Baulig no dudaba en 1948 en calificar de "cualitativos", y se expresaron formalmente reticencias ante los intentos de análisis cuantitativos que llegaban a la geomorfología desde la geología o la mineralogía. Se trata de una actitud que se mantuvo con gran fuerza duran- te todo el período de dominio de la geomorfología antipositivista. Todavía en 1965 Max Derruau insistía en la dificultad de definir con claridad las relaciones entre geomorfología y matemáticas: "el número ocupa -escribía- un lugar en la descripción, que para ser exacta debe comportar una evaluación. Pero es difícil determinar si las leyes morfológicas son susceptibles de expresarse en fórmulas matemáticas". En todo caso, añadía, "corresponde al morfólogo discernir por sí mismo cuando una cifra es verdaderamente expresiva (...) o cuando no es más que la expresión inútilmente complicada de una realidad mucho más simple". Y concluía afirmando que fuera del dominio de la hidráulica y de la hidrodinámica "parece difícil llegar a leyes morfológicas de expresión matemática, ya que las formas son debidas a varios factores simultáneos y a menudo discontinuos: así parece difícil expresar matemáticamente la evolución de la curva de una pendiente(86).

En el estudio de las formas del relieve el geomorfólogo hacia intervenir la intuición y la imaginación como facultades válidas en el trabajo científico(87). H. Baulig, que dedicó tantas páginas a ensalzar la necesidad de hacer descripciones regionales evocadoras e imaginativas que invitaran "al lector a una participación activa despertando su memoria y su imaginación", y que no dudó en escribir que en ellas "la distinción entre arte o ciencia, ciencia o arte, se desvanece"(88), fue uno de los más destacados líderes de la geomorfología francesa, y habría sido muy difícil que estas ideas dejaran de afectar también a su actitud respecto a la investigación geomorfológica.

La polémica entre Davis y los geomorfólogos alemanes.- Una evolución semejante a la francesa se dió en la geografía alemana, donde se desarrolló un importante movimiento de impugnación de las tesis davisianas que es paralelo, en lo esencial, al enfrentamiento entre las posiciones idiográficas y nomotéticas(89). No es, desde luego, un azar que los dos mayores críticos de Davis fueran precisamente Siegfried Passarge y Alfred Hettner, dos geógrafos decididamente comprometidos con la defensa de la concepción historicista de la geografía. En todos los casos la teoría del ciclo de erosión fue impugnada por tratarse de una teoría deductiva y racional, demasiado esquemática y simplificadora, que no tenía en cuenta las características concretas y específicas de cada medio local y fue precisamente a través de estudios empíricos de carácter "regional" que se detectaron la existencia de numerosos rasgos que no encajaban en la teoría davisiana.

Desde 1904, en su trabajo sobre el desierto del Kalahari, Passarge consideró que la teoría del ciclo de erosión era válida para las regiones de clima "ordinario o normal", pero no para las de clima árido. También defendió la superioridad del método inductivo frente al deductivo o explicativo, y la necesidad de "estudiar cuidadosamente los hechos del paisaje visible antes de intentar explicarlo", insistiendo en que e! estudio del paisaje "debería comenzar con una descripción empírica de los hechos de observación, no influida por preconcepciones teoréticas o explicativas"(90).

Alfred Hettner, el geógrafo que había realizado una refundamentación de la geografía a partir de los principios neokantianos de Windelband, atacó también duramente la teoría de Davis desde los años 1910, Y luego con más fuerza en el decenio siguiente. Hettner arremetió de manera directa contra el ciclo de erosión de Davis por la forma teorética en que estaba expuesto, por su "inconsistencia y naturaleza esquemática", por su superficialidad. Consideraba que esta teoría "usualmente no está apoyada por los hechos", ya que "la mayor parte de las penillanuras se postu lan a partir de una escasa evidencia: y las planaciones que realrnente existen hoy pueden explicarse de forma diferente". Era necesario introducir gran número de precisiones y matices en la teoría, pero con ello "la idea de ciclo pierde su significado real". Para Hettner, "el enfoque puramente geométrico de Davis es inseparable de su fundamentación en los métodos deductivos". Por su parte, pensaba que media(lte la deducción se puede "determinar cuantitativamente el período durante el cual los procesos han operado, pero sólo la observación nos enseñará los diferentes tipos de procesos". Y en medio de sus consideraciones críticas no dejaba de deslizar esta interesante nota: "aunque Davis habla mucho de "vida", su enfoque carece de vitalidad"(91).

El distanciamiento respecto a las teorías de Davis alcanzó, incluso, a geógrafos físicos que habían acogido al principio favorablemente esas ideas. Es el caso de Albrecht Penck, que había aceptado la teoría del ciclo de erosión hacia 1905 y que, más tarde, se distanció crecientemente de ella, influido por las críticas de Passarge y de Hettner así como por las investigaciones de su propio hijo Walter en los Alpes y los Andes. Desde 1908 Penck situó lúcidamente lo que luego serían importantes diferencias entre él y Davis, afirmando que se trataba en realidad de un enfrentamiento entre los enfoques inductivo y deductivo(92).

Las oposiciones teóricas suponían también diferencias importantes en la interpretación de la evolución geomorfológica y de los procesos implicados. Frente a la teoría en cierta manera catastrofista de Davis, que iniciaba el comienzo del ciclo de erosión por un cambio repentino que daba lugar a la elevación de terreno y a ra modificación del nivel de base, Hettner pensaba que "los valles se forman y desarrollan progresiva y continuamente a través de diferentes estados de vida hasta que alcanzan un estadio final(93). Es la misma idea que también defendió Walter Penck, y con él su padre. Sus trabajos pusieron de manifiesto que levantamiento y erosión no estaban rígidamente separados, sino que eran procesos que se realizaban simultáneamente y en profunda interacción. Por otra parte, esos y otros estudios contribuyeron a demostrar asimismo que gran número de formas superficiales se desarrollaban de manera totalmente distinta a lo posturado por la teoría del ciclo de erosión. Fue a partir de todo ello que se fue definiendo el concepto de sistema de erosión o sistema morfogenético, que permitió la consideración simultánea de los complejos o combinaciones de factores climáticos y estructurales que dan lugar a la aparición de unas formas de relieve determinadas(94). Por último se planteó también el grave problema de la cronología. Alemanes y franceses reprocharon a Davis el carácter impreciso de la escala temporal que usaba. En lugar de ello, era necesario fijar con precisión la cronología real de las formas superficiales, y no simplemente interpretarlas sólo en términos de la fase de desarrollo en que se encontraban (juventud, madurez y vejez)(95).

Frente a las críticas que suscitaba su teoría. Davis reaccionó siempre de la misma forma: reafirmando los principios positivistas. Aunque en el ardor de la batalla, y ante la presión constante de los antiteoréticos, quizás suavizara algunas de sus posiciones iniciales, en el sentido de que ahora insistió repetidamente en que él nunca había rechazado el uso del método inductivo y de la observación(96).

Davis se defendió de las críticas afirmando que había real izado abundantes verificaciones de su teoría y que, de hecho "casi todas las deducciones del esquema cíclico han sido inductivamente comprobadas(97). También recordó que, tal como había escrito en alguna ocasión, concretamente en la edición alemana de sus trabajos (1912), "si las deducciones son correctas sólo pueden conocerse cuando sean confrontadas con los hechos".

Pero el ambiente intelectual en el campo de la geografía le era cada vez más hostil. Por ello se veía afectado inconscientemente por los ataques lo cual puede detectarse en la actitud defensiva que adoptaba en ocasiones. Así puede interpretarse la repetida observación que hizo por los años 1920 de que había diferencias entre la investigación y la presentación de la misma, y que en ocasiones él había usado el método inductivo, pero empleaba el deductivo "sólo como un recurso expositivo"(98), que en realidad, en último término, el razonamiento que le condujo a formular la teoría del ciclo de erosión se había iniciado de forma inductiva, después de haber observado una "penillanura" en Montana en 1883(99).

Davis insistió también en que su esquema del ciclo de erosión no era rígido, sino más bien "elástico", y que debía ser "continuamente modificado y adecuado a los hechos(100).

De todas formas, a pesar de estas concesiones --bastante atinadas, por cierto- nunca renegó de su método deductivo y explicativo. En 1923 reafirmaba que "a pesar de las muchas modificaciones, mejoras y extensiones que el esquema pueda recibir ahora o más tarde, hay que recordar que todas ellas están basadas sobre los principios básicos del esquema ya establecido"(101). También criticó el punto de vista de Passarge de que había que observar sobre todo, porque ello llevado al extremo significaría que habría que "esperar hasta que todo sea conocido antes de que algo pueda ser explicado"(102), y acusó a Hettner y Passarge de que, a pesar de sus ataques a los métodos deductivos, habían usa- do ampliamente de ellos, aunque generalmente de forma implícita e incorrecta(103). Y en una larga e interesante carta escrita a Albrecht Penck en 1921 defendió la validez de su método en términos casi popperianos. Ante la postura de Penck de que "la observación es el fundamento de la geografía", él considera que habría que añadir "y la inferencia es la superestructura", y pregunta: "¿Vamos realmente a decir sólo lo que vemos?". Escribe:

"Observar, sin duda, pero ¿por qué no pensar también?. Usted puede decir que la observación es segura y la inferencia peligrosa. Mi respuesta es que la observación sin inferencia es tosca (stupíd) (...) Según mi experiencia, el pensar es una inmensa ayuda a la investigación. Una cámara Kodak puede observar. Usted dice: lo que necesitamos no son tanto atrevidas generalizaciones y fecundas especulaciones, sino más bien una rica acumulación de observaciones. La verdadera forma que yo he encontrado para promover la observación, -aguda, fina y precisa observación- es precisamente pensando intensamente mientras se está observando intensament. Ninguno de estos dos procesos mentales debe ser suprimido, sino, por el contrario excitados; y ambos deben ser entrena- dos cuidadosamente. A todo lo ancho del Pacífico se han tratado de realizar observaciones sin pensamiento; y el resultado es una gran cantidad de datos defectuosos. Y gran cantidad de hechos no relacionados porque no han sido vistos. No me refiero aquí solamente a las narraciones de los marinos exploradores; sino a los informes de los viajeros científicos. Es un triste ejemplo de pobre observación. Y la pobreza de la observación se relaciona ampliamente con la pobreza de reflexión y especulación"(104).

Una geografía física historicista.- A pesar de la tenaz defensa davisiana y de los apoyos que recibió de sus más fervorosos partidarios(105), puede decirse que, de manera general, los enfoques explicativos y deductivos desaparecieron del campo de la geomorfología a partir de los años 1920 en Europa y de 1930 en Estados Unidos, dando paso a un   enfoque historicista y empírico basado en estudios concretos. El esquema del ciclo de erosión podía mantenerse en algunos casos como marco teórico de referencia -como ocurrió, por ejemplo en la geografía francesa, donde H. Baulig, que había pasado varios años en Estados Unidos fue siempre más o menos davisiano-, pero desde los años 1930-40 estaba ya totalmente desacreditado por su generalidad y simplicidad, y empezaba a ser sustituido por otras interpretaciones que daban cuenta de la complejidad de la evolución geomorfológica.

Dentro de la geografía física las posiciones hisroricistas no fueron exclusivas de la geomorfología. Muy probablemente todo el ancho campo de esta rama geográfica se vió influido por ellas. En climatología es posible que sea un reflejo de esta tendencia historicista que insiste en las situaciones concretas la actitud de los geógrafos que resaltan la importancia esencial del tiempo de un lugar y momento preciso, y que real izan lo que A. Meynier ha denominado "una climatología cada vez menos aritmética"(106). En ocasiones, parece como si los geógrafos que estudian el clima fueran incoscientemente influidos por los puntos de vista historicistas que destacan la necesidad del conocimiento empatético. Así hay que interpretar, seguramente, las palabras de A. Meynier en las que describiendo las tendencias dominantes entre los años 1905-1939 -en lo que acertadamente denomina "el tiempo de la intuición"- señala que el geógrafo en aquellos años:

"no puede aprehender plenamente el clima más que si se mete verdaderamente en la piel del campesino, si siente con él el papel útil o nefasto de un golpe de viento, de una sucesión demasiado rápida de tormentas, de un calor prematuro. Tiene que recurrir, pues, a la encuesta cualitativa, que es la única que puede sugerir la vida. El comentario de las cifras se completa con la descripción de las estaciones y de todo lo que aportan. Por ello se ven aparecer en la mayor parte de las tesis listas de proverbios locales, con frecuencia ingenuos y encantadores, pero sin que se haya realizado en cada caso la distinción entre los que son un resultado de observaciones reales y las aproximaciones exigidas por la rima"(107).

Muy posiblemente este enfoque historicista deja sentir también su influencia igualmente en fecha aún más tardía, en los años 1940 y 1950, cuando ya se intentaba una climatologla más exacta basada en las leyes de la mecánica de los fluidos y en la circulación general de la atmósfera. La insistencia en el carácter particular de cada región y de cada clima, derivada de la topografía, la situación, la exposición y otros factores; el interés por el clima local o regional y por la sucesión de situaciones dinámicas en las distintas situaciones; así como el interés por los complejos de situaciones, quizás sea algo a poner en la cuenta de ese ambiente historicista dominante en la geografía francesa hasta los años 1960. Y quizás haya que interpretar también de la misma manera el enfoque de los estudios de hidrología, con la aparición de "una hidrología erudita" (la expresión es otra vez de Meynier)(108), en la que se pone el énfasis en el estudio de ríos concretos con el presupuesto de que cada sistema fluvial representa una combinación, un complejo de factores físicos y humanos, y que da lugar a estudios "minuciosos y casi fraternales" (de nuevo Meynier) que culminan en los trabujos de Maurice Parné y de sus discípulos*.

La geomorfología teorética y la aparición de corrientes críticas

Cuantificación, teorias y sistemas.- El dominio de la geomorfología empirista y antipositivista, fue más o menos prolongado, segúrt los países. En la geomorfología francesa es posible que se haya prolongado hasta la década de 1960, tal como también ocurrió con las concepciones geográficas generales de carácter regional-historicista, que se mantuvieron incólumes en ese país hasta una fecha bastante tardía. En el mundo anglosajón desde los años 1940 empezaron a aparecer voces de descontento y se acusa una rápida evolución que dio lugar a la aparición de una "nueva geomorfología", coincidiendo con el desarrollo de la "nuevo geografía". Al igual que ésta, se trata de una tendencia que se define esencialmente por sus caracteres cuantitativos y teoréticos, y que se considera a sí misma como una auténtica "geomorfología científica", frente a la más cualitativa de la etapa anterior.

El cambio hacia esta nueva tendencia viene anunciado por los trabajos pioneros de ingenieros como E.W. Lane y R.E. Horton en los años 1930. En los años 40 el trabajo póstumo de Horton sobre Erosional development of streams and their drainage basins, (1945), y el de J.E. Mackin sobre Concept of the gradedriver (1948), así como, algo más tarde, el de A.N. Strahler sobre Equilibrium theory of slopes (1960) supusieron el inicio de una corriente cuantitativa que ponía énfasis en los procesos generales y en la medida sistemática de las formas superficiales simples y complejas. La búsqueda de una teoría de los sistemas geomorfológicos en equilibrio dinámico se convierte en una preocupación dominante. Es cierto que se reacciona también contra los esquemas davisianos, considerados como excesivamente cualitativos, pero se valoran de nuevo, en cambio, figuras de carácter claramente positivistas como G.C. Gilbert. Siguiéndolo a él se insiste ahora en los estudios a microescala(109), al mismo tiempo que en la sociología norteamericana aparecía también un énfasis en la microsociología. Pero las relaciones con otros desarrollos no terminan aquí, y se detectan en cuanto se leen textos teóricos o históricos sobre la geomorfología contemporánea. Así para R.J. Chorley, lo que emergió en los años 1950 en geomorfología fue "una ciencia funcional clásica, con sus formas superficiales a mesoescala como objeto de estudio(110). Es entonces cuando se desarrolló lo que Chorley ha denominado una "geomorfología funcional ", cuya base descansa en la tesis del positivismo lógico de que los fenómenos del mundo real pueden ser \explicados presentándolos como ejemplos de regularidades repetidas y predecibles, en las que se puede aceptar la interrelación entre forma y función. Una teoría de este tipo deriva del punto de vista de que la ciencia está empíricamente basada, racional, objetiva y dirigida a facilitar explicaciones y predicciones sobre la base de las relaciones regulares observadas"(111).

También entonces adquieren importancia las técnicas de correlación estadística, "derivadas -señala significativamente Chorley- como necesidad lógica, contrariamente a las creencias generalizadas, de las bases 'teóricas del funcionalismo, y no viceversa"(112). Todo  ello va unido, lógicamente, a una exaltación y magnificación de la estadística, del uso del ordenador, y a la búsqueda de nuevas técnicas de análisis matemático y geométrico. Al igual que ocurrió en los estudios de geografía humana cuantitativa. aparece ahora un marcado interés por las geometrías superficiales, el cual llega a ser, incluso, más intenso que el interés por los procesos que las generan: "el énfasis se pone en la geometría misma -escribió Strahler- más que en los procesos dinámicos de erosión y transporte que modelan las formas"(113). Las investigaciones de stream networks adquirieron gran importancia, paralelamente al desarrollo también en geografía humana, hacia mediados de 1960, de los análisis de mallas basados en la topología. A través de las correlaciones y del uso de técnicas cada vez más complejas y refinadas se intentaban descubrir las regularidades de las formas y de los procesos.

La preocupación por el desarrollo de una teoría formalizada aparece en esta nueva geomorfología casi al mismo tiempo que en la "nueva geografía". Prácticamente a la vez se publicaron dos libros bien significativos de la nueva actitud, y de título casi idéntico: la Theoretical Geomorphology de A.E. Sheidegger (1a. ed.. 1961), que constituye un importante hito en el triunfo de la geomorfología cuantitativa; y la Theoretical Geography de W. Bunge, que desempeña el mismo papel en el desarrollo de la nueva geografía neopositivista.

Se intenta también, al mismo tiempo, tanto en la rama física como en la humana, desarrollar teorías deductivas y altamente formalizadas. Esto se observa claramente en los estudios sobre vertientes. Los procesos y los tipos de evolución de vertientes habían dado lugar a una gran controversia, en la que se enfrentaban, en esencia, dos posiciones contrapuestas: la teoría uniformista del retroceso de las pendientes por desgaste regresivo (backwearing), sostenida desde 1924 por W. Penck y luego por K. Bryan (en 1940), L.C. Iing (en 1953) y W. F. Tanner (en 1956); y la teoría del retroceso de las vertientes por desgaste de arriba hacia abajo (downwearing) sostenida por W.M. Davis (en 1909r y, más recientemente, por R.E. Horton (en 1945) y A.N. Strahler (en 1950) y Max Derruau. Existen también posiciones intermedias, en el sentido de que las pendientes' se desarrollarían "hacia atrás" hasta una cierta fase y luego "hacia abajo"; y algunos por último, sostuvieron que no existía una regla general(114). Ante un problema como este había dos caminos. Uno, el de la realización de nuevos trabajos empíricos(115), Otro, el de la reflexión teórica y la elaboración de un modelo abstracto, típico de la geomorfología teorética y cuantitativa. Es el camino seguido por Frank Ahnert, por ejemplo. Aceptando el carácter poligénico de la mayor parte de las vertientes, considera que debido a esa complejidad resulta muy difícil de determinar el efecto de los procesos individuales mediante las solas investigaciones empíricas. Frente a esas limitaciones, piensa que "el aislamiento de un proceso específico y de sus efectos moforlógicos particulares es posible a través de una abstracción teorética por medio de modelos cuantitativos", y tras discutir las relaciones entre los procesos de denudación y la configuración de los perfiles se atreve a proponer un modelo de simulación del desarrollo poligénico de las vertientes(116).

Esta actitud es muy característica de la geomorfología cuantitativa, que, en general, ha tendido a plantear los problemas del desarrollo de las vertientes de forma teórica y poniendo el énfasis en la geometría de las formas. La investigación de redes topológicas aleatorias para analizar los cursos fluviales y la producción teórica de jerarquías hexagonales de cuencas sería un ejemplo de ello(117). Aunque en ocasiones el enfoque deductivo no sea posible, no por ello se deja de poner énfasis en la aspiración a formalizar, siempre presente. Se realiza asimismo un esfuerzo por relacionar más intimamente la geomorfología con otras ciencias que se consideran básicas o más desarrolladas, como la física y la química, y se hace amplio uso de teorías basadas en leyes de estas ciencias y en particular en las leyes de la mecánica de los fluidos(118). Se tratan de establecer las leyes de los procesos geomorfológicos, y se centra la atención en los procesos glaciológicos, el modelado de vertientes y los procesos fluviales.

La utilización de modelos se hace ahora general. Naturalmente, se llega también a la elaboración de modelos predictivos, a pesar de que se reconocen las dificultades que derivan de la complejidad de las interrelaciones entre los factores que intervienen en los procesos(119). La actitud más característica ahora queda reflejada en las palabras escritas por Charles F. Rosenfeld, en un trabajo en el que presenta un modelo de simulación para la predicción de los deslizamientos del terreno:

"Es común en las ciencias geofísicas el describir la naturaleza mediante modelos matemáticos y físicos idealizados. Los factores importantes de una situación particular son aislados para su estudio, y se excluyen del análisis los fenómenos asociados que hacen imposible describir las relaciones matemáticamente, Los modelos de simulación sirven a tres objetivos fundamentales: 1) desarrollan una comprensión cualitativa y una apreciación de los mecanismos físicos; 2) pueden probados experimentalmente, de manera que la consistencia de sus resultados con los datos del "mundo real" de mayor confianza en el modelo y en las técnicas de medida; y 3) pueden usarse para predecir el comportamiento de las variables"(120).

Al igual que se hacía también contemporáneamente en la geografía humana cuantitativa, los resultados de la discusión teórica que están en la base de la simulación realizada se contrastan luego con la realidad, para determinar su grado de correspondencia, lo que permite realizar refinamientos y ajustes a la teoría. Lógicamente, se insiste también en que el modelo no debe ser aplicado fuera del contexto preciso con referencia al cual se ha realizado, ya que "un modelo físico no es una ley de la naturaleza"(121).

Desde los años 1960 hay un esfuerzo decidido por situar las investigaciones geomorfológicas en el marco de la teoría general de los sistemas. Las cuencas de avenamiento fluvial se consideraron como sistemas abiertos que tienen a alcanzar un estado de equilibrio, que importan y exportan materia y energía a través de los límites del sistema, y que sólo mantiene su actividad mediante la utilización de energía(122). En esta dirección -y aparte de otros precedentes que podrían citarse a partir de Mackin (1948), Strahler (1950) o Melton (1958)- son importantes los trabajos de R.J. Chorley y de B.A. Kennedy (1971). Los intentos para simular el funcionamiento de los sistemas de erosión se relacionan con su interés más o menos explícito por la predicción y por el cambio dinámico de los sistemas(123).

Las vacilaciones teóricas.- Una fase más avanzada del desarrollo de la nueva geomorfología podría venir representada por lo que Richard J. Chorley ha denominado la fase "realista", que considera como "una extensión filosófica del enfoque funcional, aceptando muchos de los principios de este último". Según Chorley la geomorfología realista, se basa en el punto de vista de que la explicación supone algo más que la predicción basada en regularidades observadas. Intenta penetrar "detrás" de las apariencias externas de los fenómenos hasta la esencia de los mecanismos que requieren aquellos como resultado de cadenas de conexión causal. El realista se interesa en la identificación e investigación de mecanismos causales detallados y de las estructuras subyacentes de las cuales las formas externas son artefactos"(124).

Para Chorley se trataría de una vieja tendencia más o menos apuntada en la geomorfología de los últimos 200 años, aunque solo recientemente ha adquirido importancia y puede provocar profundos efectos en la disciplina. Para P.M. Mather la aparición de este nuevo enfoque significa que las dificultades experimentadas por los geomorfólogos de la tendencia funcional y estadística, "ha alejado las orientaciones filosóficas de los investigadores desde los métodos empíricos hacia un enfoque más deductivo que supone especificar las relaciones derivadas en la teoría física y luego deducir las consecuencias observables de esas relaciones(125).

La identificación de esta nueva tendencia, que no deja de suscitar desacuerdos y problemas de interpretación, representa, en cualquier caso, la aparición de una actitud crítica ante los enfoques "funcionales" que insistían, sobre todo, en la regularidad de las formas, aceptando implícitamente que éstas eran un resultado de la regularidad de los procesos. El reconocimiento de que formas similares pueden ser producidas por procesos diferentes ha obligado a dirigir la atención hacia éstos, y ha generado una tendencia a plantear los problemas cada vez con mayor detalle y profundidad, incluyendo las investigaciones bioquímicas y químico-físicas(126). Aunque Chorley habla de una "parálisis de la teoría", algunas de las técnicas asociadas con esta tendencia -lo que P.M. Mather ha llamado "métodos analíticos"(127)- parece que tienden más bien a facilitar precisamente la aparición de nuevas teorías; en este sentido hay que interpretar, seguramente, el interés por la elaboración de modelos abstractos y puramente deductivos en los que se valora esencialmente la coherencia interna, dejándose para más adelante la comprobación empírica de su validez(128).

El sentido exacto de la evolución más reciente de la geomorfología está dando lugar a encontradas interpretaciones. Para algunos, el paso desde una geomorfología "funcional" a otra "realista" significa simplemente el tránsito desde posiciones ligadas al positivismo lógico a otras ligadas al realismo crítico popperiano. Las primeras supondrían la utilización de métodos inductivos y las segundas, en cambio, serían decididamente deductivas(129). Otros, sin embargo, piensan que pese a las declaraciones explícitas sobre el empleo de una metodología inductiva, muchos autores cuantitativos han sido en realidad deductivos(130). En general, se insiste hoy en criticar la escasa atención dedicada tradicionalmente a la teoría en geomorfología y el excesivo énfasis que se ha puesto hasta ahora en el análisis de los datos; a veces esta crítica se hace desde posiciones que se declaran próximas al racionalismo crítico de Popper(131). Pero, en ocasiones. se tiene la impresión de que las apelaciones a esta filosofía del realismo crítico suponen, esencialmente, un intento de distanciarse del positivismo lógico como filosofía pretendidamente objetiva y libre de valores(132)  desde una posición en la que se valora sobre .todo el que sea "crítica"(133). En cualquier caso, las confusiones y contradicciones deben de ser muy grandes, Eso explica que un par de geomorfólogos acaben de dedicar un artículo a señalar el contrasentido que supone invocar como fundamento de la investigación geomorfológica la filosofía del racionalismo crítico de Popper y usar al mismo tiempo métodos inductivos(134).

Resulta tentador poner en relación la aparición de este movimiento "crítico" que parece apuntar hoy en geomorfología, con el desarrollo de una corriente crítica y radical en el campo de la geografía humana. Sin duda la propuesta es arriesgada, aunque no dejan de existir algunos puntos de coincidencia.

En primer lugar se observa una actitud muy crítica ante investigaciones que hace pocos años eran valoradas como muy innovadoras, y valiosas, como por ejemplo las investigaciooes de carácter geométrio sobre redes de avenamiento(135), También parece existir una tendencia a señalar que los modelos cuantitativos, en particular de carácter "funcionalista", simplifican excesivamente la realidad y no tienen en cuenta todas las fuerzas realmente en acción en los procesos geomorfológicos; la inclinación hacia las investigaciones bioquímicas sería un reflejo de esta preocupación por "penetrar más" en la complejidad de la realidad.

Se difunde también una clara conciencia de la necesidad de incorporar consideraciones éticas y sociales en el trabajo del geomorfólogo. Chorley ha escrito que la geomorfología está cada vez más afectada por el problema de "sus relaciones con las aspiraciones y el bienestar humano"(136), Las declaraciones en este sentido se multiplican. El mismo Chorley ha destacado el creciente abismo que existe entre las bases teóricas de los métodos del positivismo lógico y "las exigidas por las teorías doctrinarias utilitarias y sociales"(137). Se insiste en plantear el tema de la significación social de las investigaciones(138). Se pone énfasis en la necesidad del trabajo interdisciplinario, en el que se tengan ampliamente en cuenta la relación entre los procesos geomorfológicos y las actividades humanas(139). El descubrimiento que muchos geomorfólogos están haciendo de los temas de percepción del medio natural por los grupos humanos y de los comportamientos en relación con dichas imágenes subjetivas es otra significativa tendencia.

Todo ello va unido a una actitud abierta que rechaza las vías exclusivas de aproximación a la problemática geomorfológica y valora en cambio la diversidad y el pluralismo del enfoque(140) y a una inquietud or los problemas teóricos y de fundamentación epistemológica. Seguramente no por casualicad se o en ahora voces Ge plantean la necesidad de reexaminar los principios básicos de la misma geomorfología(141). Por si fuera poco, a todo ello se unen repentinas inquietudes por el futuro institucional de esta rama de la geografía. Parece haber acabado el período en que los geomorfólogos daban muestras de una arrogante seguridad en su trabajo y empiezan a ver con inquietud el futuro(142). Todo ello es, sin duda, todavía insuficiente para hablar de una "geomorfología crítica", pero convierte en sumamente sugestivo el análisis de la evolución más reciente y de las tendencias futuras de esa rama de la geografía. En cualquier caso, los paralelismos con el desarrollo de la geografía humana resultan sorprendentes. Esperemos que el desarrollo de la reflexión epistemológica entre los geomorfólogos -un campo hasta ahora poco cultivado por ellos- nos proporcione en el futuro interpretaciones convincentes sobre dicha evolución.
 

IV. lOS PROBLEMAS DEL ENFOQUE PENDULAR

La evolución del pensamiento geográfico a partir de siglo XVIII puede entenderse en términos de una oposición recurrente entre actitudes, "positivistas" e "historicistas", que -aunque seguramente han estado siempre presentes- han ido predominando de forma sucesiva. Se trata muy probablemente de dos enfoques irreductibles pero, a la vez, complementarios. Tal como ha escrito Ernst Cassirer, con referencia a lo que él llama los dos ideales del conocimiento, "si bien las dos posiciones se excluyen entre sí en cuanto dogmas, consideradas como principios y orientaciones del conocimiento no sólo pueden coexistir, sino que se complementan mutuamente"(143). la historia de la geografía podría mostrar la validez de la tesis cassireriana. Da la impresión, efectivamente, de que cuando, después de un período de predominio de uno de los enfoques, se han agotado todas las posibilidades que ofrecen su aplicación, se vuelve hacia el enfoque contrario y complementario, que permite aproximarse de una forma distinta a la realidad descubriendo facetas que quedaban veladas con aquel.

Reconocer la validez de la oposición "positivismo", "historicismo" no significa, sin embargo, desconocer los problemas que plantea. A algunos de ellos dedicaremos ahora atención, esperando que la discusión interdisciplinaria permita avanzar en su comprensión.
 

Unas dicotomías simplificadoras

Los problemas surgen con la misma caracterización de los dos miembros de la oposición. Revisando la bibliografía existente se pueden comprobar que no es fácil conseguir un acuerdo unánime en cuanto a los rasgos retenidos como fundamentales para cada uno de los enfoques. Es evidente que ni el positivismo del siglo XIX es idéntico al neopositivismo del Círculo de Viena o al racionalismo crítico popperiano -que a los efectos que aquí nos interesan, pueden considerarse ligados-, ni el historicismo romántico es igual al diltheiano o a la Teoría crítica de la Escuela de Franckfurt. Ello plantea problemas de selección, y explica también las divergencias interpretativas que existen. Aludiré a algunas de las que se derivan de las discusiones geográficas realizadas sobre estos temas.

Para empezar, no está clara la forma como se relaciona la oposición "positivismo"- "historicismo" con otra gran contraposición que aparece también recurrentemente en la historia de la filosofía, la del empirismo-idealismo. Si el "positivismo" es generalmente empirista, la posible relación entre "historicismo" e idealismo suscita muchas más dudas.

El problema tiene interés en relación con otra oposición que puede realizarse, la de métodos inductivos y deductivos. Son muchas las declaraciones que existen en el Positivismo del siglo XIX sobre la utilización del método que hoy llamamos inductivo, que par- te de la observación y procede por comparación y clasificación hacia generalizaciones sucesivas. Pero, al mismo tiempo, en la obra de los positivistas decimonónicos hay siempre una valoración de la teoría, y un rechazo de lo que consideran el empirismo burdo. Parece claro que tanto en Auguste Comte como en Claude Bernard existe una valoración de la teoría previa,(144)  lo que podría considerarse, al menos desde la perspectiva actual, como una negación del inductivismo estricto. En este sentido, el positivismo del siglo XIX enlazaría fácilmente con las pretensiones deductivistas del racionalismocrítico popperia- no. Eso expl ica que en alguna caracterización de las posiciones "positivistas" se considere como un rasgo esencial en ellas la utilización de métodos hipotético-deductivos(145). Por su parte, en los autores historicistas hay, normalmente, un rechazo de las teorías previas y una valoración del método inductivo(146). A partir de aquí, sería tentador realizar una identificación entre tradiciones "positivistas", racionalistas y métodos deductivos, por un lado; y tradiciones historicistas-métodos inductivos, por otro. Sin embargo, la asociación habitual entre el Positivismo del siglo XIX y los métodos inductivos lo impide. Esta es la razón de que en el cuadro I se haya preferido reflejar la oposición dicotómica entre "importancia de la teoría" y "métodos inductivos sin teorías previas" para caracterizar respectivamente a las tradiciones "positivistas" e "historicistas".

Otro problema es el de la continuidad, a través de la historia reciente de la geografía, de ciertas ideas que pueden aparecer ligadas, a la vez, a posiciones positivistas e historicistas. Una de ellas es la de totalidad. Se trata de una idea que es citada, según los autores,  como característica de las posiciones "positivistas" o "historicistas", pero que, en realidad, aparece destacada en todas ellas. Desde posiciones naturalistas la idea de' total i, dad orgánica o de totalidad sistémica está asociada respectivamente al Positivismo decimonónico y al Neopositivismo de los años 1950. Por otra parte, desde posiciones historicistas el Todo romántico y la totalidad idiográfica de cada estructura individual son también exaltados como algo esencial en la obra de Ritter y Humboldt y en las tendencias regionales francesas y alemanas del primer tercio del siglo XX. En todos los casos se pone al acento en la interrelación, en la existencia de partes asociadas e interdependientes, en el Todo como unidad situada por encima de las partes. A veces se utiliza como una idea unificadora, como una especie de metateoría general totalizadora. Sería interesante ver si existen realmente diferencias en la forma de usar este concepto desde unas y otras posiciones.
 

"Positivismo"-"historicismo" como tipos ideales

Puede pensarse que con la contraposición positivismo-historicismo se está exagerando la oposición dicotómica y cayendo en un reduccionismo clasificatorio(147). Seguramente hay razones que apoyan esta crítica. Aún así, pienso que la contraposición es muy útil como marco de referencia para entender la evolución del pensamiento científico en las ciencias sociales y -como he intentado mostrar- también en algunas de las naturales.

Seguramente sería útil considerar la oposición de estos dos enfoques en su forma esquemática y simplificada, como especie de tipos ideales weberianos(148). Se trata, en efecto, de simplificaciones que caricaturizan y exageran deliberadamente los rasgos básicos, con el fin de obtener un punto de referencia que permita el análisis de la realidad concreta, en este caso el pensamiento geográfico en su evolución. Partiendo de la caracterización del positivista-tipo(149)  y del historicista-tipo, podría intentarse detectar las desviaciones que en cada momento concreto se van produciendo respecto a estos tipos ideales.

La consideración de estas posiciones como tipos ideales permite, seguramente, resolver ciertos problemas. Desde luego, si el positivismo y el historicismo se excluyen, también deben hacerlo cada una de sus características. Lo cual, como ha señalado J.R. Alvarez, no siempre ocurre, ya que "el monismo excluye el dualismo (...) pero no la autonomía gnoseológica de una ciencia respecto a la otra"; es decir, que "se puede ser monista en ontología y antireduccionista en gnoseología", y asimismo "es posible ser pluralista en ontología y metodológicamente defensor de una ciencia nomotética"(150). Sin duda podrían añadirse otros muchos ejemplos de estas contradicciones, las cuales, por cierto, convendría situar históricamente. Pero el análisis de ellas con referencia a estos tipos ideales previamente definidos creo que permite entender de una forma matizada la historia del pensamiento científico, en una aproximación que parte de simplificaciones ideales y avanza luego hacia el conocimiento de cada realidad histórica concreta. Teniendo desde el principio bien claro que la oscilación pendular entre estas dos posiciones no supone nunca una vuelta al punto de partida, y que quizás constituye más bien un movimiento en espiral en el que los sucesivos movimientos van dando lugar a un enrique- cimiento progresivo de la reflexión intelectual(151).
 

Los desfases en la cronología

Las actitudes "historicistas" y "positivistas" han predominado alternativamente en geografía desde el siglo XIX. Su triunfo, sin embargo, no se ha realizado al mismo tiempo de una forma general, sino que, por el contrario, han podido existir desfases cronológicos importantes en las diversas tradiciones geográficas y en los distintos países.

Páginas atrás he aludido a algunos de estos desfases en la generalización de las posiciones historicistas a principios del siglo XX. Así, por ejemplo, mientras todavía triunfaba la geomorfología davisiana, de carácter positivista, la geografía humana se había orientado ya de forma decidida por la vía del historicismo. De manera semejante hay que interpretar, quizás, la pervivencia de planteamientos positivistas en la ciencia socia! norteamericana a través de la escuela de ecología humana de Chicago: esta rama de la sociología trató, precisamente, de diferenciarse de la geografía humana reforzando los aspectos nomotéticos, a la vez que desarrollaba un cuerpo teórico de raíz claramente organicista y evolucionista(152). Un estudio más detallado permitiría añadir otros muchos ejemplos.

Existen desfases importantes en la difusión y triunfo de las dos corrientes. La figura 4 intenta reflejar este hecho resaltando, en una primera aproximación, el mayor desarrollo de la geografía historicista en Alemania y Francia que en Estados Unidos. En el pensamiento geográfico de este país parece haber existido una potente tradición positivista, que se apoyaría, en parte, en la obra de Davis, y que explica la pervivencia de planteamientos tardíamente deterministas en la obra de Semple o de Huntington -este último, por cierto, discípulo de Davis-. Podría formularse la hipótesis de que esta influyente tradición positivista facilitó la llegada y el desarrollo de la geografía cuantitativa neopositivista en Estados Unidos, más tempranamente que en otros países.

El mismo ejemplo de Estados Unidos muestra, sin embargo, que la evolución es, en realidad, mucho más compleja. Al mismo tiempo que se mantenía una poderosa corriente positivista se desarrollaba en ese país otra de carácter marcadamente historicista. Me refiero al pragmatismo de William James, tan influyente en la vida intelectual norteamericana.

Durante sus estudios en Europa James fue influido decisivamente por Ch. Renouvier, uno de los neocriticistas franceses que más temprana y decididamente propugnaron el retorno a Kant en la segunda mitad del siglo XIX. En la filosofía francesa. Renouvier está en el origen de una línea de reflexión que fue seguida por Ravaisson y por Emile Boutroux, y que influyó, a su vez, en Vidal de La Blache. Además de estas influencias, James reconoció también la proximidad de su pensamiento al de Bergson. Puede plantearse, por ello, el problema de hasta qué punto la filosofía de James, marcadamente sesgada hacia el espiritualismo, y la corriente pragmática en general, han influido en la geografía norteamericana de los años 1910-1930, estimulando la evolución hacia posiciones primero moderadamente antipositivistas y luego claramente historicistas.
 
 

Figura 4
Positivismo e historicismo en varias escuelas nacionales

Algunas ideas de William James pudieron influir directamente en la geografía norteamericana. Por ejemplo, la importancia que concede al libre albedr(o que procede, al parecer, directamente de Renouvier(153)  y su oposición al determinismo. También su empirismo radical, que destaca las "relaciones" y la articulación y las eleva al mismo rango que las entidades. Conviene recordar que tanto el libre albedrío como la idea de "relación" eran elevados, al mismo tiempo, por los geógrafos regionales franceses que defendían, por ejemplo, la unidad de la región en base a estas articulaciones entre fenómenos físicos y humanos, En W. James el hombre está siempre presente y es el punto de partida: "nuestros pensamientos determinan nuestros actos y nuestros actos determinan la naturaleza previa del mundo"(154).

Pues bien, sin duda, la visión de William James de universo pluralista en el que es posible la indeterminación, el acaso y la libertad servía muy bien a los geógrafos norteamericanos que trataban de establecer las bases de una geografía posibilista frente al crudo determinismo positivista de Semple o Huntington. Ello explica su utilización por R. Hartshorne (1939) y por Robert S. Platt(155). Seguramente tiene que ver también con la influencia de la corriente filosófica del pragmatismo la gran difusión de los estudios de "casos" en la geografía norteamericana(156). En cualquier caso, esta reacción antipositivista -que a través de James y Peirce se difundía desde la prestigiosa Universidad de Harvard- facilitó el triunfo en Estados Unidos, ya desde los años 1920, de una geografía historicista que tan brillantemente se desarrolló, y de forma bien neta y explícita, en la obra de Carl O. Sauer y de todos sus discípulos californianos(157).

El ejemplo de Estados Unidos muestra la necesidad de analizar en detalle el marco filosófico en que se realiza el trabajo de los geógrafos y de tener en cuenta, a la vez, la complejidad y riqueza de la evolución. Por ello, el esquema de la figura 4 debería ser modificado para dar una idea de esa evolución más compleja que se produjo en la realidad, y de la coexistencia en Estados Unidos a partir de los años 1925 de una geografía historicista en franco desarrollo, junto a una geografía determinista y positivista en retroceso.

Puede suponerse que la evolución a escala nacional se ha producido, más o menos, de la forma que intenta reflejar la figura 5. En ella se presenta la difusión del positivismo e historicismo en tres países diferentes, representando en el eje vertical la cronología yen horizontal el número de miembros de la comunidad científica de geógrafos que han adoptado una u otra posición en cada momento dado.
 
 

Figura 5
Esquema ideal de difusión del "positivismo" e "historicismo" en tres 
comunidades científicas
1, historicismo; 2, positivismo

En la ciencia geográfica del país A ha podido iniciar el cambio desde posiciones románticas hacia otras de carácter positivista, que ya se extienden ampliamente. Podría suponerse que los miembros más jóvenes de la comunidad han adoptado estas posiciones mientras que los mayores mantienen todavía las viejas ideas. En el mismo momento, en el país B el proceso de cambio no ha hecho más que iniciarse, y en el país C las posiciones románticas dominan -y dominarán todavía durante bastante tiempo- de forma amplia.

En t1 es, en cambio, el país B el que toma la iniciativa en la evolución desde posiciones predominantemente historicistas a otras de carácter positivistas, mientras que en el país A esas mismas posiciones son mantenidas sólo de forma excepcional, y en el C no han llegado todavía ni siquiera los ecos del cambio.

En t4 se está produciendo un nuevo desplazamiento hacia posiciones historicistas, que es ya bastante amplio en el país A y en el B. En uno y otro la comunidad científica está escindica, y mientras una mitad adopta nuevamente actitudes historicistas, la otra continúa realizando una ciencia positivista. En el país C, sin embargo, los dos cambios de carácter pendular que en A y en B se han producido distanciadamente, se producen ahora de forma simultánea. Las actitudes positivistas son minoritarias y, por el contrario, el movimiento historicista tradicionalmente dominante se ve reforzado ahora por la aparición de corriente neohistoricista de carácter crítico y radical. La situación es aquí particularmente compleja, y por ello mismo especialmente interesante y digna de estudio. Los tres esquemas son puramente ideales y no corresponden a la situación concreta de ningún país. Se usan únicamente a título de ilustración. Pero es posible que la evolución del pensamiento geográfico en un país como Alemania se aproxime a la del país A. la de Estados Unidos a la del país B, y la de España a la del país C. Sólo una investigación de carácter sociológico y bibliométrico permitirá realizar esquemas más detallados y aproximados a lo que ha sido la evolución histórica real.
 

La complejidad de la evolución personal

La aplicación del esquema que proponemos presenta todavía otra dificultad, la de encajar en él la evolución personal de los científicos concretos, y en particular de aquellos más brillantes e intelectualmente productivos.

En efecto, es posible, sin duda, citar obras singulares que poseen plenamento todos o la mayor parte de los caracteres típicos retenidos como esenciales en cada una de las dos posiciones contrapuesta, "positivismo" e "historicismo". Los trabajos en los que Ratzel desarrolla su concepción orgánica o biogeográfica y los dedicados al espacio vital, pueden ser representativos de una actitud positivista, de la misma forma que las ,esis regionales de la escuela francesa o los trabajos de Sauer lo son de la historicista. En lo que se refiere a la evolución más reciente, trabajos como el de Fred K. Schaefer, el libro de William Bunge Thearetical Geography (1962) o el de Davis Harvey Explanatian in Geograpy (1969), son bien representativos de la geografía cuantitativa neopositivista, de la misma manera que los artículos recientemente publicados por los geógrafos humanistas lo son de la neohistoricista.

También es posible, seguramente, citar autores que realizan toda o la mayor parte de su producción dentro de planteamientos historicistas o positivistas. Es posible que el caso de Ritter, el de Le Play, el de Demangeon, el de Sauer o el de Shaeffer, puedan ser citados como ejemplos de autores que mantienen durante toda su vida un mismo planteamiento.

Pero no cabe duda que a lo largo de su vida muchos científicos reciben influencias diversas y pueden experimentar una evolución intelectual más o menos marcada. En relació a problemas científicos concretos, se definen estrategias apropiadas y cambiantes de investigación, y ello puede suponer la adopción consciente e inconsciente de aproximaciones eclécticas, que tratan de situarse a medio camino entre los planteamientos positivistas e h istoricistas.

La existencia de una evolución intelectual es indiscutible en las grandes figuras de la ciencia, sobre todo si -como ocurre con frecuencia en el caso de los geógrafos- han gozado de una larga y fecunda vida intelectual. Con mucha frecuencia estos científicos han estimulado el cambio y la innovación científica e intelectual, y ellos mismos han adoptado personalmente la misma actitud que favorecían en sus discípulos. Ello obliga a plantear el problema de la evolución de cada científico y de los posibles desplazamientos que se han podido dar desde una o otra posición a nivel individual.

Hay casos en los que esta evolución es basante clara. Por ejemplo en Vidal de La Blache. Formado en la Facultad de Letras de, París en los años 1860, recibió, seguramente, una formación histórica en la que, estaban presentes las influencias filosóficas de Víctor Coussin o de Renouvier. Quizás conoció también a Cournot. Pero lo más probable es que su formación básica esté influida por los planteamientos espiritualistas y antipositivistas que eran apoya.dos gubernamental mente durante el II Imperio. Tras su conversión a la geografía. Vidal utilizó ampliamente las ideas de Ritter, el geógrafo que habla planteado el problema de la relación entre geografía e historia, y que él, por consiguiente, podía valorar bien debido a su formación de historiador. Más tarde, en su deseo de de comple- mentar la formación geográfica se volvió hacia la geografía alemana, y recibió el influjo de Peschel, de Richthofen, de Ratzel y de todos los grandes geógrafos positivistas alemanes de los años 1870 a 1880. En 1877, sin embargo, se trasladó desde Nancy a la Ecole Normale Superieure de París, donde experimentó el influjo del filósofo Emile Boutroux, colega suyo en aquel centro docente. Eso le permitió desarrollar una concepción marcada- mente espiritualista, contingentista y posibilista, claramente ligada a posiciones historicistas. Esta fue la concepción de su período de madurez intelectual, la que él transmitió a la escuela francesa de geografía(158). Si nos referimos a ese período de su vida no cabe duda de que Vidal, el defensor del posibilismo, puede ser considerado como claramente historicista. Pero si tenemos en cuenta su evolución intelectual, comprendemos que en su pensamiento existan contradicciones, y que se haya podido encontrar en sus textos párrafos claramente deterministas.

Un caso semejante es seguramente el de Elisee Reclus. Su vida fue muy laa y su formión estuvo influida por la geografía ritteriana. No es extraño por ello encontrar en él planteamientos claramente románticos, y que su obra haya sido interpretada como tal(159). Pero la obra de madurez de Reclus se realizó en pleno ambiente positivista, está claramente influida por el evolucionismo y el positivismo(160).

En esta misma ponencia he aludido al hecho de que posiblemente Davis, aún manteniendo durante toda su vida planteamientos positivistas, quizás se viera afectado por las críticas que se le hacían desde la perspectiva de una geomorfología historicista. Pero podría plantearse, también, el problema de cual ha sido la evolución de figuras como Ratzel. Parece difícil aceptar que un gran científico como Ratzel no se haya visto afectado al final de su vida por el ambiente claramente historicista que iba dominando en la filosofía alemana. La historia del pensamiento geográfico necesita disponer del análisis de estas posibles evoluciones o cambios de inflexión del pensamiento de los grandes maestros, para poder comprender su pensamiento en toda su riqueza y complejidad.

En algunos casos la evolución es evidente y visible. Se trata de científicos que han asistido durante su vida a dos cambios sucesivos y próximos de la concepción dominante. Pueden haberse producido entonces conversiones espectaculares y públicas desde unas a otras posiciones. La geografía contemporánea conoce varios casos de estos con desplazamientos rápidos desde posiciones positivistas a otras historicistas y decididamente anti-positivistas. Los más conocidos son, sin duda, los de William Bunge y David Harvey (véase la figura 3), que en el plazo de muy pocos años han escrito obras que pueden insertarse netamente en las dos posiciones opuestas.

Quizás no sería difícil elaborar, a partir del análisis de unos casos concretos particularmente significativos, un modelo de la evolución personal de científicos situados en momentos diferentes. En especial las influencias recibidas en el momento de su socialización como científicos son particularmente dignas de ser estudiadas, ya que pueden proporcionar el talante básico que perdurará durante toda la evolución posterior. Las formas de incorporación de actitudes opuestas y en principio irreductibles merecen ser estudiadas en detalle(161). La reconstrucción de las biografías intelectuales de los científicos presentan así, en el marco de la problemática que aquí exponemos, un indudable interés(162).
 

Notas

* Este trabajo constituye la ponencia del autor al I Congreso de Teoría y Metodologia de las Ciencias, celebrado en Oviedo entre el 12 y el 16 de abril de 1982. Las Actas de dicho Congreso han sido publicadas por' la Sociedad Asturiana de Filosofia (Apartado 952, OVIEDO) y la Fundación Principe de Asturias. En dicha publicación puede encontrarse la transcripción de las discusiones que se realizaron tras la lectura de esta ponencia.

1 Véase URTEAGA, 1980. 2 CAPEL,1982.

2. CAPEL, 1982

3 STTODDART,1975.

4 Véase sobre ello CAPEL, 1977 y 1981.

5 Véase como ejemplo de estas oposiciones STTODDART, 1981.

6 Véase sobre ello CAPEL, 1977 y 1981.

7 Todavía en 1925 el geógrafo norteamericano C.O. Sauer reconocía que las opiniones sobre la definición de esta ciencia eran diversas y que "la etiqueta geografía no es una indicación segura de la materia contenida en ella". Y anad ía: "En tanto que los geógrafos estén en desacuerdo sobre su materia, será necesario buscar, mediante una repetida definición, unos fundamentos comunes sobre los cuales se pueda establecer una posición general" (SAUER, 1925; ed. 1965, pág. 315).

8 Sea.quien sea el primero que lanzó esta frase, lo cierto es que por los años 1950 era ya ampliamente conocida, como demuestran las alusiones críticas que se hacían a esta definición. Véase por ejemplo, BOESCH y CAROL, 1956.

9 Véase CAPEL, 1977 y 1981.

10 No es raro, por otra parte, que se incluyan los dos aspectos antes citados en el "punto de vista geográfico". Así para Max Sorre, la geograf ía "es esencialmente (...) un e$tado del espíritu, una cierta disposición para considerar las cosas desde el punto de vista de su repartición y de su concesión en el espacio". Para L. Pivetau (1967) la geografía "es" y "tiene": Es un punto de vista, una manera de consider¡jr todo fenómeno del espacio terrestre bajo el ángulo de la distribución: tie~e un dominio propio, que es precisamente este espacio terrestre. Para Paul Claval, esta definición doble tiene un gran mérito, ya que por un lado describe lo que es, y delimita un dominio adquirido, un cuerpo de conocimiento constituido; por otro, indica la tensión, el proyecto, la aspiración del investigador. (CLAVAL, 1967, pág. 39). Alain REYNAUD (1970) ha reunido un cierto número de definiciones de este tipo.

11 Las definiciones han sido sistematizadas a partir de las siguientes fuentes: HARTSHORNE, 1939 y 1959; PATTISON, 1964; DICKINSON, 1964; MINSHULL, 1970; REYNAUD, 1970 y 1974; VILA VALENTI, 1971; BEAUJEU - GARNIER, 1971; JAMES, 1972; y CAPEL, 1981.

12 SAUER, 1925, ed. 1965, pág. 316; HASTSHORNE, 1959, págs.12-35.

13 Véase sobre ello CAPEL, 1981, págs. 257 ss.

14 CAPEL, 1981, cap. 11.

15 Véase referencias bibliográficas en CAPEL, .1981, págs. 253-257.

16 Sobre todo ello véase TAYLOR, 1977,

17 En este sentido de terrorismo intelectual puede interpretarse el uso de conceptos matemáticos que a veces no aportaban grandes mejoras a las posiciones tradicionales, lo que TAYLOR (1976) ha llamado el "uso de las matemáticas como camuflaje para impresionar".

18 MINSHULL, 1972, pág. 136.

19 TAYLOR,1977.

20 HARTSHORNE, 1955.

21 JAMES 1972, pág. 228.

22 TAYLOR, 1976. Se trata de las revoluciones cuantitativa, metodológica, conceptual. estadística y de modelos, conductista y radical, ed. 1977, nota 4, pág. 15. El autor exagera evidentemente, ya que algunas de estas expresiones se utilizan como sinónimos para la revolución cuantitativa.

23 HARVEY, 1972, ed. 1976. 24 BIRD, 1977, pág. 105. 25 BIRD, 1978, pág. 134.

24.BIDR, 1977, pag. 105

25 BIDR, 1977, pag. 105

26 JOHNSTON, 1978, pág. 118.

27 JOHNSTON, por ejemplo, creyó poder identificar en el artículo citado de 1978 tres~amasprinci- pales en la geografía urbana: 1) el enfoque cuantitativo y nomotético, con r:t:Iade~s expricativos basados en la economía neoclásica: 2) el enfoque behaviorista que desde1~65.de:sta~.lá~ activi- dades individuales realizadas dentro un mundo percibido: 3) el enfoque "radical o estructuralista" (sic), que insiste en las coacciones de la sociedad como un todo, y en particular ,de ciertos grupos dentro de ella, sobre el comportamiento de los individuos. Consideraba que los dos: primeros desarrollos "tenían ya la característica de lo que Kuhn llamaba ciencia normal, por haber sido aceptados por la comunidad, mientras que el tercero estaba todavía poco aceptado por ésta (pág. 119).

28 GOULD, 1979, pág. 145.

29 CHISHOLM,1975.

30 HARVEY y HOLLY, 1981,pág. 74.

31 HOLT y JENSEN, 1980,

32 HARVEY y HOLLY, 1981, pág, 33.

33 HARVEY y HOLLY, 1981, págs. 31, 32, 33 Y 37.

34 JOHNSTON, 1978, págs. 199-201.

35 BIRD, 1977.

36 HOLT y JENSEN, 1980, págs. 52 y 74.

37 WHEELER,1982.

38 La expresión es de HARVEY y HOLLY, 1981, pág. 37.

39 HARVEY-HOLLY,.1981, pág. 14, apoyándose para ello en RITZER,.1975, y en MERTON, 1976.

40 No cabe duda de que los intereses corporativos pueden afectar profundamente a la discusión científica que se realiza. Así cuando Bartels después de proclamar la necesidad de impulsar "formas democráticas de coexistencia pluralista en la ciencia, aceptando sencillamente estas situaciones de conflicto entre diferentes expresiones de la verdad", alude al peligro de subdivisión de la geografía y destaca la necesidad de lograr que ese pluralismo no impida dar una imagen pública coherente de la disciplina. BARTELS, 1973, Ed. 1975, págs. 42-43.

41 La denominación de estas dos tradiciones es, desde luego, discutible. Se han usado otras como galileana-aristotélica (Wright, 1971; naturalismo-historicismo (López y Grau, 1981).Cualquiera de ellas -y por supuesto la que aquí usamos- plantea problemas por el significado histórico preciso que estas denominaciones poseen.

42 Aunque, desde otra perspectiva, puedan considerarse también como complementarios. Véase, más adelante, nota 143.

43 WRIGHT, 1971, Ed.1979,págs. 20-25.

44 SHAEFER, 1953. Shaefer.  nacido en Berlín en 1904, se habla formado en aquella Universidad y tuvo una militancia socialista. Con la llegada de los nazis al poder tuvo que exiliarse a Inglaterra y Estados Unidos. Fue profesor de geografía en la Universidad de lowa donde coincidió con Gustav Bergmann, con el que le unió una gran amistad, y,con el que discutió los problemas teóricos que planteó en su célebre trabajo Excepcionalism in Geography(1953).

45 En el libro Filosofía y ciencia en la Geografía contemporánea CAPEL, 1981. Véase también, CAPEL, 1981, en "El Basilisco", nº 11.

46 HOLT-JENSEN, 1980, GRAU y LOPEZ, 1981 (en publicación); HARVEY-HOLLY, 1981, Y de manera menos explícita y extensa también en otros trabajos recientes.

47 MOULINES, 1979. Por cierto, deseo corregir una lamentable errata que a este respecto se deslizó en mi libro sobre Filosofía y Ciencia..., 1981, pág. 267. En la línea 9 donde dice "estaban haciendo gala de ese espíritu proto-positivista al que se ha referido César-Ulises Moulines", debe decir: "estaban haciendo gala de ese espíritu empírico y positivista, que no coincide con el protopositivista al que se ha referido César-Ulises Moulines".

48 Véase, más adelante, nota 159.

49 Tal como se refleja por ejemplo en los Cuadros de la naturaleza, 1808.

50 Véase SAUER, 1925 Y 1944. Ed. 1965. Para él el paisaje designa "la asociación geográfica peculiar de los fenómenos" y añade que "términos equivalentes en cierto sentido".

51 SAUER, 1941 ;Ed.1965, pág. 352.

52 Véase sobre las raíces historicistas del estudio del paisaje LUIS, 1980.

53 Para una visión reciente véase PENNING-ROWSELL, 1981.

54 ACKERMANN,1962.

55 BUNGE,1962.

56 G- G. SIMPSON: Historica/Science, en C. C. AlBRITTON: The Fabric of Geology, Reading Mass, 1963, pág. 46. Cit. por HOLT y JENSEN, 1981, pág. 92.

57 Véase CAPEL: Filosofía y ciencia... 1981,cap. l. RichardChorley ha aludido a una corriente teleológica en geomorfologia, la cual "relaciona las observaciones geomorfológicas con los puntos de vista dominantes sobre el diseño global de la naturaleza y con conceptos que implican causas fina- les" (CHORLEY, 1978, pág. 2). Y considera que ésta fue la concepción dominante desde la aparición de la geomorfología hasta mediados del siglo XIX. Aunque pienso que la evolución de la geomorfologia hasta el XIX es más compleja de lo que Chorley en ese articulo da a entender, podria aceptarse ahora que esas teorlas teleológicas de comienzos del siglo XIX corresponden a la geomorfología romántica e idealista anterior al impacto del positivismo. A condición de no olvidar, sin embargo, que la concepción teleológica era, de hecho, dominante en la ciencia natural hasta el siglo XVIII.

58 Véase BROC, 1955, para una valoración de las ideas de Lapparent y Margarie. Chorley (1978, pág. 4), por su parte, no ha dudado en considerar a Gilbert como positivista. Gilbert siempre afirmó que lo importante para el cientlfico era cultivar la "facultad de adivinar" (guessing faculty) y la necesidad de ampliar la parte lógica de su tema, asl como basarse en la filosofia de la ciencia más que en sus materiales" Cit. por Davis, en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 509; ver también vol. l.

59 Véase FAIBRIDGE, 1968, pág. 412;y CHORLEY, BECKINSALE, y DUNN, 1973, cap. 10,en partic. págs. 166 ss.

60 Davis: Complications of the geographical cycle, 1905. Cit. por CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 193. Las tres fases que él considera pueden ponerse en relación con otras interpretaciones semejantes en diferentes ciencias naturales y sociales que recibieron el impacto del evolucionismo positivista en el siglo XI X; sobre ello STODDART, 1966.

61 Davis: Peneplains and the geographical cycle, 1922. Cit. por CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 193. Una frase semejante en 1919, idem pág. 503.

62 DAVIS, 1912.

63 DAVIS: The geographical cycle, 1899, págs. 481-482. Cit. por CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 168.

64 En 1913, por ejemplo. Davis escribió que la geología "es principalmente una ciencia explicativa en la que el gran cuerpo de sus proposiciones rebasa ampliamente el campo de los hechos observables en el terreno, que pueda ser alcanzado sólo por medio, de un proceso mental especulativo"; proponía, por ello, que en la preparación de los geólogos se diera una más sistemática y completa instrucción "en la parte no observacional de la geologia". Davis: Speculative nature o, Geology, 1913. Cit, en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 198.

65 CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 194.

66 CHORLEY, BECKINSALE y DUNN,1973, págs. 195-196.

67 CHORLEY, pág. 4. En este articulo este autor incluye la obra de Davis dentro de lo que llama "teorias históricas" de la geomorfologia, y piensa que es un ejemplo de geomorfólogo metafísico, y que su teoría es "metafísica, orgánica y alegórica" (pág. 4). Personalmente pienso que este grupo de Chorley debería subdividirse en un subgrupo positivista 1en el que se incluiría Davis), y otro claramente historicista, que incluiría a los geomorfólogos que reaccionaron contra las teorías davisianas en los años 1920-19'50. Conviene tener en cuenta que, en realidad, Davis no consideraba la historia como algo único e irrepetible, sino que trató de alguna manera de encontrar las leyes de la sucesión histórica, como muestra la misma afirmación de Chorley en el sentido de que Davis hizo en ocasiones deducciones que procedían "de un acto de fe basado en la asunción de patrones recurrentes de desarrollo histórico". En cierta manera, podría afirmarse que Davis tenía una concepción hegeliana del tiempo enla naturaleza: en esta no existe historia, sino simplemente procesos cíclicos.

68 CHORLEY,1978, pág. 5.

69 Véanse referencias en la obra de CHORLEY, BECKINDALE y DUNN, 1973, pág 405.

70 DAVIS: Levelling without baseleveling, 1905; en CHOR LEY, BECKINSALE Y DUNN,1973, pág. 502. Véase también más adelante lo que decimos sobre su polémica con los geomorfólogos alemanes.

71 BROC,1974.

72 Las fechas y los autores de estas tesis son los siguientes: Baulig, 1928; P. Marrés, 1935; R. Clozier, 1940; A. Perpillou, 1940; J. Tricart, 1949-52; P. Fenelon, 1951; F. Taillefer, 1951; J. Pouquet, 1952; H. Enjalbert, 1960; J. Masseport, 1960; J. Pelletier, 1960; G. Viers, 1960; R. Raynal, 1961; R. Coque, 1962; F. Joly, 1962; A. Rondeau, 1962; H. Elhai, 1963; G. Galibert, 1965;y L. Masu- rel,1965.

73 Sobre las ideas geográficas de Wooldrige véase DICKINSON, 1976, pág. 152-167.

74 TRICART y CAILLEUX, 1955, 2a ed., 1965.

75 Véanse referencias concretas en REYNAUD, 1971, cap. 3, y en particular, págs. 71-74,83-84 y 110. Compárese con lo que desde una perspectiva cuantitativa dice CHORLEY (1978) sobre las caracter Isticas de la morfologla en lOs añOs de la segunda guerra mundial, cuando las investigaciones se hablan convertido en "el campo de juego de especulaciones desenfrenadas e incontrolables" y el campo estaba "dominado por los tejedores de ingeniosassagas" (CHOR LEY, 1978, pág. 6).

76 TRICART y CAILLEUX: 1955, pág. 171. Cit., en FAIRBRIDGE, 1968, pág. 414.

77 DERRUAU, 1965; ed. 1966, pág. 32

78 DERRUAU ,1965; ed. 1966, pág. 32, cursivas añadidas.

79 Véase un texto significativo de Tricart en este sentido en REYNAUD, 1971, pág. 95.

80 Como escribe MEVNIER (1969, pág. 133) que A. Guilcher se situaba frente a las formas de erosión litoral. Compárese esta actitud con la que propugna C.C. Sauer frente al paisaje (en SAUER, 1925y 1941,ed.1965).

81 DERRUAU, 1965, ed. 1966, pág. 17, cursivas en el original.

82 J. Pouquet, Les monu du Tessala, 1952, pág. 5 Cit. por Alain REYNAUD, 1971, pág. 97.

83 J. Masseport: Le Oiois et le Baronnies, 1960 I ntrod. Cit. por REYNAUD, 1971, pág. 97. Existían, sin duda, contradicciones internas, que quizás convendria interpretar de acuerdo con la cronologia. Así una figura tan representativa de la geomorfologia francesa como H. Baulig -un regionalista injertado de davisiano- polemizando con otro geomorfólogo escribió que "sin teoría no se sabria ni siquiera qué observar" Cit. por REYNAUD id. pág. 97.

84 Como cuando H. Baulig estudiando Le Plateau central de la France (1928) llegó a obtener conclusiones sobre el papel de las variaciones eustáticas del nivel del mar en la generación de ciclos de erosión o de depósito.

85 REYNAUD, 1971, pág. 101.

86 DERRUAU, 1965, Ed. 1966, citas en págs. 21 Y 23.

87 Véanse algunas citas sobre ello en REYNAUD,1971 págs. 96.

88 Cit. por REYNAUD, 1971, pág. 109. Véase también REYNAUD, 1971 y 1974, as! como MEY- NIER,1969.

89 As! lo han interpretado correctamente CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 514. Véase también sobre esta polémica DICKINSON,1969;y BECK, 1973, págs. 335 ss.

90 Passarge, Die Kalahari, 1904; V Davis: Passarge's Principies of Landscape Description, 1919. Cit. en CHORLEY, BECKINSALE, DUNN, 1973, págs. 501-509, dedicadas a la polémica Davis- Passarge.

91 Hettner: Die Dberflái:henformen des Festlandes, 1921.Cit. según la trad. in!Jlesa de 1972 por  CHORLEY, BECKINSALE V DUNN, 1973, págs. 509-512.

92 Carta de Pencka Davis, 1908, en CHORLE'(, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 515.

93 Henner, 1921. Cit. por CHORLEY, BECKINSALE V DUNN, 1973, pág. 510.

94 Véase sobre el concepto de sistema mofogenético CHOLLE Y, Morphologiestructurale et morphologie climatique, 1950; y TRICART -CAl LLEUX, 1965. Sobre las ideas de Walter Penck y su relación con Davis, véase CHORLEY, BECKINSALE, DUNN, 1973,cap. 23.

95 Frente a estas criticas Davis concedió que, efectivamente, su teorla "no realiza ningún intento de determinar la edad real" y advirtió que en su esquema (estructura, proceso y tiempo) la tercera ~ palabra-clave no es edad, sino stadium, o fase. Davis en cartas a Penck, 1921; cit. por CHOR LEY. ~'. BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 527.

96 Véase, por ejemplo, en este sentido la carta que escribió a W. Penck en 1921 en CHORLEV, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 549.

97 Davis,1923,en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN,1973, pág. 513.

98 Davis, 1923. Cit. en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 513. Una frase semejante se encuentra en una carta a W. Penck escrita en 1921 en que expresa: "he usado frecuentemente la deducción más bien como un método de presentación que como un método de investigación" Cit. en idem. pág. 549.

99 Davis. Comentario al libro de Hettner Die Oberflá'chenformen..., en 1923. Cit. en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1923, pág. 514. Asimismo reconoció la importancia de la descripción del paisaje y admitió que para esa tarea "hay que empezar por la observación de sus rasgos y la descripción". Davis, 1919, cit. en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN,1973, pág. 504, aunque, añadla que eso era una fase preparatoria y que también en ella los aspectos racionales y no observacionales tenían gran importancia.

100 Carta de Davis a Penck, 1921. Cit. en CHOR LEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 520-527. Otros textos equivalentes de 1923 en ídem, pág. 533. Para él su esquema no era inmutable, sino que resultaba de un desarrollo, y este no estaba en absoluto acabado.

101 Davis,1923 en CHORLEY, BECKINSALEy DUNN, pág. 533, 1973.

102 Carta de Davis a Penck, 1921, CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, pág. 526.

103 Ver referencias a este contraataque davisiano en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN,1973, pág. 505-507 y 527.

104 Carta de Davis a Penck, abril 1923. Cit. en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 523.

105 Por los años 1910 eran muy frecuentes las defensas del enfoque explicativo y deductivo de Davis. Véase, por ejemplo, los alegatos de A.P. Bringham en este sentido en CHORLEY, BECKINSALE y DUNN, 1973, pág. 443. En la geomorfologla norteamericana el influjo de Davis fue casi incontetado hasta los años 1930. Su principal discípulo fue D.W. Johnson (1878-1944). Algunos de los disclpulos de Davis, aunque se dist,anciaron de él y evolucionaron luego hacia la geografla humana, mantuvieron en ella posiciones "deterministas", como es el caso de D. Huntington (1876-1947), que aplicó también las ideas de ciclo a los cambios climáticos de periodos frlos y cálidos que habrlan determinado la evolución de las civilizaciones. Otros, en cambio, se distancia- ron claramente de los planteamientos positivistas y realizaron una geografla humana netarnente historicista.

106 MEYNIER, 1969, pág. 48 ss. Véase un punto de vista equivalente sobre el clima en SAUER, 1925, ed. 1965, pág. 336.

107 MEYNIER, 1969, pág. 49-50.

108 MEYNIER.1969.DáQ.51. * Nota complementaria para esta edición. Una confirmación del punto de vista que aquí exponemos sobre una geografía física "historicista", puede obtenerse, en lo que se refiere a la climatología francesa, en el artículo de Daniel LO!: Méthadalagie de I'étude du climat dans les Theses réginales classiques: le cas des Alpes fran9aises (1925-1956), "L'Espace Géographique", XI, n.o 1, enero-marzo 19~2, págs. 45-55.

109 CHORLEY, 1978,pág. 7.

110 CHORLEY, 1978,pág. 7.

111 CHORLEY,1978,pág.2.

112 CHORLEY, 1978,pág. 16.

113 STRAHLER,1968,pág.898.

114 Véase ICHI KAWA, 1972, con la bibliografla básica.

115 Seguido, por ejemplo, por ICHI KAWA, 1972.

116 AHNERT,1972.

117 Sobre ello STRAHLER, 1968; THORNES, 1978.

118 Véase THORNES, 1978, pág. 16.

119 Véase, por ejempro, lo que se dice sobre la elaboración de un modelo predictivo de los deslizamien!os del terreno en CROZIER, 1972, y'compárese con.el. articulo citado en nota siguiente,

120 ROSENFELD, 1972, pág. 98.

121 ROSENFELD, 1972, pág. 100.

122 STRAHLER, 1968.

123 Véase sobre todo ello FAIRBRIDGE, 1968; CHORLEY,1978,THORNES,1978, aunque la interpretación que aquí hacemos de los datos que ellos aportan no siempre coinciden con la que estos autores realizan.

124 CHORLEY,1978,pág.2.

125 MATHER,1979,pág.477.

126 CHORLEY ,1978, págs. 8-10.

127 MATHER, 1979, págs. 476480.

128 Véase un ejemplo en MATHER, 1979, pág. 477.

129 Véase THORNES, 1978, que considera que en los años 1960 la geomorfologia cuantitativa fue de carácter claramente "inductivo"; y CHORLEY, 1978.

130 Así HAINES-YUNG y PETCH, 1980 han interpretado que,a pesar de las declaraciones de Strahler sobre el uso del método inductivo en su trabajo, sin embargo éstas no corresponden a la realidad, ya que "aunque descansa en observaciones empíricas, la naturaleza de dichas observaciones está controlada por consideraciones teoréticas", y parte de supuestos previamente aceptados. Sospechan que Strahler quiere decir "empírico" en lugar de inductivo y "no empírico" en lugar de deductivo (págs. 67 y 68).

131 HAINES-YUNG y PETCH, 1980.

132 Por ejemplo en MATHER, 1979.

133 AsI puede interpretarse, pienso, el art(culo de MA TH ER, 1979, pág. 473, en donde se alude explícitamente a los nuevos desarrollos fenomenológicos y existencialistas de la geografla humana para distanciarse de la metodologla "pretendidamente objetiva y libre de valores" del positivismo lógico.

134 HAINES-YUNG y PETCH, 1980,

135 As(, por ejemplo THORNES (1978, pág. 16) haaludido de forma muy cr(tica a los trabajos de R.L. Shreve (1966) y M.I. Woldenburg (1972). En 1976, J,L. Onesti, y T.K, Miller, realizaron ya duras crIticas a los análisis topológicos de las mallas fluviales, mostrando su escasa relación con las pro- piedades geomórficas e hidrológicas de las cuencas y señalando que era dificil aplicar dichos análisis "a las cuestiones hidrológicas y geomorfológicas que preocupan crecientemente en un mundo cambiante" (ONESTI y MILLER, 1976).

136 CHORLEY, 1978, pág. 10. Véase también MATHER, 1979, pág. 473.

137 CHORLEY, 1978, pág. 11. Cita en apoyo de su opinión al trabajo de R. Keat y J, Urry sobre Social Theory as science, 1975.

138 THORNES, en EMBLETON, 1978. Introducción, pág. XII.

139 THORNES, en EMBLETON, 1978. Introducción pág. XII. En la misma obra l. Douglas llama la atención sobre la necesidad de que los trabajos geomorfológicos no sean abstractos y simplemente "cientificos ", sino que deben esforzarse en prestar atención a los problemas de mayor importancia para los habitantes de los paises tropicales.

140 MATHER, 1979, pág- 483.

141 THORNES en EMBLETON. 1978. Introducción, pág. XII. Si no permitieramos forzar mucho las cosas también podría, intentar ponerse en relación el renovado interés por la evolución histórica. los paleoclimas y las paleoformas, con la nueva valoración de la historia que hacen geógrafos radicales antipositivistas.

142 Véase en EMBLETON. 1978, la Introducción de Thornes y el capítulo sobre The future of Ge morphology de G.H. Dury.

143 CASSIRER (1906), ed.1974,vol. IV- pág..214.

144 Véase sobre ello CAPEL, 1981 , págs. 268-272; y pág. 306, nota 9.

145 Por ejemplo, en lo que se refiere a la geograf(a esta caracterización del positivismo ha sido realizada por Arild HOL T-JENSEN, 1980, cap. 4, págs, 75 y ss.

146 Afirmaciones explícitas, en este sentido, en SAUER (1925 y 1941), así como en Vida! de La Blache, Brunhes y otros.

147 Asl puede interpretarse, la critica que ha hecho J.R. Al VAREZ (1981) a mi ponencia sobre clasificaciones, paradigmas y cambio conceptual en geografla. CAPEl, 1980.

148 WEBER, 1904; ed. 1974, págs. 59 y 53.

149 Un intento de caracterización de éste se ha realizado por Michael R. H Ill, 1981.

150 ALVAREZ,1981,pág.67.

151 Esto explica las criticas que he dirigido (CAPEL, 1980) a los geógrafos españoles que, ante el renacimiento de las posiciones historicistas, pretenden ahora justificar el dogmatismo e inmovilismo que han mantenido en años anteriores defendiendo empecinadamente la concepción regional -para lo que estaban en su derecho- y oponiéndose cerradamente a la llegada de las ideas geográficas neopositivistas.

152 Véase sobre los orlgenes del proyecto intelectual de Park el articulo de ENTR I KIN, 1977.

153 Artículo de William D. Phelam, Jr. en STILLS, 1958, ed. 1975, vol. 6, pág. 305.

154 James: A pluralistic universe, 1932, Cit. por FAAZI EA ,1981, pág. 69.

155 R.S. Platt poseia una buena formación filosófica de base (DI KINSON, 1976, pág. 243), Y estaba preocupado desde 1923 por las bases teóricas del método geográfico. Atacó duramente el "environmentalism" dominante todavia hacia los años 1925-1930,y trató de mostrar en sus estudios cómo el hombre podrla dar lugar a organizaciones diferentes en áreas que poseian las mismas condiciones fisicas. Para su trabajo sobre Environmentalism and Oeterminism (1948) encontró en las ideas de William James una buena base filosófica de apoyo. Valoró siempre la voluntad humana como factor esencial de organización del espacio (PLATT, 1947). También es un rasgo pragmático, que comparte con otros geógrafos norteamericanos de su generación, el decidido interés por la aplicación, que fue un legado permanente a la geografia norteamericana. Véase sobre ello FAAZIEA, op. cit.1981.

156 Véase FRAZIER (1981, pág. 62) que afirma que "el pragmático cree que la situación "concreta" o "particular" es importante para obtener conocimiento científico o para comprender el mundo". Es curioso señalar que un filósofo como W. James y toda la corriente pragmática, situada clara- mente en la I in ea del empirismo, y que tanta importancia tuvo en geografla durante los años 1920-30 pasara luego desapercibida durante el auge de la geografla cuantitativa. Al menos William James no es citado en las grandes obras teóricas anglosajonas del periodo cuantitativo, que citan en cambio a gran número de filósofos de menor entidad e influencia. Su nombre vuelve a aparecer hoy dla en los trabajos teóricos que valoran, de nuevo, la tradición pragmática y el valor de sus métodos, asi como la subordinación del conocimiento a la acción, como salida a los problemas teóricos que es que están planteados (como en el caso de FAAZIEA, 1981).

157 Cuando en 1925 Sauer quiere proponer a los geógrafos la nueva concepción paisajista, inspirada en lo que desde hacía pocos años se realizaba en Europa, no deja de reconocer que estas concepciones estaban "en alguna medida influidas por corrientes antiintelectuales" (SAUEA, 1925,ed. 1965, pág. 315). Con ello aludía, sin duda, a la reacción frente a las posiciones antipositivistas. Por si hubiera dudas sobre el carácter de su propia posición, Sauer inicia la discusión del campo científico de la geografía afirmando que "toda ciencia puede ser considerada como fenomenología (y cita los Prolegómena zur Naturphilosophie de Keyserling, Munich, 1910) usándose el término "ciencia" en el sentido de procesos organizados de adquisición del conocimiento, más bien que en el sentido restringido común de un cuerpo unificado de leyes físicas" (SAUEA, 1925; ed. 1965, pág. 316. Este trabajo de SAU EA, así como el de 1941, constituyen ejemplos muy claros y coherentes del enfoque historicista en geografía)..

158 Sobre la evolución intelectual de Paul Vidal de La Blache, véase GRAU, 1977, Y NICOLAS-O, 1981.

159 As! lo hace, por ejemplo D.R. STODDART, 1981 siguiendo a DUNBAR, 1978, en el comentario que realiza a la obra de este autor. Podemos preguntarnos hasta qué punto el actual ambiente radical neo historicista ha contribuido a sesgar la interpretación que Dunbar ha hecho de Reclus.

160 En este sentido la he interpretado yo mismo en mi libro Filosofia y Ciencia..., (CAPEL, 1981, págs. 301 ss.).

161 Por ejemplo, una figura como E. Ackermann puede ser interesante. Ackermann fue un propagandista de la teoria de sistemas y favoreció el desarrollo de la nueva geografia. Sin embargo siempre enfatizó el "punto de vista geográfico", lo que supone una visión tradicional, y expresó sus reservas hacia la utilización de teorias procedentes de otros campos como la fisica, y  que consideraba que el sustrato mental de utilización difierede un campo a otro (ACKERMANN, 1963, pág. 433). Seguramente la biografía intelectual de este autor, y la formación esencialmente h istoricista que recibió como geógrafo, pueden explicar estas contradicciones.

162 Existe ya un proyecto en este sentido en el campo de la geografia, ha sido propuesto por A. BUTTIMER, 1978. Véase también FREEMAN, OUGHTON y PINCHEMEL, 1977 y ss.
 

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© Copyright Horacio Capel  1983
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