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LA RECREACIÓN DE LOS MAPAS DE HISPANIA DE PLINIO EL
VIEJO
Elena Castillo Ramírez
Ayudante-doctor
de Arqueología clásica, Dpto. de Ciencias y Técnicas historiográficas y
arqueología
Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid
La recreación de los mapas de Hispania de
Plinio el viejo (Resumen).
A partir de la descripción de la Península Ibérica incluida
en la Naturalis Historia de Plinio el Viejo (I d.C.) es posible recrear
una serie de mapas (derroteros de costa y mapas hidrográficos) con los que pudo
contar el naturalista romano. El análisis aislado del texto y la búsqueda
individualizada de los asentamientos designados por los topónimos transmitidos
habían hecho imposible hasta el momento detectar el sistema descriptivo adoptado
por Plinio. Mediante el cotejo de bases de datos epigráficas, numismáticas y
literarias, disponibles en su mayoría en la web, de la Tabula Imperii Romani
y de bibliografía relacionada con cada uno de los topónimos, y tras evidenciar
la lógica descriptiva de la geografía pliniana, ha sido posible situar sobre un
mapa actual algunos de los topónimos latinos aún no reducidos o mal
identificados. Presentamos, por tanto, los mapas resultantes del estudio del
texto pliniano y la descripción de la metodología empleada para su realización.
Palabras claves: Plinio,
cartografía antigua, hidrografía, derrotero, geografía histórica.
Plinius the elder´s recreation of hispanian
cartography (Abstract).
From the description of the
Keywords: Plinius, ancient cartography,
hydrographic charts, toponymy, historical geography .
Algunos autores griegos y romanos, como Ptolomeo, Estrabón,
Plinio o Pomponio Mela, transmitieron a través de sus escritos la descripción
pormenorizada de cartografía que no ha llegado hasta nuestros días. Aunque son
numerosos los estudios que abordan el problema de la toponimia antigua desde un
punto de vista lingüístico, son muy escasos o prácticamente inexistentes los
intentos de plasmar sobre mapas actuales la enumeración aparentemente aleatoria
de topónimos antiguos en las diferentes fuentes clásicas. Por esa razón y con
el propósito de ubicar sobre cartografía digital moderna los nombres de las
ciudades de la Hispania romana, he realizado una serie de mapas siguiendo la
descripción de Hispania que Plinio el Viejo incluyó en su Naturalis Historia
(III 1-31 y IV, 109-120)[1], sirviéndome
de diferentes recursos informáticos. En el proceso de dibujo de estos mapas y
de ubicación de los topónimos antiguos pude comprobar que la enumeración
transmitida por Plinio no es en absoluto aleatoria, sino que responde a la
descripción rigurosa de uno o varios mapas antiguos con los que el
enciclopedista romano contaba.
Recursos utilizados para la elaboración e
investigación sobre los mapas de Plinio el Viejo
Literatura
grecolatina. Localización de textos clásicos y búsquedas combinadas
Los mapas de Hispania que se ofrecen en este artículo
son la plasmación “literal” sobre cartografía actual de las enumeraciones de
topónimos transmitidas por Plinio el Viejo en los libros III 1-31 y IV, 109-120
de su Historia Natural, escrita en la 2ª mitad del siglo I d.C. Sin
embargo, antes de situar sobre un mapa cualquiera de los topónimos latinos
mencionados, comprobé previamente las referencias que otros autores clásicos
habían hecho de ellos, para determinar su correcta colocación. Uno de los
medios actuales más eficaces para localizar pasajes o palabras concretas de un
autor en una lista indefinida de textos clásicos es el Thesaurus Linguae
Graecae® (TLG) para textos en
griego, y el PHI 5.3, para textos en latín, bases de datos distribuidas en
soporte CD-Rom, para las que es necesario el uso de un software adicional, como
el Musaios o Diogenes. El corpus de textos griegos actualizado está disponible online
en la dirección <http://www.tlg.uci.edu/>, así como el
de textos latinos, en <http://www.maierphil.de/ClasPhil/ThLL.htm>.
Además de la localización concreta de una o varias palabras en un mismo autor o
en diferentes autores, las bases de datos mencionadas permiten ampliar el
contexto en el que se recoge dicha búsqueda y copiar las citas exactas, de tal
modo que la inclusión de errores en la cita de textos originales en latín o en
griego queda prácticamente reducida a la nada.
Es posible también obtener los textos clásicos a través de
la Perseus Digital Library, <http://www.perseus.tufts.edu/hopper/>, una
página creada por Gregory R. Crane, de la Tufts University, en la que se
incluyen además otras colecciones de textos de épocas diferentes
(renacentistas, decimonónicos...) y en lenguas diversas (alemán, inglés, árabe,
etc.), así como un nutrido catálogo de arte y arqueología clásica <http://www.perseus.tufts.edu/art&arch.html>.
Cartografía digital de la Península Ibérica
Como base general para la elaboración de los mapas de la
Hispania romana descrita por Plinio he utilizado dos recursos fundamentales: la
España digital. Carta digital de España, un programa informático creado
por el Ministerio de Defensa en formato CD-Rom, que ofrece información cartográfica
del territorio español en 2 y 3 dimensiones, a escala 1:1.000.000 y 1:250.000 y
cartografía ráster a escala 1:50.000 y que permite localizar, mediante bases de
datos, los nombres actuales de pueblos, ciudades, accidentes geográficos, etc.;
realiza informes de visibilidad de un territorio desde cualquier punto
establecido; genera perfiles, sombreados e hipsometrías; recrea
tridimensionalmente los accidentes del paisaje y permite incorporar diferentes
capas de dibujo a los mapas ofrecidos.
Además de la base cartográfica del Ministerio de Defensa,
resulta imprescindible contrastar los resultados gráficos con las vistas aéreas
que ofrece Google Earth[2] o el Sistema
de Información Geográfica (SIG o GIS), en concreto el ofrecido por el
Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, <http://sig.mapa.es/geoportal/>. Es también
de gran ayuda, gracias a las incorporaciones constantes de los usuarios de la
Web2, la Wikimapia, < http://wikimapia.org/>
un tipo de wiki que usa como base la información geoespacial que
incorpora Google[3].
Bases de datos epigráficas y numismáticas
Los textos de los geógrafos latinos y griegos en general y
los pasajes de la Naturalis Historia de Plinio en particular transmiten
numerosos topónimos antiguos cuya identificación con los topónimos actuales es
preciso determinar. El proceso de reducción es lento y complicado, pero
absolutamente indispensable para la realización de una cartografía antigua.
D. Detlefsen[4], a finales del
siglo XIX, fue el primero que se propuso situar en un mapa físico la realidad
geográfica hispana descrita por Plinio y usó para ello el recién publicado Corpus
Inscriptionum latinarum, el corpus que reunía, según un criterio
geográfico, todas las inscripciones en latín conocidas hasta el momento.
Gracias a la epigrafía, en la que aparecía con frecuencia el nombre de la respublica
o de la colonia, municipium u oppidum romanos comitentes o
beneficiarios de la inscripción, fue posible establecer una correlación entre
la toponimia mencionada en las fuentes clásicas y los nombres actuales de las
ciudades y pueblos en los que los epígrafes eran encontrados, prueba material
irrefutable de su realidad histórica.
De gran valor documental para este trabajo son también las
monedas romanas, que dan testimonio en muchos casos de las cecas en las que
eran acuñadas y que permiten por tanto asociar el topónimo antiguo con el de la
localidad en que fueron descubiertas.
La consulta de los corpora epigráficos latinos es
posible a través de la web. Una de las bases de datos epigráficas más útiles es
la Epigraphik-Datenbank Clauss/Slaby, <http://compute-in.ku-eichstaett.de:8888/pls/epigr/epigraphik_es>,
realizada por Barbara Woitas y Bernward Tewes y supervisada por Manfred Clauss.
Está a su vez vinculada con otras de las bases de datos más importantes de la
investigación epigráfica, como la de la Epigraphische Datenbank Heidelberg <http://www.uni-heidelberg.de/institute/sonst/adw/edh/>,
supervisada por Géza Alföldy y Christian Witschel; Hispania Epigraphica
online datebase, <http://www.eda-bea.es/>,
dirigida por Joaquín Gómez Pantoja; Searchable Greek Inscriptions, <http://epigraphy.packhum.org/inscriptions/main>, proyecto coordinado por las universidades
Cornell y Ohio State, y sufragado por el Packard Humanities Institute, y
Vindolanda Tablets online <http://vindolanda.csad.ox.ac.uk/>.
Todos los bancos de datos epigráficos, junto con una gran cantidad de
direcciones sobre recursos web para el estudio del mundo clásico se puede
encontrar en <http://www.eagle-eagle.it>, Electronic
Archive of Greek and Latin Epigraphy, realizado por la Federazione Internazionale di Banche dati Epigrafiche. Las
identificaciones de toponimia antigua con toponimia actual que ofrecen las
bases de datos epigráficas pueden ser consideradas como las más fiables, aunque
no siempre definitivas y en muchos casos discutibles.
Existen, a su vez, numerosas bases de datos online
dedicadas a la numismática, en las que se pueden estudiar las diferentes cecas
hispanas en las que se acuñaron monedas, que ayudan a determinar igualmente la
situación de topónimos latinos. Uno de estos websites más útil para
trabajar los pasajes de Plinio que aquí interesan es la base de datos del Roman
Provincial Coinage Project, <http://rpc.ashmus.ox.ac.uk/>, de la Universidad de Oxford. Se puede
complementar con cualquiera de las páginas a las que se acceden a través de los
links ofrecidos por la página web <http://www.tesorillo.com>.
A pesar de la ayuda que ofrecen estas bases de datos, es necesaria la consulta
y el estudio del Diccionario de cecas y pueblos hispánicos, de Mª Paz
García-Bellido y C. Blázquez[5].
Es imprescindible en cualquiera de los casos utilizar
bibliografía científica relacionada con cada una de las referencias toponímicas
dadas por Plinio, pues existen enmendaciones al texto original y
propuestas diversas sobre la localización de cada lugar mencionado. Pueden
consultarse algunas páginas web que ofrecen una correspondencia entre toponimia
antigua y poblaciones actuales, como <http://www.tarraconensis.com/toponimosa.htm>
o la lista que ofreció J. Mª. Blázquez (1975), incluida en <http://centros5.pntic.mec.es/ies.lucia.de.medrano/CBG/topon_rom_hisp.htm>.
El intento de reducción de la toponimia antigua a través de
la epigrafía no es siempre infalible y de hecho puede comprobarse cómo para
determinados topónimos latinos se ofrecen diferentes identificaciones. Se
comprueba igualmente la dificultad de la reducción de topónimos en la Tabula
Imperio Romani, conjunto de cartas geográficas con la toponimia antigua,
acompañada de un índice alfabético de topónimos con sus correspondientes
referencias en textos clásicos y documentación arqueológica relacionada para cada
uno de ellos. En los casos de reducción incierta precisamente, el intento de
reconstrucción de los mapas que Plinio utilizó para hacer la descripción de
Hispania y la constatación de la lógica descriptiva sirve para descartar de
forma definitiva algunas de las correspondencias propuestas anteriormente por
los investigadores.
Fuentes documentales plinianas y organización de la
descripción de Hispania
Fuentes
geográficas y administrativas
Plinio comenta brevemente en su obra el
sistema descriptivo que utiliza para ofrecer la imagen del orbe conocido, así
como las fuentes en las que se inspira, pues, en palabras del propio autor
(Plin. NH pr. 21.2):
“He puesto al
principio los nombres de mis autores. Es conveniente, según pienso, y lleno de
honrada decencia confesar por medio de quiénes has avanzado, y no tal como
hicieron la mayoría de aquéllos que yo consulté”
in his voluminibus auctorum nomina praetexui. est enim benignum, ut arbitror, et plenum ingenui pudoris
fateri per quos profeceris, non ut plerique ex iis, quos attigi, fecerunt.
Para llevar a cabo la descripción de la
Península Ibérica, de su territorio, de su paisaje, y para dar la nómina de las
ciudades enclavadas en las provincias más occidentales del Imperio, con la
mención de su correspondiente estatuto jurídico, Plinio recurrió a diferentes
fuentes, eligiendo aquéllas que le parecían más fidedignas (Plin. NH
III.1.6):
“Por esta razón,
–escribe Plinio – no seguiré a un único autor, sino que seguiré a aquél que en
cada parte considere el más verosímil, porque casi fue común a todos el que
cada uno nombrase de forma muy diligente aquellos lugares en los que él mismo
había estado. Pero no culparé ni corregiré a ninguno.”
quapropter auctorem neminem unum sequar, sed ut quemque
verissimum in quaque parte arbitrabor, quoniam commune ferme omnibus fuit, ut
eos quisque diligentissime situs diceret, in quibus ipse prodebat. ideo nec culpabo aut coarguam quemquam.
Se puede saber a partir del texto
pliniano que el autor utilizó el mapa de Agripa (Plin, NH III. 17, 4-9),
pero hizo uso también de mapas de conquista de la Península, derroteros o mapas
de navegación y periplos costeros e hidrográficos, que se remontaban a los
primeros tiempos de la conquista de Hispania. Pero a diferencia de aquellos
primeros geógrafos, que se adentraban en tierra firme desde la desembocadura de
los ríos y que navegaban río adentro, en sentido contrario al de la corriente,
para penetrar en el interior de un territorio aún no practicable por caminos,
Plinio contaba ya con un conocimiento global de las provincias occidentales y
podía, por tanto, describirlas a la inversa, es decir, podía describir los ríos
y los asentamientos cercanos al cauce desde el nacimiento de éstos hasta la
desembocadura. Por ello indica en todo momento el lugar desde el cual dichos
ríos son navegables y la orilla del río que está describiendo, considerando
siempre su posición hacia la desembocadura.
Al servirse de hidrografía lineal como
guía de su descripción no resulta extraño leer su queja sobre la modificación
natural del cauce de los ríos y de las costas, alterados por el lapso de tiempo
que mediaba entre los mapas de conquista de los primeros geógrafos y la
cartografía más reciente que utilizaba (Plin. NH III. 16):
“Cambiada, por un
lado, la división de las provincias; por otro lado, el curso de los caminos, y
aumentada o disminuída la medida de los pasos; a lo largo de tanto tiempo, los
mares se extendieron; los litorales avanzaron, se torcieron o se enderezaron
los cauces de los ríos”
alibi mutato provinciarum modo, alibi itinerum, auctisque
aut deminutis passibus, incubuere maria tam longo aevo, alibi processere
litora, torsere se fluminum aut correxere flexus.
Además de la cartografía antigua de la
Península, Plinio manejó documentos administrativos, listas de ciudades y
censos ordenados alfabéticamente, a los que recurre cuando ofrece una selección
de ciudades estipendiarias de un conventus determinado. En los casos en
los que se separa de un criterio puramente geográfico, resulta imposible situar
los topónimos mencionados si no se cuenta con material epigráfico que lo
atestigüe.
Organización de la descripción
La descripción de la geografía de la
Península Ibérica en la Naturalis Historia está inserta en una
descripción más amplia del orbe conocido por los romanos, integrado por Europa,
África y Asia. El extremo occidental de todo este mundo se sitúa en el estrecho
gaditano, que separa los maria interiora del océano Atlántico. En ese
extremo se sitúa el vicus Mellaria (Tarifa), extremo meridional de
Hispania, que queda separado de África por un fretum, en cuyos extremos
se levantan las “Columnas de Hércules”, identificadas con el mons Calpe
(Peñón de Gibraltar), en Hispania, y el mons Abila (Djebel Sidi Moussa),
en África (Lat. 35°53'3.45"N-Long.5°24'52.64"O). Entre ambos se
encuentra el limen interni maris, límite del mar interno, en el que se
sitúa una de las zonas más peligrosas para la navegación antigua. De ahí la
afirmación de que “frecuentes olas espumosas infunden terror a las naves”
(Plin. NH 3.4.4 frequentes quippe taeniae candicantis vadi carinas
territant.) (figura I).
Figura
1. Vista aérea de las Columnas de Hércules, que señalaban el paso del
Mediterráneo al Océano Atlántico.
Fuente: Google Earth, 2010.
Establecido el límite sudoccidental del continente europeo, continúa con la
descripción de lo que considera la “más bella de las tres partes” en las que se
divide el orbe, delimitada por cuatro grandes sinores, golfos. Plinio se
propone hacer un “barrido” descriptivo de todo el continente en sentido
contrario a las agujas del reloj. Por esa razón, la descripción de la Península
Ibérica queda dividida en diferentes libros, quedando englobada en el III las
provincias de la Baetica y la Tarraconensis, y en el IV, la Lusitania,
a la que se llega después de haber recorrido la Narbonensis , la
Península Itálica, las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia, Liburnia, Dalmacia,
el Nórico, Panonia, Mesia, las islas del mar Jónico y Adriático, Grecia,
Macedonia, Tracia, las islas del Egeo, Dacia, Sarmacia y Escitia, el Ponto,
Germania, las islas gálicas, Britania y la Galia.
La Península Ibérica quedaba dividida
administrativamente en dos provincias (Ulterior y Citerior), una
de las cuales, la Ulterior, fue dividida a su vez en dos durante el
gobierno de Augusto (
Figura 2. La Península Ibérica y los accidentes geográficos que demarcan límites entre las provincias según Plinio.
La división provincial de la provincia Ulterior en dos, Baetica y
Lusitania (diferenciadas en el mapa mediante dos tonos diferentes) se
fecha en época augustea.
Fuente: mapa realizado por la autora sobre la base
cartográfica de la Base digital de España.
Como podrá observarse en la imagen, ha sido combinada la base de la España
digital, en la que sólo se incluye el territorio nacional español, y las
imágenes aéreas ofrecidas por Google Earth, para el territorio
portugués.
Todos los mapas que presento en este
artículo han sido realizados mediante el dibujo combinado en Adobe Photosop,
pues ninguno de los programas usados y mencionados al principio de este
artículo permiten visualizar la imagen completa del territorio comprendido en
los pasajes dedicados por Plinio a cada provincia.
Periplos costeros
Al comenzar la descripción de cada
provincia de Hispania, Plinio ofrece siempre en primer lugar un perfil
costero entre los límites territoriales que establece previamente. En el caso
de la Baetica, la línea costera quedaba delimitada por la desembocadura
del río Anas (Guadiana) y por Murgi (Plin, NH III. 3.
7-8). Es muy probable que para realizar la descripción Plinio se sirviese de un
mapa de navegación, un derrotero en el que estuvieran detallados los elementos
visualmente más llamativos de la costa, que pudiera identificar a cierta
distancia desde el mar un navegante. Plinio se limita a describir de forma
lineal lo que debía ver sobre un dibujo cartográfico: dunas, golfos, conjuntos
de islas, acantilados, etc. No existe una reducción definitiva de todos los
lugares mencionados, pero gracias a la detección del sistema descriptivo
geográfico de Plinio se puede ofrecer una situación aproximada de algunos de
los topónimos antiguos incluidos.
La descripción de la costa bética es la
siguiente: la primera ciudad que se menciona es Ossonoba Aestuaria,
situada en el estuario que forman los ríos Luxia y Urium (Plin, NH
III. 3. 7), el Tinto y el Odiel, y que podemos identificar sin duda alguna con
Huelva. Aunque los manuscritos transmiten Ossonoba, el nombre que
ofrecen las fuentes epigráficas, numismáticas y literarias es el de Onuba.
Continuando en dirección sur, se divisan los Hareni montes hasta
alcanzar la desembocadura del Baetis. Basta mirar una vista aérea de la
zona para descubrir, aún hoy, la existencia de montes de arena, conocidos como
las dunas de arena de Doñana (figura 3).
Figura 3.
Vista aérea de los Hareni Montes.
Coordenadas: Lat. 37° 4'22.02"N; Long. 6°41'0.19"O. Alt. Oj.
Fuente: Google Earth, 2010.
A continuación, describe Plinio un entrante de tierra en el mar, una bahía en
cuyo extremo se sitúa Gadir, inter insulas dicenda (Plin, NH
III. 7. 10-11), bien identificada con Cádiz. La bahía recibía el nombre de Curensis
y corresponde a la Enseñada de punta de Huete. Apenas rebasada la bahía, el
terreno se levanta más de
Figura 4. Diferencia de cota del cabo de
Trafalgar, promontorium Iunonis, respecto de la costa vecina.
El siguiente asentamiento mencionado, Baelo,
se identifica sin dudas con la actual Bolonia, pero no así Mellaria,
ciudad que puede ser situada en Tarifa gracias a la referencia relativa de
Plinio: es la más cercana al Estrecho y anterior a Carteia (cortijo de
Rocadillo). El monte Calpe marca el límite en el que el oceanus
(Atlántico) y el “mar interior” (Mediterráneo) se unen y que previamente Plinio
había definido como una de las columnas de Hércules y como el extremo
sudoriental del primer gran sinus (golfo) que describe Europa:
“En las cercanas
fauces (del océano), colocados a uno y otro lado, unos montes retienen la
entrada: Abila, en África, Calpe, en Europa, metas de los trabajos de Hércules,
por lo que los indígenas los llaman las columnas de este dios y creen que, al
ser atravesadas, pudieron entrar las aguas marinas, antes encerradoa.”
Plin HN III.
4.6 3-10: proximis autem faucibus utrimque impositi montes coercent claustra,
Abila Africae, Europae Calpe, laborum Herculis metae, quam ob causam indigenae
columnas eius dei vocant creduntque perfossas exclusa antea admisisse maria
Ya en la costa mediterránea, Plinio
enumera una serie de ciudades, cada una de ellas situada más al noreste que la
anterior: el oppidum de Barbesula, situable en la desembocadura
del río Guadiaro; Salduba, probablemente en las cercanías de Estepona,
Saladavieja; Suel, identificada con Fuengirola; Malaca cum fluvio,
Málaga y el río Guadalhorce; Maenuba cum fluvio, quizá Torre del Mar y
el río Vélez, pudiéndose identificar con los restos romanos del puerto, que se
encuentra entre el Peñón y el Cerro de Alarcón[6]
(figura 6); Sexi Firmum Iulium, Almuñécar; Sel, entre Sexi
y Abdara, quizá cerca de Castillo de Baños; Abdara, Adra y por
último Murgi, El Egido, en la Ensenada de San Miguel. Todo ello quedaría
plasmado en un mapa de la forma como se refleja en la figura 5.
Figura 5. Derrotero del litoral meridional de Hispania, correspondiente a la costa de la provincia Baetica, según el orden descriptivo de Plinio.
Fuente: mapa realizado por la autora sobre la base cartográfica de la Carta
digital de España.
Figura 6. Posible localización de Maenuba cum fluvio, junto al río Vélez y el yacimiento fenicio de Cerro de Alarcón.
Coordenadas: Lat. 36°43'53.70"N; Long. 4° 7'8.87"O.
Fuente: Google Earth, 2010.
Figura 7. Derrotero marino de la costa levantina, con los topónimos mencionados por Plinio.
Fuente: mapa realizado por la autora sobre la base cartográfica de la Carta
digital de España.
La descripción de la costa de la Hispania
Citerior se divide en dos partes, una dedicada a la costa mediterránea,
desde la última ciudad de la Baetica, perteneciente a la Bastetania
(Plin, NH III. 19), hasta el promontorium Veneris (Cabo de
Creus); y la otra a la costa bañada por el Hibericum mare, el Cantábrico
(Plin. NH IV, 110-113).
El derrotero marino de la costa
levantina (figura 7) perteneciente a la provincia Tarraconensis comienza
por señalar las ciudades de Urci, situada en el golfo de Almería[7]
y de Baria, perteneciente aún a la región bastetana y limítrofe con la Contestania . Dirigiendo el rumbo de navegación hacia
el norte, se alcanzaría la colonia fenicia Carthago Nova (Cartagena) y
su promontorium Saturnis, el río Tader (Segura), la
colonia inmune Ilici (Elche, a la que tributaban los Icositani),
desde la que arranca el Ilicitanus sinus; Lucentum (solar del
Tossal de Manises, en Alicante) (figura 8), Dianium (Denia), ciudad
estipendiaria, y el río Sucro (Júcar), que, junto a una ciudad quondam,
“en otro tiempo”, existente, marcan el límite entre la Contestania y la Edetania.
Figura 8.
Vista aérea de Lucentum, Tossal de Manises, y del antiguo puerto romano.
Coordenadas: Lat. 38°21'51.58"N; Long. 0°26'20.53"O.
Fuente: Google Earth 2010.
El recorrido por la región comienza con una hermosa laguna (la Albufera), más allá
de la cual se levanta la colonia de Valentia (Valencia), donde el Turium
(Turia) entrega sus aguas al mar. Desde la desembocadura se divisa el oppidum
civium romanorum de Saguntum (Sagunto), cercano al río Udiva (Palancia
o Mijares), que marca la frontera natural de la región Edetania. Por la
tierra de los Ilergaones circula el río Hiberus (Ebro), que dio
nombre a la Península en lengua griega, y que delimita con la siguiente región,
la Cessetania, en la que se sitúa el río Subi (Francoli) y la colonia
Tarraco (Tarragona). En siguiente zona, la de los Ilergetas, se
señala la existencia de la ciudad de Subur y el río Rubricatum
(quizá el río Foix, junto al cual, en el Castillo de Castellet, se ha probado
arqueológicamente la continuidad urbana desde el siglo III a.C.[8]),
que baña a Laetani e Indigetes; la colonia Barcino Faventia
(Barcelona) y los oppida de ciudadanos romanos Baetulo
(Badalona), Iluro (Mataró), el río Arnum (¿Tordera?), Blandae (no
identificado con certeza al no haber testimonios epigráficos, aunque asociado a
Blanes), el río Alba (¿Ter?), Emporiae (Ampurias), con un
asentamiento de viejos incolae y otro de griegos foceos, y, finalmente,
el río Ticer (¿Fluviá?). El promontorio de Venus (Cabo de Creus) anuncia al
navegante el fin de la provincia.
El derrotero septentrional dibujado en
la descripción pliniana incluye, como en los casos anteriores, la referencia a
los principales accidentes geográficos, puertos y asentamientos urbanos,
información toda ella fundamental para cualquier navegante (figura 9). La
trayectoria del recorrido es este-oeste.
Figura 9.
Derrotero del litoral septentrional de la provincia citerior.
La primera ciudad mencionada es Oiarso (Irún[9]),
a la que siguen Morogi (probablemente cerca de la desembocadura del río
Oria), Menosca (quizá en las cercanías del río Ego) y Vesperies
(cerca de la desembocadura de la ría de Guernika[10])
y el puerto Amanum (bien identificado con Portugalete), en una mejor
zona protegida de los vientos. Junto al puerto se levantaba la colonia Flaviobrica
(Castro Urdiales). A continuación, en la región de los cántabros, se nombran
nueve ciudades; el río Sauga (¿ría de Asón?), el puerto de la Victoria
Iuliobrigensis (bahía de Santander), a poca distancia del cual se
encuentran las fuentes del Hiberus[11];
el puerto Blendium (Suances) y los Orgenomesci, asentados en
tierras cántabras, cuyo puerto era Veseiasueca (San Vicente de la
Barquera). Gracias a la descripción lineal de Plinio puede identificarse Noega
con los restos arqueológicos de Campa de Torres, en el cabo Torres, junto a la
desembocadura de la ría de Aboño[12],
cercana al asentamiento de los Paesici, situados en una península (cabo
de Peñas), que claramente destaca en el perfil de la costa cantábrica. El río Navia,
cuyo antiguo nombre aún hoy conserva, señala el límite oriental del conventus
Lucense, en el que se agrupan los Albiones, Cibarci, Egi,
Varri Namarini, Adovi, Arroni y Arrotrebae,
distribuidos de este a oeste desde el río Navia hasta el promontorium
celticum, que se divisaba poco más al oeste (Estaca de Vares o Cabo
Ortegal, los dos puntos más septentrionales de la Península[13]).
A continuación, los ríos Florius (río Eume) y Nelo (¿río Mero?);
después, los célticos Neri, pobladores del promontorium Nerium
(cabo de Finisterre), claramente diferenciado del promontorium celticum
mencionado previamente (figura 10).
Figura 10.
Perfil y plano de situación del los puntos más elevados del Cabo Finisterre.
Los super Tamarci, nombrados a continuación, habitaban por encima
(super) del río Tamaris (río Tambre), en la península en la que
levantaban las tres arae Sestianae dedicadas a Augusto[14],
probablemente en uno de los puntos más elevados de la zona, para servir como
hitos geográficos, símbolos de la expansión romana (figura 11).
Figura 11. Vista tridimensional, plano de la zona y
perfil del lugar en el que pudieron estar instaladas las arae Sestianae.
Fuente: Carta digital de España.
Más en el sur estaban asentados los Copori y situada la ciudad de Noeta,
que no hay que confundir con la antes citada Noega[15];
los célticos Praestamarci (al sur del río Tambre) y los Cileni (o
Celeni, habitantes de Aquae Celeni, Caldas de Reis) eran
limítrofes con el conventus Bracarum. Entre las islas cercanas, Plinio
destaca Corticata (Arosa) y Aunios (Ons). Ya en el conventus
Bracarum, estaban asentadas gentes de linaje griego: los Helleni
(probablemente los mismos celeni arriba nombrados, del territorio de Aquae
Celeni,[16]) y los Grovi (situados en
la península del Grove)[17]. Más hacia el sur se levantaba el castellum
Tyde (Tuy). La ría de Vigo servía como referencia para localizar las islas Siccae
(Cíes), situadas frente a su desembocadura, y Abobrica[18],
asentamiento previo al Minius amnis (río Miño). Los Leuni y los Seurbi,
al norte de Bracara Augusta (Braga) son los últimos pueblos de la Gallaecia
a los que hace referencia Plinio, y el río Limia (¿río Ave?),
el último accidente destacable antes de llegar a la provincia Lusitania,
separada de la Tarraconensis en el noroeste por el Durius amnis
(el Duero), uno de los más grandes de Hispania.
La desembocadura del Durius en Cale
señala el comienzo del periplo atlántico de la provincia más occidental del
Imperio, la Lusitania (figura 12). Siguiendo la dirección circular de la
descripción, en el sentido contrario a las agujas del reloj, Plinio describe la
costa oriental hispana de norte a sur (Plin, NH IV. 113). En el
derrotero atlántico se mencionan los nombres de los principales pueblos,
ciudades y accidentes geográficos que pudieran interesar a un viajero. Entre el
Durius y el río Vagia (Vouga) estaban asentados los viejos túrdulos
y los Paesuri. A continuación, junto al Vagia, se podía encontrar
la ciudad de Talabrica (Vouga), y después la ciudad y el río homónimos
de Aeminium (bien identificados con Figueira da Foz[19]
y el río Mondego); más al sur, Conimbrica (Condeixa-a-Velha[20]),
Collipo (Sâo Sebastiâo do Freixo) y Eburobritium (Amoreira de
Óbidos[21]).
El primer accidente geográfico destacado es un vasto cornu promontorium,
llamado Artabrum por unos, Magnum por otros, y por la mayoría Olisiponense,
nombre que recibe de la ciudad que surge sobre él. Plinio trata de corregir un
error de identificación relacionado con el promontorium Artabrum,
situado según Estrabón en la Gallaecia y equiparado al que Plinio nombró
como promontorium celticum. Mediante una clara descripción, Plinio
permite identificar el artabrum con el accidente geográfico más
septentrional de la Península[22].
La confusión pudo haberse producido por la semejanza fónica entre el nombre del
promontorio y el pueblo de los Arrotrebae, que habitaban el promontorio
céltico. Tal confusión pudo inducir algunos errores entre los geógrafos
antiguos, que Plinio trató de corregir con especial interés[23].
El Tagus (Tajo) se establece como la siguiente referencia, río
famoso por sus auríferas aguas. Le sigue el promontorium Sacrum (Cabo de
San Vicente), en la mitad de lo que Plinio llama la frons Hispaniae.
Entre el río Tagus y el promontorium Sacrum sitúa una serie de
ciudades memorabilia: Olisipo (Lisboa), famosa por su “generación
de yeguas” del viento favonio; Salacia Urbs Imperatoria (Alcacer do
Sal), Merobrica (Santiago
de Cacem), el ya nombrado promontorio Sacrum y el Cuneus.
Desde el cabo de San Vicente hasta el comienzo de la Bética, Plinio nombra
únicamente Ossonoba (Faro), Balsa (Tavira, Torre d´Ares) y Myrtilis
(Mértola).
Figura 12. Derrotero del litoral occidental de la provincia citerior y ciudades pertenecientes a la provincia Lusitania.
Fuente: mapa realizado por la autora sobre la base cartográfica de la Carta
digital de España y de Google Earth, 2008.
Descripciones
hidrográficas
Del mismo modo que Plinio se sirvió de
mapas costeros que le permitieron localizar de forma exhaustiva los principales
asentamientos y accidentes geográficos de las costas de Hispania, así también
hizo uso de mapas hidrográficos de los principales ríos que atravesaban la
Península. Gracias a los mapas con los que el naturalista contaba, pudo dar
noticia de la situación exacta de las ciudades más importantes situadas a ambos
márgenes del río. Si seguimos la enumeración que realiza y situamos en primer
lugar aquellos asentamientos reducidos con certeza, podremos comprobar que la
descripción pliniana es gegoráfica y lineal y que, por tanto, se puede proponer
una situación aproximada para los lugares no reducidos[24],
que podrá ser confirmada en su momento a partir de hallazgos epigráficos,
numismáticos y arqueológicos.
Antes de iniciar la enumeración de
pueblos y lugares destacados junto al cauce de un río, Plinio establece los
límites de su descripción. En el caso de una descripción hidrográfica, los
límites del río están marcados por su nacimiento, su desembocadura y por los
afluentes principales, que le permiten seccionar en partes la descripción y
adentrarse en el interior del territorio (in mediterraneo), sin perder
nunca el punto de referencia.
Figura 13. Situación de los topónimos de la Baetica mencionados por Plinio, siguiendo el criterio geográfico descriptivo empleado por el autor (curso del Baetis y del Singilis).
Fuente: mapa realizado por la autora sobre la base cartográfica de la Base
digital de España.
La definición de los límites del río que da nombre a la provincia meridional
hispana, el Baetis (Guadalquivir) establece el marco en el que se encuadran
todas las ciudades nombradas a continuación (Plin, NH III. 9): entre la
sierra Tugiensis (Sierra de Cazorla), donde nace también el río Tader
(Segura), y la ciudad de Gadir (Cádiz), ya situada en la descripción
costera (figura 13).
El recorrido del río queda a su vez
fragmentado en conventus, según un criterio administrativo y jurídico.
De todos los topónimos mencionados, aquéllos que pertenecen a ciudades
estipendiarias no pueden ser situados sobre el mapa según su posición relativa,
pues fueron enumerados no según un criterio geográfico, en función del curso
fluvial, sino por orden alfabético, lo que impide determinar el lugar que
habrían ocupado en el caso de que no existan testimonios arqueológicos que
hayan permitido su reducción. Igualmente difíciles de situar son las ciudades
que se encuentran entre el río y la costa del océano (Plin. NH III. 10: Celeberrima
inter hunc et oceani oram in mediterraneo…), puesto que se pierden los
elementos referenciales relativos. Así ocurre con las ciudades de la región de Bastetania:
Segida Augurina (¿La Saetilla de Palma del Río?[25]),
Ulia Fidentia (Montemayor), Urga[v]o Alba (Arjona), Ebora
Cerialis (no localizada[26]), Iliberri Florentini (Granada),
Ilipula Laus (¿Loja?), Artigi Iulienses (¿Alhama de Granada?),
Vesci Faventia, Singili (¿Puente Genil?), Ategua (probablemente
cerca del Monte de las Pedrizas, al final del río Guadajoz, conocido en la
Antigüedad como río Salso, y diferente de la Ategua identificada con
Teba la Vieja[27]), Arialdunum, Agla Minor
(Priego de Córdoba), Baebro, Castra Vinaria, Cisimbrium
(Lucerna), Hippo Nova (Baena), Ilurco (Cerro de los Infantes,
Pinos Puente), Osca, Oscua, Sucaelo (Fuente Tojar),
Unditanum y Tucci Vetus (¿Martos? ¿Torredonjimeno?).
El primer tramo descriptivo corresponde
a la zona comprendida entre Ossigi Latonium (en la zona de Garciez,
Jimena y Jodar[28])
y la desembocadura del principal afluente del Baetis, el Singilis
(Genil), considerada administrativamente como conventus cordubense. La
mayoría de las ciudades mencionadas están identificadas arqueológicamente, pero
las que aún no lo están pueden situarse en un espacio bien definido junto al
cauce del Guadalquivir: Ossigi (no identificada, probablemente en la
estribación suroeste de la sierra de Cazorla), Iliturgi Forum Iulium
(Mengíbar), Ipra (no identificada, localizable entre Iliturgi
(Mengíbar) e Isturgi (Andújar), quizá cerca de Villanueva de la Reina)
(figura 14); Isturgi Triumphales (Andújar), Ucia (Marmolejo); remotum
in mediterraneo, “desplazada hacia el interior”, concretamente a unos
Figura 14. Tramo del Baetis en el que se localiza Ipra, situada, según la descripción lineal de Plinio, entre Iliturgi e Isturgi.
Coordenadas: Lat. 38° 0'18.27"N; Long. 3°55'23.64"O. Alt. Oj.
Fuente: Google Earth 2010.
Et dextra, es decir, en el margen derecho del río ―al contrario de
las antes mencionadas― se halla colonia Patricia Corduba. Desde
allí, el Guadalquivir comienza a ser navegable. Desde Corduba hasta el
lugar donde el Singilis (Genil) entrega sus aguas al Baetis
y en el margen izquierdo del río, se encuentran las ciudades de Carbula
(Almodóvar del Río) y Detumo (entre la anterior y el Singilis, identifcada
sin certeza con Posadas o con Plama del Río[30]).
La desembocadura del Singilis delimita el nuevo tramo descriptivo,
correspondiente al conventus hispalensis, al que pertenecen, según el
estricto orden geográfico y siempre en el margen derecho del río, a excepción
de la colonia Hispalis Romulensis[31],
las siguientes ciudades: el oppidum Celti (no identificado, pero
situable entre el Singilis y Axati (Lora del Río), es decir, en
las cercanías de Peñaflor o de la Vega de Santa Lucía); Axati (Lora del
Río), Arva (Alcolea del Río), Canama (Villanueva del Río), Naeva
(entre Villanueva del Río y Alcalá del Río, es decir, cerca de Cantillana), Ilipa
dicha Ilpa (Alcalá del Río), Italica (Santiponce) y, a la
izquierda del cauce, Hispalis colonia Romulensis (Sevilla) (figura 15).
Figura 15. Vista aérea del área comprendida entre las ruinas de Itálica, la ciudad de Sevilla (Hispalis), en el margen izquierdo del río, y el lugar de hallazgo del tesoro del Carambolo.
Coordenadas: Lat. 37°24'35.35"N; Long. 6° 0'46.16"O; alt. Oj.
Fuente: Google Earth, 2010.
De nuevo, cruzando el Baetis, en
el margen derecho[32], se encuentran Osset Iulia Constantia
(Salteras). Lucurgentum Iuli Genius (no identificada con seguridad;
probablemente San Juan de Aznalfarache[33],
aunque se han localizado epígrafes con el gentilicio lucurgentinus en Morón
de la Frontera y Alcalá de Guadaira[34]),
Olippo (no identificada, situable entre Lucurgentum Iuli Genius y Caura[35]),
Caura (Coria del Río[36]) y Siarum (¿La Puebla del Río?
¿El Trobal?[37]). Ya cerca de su desembocadura, el Baetis
forma las marismas que son hoy el Parque de Doñana. Inter aestuaria,
de mayor extensión en el siglo I d.C. que en nuestros días, se encontraban las
ciudades de Nabrissa Veneria et Colocana (Lebrija), Hasta Regia
(Mesas de Asta, cerca de Jerez) y, tierra adentro (in mediterraneo), Asido
Caesarina (Medina Sidonia).
Una vez descrito todo el recorrido del Baetis
y enumeradas las ciudades que se hallan en la ribera, en los márgenes izquierdo
o derecho, desde la más septentrional de la Bética hasta la más meridional,
Plinio delimita el nuevo tramo descriptivo, el fluvius Singilis[38].
La primera ciudad nombrada, colonia Astigi Augusta Firma (Écija) es la
que da nombre al nuevo conventus que le ocupa y el punto desde el cual
es posible la navegación. La enumeración de los asentamientos por orden
alfabético y según una jerarquía jurídica imposibilita la situación de éstos en
función de parámetros de relatividad geográfica. Colocamos en el mapa aquéllos
topónimos que han sido reducidos a partir de fuentes arqueológicas: Tucci
Augusta Gemella (Martos), Ituci Virtus Iulia (localizada, según la
propuesta de F. Beltrán[39], en Torre de las Vírgenes, cerca de
Baena), Ucubi Claritas Iulia (Espejo), Urso Genetiva Urbanorum
(Osuna) y, entre las dos últimas, Munda. Les siguen en rango jurídico
las ciudades libres: Astigi vetus y Ostippo (Estepa); y las
estipendiarias, ordenadas alfabéticamente: Callet (Montellano),
Callicula, Castra Gemina, Ilipula Minor (Cortijos de Repla,
entre Estepa y Marchena[40]), Marruca, Sacrana, Obulcula
(Fuentes de Andalucía), Oningi, Sabora (Cortijo de Ortegícar,
Cañete la Real) y Ventippo (de localización incierta[41]).
Se desconoce por completo la ubicación de Callet, Callicula,
Castra Gemina, Marruca, Sacrana y Oningi.
Plinio se sitúa en un nuevo afluente,
el Maenuba (Guadiamar), también navegable, que desemboca en el Baetis
algo más al sur. En él sitúa Olontigi (Aznalcázar), Laelia (muy
probablemente en Cerro de la Cabeza, Sanlúcar la Mayor[42])
y Lastigi (de localización incierta[43])
(figura 16).
Figura
16. Tramo del río Maenuba (Guadiamar), en el que se localizan Olintigi,
Laelia y Lastigi.
Coordenadas Lat. 37°24'24.35"N; Long. 6°10'7.23"O; alt. Oj.
50.80.
Fuente: Google Earth 2010.
Vuelve a ser problemática la localización de los asentamientos incluidos en la
región de Baeturia[44], situada entre el río Anas y el Baetis
y en la que se asientan los pueblos célticos, colindantes con Lusitania
y adscritos administrativamente al conventus Hispalense, y los túrdulos,
limítrofes con la Tarraconensis y la Lusitania e integrados en el
conventus Cordubense. De las ciudades mencionadas, sólo pueden ser
reducidas aquellas de las que se conservan testimonios arqueológicos. Son
ciudades célticas del conventus Hispalense: Seria Fama Iulia
(Jerez de los Caballeros[45]), Nertobriga Concordia Iulia
(Frejenal), Segida Restituta Iulia (¿Zafra?), Ugultunia Contributa
Iulia (¿Medina de las Torres?[46]),
a la que se unió Curiga (Monasterio), Lacimurga Constantia Iulia
(Encinasola[47]), los Sterenses/Siarenses Fortunales
(Minas de Cala según A. Canto[48], Montemolín según un testimonio
epigráfico[49]) y los Callenses Aeneanici
(Montemolín, según A. M. Canto; El Coronil, Morón o Montellano, según
testimonios epigráficos[50]). Además de éstas, en la Céltica, se
hallan Acinippo, Arunda, Arunci/Arucci (en la comarca de
Aroche), Turobriga (también en la zona de Aroche[51]),
Lastigi (Aznalcóllar, citada anteriormente junto al río Maenuba),
Salpesa, Saepone (Dehesa de la Fantasía), Serippo (de la
que no hay propuestas de ubicación). En el caso de Sterenses/Siarenses
Fortunales, Callenses Fortunales, Salpesa, Acinippo
y Arunda se plantea el problema de que según la identificación
tradicional están situadas en un lugar externo a la zona limitada entre el Anas
y el Baetis que establece Plinio. En el caso de Acinippo y Arunda,
su ubicación en los límites de la región propuesta por Plinio está avalada por
Ptolomeo, quien señala la proximidad de estas ciudades con el
Anas, lo cual descarta su identificación con la Acinippo y Arunda
ubicadas en la Serranía de Ronda[52].
El rigor aplicado por Plinio al resto del territorio y el hecho de que se haya
confirmado la veracidad de la fuente latina en otros pasajes considerados
erróneos me inclina a confiar más en la coincidencia de los geógrafos antiguos,
que contaban con mapas y documentación hoy perdida, que en las interpretaciones
posteriores. Por otro lado, la identificación de Siarensibus fortunales
con la anterior Siarum mencionada en el conventus Hispalense y
situada antes del estuario del Baetis no es correcta[53].
Plinio hace referencia a dos asentamientos diferentes, como ha demostrado la
aparición de la inscripción HEp-02, 00043 ya mencionada, que resuelve el
problema al identificar Montemolín como límite entre Emerita y Siarum
Fortunalium.
La otra Baeturia, la que pertenece
jurídicamente al conventus Cordubense, está integrada por ciudades como Arsa,
Mellaria (Fuente Obejuna), Mirobriga (Cerro del Cabezo)[54],
Regina (Casas de Reina), Sosontigi y Sisapo (Almadén).
El último tramo del río y los últimos
topónimos mencionados pertenecen al conventus Gaditanum[55].
Plinio cita las ciudades en función de su categoría jurídica, por lo que el
criterio geográfico no puede ser aplicado: Regina; Laepia[56],
Regia, Carisa Aurelia (Bornos), Urgia Castrum Iulium
(Las cabezas de San Juan[57]) y Caesaris Salutariensis; y por
orden alfabético, las ciudades estipendiarias: Besaro, Belippo,
Barbesula (Guadairo[58]), Blacippo, Baesippo
(Barbate), Callet, Cappa junto a Oleastro[59],
Iptuci, Ibrona, Lascuta (Alcalá de los Gazules), Saguntia
(Gigonza), Saudo y Usaepo, la mayoría de las cuales están aún por
ubicar con absoluta certeza.
En el libro III. 21, Plinio establece
los límites naturales del río Ebro, Hiberus, una de las principales vías
de comercio fluvial de la Hispania citerior (navigabili comercio
dives). Su nacimiento, en los Montes Cántabros permite corroborar la
identificación de Iuliobrica con Retortillo (Cantabria), cerca de la
cual nace el río. Desde su fuente, el Hiberus recorre 450 mil pasos, de
los cuales 260 mil eran navegables, siendo el punto de comienzo de la zona
navegable la ciudad de Vareia (Varea, cerca de Logroño).
Figura 17. Situación de algunos de los
topónimos mencionados por Plinio, pertenecientes al conventus
Caesarauustanum, sobre la cuenca del Hiberus.
El río servía de frontera natural por el sur con la región de Cessetania,
cuyo nombre derivaba de la antigua ciudad de Cesse. A diferencia de la descripción
de los asentamientos de la Baetica, nombrados según un criterio
geográfico en función de la cuenca del Baetis, las colonias, municipios,
ciudades estipendiarias y oppida de la provincia Citerior son
enumerados a partir no de un mapa, sino de listas administrativas, en las que
los topónimos aparecían clasificados por categoría jurídica y por orden
alfabético. Por esa razón, sólo hemos podido situar sobre el mapa aquellos
lugares reducidos con certeza gracias a testimonios epigráficos, numismáticos o
por fuentes literarias diversas (figura 17). A pesar de ello, todos los
asentamientos del conventus Caesaraugustanum mencionados por Plinio (NH
III. 24) se encuentran situados en la cuenca del Ebro o en la de sus
principales afluentes, como el Sicoris (Segre) y el Arga o Ega.
Sirven igualmente para delimitar
territorios conventuales los ríos Tagus (Tajo) y Sucer (Júcar,
nombre que deriva del valenciano Xuquer), que marcan los límites del conventus
Carthaginense (NH III. 25) (figura 18), y el Durius, frontera
septentrional de la provincia Lusitania. De este último, y al igual que
había hecho con el Hiberus, establece el lugar de nacimiento –entre los Pelendones–,
y señala las regiones que recorre –la región de los Arevaci, Vaccaei,
Vettoni y Gallaeci (NH IV. 112)–, hasta su desembocadura en
la ciudad de Cale (Oporto-Vila Nova do Gaia). La enumeración de las
ciudades de la Lusitania sigue también el criterio de la categoría
jurídica a la que pertenece cada una, y no el criterio geográfico que sirve, en
la Baetica, para determinar la situación de algunos asentamientos aún no
reducidos con certeza.
Figura
18. Situación de los topónimos meniconados por Plinio, pertenecientes al conventus
Carthaginensium, delimitado por los ríos Sucer y Tagus.
Conclusiones
La superposición de la descripción de
Plinio sobre la provincia de Hispania a una base cartográfica digital
actualizada y la comprobación metodológica de la reducción de asentamientos
mediante el cotejo de bases de datos epigráficas, numismáticas y literarias y
de la bibliografía generada por los estudios toponímicos, permiten recrear la
cartografía con la que el naturalista romano pudo contar durante su redacción de
la Naturalis Historia. Al transponer la enumeración pliniana sobre un
mapa, se constata la eficacia descriptiva de Plinio, que, cuando sigue un
criterio de enumeración geográfico (el curso de los ríos o la línea de costa),
permite ubicar los nombres de algunos asentamientos aún no reducidos, de los
que no existen hasta el momento testimonios arqueológicos y de los que se han
hecho, en algunos casos, propuestas dispares. Gracias a la posición geográfica
relativa (anterior/ posterior a un oppidum o civitas o accidente
geográfico concreto) de los topónimos no reducidos mencionados por Plinio, es
posible si no identificar el lugar exacto al que estuvo asociado dicho nombre,
al menos descartar de forma definitiva algunas de las propuestas ofrecidas
hasta el momento y establecer unos límites geográficos concretos para su
localización. Sobre los mapas ofrecidos en este artículo y en los que se ubican
únicamente los topónimos incluidos en la Naturalis Historia de Plinio,
sería conveniente superponer los datos transmitidos por otros geógrafos,
especialmente por Ptolomeo, Pomponio Mela y Estrabón, para corroborar con otras
fuentes antiguas la validez de las propuestas aquí presentadas. Una vez
comprobada su coincidencia, únicamente el trabajo arqueológico de campo podría
confirmarla de manera definitiva.
Notas
[1] Texto completo de la Naturalis Historia en
latín en <http://penelope.uchicago.edu/Thayer/L/Roman/Texts/Pliny_the_Elder/1*.html>.
[2] Véase equipo urbano 2007, sobre el uso de
Google Earth para el estudio de morfología urbana.
[3] Sobre la disponibilidad
de herramientas web para el estudio y la creación de mapas, véase Capel 2010.
[4] Detlefsen 1870, pp. 268
ss.; Detlefsen 1873, pp. 600-668.
[5]
García-Bellido y Blázquez 2001.
[6] Sobre los
restos fenicios del Cerro de Alarcón, véase Schubart 2002.
[7] La Tabula
Imperii Romani identificaba la ciudad de Urci con Pechina,
Benahadux, en el interior de Almería. Dicha ubicación puede quedar descartada
pues no coincide con la situación costera señalada por Plinio y por Pomponio
Mela, II. 94, que la sitúa en un golfo: Urci in sinu quem urcitanum vocant.
[8] La identificación
del Rubricatum con el río Llobregat plantea el problema de que es un río
perteneciente a la región de Barcino. Según Plinio tendría que estar
junto a Subur, pero no existe ningún testimonio epigráfico que constate
el lugar que este antiguo asentamiento ocupaba. El único testimonio epigráfico
de suburitani apareció en Tarraco (CIL 02, 04271 (p LXXVIII, 973)
= RIT 00377). La propuesta de identificación del Rubricatum con el río
Llobregat se basa en una supuesta evolución etimológica con disimilación de la
vibrante. Sin embargo, se han propuesto otras etimologías, como la que hace
derivar Llobregat de llòbrec, “lóbrego”.
[9] Canto
1997, pp. 45-46. Anteriormente Oiarso se identificaba con Oiartzun por
la similitud fonética; sin embargo, las referencias de Estrabón (III. 4. 10) –que
la sitúa en el borde del océano–, de Plinio, –que la incluye en el derrotero de
la costa cantábrica–, y de Ptolomeo (II, 6, 10) –que la localiza también sobre el
mar– hacían imposible tal identificación. Los más recientes hallazgos
arqueológicos en Irún ponen de manifiesto una vez más la veracidad de las
fuentes literarias.
[10] La
identificación no es segura. Sin embargo existen restos arqueológicos en Forua,
a orillas del Urdaibai, cerca de Guernika, a las que podría reducirse el nombre
de la ciudad de Vesperies. Las razones para suponerlo son meramente
geográficas.
[11] Las
fuentes del Ebro se localizan a poca distancia de Reinosa, en el pico tres
Mares, en la Sierra de Peña Lara. Muy cerca se hallaba la ciudad de Iuliobriga,
identificada con Retortillo. Sobre ella, Iglesias 2002.
[12] En este
lugar se hallaron en 1783 los cimientos de dos construcciones que Jovellanos,
promotor de las excavaciones dirigidas por Manuel Reguera González, consideró
las arae sestianae. Las excavaciones llevadas a cabo por J. M. González,
J. L. Maya y J. Bellón han sacado a la luz los restos de un asentamiento
prerromano, romanizado en época de Augusto. Noega fue identificada
durante algún tiempo con Noia, en virtud de su semejanza fónica, pero tal
reducción se aleja del itinerario que traza Plinio.
[13] Se ha
identificado a menudo con Finisterre, y se ha supuesto que era el mismo que el
llamado Nerium. Sin embargo, según la descripción de Plinio, el primero
ocuparía una posición más septentrional y no se confundía con el territorio
ocupado por los neri, que daban nombre al promontorio Nerium
(Finisterre).
[14] Según
Plinio, NH IV 111, las arae sestianae fueron erigidas en la
península delimitada por los ríos Jallas y Tambre, poblada por los llamados super
Tamarci, en contra de la propuesta tradicionalmente admitida de Fisterra.
La TIR las sitúa en el Artabris Sinus.
[15] En la TIR,
se considera la misma ciudad Noega y Noeta, como si se tratasen
de dos lecturas de la misma palabra y de uno más de los errores del naturalista
romano. El seguimiento del derrotero cantábrico descrito por Plinio, el rigor
de su enumeración, así como la constatación arqueológica de nuevos yacimientos
junto a Gijón, son pruebas suficientes para demostrar que se Noega y Noeta
eran asentamientos diferentes.
[16] Plinio
es el único autor que transmite el nombre de Helleni, a diferencia del
resto de los geógrafos antiguos que hablan de Caeleni. Es probable que
se trate de un error de copia y que correspondan al mismo gentilicio, derivado
del nombre del oppidum Aquae Celenis.
[17] Según
Martin 1876, pp. 1-49, los pueblos mencionados como griegos no eran sino
celtas: “Queremos dizer, em suma, que os pretendidos gregos do Noroeste da
Ibéria são celtas, e que a hipótese de uma colónia grega, por mar ou por terra,
não tem por si um texto histórico, uma tradição segura; — é pura e simplesmente
uma indução tirada de alguns nomes geográficos, e de dois ou três costumes que
se encontravam na Grécia”.
[18] Se
considera Ribadavia por haberse traducido el nombre de Abobrica como “ciudad
situada junto al río” y suponer que Ribadavia traduce el topónimo celta. Sin
embargo la localización de este pueblo (junto al embalse Castrero-Miño) no
coincide en absoluto con la trayectoria pliniana, que menciona únicamente
accidentes o poblaciones vecinas a la costa.
[19]
Identificada como Conimbriga por AE 1972, 240-243.
[20]
Identificación ofrecida por CIL a partir de un pedestal al genio Conimbricae,
AE 1969/70.
[21] Alarcão y Étienne 1977, p. 9.
[22] Plin. NH IV. 113-114:
Illo finitur Hispaniae latus et a circuitu eius incipit frons. Septentrio hinc oceanusque Gallicus, occasus illinc, oceanus
Atlanticus. “Allí se acaba el lado de Hispania y comienza la “frente” desde el
giro de éste. Aquí el septentrión y océano Gálico; allí el ocaso y el océano
Atlántico.”
[23] Plin. NH
IV. 115: Arrotrebas enim, quos ante Celticum diximus promunturium,
hoc in loco posuere litteris permutatis. “A los Arrotrebas, a los que
mencionamos ante el promontorio Céltico, en este lugar los colocaron por un
cambio en las letras (de la palabra)”.
[24] Esta
condición, que habíamos notado mientras tratábamos de elaborar los mapas de la Hispania
de Plinio, la notó ya Beltrán 1994: “Y esta razón, a nuestro juicio, es su
deseo de enumerarlas en orden geográfico, no respecto de un punto de referencia
fijo, sino según su posición relativa”.
[25]
Tradicionalmente se identificaba con Cortijo de la Vega, en Almería, pero tal
ubicación no podía ser correcta pues no se encontraba en la región delimitada
por el geógrafo romano. La nueva propuesta (La Saetilla de Palma del Río)
tampoco responde a la colocación in mediterraneo que menciona Plinio y
su cercanía al Baetis y al Singilis hubiera obligado a Plinio a
incluirla entre las ciudades vecinas al curso del río. Su identificación, por
tanto, está todavía pendiente de determinar.
[26] Pomponio
Mela (III.5) hace referencia a una Ebora, situada en las cercanías de Oleastrum
(cerca del puerto de Gadir), en la costa: in proximo sinu portus est,
quem Gaditanum, et lucus quem Oleastrum, appellant: tum castellum
Ebora in litore, et procul a litore Asta colonia... Por la dirección
que sigue Mela en la descripción, norte-sur, debería situarse al sur de Cádiz,
antes del promontorium Iunonis.
[27] La
localización de Ategua en Teba la Vieja, como tradicionalmente se
propone, es la única que sobrepasa el Singilis hacia el suroeste. Todas
las ciudades de la Bastetania reducidas con seguridad marcan unos
límites más o menos claros, siendo el Genil la frontera occidental de la región
y la vertiente norte de Sierra Nevada y la Serranía Penibética el límite
meridional. La ubicación que yo propongo se deduce de la descripción de la
batalla entre los hijos de Pompeyo Magno y César en el Bellum Hispaniense,
I. 7. 2. Se dice que Sexto Pompeyo cruza el Salso y establece el campamento en
un monte situado entre las plazas de Ategua y Ucubi. En este
caso, Plinio no habría sobrepasado los límites establecidos en su descripción.
Puesto que existe una Ategua en Teba la Vieja, habría que pensar en uno
de los numerosos casos de coincidencia toponímica.
[28] Hay
documentación epigráfica relacionada con Ossigi en Albanchez de Úbeda,
Garciez, Cerro Alcalá, Jodar, Jimena y Belmez de la Moraleda, todos ellos en la
zona indicada en el mapa. Considero la zona de Garciez la más próxima al
antiguo emplazamiento, ya que es la más cercana a la ribera.
[29] La
propuesta de Adamuz puede quedar descartada porque tal ubicación no respeta el
criterio geográfico aplicado por Plinio para las anteriores. En diciembre de
2002 se comunicó a la prensa el hallazgo de un puente romano, a
[30] Se
propone también Hornachuelos como identificación de la antigua Detumo. Sin
embargo, no cumple la condición expresa en Plinio de encontrarse en el margen
izquierdo de río, siguiendo la corriente hacia su desembocadura.
[31] Plinio, NH
III. 11: Italica et a laeva Hispal colonia cognomine Romulensis
[32] Plinio, NH
III. 11: ex adverso.
[33] Los
epígrafes CILA II.2.597-591, localizados en San Juan de Aznalfarache, se
consideran de la antigua Orippo. En mi opinión, pueden pertenecer al oppidum
que, según Plinio, estaba situado entre Osset y Caura, es decir, Lucurgentum
Iuli Genius.
[34] La
mención del gentilicio demostraría precisamente la condición de forastero del
personaje enterrado en aquellas tierras. CIL 02, 01264 = CILA-02-03, 00920,
Alcalá de Guadaira: M(arcus) Iunius / Brutus / Lucurgent(inus) / ann(orum)
XXIII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) / Iulia Paterna /
uxsor(!) d(e) s(ua) p(ecunia) [f(ecit)]. CILA-02-04, 01209 = AE 1953, 00021
= AE 1962, 00337, Morón de la Frontera: M(arcus) Helvius Anthus
Lucurg(entinus) / IIIIIIvir Aug(ustalis) edito spec/taculo per quadridu/um
ludorum scae/nicorum et dato gym/nasio per eosdem / dies item mulie/ribus
balineum gra/tis huic o[rd]o splen/didissimus Lucurgentin/orum petente populo
orna/menta decur[i]onatus decrevit / Helvius Anthus ob honorem / statuam Iani
patris cum / basi s(ua) p(ecunia) d(onum) d(edit) / P() Q() F().
[35] Se debe
descartar la posibilidad de identificarla con Dos Hermanas o Torre de Herberos,
ya que tal emplazamiento no cumple el requisito dictado por Plinio de estar
situadas en la ribera derecha del Betis.
[36] La
identificación tradicional de Caura con Dos Hermanas no respondía al
criterior establecido por Plinio, que la situaba en el margen derecho del río.
Los hallazgos epigráficos han testimoniado su verdadero enclave: Coria del Río,
que conserva en su nombre el recuerdo de la antigua ciudad. Véase Escacena e
Izquierdo 2001, pp. 123-157.
[37] Se ha propuesto la
localización de Siarum en La Cañada, Utrera (González 1988, pp. 91-126).
El recorrido que traza Plinio en su descripción sigue hasta el momento la
orilla derecha del Baetis, sin alejarse nunca de él, en su descenso
hasta el estuario y las marismas del Guadalquivir, junto a las cuales sitúa Nabrissa,
bien identificada con Lebrija. Suele indicar la situación de los oppida en
el interior, alejados de la ribera del río, con el sintagma “in mediterraneo”.
Se ha hallado un epígrafe de una dedicación decretada por la res publica
siarensium en El Trobal, lo cual ofrece otra ubicación posible para el oppidum
Siarum: AE 1983, 00517, El Trobal: M(arco) Messio M(arci) f(ilio) /
Gal(eria) Rusticiano / Aemilio Lepido Iulio / Celso Balbino Arrio / Proculo
trib(uno) pleb(is) desig(nato) q(uaestori) Imp(eratoris) Caesaris Titi Aeli /
Hadriani Antonini Aug(usti) / Pii p(atris) p(atriae) trib(uno) mil(itum)
leg(ionis) XV Apol/linar(is) et leg(ionis) III Gallicae / praef(ecto) urbis
feriar(um) Latinar(um) / co(n)s(ulatu) Aemili Papi patris / Burbulei Ligariani
soceri / Xviro stlitibus iudicandis / res publica Siarensium / Aemilius Papus
pater hono/re usus sua pecunia / posuit. Para Beltrán 1994, la
mención de Siarum y Lucurgentum en esta sección, cuya reducción
acepta como La Cañada y Morón de la Frontera, respondería a un error de Plinio
causado por haber omitido, en la teórica descripción de las comarcas situadas
al Sur del Guadalquivir en NH III. 10, la enumeración completa de las
ciudades al sur del río. Añade: “Esto fue, como creemos, un intento de
solucionar “de pasada” la descripción de la cuña hispalense que se extendía al
sur del Betis”.
[38]
[39] Beltrán 1994, p. 421.
[40] La
propuesta de ubicar Ilipula Minor en Niebla, Huelva, queda descartada
por los hallazgos epigráficos de Cortijos de Repla, que sitúa esta ciudad en el
conventus astigitanum, lo que se corresponde con la descripción de
Plinio.
[41] Los
hallazgos epigráficos que contienen una referencia a Ventippo,
normalmente a través del gentilicio ventiponensis han llevado a proponer
diferentes emplazamientos para el oppidum stipendiarium: el Cerro de la
Atalaya, el accidente geográfico más característico de Úbeda; el Cortijo de la
Rentilla (cerca de Montilla), La Algaidilla (Estepa), el Molino del Cano, La
Roda de Andalucía y Los Argamasones. El Cerro de la Atalaya no pertenece al conventus
Astigitanum y Estepa estaba ocupada por la antigua Ostippo. El antiguo
emplazamiento de Ventippo podría ser el del Cortijo de Rentilla, el de
La Roda de Andalucía o la Atalaya de Casariche. Las inscripciones funerarias
que especifican el origen del muerto como ventiponensis no sirven para
reducir el topónimo, pues pertenecen a personajes emigrados de su tierra natal.
[42] La
ubicación no es segura, aunque es la propuesta más próxima a las referencias
que hacen Plinio (estar junto al Maenuba y entre Lastigi y Olontigi)
y Ptolomeo, que la sitúa entre Italica y Corticata (Cortegana).
[43] Lastigi
era una antigua ceca republicana. Se han propuesto diferentes lugares para
su identificación: Los Merineros, Aznalcóllar, Cerro del Queso, Sanlúcar, de
los cuales Aznalcóllar está situada junto a la cuenca del Maenuba.
[44] Plinio, NH
III.13.
[45] Según
EE. VIII. 303.
[46] Según
CIL 02, 01025 = ERBeturi 00109 (Medina de las Torres, Baetica): M(unicipio) C(ontributensi) I(uliensi) / A(ulus) Asellius /
Threptus / Romulensis / d(ecreto) d(ecurionum).
[47] HEp-03,
211-213, ERBeturi 149-150; AE 1991, 00996 -997, etc. La TIR la
identificaba con Puebla de Alcocer a partir de CIL II, 5068, inscripción al
Genio de Lacimurga.
[48] Canto 1993, pp. 171-183.
[49] HEp-02, 00043,
Montemolín: Terminus Aug[u]/stalis f[in]i[s
E]m/eri[t]ensis in[t]e[r] / S(iarenses) For[tun]ale[s].
[50]
CILA-02-04, 01219; CILA-02-04, 01220.
[51] Beltrán
1994 no acepta la propuesta de situar Turobriga en la zona de Alcuéscar,
en la Lusitania, por la aparición del gentilicio turobrigensis para la
diosa Ataecina, ya que esta propuesta contradice la adscripción de la ciudad
céltica a la Bética. Considero muy oportuna la crítica de Beltrán. La relación
propuesta entre Augustóbriga y Turóbriga se basaba en la inscripción de Bassus
Turobrigensis hallada en Caleruela y dedicada a Ataecina. Véase sobre ello:
García-Bellido 2001, p. 65.
[52] A partir
de dos epígrafes de Ronda la Vieja (CIL 02, 01351 y CIL 02, 01347 (p 701)).
[53] F.
Beltrán 1994 cree que se trata de una repetición y que es otro de los errores
de Plinio.
[54] Los
epígrafes que contienen el gentilicio mirobrigenses
han aparecido en la zona comprendida entre Puebla de Alcocer, Herrera del
Duque, Talarrubias, Siruela, Garlitos, Vega de San Miguel, Esparragosa de
Lares, Valdecaballeros y, sobre todo, en el Cerro del Cabezo.
[55] Plin. NH
III.15. En mi opinión y a diferencia de la de Beltrán 1994, no es ilógico
el orden asumido por Plinio en la descripción de la provincia, ni resulta
inesperada la aparición del convento gaditano al final de todo, pues el autor
romano agota primero toda la zona correspondiente administrativamente a cada
uno de los conventos situados más al norte, teniendo en cuenta siempre la
dirección del río, desde su nacimiento hasta su desembocadura.
[56] Se
identifica en la TIR con Lepe, siguiendo únicamente criterios filológicos.
[57] Se
identifica a partir de la ceca que acuña con el topónimo Ugia.
[58] Se
corresponde con el primer Barbesula mencionado en el derrotero de la costa
mediterránea y coincide con la desembocadura del Guadiaro. La TIR lo
pone en relación con San Roque, donde se levantan los restos de la antigua Carteia.
[59] Pomponio
Mela (III. 4) sitúa cerca de Oleastro un bosque sagrado y localiza el oppidum
en las cercanías del portus gaditanus.
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[Edición electrónica del texto realizada por Jeffer Chaparro Mendivelso y Daniel Santana
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© Copyright Elena Castillo, 2010.
© Copyright Ar@cne, 2010.
Ficha bibliográfica:
Castillo, Helena. La recreación de los mapas de Hispania de Plinio el viejo. Ar@cne. Revista Eléctronica de Recursos en Internet sobre Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona nº 135, 1 de julio de 2010. [En línea. Acceso libre]. <http://www.ub.es/geocrit/aracne/aracne-135.htm>.