Usos de la escritura carolina.
La escritura carolina nació como escritura libraria, en un ambiente cultural en el que los libros ocupaban un lugar preferente y en el que se hacía necesaria una escritura simple y fácil de leer como es su caso. A partir de la datación de códices y también del estudio de sus iluminaciones se han logrado detectar las escuelas y los scriptoria de donde procedían los códices. Se trata, mayoritariamente, de centros monásticos aunque también había escritorios en centros episcopales. La escritura de los códices es una minúscula con un trazado mucho más regular que la utilizada en los documentos. En algún códice, como la conocida Bíblia de Alcuino, se utilizan otras escrituras (capital, uncial y semiuncial) para establecer una cierta jerarquización del texto y su contenido. Documento otorgado por el conde Ramon Borrell y escrito el 5 de junio de 997 por por Bonsom, clérigo y juez. Archivo de la Catedral de Barcelona. Bonsom fue también el redactor del Liber Iudicum popularis escrito en Barcelona el año 1011 y guardado en la Biblioteca del Escorial 8 ll.
En la Marca Hispánica, los códices escritos enescritura carolina no son muy abundantes. A lo largo del siglo IX se aprecia la influencia de la carolina, tal como queda de manifiesto en dos ejemplares del Liber Iudiciorum (BNF, ms. lat. 4667 y ACA, Ripoll 46). Destacan los scriptoria monacal y episcopal de Ripoll y Urgell respectivamente, a los que hay que añadir el de la catedral de Vic donde, en el siglo XI existía una importante escuela capitular. La escritura carolina también se utilizó para la redacción de documentos, a pesar de que su adopción por parte de la cancillería imperial se retrasó por la costumbre de usar escrituras más cursivas cercanas a las formas merovíngias. De esta manera se desarrolló una escritura carolina peculiar, no tan regular como la de los códices, pero igualmente redonda y sentada. Los paleógrafos la llamamos “minúscula diplomática”, por su uso documental. Para los documentos privados se utilizó esta minúscula diplomática ya desde el siglo IX, sobre todo en aquellas regiones en las que no sobrevivieron las antiguas formas de la minúscula cursiva. La “minúscula diplomática” se aplicó rápidamente en la redacción de documentación privada, ya que la mayoría de los scriptores eran personas letradas, generalmente del ámbito eclesiástico, que se dedicaban a la copia de códices en los escritorios utilizando la escritura carolina. De esta manera las características de ambos tipos gráficos, la carolina libraria y la minúscula diplomática, son prácticamente las mismas y sin que la segunda diera lugar a un tipo cursivo, a pesar de su aire más libre y menos regular.
Monje estudiando representado en un relieve carolingio en marfil, s. VIII-X. |