REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XVI, nº 932 (6), 20 de julio de 2011 [Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana] |
HACIA UN ECOLOGISMO LIBERAL
Karsten
Krüger
Fundación Conocimiento y Desarrollo, Barcelona
Hacia un ecologismo liberal (Resumen)
Desde la perspectiva de un sociólogo alemán, que desde años vive y trabaja en Cataluña, el autor comenta la discusión entre Jean-Pierre Garnier y Horacio Capel. Dado que el autor no pertenece a la rama de los geógrafos ni es sociólogo urbano, sus observaciones se limitan a los temas más generales. La discusión entre Garnier y Capel toma la ciudad como paradigma de la sociedad capitalista y gira alrededor de temas más generales centrándose en los siguientes puntos: Postura reformista versus revolucionaria; democracia liberal actual; educación; y formas de acción política.
El autor resalta que el punto de partida de la discusión es la relevancia actual del marxismo y las consecuencias para el análisis político y que no tematizan la libertad, lo cual le parece llamativo dado que uno de los puntos más importantes de la sociedad actual es el equilibrio entre la libertad individual y el compromiso social. A lo largo del articulo se expresa la opinión que las políticas tradicionales de la izquierda – tanto de índole reformistas como revolucionarias – no son la vía más apropiada para transformar la sociedad europea actual sino que se debe abordar los problemas desde un perspectiva ecológica liberal.
Toward a liberal ecologism (Abstract)
From the perspective of a German sociologist, who lived and worked in Catalonia since several years, the author comments the discussion between Garnier and Capel. As the author does not belong to the branch of geographers nor of urban sociologists, his observations are limited general topics. The discussion between Garnier and Capel takes the city as a paradigm of capitalist society and turns around general themes as: Revolutionary versus reformist position; Current Liberal Democracy; Education; Forms of political action.
The author stresses that the starting point of discussion is the current relevance of Marxism and the implications for policy analysis. But it seems remarkable that it does not debates freedom, as one of the most important issue of the today's society is the balance between individual freedom and social commitment. The article expresses the opinion that the traditional – reformist or revolutionary - left policies are not any more appropriate ways to transform the current European society. The transformation should be worked out from an ecological liberal perspective.
En Scripta Nova se han publicado
recientemente dos artículos de Jean-Pierre Garnier y Horacio Capel, que son
producto de una discusión entre ambos a raíz del discurso inaugural de H. Capel
en el XI Coloquio Internacional de Geocrítica celebrado en Buenos Aires[1]. Se trata
de una discusión sobre la orientación política del urbanismo y del tipo de
acción política en la actualidad europea y mundial.
He leído con gran atención los tres artículos que abarcan un gran abanico de temas de la acción política actual, y a petición de H. Capel hago comentarios a esta discusión desde el punto de vista personal de un sociólogo alemán que trabaja desde varios años en Cataluña. En el siguiente artículo se plasman estos comentarios y reflexiones, que no se rigen por el rigor científico social, sino que son reflexiones personales con el trasfondo de experiencias profesionales en la investigación social.
Antes de entrar en el contenido de los tres artículos, quiero hacer constatar que observé en su lectura un problema del estilo de los artículos que están demasiado salpicados de referencias personales para que sean solamente artículos de confrontación de ideas. En el artículo de Garnier no se nota tanto, dado que parece más bien un estilo para resaltar la diferencia entre la postura reformista y la postura revolucionario marxista. Y en este contexto, el ataque a la postura reformista desde la postura marxista es, desde luego, vehemente. Da la impresión que H. Capel es solamente el chivo expiatorio de estos ataques a un postura general de muchas personas con una ideología de izquierda. En el artículo de Capel hay muchas referencias personales algunas de las cuales sobran, según mi parecer. Además esta forma tan personalizada dificulta la lectura. El artículo de replica de Capel, por ejemplo, es muy largo y cuesta mantener la atención. El mismo Capel lo admite a la mitad del artículo
También debo decir que tengo problemas con algunas expresiones que se usan a lo largo de los textos como por ejemplo ‘salvar el mundo’, a lo cual hago referencia más tarde, o ‘con un impacto positivo significativo sobre la vida del pueblo’. Quizás por mi herencia político-cultural alemana, todas las referencias al ‘pueblo’ me ponen nervioso. Pero su uso me parece más dudoso aún en un análisis científico social dado que me resulta difícil ver que significa este término.
El uso del término ‘pueblo’ en Cataluña y en el País Vasco son buenos ejemplos de la ambigüedad de este término: ¿que es realmente el pueblo catalán o el pueblo vasco? El término sugiere un homogeneidad de intereses que no existe en ninguna sociedad. Más dudoso me parece aún el uso de esta noción cuando se la utiliza como sinónimo de clase obrera o clase baja como por ejemplo en el término de clase popular: desde luego, no ignoro que se trata de un sinónimo de “clase menos favorecida”, pero creo que el término introduce una distinción dicotómica entre nosotros (la clase popular, es decir, el pueblo) y vosotros –los otros– los enemigos potenciales (la clase alta, pero también la clase media o la burguesía y la pequeña burguesía)[2].
Antes de pasar a comentar la discusión que se plasma sobre todo en los dos artículos de replica, quisiera hacer otra observación: llama la atención que los autores más citados en los artículos son Marx, Engels, Foucault, Lefevre y Mumford. Podemos añadir el trabajo de Harvey, de Thompson y la obra de Capel sobre la morfología de la ciudad. Da la impresión, seguramente equivocada, que los dos autores Garnier y Capel no toman en consideración los estudios hechos sobre estos temas y las reflexiones teóricas importantes que se han hecho desde los años 1970/80 desde diversos puntos de vista. Por eso, el debate que se desarrolla a lo largo de los artículos causa cierta impresión de estar anclado en otra época a pesar de que los artículos hacen constantemente referencia a fenómenos sociales de la actualidad.
Dado que no pertenezco a la rama de los geógrafos ni soy sociólogo urbano, mis siguientes comentarios se limitan a los temas más generales. Me abstengo de comentar los apartados que hablan de la gestión de la ciudad, de la inmigración hacia la ciudad etc. Sin embargo, la discusión entre Garnier y Capel toma la ciudad como paradigma de la sociedad capitalista y la disputa gira alrededor de temas más generales centrándose, desde mi punto de vista, en los siguientes puntos:
Quizás debido al hecho de que el punto de partida de la discusión es la relevancia actual del marxismo y las consecuencias para el análisis político, la discusión no tematiza la libertad, lo cual me parece llamativo dado que, según mi opinión, uno de los puntos más importantes de la sociedad actual es el equilibrio entre la libertad individual y el compromiso social.
Ambas posturas expresadas en los tres artículos parten de una crítica al sistema capitalista y como se expresa el capitalismo en las ciudades. De los dos artículos de replica emana un espíritu catastrofista cuya mayor expresión se encuentran en el artículo de replica de Capel, en el cual usa las expresiones ‘salvar el mundo’, ‘salvar el planeta’ y la cuestión del ‘futuro de la humanidad’:
Es la izquierda la que tiene ideales e impulsa políticas de igualdad, justicia social, redistribución de riqueza, control del desarrollo, atención a los problemas ambientales, educación pública y sanidad pública. Son esos ideales, y las políticas correspondientes, los únicos que pueden salvar el planeta y evitar conflictos sociales graves que ponen en cuestión el futuro de la Humanidad.
Leyendo este apartado, uno se pregunta cuales son realmente los peligros de los cuales hay que ‘salvar el mundo’ y que es lo que pone en riesgo el ‘futuro de la humanidad’. A parte de la atención a los problemas ambientales no veo que en la cita haya algo que pone realmente en peligro la humanidad dado que se trata de problemas que han acompañado el desarrollo de la humanidad desde el inicio de su historia. Otra cuestión es, si se considera que este peligro se ha agravado en la época capitalista, lo cual es aparentemente la postura de Garnier, o que el capitalismo ha aportado algo para mejorar poco o mucho la situación, que es obviamente la postura de Capel quien, sin embargo, no niega los graves problemas socio-económicos que el capitalismo no ha resuelto o que ha provocado. Y una tercera cuestión es si solo desde la izquierda se puede dar una solución verdadera a estos problemas, en lo cual coinciden ambos autores adoptando uno la postura radical revolucionaria (Garnier) mientras que el otro opta por la vía de las reformas (Capel)
El único aspecto, que podría poner realmente en peligro el futuro de la humanidad son, según mi punto de vista, los problemas medioambientales, que se han acumulado durante siglos y que se han hecho más agudos en los últimos años. Pero tampoco veo que la izquierda –a secas– haya dado respuestas coherentes para solucionar este problema. Son los ecologistas –en su mayoría ecologistas de izquierda– que elaboran propuestas para superar estos problemas. Los ejemplos de Alemania y quizás también Francia muestran que el movimiento ecologista se está convirtiendo en una alternativa seria a la izquierda social-demócrata o socialista. Y por lo menos, el ejemplo del partido verde muestra que se trata de un movimiento más participativo que los partidos tradicionales[3].
Los dos artículos de replica dan la impresión de estar en una fase pre-revolucionaria que no se observa, por lo menos, aquí en Europa. En todo caso, no en el sentido de un cambio radical desde la izquierda[4]. Y tampoco estoy seguro que en otros partes del mundo se percibe este clima pre-revolucionario marxista. Seguro que en los países árabes, si se percibe actualmente un clima revolucionario, pero, según mi entender, se trata más bien de una revolución liberal en la cual las capas sociales hasta ahora excluidas luchan para tener más derechos y oportunidades reales de vida.
Sin embargo, creo que se puede producir una revolución que cambiará el sistema, pero en un sentido distinto del que los dos autores discuten. La revolución será cultural produciendo un cambio de postura de los ciudadanos respecto al medio ambiente. Desde luego, se trata de un fenómeno más arraigado en Europa, en América del Norte y probablemente en Oceanía, pero dada la relevancia del problema tiene el potencial para extenderse geográficamente.
Probablemente, son también los ecologistas quienes podrían hacer más aportaciones teóricas nuevas por ejemplo en la teoría económica y política introduciendo nuevos conceptos como la sostenibilidad. No soy muy experto en este tema, pero aún me recuerdo que en mi etapa de estudiante en los años 1980 en la Carl von Ossietzky Universidad de Oldenburg ya se discutía el enfoque de la economía sostenible abogando por abandonar la idea del crecimiento económico como paradigma guía de las políticas económicas y haciendo propuestas para una contabilidad ecológica en el ámbito de las empresas y del estado. Y algunos de las trabajos más relevantes sobre la economía ecológica se han publicado en los años 1960 y 1970 como los de K. E. Boulding (1966), R. Carson (1962) H. E. Daly (1973) o N. Georgescu-Roegen (1971).
Me parece que uno de los mayores expertos en este tema en España y Cataluña es Joan Martínez Alier (2008), que también edita un revista electrónica llamada ecología política, que indica su cercanía al pensamiento marxista en uno de sus artículos hace hincapié, por un lado, en la relación entre la economía ecológica y el marxismo cuando hace referencia a “la perspectiva del metabolismo de la sociedad, que Marx mencionó en el Capital”, resaltando al mismo tiempo que ni Marx, por el contexto histórico, ni los marxistas han desarrollado una “tradición de historia ambiental-económica-social marxista”. Y más tarde dice que está “costando mucho que políticamente triunfe esa perspectiva del ecologismo popular. No se quiere ver que los daños socio-ambientales producidos por el crecimiento económico, también a veces por las nuevas tecnologías, negados tanto por liberales como la mayoría de los marxistas, se harán sentir cada vez más”. Y añade luego que “la izquierda tradicional del Sur ha visto el ecologismo como un lujo de los ricos más que una necesidad de los pobres…”[5].
Desde luego, los problemas medioambientales son problemas que atañen al capitalismo, pero la historia de los países excomunistas muestra que allí también se han cometido barbaridades en nombre del progreso económico. Otro ejemplo actual es Brasil, donde el gobierno de Lula ha autorizado la construcción de infraestructuras enormes con grandes repercusiones ecológicas en nombre del progreso. Lo mismo se puede decir de China[6].
Desde mi punto de vista, no se puede decir simplemente que el ecologismo es de izquierda (marxista). Desde luego, tienen muchos puntos en común, pero sin entrar aquí en un análisis detallado, no se puede decir que el ecologismo es una simple corriente de la izquierda. Lo cual no quiere decir, que no se pueda abordar el ecologismo desde una perspectiva de la izquierda: por ejemplo (i) que la mayoría de los efectos negativos de los daños medioambientales afectan más a las clases bajas, (ii) que se impide muchas medidas de protección medioambiental por la presión de grandes corporaciones, y (iii) que se toma la decisión a favor de centrales nucleares por presiones de grandes empresas y por razones militares. Pero dado que en los tiempos de Karl Marx, los problemas medioambientales no tenían gran repercusión en el discurso público, tampoco formaba parte del suyo propio. Y como mencionó Alier, muchos marxistas niegan los daños socio-ambientales del crecimiento económico.
Hay personas que buscan en los escritos de Marx, una teoría ecología[7] tomando como punto de partida la perspectiva del metabolismo de la sociedad. Pero me parece algo exagerado buscar para todos los nuevos fenómenos una explicación en los escritos de Marx. Da la impresión que después de este ya no se ha avanzado en las teorías sociales y se está dando vueltas a las teorías de Marx aplicándolas a nuevos fenómenos. Yo me abstendría de buscar en los escritos de Karl Marx referencias para comprobar si allí se encuentra el origen de las teorías medioambientales. Simplemente no podía desarrollarlo porqué estaba en un determinado contexto histórico[8], como tampoco podía discutir ni la teoría de la relatividad de Einstein, ni el impacto de la energía nuclear. Lo que no me parece exagerado es intentar entender este fenómeno aplicando la metodología marxista.
El ecologismo es un movimiento social que exige cada vez más medidas medioambientales, y que, según mi impresión, podría provocar un cambio paradigmático en la sociedad dado que el respeto al medio ambiente incluye necesariamente el respeto al próximo. Y el respeto al medio ambiente incluye el abandono del principio de los beneficios a cualquier precio, que es la base del capitalismo: la explotación del próximo para obtener plusvalías.
Para finalizar este apartado, no me parece que los enfoques inspirados en la obra de Marx haya perdido vigor en el análisis de la realidad social. Al contrario, tengo la impresión que hay una tendencia de renovar este tipo de análisis proponiendo conceptos del capitalismo que superan los enfoques que conciben la relación entre la producción y acumulación de plusvalía y los procesos sociales como mecanismos cuasi-automáticos. Un ejemplo es el reciente trabajo de Wolfgang Streeck[9] y el renovado interés de los sociólogos para la economía.
Un punto central de la disputa entre la postura revolucionaria y reformista es, desde luego, el potencial de la democracia liberal para avanzar en los cambios deseados. Dado que no conozco en profundidad el estado de los sistemas democráticos en los países fuera de Europa, limitó mis comentarios al sistema democrático europeo.
En mi opinión, los tres artículos no hacen un análisis diferenciado de los sistemas políticos. Probablemente Garnier lo ha hecho en otros artículos –no conozco su obra– pero en este articulo no desarrolla una argumentación matizada. Creo que se debe diferenciar bien entre lo que está ocurriendo, por ejemplo, aquí en Europa, en el Norte de África, en el África subsahariana, en Asia, en Oceanía, en América Latina y en América del Norte. Creo que la situaciones socio-económicas y culturales son bien diferentes en los continentes y países. Tomando el ejemplo de Bolivia se observa que el conflicto de clases y el conflicto étnico se están cruzando. También se puede tomar como ejemplo muchos países africanos. Si consideramos que la lucha de clase es esencialmente una lucha de la disposición y del uso de los recursos económicos, se observa que en muchos países este conflicto está más enfocado en grupos étnicos. Este tipo de conflictos se observan también en los países europeos, donde determinados grupos étnicos minoritarios, como los gitanos, los magrebíes y los turcos están excluidos socialmente.
Por otro lado, no se puede obviar que hay una gran diferencia entre un obrero minero de Bolivia y un obrero europeo de la industria automovilística. A pesar de que ambos están, según la teoría marxista, sometidos a la explotación capitalista, creo que el grado de participación en los beneficios es grande. El obrero alemán, francés y español de la industria automovilística, por ejemplo, tiene propiedad, y no me refiero solamente a un coche sino a una casa o más y probablemente también ha invertido en la bolsa. Por lo tanto, tienen mucho más que perder que solo sus cadenas[10]. Y a pesar de las dudas que tengo respecto al famoso modelo marxista del Basis-Überbau (infraestructura-sobreestructura), aplicándolo aquí se puede deducir que las posturas políticas e ideológicas de ambos son bien diferentes.
Respecto a Europa, se debe distinguir también entre los ámbitos políticos internos, que incluyen, por lo menos, cuatro niveles: municipal, autonómico, nacional y europeo. Y ciñéndose ahora simplemente al modelo de la democracia parlamentaria, se puede y se debe preguntar si este modelo de cuatro niveles, sus instancias representativas y las interrelaciones entre ellos cumplen la exigencias de un modelo parlamentario liberal. La actualidad política europea muestra que la Comisión Europea, que en principio es la ejecutiva europea, es bastante inoperante. Además está representada por políticos, que en sus países no han tenido mucho éxito o que ya no tienen futuro político allí. Un ejemplo es el Sr. Almunia que habiendo fracasado en la política española ha encontrado, desde hace algunos años, un refugio dorado en la Comisión. Un caso parecido es el del Sr. Borell, quien no ha sido miembro de la Comisión pero si Presidente del Parlamento Europeo[11]. Algo similar se puede decir del actual comisario de energía, el alemán Sr. Öttinger pero también del Sr. Barroso quién cuando le nombraron en su día como Presidente de la Comisión Europea ya estaba en su declive político en Portugal.
El Parlamento Europeo tiene ya, a través del Tratado de Maastricht y el Tratado de Lisboa más competencias, pero, creo, esas no se pueden comparar con las competencias que tiene un parlamento nacional. La instancia verdaderamente decisiva es el Consejo Europeo compuesto por los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, así como por su Presidente y el Presidente de la Comisión; o el Consejo de la Unión Europea, en el cual se reúnen los ministros de rama. En este gremio no queda reflejada la diversidad de la política europea, sino que actualmente está dominado por los gobiernos de derecha. Si añadimos ahora que, por el contexto de crisis económica actual, Alemania y en menor grado Francia tienen un peso específico, son ellos quienes guían realmente la política europea. Y debido al hecho que tanto el gobierno alemán como el francés son de la derecha conservadora y del liberalismo económico, imponen sus programas políticos también a los otros gobiernos. Tampoco lo tienen tan difícil dado que la mayoría de los gobiernos europeos son del mismo color político, lo cual no quiere decir que coincidan siempre puesto que sigue habiendo grandes diferencias en los intereses nacionales[12].
Mientras no se toma en consideración el hecho de que se ha producido a través de la crisis económica un cambio en el equilibrio de poder de la periferia hacia el centro de Europa; desde el ámbito nacional hacia al ámbito europeo, y que se ha incrementado el peso de los gobiernos de Alemania y Francia en el seno del Consejo Europeo se percibe que las medidas políticas tomadas por Zapatero son impuestas por la economía. Pero realmente, estas medidas siguen una lógica impuesta por los gobiernos de derecha y la Comisión Europea, que también está más orientada hacia la derecha-liberal-económica. Por lo tanto, no se trata simplemente de la imposición del mercado, sino de un programa político bien definido para rediseñar la realidad socio-económica europea.
Por lo tanto, desde mi punto de vista, hay un considerable déficit democrático liberal en la construcción europea. Y es llamativo, que, para resolver la crisis financiera de la zona Euro, se reclame ahora una política financiera más cohesionada no solo entre los países de la zona Euro sino en todos los países de la Unión Europea, pero apenas se oigan voces que reclamen más democracia en la toma de decisiones y una mayor transparencia.
Para ilustrar el defecto de la construcción democrática de la Unión Europa, mencionaré solamente un dato que me afecta a mi personalmente como inmigrante interno de la Unión Europea. Los dirigentes políticos europeos no han sido capaces de conceder a los ciudadanos europeos el derecho de voto en todos los ámbitos en el Tratado Constitucional ratificado por los jefes de gobierno en el año 2004, pero que luego no entró en vigor por que ha sido rechazado vía referéndum por los Países Bajos y Francia. En otras palabras, un inmigrante interno de la UE, por ejemplo un francés que reside desde hace años en España y ha formalizado su residencia aquí, solo tiene el derecho de votar en las elecciones municipales y europeas, y no en las elecciones autonómicas y nacionales de España, pero que tiene el derecho de votar en estas mismas elecciones en su país de origen. Eso es, hoy en día tan absurdo como decir que una persona nacida en Asturias, que reside en Madrid desde hace años, no tendrá el derecho de votar en las elecciones de la Comunidad Autonómica de Madrid, pero si en las elecciones autonómicas de Asturias.
Pero en la Unión Europea el problema democrático no es solamente estructural, sino también de contenido. Hay una corrupción crónica en España, que no está sancionada por los votantes. El hecho de que casos como el de Gil y Gil en Marbella hace años, y también el del famoso caso Gürtel en la Comunidad de Valencia no tuvieran ningún impacto en los resultados electorales son solo la punta del iceberg de la impunidad electoral de la corrupción en España. Pero también en otros países miembros de la UE se dan estos casos como por ejemplo Austria, donde la corrupción parece también estar incrustada en el sistema político.
Uno de los principales pilares de la teoría liberal de la democracia es la separación de los poderes de la ejecutiva, legislativa y jurídica. Pero España es un ejemplo donde se ve que esta separación se ha quebrado (o nunca ha existido) por lo menos a los altos niveles del sistema jurídico. La alta politización del nombramiento de los miembros del tribunal constitucional y el regateo de los puestos de presidentes tribunales entre las asociaciones politizadas de jueces son indicadores de que tal separación no existe. A esto hay que añadir que parece que ni siquiera respetan las propias reglas de elección de candidatos para los puestos en los tribunales[13].
Y para finalizar, en España se aprueban leyes que luego no son respetadas ni por las propias ejecutivas. A pesar de que yo no estaba de acuerdo con la ley de educación que aprobó el parlamento español en el último año del gobierno de Aznar, ya me parecía entonces malo que una de las primeras medidas del entonces nuevo gobierno socialista fuera no aplicar esta ley. También se puede mencionar la ley para la educación en materias de ciudadanía aprobado por el parlamento español, que algunas Comunidades Autonómicas se resistían a aplicar. Pero quizás el asunto más grave, es la Ley de Dependencia (LAPAD) que no se aplica en los términos establecidos por la propia ley y que tienen una implementación muy desigual en toda España dependiendo de la orientación ideológica del respectivo gobierno[14].
En España siempre se están discutiendo las bajas cuotas de participación en las elecciones. Pero hay que mirarse también el bajo nivel de participación de los ciudadanos en la actividad política en el marco del sistema formal. En Barcelona ciudad, el Partido Socialista de Cataluña ha celebrado en febrero del año 2011 primarias para elegir el candidato/la candidata a la alcaldía en las elecciones municipales del mayo 2011. Lo que más me ha llamado la atención era el número de afiliados al PSC que tenía derecho a votar (a parte de los simpatizantes): alrededor de 3.400 personas.[15] Eso significa un 0,2 por ciento de los habitantes de Barcelona, que según Wikipedia tiene 1.600.000 habitantes. Se trata, por lo tanto, de un círculo de personas bastante exclusivo que ha dominado la política municipal en los últimos 30 años.
Pero la crisis democrática no afecta solamente a España, sino también a otros países miembros de la UE como Italia, que tiene un sistema político en crisis permanente no tanto por la figura de Berlusconi, sino por la incapacidad manifiesta de los otros partidos políticos, especialmente de la izquierda, de presentar una alternativa política parlamentaria creíble. También está Hungría con un gobierno de derechas, o más bien de extrema derecha, que aprueba leyes que limitan la libertad de expresión. También está la corrupción crónica de Austria o la incapacidad de los políticos belgas de constituir un gobierno. Tampoco el sistema parlamentario francés está libre de problemas. Hay casos de tráfico de influencias tanto al nivel nacional como internacional. Pero también sufre el problema que desde la izquierda no hay la capacidad de crear un alternativa creíble. Que el partido socialista discutía al principio del año y antes de la acusación por agresión sexuales, si Dominique Strauss, el entonces presidente del Fondo Monetario Internacional, representa la mejor opción para las próximas elecciones presidenciales es solo otro signo de que han abandonado la idea de diseñar una política económica alternativa.
En un artículo publicado en el periódico El País en febrero del 2011 Josep Ramoneda discutía los efectos de la reacción de los gobiernos europeos y de la Unión Europea al derrocamiento de dictaduras en los países árabes llegando a la siguiente conclusión:
La reacción de España -y de Europa- pone de manifiesto el estado de deterioro de nuestra democracia. Estos ciudadanos -tantas veces vistos desde aquí despreciativamente como parias- nos ponen en evidencia al luchar por la democracia cuando nuestra democracia se desdibuja día a día. Los gobernantes no se dan cuenta del malestar profundo que recorre España y Europa. No es casualidad que en Francia un panfleto de un nonagenario que invita a los franceses a la indignación haya vendido más de un millón de ejemplares. Algún día este profundo malestar despertará. Quizá entonces los Gobiernos europeos entiendan el ridículo que están haciendo ahora. Tengo para mí que la última estación de la revolución de las redes sociales será Europa.[16]
Por eso, me pregunto de donde viene esta muestra de optimismo de Capel de que se puede promover cambios a través de la política parlamentaria europea. Hay muchos signos de la decadencia de la clase política europea acompañado por una población apática, lo cual indica un declive de la democracia parlamentaria europea.
Otro problema del análisis político de los tres artículos es que no distinguen claramente entre el nivel formal y informal de la política. El sistema político formal de los estados miembros de la Unión Europea depende en gran medida del grado de las movilizaciones sociales y de que forma se articulan dentro del sistema parlamentario. No se trata de relaciones lineales o de causa-efecto simple sino de interrelaciones bastante complejas.
Un ejemplo para ilustrar estas relaciones tensas es probablemente el partido Verde de Alemania, que es fruto del movimiento ecologista, antinuclear y antisistema de los años 1970. El ejemplo de este partido muestra el problema de todos los partidos políticos nacidos de movimientos sociales. Para tener efectividad dentro del sistema político parlamentario se dan unas estructuras de decisión (y de poder) más rígidas, que les aleja de cierta forma de sus movimientos sociales.
También suele producirse cierto alejamiento de las posiciones políticas iniciales debido, en parte, a la necesidad de compromisos con otros partidos políticos para conseguir ciertos objetivos. En el caso del partido Verde alemán este distanciamiento se ha mostrado en su postura frente al envío de contingentes militares a Kosovo o de los acuerdos sobre el cierre de las centrales nucleares del 2001 que limitaba la vida útil de la fabricas nucleares de tal manera que en el año 2021 se hubiera apagado la última fabrica nuclear en Alemania[17]. El sistema parlamentario está orientado a compromisos y no a la imposición de posturas. Esta es la lógica del sistema hasta de los sistemas con gobiernos de un partido. Para mantener el sistema vivo se debe asegurar la continuidad del sistema también en fase de cambios del gobierno. Esta orientación al compromiso no incluye solamente llegar a acuerdos con otros partidos políticos, sino también con otros actores sociales como las asociaciones empresariales, los sindicatos, asociaciones de vecinos etc. Y en este contexto, los políticos parlamentarios deben ser pragmáticos, pero eso no quiere decir que se deben abandonar sus ideas políticas. Es decir el pragmatismo por el pragmatismo es un mal para el sistema político parlamentario que vive de la confrontación de ideas.
El problema teórico y práctico consiste en confundir el partido político con el movimiento social, que se corresponde a confundir el estado y la sociedad. El estado es el sistema político formal de una sociedad, en el caso de los estados de la Unión Europea, las democracias parlamentarias (incluyendo las monarquías parlamentarias como España, los Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Bélgica, Luxemburgo y el Reino Unido). Pero el estado no es la sociedad que es mucho más compleja. El estado tampoco se debe confundir con el sistema parlamentario, que sin embargo es uno de los pilares de los sistemas democráticos. Pero el sistema parlamentario y los partidos políticos nunca han sido las únicas formas de expresión política. La sociedad civil tiene muchos otros vehículos para expresar las opciones y opiniones políticas como muestran las diversas actividades de los diversos movimientos sociales, por ejemplo los sindicatos, los movimientos anti-nucleares o la actualidad española el movimiento de los indignados.
Por lo tanto, una de las características de la sociedad democrática es la tensión entre la sociedad civil y el sistema parlamentario, y como esta se resuelve. A esto hay que añadir la compleja interrelación entre el sistema político y sistema económico. Por lo tanto, tenemos un triangulo básico entre sociedad civil, sistema parlamentario y la economía, que está en un estado de tensión permanente, pero de diferentes grados de intensidad. Ahora bien, parece obvio que las grandes corporaciones económicas tienen en la actualidad algo más de influencia sobre los representantes políticos que los movimientos sociales. Pero que los movimientos sociales no tengan ninguna influencia y no puedan cambiar nada vía los parlamentos, me parece que no es correcto. Como ejemplo podemos poner el movimiento feminista (que es uno de los movimientos que ha tenido más éxito en poner sus puntos en las agendas políticas mundiales) y el movimiento ecológico (por lo menos en Europa y los Estados Unidos). Desde luego se puede argumentar que ambos movimientos no han puesto en entredicho los fundamentos del capitalismo, lo que tampoco es cierto desde mi punto de vista, pero han provocado grandes cambios culturales en las sociedades europeas y norteamericanas. Y el movimiento ecológico tiene, según mi impresión, un potencial considerable de cambiar concepto y teorías económicas.
El problema del sistema político Europeo reside actualmente en el hecho de la desconexión entre el sistema político y la sociedad. El futuro de las democracias europeas no está en los procesos parlamentarios sino en la relación entre los movimientos sociales extraparlamentarios y los partidos políticos, es decir en la posibilidad de articular una presión social legitima hacia, por ejemplo, un sistema ecológico sostenible.
En el marco de los sistemas democráticos parlamentarios, la presión social de los movimientos sociales se ejerce sobre los partidos políticos incluyendo la creación de nuevo partidos como muestra la creación del partido Verde alemán en el año 1980, pero también los partidos xenófobos en los Países Bajos o en Cataluña o nuevos partidos del independentismo catalán. Que la presión social suele tener primero un impacto en la sociedad y luego en la toma de decisiones en el marco del sistema parlamentario, lo muestran tanto el movimiento feminista como el movimiento antinuclear o ecologista. Sin embargo, la presión social muchas veces no es suficiente para conseguir los objetivos políticos como muestran, por ejemplo, las leyes aprobadas de la reforma del mercado laboral y los demás recortes sociales que se han aprobado en España o los recortes sociales aprobados recientemente por el parlamento griego.
Esto indica que se trata de unas interrelaciones de fuerzas muy complejas que no se pueden reducir a la relación entre movimientos sociales y partidos políticos, sino que se deben considerar también las relaciones entre los diversos movimientos sociales de diferentes índoles políticas. España y los Estados Unidos son ejemplos de que esta relación entre movimientos sociales y partidos políticos no es exclusivo de las políticas de izquierda y ecologista. En España, las movilizaciones organizadas por el movimiento católico en los últimos años son muestras de que también la parte más conservadora de la sociedad ha descubierto la calle como instrumento político. Lo mismo se puede decir del movimiento de Tea-party en los Estados Unidos, que ejerce un presión social considerable a la política parlamentaria. A parte hay que tener en cuenta las presiones sociales ejercidas de forma opaca por los lobbies.
La cuestión de fondo de la disputa que se expresa en los tres artículos es cual debe ser la forma de la acción política para cambiar la sociedad. Uno defiende desde un postura marxista acciones extra-parlamentarias sin desmarcarse claramente de los sistemas del así llamado socialismo real. En un apartado de su artículo Garnier compara la violencia ejercida por los sistemas del socialismo real con la ejercida por el capitalismo. Pero, sinceramente, creo que el siguiente argumento de Garnier está fuera de toda consideración:
Objetarás, desde luego, que los resultados de las revoluciones socialistas realizadas han sido, al menos, asimismo decepcionantes por no decir catastróficas, con tal, sin embargo, que se “olviden” las carnicerías y las devastaciones debidas al colonialismo, a las dos Guerras Mundiales y a todas las dictaduras exteriores o internas llevadas hasta hoy con el pretexto de “defender la libertad” o de “establecer la democracia”, al cual se añade ahora la “lucha contra el terrorismo” que ya ha dado lugar a centenares de miles de muertos y heridos, civiles en su mayoría.
No se puede justificar la violencia de un sistema político por la violencia de otro sistema cuando se quiere abrir las perspectivas a otro tipo de políticas. El problema de todas las posturas marxistas hoy en día es exactamente el pasado y el presente del así llamado socialismo real.[18] Y eso no quiere decir que las posturas marxistas no tengan validez para el análisis de la política actual y para abrir nuevas perspectivas de la acción política, pero los crímenes y las opresiones cometidas en nombre del marxismo científico están allí. Y no entiendo que la defensa de una postura marxista implique defender la situación que existía en los países del socialismo real – ni siquiera de la forma en que lo hace Garnier - sino aplicar el mismo análisis de rigor a estos sistemas políticos como al sistema capitalista.
Por otro lado, hay que subrayar que la apuesta por acciones a-legales o ilegales no significa apostar por actividades violentas. Pero antes de esto, hay que definir bien claro, que son actos legales, a-legales e ilegales, que son actos legítimos o en que situaciones actos violentos podrían estar justificados.
Solo quiero exponer a continuación algunos ejemplos, que ilustran esta problemática:
A) En los años 1970-80, uno de los puntos críticos tanto de la estrategia pro-nucleares del gobierna alemán como del movimiento anti-nuclear ha sido la planificación y la construcción de un almacén final de los residuos nucleares en la región de Gorleben en Bajo Sajonia. El gobierno de la RFA planeó la construcción de este almacén en las minas de sal de esta región agrícola y entonces fronteriza con la RDA. A principios de los anos 1980, militantes anti-nucleares ocuparon el terreno, donde se hacían las primeras perforaciones de sondeo, y construyeron un pueblo de cabañas llamado la “Republica Libre del Wendland”. La ocupación de estos terrenos era evidentemente una acción política ilegal, a la cual el gobierno federal reaccionó con un desalojamiento reestableciendo la “legalidad”. En julio del año 1980 el entonces canciller socialdemócrata H. Schmidt daba la orden de desalojamiento, en el que se producían combates bastante violentos entre la policía y los manifestantes. Ahora mismo, hay en Gorleben dos almacenes temporales de residuos nucleares y se sondea de nuevo la posibilidad de crear allí el almacén final de residuos nucleares de Alemania. Sin embargo, las protestas anti-nucleares no han cesado en esta región desde los años 1980 y han cobrado nuevas fuerzas desde que el gobierno actual ha empezado de nuevo allí los sondeos para el almacén final.
B) La industria nuclear alemana envía parte de sus residuos a la planta de reprocesado de combustible nuclear La Hague (Francia) pero con el compromiso de repatriar los residuos tratados a Alemania. Eso se hace desde algunos años transportando los residuos desde La Hague hasta Gorleben. Para impedir o mejor dicho dificultar estos transportes, el movimiento antinuclear bloquea vías de tren y carreteras. Evidentemente, se trata de acciones ilegales.
C) En Stuttgart se está construyendo una nueva estación de trenes, que facilita, según la planificación de los ministerios respectivos y de la “Deutsche Bahn” una considerable mejora de los servicios, pero que tiene un enorme impacto en el entorno urbano. Hay un movimiento social apoyado sobre todo por el partido verde que rechaza el proyecto y hace manifestaciones continuas. En el curso de estas manifestaciones legales se han producido ocupaciones de instalaciones, que son evidentemente acciones ilegales.
Se trata de tres situaciones reales en las que hay acciones ilegales o no-legales, en cuyo curso se han producido actos violentos de mayor o menor grado. Hay que subrayar que tanto las acciones del bloque de los transportes de residuos nucleares como de protesta contra la construcción de nueva estación de tren incluyendo la ocupación temporal de instalaciones están, en general, considerados como legitimas. Son tres ejemplos en que se observa la línea delgada entre acciones legales, a-legales, ilegales y violentas, por un lado, y entre acciones legitimas y ilegitimas[19].
Un problema añadido a esa discusión es que, implícitamente, se insiste en la “legitimidad” a acciones a-legales o ilegales contra el estado opresor en el caso de acciones de izquierda, pero no olvidemos que los movimientos de la derecha se consideran también perseguidos por el estado y como muestra el movimiento antiabortista en los Estados Unidos dispuesto a cometer acciones ilegales y violentas (incluyendo atentados a médicos y clínicas abortistas).
Capel defiende una estrategia de reformas que me parece que no tienen mucho futuro, por lo menos, en la Europa actual. Aquí, la critica de Garnier al sistema de la democracia parlamentaria y a los políticos de la izquierda reformista tiene mucho sentido. En las últimas décadas, se ha visto que políticos de la izquierda han abandonado paulatinamente su postura ideológica de izquierda hablando del pragmatismo político.
Pero un cosa es que se acepte que en una democracia parlamentaria se deben hacer compromisos, sobre todo en sistemas políticos como el alemán donde los gobiernos de un solo partido son la excepción. Algo parecido ocurre en España, donde el sistema parlamentario da un peso específico a los partidos autonómicos nacionalistas como CiU y el PNV. Pero hacer compromisos no quiere decir abandonar las ideas propias.
En Alemania el proceso de deterioro de la ideología social-demócrata ha sido un largo proceso, pero lo que ha ocurrido aquí en España en los últimos dos años ha sido un abandono brutal de unas ideas social-demócratas sometiéndose a una supuesta dictadura del mercado, que como he explicado antes no es tal, sino más bien provocado por la presión de los gobiernos conservadores y liberal-económicos de otros países de la UE y de la Comisión Europea.
Y para finalizar esta parte, me parece indecente que líderes social-demócratas una vez abandonadas sus responsabilidades políticas se incorporen inmediatamente como asesores y directores a grandes empresas como por ejemplo Toni Blair, Gerhard Schroeder y muchos otros. Hay otras vías más decentes o adecuadas como por ejemplo Helmut Schmidt, que sigue a sus más de 90 años como editor de un periódico semanal alemán. El proceso de deterioro de políticas socialistas o social-demócratas ha llegado en España a un grado tal que es difícil de percibir aún rasgos izquierdistas en sus políticas. Pero que en Italia donde la política del gobierno de derechas muestra niveles preocupantes de ineficacia y donde el presidente de gobierno está implicado en múltiples escándalos, la izquierda italiana no sea capaz de recuperar capacidad política es probablemente un signo de que la izquierda parlamentaria italiana tiene las ideas ya agotadas. Por lo tanto, es difícil percibir ahora mismo espacios para una política de reformas de la izquierda en el estricto marco parlamentario.
La decepción respecto al desarrollo socio-económico y sobre todo la gran decepción con la clase política europea se muestra en ratios de participación electorales bastante bajas, que a su vez son signos inequívocos del distanciamiento entre la ciudadanía y la clase política. Pero como muestran los ejemplos de los Estados Unidos y el Reino Unido, unas ratios bajas de participación no es un indicador de que exista un estado pre-revolucionario. Y si hacemos referencia a los indicadores de los resultados electorales en muchos países europeos y estudios sociológicos, la crisis no conduce a un auge de los movimientos de la izquierda, sino más bien a un auge de la extrema derecha (ejemplos: Hungría, los Regiones del Este de Alemania, Suecia, los Países Bajos, Bélgica, Francia).
Los tres artículos hacen en algunas partes referencia a la educación y cualificación. Garnier comenta en una parte de su artículo, que según Capel, „la ‘alfabetización generalizada’ y la ‘información superabundante’ darían a la población la ‘posibilidad de decisión personal’, contrariamente a lo que parecen pretender los foucaultianos para quienes éstas conducirían no a la liberación sino a la opresión. Habría que saber, sin embargo, de qué ‘población’ se habla. Tampoco profundiza más en el rol de la educación para el desarrollo social. Capel al contrario, parece que, sigue defendiendo el ideal de la ilustración considerando la educación esencial para el desarrollo individual y social. Y es el que más habla de la relevancia de las cualificaciones para el mercado laboral.
Me extraña un poquito, que en esta discusión no se haga mayor hincapié en la teoría de capital de Bourdieu que aplica la teoría del capital de Marx de forma abierta conectando desde la perspectiva de la teoría de acción con otros enfoques sociológicos como por ejemplo la teoría de medios de interacción que desarrolló Parsons en el marco de su teoría de sistemas sociales o la teoría de medios de comunicación generalizados que elaboró Luhmann en el marco de su teoría de sistemas sociales autopoiéticos. La teoría de Bourdieu amplia la perspectiva de capital y de la lucha por las posiciones en las sociedades a la educación y las relaciones sociales expresadas en las nociones de capital cultural y capital social. Quiere decir que se trata de un juego social en el que se puede usar diferentes recursos (formas de capital). Por lo tanto, educación podría ser un recurso para el ascenso social.
Pero los trabajos de Bourdieu dejan bien claro, que educación sola no es suficiente. Por un lado, sostiene que el diseño de las carreras educativas incluyen ya un sesgo social en favor de la clase dominante. Además el capital cultural no es solamente educación en el sentido escolar, sino que incluye muchos otras aspectos de la socialización. Y estudios sobre igualdad de oportunidades –incluyendo el estudio PISA– confirma una discriminación por ejemplo de las minorías étnicas como lo hijos de familias de origen turco en Alemania o de los hijos de familias magrebíes en Francia y España.
Recurrir a este enfoque de los diferentes tipos de capital, hace más fácil explicar la diferenciación interna de la clase trabajadora. Según su capital cultural y social, y su consideración en los campos específicos del mercado laboral, los trabajadores ocupan diferentes posiciones en las empresas. Para la diferenciación interna de la clase obrera, se debe tener también en consideración otros factores como la etnia, el género o la edad. Me parece que es un hecho comprobado que pertenecer a una etnia diferente a la mayoría de la población de un territorio –como por ejemplo ser gitano en todo Europa, sudamericano o magrebí en España, magrebí en Francia, turco en Alemania etc.– dificulta si no impide seguir ciertas trayectorias profesionales.
Admitir el valor de la educación como factor de cambio socio-económico en las sociedades, no implica cerrar los ojos al hecho de que la educación ha tenido siempre también una función de control social. Tampoco implica negar que el apoyo a la generalización de la educación primaria, secundaria y terciaria, la lucha contra el abandono escolar, el apoyo a la formación profesional por parte de los gobiernos y los partidos políticos solamente persigue objetivos de justicia social y de igualdad de oportunidades. Desde luego, detrás de estas estrategias hay (también) intereses económicos. El aumento de la tecnificación de los procesos laborales (tanto industriales como de servicios), que a su vez es inherente al proceso competitivo de la generación de plusvalía en el sistema capitalista, requiere más cualificación por parte de los trabajadores y en el fondo una renovación constante de las cualificaciones. Y también es cierto que este proceso de destrucción creativa vuelve obsoletas muchas profesiones (un ejemplo sería el invento de las cuchillas de afeitar que ha dejado en desuso la profesión de barbero) y pone en aprietos a muchos trabajadores y trabajadoras como muestran las cifras de desempleo en cada crisis económica y financiera.
Sin embargo, no conozco ningún estudio que haya negado el valor de la educación por el bienestar de los individuos. La capacidad de poder leer y calcular abre perspectivas a los individuos que antes no tenían.
Un aspecto importante que falta, desde mi punto de vista, en los tres artículos es la tensión entre la libertad y el compromiso social. En la sociología, uno de los temas esenciales es como puede existir un orden social, y por ende una sociedad, a pesar de la libertad del individuo de actuar –el problema de la doble contingencia de la acción[20]. Hay una variedad de respuestas a esta pregunta, pero lo esencial para la sociedad es mantener el equilibrio entre la libertad individual y el compromiso social de los individuos.
A pesar de que Capel discute en su artículo de réplica largamente y en varios apartados los logros de la revolución liberal (el liberalismo como fuerza de progreso en la transición del absolutismo a la sociedad moderna) no se menciona la libertad como meta de las acciones políticas. Es decir, en los tres artículos no se discute abiertamente el problema de la tensión entre libertad individual y compromiso social. Pero desde mi punto de vista es uno de los problemas fundamentales de la discusión política actual y del capitalismo en general. ¿Hay un límite para la creación de beneficio individual en detrimento del beneficio social? ¿Existe un límite de la libertad individual respecto a la sociedad presente y la sociedad del futuro? ¿Se arregla todo a través de la mano invisible del mercado o se debe regular?
En el curso de la lectura del artículo surge la impresión que esa ausencia del tema de la libertad no es casual sino debido al hecho de que la argumentación está centrado en las clases sociales y no en los individuos y los ciudadanos. Pero como Capel mencionó en su artículo de replica: “Die Stadtluft macht frei”, en la edad media vivir en una ciudad un año y un día liberaba al individuo de las obligaciones feudales creando al mismo tiempo nuevas clases sociales. Es decir la libertad es, en principio, individual, pero es también una construcción social.
Y uno de los problemas fundamentales de la izquierda consiste en el fracaso de los sistemas del socialismo real no solo en no asegurar un bienestar económico y social de su población y la igualdad social[21] sino sobre todo en no garantizar la libertad individual frente a las supuestos intereses del estado. Es obvio que estos sistemas se regían por otros criterios más ligados al poder político: el poder a que estaba sometido el sistema económico, el sistema cultural etc. En el capitalismo se tiende a ver la relación al revés, es decir, que el poder político está sometido a las fuerzas económicas. Y como los sistemas del socialismo real han fracasado en la construcción de un sistema económico sostenible que garantice cierto bienestar a sus ciudadanos y libertad en muchos aspectos (libertad de expresión, libertad de movimiento etc.), no sirven, según mi punto de vista, como referente para construir una nueva realidad social. Pero como ya he dicho antes, me parece que el enfoque marxista renovado sigue siendo un instrumento valido de análisis de la realidad social y para dibujar líneas de actuación política. Pero este tipo de análisis tampoco determina por que tipo de acción política se opta.
Al lo largo de este comentario a la disputa entre Garnier y Capel he esbozado una línea argumentativa que, por diferentes motivos, no considera que las políticas tradicionales de la izquierda –tanto la vertiente reformista como la revolucionaria– sean vías para abordar los problemas actuales de las sociedad europea. Al contrario, se opta por el ecologismo liberal, que pone en el centro de interés el individuo y la tensión permanente entre la libertad individual y el compromiso social como opción con cierta perspectiva para transformar la realidad social europea y mundial.
Un ejemplo de la capacidad transformadora lo describe el sociólogo alemán U. Beck en un artículo publicado en El País en junio de 2011 subrayando las implicaciones políticas de optar por un tipo de energía u otro:
La energía nuclear es jerárquica y antidemocrática. Exactamente lo contrario puede decirse de las energías renovables, como la eólica o la solar. A quien obtenga su energía de una central nuclear se le cortará el suministro eléctrico si no paga la factura. Nada semejante puede ocurrirle a quien obtenga su energía de placas solares instaladas en su casa. La energía solar hace a la gente independiente. Está claro que esta libertad de la energía solar pone en cuestión el monopolio energético de la energía nuclear[22].
El análisis de Beck falla aquí en establecer una simple dicotomía entre energías tradicionales y renovables y relacionarlo con implicaciones para la democracia. También las energías renovables están abiertas al control por parte de las grandes empresas como muestra la creación de grandes parques eólicos en la comarca del Priorat de Cataluña y los grandes proyectos de parques eólicos marítimos. Al contrario, hasta ahora, no hay molinos de viento para producir energía que se pueda instalar en los edificios singulares. También el proyecto europeo de construir un gran parque de energía solar en el desierto del Sahara se corresponde a las ideas de grandes proyectos controlados por las grandes empresas. Pero lo que importa en la cita de Beck es que la tecnología renovable esta abierta al uso individual al contrario que la energía nuclear. En otras palabras, las energías renovables abren una puerta para cambiar las relaciones de poder en este segmento estratégico de la economía capitalista y para reforzar la libertad de los ciudadanos.
Notas
[2] Desde la alta burguesia se usa muy a menudo la noción ‘cultura popular’ de forma negativa para resaltar el valor distinctivo de la ‘alta cultura’.
[3] Los problemas que surgen cuando un partido político nace de un movimiento social –como es el caso del Partido Verde en Alemanía que es el producto del movimiento anti-nuclear– se discute más tarde.
[4] Estas reflexiones se han escrito antes de que el movimiento de los indignados haya surgido en España y no se ha considerado oportuno incluir referencias posteriormente dada la complejidad social de este movimiento, pero sobre todo a la ignorancia del autor sobre este fénomeno.
[5] Martínez Alier 2008, p. 29, 30 y 31.
[6] Véase Martinez Alier 2008.
[7] Véase por ejemplo: Rudy 2001, Magdoff 2002 y Foster 2002.
[8] Y eso a pesar de que en Alemania se reclama que el orígen del pensamiento ecologico está en los trabajos de biologo Ernest Haeckel, quien ha sido el primero en usar está noción en 1866. Por lo menos cabe la posibilidad de que Marx conocía las obras de Haeckel.
[9] W. Streeck es Director del Max-Planck-Institut für Gesellschaftsforschung [Instituto Max Planck de la Investigación Social] y ha publicado recientemente un artículo titulado “Taking Capitalism Seriously: Toward an Institutionalist Approach to Contemporary Political Economy” (MPIfG Discussion Paper 10/ 15 – disponible en http://www.mpifg.de/pu/mpifg_dp/dp10-15.pdf).
[10] “Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas” (Manifiesto del Partido Comunista consultado en http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/Marx/ManifiestoComunista.htm).
[11] Hay también miembros del Parlamento Europeo quienes enfocan su carrera en primera instancia a Europa como por ejemplo el representante de Iniciativa per Cataluña Raül Romeva i Rueda, el del Convergencia i Unión Ramon Tremosa i Balcells y el los Verdes de Francia Daniel Cohn Bendit.
[12] Si añadimos (i) que tanto el gobierno de la Sra. Merkel, como el de Sarkozy, de Berlusconi o el gobierno de Zapatero tienen grandes problemas de respaldo social en su respectivos países y (ii) que tres gobiernos están practicamente intervenidos por la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, surge la pregunta con que legitimitad social el Consejo Europeo y la Comissión Europea están tomando las decisiones. Por lo tanto, se puede hablar con mucha razon de una crisis política profunda de la Unión Europea, que corre riesgos de implotar.
[13] Según un artículo de José Yoldi publicado en el periodico El País del 20/06/2011 bajo el titulo de “El arcano del juez fallido o el suplente de si mismo” el nombramiento de Rafael Gimeno-Bayón como magistrado de la Sala Civil del Tribunal Supremo no cumplia la exigencias establecidas para la elección de jueces. La propia Comisión de Calificación no le consideró idoneo para el puesto vacante, pero el Consejo General del Poder Judicial lo incluyo de todas formas en la lista de candidatos y salió elegido. La Sala de lo Contencioso del Supremo lo revocaron un año después de su elección, pero el afectado lejos de dimitir inmediatamente de su puesto participó en casos pendientes de envergadura de la Sala de lo Civil y seguirá ejerciendo como juez de esta sala hasta el 30 de Junio cuando el pleno del Consejo General ejecutará la sentencia dos meses y medio despues de su aprobación y le propone ahora para una plaza de suplente.
[14] Véase Krüger & Jiménez 2011.
[15] “En total, estaban convocados unos 12.000 votantes, 3.400 de ellos militantes y unos 8.600 simpatizantes” (articulo en El País del 19/02/2011 titulado “Hereu será el candidato socialista a la alcaldía de Barcelona”). De hecho han votado 4.214 personas, que es alrededor del 35% de los personas con derecho de votar. Un cifra de participación que tampoco es muy alto.
[16] Josep Ramoneda, “Del 23F al Norte de África”, en El País del 24/02/2011
[17] El acuerdo del apago de los centrales nucleares del entonces gobierno socialdemocrático-verde partió del supuesto de un funcionamiento estandard de una fábrica nuclear de cerca de 32 años de vida útil, y calculó en base a este las cantidades que cada planta de energía nuclear podría producir a partir de entonces. Este acuerdo –el así llamado ‘consenso nuclear’– se traducia en que la última de las 19 fabricas nucleares se hubiera apagado definitivamente alrededor de 2021. En el año 2010 el actual gobierno conservador-liberal aprobó una ley que prolongó la vida útil de las centrales nucleares a un máximo de 12 años, pero después del accidente nuclear de Fukuyama, el gobierno conservador-liberal ha dado marcha atras y ha vuelto prácticamente a la situación anterior de abandono de la energia nuclear en los próximos 10 años.
[18] Dudo que el propio Marx, a pesar de su postulado de la dictatura del proletariado, hubiera defendido este tipo de regimenes.
[19] Un análisis de los movimientos sociales en los países árabes para reclamar cambios de sistemas mostrarían con toda seguridad que frágil es la línea que separan acciones legales, a-legales, ilegales y violentas.
[20] Parsons planteó el problema de la doble contingencia referiendose a la improbabilidad que en una situación con dos actores (A) y (B), el actor (B) responde a un acción de (A) según las expectativas de (A) y que luego (A) responde a la reacción de (B) según las expectativas de (B). Que se produzcan interacciones estables entre estos dos actores depende de la aparición de un campo de referencia común, es decir un marco de expectativas recíprocas. Pero el grado de la libertad de acción que tienen los dos individuos - la doble contingencia - hace que la coordinación de acción entre estos dos actores, y por lo tanto el surgimiento de un marco de expectativas recíprocas es poco probable. Esta suposición suscita el problema como se establecen entonces cadenas de interacción y por ende orden social y la sociedad.
[21] No soy realmente experto en estos temas, pero mi impresión es, que en estos sistemas tampoco había por ejemplo igualdad (de género: por ejemplo no recuerdo ninguna mujer como secretaria general de un partido comunista).
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