Desempleo.


Desde 1950 a 1970 todos los países de la OECD tuvieron unos niveles de pleno empleo: Éste fue un período de gran crecimiento económico y de productividad, acompañado con un aumento de la capacidad adquisitiva de la población.

Ahora bien, a partir de los años 70, comienza a aumentar el desempleo, centrándose primordialmente en los países que hoy pertenecen a la Unión Europea, este fenómeno ha causado profundos cambios en la partida del gasto social correspondiente a las prestaciones del desempleo. Durante este tiempo, los recursos dedicados al desempleo siguen acaparando la mayoría de los gastos relacionados con el mercado de trabajo, con la novedad de que se ponen en marcha otros programas que adquieren poco a poco mayor relevancia. Las Administraciones Públicas no se centran sólo en garantizar recursos, sino que también han empezado a desarrollar lo que se denomina una política activa de empleo.

El desempleo es el gran reto con que ha de enfrentarse el sistema de prestaciones sociales desarrollado en la década de los sesenta. Pero afecta a tal número de personas que mantener la misma cobertura que hubo en los años sesenta supondría desbordar el gasto social en un momento en que el déficit público se convierte en un grave problema. En consecuencia, las autoridades se ven compelidas a reducirlas tanto en su cobertura como en la cuantía de las percepciones que reciben los parados. A pesar, de ello, la partida de recursos destinados al paro es la que experimenta un mayor crecimiento.




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