REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XIX, nº 1068, 30 de marzo de 2014 [Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana] |
El antropólogo visitante del Seminari Geocrítica Barcelona-Port
Raúl García
Ferrer
Universitat
Autònoma de Barcelona
Recibido: 30 de junio de 2013; aceptado: 25 de enero de 2014
Palabras clave: Port de Barcelona, turismo, derecho a la ciudad.
Key words: Barcelona port, tourism, right to city
La intención de este texto es presentar una opinión sobre el seminario del día dieciocho de junio y aportar una cierta mirada antropológica esperando que motive nuevas reflexiones.
Lo primero, es hacer notar que la condensación temática del Seminari Geocrítica constituyó un esfuerzo de más de ocho horas de duración con una alta calidad expositiva y reflexiva y cuyos objetivos creo colmaron las expectativas de los asistentes[1]
En cuanto a las personas que intervinieron en las diferentes mesas, que sumando la de bienvenida fueron seis, contó, además de con académicos investigadores (como es lógico en un acto dentro de la Universidad), también con la participación de vecinos de los barrios involucrados en el tema del seminario. Desde ambas perspectivas las expresiones fueron muy claras y mostraron tanto el interés como el dominio de los ámbitos tratados. Fallaron algunos de los participantes previstos pero sin que ello mermase la calidad del conjunto.
El arranque muy puntual del seminario nos llevó directamente al problema de la fragmentación de la ciudad cuando esta se piensa como un objeto mercantil. Sólo hace cuarenta años que Henri Lefebvre hablaba del espacio como valor de cambio y como valor de uso. Barcelona hace días que está en la era del valor de cambio y va perdiendo poco a poco su valor como espacio para vivir. Muy interesante la aportación de Maria Cruz Santos desde la entidad SOS Monuments reivindicando el patrimonio “inmaterial” inherente al patrimonio “material” portuario. Este “patrimonio inmaterial” va a ser el gran tema de la jornada.
La primera mesa, Ciudad puerto, qué Barcelona queremos, se alejó un momento de lo estrictamente portuario para exponer el valor de aquello que la transformación de Barcelona va destruyendo cuando la especulación tiene una tendencia preeminente en la economía de la ciudad. Como rezaba su título se trataba de “qué Barcelona queremos” y al que yo añadiría “qué Barcelona quieren” (los poderes políticos y financieros). Enseguida se volvió al mar con la modificación de la Ley de Costas que, como olvidando la reciente explosión de la burbuja del ladrillo ibérico, permitirá urbanizar más territorios del litoral, a lo que Oriol Nel·lo desde su perspectiva de geógrafo advirtió de la necesidad de analizar el caso teniendo en cuenta los diferentes niveles de escala. Por desgracia cuando los promotores pongan la vista sobre las nuevas posibilidades legales es probable que no piensen ni en niveles ni en escalas. Reapareció el “tema” al tratar el proyecto de remodelación del Paral·lel que ha de servir para que el turismo se convierta en una masa ininterrumpida entre Colom y la Plaça Espanya. Aún recuerdo cuando esta avenida se reformó ensanchando las aceras y poniendo carriles-bici y me sorprende que esa obra ya haya caducado. El interés turístico se convierte así en el acicate de una reconstrucción urbana poco sostenible. Un dato apareció en el debate posterior, el impacto económico del turismo en Barcelona es de un 20% del total de ingresos que genera la ciudad. Aunque alguien informó más tarde que esa cifra era del 15%, nos ha de hacer pensar en cuál es el valor real de aquello que nos inculcan que es la principal riqueza de la capital catalana.
En la segunda mesa, Identidad, patrimonio y turismo, ya se tocó al tema más candente, o sea, el turismo versus la ciudad prístina o, dicho de otra forma, cuando el beneficio económico está por delante de la calidad de vida de los ciudadanos. Desde el sentido de la última reforma constitucional hasta el poder del lobby hotelero capaz de imponer sus propias reglas a la planificación de la actividad de Barcelona, todo son ejemplos de cómo el interés privado va por delante del público, es decir, de las mayorías. El modelo turístico queda en entredicho pero, como surgirá en el debate posterior, falta un discurso que desactive la opinión mayoritaria actual que ve el turismo como una panacea indiscutida. Se trataría de repensar el modelo tal y como se ha ido construyendo hasta hoy.
En la siguiente mesa, ¿La ciudad para quién? Usos, inversores y ciudadanos, se trató de la ciudad vivida y de su espacio público. Como ocurre con la posibilidad de que la sede de la Facultat de Nàutica sea comprada por el Hermitage para convertirse en su edificio-satélite (un Sputnik lo llaman) o que la calle esté pensada para ir de un lugar de consumo a otro lugar de consumo, nos encontramos en ambos casos ante una dinámica neoliberal que desposee a los habitantes de Barcelona de su “derecho a la ciudad”. Horacio Capel apuntó que la movilización ciudadana habrá de convertirnos en agentes constructores de la metrópolis. Sin ir más lejos, este mismo seminario es un ejemplo de activismo contra una política municipal paradójicamente anti-ciudadana con sus planes de futuro para entornos como el del puerto o planes que ya han echado a perder muchos ámbitos de Ciutat Vella como las Ramblas o la Boqueria.
La cuarta mesa, Puerto, ciudad y ciudadanía, se concentró en lo que significa el puerto para la ciudad, evidenciando que este no se puede entender por separado sino que el pensarlo aparte supone eliminar su valor urbano, social, histórico o económico y escindirlo de un sistema mayor al que pertenece. De ahí que surgió una categoría desconocida para mí, la “maritimidad” de una ciudad, interesante porque califica el valor de la relación de la urbe con el mar y me hizo pensar en la de Barcelona. Al final, en el debate, desde el público el arquitecto Josep Mª Carrera afirmó que el urbanismo tenía su razón de ser en servir a la mejora de la vida de los ciudadanos y no al aumento de las plusvalías sobre el suelo. Esta es la definición que creo que los planificadores de la Marca Barcelona deberían poner en práctica al pensar la ciudad actual.
En la mesa final, De la experiencia a las propuestas, y como es habitual, se planteó el proponer respuestas aunque el tiempo jugaba en contra y se notaba el cansancio de tantas horas de concentración. A pesar de ello, hubo tiempo para conocer la experiencia del 22@ y el efecto de una política municipal que por su cuenta y riesgo decide qué es lo que más le conviene a la ciudadanía y desprecia una participación real de esta. Por otro lado, fue importante escuchar por parte del abogado Daniel Jiménez cómo últimamente las leyes están siendo redactadas a favor del sector privado cuando lo normal es que de la legislación se espere precisamente lo contrario. A pesar de lo evidente de esta afirmación, es de valorar que los especialistas lo corroboren.
En suma, lo que los organizadores de Barcelona Ciutat Port han conseguido transmitirnos y sobre lo que nos han hecho reflexionar e incluso posicionarnos, es que la sociedad post-industrial en la que vivimos no se nutre sólo de productos materiales como antaño sino que se enraíza en imágenes. Imágenes que en el caso de Barcelona se presentan como una “Marca Registrada” que se compone de, entre otras cosas, territorios como el puerto (que no es poco) que devienen objeto de la mercadotecnia global donde la urbe virtualizada como paisaje turístico no se detiene a entender los patrimonios sociales que contiene y llegará un día que ni a sus habitantes.
Por otra parte, la ingente cantidad de dinero (virtual) que busca ser invertido ha encontrado en la imagen (virtual) del puerto barcelonés una sarta de oportunidades de negocio que vista la dinámica ultraliberal alimentada por la crisis hace que la calidad humana y urbana baje otro escalón (o varios de golpe) y que encienda los ánimos del personal cansado ya de tanto ataque del capital ciego.
De lo expuesto durante la jornada del Seminari se puede entender que la administración pública, en lugar de pensar en la población y sus deseos o simplemente poner la vista más allá del corto plazo, se ha convertido en el cómplice necesario para el desmantelamiento socio-cultural y/o patrimonial de Barcelona, que en esta ocasión trata de depredar la larga línea portuaria a espaldas del ciudadano de a pie a base de opacidad y ausencia de una verdadera participación democrática. Y volviendo a la idea de la maritimidad de la ciudad, vemos como esta se ve ampliamente degrada porque el puerto (o los puertos) es sustraído a los barceloneses y redireccionado hacia ciertas élites o en general hacia el turismo global con el riesgo -ya presente- de transformar un patrimonio vivo en un pintoresco parque temático al sur de Europa.
Un punto de partida sería redescubrir que el puerto es patrimonio de los barceloneses aunque quizá no todos seamos conscientes de ello.
Nota
[1]Para más información puede consultarse todos los textos en TATJER, Mercè; TAPIA, Maricarmen (coords). Ciutat i port, un debat necessari. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.Número extraordinario dedicado al Seminario Geocrítica: Estrategias y conflictos en el puerto de Barcelona, Universidad de Barcelona, 18 de junio de 2013 [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 15 de noviembre de 2013, Vol. XVIII, nº 1049. <http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1049.htm>. [ISSN 1138-9796].
© Copyright Raúl García, 2014.
© Copyright Biblio3W, 2014.
Ficha bibliográfica:
GARCÍA, Raúl. El antropólogo visitante del Seminari Geocrítica Barcelona-Port. Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. [En línea]. Barcelona: Universidad de Barcelona, 30 de marzo de 2014, Vol. XIX, nº 1068. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-1068.htm>. [ISSN 1138-9796].