Gaspar Melchor de Jovellanos ( 1744 - 1811).


Miembro de una familia noble, inició la carrera eclesiástica en el Colegio Mayor de San Ildefonso en Alcalá, donde obtuvo una beca como canonista. Una vez en Madrid sus familiares y su mentor le orientaron a la carrera judicial, siendo nombrado en 1768 alcalde del crimen en la Audiencia de Sevilla. Durante este tiempo se puso en contacto con las ideas ilustradas manifestadas por Olavide, interesándose por las teorías de economía política que imperaban en Europa. Adam Smith será uno de los autores más influyentes en su pensamiento. Paralelamente inició su actividad literaria y en 1774 estrenaba su obra "El delincuente honrado". Continuó la carrera judicial con el nombramiento de alcalde de casa y corte en 1778, instalándose en Madrid. En la capital contactó con los ilustrados que manejaban el poder, concretamente con Floridablanca y Cabarrús, convirtiéndose en miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y también de la Academia de la Historia. La llegada al trono de Carlos IV y el meteórico ascenso de Godoy provocarían el inicio de una etapa contraria al ideario ilustrado por lo que Jovellanos se dedicó a la organización del Real Instituto de Gijón -especializado en náutica y mineralogía- y a la redacción de su "Informe sobre la Ley Agraria" encargado por la Sociedad Económica de Madrid, informe en el que se mostraba partidario de la desamortización de algunas tierras al tiempo que planteaba la abolición de aduanas interiores y de la tasa de los cereales. Sus ideas avanzadas motivarían la persecución inquisitorial, iniciada en 1796. Curiosamente al año siguiente era nombrado ministro de Gracia y Justicia, manteniéndose en el cargo durante nueve meses, tiempo en el que esbozó un plan de reforma educativa. Godoy le relevó del cargo y reavivó el proceso inquisitorial contra Jovellanos, lo que le valió el destierro y la prisión en el mallorquín Castillo de Bellver en 1802. Durante su prisión escribió la "Memoria sobre educación pública". El Motín de Aranjuez -marzo de 1808- y la abdicación de Carlos IV le permitieron alcanzar la libertad. Los "afrancesados" colaboradores de José Bonaparte le ofrecieron el cargo de ministro de lo Interior pero Jovellanos declinó el ofrecimiento y se unió a la causa anti-napoleónica. Fue elegido representante de la Junta de Asturias y formó parte de la constitución de la Junta Central en septiembre de 1808. Jovellanos se manifestó como defensor de unas Cortes bicamerales pero los convocantes de las Cortes de Cádiz no hicieron caso al político ilustrado en estos planteamientos, aunque sí asumieron buena parte de su legado en política económica y educativa. En enero de 1810 la Junta Central era disuelta y Jovellanos escribiría su "Memoria en defensa de la Junta Central", publicada en el año de su fallecimiento.