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Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XV, nº 856, 25 de enero de 2010

[Serie  documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]


ANTECEDENTES SOBRE EL COMERCIO DE LA NIEVE EN IBI: UNA ACTIVIDAD DESARROLLADA ENTRE EL SIGLO XVII Y EL XX


Paula Andrea Quijada Prado
Geógrafo
paquipra@gmail.com


Antecedentes sobre el comercio de la nieve en Ibi: una actividad desarrollada entre el siglo XVII y el XX (Resumen)

El uso y consumo de la nieve, popularizado desde el siglo XVI en España, implicó el esfuerzo y la organización de un sistema de abastecimiento que permitiese cubrir las demandas cada vez más crecientes entre la población. Dentro de este contexto, la zona de Ibi comenzó a destacar desde el siglo XVII como un centro de producción importante al sur del Reino de Valencia. Este artículo ofrece desde una visión histórica, basada en documentación bibliográfica y de archivo, algunas pautas de lo que representó la actividad.

Palabra clave: nieve, pozo, Ibi, comercio


Background of the trade of snow in Ibi: an activity developed between the 17th and 20th century (Abstract)

The use and consumption of snow, which became popular during the 16th century in Spain, demanded the efforts and the organization of a system of supply able to cover the increasing demands of population. In this context, the area of Ibi started to stand out in the 17th century as a centre of important production in the south of the Kingdom of Valencia. This article offers some guidelines of what represented this activity from a historical point of view, based in bibliographic documentation and of archives.

Keywords: snow, well, Ibi, trade


Pioneros en la fabricación del helado en España, los habitantes de Ibi poseen una historia asociada a la recolección, al uso y consumo de la nieve desde tiempos remotos, situación de la que aún quedan vestigios gracias a un número no despreciable de pozos desperdigados a lo largo y ancho de su territorio, patrimonio que el municipio intenta mantener con esmero.

Dicha tradición se debe a su privilegiada posición geográfica ya que se encuentra enclavada en el interior de la Hoya de Castalla, rodeada por montañas y asentada sobre la cuenca del Montnegre[1] en la provincia de Alicante; con una cota media de 850 m.s.n.m. queda posicionado como el municipio más alto de toda la provincia, confiriéndole también un clima mediterráneo matizado de continentalidad.

Reconstruir el pasado histórico de esta actividad partiendo de datos de archivo no es fácil: la documentación que existe es muy dispersa y sólo a través de la búsqueda en diferentes fuentes, de la relación y del trabajo interdisciplinario se puede lograr estructurar una aproximación a lo que fue y significó esta actividad en diferentes zonas de España. En el caso de Ibi, se trata de una actividad que además de dejar testimonios arqueológicos emplazados en su territorio derivó en otra posterior a la que en algún grado queda vinculada: el helado, y de la que sus habitantes se sienten orgullosos, valorándola y considerándola como parte de su historia y su cultura, y siempre asociada a la explotación primera y consumo de nieve.

En general, bien puede señalarse que tradicionalmente la región valenciana fue consumidora de frío, especialmente las ciudades de Valencia y Alicante[2], siendo esta última la más cercana a la zona que nos interesa. El municipio de Ibi se caracterizó por ser proveedor de este producto en prácticamente toda la parte Sur de lo que hoy se conoce como la Comunidad Valenciana; lamentablemente no se cuenta con información acabada para poder analizar la implicación real de la actividad, pero incluso así pueden rescatarse algunos antecedentes que permiten entender mejor su relevancia.

Aun cuando se sabe del uso y consumo de la nieve como actividad económica desde hace mucho tiempo[3], no será sino hasta entrado el siglo XVII cuando las referencias documentales comiencen a dar testimonio más fehaciente del desarrollo de esta actividad comercial. Así, la primera referencia que puede rescatarse del Archivo Municipal de Ibi data de 1630 y es recogida en el Llibre del Consell, donde una vez declarada la Universidad de Ibi como Villa Real en 1629, se reorganizan las actividades municipales desprendiéndose información que da cuenta de ‘les casetes de la Neu’ [4]. Por su parte, la mayor demanda de nieve en estos tiempos tenía como fin su uso en medicina (entre otras utilidades, por ejemplo, fue muy importante en el control de epidemias) así como para paliar los calores agobiantes del estío. Entiéndase, además, que era considerado un bien de lujo y muy valorada en eventos de relevancia como bebida fría.

 

La arqueología de los pozos de nieve

Josep Mª Segura, director del Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi, ha trabajado junto con Jorge Cruz Orozco sobre la ‘red de pozos de nieve en las tierras valencianas’. En su libro se señala la existencia de nueve pozos de nieve localizados en Ibi, de los cuales cuatro fueron urbanos. La mayoría de ellos estaban emplazados principalmente en la serranía conocida como Carrasqueta, colindante con Xixona.

 

Figura 1. Camí dels geladors
Fuente: http://www.ibivirtual.com

 

De su descripción y estado podemos rescatar lo que se aprecia en el cuadro 1.

 

Cuadro 1
Pozos de la nieve en Ibi

Pou de l'Anouer/B. de Fabriqueta: Con un diámetro de 11'3 m., una altura de 12 m. y una capacidad de 1200 m3.  Se puede señalar que actualmente es una bóveda de mampostería, de la que sólo se conserva el inicio. Posiblemente este sea uno de los pozos más antiguos de la Foia de Castalla, y su estado de conservación es muy malo. Se ubica en la parte superior del Barranco de la Fábrica, en la ladera S. de la Sierra Menechador.
Pou de Simarro/Cava Roja: Su diámetro de 14'7 m., una altura de 16'2 m. y una capacidad de 2700 m3. Se conserva el inicio de la bóveda, estribos de los arcos y un túnel. Es uno de los de mayor dimensión de toda la Foia de Castalla. Situado en la Sierra de los Barracones, al NE. del Alto Caño, ladera derecha del Barranco de las Simas, frente a la Cueva Simarro.
Pou del Canyo: Posee un diámetro de 9'80 m., una altura de 10'3 m. y una capacidad de 770 m3. Se aprecia una cubierta de teja y un túnel. Su estado es bueno, hay una pequeña casa con un aljibe. Se ubica en la Sierra de los Barracones, al S. de la cima del Alto Caño.
Pou del Barber/Cava Blanca de Santa María: Con un diámetro de 7'3 m., una altura de 8 m. y 330 m3. Aparece como una bóveda de mampostería en buen estado, conserva una puerta y su cúpula. Se ubica en la partida de Santa María, entre las Peñas del Racó Vell y el Pilar de Chimo.
Pou Pocotrigo: Pozo urbano, terraplenado. Estaba situado a la derecha del camino viejo de Villena-Alcoy, antes de llegar al aragador que pasa por el Alto de Saco en la finca de Pocotrigo (barrio Mirasol).
Pou de les Eres/de Pepito Pateta/Pouet de la Neu: Pozo urbano, terraplenado. Estaba situado en el patio del Colegio Cervantes, entrando hacia la derecha (aulas prefabricadas).
Pou de les Ànimes: Urbano, terraplenado. Estaba situado cerca del riu de les Caixes, a la espalda de la casa nº 62, al final del callejón de les Ànimes.
Pou del Corralet/Pou de la Caseta Tono: Urbano, terraplenado. Situado en la entrada del Colegio San Pascual, terrenos pertenecientes a la finca del Corralet antaño.
Pou del Sargaret: Terraplenado en 1793.
Fuente: Cruz Orozco, Jorge y Josep Mª Segura i Martí, p. 214. Monleon, M.: Revista de Moros y Cristianos de Ibi, 1985.



La fecha de construcción de estos pozos es incierta; sin embargo el trabajo de archivo que los responsables de esta materia han desarrollado en Ibi sugiere que hacia 1630 el Cabildo del Consell General delimitó zonas de pastos (protegidas por ley bajo diferentes penas) “y a través de ellos nos llega la referencia de la existencia de ‘les casetes de la Neu’ ubicándolas en la subida del Barranco de las Sevillanas, por lo que hemos deducido debe tratarse del Pou del Anuer que a falta de más documentación de contraste sería el más antiguo del catálogo de pozos de Ibi y se encuentra situado a 1190 m. Tras el estudio de datos documentales creemos que este pozo debe ser el que aparece denominado como el de Sirvent, haciendo referencia a su primer propietario”[5].

Así, revisando los antecedentes puede señalarse que, por ejemplo, el ‘Pou de les Ànimes’ fue construido a instancias del Clero de la  Parroquia de la Villa en 1727 con características urbanas y para socorro ‘de las almas del purgatorio’ [6].

Desde esta fecha en adelante, se constata en los archivos un incremento en las relaciones comerciales, atrayendo un mayor número de interesados en la construcción de pozos en esta zona de montaña. Los datos que existen desde entonces dan fe de nuevos comerciantes locales, o procedentes principalmente de Alicante, que serían quienes monopolizarían el comercio de la nieve a partir de ese periodo. Familias como Rico, Sirvent o Picó, entre otros,  serán apellidos recurrentes y asociados a esta actividad en la zona.

De 1732 existen testimonios documentales que señalan que se otorgó “establecimiento á Bartholomé Picó mercader, Vei de la Ciud(ad) de Alicante, del sitio que por su memorial pide, para recoger nieve y hacer un Ventisquero ó Almiar para depositar y (…), que comprende desde el collado nombrado de la Malladetafonda, hasta el Cabezo, nombrado de Menejador, dándole facultad para poder recoger la nieve que cayese en el (…) de d(ic)ho sitio y para poder fabricar d(ic)ho ventisquero, sin que otra persona la pueda recoger ni fabricar ventisquero ni obra en d(ic)ho sitio pero con la condic(ión) que no pueda d(ic)ho Picó ni sus Succe(sivos) en su dies, impedir á ningún Vei cortar leña dentro de d(ic)ho Sitio, ni (…) ganados…” [7].

Del libro de Cabildo de la Villa de Ibi en memorial fechado el 26 de agosto de 1750, se puede leer el contrato de establecimiento del pozo de Simarro donde: “se le establecieren á Domingo Pico los mil y dozientos pazos en quadro en el lugar que expresa <término> propio de este común sin embargo de lo que incinua en su memorial, para fábrica del pozo caza albergue y demás que pide, esto es, seisientos pazos naturales a los quatro (…) contadores desde el sentro del pozo, cuyo establecimiento y licencia se le hare y condece con los capítulos y condiciones”[8].

 

La actividad de la nieve

Cavanilles señaló en 1797 que en Ibi vivían 800 vecinos, destacando el hecho de que en el siglo anterior el municipio sólo rondaba los 300. Dicho incremento poblacional lo asoció inmediatamente a la actividad económica que se desarrollaba en estas tierras: la agricultura, el textil y la derivada de la nieve.  

“En invierno, quando la agricultura no necesita tantos brazos, se ocupan de recoger la nieve, depositarla en pozos, y arrancar matas, con que cubren y conservan para llevarla en verano á Alicante, Elche, Xixona, Alcoy y otros pueblos de la comarca. Durante quatro meses, empezando en Junio, salen diariamente de Ibi 50 cargas, y unas 25 en Abril, Mayo y Octubre, cuyo tragino ocupa igual número de caballerías, y muchos hombres, y dexa á los abastecedores, que son de la misma villa, de 600 á 700 reales diarios de beneficio líquido” [9].

Hacia el siglo XVIII y a partir de unas notas publicadas por Vicente Castañeda y Alcover, J. Castelló señala: “en la sierra de Ibi y Carrascal de Alcoi se suele recoger tan gran cantidad de nieve que, conservada en unos grandes edificios que por sus dimensiones y sus cuidada fábrica eran auténticos monumentos, llegaron a abastecer algún año a la mitad del Reino de Valencia y parte de la de Murcia”[10].

Los dueños o arrendatarios de los pozos contrataban mediante  pregones la mano de obra que requerían; en general los contratistas tenías previsto unos gastos por temporada que se aproximaban a las 250 palas, marzos (pilons), capazos, almacenamiento de ‘palla d'arros en capull' (cascarilla de arroz), más el respectivo pago de los jornaleros y el alquiler del pozo de ser necesario[11]

La distribución del trabajo se dividía en diferentes categorías. Por un lado estaban los peones, quienes se encargaban de recolectar la nieve con palas y capazos, mientras otros se dedicaban a trasladarlos a las caballerías que luego serían conducidas a los pozos. Posteriormente, la nieve era descargada y dentro de las cavas los trabajadores la repartían y apisonaban.  El apisonamiento se realizaba mediante el uso de mazos y quienes trabajan dentro de éstos espacios llevaban los pies protegidos con lanas y calzados de esparto de gruesa suela.  Cuando se completaba un metro de nieve se colocaba una gruesa capa de cáscara de arroz y se repetía la misma operación desde el principio formando capas sucesivas hasta completar el pozo. Los peones trabajaban por turnos, siendo reemplazados de vez en vez por otros, todos bajo la vigilancia de capataces que controlaban el funcionamiento del trabajo. Cuando la marcha declinaba, comenzaban las canciones de ritmo lento que ayudaban a marcar los golpes:

 

Figura 2. Els nevaters de Massanella

 

 

Figura 3. Canço de xafar neu
Fuente: Música d'Ibi. Benedicto Ripoll Martínez

 

La base era una melodía sencilla y repetitiva en la que se interpretaban cánticos jocosos y hasta improvisados sobre los aconteceres locales, al tiempo que daban  ánimos y marcaban los ritmos de compactación de la nieve. No se trataba de cantar mientras se hacía el trabajo, pero hacerlo era parte de la actividad puesto que implicaba una ayuda[12]. A veces, dichos momentos de cantos y trabajo, eran acompañados con vino para ayudar a entrar en calor y amenizar así la fría jornada laboral.

En la época estival, es probable que los mismos trabajadores se dedicaran a las actividades de tablajeros o transportistas de la nieve, llevándola desde los pozos hacia sus diferentes destinos. Existía a la vez un buen contingente de jornaleros emigrantes, como así lo señalan documentos de finales del siglo XIX. Rafael Altamira expone: “En Ibi y su término que emigraba a Castilla, Aragón y África-Argelia-, se formaban cuadrillas de 10 a 20 hombres y nombraban un ‘cap’ que representaban al grupo en todos los asuntos que incumben a la cuadrilla, que se organizaban corporativamente”[13].

Así por ejemplo, entre las cláusulas para el establecimiento y usufructo del pozo de Simarro puede por ejemplo leerse (cláusula 6) que: “los hombres, y vagajes que se necesitaren para la nieve en el pozo, hayan de ser de la villa <preferible> á forasteros, y pagados en esta forma; por cada día natural de trabajo y jornal sinco sueldo a un hombre, y sinco sueldos de un vagaje mayor; y quatro sueldos un menor, en buena moneda”[14]; dándose a entender que era preferible la mano de obra local, a modo de protección, que la forastera; y que era mucho más valorado (económicamente) contar con animales de carga o insumos personales que ayudasen al trabajo.

En muchas ocasiones, el establecimiento de pozos demandaba también la construcción de habitaciones o casas  para resguardo de los trabajadores. Algo sobre ello puede leerse en la cláusula número 7 del establecimiento del pozo de Simarro, donde se señala: “que los mil y dosientos pasos en quadro, se le establecen solamente para fábrica del pozo y habitación que necesitaren (…) privativo de la nieve, quedando todo lo demás, esto es, leñas, y cavas, pastos y aprovechamientos, a beneficio de (…) particulares de la villa”[15].

Como puede comprobarse, la puesta en marcha de la actividad de la nieve estaba organizada, reglada y hasta fiscalizada por los municipios. Los dueños de la nieve delegaban funciones laborales en sus capataces o encargados, quienes serían a fin de cuenta los que llevarían y sacarían el trabajo a flote, puesto que ellos básicamente eran los inversores, y su posición social podría verse mermada si además de eso, fueran ellos mismos los que estuvieran a cargo de los ‘por menores’.


El remate de las regalías de la nieve

El suministro continuado de nieve a los habitantes de la propia villa fue requisito indispensable frente a cualquier tipo de compromiso asumido por los comerciantes, dueños o arrendatarios de los pozos. Cuando se otorgaba la licencia de establecimiento de un pozo, como es el caso del Simarro, entre sus cláusulas podía leerse:

 

Figura 4. Libro de Cabildos 1.750.
Fotografía: Paula A. Quijada Prado

 

-         Primera cláusula: “…que haviendo Nieve recoxida en el pozo, u nevado para poderla haver puesto haya de dar la nieve que se necesitare para el abasto y consumo de los vezinos y nevatería de esta villa que pondrá el Ayuntamiento de ella a su voluntad perpetuamente a Razon y a precio de un sueldo de doce dineros pagados a arrova pesada a puerta de pozo”[16].

Así, se señala que en el caso de no hubiese nevada ese año y si se contase con nieve del año o años anteriores, los habitantes de la villa tendrían prioridad para su abastecimiento a precio de diez y ocho dineros, que se pagarían por arroba[17] pesada a la puerta del pozo, puesto que se comprendía que transcurrido un tiempo fuera de la ‘nevería’ el peso de la materia prima con la que se trabaja estaría sujeto a cambios.  A su vez, se debería cumplir con unos mínimos de garantía sobre la existencia de nieve para suministro de sus habitantes en cualquier época del año, sobre todo en estío, y para el servicio de los habitantes sobre todo por demandas médicas a cualquier hora del día y a costes mínimos. Quedaban también establecidas las penas por falta de producto[18].

Pero existieron otras formas de asegurar el abastecimiento a la villa. Hay constancia de que el primer remate anual de nieve se realizó en Ibi en 1752 y se le concedió a Joseph Jover, desde el 1 de mayo al 1 de noviembre a 20 onzas por dos dineros con las siguientes condiciones: “Aver de tener la puerta de la nevería abierta has las 10 h. de la noche para todo el común y para los enfermos a todas las oras bajo pena de diez reales, y la misma por cada hora que le faltare la nieve”[19].

Otro caso más completo podemos observarlo en el remate de regalías sobre la nieve realizado en 1795, donde se le otorgó el arriendo a Pedro Martinez, vecino de la villa por quince onzas y medias de nieve todos los meses con las siguientes condiciones:

-         “Que el arrendador haya de tener y vender nieve precisamente siempre y a todas horas del dia y de la noche, simpoderle faltar una hora bajo la pena de doce sueldos y si verifican dos tres ó mas faltas en un propio dia por la primera incurrirá en la pena de doce sueldos y por las demás ha de pagar la que le imponga el Reixidor de Semana Diputado o qualquiera otro de los Señores Capitulares que la denuncien á su arbitrio.

-         Que haya de tener habierta la Puerta para vender nieve hasta las once de la noche, en los meses de Junio, Julio, Agosto y Septiembre y en el de Mayo y Octubre hasta las diez bajo pena de doce sueldos y para los enfermos a qualquier hora de la noche que la pidan.

-         Que la nieve q(ue) se consuma en este abasto la ha de tomar de el Pozo del Simarro á razón de doce dineros la arrova ó de qualquier otro particular si la logra á menos precio y si se le acomoda.

-         Que la Cava para vender la nieve haya de estar precisamente desde la Plaza de la Corte hasta las quatro esquinas de la Calle mayor.

-         Que haya de tener y vender agua clara todos los días de fiesta desde las nueve de la mañana hasta las once de la noche, empezando el dia de San Juan con la medida que le darán los SS. Regidores ó el de Semana, pena de una peseta por cada vez que falte.

-         Se prohíbe a todo vecino el vender nieve y agua sin consentimiento del arrendador y si algún forastero veniere a vender agua clara o <…> pueda d(ic)ho arrendador cobrarle onzas, que al vecino por dos.

-         Y últimamente, que dicho arrendador deva satisfacer al Issno de Ayuntamiento doce reales vellón y al Pregonero, ocho por los derechos de remate y dan fianzas.

-         Con cuyos Capitulos se publicó el referido abasto, y para Pedro Martinez de Pedro vecino de esta Villa de ofrecieron quince onzas y medias de nieve todos los meses por dos dineros cuya postura fue llevada al Pregon y al no haver resultado otra mas beneficiosa mandaron d(ic)hos SS. Proceder a su remate que tuvo efecto  previo las regulares y acostumbradas diligencias a favor del citado Pedro Martinez el qual hallandose presente y enterado de los citados Capitulos le acepto y ofreció su cumplimiento, bajo la obligacion de su persona y bienes havidos y por haver”[20].


El comercio de la nieve

El comercio exterior de la villa se realizó con diferentes localidades, puesto que la capacidad de producción de la zona de Ibi-Alcoy era elevada en comparación con otros territorios. Lamentablemente, es difícil realizar un seguimiento de toda la información al respecto, pero reuniendo los datos de diferentes archivos se pueden conseguir muchas pautas del amplio desarrollo de esta actividad.

Siempre sujeto a impuestos estatales y municipales, el desarrollo de la actividad gravó siempre el producto: derecho real sobre la Nieve y Naipes; el quinto de la nieve; el impuesto equivalente que gravaba la propiedad de los pozos y el fruto del comercio de la nieve; el pago de Censos Municipales y Arbitrios, entre otros y según la época[21].

Del análisis que el Archivo de Ibi ha realizado se pueden observar que  entre los Cabildos de 1739 y hasta 1756 familias como la Rico, Bartholomé y Joseph y sus sobrinos Domingo y Luis presentaron quejas por el equivalente. Sucede que se aplicaban cargas tanto a la propiedad del pozo como a su producción, lo que se consideraba exagerando puesto que ya sólo con gravar la producción extraída era más que suficiente a modo de impuesto[22].

Joseph Castelló informó en 1783 sobre las relaciones del municipio explicando que “el término de Ibi había asimismo diferentes pozos de nieve, y con la que recogen surten a Alicante, y su huerta, Orihuela y pueblos de su distrito, y en algunos años a Murcia y su partido, lo que enriquece a muchas familias del pueblo y mantiene a otras que entienden en el tragineo y conducción de la nieve”[23].

Se sabe del comercio con Alicante y que éste se surtía de pozos y ventisqueros de Aitana en el siglo XVIII, pero también se sabe que siempre estuvo unido al suministro de Ibi-Alcoy puesto que esta zona tradicionalmente fue la que abasteció a Alicante, ya que el contingente de pozos y la cuantía de su producción era el más elevado de toda la zona montañosa circundante, de hecho, muchas familias alicantinas invirtieron en pozos en la zona de Ibi-Alcoy, formaron compañías[24] o se prestaron como fiadores para su explotación (véase por ejemplo la familia Rico y Picó)[25]. A su vez y no  menos importante para la época, existen referencias que Mallol destaca asociadas a la mala infraestructura de los caminos en la época y que, aún bajo esas condiciones, el camino de mayor trasiego era el que unía las serranías de Ibi y Alcoy con la ciudad de Alicante[26], y que no era sino una rama del camino hacia Valencia.

En el cabildo de 1666 se registra un acuerdo para llevar nieve a la Font de la Figuera con objeto de ofrecerla como agasajo a la Emperatriz Mariana de Austria[27].

Otro ejemplo que se puede rescatar sobre envíos de nieve es el caso de Orihuela entre 1677 y 1678, periodo en que comienzan a surgir rumores sobre la presencia de una extraña enfermedad de carácter contagioso: la villa de Ibi otorgó poderes a Gaspar Guillem para que enviases nieve a condición de que los que la transportan ‘resten acuarentados’ [28].

Se tienen registros también que, con fecha 28 de agosto de 1669 se sirvió nieve a Villena, y que el 01 de octubre de 1673 Villena necesitó nieve para su uso en medicina, pidiéndola a Ibi también[29].

En 1719, intentando abastecer a la ciudad de “Billena con cincuenta cargas de 10 arrovas”, Frances Sirvent se niega a darla por menos de 10 sueldos por arrova y Lluis Rico la ofrece por 8 sueldos. “El cabildo, a efectos de minimizar los embargos que soportaba la Villa, intentando el favor del Sr. Intendente, a la sazón padre de D. Christoval Mergalina, vecino de la ciudad de Villena, acepta darla por 8 sueldos pagando del común de la Villa la diferencia que exigía el Sirvent”[30].

Asimismo, existen otras referencias en los archivos de Alcoy, donde en Cabildo de 29 de mayo de 1722 se señala la necesidad de adquirir urgentemente nieve desde Ibi, puesto que sus reservas se habían agotado y al menos necesitaban cubrir las necesidades de los enfermos[31]. De forma similar, también consta que el 19 de abril de 1724 Francisco Sirvent, vecino de Ibi, obsequia a Alcoy ‘quatro arrovas’ de nieve que ellos solicitaron para el refresco con motivo de la proclamación de Luis I, como Rey[32].

Aunque no es mucha la información, las pautas de lo que se expone señalan un comercio radial a la zona de Ibi[33] que incluso, y en contadas excepciones, abarcó recorridos más extensos[34], todo lo cual implicó un gran dinamismo relacionado con la producción de nieve y hielo, cuya finalidad fue, principalmente, de carácter medicinal, como refresco o artículo de lujo.


Conclusión

Si bien es cierto que reunir todos los antecedentes para dar forma al difícil entramado que conforma esta actividad en la zona de Ibi es tarea complicada, se pretende ofrecer en este artículo una visión preliminar de lo que significó esta ‘industria’ como actividad en sí misma y como agente dinamizador en la zona dónde se emplaza.

Definitivamente, el uso y consumo de la nieve fue una actividad organizada, ya sea en las distintas etapas que la conformaron como también en  los procesos para acercarla a los mercados, que incrementaron su demanda al ver en la nieve un paliativo para sus necesidades.

Es muy posible que antes de que a finales del siglo XVI Don ‘Luis de las Nieves’ comenzara a construir pozos para almacenar dicho producto, ya se desarrollara la misma actividad haciendo uso de laderas de umbría, de pozos naturales, glacis, u otras formas similares. Pero claro está que la masificación de obras arquitectónicas orientadas única y exclusivamente a este fin, sumado a personajes que vieron la posibilidad de invertir su dinero en ello,  propició el ambiente para que, llegada la época de las bajas en la actividad agrícola tradicional, los brazos en paro se ocuparan de dar cumplimiento a la satisfacción de otra actividad comercial, naciente y creciente a partir del siglo XVII: la nieve y el hielo.

Trabajo sistémico, trabajo organizado donde cada uno de los hombres que participaban en la faena tenía un rol; una actividad que a veces se veía sustituida tan sólo para evitar los riesgos de congelamiento al interior de los pozos. Trabajo que privilegiaba a los empleados locales, frente a los forasteros; trabajo donde un capataz velaba por el ritmo sistemático de los apisonamientos, se motivaba al grupo con canciones y vino, y en el que se castigaba con penas salariales a los que disminuían los ritmos de producción.  Trabajo que sofocaba los bochornos del verano, que refrescaba a las gentes y que era usado en magnos acontecimientos; se ofertaba y se cobraba por un servicio que, a su vez, era médicamente importante puesto que se llegó a conformar toda una línea de curación tomando como elemento básico las bondades del frío, con la consecuente obligación para los suministradores, velada por los municipios, de cumplir con las necesidades de los enfermos en caso extremo.  

La ciudad de Ibi que creció, duplicó y triplicó su población en estos años, también pareció hundirse con la aparición del frío industrializado: pero en la región la nieve ya era consumida desde antes con sabor a limón, a canela (entre otros sabores), y comenzó entonces a cobrar más valor, popularizándose también y extendiéndose en fronteras esta actividad.

Hacia 1926 aproximadamente se tiene constancia de una de las últimas nevadas importantes en la zona; pero para ese entonces la utilización de los pozos ya estaba en declive. La llegada del frío industrial cerró una etapa, pero dejó en herencia un espacio dinamizado: quizás, muchos de los antiguos senderos por donde antaño se trasladó la nieve a lomos de mula o caballo hoy sean carreteras;  algunos de los pozos enclavados en las faldas de las sierras todavía dan testimonio de la modificación antrópica que experimentaron, pero también sus ciudades fueron dinamizadas con la actividad: puntos establecidos para la venta de la nieve (nevaterías), presencia de pozos de  nieve en la misma entidad urbana, migración, movilización comercial de los habitantes en épocas de traslado y venta de la producción, lazos comerciales y de inversión interlocal. Características muy señaladas en la actualidad.


Notas

[1] Santos Deltell, 1987.

[2] Capel. 1970, p. 26-28.

[3] Entre los estudios que se asocian al tema y que se han desarrollado anteriormente destacan: Capel, 1968 y 1970 a 1976. Cruz Orozco y Segura Martí: 1996. Mallol Ferrándiz: 1990. Planhol: 1995.

[4] Martínez Tribaldos. 2001, p. 4.

[5] Martínez Tribaldos.  2001, p. 5.

[6] Hay cuenta que entre 1725 y 1726 se trajo nieve de la Sierra de Aytana, y frente a la negación por parte del Clero de pagar los impuestos de traslado y consumo, el Cabildo dictaminó ‘no dar nieve a los beneficiados del clero' durante los siguientes dos años. A razón de esto en 1727 será el mismo clero quien pida la autorización para el establecimiento de este pozo con características urbanas. Martínez Tribaldos, Mª José: página 5.

[7] AMI, Libro de Cabildos (1732).

[8] AMI, Libro de Cabildos (1750-1759), 26 de agosto de 1750. Fol. 56v. Sig. 9/10. Las cláusulas serán vista por separado.

[9] Cavanilles. 1797, p. 180.

[10] V. Castañeda y Alcover: Relaciones topográficas e históricas del reino de valencia, hechas en el siglo XVIII, a ruegos de D. Tomás López. En Revista de Moros y Cristianos de Ibi, 2001. La publicación original no se pudo rastrear.

[11] Aranguiz Pajarón. 1984, p. 28.

[12] Ripoll Martinez. 1990, p. 90.

[13] Martínez Tribaldos. 2001, p. 6.

[14] AMI, Libro de Cabildos (1750-1759), 26 de agosto de 1750. Fol. 57v. Sig. 9/10.

[15] AMI, Libro de Cabildos (1750-1759), 26 de agosto de 1750. Fol. 57v. Sig. 9/10.

[16] AMI, Libro de Cabildos (1750-1759), 26 de agosto de 1750. Fol. 56v. Sig. 9/10.

[17] La Ley de 19 de julio de 1849 declaró obligatorio en España el uso del sistema métrico decimal para las transacciones de carácter comercial. Sin embargo, entre los agricultores continúa siendo una medida tradicional y, por ejemplo en la Comunidad Valenciana, se continúa usando para medir el peso de naranjas en transacciones comerciales entre agricultores e intermediarios. El peso es aproximado a los 12 kilogramos.    

[18] Cláusulas 2,3, 4, 5.  Libro de Cabildos (1750-1759), 26 de agosto de 1750. Fol. 56-57v. Sig. 9/10.

[19] Martínez Tribaldos. 2001, p. 8.

[20] AMI, Libro de remate de regalías (1783-1795), remate de la nieve de 1795, fel. 291-292. Sig. 61/02.

[21] Martínez Tribaldos.  2001, p. 9.

[22] Martínez Tribaldos.  2001, p. 9.

[23] Martínez Tribaldos.  2001, p. 9.

[24] El abasto de la nieve demandaba un volumen de finanzas a las que no cualquiera podía hacer frente (más de mil libras por cada año de contrato conseguido), por lo que en ocasiones se formaban compañías que hacían frente a estos negocios con aportaciones compartidas.

[25] Mallol Ferrándiz. 1990, p. 20-22.

[26] Mallol Ferrándiz.  1990, p. 100.

[27] Martínez Tribaldos.  2001, p. 3.

[28]  Martínez Tribaldos.  2001, p. 3.

[29] AMV. Apuntes de archivo.

[30] Martínez Tribaldos.  2001, p. 9.

[31] AMA. Libro de Cabildos (1707-1723). Fol. 923-924. Sig. 47.

[32] Aranguiz Pajarón. 1984, p. 32.

[33] AMA. Libro de Cabildos (1724-1741). Fol. 59-60. Sig. 48.

[34] Recordemos que el trabajo y transporte de la nieve implicaba grandes pérdidas del material trabajado, su principal época de comercio era la estival y las elevadas temperaturas menguaban la producción. Por tal razón casi siempre los transportes se realizaban en la noche, y las distancias recorridas, de preferencia, eran de una noche de recorrido con transporte de carga.

 

Fuentes

Arxiu Municipal d’Alcoi. Sig. 47 y 48.

Arxiu Municipal d’Ibi. Sig. 61/02 y 9/01.

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[Edición electrónica del texto realizada por Miriam-Hermi Zaar]

 

© Paula Andrea Quijada Prado, 2010
© Biblio3W, 2010

 

Ficha bibliográfica:

QUIJADA PRADO, Paula Andrea. Antecedentes sobre el comercio de la nieve en Ibi: una actividad desarrollada entre el siglo XVII y el XX. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XV, nº 856, 25 de enero de 2010. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-856.htm>. [ISSN 1138-9796].


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