En este cuarto Avance de resultados brutos empezaremos presentando las respuestas a las preguntas que nos muestran una especie de “mapa de religiones” de la población de la muestra y que incluye la importancia de la religión en sus vidas, la religión a la que pertenecen, y su nivel de práctica. Después analizaremos los cambios en espiritualidad y práctica producidos durante el confinamiento. Se han tenido en cuenta únicamente las 2256 respuestas al cuestionario en español, obtenidas hasta el día 27 de abril del 2020.
La religión tiene importancia en la vida de la mitad de las personas de la muestra (alguna importancia el 29% y bastante o mucha importancia el 22%).
Algo más de la mitad de las personas que responden al cuestionario (el 55%) dicen pertenecer a alguna religión. Destaca el dominio de los católicos (que son el 44%) seguidos a mucha distancia por otras denominaciones religiosas tales como budistas (el 3% de las respuestas), el 1% de protestantes y el 0,5% tanto de judíos como de musulmanes. Otras denominaciones minoritarias que suman el 6% son Testigos de Jehová, Cristianos Ortodoxos, Iglesia de los Santos de los Últimos Días, Cristianos diversos, Wicca, etc.
Antes del confinamiento el nivel de práctica religiosa de las personas entrevistadas no era muy alto. Destaca el hecho de que la participación en prácticas grupales o colectivas era minoritaria, solamente un tercio de las personas de la muestra lo hacían. En cambio, casi la mitad (el 46%) si realizaban algún tipo de práctica individual antes del confinamiento.
El confinamiento parece llevar asociado algunos cambios en la religiosidad y espiritualidad de la muestra del estudio.
Un tercio (32%) de las personas que contestan se consideran más espirituales durante el confinamiento. Y, además, ha aumentado la práctica (religiosa o espiritual) diaria, ya sea individual o grupal. Como contrapartida ha disminuido mucho las prácticas menos frecuentes (semanales u ocasionales):
Con el confinamiento y ante la imposibilidad de reunión y de asistencia a los centros de culto, cabía esperar que las prácticas religiosas colectivas desaparecieran. Pero como podemos comprobar, aunque se han reducido, no han desaparecido. Posiblemente ello se deba a la adaptación de algunas comunidades a la situación y a la introducción de nuevas tecnologías como medio para realizar la práctica. Es posible también, que dentro de las familias con las que se cohabita se hayan introducido algunas prácticas colectivas que anteriormente se hacían de manera esporádica y ahora se puedan realizar de manera diaria
El confinamiento parece haber sido oportunidad de introspección que ha aumentado la espiritualidad y la práctica religiosa diaria y ha impedido la desaparición de la práctica grupal colectiva, a pesar de su gran reducción.
José Antonio Rodríguez Díaz; Anna Burgués Freitas; Aitor D. Aguayo; José Luis Condom Bosch, “Avance 4: Religión y espiritualidad durante el confinamiento» (UB: EPP, Mayo 2020)