Defensa del libre mercado.


Los liberales de mercado asimilan las leyes del mercado a las leyes de la naturaleza. Las distribuciones de riqueza, renta, empleo y seguridad no pueden valorarse desde el punto de vista de la justicia. Para los economistas conservadores como Hayek y Friedman, la buena sociedad es la de un orden de mercado libre, progresista y productivo. Las relaciones a escala social son, por lo general, económicas. Pero el mercado libre reconcilia eficientemente los diversos fines no económicos de las personas de un modo que está de acuerdo con la libertad, y a través de un proceso que beneficia a todos. Las relaciones de intercambio sirven a los propósitos diferentes e independientes de cada parte en una transacción sin exigir un acuerdo entre ellas sobre los valores que les lleven a entrar en la misma. La capacidad de llegar a un acuerdo sobre las reglas instrumentales que gobiernan las relaciones frente a la controversia ineludible sobre los fines últimos es lo que sostiene un orden pacífico y hace posible la libertad.

La defensa neoclásica del mercado explica que los individuos son los mejores jueces de su propio bienestar. Se supone que los mercados son completamente competitivos a fin de que ningún individuo o empresa pueda ejercer un poder sobre los precios o los costes. Tomar parte en las transacciones no tiene coste y la información es perfecta. No hay ningún coste ni beneficio social en una transacción; todos los costes y beneficios se reflejan en los precios y se paga por ellos.



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