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Hoy queremos contaros otro pedacito de nuestra historia y dar a conocer a un hombre que poco o nada tendría que envidiarle a Gutenberg, el archiconocido inventor de la imprenta. Este hombre es William Bullock quien patentó la primera prensa de periódicos alimentada por bobina, capaz de imprimir los periódicos en rollos en vez de hojas sueltas.
Quizás su orfandad temprana le impulsó a aferrarse a los libros lo que le hizo adquirir gran cantidad de conocimientos, por ello aunque en su juventud trabajó con su hermano como maquinista y fundidor de hierro, terminó por abrir a la temprana edad de los 21, su propia tienda de máquinas en Georgia.
No es de extrañar por tanto que el inventor norteamericano, amante de la mecánica, acabase en el mundo de la prensa y comenzase a trabajar como redactor para un periódico de Philadelphia. Como gran visionario que era, se propuso mejorar el desarrollo de la rotativa giratoria ingeniada por Richard March Hoe en la década de 1840 inventando así la rotativa en 1863 ¡y vaya si lo consiguió¡
Gracias a su potente maquinaria Bullock consiguió revolucionar la industria pues desarrolló un sistema que permitía alimentar la prensa con grandes rollos de papel continuo, a través de los rodillos, lo que eliminaba el laborioso proceso de alimentación manual de las prensas anteriores.
La rapidez y eficacia de la maquina permitía imprimir hasta 12.000 hojas por hora, impresas de una sola pasada por ambas caras en un rollo de papel continuo que era seccionado por una afilada cuchilla, gracias a la conjunción de cilindros, placas y poleas.
Pero no es conocido únicamente por este invento, a la lista hay que sumar la prensa de algodón, un plantador de semillas y una máquina de corte de torno.
Por desgracia y casi como si de una broma del destino se tratase, en 1867 mientras realizaba un ajuste en los engranajes y poleas de la rotativa del Philadelphia Public Ledger, el que había sido su gran invento, se le quedó atrapada una pierna en la prensa y murió días después como consecuencia de las heridas.
Sin duda un trágico final para una de las grandes leyendas de nuestra amada profesión.