REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. VI, nº 332, 5 de diciembre de 2001 |
ELITIZACIÓN: PROPUESTA EN ESPAÑOL PARA EL TÉRMINO GENTRIFICACIÓN
Luz Marina García
Herrera
Departamento de Geografía.
Universidad de La
Laguna (Tenerife).
E-mail: lmgarcia@ull.es
Palabras clave: gentrificación/ transformaciones urbanas/ neologismos
Key words: gentrification/ urban transformations/ neologisms
Durante las tres últimas décadas del siglo XX las ciudades del mundo desarrollado han experimentado un creciente proceso de transformación de determinados sectores de sus áreas centrales provocando su revitalización funcional y el cambio en la composición social de sus habitantes. Esa transformación ha afectado, en gran medida, a los barrios populares de antigua formación y con un importante deterioro de sus edificaciones, mediante intervenciones dirigidas tanto a la rehabilitación como a la construcción de nuevos edificios.
Para denominar este proceso se aplica, en el ámbito anglosajón, el término gentrification existiendo unanimidad en atribuir su autoría a la socióloga británica Ruth Glass (1964) en su trabajo sobre los cambios experimentados en Londres ( Hannigan 1995).
Glass describía así el proceso: "Uno a uno, muchos de los barrios obreros de Londres han sido invadidos por las clases medias. Míseros, modestos pasajes y cottages –dos habitaciones en la planta alta y dos en la baja- han sido adquiridos, una vez que sus contratos de arrendamiento han expirado, y se han convertido en residencias elegantes y caras. Las casas victorianas más amplias, degradadas en un período anterior o reciente –que fueron usadas como casas de huéspedes o bien en régimen de ocupación múltiple- han sido mejoradas de nuevo. Una vez que este proceso de "gentrification" comienza en un distrito continúa rápidamente hasta que todos o la mayoría de los originales inquilinos obreros son desalojados y el carácter social del distrito se transforma totalmente." (en Smith, 1996, p. 33)
Este uso inicial del término se utilizó, por tanto, para caracterizar el traslado de grupos de clase media a los barrios populares londinenses en los que realizaba la rehabilitación, tanto de las viviendas de clase trabajadora como de las abandonadas (Hannigan 1995:173).
Algunos años más tarde, Castells utilizó la expresión "reconquista urbana" para referirse a las operaciones de rehabilitación y renovación, emprendidas entre 1955-1970, en numerosos barrios de París (Sargatal, 2000). De manera certera planteó que era "más el cambio de la ocupación social del espacio" que la mejora de la vivienda lo que dirigía las actuaciones renovadoras, identificando, asimismo, otros rasgos como la posición céntrica y la paralela transformación funcional de los barrios afectados. Estas intervenciones acentuaban la segregación residencial aumentando la presencia de los estratos superiores en la ciudad mientras las clases populares eran expulsadas hacia la periferia. La interpretación de este autor se centró en el papel predominante del Estado (Castells, 1974, p. 363-372).
La investigación empírica posterior fue señalando que el fenómeno era mucho más amplio, mientras la elaboración teórica, con claras implicaciones políticas, destacó diferentes elementos causales. Por tanto, los estudios sobre la gentrification se caracterizaron, en esta primera fase, por su contenido empírico y estaban dirigidos a identificar las áreas de cambio, a valorar su importancia espacial y a caracterizar a los nuevos habitantes. Las elaboraciones teóricas y causales no abundaron hasta finales de los años setenta (Smith y Williams, 1986, p. 2)
En paralelo a este desarrollo tanto empírico como teórico, la propia definición de gentrification adquirió nuevos alcances al relacionarse tales procesos con una reorganización profunda de la ciudad de naturaleza económica, social y espacial; dentro de tal reorganización la rehabilitación de viviendas era solo una más de sus manifestaciones.
Smith y Williams (1986, p. 3) ya señalaban su vinculación integral con la regeneración de los frentes marítimos urbanos para usos recreativos y comerciales, con el declive de las instalaciones industriales en zonas céntricas, con la aparición en el centro urbano de hoteles, centros de congresos y complejos de oficinas, así como el incremento de modernos distritos comerciales y de restaurantes de moda.
En cuanto a la interpretación teórica, se produjo una intensa polémica entre una perspectiva que explicaba la gentrification por un cambio en las preferencias de consumo del individuo situando, por tanto, en primer plano la demanda; y otro enfoque que primaba el papel de los agentes institucionales (Estado, instituciones financieras) en estimular la oferta inmobiliaria y el desalojo de los residentes en aquellas áreas donde la desinversión había producido oportunidades para obtener elevadas rentas. A esta confrontación inicial le siguió un debate que, aún manteniendo diferentes énfasis causales, ponderaba tanto el papel de la demanda como el de la oferta. Desde mediados de los ochenta, aunque ambas posiciones mantienen firmes divergencias, se reconoce la necesidad de enfoques más integrados superando visiones estrechas acerca de la relevancia de los factores económicos y culturales; al tiempo que los planteamientos posmodernos desplazan la confrontación hacia el papel de la cultura y la participación activa de las nuevas clases medias (Smith, 1996, p. 42-43).
Smith (1996) considera la gentrification como parte de lo que denomina el urbanismo revanchista de fin de siglo, orientado a una recuperación de la ciudad por las clases altas anglosajonas; o lo que es lo mismo, una reconstrucción clasista del paisaje del centro urbano. En un artículo reciente sobre el fenómeno de desinversión que ha alcanzado ya a los suburbios más antiguos —como ocurrió anteriormente en las áreas centrales—, admite cierta veracidad a la explicación neoclásica fundamentada en la elección y la demanda en el mercado del suelo, pero se argumenta la necesidad de ir más allá de los procesos visibles; de rastrear la circulación del capital que no siempre se manifiesta de forma inmediata en cambios materiales -—por ejemplo las decisiones financieras que obstaculizan la inversión en una zona— y, sin embargo, es fundamental para cualquier explicación sobre los cambios que experimentan los barrios (Smith, Caris y Wyly, 2001).
Para otros autores el contenido del término, en cambio, está relacionado sobre todo con las oportunidades de consumo, el estilo de vida o la actitud pionera de las clases medias. Zukin desarrolló en sus primeros trabajos la interacción entre la dimensión cultural y los factores económicos. En estudios posteriores sostiene que el consumo ha dejado de ser una categoría residual y las ciudades deben entenderse como paisajes de consumo en los que adquiere una importancia creciente la economía simbólica, fundamentada en la producción cultural. Este nuevo escenario ha alterado el papel de los estilos de vida que, en lugar de ser un resultado de la economía urbana, se han convertido también en su materia prima debido al marketing de las ciudades como lugares de diversidad cultural ( Zukin, 1998).
Mullins (1999), examinando la relación entre el lugar de residencia y los lugares de consumo en la ciudad de Brisbane (Australia), proporciona evidencia empírica de la estrecha vinculación entre las áreas elitizadas y la concentración abrumadora de los espacios de consumo en dichos barrios.
Los términos en lengua española para denominar la gentrification. Una propuesta alternativa: elitización
En español se han usado distintas expresiones para denominar el fenómeno tales como "recualificación social", "aburguesamiento", "aristocratización", "gentrificación" y "elitización residencial".
Desde nuestro punto de vista el término de "recualificación social" lleva inherente una valoración negativa respecto a los grupos sociales preestablecidos en el área, puesto que de algún modo su presencia la ha descualificado, o incluso estigmatizado. Refleja, según London y Palen , un etnocentrismo de clase media (en Hannigan, 1995, p. 174).
Por otra parte, el vocablo "aburguesamiento" —ya utilizado para denominar la renovación parisina por el prefecto Haussmann (en Smith, 1996, p. 34)— resulta demasiado impreciso.
Una expresión menos frecuente en España, aunque con un uso más extendido en el ámbito latinoamericano, es la de "aristocratización" (Hardoy, 1992, p. 211). Si bien en sentido literal expresa mejor que las anteriores la esencia de la gentry, resulta demasiado restrictiva en tanto es evidente que no son miembros de la aristocracia quienes protagonizan el fenómeno. En este sentido, el mismo problema presenta el término inglés gentrification que, como se ha señalado, no corresponde con los grupos sociales medios (Smith, 1996, p. 33). Los resultados de la mayor parte de las investigaciones sobre gentrification establecen que los nuevos habitantes pertenecen a nuevas fracciones de clase media y media-alta, vinculadas a sectores de actividad en expansión, con ingresos elevados que les permiten acceder a las viviendas caras. No obstante la composición social apunta también la presencia de grupos con otras señas de identidad como son los artistas, homosexuales y hogares monoparentales; grupos que por su capital social y cultural pueden participar de ese estilo de vida. El papel de los artistas es complejo debido a la intervención de la administración que, en ocasiones, ha fomentado y utilizado su presencia como forma de atraer a otros grupos más adinerados. En una línea formal, Trujeque Díaz (2000, p. 4) se manifiesta incómodo con dicha traducción: "el fenómeno que en los noventa se conoce en inglés como «gentrification» o (traducido a un no muy elegante castellano) «aristocratización» de los centros urbanos"
A finales de los años noventa empieza a utilizarse el giro "gentrificación", en español, en numerosas publicaciones de diferente naturaleza, convirtiéndose en el vocablo más usado y de más difusión. En España, el primer estudio, que conozcamos, que usó el término fue el trabajo de Vázquez Varela (1996). Partiendo de un campo muy amplio como es la segregación social en todos sus aspectos, esta autora se centra en la exposición de los diferentes cuerpos teóricos que, desde diversas disciplinas y escuelas, han analizado el fenómeno de la gentrification, así como las posibilidades de su desarrollo en los países de Europa oriental. De especial interés resulta su presentación sobre la evolución de los estudios en Alemania y sus principales aportaciones.
Su análisis de la segregación en el distrito Centro de Madrid le lleva a valorar la insuficiencia de los argumentos basados en los cambios en las pautas de consumo y cultura de una nueva élite urbana y a confluir con las posiciones que preconizan la relevancia de los procesos de inversión-desinversión, el desajuste de renta (rent gap), y los cambios de estrategia del capital inmobiliario (oferta de nuevas tipologías residenciales) que han conducido a una progresiva pérdida de peso de las clases medias tradicionales y a una tendencia hacia pautas de dualización social (Camarero 1997).
Trabajos y traducciones recientes (Sargatal, 2000; Amendola, 2000, p. 29) han adoptado ese término. El mismo Diccionario de geografía urbana, urbanismo y ordenación del territorio (2000, p. 174) incluye la voz gentrificación definiéndola como un "anglicismo que designa la reocupación de algunos centros urbanos por las clases más pudientes (gentry) después de su rehabilitación urbanística y arquitectónica".
Monreal en su libro Antropología y pobreza urbana, utiliza la expresión "elitización residencial" definiéndola como "la penetración del capital comercial y de servicios o profesionales de clases medias en espacios urbanos antes ocupados residencialmente por comunidades de sectores populares" (1996, p. 65). Entre sus efectos señala el desalojo de la población pobre, la eliminación del pequeño comercio, y la desestructuración de las comunidades populares. Por otra parte, alude a los precedentes del actual fenómeno de gentrification: la lectura de los estudios de la Escuela de Chicago revela que existía "la penetración del comercio, mediante la especulación, en espacios previamente ocupados por viviendas pobres hasta transformarlos en una zona comercial de "alto standing" (1996, p. 23).
Ante la ausencia de un término español consensuado y las objeciones señaladas a los que se han venido utilizando, convendría acuñar una expresión — quizás aún imprecisa— pero que recoja la cualidad esencial del fenómeno. En lugar de introducir el neologismo de gentrificación, proponemos, siguiendo la línea de Monreal, la adopción del término elitización (1) .
Consideramos que este vocablo recoge la esencia de clase inherente al proceso, a la vez que permite la inclusión de los segmentos medio-altos que son una parte muy importante del mismo.
La noción de elite alude al protagonismo de un grupo específico, privilegiado, con capacidad de influencia social, de liderazgo y de influir en la toma de decisiones. Los miembros de la elite, como expuso hace ya tiempo en su estudio clásico Pareto, participan de todas o de alguna de las siguientes cualidades: importante nivel de riqueza, pertenencia a ciertas familias relevantes y/o buenas conexiones sociales (1979, p. 273-279). Una aproximación más actual es la que presenta Bourdieu (1988) al señalar que las clases altas poseen una compleja combinación de capital económico (poder adquisitivo y patrimonio), capital cultural (competencias, expertise, gusto) y capital social (relaciones interpersonales, grupo de pertenencia y posibilidad de ser aceptados) (en Amendola, 2000, p. 124).
El mismo Bourdieu (1988, p. 69) destaca la importancia del capital cultural "heredado" que funciona como un anticipo o ventaja inicial para los grupos privilegiados, a lo que se añade que los mecanismos de distribución del capital cultural tienden a reproducir las estructuras sociales (en Mullins, 1999:69). La posesión, por las clases altas, de lo antiguo expresa un poder social sobre el tiempo (Bourdieu, 1988:70). Asimismo, para estos grupos privilegiados, la propia relación con el espacio es un factor de diferenciación social (Amendola, 2000:124); estas elites disponen de suficiente capital económico y cultural para producir o modificar espacios a los que incorporan una identidad social excluyente. También la nueva clase media busca un entorno donde expresar su estilo y gusto distintivo de clase. De ahí la conversión de los barrios populares y viejas zonas industriales en objeto estéticamente relevante para los mismos.
Por su parte Harvey
indica que los promotores inmobiliarios no han tardado en incorporar los
criterios de gusto y exclusividad (urbanizaciones exclusivas, de lujo,
de marca,..) potenciando la producción y el consumo del "capital
simbólico". La estética funciona, pues, como un fetiche para
despolitizar las relaciones de clase que se disuelven en gustos y estilos
de vida (Harvey, 1989).
Notas
(1)
Este es el término ue hemos utilizado en GARCÍA HERRERA,
L.M. et allii (Eds). Globalización: transformaciones urbanas,
precarización social y discriminación de género, y
que ahora propoponemos para una utilización general.
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