La escritura Romana: orígenes i evolución.

Los orígenes de la escritura latina se sitúan a comienzos del siglo VII a.C., y tiene en la Lapis Niger, un monolito localizado en el Foro de Roma en el año 1899, uno de los primeros testimonios escritos. A partir de aquí se inicia un ciclo escriturario que perdura todavía hoy en día, pasando por varias transformaciones estructurales, estéticas, técnicas y usuales.

En la Roma antigua hace falta distinguir muy bien dos sistemas gráficos, bien diferenciados entre ellos.

En primer lugar hay el sistema antiguo, que se inicia con este testimonio más arcaico, y que tiene su máximo desarrollo entre los siglos II a.C. y III d.C.. A partir de la segunda mitad del siglo III a.C. se empieza a notar un desarrollo de la escritura más arcaica dando paso a una escritura epigráfica más perfecta; es la denominada escritura capital epigráfica o capital clásica. El proceso de cambio se da por una normalización de la escritura, determinada por la introducción de tendencias estéticas que hacen aparecer la escritura en un sistema bilinial, y también por una canonización que hace que ésta se caracterice por una geometrización de las formas en ángulos rectos. Dentro de los cánones también se dará una uniformidad en el módulo de las letras.

Dentro del período clásico las necesidades de la sociedad hacen que aparezcan otras modalidades gráficas que se adaptan a los diferentes usos de la escritura. Así, surgirá la capital cursiva para usos más comunes, como por ejemplo la correspondencia, documentos administrativos o contabilidad. El soporte propio de esta escritura son los papiros y también las tablillas de cera, de las que se han encontrado numerosos ejemplares en las excavaciones de Pompeya.

Ca. el siglo I a.C. aparece la escritura capital rústica destinada básicamente a un uso librario, aunque se mantienen las características gráficas de la capital epigráfica. Ahora bien, el soporte y la forma de escribir sobre este soporte determinarán algunas diferencias respecto a la capital epigráfica.

En contraposición a esta escritura rústica, aparece en los últimos siglos de la Antigüedad romana una capital cuadrada o elegante, también con los mismos usos librarios que la anterior.

El otro sistema, el sistema nuevo, aparece entre los siglo II y III d.C., tiempo en el que se da una profunda metamorfosis en la escritura. Aparece la escritura minúscula, las características de la cual se basan, principalmente, en que se traza sobre un sistema cuatrilinial. Armando Petrucci llega a afirma que este cambio gráfico constituye uno de los momentos más importantes de la escritura latina porque determina la manera de escribir a mano y en impreso en todas las épocas posteriores en el mundo occidental. Dentro del sistema nuevo, y por factores sociales, ideológicos y materiales, se produce la aparición de la escritura uncial, que será básicamente utilizada en el ámbito librario, y también aparece, a partir del siglo V, la denominada semiuncial. Esta última perdurará en algunos scriptoria altomedievales, desapareciendo en el siglo IX, momento en que se cierra el ciclo de la escritura romana y se inicia un nuevo período en el ciclo de la escritura latina.

Conviene decir, pero, que todos estos tipos gráficos que se han citado conviven entre ellos. Tienen todos unas características comunes pero también otras que los diferencian.