Textos de la Era de la Perla
Llenando el mundo de otras palabras
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS
La historia viviente: la autoconciencia es la otra
Imagen: Bill Viola: Greetings. Instalación Video-Arte
La Comunidad de historia viviente de la Librería de mujeres de Milán, que existe desde 2006, ha publicado a finales de 2018 su último libro: La spirale del tempo. Storia vivente dentro di noi (La espiral del tiempo. Historia viviente en nuestro interior, Moretti & Vitali). “Historia viviente” es una invención simbólica de Marirì Martinengo que ha liberado el relato histórico de las ideologías, sean estas de derecha, izquierda o centro. Esto quiere decir que el relato histórico se ha liberado, por fin, del poder social y se ha convertido en lo que siempre quiso ser: la expresión escrita de lo vivido, sin la intervención de teorías interpretativas que sustituyan la vivencia con la interpretación. ¿Alguien se acuerda de la vieja pareja “heurística / hermenéutica”? Casi nadie. Terminado el patriarcado, la Historia no puede seguir siendo la misma.
La historia viviente es una práctica. Una práctica para explorar el sentir de las vivencias profundas de la historiadora, descifrarlas y conectarlas con la historia que ella escribe. Se ha dicho que “toda historia es historia contemporánea” porque hace historia lo que interesa al presente. Se entendía que lo que interesaba al presente era lo que tenía poder social. La historia viviente hace la revolución de decir y mostrar que lo que interesa al presente, a cada presente, es el sentir de las vivencias de las mujeres y hombres que vivimos en el mundo y son vivencias constitutivas del ser. La historiadora, explorando y descifrando las suyas, sus vivencias, discierne las que son significativas para ella y comunes en su contexto relacional, en su mundo y, quizás, en el mundo. La autenticidad está dentro de sí, no fuera de sí.
La práctica de la historia viviente se hace en relaciones duales o en pequeños grupos compuestos por relaciones duales. “El mundo interior” –escribe Marina Santini, una de las autoras de La spirale del tempo–, “lo que otros y otras han depositado en nuestras vidas, es ese sentir profundo no tenido en cuenta en la narración histórica, que para nosotras es, en cambio, su fundamento. Queremos que la experiencia subjetiva, aunque no sea documentable según criterios historiográficos tradicionales pero forma parte de la vida de cada una y cada uno, sea considerada historia. Se trata de hacer un doble movimiento: una inmersión profunda dentro de sí que haga aflorar una verdad subjetiva y la ofrezca a las otras que, reconociéndola y ayudando a iluminarla, permitan hacerla pública” (p. 126).
La práctica en relación impide que la vivencia experimentada y sentida sea deglutida o usurpada por la interpretación ideológica. Esquiva el juicio y el lenguaje de esta. ¿Cómo? Siendo, como es, la experiencia, inexpugnable (Joan Scott).
Veo un nexo entre la práctica de la historia viviente y la autoconciencia tal y como la entendió Carla Lonzi en el feminismo de los años Setenta del siglo XX. En el Segundo Manifiesto de Rivolta Femminile. Yo digo yo, escribió: “La autoconciencia es la otra”, idea difícil que se entiende mejor en contexto: “¿Por qué la autoconciencia ha sido tergiversada y abandonada en muchos grupos que dicen que la han hecho sin haberla hecho? ¿Por qué se ha considerado un paso adelante el haberla sustituido con la práctica del inconsciente? Porque en la cultura masculina y en sus derivados en femenino nadie entiende nada de la expresión de sí en cuanto tal. [...] Y a esto llamo autoconciencia: hacer de manera que quien habla tome conciencia de que encontrarse a sí mismo es reconocerse en la expresión de sí, que no existe verdad afuera, en la adhesión o en el uso de claves interpretativas” (Il mito della proposta culturale).
Veo un nexo entre la práctica de la historia viviente y la autenticidad, que es para mí el mayor legado recibido de Carla Lonzi. ¿Hay Historia sin autenticidad?
(6/2/2019)
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