John Rawls
"La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales como la verdad
lo es de los sistemas de pensamiento. Una teoría, por muy atractiva y esclarecedora
que sea, tiene que ser rechazada o revisada si no es verdadera; de igual modo,
no importa que las leves e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si
son injustas han de ser reformadas o abolidas. Cada persona posee una inviolabilidad
fundada en la justicia que incluso el bienestar de la sociedad como un todo no
puede atropellar. Es por esta razón por la que la justicia niega que la pérdida
de libertad para algunos sea correcta por el hecho de que un mayor bien sea compartido
por otros. No permite que los sacrificios impuestos a unos sean sobrevalorados
por la mayor cantidad de ventajas disfrutadas por muchos. Por tanto, en una sociedad
justa, las libertades de la igualdad de ciudadanía se toman como establecidas
definitivamente; los derechos asegurados por la justicia no están sujetos a regateos
políticos ni al cálculo de intereses sociales. La única cosa que nos permite asentir
a una teoría errónea es la falta de una mejor; análogamente una injusticia sólo
es tolerable cuando es necesaria para evitar una injusticia aún mayor. Siendo
las primeras virtudes de la actividad humana, la verdad y la justicia no pueden
estar sujetas a transacciones.
Estas proposiciones parecen expresar
nuestra convicción intuitiva de la primacía de la justicia. Sin duda que están
expresadas de manera muy fuerte. De ningún modo quiero investigar si estas pretensiones
u otras similares son correctas, y si lo son, cómo es que pueden ser explicadas.
Para alcanzar este fin es necesario elaborar una teoría de la justicia a la luz
de la cual puedan interpretarse y valorarse estas afirmaciones. Comenzaré considerando
el papel de los principios de la justicia. Asumamos, para fijar algunas ideas,
que una sociedad es una asociación, más o menos autosuficiente, de personas que
reconocen ciertas reglas de conducta como obligatorias en sus relaciones, y que
en su mayoría actúan de acuerdo con ellas. Supongamos además que estas reglas
especifican un sistema de cooperación diseñado para promover el bien de aquéllos
que toman parte en él, ya que, aun cuando la sociedad es una empresa cooperativa
para obtener ventajas mutuas, se caracteriza típicamente tanto por un conflicto
como por una identidad de intereses. Hay una identidad de intereses puesto que
la cooperación social hace posible para todos una vida mejor que la que pudiera
tener cada uno si viviera únicamente de sus propios esfuerzos. Hay un conflicto
de intereses puesto que las personas no son indiferentes respecto a cómo han de
distribuirse los mayores beneficios producidos por su colaboración, ya que con
el objeto de perseguir sus fines cada una de ellas prefiere una participación
mayor que una menor. Se requiere entonces un conjunto de principios para escoger
entre los diferentes arreglos sociales que determinan esta división de ventajas
y para suscribir un convenio sobre las participaciones distributivas correctas.
Estos principios son los principios de la justicia social: proporcionan un modo
para asignar derechos y deberes en las instituciones básicas de la sociedad y
definen la distribución apropiada de los beneficios y las cargas de la cooperación
social.
Ahora bien, digamos que una sociedad está bien ordenada no
sólo cuando esta diseñada para promover el bien de sus miembros, sino cuando también
está efectivamente regulada por una concepción de la justicia. Esto quiere decir
que se trata de una sociedad en la que: 1) cada cual acepta y sabe que los otros
aceptan los mismos principios de justicia, y 2) las instituciones sociales básicas
satisfacen generalmente estos principios y se sabe generalmente que lo hacen.
En este caso, aun cuando los hombres puedan tener demandas excesivas entre ellos,
reconocerán, sin embargo, un punto de vista común conforme al cual sus pretensiones
pueden ser determinadas. Si la propensión de los hombres hacía sus propios intereses
hace necesaria una mutua vigilancia, su sentido público de la justicia hace posible
que se asocien conjuntamente de manera segura. Entre individuos con objetivos
y propósitos diferentes, una concepción compartida de la justicia establece los
vínculos de la amistad cívica; el deseo general de justicia limita la prosecución
de otros fines. Puede pensarse que una concepción pública de la justicia constituye
el rasgo fundamental de una asociación humana bien ordenada."
- Rawls,
Jonh: Teoría de la justicia. FCE, México 1978. P. 19-21