La vida pública.

En la primera mitad de este siglo casi todas las mujeres marroquíes eran las guardias fieles de la tradición y los valores dominantes. No tenían derecho a elegir su futuro marido, los padres (hombres) imponían sus elecciones y los hijos, hombres y mujeres, tenían que obedecer. Los matrimonios se formaban dentro de la tribu a menudo con el primo, dada la extensión de la familia patriarcal, la esposa se encontraba bajo la autoridad de su suegra que decidía su destino. La poligamia era un fenómeno muy extendido.

Desde entonces, la realidad de la mujer marroquí ha cambiado mucho, sobre todo en las ciudades que tienen más de la mitad de la población.

Con la urbanización y descentralización del poder, la escolarización de los dos sexos, la participación masiva de la mujer en la vida pública y todas las manifestaciones de la vida moderna, la extensión de la familia nuclear, con esto nacen nuevos valores y estructuras. El piso moderno aparece como una revolución contra la casa tradicional.

Este espacio es concebido de tal manera que no puede admitir la presencia de una tercera persona (la suegra, la hermana divorciada, etc.). Inconcientemente la arquitectura refleja la futura familia, haciendo a la segunda mujer rechazada. El nuevo espacio sólo tiene sitio para una sola mujer, un hombre y algunos hijos. La tutela familiar no tiene sitio.

Un nuevo valor ha sustituido a la elección de los padres: el valor del amor. En la mayoría de los casos las parejas se eligen con libertad, pero a pesar de éste cambio, sigue pesando el antiguo sistema de la tribu, donde la vida de la mujer pertenece a su padre o a su marido.

El hombre socio-culturalmente no es ya el vencedor poderoso, porque el territorio donde en otro tiempo ejercía su autoridad está cada vez más amenazado. La mujer, en esta sociedad, tiene una serie de nuevas responsabilidades y ocupaciones: como jefas de servicios, puestos universitarios, y en diversos empleos en donde puede desarrollarse como patrona, al igual que él, al menos profesionalmente. Ahora la mujer participa financieramente y exige respeto y comprensión. A menudo el hombre se venga en la calle, que considera como su reino por excelencia, diciendo palabras groseras de sentido peyorativo.

Con el acceso de la mujer a la educación y al mundo del trabajo remunerado se ha notado un retroceso de la edad del matrimonio, un aumento de la soltería y un comportamiento demográfico nuevo, bajando el índice de fecundidad a un 3'25 en 1994.

Las mujeres educadas especialmente por las madres aprenden desde la infancia que su vida no tiene sentido sin el hombre, y que tienen que consagrarla a servir al hombre y ejecutar sus deseos. En frente de esta educación tradicional y la realidad dentro de la cual se encuentran las mujeres después de casarse, ellas intentan guardar el equilibrio familiar a pesar de su salud mental y física.

Según una investigación de Aicha Belarbi, el tiempo de las ciudadanas de Rabat se distribuye de la siguiente manera: 7 horas de trabajo remunerado, 2 horas de transporte, 5 horas de trabajo doméstico, sin contar los fines de semana, es decir, 14 horas diarias de trabajo, 70 horas de trabajo a la semana. Lo que muestra que el horario de una mujer activa está muy por delante de las 48 horas semanales discutidas por los sindicatos.

En número aumentado de divorcios es un signo de un malestar generalizado. El discurso sobre el matrimonio hace parte del conflicto entre la tradición y la modernidad, y a menudo se dirige hacia la tradición a pesar de todo el cambio que ha conocido la sociedad marroquí. La mujer como sujeto de deseo es un peligro para el musulmán, porque puede, con la ayuda del diablo, empujarlo a dejar de querer a Dios.

Esta imagen inculcada con profundidad en la cultura musulmana, se alimenta, estos últimos años, con el discurso integrista, que aparentemente es consciente de que la mujer se encuentra en el centro de los desafíos de su proyecto de sociedad.

Aunque haya una minoría de gente que se cuestiona y replantea sobre la estructura tradicional de la familia, esperando una comprensión y complementaridad mejor entre ambos sexos, dentro del respeto mutuo de la diferencia, la mayoría de los hombres empujan a las mujeres a pagar muy caro su acceso a la vida pública y seguir viviendo la contradicción entre su nueva realidad y los valores y símbolos que persisten dominantes a su alrededor.


Este apartado esta extraído de:
http://www.nodo50.ix.apc.org/mujersred/marruecos-leila.htm y de BENANI, Aziza: "La realidad política y social" en Institut Català de la dona (ed.): La mujer en Marruecos. Barcelona 1999.

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