Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía
y Ciencias Sociales |
CASTRO, Constancio de. La geografía en la vida cotidiana.
De los mapas cognitivos al prejuicio regional. Barcelona: Ediciones
del Serbal, 1997. 248 p. [ISBN 84-7628-199-4]
Josep Vicent Boira i Maiques
Desde hace unos cuantos años han ido aparecido en España
diferentes estudios que tienen como base la percepción, la imagen
y el comportamiento espacial. En 1992(1) ,
tuvimos oportunidad de repasar algunos de ellos, siguiendo el ejemplo del
trabajo realizado por el profesor Estébanez en 1980(2).
Desde entonces, se han realizado nuevas aportaciones a este campo de trabajo
y sería hora de analizarlas con detalle. Una de ellas la realiza
un geógrafo habitual en este campo de trabajo, el doctor Constancio
de Castro.
Esta publicación ve la luz en un momento de duda, al menos, personal.
El libro, por ello, no sólo es oportuno, sino que al tomar partido,
nos ayuda a aclarar algunos de los extremos de esta incertidumbre: ¿continua
siendo apropiado hablar de una "geografía de la percepción
y del comportamiento" para todo estudio que analice, de alguna forma,
el espacio subjetivo o mental? Adelantemos que el libro de C.de Castro
apuesta por el no.
Ciertamente, estamos ante una duda razonable. La pluralidad de enfoques
y la multiplicación de intereses en el seno de los estudios sobre
esta materia han hecho que aquella etiqueta que hiciera fortuna en los
años setenta y ochenta, se nos muestre incapaz de aglutinar trabajos
cada vez más divergentes en sus técnicas, métodos
y orientaciones teóricas. Resulta obvio que existen todavía
lazos que unen trabajos como el C.de Castro con otros desarrollados por
geógrafos españoles(3). Entre ellos,
podemos destacar el compromiso por la vida cotidiana y la curiosidad por
saber qué sucede fuera del ámbito académico, la activa
presencia de nuestra mente en la vida de la ciudad (percepción de
los entornos urbanos y comportamiento), la diferencia existente entre los
esquemas mentales de los usuarios y de los "fabricantes" de la
ciudad, la conversión de los lugares geográficos en una manufactura
cultural que manejamos en nuestra relaciones diarias y que se convierte
en conocimiento social o la posibilidad de trabajar sobre el mapa cognitivo
que surge del trato con nuestro entorno, mapa que es una realidad activa
en nuestro comportamiento.
El nexo de unión más importante, con todo, tal vez sea el
de reconocer la existencia de dos tipos de espacio, uno absoluto y otro
mental, uno reflejado en la cartografía oficial, los datos estadísticos
y la escuadra y cartabón y otro que nace de la palabra (la percepción,
la opinión, las preferencias, la valoración, la descripción)
y de los hechos (los desplazamientos y el comportamiento) de los ciudadanos,
de quienes viven diariamente ese mismo espacio. Sin embargo, a partir de
esta premisa común, la pluralidad de enfoques dificulta las etiquetas
comunes. La aportación de Constancio de Castro es una clara muestra
de cómo desde determinada posición, se hace muy difícil
la convivencia con otras orientaciones que no se ven como complementarias,
sino alternativas.
El libro, y en realidad, la dilatada y fructífera obra del profesor
C.de Castro, para bien y para mal, está más enraizada en
la tradición norteamericana que en la europea y, menos aún,
en la de la geografía española. Su biografía personal,
sus estudios y docencia en Venezuela y Estados Unidos de Norteamérica,
así como sus doctorados en psicología y geografía
explican buena parte de la orientación del libro, muy alejado del
contexto donde se han formado los geógrafos españoles que
trabajamos en el campo del espacio subjetivo y de la así llamada
geografía de la percepción.
El libro que nos ocupa se divide en cuatro grandes capítulos. El
primero viene dedicado a la ciudad y a la forma en que se confeccionan
y construyen los mapas cognitivos, en los que el comportamiento y los desplazamientos
juegan un papel importante. El segundo capítulo se centra en los
lugares que el ser humanos conoce y en la información de esos lugares,
asi como la forma en que ésta se estructura, almacena y ordena.
El tercero nos presenta algunos ejemplos de estereotipos geográficos
y regionales y el cuarto y último está dedicado a explicar
una de las técnicas que mejor se ajustan a las posiciones de partida
del autor: el análisis de proximidades o Multidimensional Scaling
(MDS).
La clave de esta publicación -que es una buen resumen del pensamiento
del autor-, nos la dió el mismo Constancio de Castro hace ya diez
años, cuando decía (1987:24 y 25): "lo que buscamos
es un modo de conocimiento, de acercamiento a la geografía y ese
modo es eminentemente comportamental" y seguía "el esquema
de comportamiento físico (es) la única plataforma susceptible
de medición". El libro que hoy comentamos amplía y desarrolla
estos principios y los reelabora para ofrecerlos al lector a veces de forma
explícita, otras implícitamente en algunos ejemplos. Para
el autor, el comportamiento es la variable más importante. Para
trabajar con imágenes o mapas mentales, el mejor camino no es el
de la introspección -que se supone es el método que practicamos
quienes nos acercamos a un sujeto para pedirle una serie de respuestas
o bien su amable dibujo de la ciudad-, sino que lo es, a su juicio, el
análisis de los desplazamientos y de los escenarios de conducta.
Las conductas observables son, por tanto, "la vía para inferir
lo que pasa en el interior de nuestras mentes" (p.33).
Y los dos instrumentos que ofrece C.de Castro para trabajar sobre estos
comportamientos y sobre el espacio subjetivo son dos: el mapa cognitivo
urbano y el atlas cognitivo. El primero es una "realidad activa en
nuestro comportamiento; orienta nuestros pasos en el desplazamiento y ahuyenta
el riesgo de perdernos en la jungla urbana" (p.9). El segundo vendría
formado por la información sobre lugares geográficos, más
allá de los entornos habituales de desplazamiento. A partir de aquí,
la propuesta del autor es clara: el análisis del medio urbano se
debe basar exclusivamente en el estudio y observación de comportamientos,
por ello, otros métodos derivados de la introspección (encuestas,
entrevistas, dibujo de mapas mentales) no son válidos -y por sujeto
de aceradas críticas por C. de Castro-, mientras que cuando el análisis
se refiere a otros lugares geográficos (provincias, regiones, paises,
incluso ciudades contempladas como sujetos), la técnica de análisis
se centra en la encuesta o el interrogatorio verbal, habida cuenta que
los comportamientos, a esa escala, no sólo son imposibles de captar,
sino poco indicativos de las preferencias, prejuicios o del conocimiento
social del ser humano.
Así, C.de Castro nos ofrece dos campos de trabajo y dos técnicas
diferentes: el mapa cognitivo urbano es el reino del comportamiento y,
en palabras del autor, un instrumento "para efectuar desplazamientos
cotidianos precisos", y el atlas cognitivo, que en realidad no sirve
para nada útil -permítaseme la exageración-, es el
espacio del "comercio de ideas que tiene lugar en la vida social".
Esta diferenciación, básica en el libro que comentamos, es,
para mi, una de sus mayores contradicciones. Estando de acuerdo en el importante
papel que juega el mapa cognitivo urbano en los desplazamientos y en el
comportamiento de los seres humanos, se nos plantea una pregunta básica:
¿por qué C.de Castro niega a la ciudad lo que él mismo
aplica con fruición a otras escalas de análisis, por ejemplo,
a la de las comunidades autónomas españolas?, ¿por
qué puede analizar lo que él denomina el atlas cognitivo
en otras escalas que no sean los barrios de la ciudad?, ¿por qué
se puede preguntar sobre estereotipos en comunidades autónomas -como
él hace-, y no en barrios, cuando ambos constructos pueden ser igualmente
artificiales e incluso en algunos casos, el primero más irreal que
el segundo?(4).
La radical postura de C. de Castro al respecto se manifiesta en su rechazo
a las investigaciones de Lynch, Milgram y, en el ámbito español,
a todas aquellas que toman como base de su trabajo la realidad urbana (calles,
plazas, barrios...). Su justificación es tan científicamente
impecable -de acuerdo a los fundamentos de la ciencia cognitiva y más
concretamente de la psicología cognitiva(5)
- como alejada del sentido común. Dudar, como hace el autor (p.69),
de que el plano callejero (o los barrios de una ciudad) es la base de representación
de la imagen de la ciudad es situar las investigaciones en percepción
urbana cerca de la metafísica por la falta de referentes concretos,
o, mejor dicho, cerca de la psicología cognitiva -ciencia que profesa
C.de Castro-, y cerca por tanto, de intereses próximos a los descubrimientos
de la forma en que funciona nuestra mente en los procesos de percepción
y cognición. Una afirmación del autor es clave al respecto:
"El mapa cognitivo requiere ser trabajado bajo un enfoque más
propio del laboratorio psicofísico, alejándose un tanto del
estilo imperante en los estudios de percepción urbana" (p.205).
La exigente posición de C.de Castro se demuestra en la leonina condición
que propone a los encuestados, por ejemplo, a la hora de contestar en el
ejercicio sobre percepción de comunidades autónomas (véase
la p.163). Dudo, honestamente, que el encuestado conteste las preguntas
siguiendo fielmente las instrucciones ofrecidas.
De esta consideración parte una de las injusticias de las críticas
de C.de Castro y que nos ha servido para reflexionar al principio de este
escrito sobre la conveniencia de diferenciar claramente los trabajos en
percepción espacial: no se puede acusar al pino de no parecerse
al roble o criticar a las manzanas por no saber como las peras, pese a
que ambos sujetos sean árboles o frutas dulces. De igual modo, creo
que el profesor C.de Castro se equivoca al pensar que todos aquellos que
nos acercamos al espacio subjetivo en la ciudad buscamos lo que él
denomina el "mapa cognitivo". Por ejemplo, se puede criticar
el cuestionario de mi investigación (Boira, 1992, pp.195-199) por
muchos motivos, pero no por no ir dirigido a recoger comportamientos -como
hace C.de Castro en la página 102 de su libro-, puesto que no era
ese su objetivo.
¿Estamos pues ante un problema terminológico, de comunicación?,
tal vez. Pero es probable que haya algo más. Tal vez no nos hayamos
dado cuenta de la divergencia de caminos que siguen los practicantes de
la así llamada geografía de la percepción y del comportamiento
y que comentamos al principio de esta reseña. La pregunta que se
nos viene a la cabeza es: ¿sobre qué enfocamos nuestro punto
de mira?, ¿es nuestro objetivo la ciudad percibida o el proceso
de percepción urbana? Inclinarse por la primera cuestión
hace que analicemos el mosaico urbano subjetivo, el mapa mental, la ciudad
distorsionada a través del "prisma de la experiencia personal
de la gente, coloreada por sus esperanzas y miedos y distorsionada por
prejuicios y predilecciones" (Knox, 1997:149). Decidirse por la segunda
equivale, en palabras del propio C.de Castro, a bucear en el proceso de
"cómo transladamos el mundo de fuera o extramental hacia la
interioridad de nuestra mente" (C.de Castro, p.32) y a "buscar
las relaciones espaciales con las que operamos puertas adentro de nuestra
mente" (p.121). Objetivos laoables, sin duda, pero tal vez más
ligados a esa ciencia cognitiva de la que es preciso reconocer que los
geógrafos sabemos poco y convendría saber más, como
también de la psicología ambiental, cuyo paradigma de trabajo
roza, en muchos aspectos, el de la percepción en geografía.
Los congresos y jornadas de psicología ambiental realizados en España(6),
las teorías de Aragonés en Madrid a finales de los ochenta,
de Pol en Barcelona o de Hernández y Carreiras en Tenerife, presentan
campos de trabajo en los que el geógrafo puede sentirse cómodo
colaborando con un psicólogo.
Por resumir nuestra opinión sobre este libro, se trata de una obra
ambiciosa, exigente con el lector y que da la impresión de no responder
plenamente a algunas de las cuestiones que el mismo autor plantea. Los
geógrafos que leemos con atención los trabajos de C.de Castro
esperábamos más aportaciones a la vida cotidiana, a la mejora
de la ciudad, al conocimiento del entorno y a la felicidad de los seres
humanos que los mapas de borrosidad perceptual (p.205) que ilustran el
capítulo final del libro y que, en cierta forma, parece ser una
de las grandes aportaciones de esa rama de la investigación geográfico-cognitiva.
Con todo, es un libro imprescindible para comprender uno de los caminos
que pueden seguir las investigaciones en geografía sobre el espacio
subjetivo en la actualidad.
Notas
1. "Percepción del espacio y geografías personales: una revisión de los estudios realizados en España desde aproximaciones no analíticas" (pp.307-312) y "Balance crítico de dos décadas de Geografia de la percepción en España. A propósito de lo estudios sobre espacios urbanos" (pp.341-356), (ambos en colaboración con el profesor Pedro Reques) y publicados en las Actas del V Coloquio de Geografía Cuantitativa. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1992.
2. Estébanez, J. Gli studi sulla percepzione ambientale nella Geografía Spagnola.Revista Geográfica Italiana, nº 87, 1980, p. 96-105.
3. Por citar un ejemplo cercano de trabajos distintos a los de C.de Castro, Boira (1992) y Dávila et al. (1994).
4. De hecho, nosotros hemos podido comprobar (Boira, 1992) que los habitantes de la ciudad saben y pueden delimitar sus barrios, con mayor o menor exactitud respecto la delimitación administrativa, no siendo este en absoluto un concepto abstracto y falto de concreción espacial y vivida.
5. El reciente trabajo de Steve Pile (1996) y alguno anterior (de 1993, reproducido por Barnes y Gregory, 1997), muestra cómo precisamente la psicología cognitiva no resuelve, ni mucho menos, todos los problemas de interpretación del comportamiento de los seres humanos, sobre todo al no prestar la atención que merece al inconsciente y a tres elementos fundamentales en toda acción: las fuentes, objetivos y contenidos de los motivos, las emociones y las actitudes. Porque, a juicio de Pile (1996:29) tan importante es el comportamiento espacial abierto o manifiesto (overt), como el encubierto (covert), que se suele olvidar entre quienes hacen del comportamiento pieza fundamental explicativa. Según Pile (1993, en Barnes y Gregory, 1997:423) "la concepción de Freud sobre el subconsciente significa que la conciencia no puede ser la base para entender la experiencia y el comportamiento humano", lo que sí hace la geografía comportamental. Así mismo, siguiendo a Lacan, Pile asegura que el mundo es vivido a través de tres clases de espacio: el real, el imaginario y el simbólico, unidos en un sólido bloque difícil de diferenciar, por lo que el comportamiento no sería sólo fruto de un proceso de percepción o interiorización del exterior casi mecánico, como señalan la ciencia cognitiva, que trabaja incluso en la reproducción de ese mecanismo en el mundo artificial de la computerización.
6. El último trabajo publicado y conocido por nosotros recoge las segundas Jornadas de Psicología Ambiental, desarrolladas en 1989 en Mallorca, aunque editadas en 1996. Especialmente significativo es el volumen de Íñiguez y Pol (compiladores). Cognición, representación y apropiación del espacio. Barcelona: Universitat de Barcelona, monogràfics psico-socio-ambientals, nº 9, 1996.
© Copyright: Josep Vicent Boira i Maiques, 1998
© Copyright: Biblio 3W, 1998.