El pensamiento político ilustrado: contrato social y contrato sexual.


El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces, haciendo referencia al oscurantismo del periodo medieval. Hobbes y Locke, dos grandes pensadores ingleses del siglo XVII, están en los orígenes de la idea de contrato social. Según Hobbes, el contrato social nace de dos pulsiones opuestas e intrínsecas en los hombres. Por un lado, la ambición de ser libre unida al miedo a la muerte y, por otro, su racionalidad. La unión de ambas pulsiones provoca que para él sea una buena opción pactar con sus semejantes y delegar el poder en un órgano central: el Estado o Leviatán. Para Hobbes, el contrato social busca asegurar la integridad y la paz social.

La teoría contractual pone las bases teóricas de la sociedad civil moderna. Esta teoría presupone el reconocimiento de que todos los miembros de la sociedad son individuos independientes e iguales. Sobre este supuesto se construyen las ideas de universalidad, igualdad, libertad y fraternidad. Pero para la mayoría de los ilustrados sólo los varones son individuos independientes portadores de todas las capacidades necesarias para formar parte del contrato social, mientras las mujeres están fuera de este proceso de individuación, sometidas al varón en el ámbito privado. Para ellos, la mujer carece "por naturaleza" de los atributos y de las capacidades de los "individuos". La diferencia sexual establece así la diferencia entre libertad y sujeción. Las mujeres no son parte del contrato originario a través del cual los hombres transforman su libertad natural en la seguridad de la libertad civil. El derecho liberal es así un derecho patriarcal que margina a las mujeres del contrato originario que funda la modernidad.

En Francia, Rousseau, Voltaire y Montesquieu son autores destacados en este periodo con obras sobre la educación como L'Emilie de Rousseau o sobre la moral, como Cándido o el optimismo y la tolerancia en el Tratado sobre la tolerancia de Voltaire.


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