Tintas para imprenta. Las primeras que se utilizaron en Europa estaban hechas de negro de humo mezclado con barniz o aceite de linaza hervido. El desarrollo de las tintas de color tuvo lugar a finales del siglo XVIII; en el siglo siguiente se consiguió incorporar a la fabricación de estas intas una gran variedad de pigmentos, gracias a la aplicación de secantes.
Las tintas tipográficas están compuestas de un pigmento y de un barniz graso derivados de un aceite vegetal. Además del pigmento y el barniz, las tintas contienen sustancias variadas, designadas con el nombre general de aditivos, que están destinadas a modificar algunas de sus características: compacidad, secado, etc.