REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. VII, nº 354, 11 de marzo de 2002 |
LOS INDICADORES EDUCATIVOS.
ESTADO DE LA CUESTIÓN Y USO EN GEOGRAFÍA
M.ª
Carmen Rosa Delgado Acosta
Catedrática de E.U. de Geografía Humana
Departamento de Geografía. Universidad de La Laguna
cdelgado@ull.es
Los indicadores educativos. Estado de la cuestión y uso en geografía (Resumen)
La necesidad de definir y medir las cuestiones relacionadas con el desarrollo, los niveles de vida y las condiciones sociales y económicas motivó la aparición, desde los años setenta, de diversos programas de indicadores sociales elaborados por organismos internacionales y países. En concreto los educativos, destinados a comparar y juzgar el contexto y el funcionamiento de la enseñanza y sus resultados, han experimentado un gran desarrollo. La diversidad de estadísticas utilizadas en los distintos sistemas de indicadores educativos existentes en la actualidad, exige un análisis de dichos sistemas, de su interés desde el punto de vista geográfico y la elaboración de una propuesta para su utilización en los estudios de geografía social.
Palabras clave: Sistema de indicadores/ Indicadores sociales/ indicadores educativos/ geografía social.
Educational indicators, Questions state and geographical use (Abstract)
The need for defining and testing the topies related to development, levels of life, social and economical conditions caused the appearance of diverse programs of social indicators made made by international institucions and countries from the seventies. Concretely the educational programs designed for comparing and testing the funtioning of education and its results, have experienced a great development. The variety of stadistics used on different educational systems indicators existing nowaday demands and analysis of those systems, this demand comes from the geographical point of view and from the elaboration of proposal of its using on studies of social geography.
Key words: Indicators System/ Social Indicators/ Educational Indicators/ Social Geography
Los indicadores educativos, como el resto de los indicadores sociales, han experimentado en los últimos años una gran difusión. Varias son las causas que lo han hecho posible (Olivera Poll, A., 1997: 695) y, entre ellas, destacan como más relevantes: el proceso de globalización que propicia las comparaciones espaciales sobre los niveles de bienestar y que incluye entre sus parámetros de medición los indicadores educativos; la preocupación de los organismos internacionales y nacionales por crear sistemas estadísticos adecuados para evaluar los niveles educativos de la población; y, por último, la demanda cada vez mayor de indicadores sintéticos manejables, no sólo por parte de los científicos sociales, sino también de los responsables de las instituciones educativas -precisamente ese uso político ha dado lugar a que algunos autores los consideren instrumentos al servicio de una consideración tecnocrática de la educación y poco útiles para la práctica docente-.
Por ello, cada vez con más frecuencia se habla de indicadores de la educación, en contextos muy diferentes y haciendo referencia a realidades muy distintas. Se trata de procedimientos que proporcionan información relevante acerca de algún aspecto significativo de la situación educativa. La mayoría son de carácter cuantitativo, de ahí que hayan recibido numerosas críticas surgidas por parte de aquellos que consideran que son inadecuados al sintetizar una realidad cualitativa en un dato numérico.
A pesar de los muchos inconvenientes que presentan (1) por encontrarse todavía en fase de perfeccionamiento e incluso de creación, lo cierto es que facilitan el análisis de la educación, aunque sus valores no expliquen las relaciones causales ni permitan extraer conclusiones unívocas. Su contribución consiste en ofrecer elementos de juicio para interpretar dicha realidad: aportan información relevante acerca de fenómenos educativos, permiten detectar problemas, proporcionan elementos para su interpretación y datos para evaluar los sistemas educativos. No se debe magnificar su utilidad ni condenarlos, sino utilizarlos como instrumentos que faciliten el análisis de los complejos fenómenos educativos y su planificación (Olivera, A. 1997).
Del mismo modo, al geógrafo interesado por el bienestar social y, en concreto, por la estructura educativa de la población, los niveles de escolarización, las relaciones entre educación y mercado el trabajo, las desigualdades educativas espaciales, el rendimiento de alumnos, los equipamientos, la planificación, etc., le resultan de máxima utilidad.
El presente artículo pretende exponer la situación de
los sistemas de indicadores educativos internacionales y españoles
y tipificar los que pueden resultar más útiles en los geográficos.
Indicadores internacionales y españoles
La necesidad de definir y medir las cuestiones relacionadas con el desarrollo, los niveles de vida y las condiciones sociales y económicas motivó la aparición, desde los años setenta, de diversos programas de indicadores sociales elaborados por organismos internacionales (2). Entre sus áreas temáticas relevantes para medir el bienestar social, los temas relacionados con la instrucción y la escolarización de la población se han encontrado presentes desde los primeros ensayos (3).
La Organización de las Naciones Unidas desde 1976 se ocupó de armonizar los distintos programas de carácter internacional, con la finalidad de crear un sistema flexible de indicadores sociales capaz de adaptarse a los diferentes grados de desarrollo de los países o regiones. En 1989 publicó un Manual sobre la utilización de tales indicadores que incluye una lista de trece áreas temáticas. En quinta posición se encuentra la Enseñanza y los servicios educativos desglosados en cuatro puntos de interés: 1. Grado alcanzado y analfabetismo. 2. Matrícula y fracaso escolar. 3. Educación y capacitación de adultos. 4. Personal educativo y gastos en educación. Sin embargo, tiene el inconveniente de no especificar los tipos de indicadores utilizados en cada caso.
Entre los programas de indicadores sociales internacionales analizaremos con más detalle el elaborado por la OCDE, no sólo por ser el más utilizado en los países de nuestro entorno, sino por contar con un sistema de indicadores específico relacionado con la problemática de la educación en casi todas sus vertientes.
En 1987 el Centro para la Investigación e Innovación Educativa
(CERI) en cooperación con la Unidad de Indicadores y Estadísticas
de la Educación de la OCDE elaboró un sistema internacional
de indicadores de la situación de la educación. El proyecto,
conocido como Proyecto INES (International Indicators of Systems),
se organizó en cinco grupos de trabajo, cuatro redes y un grupo
técnico. El grupo técnico se encargó de perfeccionar
los indicadores estadísticos tradicionales tales como la escolarización,
los gastos de educación, de recursos, etc. La red A de los
indicadores sobre los resultados educativos; la red B, educación
y empleo; la red C, procesos escolares; y la red D, actitudes
y expectativas frente a la educación. Aunque en las distintas ediciones
(OCDE, 1992, 1993, 1995, 1996 y 1997) han ido variando algunos indicadores
concretos, la estructura general se mantiene en torno a cuatro grupos:
contexto, recursos, proceso y resultados (cuadro 1).
RECURSOS
Recursos financieros Gastos en educación
Recursos humanos Profesorado
Participación en la educación
PROCESOS Tiempo de enseñanza
|
CONTEXTO
Demográfico
Económico y social
Opiniones y esperanzas
RESULTADOS A nivel de alumnos
A nivel de sistema de enseñanza
A nivel de mercado del trabajo
|
Los indicadores de contexto sirven para caracterizar las condiciones demográficas, socioeconómicas y culturales en las que se desarrolla la educación. El primero es el nivel general de formación de la población que está relacionado con las capacidades y competencia de la mano de obra, con la creación de puestos de trabajo y con el desarrollo económico y social de los países.
Los indicadores de recursos evalúan los recursos materiales y los humanos. Por un lado, las inversiones económicas y los gastos de infraestructura y, por otro, el número de alumnos por niveles (escolarización) y la formación de profesores, remuneración, características, etc.
Los indicadores de procesos son los más recientes e informan sobre la organización y funcionamiento de los centros, práctica educativa y clima escolar. Están más relacionados con aspectos cualitativos que cuantitativos, de ahí que sean los más difíciles de utilizar.
Los indicadores de resultados manifiestan los logros del sistema educativo a través del éxito escolar de los alumnos mediante las pruebas de evaluación, certificados y títulos que consiguen y su inserción en el mercado del trabajo.
A pesar del ingente volumen de indicadores existente (se dispone ya de cincuenta) se echan en falta los relacionados con los equipamientos educativos, en particular aquellos que se ocupan de la oferta educativa, su accesibilidad, localización, etc.
De igual forma, la mayoría de los países desarrollados han ido elaborando sus propios sistemas de indicadores sociales con la finalidad de analizar las disparidades regionales existentes. Están basados en buena parte en encuestas de hogares y publicados en informes que contienen junto a los indicadores y cuadros estadísticos, algunas consideraciones analíticas. El Reino Unido es el que cuenta con la publicación anual más antigua iniciada en 1970, Social Trend; Francia tiene una publicación de periodicidad bianual, Données sociales; el ISTAT italiano edita dos publicaciones bianuales tituladas Síntesis de la vida social italiana y Estadísticas Sociales; Estados Unidos cuenta desde 1973 con una experiencia en este sentido, Social Indicators: en Canadá y Suecia se publican, al ritmo de varios al año, diversos estudios estadísticos específicamente relacionados con aspectos del nivel de vida. Incluso existen publicaciones en las que se incluyen comparaciones bilaterales entre países como Austria and Czechoslovakia: A Socio-demographic comparison, entre cuyos indicadores educativos se incluyen los resultados académicos.
España se incorporó en 1991 al proceso general de elaboración de indicadores sociales con la publicación por parte del INE de la serie de Indicadores Sociales encaminada a ofrecer información relevante de la realidad social española. Se trata de un conjunto de datos estadísticos comparados, en el que se ofrece un análisis conciso sin profundizar en la descripción y diagnóstico detallado de los fenómenos. El objetivo inicial fue su publicación con periodicidad bienal alternando con Panorámica Social de España, pero por varios motivos el siguiente número se editó en 1997. En tales publicaciones el tema de la educación es tratado con indicadores ya conocidos como la distribución porcentual de la población con estudios terminados, tasas brutas de escolaridad por niveles, alumnos que han obtenido el graduado escolar, media de años de escolaridad, y otros que resultan novedosos y muy interesantes como el índice de desaprovechamiento del capital humano, número de años desaprovechados y la endogamia educativa, que se ocupa de medir el grado de compatibilidad cultural de las parejas.
En cuanto a la situación específica de los indicadores educativos, España como miembro de la OCDE, además de colaborar en el proyecto INES, que confecciona el sistema internacional de indicadores educativos (4), elabora un sistema estatal (SIE) que servirá para evaluar la situación de la educación española. El organismo encargado de impulsar y coordinar los trabajos es el Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) creado en 1993 en colaboración con otras instituciones como la oficina de Planificación del MEC, el Consejo de Universidades, el INE (5) y las correspondientes unidades de estadística de las comunidades autónomas.
El sistema estatal pretende definir, construir y perfeccionar los indicadores educativos. El plan de actuación del INCE del trienio 1994-97 incluía ya el proyecto, y aunque no se han alcanzado los resultados definitivos, se dispone ya de un borrador que los estructura en cuatro grupos:
- De contexto y resultados a largo plazo (inserción laboral)
- Recursos financieros y humanos, escolarización y resultados
de promoción y certificación.
- Procesos y resultados.
- Enseñanza universitaria.
Como se puede comprobar, el sistema propuesto no incorpora ninguna innovación con respecto al proyecto INES y, en consecuencia continúa sin tener en cuenta los indicadores correspondientes a los equipamientos educativos.
En resumen, los sistemas de indicadores educativos tanto internacionales como nacionales se encuentran en fase de expansión y perfeccionamiento o incluso de elaboración, de ahí que tengamos todavía que esperar para disponer de ellos.
Tipología de indicadores educativos
Presentamos en este apartado una selección de los principales indicadores educativos que consideramos de interés en los estudios geográficos incluyendo en la misma, junto a algunos de los nuevos indicadores del sistema internacional de la OCDE, los utilizados por los geógrafos en los estudios de diagnóstico para la planificación de la educación.
Dicha selección se presenta en los seis apartados siguientes en función de las variables analizadas: niveles de formación, recursos humanos, rendimiento educativo, mercado del trabajo, servicios educativos y recursos financieros.
Niveles de formación
El estudio de los niveles de instrucción permite conocer la situación educativa de una determinada población en un momento concreto. Para su análisis se dispone de una clasificación Internacional de los Tipos de Enseñanza (CITE) elaborada por la UNESCO que armoniza las distintas clasificaciones por países y hace comparables las estadísticas de educación.
Dicha clasificación distingue siete niveles de enseñanza:
Enseñanza anterior al primer grado (Educación Infantil)
CITE 0·
Enseñanza del primer nivel (Primaria) CITE 1.
Enseñanza de nivel secundario, primer ciclo (ESO) CITE 2·
Enseñanza del nivel secundario, segundo ciclo (Bach. y FP) CITE
3·
Enseñanza de nivel superior, primera fase, que conduce a un
título no equivalente al primer grado universitario CITE 4·
Enseñanza de nivel superior, primera fase, que conduce a un
primer grado universitario o a un título equivalente (Diplomados)
CITE 5·
Enseñanza de nivel superior, segunda fase, que conduce a un
grado universitario superior o un título equivalente (Licenciados
y doctores) CITE 6·
Enseñanza imposible de definir según el nivel CITE 7.
Los niveles CITE que más interesan en los estudio sobre la instrucción de la población son el 1, el 2, el 3, el 5 y el 6 que pueden quedar reducidos a cuatro: Enseñanza Obligatoria sin terminar (CITE 1), Enseñanza Obligatoria terminada o Primer Grado (CITE 2), Enseñanza Secundaria o Segundo Grado (CITE 3) Enseñanza Universitaria o Tercer Grado (CITE 4 y 5). Si bien después se pueden hacer matizaciones dentro de cada nivel dependiendo de la estructura educativa de cada país. El analfabetismo no se incluye en la clasificación CITE pero en la medida en que todavía sigue afectando a un colectivo amplio de personas, se debe contabilizar.
Los indicadores más empleados son las tasas generales y las específicas por edad y sexo. Las tasas generales por niveles de instrucción son las medidas más elementales y consisten en poner en relación la población que ha alcanzado un determinado nivel educativo con la población total que posee la edad teórica para ello. Así se obtienen tantas tasas brutas como niveles de instrucción se hayan distinguido.
La edad teórica de cada nivel de enseñanza se corresponde
con la edad en que el alumno finaliza dichos estudio sin haber repetido
ningún curso. Los períodos de enseñanza para cada
uno de los niveles difieren según los sistemas educativos, de todas
maneras, al adaptarlos a la clasificación CITE se obtienen las edades
teóricas de entrada y de salida para cada nivel (cuadro 2).
NIVELES | LGE -1970 | LOGSE-1990 | ||
Inicio | Final | Inicio | Final | |
CITE 0 | 2 | 5 | 0 | 5 |
CITE 1 | 6 | 9 | 6 | 11 |
CITE 2 | 10 | 13 | 12 | 15 |
CITE 3 | 14 | 17 | 16 | 17 |
CITE 5 | 18 | 20 | 18 | 20 |
CITE 6 | 18 | 22 | 18 | 22 |
En cuanto al analfabetismo, la edad teórica se ha fijado en la población de 10 años y más, aunque en la mayoría de los sistemas educativos los niños de siete años han alcanzado a esa edad los objetivos básicos de la lectura y escritura.
A pesar de que cada nivel educativo cuenta con sus propias edades teóricas, en los estudios de conjunto en los que se contemplan los distintos niveles de instrucción, la población considerada a efectos comparativos por organismos internacionales, como la OCDE, es la de 25 años y más, puesto que a esa edad se puede conseguir la máxima instrucción.
Las tasas específicas por niveles ponen en relación los
individuos pertenecientes a un grupo de edad y sexo que posee un determinado
nivel educativo, con la población total de ese colectivo poblacional.
Se trata de unos indicadores de gran interés porque permiten conocer
las diferencias educativas motivadas por el paso del tiempo y la pertenencia
a un sexo concreto.
Recursos humanos
Los indicadores bajo este epígrafe evalúan los recursos humanos que intervienen en los procesos de enseñanza/aprendizaje. Se suelen subdividir en dos tipos: los que miden la participación de los escolares en los diversos niveles de enseñanza y los relacionados con el profesorado.
Escolarización
El estudio de la escolaridad tiene interés no sólo porque muestra la situación educativa de la población escolarizada en un momento concreto, sino porque refleja una prospección de futuro, ya que las mejoras posteriores en los niveles de instrucción dependen de la escolarización alcanzada previamente.
Para este análisis la clasificación de los distintos niveles se corresponde con la Clasificación Internacional de Tipos de Enseñanza de la UNESCO.
Los indicadores más utilizados son las tasas generales, las tasas netas y las tasas específicas por edad y sexo. La tasa general de escolaridad es la relación entre el colectivo de alumnos de cualquier edad matriculado en un determinado nivel o ciclo de enseñanza, y la población comprendida en las edades teóricas en que deben cursarse tales estudios. Son muy utilizadas pero presentan el inconveniente de contabilizar a los alumnos repetidores con edades superiores a las teóricas, de ahí que con frecuencia las correspondientes a los niveles obligatorios superen el 100%. Para subsanar este problema se obtienen las tasas netas de escolaridad calculadas exclusivamente con los alumnos de las edades teóricas de cada nivel. Las tasas específicas permiten establecer las diferencias de escolarización entre las edades y los sexos.
Profesorado
El análisis del profesorado es de sumo interés al representar un elemento imprescindible en la evaluación de la calidad educativa. Sin duda el profesor es una de las piezas más importantes del proceso educativo, sin embargo, en los estudios geográficos con frecuencia se le suele olvidar. Los indicadores que se pueden incluir en este epígrafe son de diversa naturaleza, desde los que relacionan la variable profesor con el alumnado hasta los que tratan de conocer la formación o su remuneración. Entre ellos destacan los siguientes: número de profesores por cada 100 escolares, ratio profesor/alumno, número de profesores por cada nivel educativo, número de escolares de distinto nivel educativo por profesor, etc.
Rendimiento educativo
Evaluar el número de alumnos que culminan los estudios iniciados sirve no sólo para conocer el fracaso o el éxito académico de un determinado colectivo de jóvenes y, por tanto, de una parte de la sociedad, sino también es una buena forma de medir la "eficacia" del sistema educativo. Por lo general, se determina estableciendo unos mínimos de rendimientos -en la materia, el curso o nivel de que se trate- considerados exigibles por razones académicas o profesionales. Los procedimientos son variados y algunos de ellos, sin embargo, muy ambiguos.
Los de uso más frecuente son: tasas brutas de repetidores, índice de evaluaciones finales positivas, índice de retraso escolar e índice de abandono escolar por promociones. Todos se pueden obtener por edad, sexo y titularidad de centros (públicos, privados o concertados).
La tasa bruta de repetidores se obtiene al relacionar el número de alumnos repetidores de cada curso con la matrícula total de ese mismo curso. Es de utilidad en enseñanza postobligatoria y, en la obligatoria, sólo en aquellos cursos que son finales de ciclo, y en consecuencia, los alumnos no promocionan al siguiente curso de forma automática. Está condicionada por la extracción social del alumnado y las características económicas del área, de ahí que sea poco significativa.
El índice de evaluaciones finales positivas es un buen indicador para medir la eficacia del sistema educativo. Es una proporción que relacionan el grupo de alumnos que ha obtenido una calificación positiva con la totalidad de los alumnos evaluados. Se puede calcular por materias o por cursos completos. A pesar de su indudable utilidad es un indicador que está influenciado por los criterios de evaluación --que no siempre son los mismos-- utilizados por los profesores o las comisiones de evaluación de los centros .
El índice de retraso escolar es la proporción, con respecto al total de alumnos matriculados, de los que estudian con más edad de la que teóricamente le corresponde por nivel. Este indicador está condicionado por muchas variables como la mejora del nivel de vida, la dificultad para encontrar trabajo o las mayores exigencias formativas. Además el que una tasa de retraso escolar sea baja no indica, necesariamente, una mejor situación educativa, sino tal vez el abandono de los estudios antes de alcanzar la edad teórica de terminarlos.
Tanto las tasas brutas de repetidores como el índice de evaluaciones finales positivas y el de retraso escolar, se puede obtener por edad, sexo y titularidad de centros (públicos, privados o concertados).
El índice de abandono escolar por promociones consiste en evaluar la "mortalidad escolar" es decir la pérdida de efectivos por promociones en un determinado ciclo o nivel educativo. Se trata de un método de análisis longitudinal y consiste en hacer el seguimiento a una promoción de alumnos calculando el porcentaje de los que abandonan los estudios cada año. La finalidad es averiguar cuántos de los que comenzaron dichos estudios alcanzan la credencial correspondiente. El resultado es de mucho interés pero, con frecuencia, no se puede determinar en qué medida el abandono es definitivo, temporal o se trata simplemente de un cambio de enseñanza.
De todas formas el Proyecto PISA de la OCDE está imponiendo una
nueva manera de evaluar el rendimiento educativo mediante la utilización
de un conjunto de indicadores que tiene en cuenta el conocimiento, las
destrezas y las competencias de los alumnos en tres áreas de conocimiento
básicas: lectura, matemáticas y ciencias.
Relación entre la educación y el mercado del trabajo
La articulación entre el sistema educativo y el mundo del trabajo es uno de los objetivos prioritarios de las políticas de desarrollo económico. La constatación de que en la mayoría de los países la cualificación de los trabajadores no se corresponde con la exigida por el empresariado, convierte a estos indicadores educativos --que evalúan la eficacia de la educación en la formación de los trabajadores-- en indispensables para la planificación educativa y laboral. Los más utilizados son: las tasas de paro por nivel de formación, las tasas de paro de los que terminan su formación, el índice salarial por nivel de formación, y la relación salarial de género.
La tasa de paro por nivel de formación es una proporción que relaciona los parados en cada uno de los niveles educativos con la totalidad de los titulados en dicho nivel. Puesto que la pertenencia a una determinada cohorte y sexo son decisivas a la hora de conseguir un puesto de trabajo, se deben hacer también tasas específicas teniendo en cuenta dichas variables. Son útiles para conocer el éxito laboral de los niveles de formación.
Tasa de paro de los terminan su formación. Este colectivo se define como el grupo de estudiantes que han finalizado con éxito un determinado nivel educativo --no universitario--, y no continúan los estudios; es decir, a principios del año escolar de referencia (1 año o más después de haber abandonado los estudios) no se encuentran matriculados en una enseñanza o formación a jornada completa (OCDE). Este indicador trata de comprobar la eficacia de la formación en la reducción del paro juvenil. Se suele comparar con la tasa de paro de la población activa y con la de ese mismo grupo de edad.
Es también de gran interés para evaluar el grado de adecuación de los niveles educativos con el mercado del trabajo.
El índice salarial por nivel de formación relaciona el salario anual medio de la población que posee niveles de formación de enseñanza obligatoria y universitaria, con el de la población que tiene la enseñanza secundaria de segundo ciclo. La base del índice puede ser 1, 100,.. Si el resultado es superior a la base indica que el salario en ese nivel formativo es más alto. Se suele hallar separados por sexos. Este índice permite comprobar los rendimientos sociales individuales de la inversión educativa y evidencia los mayores ingresos del colectivo con niveles de formación altos.
La relación salarial de género es un cociente que relaciona el salario anual medio de las mujeres con el de los hombres por nivel de formación. Es útil para comprobar el mantenimiento de la discriminación laboral femenina. En la interpretación de este indicador, junto a los factores sociales, se debe tener en cuenta la mayor incidencia del trabajo a jornada parcial de la población femenina, que reduce los ingresos obtenidos en este colectivo. Se obtiene también por grupos de edad.
Equipamiento educativo
De todos los indicadores educativos son los más geográficos pues incluyen una componente espacial inexistente en el resto. A través de ellos se pueden analizar las características de la provisión del equipamiento, las necesidades reales de dotaciones, la eficiencia espacial, el grado de equidad en la distribución, etc. Son imprescindibles para el diagnóstico que precede al diseño de modelos de planificación que busque no sólo la eficiencia económica sino también la equidad social. Sin embargo, a pesar de su indudable interés, como ya dijimos anteriormente, no han sido incluidos en ninguno de los diversos sistemas educativos que se han diseñado.
Bajo este epígrafe y ante la falta de un estudio más pormenorizado, se incluyen solamente los indicadores que analizan las dotaciones escolares existentes, aunque en los últimos años la geografía ha desarrollado diferentes modelos cuantitativos de sumo interés que sirven para la planificación de los equipamientos de consumo colectivo (Moreno Jiménez, A. y López de los Mozos, M.A. 1987,1989; Pitarch Garrido, Mª D., 1998).
Los seleccionados son: la medición de la demanda, la medición de la oferta, el índice de privatización de la oferta, el balance entre oferta y demanda, el índice de reemplazo escolar y el índice de accesibilidad.
La medición de la demanda suele venir dada por la población que está en edad de cursar un determinado nivel educativo. Así, por ejemplo, en el caso de la Educación Primaria, la demanda total se corresponde con el número de niños existentes de 6 a 11 años. El problema mayor se establece a la hora de determinar la demanda en los niveles no obligatorios. Lo que se suele hacer en estos casos es, o ponderarla, teniendo en cuenta las tasas reales de escolarización, o considerar un índice máximo de escolarización del 100%.
La medición de la oferta se realiza a partir de las dotaciones escolares establecidas en término de plaza o puesto escolar. Las plazas escolares expresan el número máximo de estudiantes que puede asignarse a un centro, dependiendo del número de profesores y del espacio disponible --número de alumnos por unidad--.
En España el Ministerio de Educación y Ciencia asignó en 1991 un número máximo de alumnos por unidad o clase para cada uno de los niveles educativos de la LOGSE.
Educación Infantil.
- Unidades para niños menores de un año: 1/8.
- Unidades para niños de uno a dos años: 1/13.
- Unidades para niños de dos a tres años: 1/20.
- Unidades para niños de tres a seis años: 1/25.
Educación Primaria: 1/25.
Educación Secundaria Obligatoria: 1/30.
Bachillerato: 1/35.
Formación Profesional: 1/30.
Para medir la oferta de plazas se multiplica el número de unidades escolares existentes en un determinado nivel educativo por el número máximo de alumnos por unidad que plantee la legislación vigente para dicho nivel. Dicha oferta puede ser matizada según las características de las dotaciones --oferta neta--: espacios de recreo, tamaño del aula, etc.
En el estudio de la oferta se debe establecer una diferenciación entre la pública y la privada.
El índice de privatización de la oferta consiste en relacionar el número de plazas privadas en una determinada área con la totalidad existente. Suele ser de mucha utilidad para establecer factores de corrección de las necesidades en equipamientos educativos en relación con las características sociales del área a evaluar.
El balance entre oferta y demanda es la diferencia entre la oferta disponible y la demanda. Proporciona el grado de carencia o exceso de plazas existentes en un determinado nivel educativo lo que permitirá, tanto la planificación espacial como la programación de las inversiones correspondientes.
El índice de reemplazo escolar mide la capacidad que tiene una cohorte de sustituir a los escolarizados que pasan de nivel. Se halla diviendo los efectivos de dos generaciones o grupos de generaciones consecutivas. Sirve para hacer matizaciones sobre el aumento o disminución de las necesidades de plazas escolares en un período futuro determinado por la amplitud de los grupos que se relacionen. Este índice es de mucha utilidad en los niveles obligatorios en los que se escolariza la totalidad de los individuos que integran la cohorte. En cambio, pierde eficacia en los no obligatorios, puesto que el número de escolares es variable al estar sujeto a factores diversos de tipo social, económico y de política educativa.
El índice de accesibilidad mide la accesibilidad del equipamiento a la demanda. La fórmula utilizada es la siguiente:
Fórmula del potencial con descenso lineal de la acción de la distancia:
Aci = (0j / A * Dij)
en donde:
Aci = accesibilidad en el punto i
0j = nº de usuarios que viajan a j (oferta destinada
a la demanda anterior)
Dij = distancia entre i y j.
A= Parámetro de fricción de la distancia, si es 1 no
modifica la acción disuasoria de usar el servicio de transporte
que produce la distancia. Si es mayor que 1 incrementa el efecto limitante,
si es menor lo disminuye. Lo normal es considerar A=1.
También se puede obtener el sumatorio de las accesibilidades, la accesibilidad media del área y la desviación estándar de las accesibilidades como medidas de dispersión de la accesibilidad entre el total de los municipios considerados.
También se puede medir la equidad y la eficiencia del sistema de transporte, mediante el llamado índice EE.
Su formulación es la siguiente:
F= (Xjj * Cjj / Dei * Tij)
en donde:
i= municipio de origen
j= municipio de destino
Tij = coste de trasporte (tiempo) entre i y j.
Xjj = 1 si Tij es menor o igual a R (alcance
del equipamiento), y 0 si Tij es mayor que R.
Cjj = 1 si Tij es menor o igual que Q (capacidad
de movilización), y 0 si Tij es mayor que Q.
Dei = demanda de i.
El alcance del equipamiento es la distancia máxima permitida o aconsejada que pueden recorrer los escolares desde su lugar de residencia habitual hasta el equipamiento. La capacidad de movilización es la cifra máxima de usuarios que es posible trasladar hasta el equipamiento de forma colectiva ( vehículo de 55 plazas o más).
Este índice considera al mismo tiempo si la distancia recorrida
por los usuarios se encuentra dentro del un umbral preestablecido y si
el volumen de usuarios que deben trasladarse desde su residencia hasta
el equipamiento diariamente no excede de una cantidad prefijada (por ejemplo
la capacidad de un autobús). Cuanto más elevado sea el índice
mejor será la situación del equipamiento. Además es
también conveniente conocer el número de municipios y de
usuarios que quedan fuera del área prefijada, y el número
de municipios que supera el número de plazas de la demanda.
Recursos financieros
Se incluyen en este apartado los indicadores que ponen de manifiesto las inversiones en educación, en los distintos niveles de enseñanza, por alumno, etc. Son válidos para evaluar el grado de interés demostrado por las administraciones públicas en los temas educativos y el peso de la financiación privada en general y por niveles. Entre los más interesantes tenemos: las inversiones en educación en relación al PIB, el gasto por alumno, y las inversiones públicas y privadas por niveles educativos.
Inversiones en educación en relación al PIB. Este indicador mide la cuota del PIB que cada país destina a la educación. Puesto que en España la mayoría de las CCAA tienen transferidas las competencias en educación se puede comprobar qué porcentaje de los Presupuestos Generales se invierte en educación. Se suele dividir los recursos en educación invertidos en los distintos niveles educativos y en las instituciones públicas y privadas. Los países de la OCDE en su conjunto gastan una media del 6,1 por ciento.
El gasto por alumno consiste en comprobar la inversión media por alumnos según el nivel educativo y la institución (pública, privada, concertada). Se calcula dividiendo los gastos totales entre el número de alumnos matriculado en jornada completa.
Inversiones públicas y privadas por niveles educativos. Este indicador trata de comprobar el porcentaje de financiación pública y privada con el que cuentan los distintos niveles de enseñanza e instituciones.
La OCDE introduce otros indicadores muy interesantes para los planificadores de los fondos públicos pues arrojan información sobre diferentes aspectos relacionados con las inversiones en educación como: los gastos de enseñanza por categorías de recursos (funcionamiento, capital), y gasto público de enseñanza en relación con el gasto público total.
En resumen, como hemos podido comprobar, los indicadores educativos
constituyen instrumentos de análisis que proporcionan información
de gran interés sobre variados aspectos de la realidad educativa,
sus diferencias por grupos de población y permiten la comparación
en espacios más amplios. En la actualidad se dispone de un conjunto
muy extenso de indicadores, pero todavía queda mucho camino que
recorrer. Por un lado, es necesario mejorar los ya existentes, pues muchos
de ellos siguen presentando inconvenientes de aplicación y ambigüedad,
debido a lo difícil que resulta sintetizar, en un simple número,
los innumerables condicionantes sociales inherentes a la problemática
educativa. Por otro lado, la geografía, como ciencia social interesada
también por la dimensión espacial del proceso educativo,
debe insistir para que se incluyan en los sistemas de indicadores educativos,
tanto el de la OCDE como el de España, los correspondientes a los
equipamientos puesto que son de suma utilidad para el diagnóstico
y la planificación espacial.
Notas
1. Se le critica su excesiva simplificación, la duplicación de información dentro del cálculo de un mismo indicador sintético, la redundancia de indicadores simples en la confección de varios indicadores sintéticos, el no estar ajustados a la escala de análisis deseable, el precisar de cálculos muy complejos, etc. (Olivera, A. 1997).
2. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha patrocinado desde 1973 varias actividades a escala internacional, nacional y regional en torno a la aplicación de indicadores socioeconómicos; desde 1972, la Comisión Económica para Europa (CEPE) ha convocado grupos de trabajo dedicados a la integración de estadísticas sociales, demográficas y económicas; la ONU publicó en 1976 las Directrices Preliminares para la elaboración de indicadores sociales; la Comunidad Europea (CE) desde 1977 publica, cada tres años, una compilación de indicadores sociales; la Universidad de las Naciones Unidas publicó también en 1978 una reseña de métodos de indicadores; la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) elaboró en 1986 una compilación de indicadores sociales, el Instituto de Investigación de la Naciones Unidas para el Desarrollo Social editó en 1985 un amplio estudio sobre indicadores para la medición y el análisis del desarrollo económico; y, por último, la Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP) y la Comisión Económica para África (CEPA) reunieron en 1984 grupos de trabajo para debatir el tema de los indicadores sociales.
3. Otros campos de preocupación social son el trabajo, el consumo, la salud, la protección y los servicios sociales, la vivienda y el medio-ambiente, la cultura y el ocio y las oportunidades sociales y la participación (INE, 1991).
4. En este sentido, el INCE ha presentado ya el borrador de un proyecto de indicadores de rendimiento educativo. Se denomina Proyecto PISA de la OCDE (Proyecto Internacional para la construcción de indicadores de Resultados Educativos de los Alumnos) y tiene como objetivo proporcionar un perfil del conocimiento, destrezas y competencias de los estudiantes de cada país, así como un conjunto de indicadores contextuales que clarifiquen las relaciones entre dichas destrezas y las variables demográficas, sociales, económicas y educativas más importantes.
5. La Oficina de Planificación y Estadística
del Ministerio de Educación y Ciencia es la responsable de los trabajos
del Grupo Técnico que elabora los indicadores de escolarización,
gastos y recursos. El Instituto Nacional de Estadística se ocupa
de la Red B encargada de los indicadores que relacionan la educación
con el empleo. Y, por último, el INCE es el que se ocupa de las
Redes A, B y C, que confeccionan los indicadores de resultados educativos
(Proyecto PISA), procesos escolares y actitudes y expectativas frente a
la educación.
Bibliografía
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© Copyright:
Mª del Carmen Rosa Delgado Acosta, 2002.
© Copyright:
Biblio
3W, 2002.
Ficha bibliográfica:
DELGADO ACOSTA, Mª del C. Los indicadores educativos. Estado
de la cuestión y uso en geografía.
Biblio 3W, Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales,
Universidad de Barcelona, Vol. VII, nº 354, 11 de marzo de 2002.
http://www.ub.es/geocrit/b3w-354.htm
[ISSN 1138-9796]