La muerte prohibida.



En el siglo XX se ha producido, en un período muy corto de 20 años, una gran depreciación de la solemnidad del momento de la muerte, a ello ha contribuido fundamentalmente, el cambio de escenario. La muerte ya no se produce en la propia casa sino en el hospital, y el hospital no es el lugar propicio para que el moribundo, consciente de que se acerca su fin, se deje ir, más bien al contrario, representa el espacio propio de la lucha por la vida, donde los médicos determinan el cuándo y el cómo. Al moribundo se le priva de la posibilidad de decidir, que los hombres habían tomado siempre en solitario, bajo la creencia de que el momento de la muerte era de su exclusiva propiedad. El hospital ha eliminado también la solemnidad ritual del momento de la muerte y procura diluir la descarga emotiva que genera en los allegados, mediante la ocultación de la verdad al enfermo, la prolongación de la agonía y el traslado del cadáver al tanatorio.

Tanatorio es el término utilizado para denominar al lugar donde se conserva el cuerpo después de la defunción y antes de la inhumación o incineración. Es un espacio propio de la cultura estadounidense, que está a medio camino del velatorio en casa, que aún se mantiene en las sociedades tradicionales y agrarias, y la rápida expedición del cuerpo hacia el cementerio o el crematorio de las sociedades del norte de Europa. En el tanatorio, la exposición es limitada en el tiempo, con lo que se ha modificado el ceremonial del duelo, han desaparecido no sólo los signos ostentosos y prolongados propios del siglo XIX, sino incluso los discretos y provisionales brazaletes negros de mediados del XX. No sólo se prohíbe la muerte, sino también la más mínima manifestación de la misma. Esto no significa que exista un desprecio o una indiferencia hacia los muertos, por el contrario, provoca tal vez más que nunca, una pena desmedida, pero lo que ocurre es que la nueva convención social estipula rigurosamente la ocultación de esta pena. La muerte, con todos sus gestos adyacentes, se ha convertido en un gran tabú.

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