Una caja tipográfica contiene, además de las letras, espacios de varias clases, que junto con otros, más grandes y guardados aparte, se llaman colectivamente material de blancos. Todos ellos varían de espesor, longitud y cuerpo, conservando una característica invariable: la altura. Esta es inferior a la de los tipos para no tomar la tinta. La presencia de este material en una composición se revela como un blanco en el impreso. De ahí el nombre de material de blancos.