REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES Universidad de Barcelona ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 Vol. XVIII, nº 1045, 15 de octubre de 2013 [Serie documental de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana] |
MIRADAS CRUZADAS: OBSERVACIONES, ENTENDIMIENTOS Y REPRESENTACIONES
EN TORNO A LAS DINÁMICAS URBANAS CONTEMPORÁNEAS
Nadja
Monnet
Antropóloga,
LAA, CNRS LAVUE UMR 7218; Contraplano – LAD; coordinadora
del proyecto
Maricarmen
Tapia
Arquitecta,
urbanista, Kronos Patrimonio
José
Sánchez García
Antropólogo,
Universitat Autònoma de Barcelona
Raúl
García Ferrer
Antropólogo,
arquitecto técnico, Universitat Autònoma de Barcelona
Marco
Rossano
Sociólogo,
cineasta, Universitat de Barcelona
Recibido: 9 de mayo de 2013; Aceptado: 5 de junio de 2013
Miradas cruzadas: observaciones, entendimientos y representaciones en torno a las dinámicas urbanas contemporáneas (Resumen)
Las reflexiones y comentarios que presentamos a continuación son fruto de dos encuentros organizados conjuntamente entre el grupo de investigación Contraplano – Laboratori d’Acció Documental (LAD) del Institut Català d’Antropologia y el Laboratoire Architecture/Anthropologie (LAA) de l’École Nationale Supérieure d’Architecture de Paris – La Villette que tuvieron lugar en junio y octubre de 2012 con el título “Documentar y entender lo urbano en el siglo XXI: diálogos entre científicos sociales, arquitectos y artistas visuales”. Dichos encuentros tuvieron como meta fomentar el diálogo entre investigadores, especialistas del análisis de las dinámicas urbanas procedentes de distintas disciplinas para confrontar y debatir ideas, maneras de trabajar, experimentar en el cruce de las disciplinas para iniciar una reflexión colectiva sobre la manera cómo presentamos y representamos hoy en día los fenómenos urbanos. En nuestra narración hemos optado por mantener el orden cronológico de las experiencias, señalando aspectos sobre los cuales esperamos poder seguir trabajando en próximas ediciones para establecer un verdadero diálogo interdisciplinar del cual veríamos surgir propuestas metodológicas y epistemológicas para la observación, el análisis y entendimiento de nuestros entornos urbanos contemporáneos, así como herramientas comunes para devolver el fruto de nuestras investigaciones a los principales interesados: la ciudadanía.
Palabras clave: dinámicas urbanas, interdisciplinaridad, diseño urbano, antropología de lo urbano, fotografía, artes visuales.
Crossed Perspectives: observations, understandings and representations about contemporary urban dynamics (Abstract)
The ideas and opinions presented below are the result of two meetings organized jointly by the research group Contraplano - Documental Action’s Laboratory (Laboratori d'Acció Documental (LAD) of the Catalan Institute of Anthropology and the Laboratory Architecture / Anthropology (LAA) of the National School’s Architecture of Paris - La Villette that took place in June and October 2012 with the title "Document and understand the urban in the XXI century: dialogues between social scientists, architects and visual artists." These meetings were aimed to promote dialogue between researchers, practitioners of urban dynamics analysis and from different disciplines to meet and discuss ideas, ways of working and experiences at the intersection of the disciplines to initiate a collective reflection on the way we present and represent today urban phenomena. In our presentation we have chosen to maintain the chronological order of the experiences, pointing aspect on which we hope to continue working in future editions to establish a real dialogue which we would emerge interdisciplinary methodological and epistemological proposals for observation, analysis and understanding of our contemporary urban environments, as well as common tools to return the fruits of our research to main stakeholders: citizens.
Keywords: urban dynamics, interdisciplinarity, urban design, urban anthropology, photography, visual arts.
¿Cómo (d)escribimos lo urbano desde las ciencias sociales, las artes visuales y la arquitectura o el urbanismo en el siglo XXI? ¿Cuáles son las estrategias que ponemos en acción para realizar y dar a conocer nuestras investigaciones en contextos urbanos? ¿Qué diálogo puede establecerse entre científicos sociales, arquitectos, urbanistas y artistas visuales para documentar eficazmente, es decir de manera inteligente e inteligible lo urbano? Esas fueron las cuestiones que guiaron los dos encuentros internacionales titulados “Documentar y entender lo urbano en el siglo XXI: diálogos entre científicos sociales, arquitectos y artistas visuales” organizados conjuntamente por el grupo de investigación Contraplano – LAD del Institut Català d’Antropologia y el Laboratoire Architecture/Anthropologie (LAA) de l’École Nationale Supérieure d’Architecture de Paris – La Villette en mayo y octubre de 2012 con el apoyo del Inventari del Patrimoni Etnològic de Catalunya de la Generalitat de Catalunya, el Institut d’Estudis Catalans y el Arxiu Fotogràfic de Barcelona. En el ánimo de estos encuentros estaba el fomentar el diálogo entre especialistas de las distintas disciplinas que miran la ciudad. Proponíamos entender lo urbano no como sinónimo de urbanismo sino como la realidad urbana articulada por medio de la relación establecida entre la concepción, la percepción y la vivencia de lo urbano[1]. Una tríada que, en cierto modo, se ha convertido en cotos disciplinarios, ya que habitualmente el ámbito de la percepción y la representación de lo urbano parece un campo reservado a los artistas –y también por determinadas orientaciones a la arquitectura–; la concepción del espacio urbano se muestra como un privilegio de los arquitectos, urbanistas y gestores territoriales mientras que son los científicos sociales los que se dedican a documentar las formas de vida urbanas. Durante las dos series de encuentros hemos intentado establecer vínculos interdisciplinarios con el objetivo de superar estas fronteras, experimentando un diálogo entre estas tres formas de acercarse al fenómeno urbano.
De esa manera, más que la presentación de los resultados de diversas investigaciones, nuestro interés se dirigió más bien a los procesos de investigación y de creación y sus implicaciones a la hora de documentar, analizar y representar el fenómeno urbano, aunque es difícil hablar de los procesos sin explicar algo de los resultados de la investigación. Fue a través de las distintas presentaciones como intentamos crear sinergias entre los diferentes grupos de investigación y colectivos que trabajan con el potencial de los medios a nuestro alcance para transmitir los resultados de sus investigaciones. A partir de los trabajos empíricos reflexionamos también sobre los posibles marcos epistemológicos susceptibles de beneficiarse de las tecnologías digitales. A lo largo de las sesiones, la cuestión de la escritura o, mejor dicho, de la restitución de la experiencia urbana se hizo cada vez más aguda. Constatamos la poca costumbre que hay respecto a la teorización en torno a las dificultades que presenta la investigación del fenómeno urbano y por lo tanto una cierta dificultad, a veces, de compartirlas, considerándolas como simples contingencias de la investigación. Como sabemos, en muchas ocasiones, el diálogo entre teoría y empirismo se produce durante todo el proceso de investigación sin saber en muchas ocasiones qué guía a qué.
Arpentage y barraquismo: escalas territoriales y malentendidos en el uso del espacio urbano
En el primer encuentro fue invitado Emmanuel Hermange, crítico y profesor de historia del arte en la École Supérieure d’Art et de Design de Grenoble – Valence que nos habló de la figura del arpenteur, de difícil traducción al castellano ya que el término "agrimensor" no tiene correspondencia en la lengua contemporánea, mientras que arpentage, arpenteur y arpenter son nociones comúnmente aceptadas en obras artísticas y literarias para evocar una práctica deambulatoria sobre un territorio. La traducción al castellano no posee las connotaciones que en el mundo francófono se entienden como forma híbrida de captar el entorno tanto en aspectos técnicos como en aspectos cualitativos y también en relación con las acepciones que tendría como verbo, arpenter, paralelo al flânertan valorado por Walter Benjamin como método de aproximación a la ciudad mediante el paseo. Arpenteur, arpenter son términos que siguen evocando en la lengua francesa una manera de aprehender una realidad, y más específicamente urbana, aunque algo alejado del sentido original como aquel que establece los límites de uso en determinados territorios. La primera parte de su intervención titulada “Entre arpentage et malentendu: l'artiste face à l'espace urbain et ses jeux de territorialités” consistió en recordarnos los orígenes de la palabra poniendo el énfasis sobre el hecho de que en la época romana el agrimensor tenía por tarea medir el territorio así como vigilar el mantenimiento de las fronteras establecidas. El arte del agrimensor era un arte liberal, es decir eran individuos que ocupaban posiciones prestigiosas en su sociedad y que tenían una aproximación que hoy llamaríamos interdisciplinar abarcando conocimientos específicos de la cartografía, cosmología, topografía. Subrayó también que los mapas que establecían tenían valor de prueba, de certeza, de veracidad. Eran personas que conocían muy bien el territorio que “protegían”; y este conocimiento no era solamente en un sentido físico sino también social y cultural. Conocían las costumbres de sus habitantes, sus creencias, su modo de vida, etc.
A través de la descripción que Emmanuel Hermange nos presentó de esta figura, podíamos reconocer en el arpenteur el tipo de conocimiento que elaboran los investigadores que utilizan métodos cualitativos (y particularmente los antropólogos y las antropólogas), interesados en algo más que en la mera morfología urbana.
A continuación, el ponente se centró en las resonancias de estas figuras en ciertas obras artísticas. Empezó con las misiones fotográficas del siglo XIX en Francia (subrayando que en esta época la fotografía aún se encontraba en la periferia del arte) que tenía por misión rememorar elementos borrados del paisaje urbano para llegar a obras contemporáneas de artistas como Francis Alÿs, con su Green line en Jerusalem, 2007, pasando por la obra El castillo de Kafka (1935). Nos presentó artistas que proponen una reflexión u obligan a reflexionar sobre los límites a través de sus “actos poéticos en contextos complejos”.
En conclusión la ponencia mostró cuestiones relevantes e interesantes respecto al tema de la escritura y representación de lo urbano, sus distintos modos (cartografía, fotografía, performance) y la problemática de los límites de ciertas maneras de captar la realidad (enregistrer le réel) como por ejemplo las primeras imágenes fotográficas que contenían demasiada información pero no la que se necesitaba. Hermange nos habló de edificios “invadidos por su contexto” que obligaron a los fotógrafos a elaborar protocolos para tomar fotografías “legibles” e inventar técnicas para remediar estos problemas. Del mismo modo, al presentarnos obras de arte contemporáneos percibimos la manera en que ciertos artistas hoy en día actúan ante los envites del espacio urbano y sus territorios.
En cuanto al grupo de investigación Pas a pas, dos de sus miembros, Xavi Camino y Oscar Casasayas, nos explicaron “les coulisses”, las bambalinas de su investigación sobre el barraquismo en Barcelona; investigación llevada a cabo por historiadores y antropólogos que trabajaron en base a testimonios de barraquistas y trabajadores sociales, datos oficiales e imágenes inéditas. Este grupo utilizó técnicas de investigación propiamente histórica y también etnográfica. Resaltaron las dificultades de encontrar antiguos pobladores que reconstruyeran la cotidianidad de los asentamientos pero, una vez abiertas las puertas, los testimonios fueron de capital importancia para entender la complejidad del fenómeno. Sus cuatro años de investigación culminaron con dos publicaciones[2] y una exposición itinerante que se presentó inicialmente en el Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona y cuyo contenido se puede explorar en la página web: http://barraques.cat/swf/ .
Con su presentación se planteó la pregunta sobre las condiciones para la realización de un verdadero trabajo interdisciplinar que se limita demasiado a menudo a tomar prestadas herramientas y/o material, fuentes de información de otras disciplinas. Evocaron las dificultades de un verdadero diálogo interdisciplinar a la hora sobre todo de concebir la exposición; diálogo en el cual también entraban relaciones de poder (¿quién paga? ¿dónde se expone? ¿para qué tipo de público?, ¿cuál es la posibilidad de participación por parte de las personas “expuestas”?, etc.).
En el debate posterior se subrayó la importancia de la recuperación de la memoria (aunque sea falsificada, decía Aurelio Díaz, profesor en el Departament d’Antropologia Social i Cultural de la Universitat Autònoma de Barcelona y discussant de este primer encuentro) ya que, como bien sabemos, la reconstrucción de la memoria no es el pasado sino el pasado visto desde el presente, por lo tanto plantea cuestiones de registros de escritura pero también de autoría y de legitimidad.
Otro punto que se discutió a raíz de estas intervenciones fue la diferencia de libertad entre artistas y investigadores (“encorsetados por los rigores científicos y las normas académicas”). Aurelio Díaz recordaba el viejo debate entre objetivismo y subjetivismo y la capacidad limitada de los investigadores para transcender ciertos límites que implica un riesgo de perder credibilidad en caso de franquearlas. Se planteó entonces la cuestión de si los científicos sociales pueden recurrir a la ficción para comunicar resultados de investigación.
Una aportación valiosa del profesor Díaz fue subrayar un problema de terminología para calificar el tipo de hábitat que se nos presentaba con imágenes o en palabras: ¿estamos ante barracas o ante coreas? Subrayó a continuación que la experiencia del barraquismo no se entendía sin el miedo. Abstrayéndose de la discusión de la percepción y vivencia del miedo por los pobladores de las barracas, resulta interesante la observación en el sentido de que los análisis científicos sociales parecen muchas veces alejarse de los valores más intangibles y subjetivos, pero propiamente humanos como son los sentimientos. Nos invitaba a reflexionar sobre cómo incorporar no sólo las conjeturas mentales y discursos de las personas o grupos estudiados, sino sus emociones y cómo estas pueden teñir y explicar humana y científicamente la realidad.
De las barracas a la infravivienda del siglo XXI
Además de debatir en torno a una mesa, salimos a la calle para experimentar en equipos relativamente reducidos, de un máximo de 20 personas, los procesos de investigación realizada o en curso por parte de equipos multidisciplinares.
El primero de estos experimentos consistió en un doble recorrido por formas de vivienda alternativas aparecidas en la ciudad moderna. El primero de ellos fue programado como un itinerario por un espacio histórico emblemático de las llamadas “casas baratas” e infraviviendas en la Zona Franca de Barcelona a cargo de l’Associació Pas a pas. Durante el segundo, efectuamos un recorrido contemporáneo preparado y concebido por los antropólogos José Sánchez García, Raúl García Ferrer y el fotógrafo Daniel Pascual Rodríguez que nos condujo por la zona del Poble Nou, limítrofe con el modernísimo reformado barrio del 22@[3]. Descubrimos una zona jalonada de formas de vivienda alternativas debido entre otras cosas a la actual situación de crisis económica, y por los desalojos de habitantes subsaharianos y europeos orientales producidos recientemente. La experiencia permitió pasar de la arqueología a la actualidad. Nos interesaba centrar la mirada en las estrategias desplegadas para encontrar un lugar dónde vivir por parte de poblaciones marginalizadas, sean gitanos e inmigrados internos de la España de los años cincuenta o poblaciones en situaciones precarias de la segunda década del siglo XXI, principalmente (pero no únicamente) migrados y gitanos del este europeo o subsaharianos que no consiguieron regularizar su situación...
Las investigaciones muestran que los primeros asentamientos de barracas aparecieron en el litoral de Sant Martí y en Montjuïc hará más o menos un siglo, aunque se tiene constancia de la existencia de construcciones aisladas desde el siglo XVIII. Los años de mayor crecimiento fueron las décadas de los 30, 50 y 60, siempre como consecuencia de los distintos impulsos del capitalismo industrial que necesitaba mano de obra. Con el desarrollismo, sobre todo los barraquistas que trabajaban en la construcción y la industria lograron poco a poco acceder a viviendas normalizadas. Por su parte, los habitantes de coreas y colonias consiguieron cierta legitimación de su situación hasta que la especulación inmobiliaria percibió sus territorios como apetecibles. Fue la crisis económica de los 70 la que marginalizó a la población de los campos de barracas que quedaban en la ciudad, atascándose el ascenso social y estigmatizando a los habitantes de los campos. La misma situación de crisis que ha empujado en nuestros días a familias procedentes de desahucios, migrados en situación irregular y otros tipos de marginados del cuerpo social -aquellos que Michel Onfray localiza en el primer círculo de su Cartografía infernal de la miseria- a infravivir en naves industriales, caravanas y zonas olvidadas e invisibles del modelo urbano barcelonés.
De colonias, coreas y barracas
En la sesión matinal, Xavier Camino y Maximiliano Díaz (miembros de Pas a pas) fueron nuestros guías para arpenter colectivamente parte del territorio ocupado durante varios decenios por barraquistas. Iniciamos el recorrido delante del centro comercial Gran Via II para llegar al límite entre la ciudad de Barcelona y l’Hospitalet de Llobregat que actualmente conserva las huellas de un conjunto de casas baratas con aspecto de no man’s land frente al mar. Partiendo en búsqueda de las huellas que el barraquismo dejó en el territorio, esta ruta nos permitió medir y “experimentar” la transformación de la ciudad a lo largo de casi un siglo. Al mismo tiempo, durante el paseo se reflexionó sobre puntos concretos del trabajo de investigación realizado por el equipo Pas a pas. Además, experimentamos los distintos impactos que tuvo nuestra presencia en ciertas partes del territorio transitado. Percibimos las reacciones de los habitantes frente a cuerpos desconocidos que “invadieron” de repente “su” espacio de vida cotidiana, algo ciertamente inusual en esas áreas urbanas.
Como se ha señalado anteriormente, el itinerario arqueológico se inició frente al suntuoso centro comercial Gran Vía II para adentrarnos en el barrio de la SEAT. Fue construido para asentar a los trabajadores empleados en la factoría en los años cincuenta en lo que hoy se conoce popularmente como la Zona Franca y que aglutina el barrio de la Marina, el polígono industrial y el puerto. Hasta 1897 perteneció al municipio de Sants y era conocido como el territorio de la Marina de Sants. Se trataba de la zona deltaica del río Llobregat donde predominaba un paisaje agrícola de campos de cultivo, pastos y masías. Esta primera parada provocó la sorpresa de los vecinos. Éramos un grupo numeroso y en un espacio urbano de poco tránsito anónimo es necesario saber a qué vienen los forasteros. Más aún si algunos vecinos son conocidos por sus actividades ilegales. Eso provocó un paso rápido, la negociación de nuestra presencia y la búsqueda de un espacio adecuado pero periférico para las explicaciones que sobre el barrio dieron Xavi Camino y Maxi Díaz
Coincidiendo con la primera revolución industrial, la exigencia de agua y grandes superficies para el blanqueado de tejidos configuró el territorio deltaico de la Marina como uno de los lugares idóneos para la implantación de prados de indianas. Poco a poco, algunas viejas áreas de pastoreo fueron privatizándose y reconvirtiéndose en fábricas, como las del Prat Vermell, Can Nata o el Prat de l'Ase. Y fue en Can Nata, dónde se suscitó otra discusión sobre el terreno entre los participantes. Si bien en este caso la colonia continúa con un funcionamiento precario con pequeños talleres, es un buen ejemplo de espacio potencialmente apropiable por los deshauciados del capitalismo del siglo XXI.
El recorrido nos llevó también a las casas baratas desaparecidas durante la remodelación de la Zona Franca para construir la nueva sede de la Fira de Barcelona. Al sol del mediodía, los restos de lo que fue un barrio populoso parecían ruinas de antiguas civilizaciones. Recordábamos el campo de fútbol, el bar en el que vendían una de las mejores mojamas de la ciudad, el parque infantil… Una vida que se resistía a desparecer en la Colonia Bausili, donde los vecinos, acostumbrados a los reportajes fotográficos, nos ofrecieron su hospitalidad y acogida, invitándonos a conocer la fisonomía de las viviendas de la colonia y mencionando hitos históricos en su lucha para seguir existiendo. Vestigios de una vida cortada de cuajo por la “mejora urbanística” que nos esperaba en la avenida de la Zona Franca. Allí, la imponente mole de hierro y vidrio, propiedad de Caja de Madrid -intervenida por el Estado español- nos desafiaba, desierta y vallada.
Del Poblenou al 22@: infraviviendas del segle XXI
En el itinerario vespertino, en el límite del distrito de Sant Martí, en el barrio conocido como de El Parc i la Llacuna del Poble Nou, los grandes inmuebles de las torres de negocios ocultan una realidad que evidencia que la infravivienda no ha desaparecido de la ciudad a pesar de los continuos intentos de la municipalidad por atajar la búsqueda de cobijo de “los condenados” del sistema utilizando los omnipresentes motivos higienistas[4]. En este territorio urbano se reúnen diversos fenómenos sociales y urbanísticos significativos para intentar una mirada multidisciplinar complementaria. Un buen ejemplo de un proceso urbanístico del todo habitual en la historia de la ciudad, creciendo a golpe de eventos globales.
La aventura del barrio comienza con la industrialización de finales del XIX, sufriendo intervenciones y olvidos a partes iguales desde las instancias municipales en diferentes épocas. Desde los lejanos años de la industrialización, cuando el barrio se pobló de almacenes y servicios para el cercano Born siguiendo el eje de la carretera de Ribes, hasta el año 1992 con motivo de las Olimpiadas, momento aprovechado para iniciar un esponjamiento urbanístico. La consecuencia fue la conversión funcional de amplias zonas del barrio mediante obras de ordenamiento urbanístico que obligan a capas de población marginalizada o en situación de riesgo a abandonar las localizaciones donde eran asentadas.
Todo empezó con las obras para hacer desaparecer las vías ferroviarias de la Estación del Norte, tras la construcción del Teatro Nacional y el Auditorio. En 2008, la construcción del tranvía marca el inicio de la etapa actual: actuaciones en la plaza de las Glòries-Museu del Diseny; la propia avenida Meridiana -nuevo mercado de los Encants- y principalmente la transformación como construcción del nuevo barrio de negocios conocido como 22@ de estética vanguardista y uso terciario. Durante el paseo percibimos y vivimos un ámbito diferente, marcado primeramente por un desnivel físico literal con el Eixample y un desnivel simbólico de sus obras arquitectónicas que están movilizando a los antiguos pobladores marginalizados a buscar nuevas estrategias para encontrar otras formas de vivienda.
Empezando por la situación urbanística que planea por toda el área la presencia con del ferrocarril -solares vacíos, calles que son puentes, recortes de islas que parecen tierra de nadie, paredes con grandes grafitis, ... – rastreamos hasta encontrar unas formas de hábitat diferente. Unas “otras viviendas” que intentan sobrevivir buscando “territorios vacíos”, aquellos espacios urbanos marginales donde parece que aún les está permitido hacerlo. Desde las caravanas aparcadas indefinidamente de un poblado de gitanos portugueses hasta refugios precarios en los márgenes de las vías del ferrocarril, pasando por naves industriales ocupadas, la infravivienda del siglo XXI iba sugiriendo a los participantes formas para documentar esta transformación urbanística y las estrategias de los condenados al primer círculo infernal onfrayniano. En ese sentido, el uso de la fotografía –objeto de atención del segundo encuentro- y de otros medios audiovisuales ofrecieron la posibilidad de construir un discurso crítico que, al mismo tiempo, podría revelar la importancia de lo comunitario en la construcción de la infravivienda de ayer y de hoy. En este recorrido sorprendió a los participantes la soledad de las calles frente a los grandes edificios recién construidos, faltos de una apropiación vivencial. La vida, la práctica, la apropiación urbana de los llamados territorios vacíos, sugerían que lo insinuado por la arqueología matinal se había convertido en la experiencia de la alteridad habitacional que insinuaba a los participantes la presencia de una vida oculta, de una “civitas” invisible. ¿Cómo documentarla? ¿Cómo representarla y hacerla visible? ¿Textualmente?, ¿audiovisualmente?, ¿estéticamente? A lo largo del recorrido, las reflexiones y miradas distanciadas (por llegar el día anterior por primera vez a Barcelona) de Emmanuel Hermange y Anne-Claire Vallet, arquitecta e investigadora del LAA que se interesa por fenómenos de asentamientos precarios en la ciudad de París, permitieron afinar intuiciones, debatir conceptos, establecer conexiones y valorar especificidades del caso barcelonés.
La visita se acabó cerca del cybernarium recién estrenado: ¿ señal de la muerte del cibertiempo? preguntó Emmanuel Hermange al enterarse de que no muy lejos se encuentra una de las funerarias (funerarium, en francés) de la ciudad.
De la corpografía para entender la ciudad
El segundo encuentro fue abierto con la conferencia titulada “Corpografia urbana: reflexões sobre o projeto em curso Corpocidade” de Paola Berenstein, arquitecta urbanista, y Fabiana Dultra, coreógrafa, ambas de la Universidad Federal de Bahía y responsables del proyecto Corpocidade. Como discussants participaron Jordi Serchs, director del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, Maricarmen Tapia, arquitecta-urbanista e integrantes del Colectivo Bon Pastor.
Las expositoras explicaron que el concepto de Corpocidade (cuerpo-ciudad-corporeidad) surgió de su constatación de falta de estudios urbanos en los que se involucrara el cuerpo, lo que les llevó a reflexionar desde el cuerpo y su entorno, qué experimenta en su ambiente urbano, con el fin de trazar posibles cartografías y coreografías. Según explicaron, hasta ahora el cuerpo en la ciudad ha sido entendido como un cuerpo homogéneo, similar y ajeno a las características individuales, dejando de lado la experiencia del cuerpo en términos de percepción y capacidades. Esta carencia ha llevado además al tratamiento del cuerpo como una cuestión masiva. Consideran que los cuerpos no son meras superficies de inscripción (identitaria, entre otras) sino que actúan y modelan la ciudad como son actuados y modelados por la ciudad. Argumentan que el empobrecimiento de la experiencia del cuerpo en la ciudad se puede ver en la transformación de la ciudad en un espectáculo, donde priman los espacios, los mobiliarios o la arquitectura por encima de la vivencia urbana, de las personas y de sus cuerpos. Para las participantes, el proyecto Corpocidade busca explicitar el conflicto en contraposición a los consensos.
La experiencia de la ciudad
La metodología utilizada por las autoras se basa en la creación artística y las propuestas urbanas a partir de la creación de experiencias. Trabajan a nivel formativo en la relación de la arquitectura, el urbanismo y la danza. Para ello se realizan encuentros en que se reúnen diversos científicos sociales, arquitectos, artistas y estudiantes, que presentan sus experiencias en cuanto a abordar la ciudad desde una perspectiva del cuerpo y del individuo. Hasta ahora se han realizado cuatro encuentros desde el año 2008 en las ciudades de Salvador de Bahía y Río de Janeiro. Una muestra de estos encuentros se halla en la Plataforma Corpocidade, [http://www.corpocidade.dan.ufba.br ], un vasto y sugerente catálogo de profesionales y experiencias creadas principalmente a partir de lo no institucional y de poner en juego los órdenes establecidos. En cada encuentro se realizan debates, conferencias y acciones urbanas a partir de un tema central que los reúne.
Por otra parte, se realiza un taller en el cual, durante varios días, alumnos de la escuela de arquitectura se exponen a vivencias de la ciudad desde la perspectiva corporal. Para ello realizan observación, análisis, coreografías, representaciones e intervenciones urbanas, entre otras. Posteriormente se busca la asimilación de lo aprendido y observado a partir de diversas dinámicas, entre ellas la generación de cartografías y muy especialmente a través de la fotografía.
Dado el carácter efímero de las acciones, la fotografía sirve de documento y testigo, pero, para las autoras, la fotografía permite además la construcción de fantasías. Así se pueden observar en sus creaciones, mosaicos armados de diversas dimensiones de las experiencias, en su proceso de realización y de puesta en marcha. Quizás uno de los principales logros de esta herramienta es la captación de la temporalidad, del total del proceso y no solo la obra o acción como un elemento aislado. Asimismo se puede ver en estas imágenes la fuerte implicación de las decenas de jóvenes asistentes que participan en las jornadas.
Finalmente se realiza una revista con los trabajos, metodologías y conclusiones alcanzadas, a fin de dar conocer y crear un contenido que permita asentar las experiencias y generar nuevas reflexiones.
Protagonistas de la ciudad
Las intervenciones de los discussants se centraron en la explosión e impotencia que planteó Maricarmen Tapia. Ella se refirió a la explosión de toda la información y posibilidades que surgen de las experiencias de Corpocidade, las cuales incitan al urbanista a posicionarse respecto a la observación y posibles soluciones a las necesidades de la ciudad. La impotencia, en cambio, la explica en el contexto que se desenvuelve la práctica profesional, en la que se esperan determinados resultados y en el que el control social del espacio es una realidad. La impotencia surge del cómo poder introducir cambios y aportaciones en otros sentidos.
Asimismo rescata de las ponentes la relación entre cuerpo, ciudad y arquitectura ya que permite reunir elementos básicos del diseño como son la escala y la ergonométríca y utilizar estas herramientas para diseñar calidades de experiencias, visiones del lugar y relaciones de proximidad con los elementos que conforman el espacio.
Paola Berenstein replicó que probablemente el problema del urbanista surge en que ve la ciudad como algo donde intervenir, arreglar y no así como una organicidad con estructuras, sistemas y equilibrios propios. Para ella, es este inicio del diagnóstico el que genera un alejamiento de las posibilidades existentes. Propone así cambiar la impotencia por la potencia. Reconocer qué es lo que está escondido, cuál es la potencia de la experiencia. Recoge así también las limitaciones de las herramientas tradicionales como la ergonometría, que define un cuerpo, un determinado tipo de cuerpo que se mueve y mide exactamente igual para todos, pasando todo por el principio de homogeneidad: cuerpo homogéneo, ciudad homogénea.
En esta línea, Emanuela Bove agregó que no sólo se trata de las condicionantes de la ciudad sino que también nuestros comportamientos están regulados hasta el punto de no experimentar la dinámica de nuestros cuerpos atravesando la ciudad, cuestión que se ve reforzada por un diseño de mobiliario y de los espacios que imponen determinados comportamientos. Ante ello, Fabiana Dultra propone que el diseño de los espacios y mobiliarios ha de considerar todos los condicionantes que crean para revisarlos y rediseñarlos para abrir más posibilidades. Para ella la ciudad propone una lógica corpórea de interactividad a la cual respondemos o nos alejamos de ella, pero que en la mayor parte la incorporamos. Estos modelos, congelan las posibilidades interactivas entre las personas y por ello es necesario abrir y huir de estas categorías.
Las autoras y dinamizadoras de estos encuentros buscan que los participantes sean capaces de percibir desde la propia experiencia la potencia del que quiere transformar y cambiar. Para ello, la pregunta eje es ¿cuál es la experiencia que quiero lograr? Esta pregunta, como eje de diseño urbano, resulta tremendamente inquietante en el momento de analizar los espacios creados y resulta a su vez fundamental cuando se trata de realizar proyectos coherentes con los conceptos y las definiciones que se proponen. La distancia entre los objetivos propuestos para los espacios y la experiencia real que crean es uno de los mayores desfases que sufren nuestras ciudades. Así, insisten las expositoras en que es común a los encuentros la observación de una homogenización de los espacios públicos, por los materiales utilizados, el lenguaje de diseño e incluso en el mobiliario urbano de empresas multinacionales: se compra un mismo diseño para París y para ciudades tropicales donde el clima y la idiosincrasia no responden a la demanda original y donde quedan inapropiados a sus objetivos funcionales.
Finalmente Berenstein y Dultra explicaron que una de las mayores dificultades se encuentra en el momento de sintetizar y devolver las experiencias a las entidades, a las personas que no hayan participado de ellas. Si bien la fotografía es una narración en sí misma, las lógicas que usamos para sintetizar predeterminan las escrituras, las modalidades y las soluciones posibles. Por ello insisten en el proceso de configuración y de búsqueda de formas de representación diferentes, que permitan generar nuevas respuestas y escapar a los modelos que fijan las capacidades de interacción entre las personas.
Itinerario alegórico por el barrio de Bon Pastor
La mañana del segundo día volvimos a confrontarnos con el territorio. Esta tercera exposición “in situ”, como las dos anteriores, reivindicaba el contacto directo con los territorios urbanos objeto de los intereses de los investigadores como una manera distinta y más palpable de acercarse a la investigación realizada. Nos reunimos en la biblioteca municipal de Bon Pastor con algunos de los miembros del colectivo Repensar Bonpastor [http://repensarbonpastor.wordpress.com/ ], un grupo de trabajo independiente, formado por personas prcedentes de diferentes contextos disciplinarios: arquitectura, urbanismo, antropología e historia contemporánea y que combina la producción de conocimiento teórico con la acción. Nos introdujeron en su trabajo, describiéndonos las actividades del grupo, poniendo el énfasis sobre el concurso de ideas que organizaron para proponer una alternativa concreta al plan urbanístico que la administración ha previsto para el barrio.
A continuación, el colectivo había planeado cinco paradas en cada una de las cuales uno de los miembros nos explicaba un argumento relacionado con el barrio o con las actividades y propuestas del grupo[5]. Dejamos así la biblioteca y, equipados de cámara de video y de libretas, llegamos a la primera parada, en la novena planta de uno de los edificios, un alto bloque de los años sesenta, que se encuentra justo delante de la zona de estudio. Aquí nos contaron la historia del barrio, desde su origen en 1929, vinculado a la Exposición Universal, hasta la época actual y el plan de remodelación urbano planteado por las instituciones en los últimos años[6]. Durante la explicación se unió a nosotros un señor mayor que vive en el barrio desde los años sesenta, para escuchar y aportar su experiencia directa.
Como en la primera salida del mes de junio, nuestra presencia en el barrio no pasó desapercibida y volvió a generar reacciones de las más variadas que pasaron del máximo interés por nuestra presencia y la voluntad de presentarnos sus viviendas a muestras de abierta hostilidad. Nos sentimos observados y controlados, poniéndonos en una situación de ocupación “ilegítima” de un espacio común cuyas características estaban bastante alejadas de la dinámica habitual de los llamados “espacios públicos urbanos”, caracterizados por el predominio del anonimato. La constante necesidad de dar a conocer nuestra identidad y las metas de nuestra visita, nos produjo la sensación de haber penetrado en un espacio sin haber pedido permiso previamente.
La segunda parada, en medio de una de las últimas plazas que han quedado del barrio tal y como fue concebido en sus inicios, sirvió al colectivo para presentarnos los pasos previos de los distintos miembros del grupo antes de llegar al Bon Pastor. Las personas que componen el colectivo se unieron animadas por unas mismas inquietudes que se refieren a los temas relacionados con la ciudad, con las transformaciones de la ciudad y, al papel de los vecinos en su construcción. De hecho, una de sus razones de ser ha sido la inquietud común de los miembros del grupo en su lucha contra el llamado “Modelo Barcelona”; un modelo que en palabras de uno de los componentes del colectivo Repensar Bonpastor, ha perdido de vista las exigencias y necesidades humanas (sobre todo, las de los ciudadanos de los barrios periféricos) y se ha convertido en la fachada de un modelo económico nacional basado en la construcción y en la especulación inmobiliaria.
Si en 2004 distintos miembros del colectivo empezaron a implicarse en el barrio, apoyando a la asociación Avis del Barri o trabajando en diferentes proyectos de investigación y acción, fue en el 2006 cuando se constituyeron como grupo de investigación para analizar y reflexionar sobre la participación ciudadana y las transformaciones urbanas en el que se involucraron técnicos y vecinos provenientes en su mayoría de luchas vecinales contra la especulación urbanística e inmobiliaria en distintos barrios de la ciudad. Esa primera fase de trabajo colectivo finalizó con la publicación del documento “A Barcelona la participació canta!” (2007). A partir de esta investigación se formó el colectivo Repensar Bonpastor que se insertó en una dinámica compleja, posicionándose claramente en el proceso para dar respuesta a la demanda de algunos de los vecinos del barrio en lucha para preservar su especificidad y en contra de la demolición de las casas baratas; postura que se opone a la visión de los poderes políticos que consideran que las casas baratas no pueden permanecer en medio de la nueva zona de centralidad generada por la estación del AVE de la Sagrera, el centro comercial de La Maquinista y la ribera del Besós remodelada; en nombre del progreso apuestan por que todos los habitantes de la ciudad alcancen la igualdad de condiciones en un barrio integrado y conectado a la Barcelona contemporánea renovada.
En la tercera parada se habló del imaginario de los vecinos y de los mismos miembros del colectivo con respecto a la idea de vida en el barrio y a la manera de enfrentarse al cambio urbanístico y social en Bon Pastor. En la cuarta parada, una arquitecta del colectivo puso el acento en la importancia de la casa y nos explicó con mayor detalle el “concurso de ideas” que habían originado. En la última parada otra arquitecta miembro del colectivo describió el impacto y la repercusión que el concurso de ideas y la acción del colectivo tuvo dentro y fuera del barrio. Nos comentó las dificultades encontradas en las actividades realizadas en el barrio – desconfianza de algunos vecinos, polarización de grupos vecinales a favor o en contra del plan, la imposibilidad de ser escuchados por la administración – y también el rol del colectivo dentro del proceso de transformación urbanístico.
La actividad del colectivo más reconocida y de mayor resonancia nacional e internacional ha sido el concurso “Repensar Bonpastor” que se ha llevado a cabo entre 2009 y 2011. Fue un concurso de ideas internacional para una remodelación participativa y con cero desalojos del barrio barcelonés de Bon Pastor. Fue promovido por la Alianza Internacional de Habitantes (AIH). Normalmente el concurso de ideas es un instrumento típico de la arquitectura pero en el caso de Bon Pastor se ha convertido en un proceso más abierto y complejo con la participación de otras disciplinas y de los mismos vecinos del barrio. Arquitectos, antropólogos, habitantes del barrio y otras personas procedentes de diferentes contextos geográficos y disciplinarios han tenido la posibilidad de colaborar conjuntamente y aportar ideas para la búsqueda de soluciones alternativas al plan establecido. El objetivo era abrir, sobre todo, un espacio de debate, reflexión y aprendizaje colectivo sobre la transformación urbana de Bon Pastor y también proponer argumentos nuevos gracias a las propuestas recibidas desde diferentes partes del mundo y disciplinas[7].
¿Cuál ha sido la repercusión del concurso de ideas y cómo ha sido valorado por los vecinos y por las administraciones? Según el colectivo, la respuesta vecinal ha sido menor de la esperada y, en cambio, fuera del barrio, en los ámbitos académico e internacional, ha sido muy positiva. La acogida fría por parte de los vecinos era previsible en cuanto ya se conocía la fractura social que el Plan había provocado y las diferentes y opuestas posiciones entre los habitantes del barrio. Otro problema ha sido también la percepción por parte de los vecinos de un grupo de trabajo que venía desde fuera y del interés que podían tener en Bon Pastor. Al principio, el colectivo intentó ponerse en una posición de mediación entre los diferentes grupos y asociaciones vecinales, pero acabó siendo un punto de referencia y de apoyo sólo de los grupos que estaban en contra del Plan. La relación con las instituciones tampoco ha sido satisfactoria porque el colectivo ha sido percibido como un elemento perturbador, ajeno a las problemáticas del barrio, que se movía más por razones ideológicas que concretas. Respecto al concurso de ideas los miembros del colectivo se han sorprendido por la actitud de varias instituciones del barrio, como las escuelas o los servicios sociales, que no han mostrado ningún interés en participar en el debate justificando el Plan y deslegitimando las voces disidentes y tachándolas de nostálgicas o ajenas al barrio. Así, en la línea de su primer estudio, el colectivo Repensar Bonpastor denunció la indiferencia de las instituciones y el funcionamiento de la maquinaria legitimadora del Plan de Remodelación.
El recorrido terminó en la biblioteca, donde se debatieron distintos temas a raíz de lo visto y escuchado durante el itinerario. Entre los temas abordados se volvió a mencionar el de la difícil e irregular participación e implicación de los vecinos en el proyecto. Se conversó en torno al escaso uso de los medios de comunicación por parte del colectivo para promocionar su trabajo, ya que las veces que los periodistas intervinieron fue para filmar a los vecinos y grabar las eternas imágenes que presentan un barrio al margen de la realidad, que la prensa ha ampliamente contribuido a crear, silenciando lo que estaba ocurriendo. Un miembro del colectivo afirmó que “aunque se consigan periodistas interesados personalmente en la problemática, luego la línea editorial del periódico no está de acuerdo porque hay que dar una imagen establecida que no cuadra con lo que tienen que decir. Si se afirma que el plan está fantástico y en contra hay solo cuatro marginales, la foto tiene que ser de cuatro marginales”.
Otro elemento planteado en la discusión ha sido el aislamiento del colectivo respecto a otras entidades públicas y privadas y a los medios de comunicación. Repensar Bonpastor afirma haberse enfrentado a una serie de acuerdos políticos y conceptos sociales, tales como el hecho que la clase obrera sea propietaria o que no haya vivienda social, donde la administración había conseguido llegar a un consenso muy amplio. La estrategia del colectivo fue tratar de federar el mundo muy fragmentado de los que se quedaron fuera del consenso. En el barrio, el colectivo llegó a ser culpado de haber creado conflictos que se consideraban como ausentes antes de su llegada.
Finalmente hay que destacar la intervención de Paola Berenstein quien hizo hincapié en la sensación del colectivo de no haber conseguido superar la dinámica de contraposición y de resistencia a un modelo que supera el problema del barrio y en el cual el colectivo considera que ha tenido que involucrarse más allá de su voluntad. Según Paola Berenstein la política social y habitacional de la ciudad de Barcelona es muy compleja y no está en absoluto polarizada. En cambio, el discurso que mueve el colectivo es un discuros polarizado que no ayuda a entender la complejidad del entramado existente. De lo contrario el colectivo tendría que estudiar la estrategia de la administración y encontrar otras formas y lógicas para proponer su alternativa. La lógica participativa ya fue capturada por el Modelo Barcelona como legitimación del consenso. De esta manera hay que buscar otras modalidades de demostrar que no hay un pensamiento único y Paola Berenstein sugirió como posibilidad la espectacularización del disenso para que los habitantes tomen consciencia de los conflictos presentes o latentes de su lugar de residencia y se sensibilicen a o tomen conciencia de la complejidad de las relaciones de poder en juego.
Tanto en el trabajo sobre el barraquismo barcelonés como en la experiencia de Repensar Bon Pastor han confluido historiadores, antropólogos y arquitectos para fijarse en territorios metropolitanos menospreciados por el canon político y urbanístico más oficial. En el primer caso se ha buscado desmontar el mito negativo de la vida en las barracas de la Barcelona del siglo XX. La relación del equipo de investigadores con sus protagonistas, los ex-barraquistas, ha llevado a una valorización reflexiva de un hecho social considerado marginal y vergonzoso que bajo un nuevo análisis descubre una forma de vida diferente y hasta reivindicativa que merece ser dignificada. La actividad del colectivo Repensar Bon Pastor ha llevado, por medio de su diálogo con los afectados por la reforma radical de un barrio de casas baratas y por tanto de un medio urbano ajeno al “Modelo Barcelona”, a una revisión de las formas y legitimidades de los proyectos contemporáneos de transformación urbana. Por un lado se consiguió una repercusión internacional con el concurso de ideas que el colectivo promovió y cuyas propuestas abogaban por una participación vecinal real, pero por otro, se hizo evidente que la problemática era muy poliédrica y que esta transcendía los meros límites de la zona afectada para pasar a órdenes más macro en lo económico y lo político. En cualquier caso, los desafíos de estudiar, interpretar e incluso de actuar en la ciudad evidencian su complejidad en la medida que estos dos interesantes esfuerzos por reflexionar sobre fenómenos urbanos barceloneses parten de diversas miradas disciplinarias que en su interacción se despliegan como una manera particular, una disposición que hibrida postulados y permite acceder a posiciones, podríamos decir, más sutiles que las de partida.
Documentar la remodelación urbanística a través de la fotografía
Las jornadas se cerraron bajo el tema Documentar la remodelación urbanística a través de la fotografía. Las conferencias estuvieron a cargo de Jordi Serch, Héléne Veiga y Sylvain Maresca. Los tres autores centraron su exposición en tres experiencias muy diferentes: Jordi Serchs, como director del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, explicó la labor del Archivo en cuanto a documentar la ciudad de Barcelona. Héléne Veiga, artista visual, presentó su proyecto Intendentes realizado en un barrio en remodelación en la capital de Portugal. Finalmente, Sylvain Maresca, sociólogo, trató tres casos de documentación fotográfica de reformas urbanas.
El retrato de lo que se construye
Jordi Serchs presentó parte del fondo del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, que contiene dos millones de fotografías, a través de diferentes momentos y fotógrafos que coinciden en retratar el cambio, la transformación de Barcelona y cómo cada uno aporta un valor documental propio.
Serchs explicó que el fondo se constituye por una parte de fotos familiares, vida doméstica e interior de espacios, que permiten retratar lo urbano. Por otra parte, el fondo recoge la mirada de autores que crearon estas fotografías expresamente para documentar las transformaciones urbanas. De ellos destaca la figura de F. J. Álvarez con Álbum Fotográfico de los Monumentos y Edificios más notables que existen en Barcelona (1872), Joan Martí con la serie Bellezas de Barcelona (1874) y de Frederic Ballell con el encargo del seguimiento de las obras de la reforma de vía Laietana entre 1908 y 1913.
Estos fondos corresponden a las primeras imágenes fotográficas de la ciudad; se ha de recordar que la fotografía hasta entonces era un medio de representación poco experimentado como arte, comunicación y expresión, además de contar con fuertes limitaciones técnicas, que, entre otras, requería de largas exposiciones que no permitían introducir el movimiento, ni las personas. De los primeros fotógrafos, hay una clara tendencia a recrear el escenario urbano por Martí, mientras que el trabajo de Álvarez se centra en los detalles de los edificios, el edificio en sí mismo es el objeto a retratar y la belleza se entiende como técnica y materiales. Con Ballell se abre una nueva línea de retrato de la ciudad y el concepto de ella como algo orgánico, el antes, durante y la finalización de la gran abertura de la avenida Laietana sobre la antigua trama de la ciudad. Al observar estos trabajos es posible afirmar que la fotografía en los tres casos tiene un sentido historicista y monumental de la ciudad y de mostrar los logros alcanzados con las tecnologías.
Siguiendo la exposición un orden cronológico, el conferenciante mencionó también el fondo de Adolf Mas, realizado en 1908 y cedido por la Fundación Ametller, y los grandes eventos, como la Exposición Internacional de 1929 que fue retratada en su proceso por Lucien Roisin y fotoeditada en postal. De otras visiones de la ciudad, en especial de la vida obrera, se encuentran las fotografías realizadas en 1931 por Margaret Michaelis, perteneciente al grupo GATCPAC (Grup d'Arquitectes i Tècnics Catalans per al Progrés de l'Arquitectura Contemporània) quienes proponían una arquitectura racionalista que respondiera a las necesidades sociales. Serchs aludió también a la importante labor de Jaume Ribera, quien a partir de los años ochenta organizó el Fondo Municipal d’Urbanisme que reúne documentos desde 1950 al 2000 en la Oficina Técnica d’Imatge. Finalmente presentó algunas imágenes de otro gran fondo fotográfico por encargo para la Barcelona Olímpica, con las transformaciones realizadas con motivo de los juegos olímpicos de 1992, de la mano de José Freijo. Para acabar realizó una rápida navegación por el amplio catálogo del archivo, disponible en internet en la dirección siguiente: http://arxiufotografic.bcn.cat/ ; plataforma que sirve también para exposiciones virtuales.
La ciudad retratada por no fotógrafos
La propuesta de Helène Veiga, antropóloga y artista visual del Laboratoire Architecture/Anthropologie, École Nationale Supérieure d’Architecture Paris La Villette (EHEE/LAA), con su proyecto Intendente(s)[8] nos cambió a un marco temporal actual, pero también a un escenario en transformación producto de operaciones urbanas en el barrio Intendente, de Lisboa.
El proyecto de Veiga, más que retratar la transformación en sí misma, se adentra en la captura de la comprensión por parte de los habitantes del barrio de su propio entorno. Para ello deja el rol protagonista para dar paso a los propios habitantes, quienes retratan su entorno y los cambios que se van produciendo. La autora no busca una fotografía técnica ni expresiva como resultado final, sino que busca poder analizar y comparar la representación mental con la reproducción fotográfica.
En su conferencia apareció la dificultad de encontrar una forma de proceder abierta, de encontrar fórmulas para generar la proximidad entre ella y los vecinos, los vecinos y la máquina, lo capturado y los resultados. Esta necesidad le llevó a crear diversas estrategias y combinar metodologías durante el proceso, con el fin de dar margen suficiente a los no fotógrafos, sin delimitar su campo de acción y sin juzgar lo que es bueno, correcto, estético. El resultado final quedó plasmado en una exposición que también buscaba un nuevo lenguaje para exponer y visitar. Con ello surgió el proceso de crear nuevas posibilidades de exponer, que no fueran restrictivas o lineales para el observador, a fin de lograr que el visitante creara a su vez una tercera lectura del territorio.
La pregunta inicial de Veiga era ¿Qué ciudad es la que se muestra?, encontrar la ciudad del otro y a su vez, la validez y las posibilidades del relato que acompaña la imagen. Es así como el resultado final recoge también los comentarios de los autores de sus fotografías, por qué las hicieron y qué querían mostrar, qué les sugería determinada toma. Con ello Veiga permite un juego multidimensional entre el percibir y la interpretación: una imagen que se trasforma al ser explicada y, a su vez, un espacio que reconozco y que cambia en la mirada del otro.
Con todo ello, tal como explica la autora, plantea la necesidad y el potencial de incorporar la dimensión humana y la percepción de los actores del espacio en que se interviene.
La fotografía como herramienta de análisis
El sociólogo Sylvain Maresca de la Universidad de Nantes e investigador del Laboratoire d’Histoire Visuelle Contemporaine (EHESS) miembro de la plataforma colaborativa Culture Visuelle[9] presentó una intervención que tituló “Tres miradas fotográficas sobre el cambio urbano” en la cual nos ofreció tres casos de documentación fotográfica en épocas y contextos distintos y que también documentaban momentos diferentes de la remodelación urbana: respectivamente el antes, durante y después de la intervención urbanística. En el primer caso, nos transportó a los años 50 con el trabajo de Henri Salesse en tanto que técnico del Ministère de la Reconstruction et de l’Urbanisme (MRU), encargado de documentar el proceso de reconstrucción post guerra en Francia y el inicio de la edificación de los grandes barrios de bloques; el segundo, nos llevó a la Isla de la Reunión de los años 90, con el grupo de fotógrafos BKL, quienes hicieron el seguimiento de la erradicación y nueva construcción del barrio de Trwa Karité; el tercer ejemplo, situado en el Vietnam del inicio de los años 2000, es obra del arquitecto-fotógrafo Olivier Boucheron quien documentó las modificaciones realizadas por los habitantes de Hanoï, en grandes bloques de vivienda, heredados del urbanismo socialista.
Cada caso presentaba también maneras distintas de articular ciencias sociales, arquitectura y urbanismo. En el caso de Henri Salesse parece claro que no colaboró con el equipo de sociólogos que luego incluyeron sus fotografías en su informe sobre la situación de un barrio de Rouen, o sea que la fotografía, explícitamente, no formó parte del protocolo de investigación, lo cual hace decir a Sylvain Maresca que sería arriesgado buscar una pertinencia sociológica a las imágenes que son utilizadas más bien “como simples ilustraciones o elementos decorativos” al lado del texto. En cambio, en el proyecto del grupo BKL, la fotografía desempeñó un papel central. Sylvain Maresca nos explicó que los tres fotógrafos pasaron diez meses antes de que realizaran sus primeras fotos. Tuvieron así la posibilidad de negociar con los múltiples actores locales, familiarizarse con las realidades locales y de seguir a los habitantes a lo largo de su cambio de vivienda. Organizaron toda una gama de formas de restitución: donaciones de fotografías, proyecciones en privado, en público, exposiciones, etc. En la Reunión, la mirada observadora de los fotógrafos puso de manifiesto la intensidad de los lazos sociales y de la vida colectiva que reinaban allí y sirvió para interpelar la racionalidad de los urbanistas.
Tanto en el primer caso como en el segundo, las fotografías ponen en evidencia una voluntad de mejorar las condiciones de las viviendas y barrios pero formuladas a partir de necesidades ajenas a la comunidad en cuestión y/o en busca de la implantación de un determinado modelo colectivo y privado para estos pobladores. Estas misiones fotográficas se acabaron con el realojamiento de los habitantes sin permitir saber qué ocurre en la posterior instalación en el nuevo hábitat. En cambio, Olivier Boucheron se interesa por observar cómo los proyectos iníciales de los urbanistas han sido adaptados a las demandas de los habitantes. Sus fotografías y su película nos muestran el devenir de las construcciones y del barrio, aspecto ausente la mayoría de las veces en la fotografía de los cambios urbanos, aunque sea el complemento indispensable para sumergirse verdaderamente en las transformaciones urbanas.
En la última parte de su reflexión, Sylvain Maresca mencionó las divergencias entre el proceso de los arquitectos, urbanistas, fotógrafos y investigadores en ciencias sociales que tienen objetivos distintos y una relación con el tiempo no siempre convergente. Se preguntó si para los urbanistas, la utilización de la fotografía puede ir más allá de la justificación de operaciones o sobrepasar el estado de base del diseño de sus proyectos; proyectos que, hoy en día, toman cada vez más a menudo la forma de una composición fotográfica virtual. Subrayó la necesidad por parte de los investigadores en ciencias sociales interesados en trabajar con fotografía de formarse en la maestría técnica y estética de la producción de imágenes.
Más allá del valor documental o ilustrativo de la fotografía, Sylvain Maresca encuentra en estos trabajos unas herramientas de análisis y estudio, y no sólo ello, sino que invita al uso combinado de disciplinas con esta herramienta, para lograr resultados lo más satisfactorios posibles. Una metodología de la observación que planifica sus tomas y elabora protocolos para nutrir a la analítica abstracta.
En esta sesión reflexionamos sobre las fotografías como arte visual y como recurso documental que se convierten en recursos analíticos. El archivo fotográfico municipal que dirige Jordi Serchs sería una de estas operatividades que combina lo histórico y lo artístico para documentar en imágenes la historia material de una ciudad. El trabajo de Sylvain Maresca añadió la mirada de la sociología para pensar los fenómenos sociales analizando las imágenes fotográficas que se generan ya sea con o sin la intención explícita de usarlas como parte de un proyecto de estudio. Otra manera de proceder fue el método propuesto por Hélène Veiga quien se sirve de las fotografías no profesionales de los residentes de un barrio en transformación de Lisboa para proporcionarles nuevos recursos con el fin de entender esas mutaciones urbanas e indirectamente entenderse a sí mismos, permitiendo con este proceso que la investigación antropológica retornase a los vecinos de un barrio, co-productores de conocimiento.
Un intento de superar los límites de los lenguajes disciplinarios
Como se ha señalado, la propuesta de los dos encuentros para Documentar y comprender lo urbano en el siglo XXI: diálogos entre científicos sociales, arquitectos y artistas visuales surgió de la preocupación de un necesario acercamiento a la complejidad que hoy supone la ciudad a través básicamente de tres campos disciplinarios implicados en tal objeto de investigación y campo de trabajo como son el del urbanismo y de la arquitectura, el de la ciencias sociales (con una amplia representación de la antropología) y el de las artes visuales (con un énfasis especial dado al medio fotográfico). Tales ámbitos piensan el fenómeno urbano según sus acervos específicos. Si la planificación de usos es la esencia de la ciencia urbanística, los significados socioculturales del espacio urbano y sus vivencias por los citadinos[10] lo son en la antropología, mientras que la expresión estética y creativa que inspira la ciudad es el leit motiv del arte.
En general, la tendencia en cuanto a propuestas multidisciplinares no ha pasado de una mera yuxtaposición de análisis o de experiencias dentro de los cauces más o menos amplios de cada uno de los campos del conocimiento que entran en en juego. Es decir, una forma de contrastar ideas, metodologías e interpretaciones que no ha conducido a una mirada elaborada conjuntamente. En los encuentros, el interés de los diálogos entre los tres ámbitos mencionados ha sido el de intuir y dar cuenta de la necesidad de superar los límites que enmarcan cada forma de aproximación diferenciada a la metrópolis a partir de la utilización de un cruce de lenguajes y métodos. Un cruce con vistas a obtener resultados diferentes y originales -con un nuevo origen, planteando por ejemplo el uso de las imágenes como parte del proceso de investigación y no una coletilla que se añade a posteriori para “visualizar” la reflexión conducida sin ellas en un primer momento- que sirvan para acceder a algo así como una “nueva estética”, un lenguaje original que permitiese recoger los usos, los intercambios de los urbanitas.
Ante tal expectativa, se piensa en dos aspectos a la hora de cuestionar el lenguaje de las diferentes disciplinas: la gramática y la semántica. La gramática entendida como la estructura o la articulación fundamental de que se sirve cada forma de conocimiento, mientras que, por su parte, la semántica establecería cuáles son los significados de cada elemento para cada mirada disciplinar. Una aproximación originada en el cruce de campos de conocimiento podría surgir de la formación de un lenguaje como creación conjunta para la observación de los fenómenos urbanos. Al mismo tiempo, aparece la necesidad de un nuevo lenguaje para presentar y representar los hechos observados, construido de manera compartida –a la manera de los creative commons cibernéticos- sin anular las aportaciones específicas de cada uno de los campos del saber implicados. El trabajo de clarificación conceptual es importante en un trabajo interdisciplinar y demasiado a menudo esquivado. No se suele prestar la suficiente atención a las palabras que utilizamos para describir la realidad observada. Sin embargo, las palabras tienen historias y connotaciones que no podemos obviar y si no las utilizamos en el sentido comúnmente aceptado, es nuestro deber resemantizarlas explícitamente. Esta reflexión sobre el sentido que ponemos a las palabras y los conceptos que consideramos claves en nuestras investigaciones es un trabajo importante y que necesita tiempo sobre todo cuando se trabaja de manera pluridisciplinar. Como bien subraya Angela Giglia[11] muchas veces se piensa hablar de lo mismo cuando en un concepto se ponen realidades y/o ideas distintas o, al revés, se utilizan términos distintos para hablar de lo mismo. Un ejemplo de elaboración de un vacabulario mínimo verdaderamente compartido es la propuesta de la urbanista Paola Berenstein y la coreógrafa Fabiana Dultra de analizar, observar, trabajar con corpografia urbanaen que se piensa el cuerpo humano como una caligrafía donde se inscriben las experiencias de las ciudades, un registro de las ciudades en los cuerpos. La corpografia es imaginada como una estrategia alternativa para una urbe homogeneizada y fijadora, prisionera de la espectacularización que definió Guy Debord.
Otra necesidad es el compromiso de construir formatos de representación inteligibles para el citadino[12] que permitiera, al mismo tiempo, recoger sus experiencias, percepciones y concepciones del espacio en que habita. De esa manera, se quebraría el monopolio de los “expertos” para hablar, construir y representar algo que afecta directamente su vida cotidiana. Hemos constatado que el lenguaje predominante de la ciudad es el del urbanismo y se ha visto cómo este es muchas veces incomprensible tanto para la gente de la calle como para los otros ámbitos de análisis. Tampoco las ciencias sociales consiguen hacerse entender, de la misma forma que el arte urbano es víctima de sus propios cánones internos. De esto último surgiría la pregunta en torno a qué es considerado arte y qué no lo es de entre las variadas expresiones artísticas que se dan en el espacio público. Además de la mencionada jerarquía entre campos de saber, estos son víctimas de sus propios límites haciéndonos pensar en los recursos que pueden implementarse para ampliar o superar las dinámicas que reducen los análisis complejos tan pertinentes cuando nos enfrentamos a la observación y explicación de los hechos metropolitanos.
Todo lo expuesto y debatido durante los encuentros ha demostrado que lo urbano merece una atención alimentada por las cualidades que cada ámbito de conocimiento pueda aportar, pero no desde posiciones estancas sino comunicadas y contagiadas mutuamente. Se ha de producir un lenguaje apropiado y común porque se ha de superar la idea predominante de que la ciudad es, casi exclusivamente, el campo operativo de arquitectos y urbanistas y que por tanto son ellos los más indicados para pensar y transformar la metrópolis. El lenguaje compartido tiene que poder dar cabida, también y entre otras, a la mirada de las ciencias sociales así como a las experiencias artísticas para, en primera instancia, intentar devolver la metrópolis a sus legítimos usuarios, los ciudadanos. De estas experiencias aparece, por tanto, como intensamente necesario deconstruir la estética de lo urbano de los expertos para construir una estética de lo urbano producto de cierta democracia deliberativa en torno a la percepción, concepción y apropiación de lo urbano.
Notas
[1]Lefebvre, 1974.
[2] Tatjer & alii, 2010 y 2011.
[3] Parte del registro fotográfico se puede ver en la página siguiente: http://www.youtube.com/watch?v=3FsLQg-XTZQ
[4] Onfray, 2011.
[5]Se puede ver un resumen audiovisual del recorrido, filmado y montado por Marco Rossano, en el enlace siguiente: http://vimeo.com/73442763
[6] Para más información sobre el tema, remitimos a los trabajos del grupo disponibles en su página web así como el vídeo realizado por el colectivo para promocionar el concurso de ideas: http://vimeo.com/7318712 Recomendamos también el visionado del documento visual realizado por el politólogo Yann Mauri que se encuentra en este enlace: http://uncoopsnews.org/?p=515.
[7] A la convocatoria respondieron más de 150 grupos y se presentaron 45 propuestas de las que se seleccionaron 22 por un jurado compuesto por expertos de diferentes disciplinas, locales e internacionales, lo cual constituye un verdadero banco de ideas que el colectivo plantea como una herramienta para la reflexión y posteriores iniciativas. Actualmente se está redactando un libro para explicar el proceso de la experiencia.
[10] Utilizamos este neologismo para señalar la diferencia que existe en francés entre citadin y citoyen. El primero se utiliza en francés para hablar de los residentes de una ciudad (que tenga o no ciudadanía) mientras que el segundo refiere a la persona que tiene derecho de voto en un Estado del cual es ciudadano.
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© Copyright Nadja Monnet; Maricarmen Tapia; José Sánchez García; Raúl García Ferrer y Marco Rossano, 2013
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