La visión pesimista.


Algunas autoras han mantenido que el desarrollo de las políticas sociales ha hecho a las mujeres más independientes respecto a la familia, pero más dependientes del Estado del Bienestar como trabajadoras, clientes y ciudadanas. Las mujeres han pasado a desempeñar para el Estado las mismas tareas que realizaban en el hogar siendo las principales responsables de los trabajos sociales y de cuidados a las personas que son los trabajos peor remunerados y considerados entre los menos cualificados del sector público. De modo que, a pesar de los efectos positivos que las políticas públicas hayan supuesto para las mujeres, el patriarcado público habría sustituido progresivamente al patriarcado privado. Por ello no sería posible identificar el desarrollo de servicios sociales dedicados a las mujeres con políticas a favor de las mujeres, entre otras cosas porque en determinadas formas pueden consagrar la dependencia de las mujeres respecto a los maridos o al Estado. Esta valoración negativa de la dependencia pública respecto a la privada no afecta únicamente a las mujeres, sino también a los ancianos no autosuficientes, a los jóvenes en busca de primera ocupación o a los pobres.


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