Las crisis energética y económica a partir de 1973.


En los años 70 el mundo se instaló en una crisis con una gran explosión de los precios de los productos energéticos. Parece ser que la guerra del Yon Kippur, la tercera entre árabes e israelíes, que estalló inesperadamente el 8 de octubre de 1973, fue el pistoletazo que señaló la arrancada para la elevación de los precios de los productos petrolíferos. Aunque la hipotética escasez de petróleo fue la disculpa, su empleo como arma política fue la realidad. El mundo occidental que dependía de él en casi un 70% para su abastecimiento energético, ve multiplicarse por cuatro los precios del petróleo entre octubre de 1973 y marzo de 1974. En pocos meses se consuma la primera crisis petrolífera que marcará para la historia el desarrollo de las décadas 50 y 60 y el desconcierto crítico en que se halló el mundo occidental. La crisis de 1973, además de sus inmediatas consecuencias económicas, sirvió para concienciar a Occidente de un necesario replanteamiento de sus objetivos de desarrollo a largo plazo y del Estado del Bienestar desarrollado en Europa después de la II Guerra Mundial.

"La denominada crisis del petróleo de 1973 demuestra que el intervencionismo estatal y las políticas de regulación del ciclo económico inspiradas en la teoría keynesiana no han sido capaces de evitar una nueva recesión, y que el modelo de crecimiento económico iniciado tras la Segunda Guerra Mundial está agotado. No se trata, por tanto, de una simple crisis conyuntural, como las de 1952, 1958-59, 1965-67 , sino más bien estructural. La realidad demuestra que el modelo keynesiano puede, como mucho, prolongar el ciclo, pero no evitarlo, y que la crisis pervive como mecanismo de regulación inintencional. Cae por tierra así una parte sustancial de las razones que habían justificado el intervencionismo del Estado.

Se inicia entonces un período caracterizado por la incertidumbre respecto al papel económico del Estado. Si éste es incapaz de garantizar un crecimiento económico sostenido, tampoco el mercado por sí solo lo asegura. La incertidumbre se adueña de la economía y la duda, cuando no el escepticismo cercano al ocaso de las ideologías, del pensamiento económico. Crisis estructural de la economía y crisis del pensamiento económico vuelven a caminar juntas debido a que la realidad desborda una vez más a la teoría. Los hechos parecen dar la razón en muchos aspectos a los críticos del intervencionismo estatal. El problema es que tampoco sus fórmulas tienen la efectividad deseada. Esta desorientación se plasma en la política económica, que, oscilando entre recetas neokeynesianas y neoliberales, se convierte en fiel expresión del nuevo espíritu económico de la época."*



* González Temprano, Antonio; El Estado de Bienestar en los países de la OCDE., Centro de Publicaciones. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (pp.129 y 132).


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