Texts de l'Era de la Perla
La violència de tants homes vers les dones
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS
Acaba el patriarcat a Turquia
La noticia la oí el lunes 21 de noviembre (2016) y era el punto final de un proceso que había durado algún tiempo. Decía que el gobierno de R.T. Erdogan se había visto obligado a retirar una ley aprobada gracias a la mayoría absoluta que su partido tiene en el parlamento turco. Le había obligado a retirarla el clamor de la población de Turquía, clamor feminista, más de mujeres que de hombres, recogido por la oposición parlamentaria al gobierno.
La ley sobreseía las penas impuestas a hombres condenados por abusos sexuales contra niñas y adolescentes menores de edad, si los criminales se casaban con ellas. Esto, en el patriarcado, no habría requerido que se promulgaran leyes. Ahora, sí, y con la precaución de tener la mayoría absoluta en los órganos legislativos. Pero ni siquiera.
Esto es el final del patriarcado, y vale la pena repetirlo para que todo el mundo se entere y la memoria de la libertad y de la grandeza femenina dé placer, cunda y no se pierda. Aunque hoy 25 de noviembre el poder turco amenaza con devolver esa ley al parlamento, nunca volverá a ser lo mismo.
La ley aprobada y luego retirada añadía una cláusula para garantizar la validez de la cosa: “siempre que no hubiera violencia”. Solo a una mente no femenina se le puede ocurrir una condición tan ridícula. Parece que al hombre le cueste detectar la violencia contra las mujeres antes de verlas asesinadas.
Donde no había terminado el patriarcado el lunes 21 de noviembre era en el lenguaje del director del programa que dio la noticia que yo oí. El pobre hizo verdaderas acrobacias para no decir que las víctimas de los abusos sexuales de los que hablaba la ley turca de la que él informaba eran niñas. Tales eran las acrobacias que por un momento pensé que en Turquía serían legales los matrimonios entre hombres. En su noticia no había mas que “menores”. ¿Le daba vergüenza darla, la noticia? Es posible. Pero hoy, un hombre, el final del patriarcado en él tiene que expresarlo con claridad; la ambigüedad le hace cómplice.
Últimamente en clase me encuentro a un tipo de alumno muy joven que cacarea con entusiasmo interpretaciones terroríficamente patriarcales de la historia sin más precaución que la de interrumpirse de vez en cuando para decir: “Pero yo obviamente no estoy de acuerdo con esto”. “Obviamente” él no ha desarrollado sensibilidad alguna hacia el sufrimiento que su propia violencia verbal causa en las mujeres que se ven en la necesidad de escucharle y que por cortesía no se salen de clase. Tampoco en este tipo de alumno ha terminado el patriarcado. Por más políticamente correcto que él se crea, su cuerpo entero está blindado contra la libertad y la grandeza femenina. ¿Será que la sexualidad masculina heterosexual sigue dependiendo oscura o claramente de la violencia contra las mujeres y las niñas? ¿Han olvidado del todo los hombres occidentales el pensamiento masculino antiguo y medieval, por ejemplo la tradición hermética, que decía que la heterosexualidad es sagrada porque es el dulce instrumento de la eternidad de la creación?
25/11/2016
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