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“Un ejemplo notable fue el contemporáneo francés de Baskerville, Pierre Simon Fournier el Joven (1712-1768). Este hombre, nacido en una familia de impresores, aprendió dibujo en la academia de St Luc de París antes de ponerse a trabajar a las órdenes de su hermano en una fundición. En 1742 publicó su célebre muestrario Modèle des Caractères de l’imprimiere y un Caractères de l’imprimiere, más pequeño, con los que estableció su reputación. En 1764-1766 publicó su no menos famoso Manuel Typographique. Las romanas de Fournier eran ligeramente más estrechas que la mayoría de las familias anteriores; su cursiva, reputada como “la más legible de todas las cursivas”, “llevaba la noción de la concordancia con la redonda más allá que la de cualquier diseñador previo” y sus viñetas “certifican la suprema maestría de su autor en el ornamento tipográfico”. además de todo ello, Fournier fue el primero en comprender la necesidad de racionalizar los cuerpos (medidas de los caracteres): en 1737 hizo público su sistema del punto tipográfico, desarrollado con tal fin. Es uno de los escasísimos diseñadores en la historia de las artes gráficas capacitado simultáneamente, para tallar punzones, fundir, matricería e imprimir.”
“Fue un francés cortador de punzones, fundidor y teórico de la tipografía, a la vez que coleccionista y diseñador de tipos. Era hijo de Jean Claude Fournier, que también había estado en el negocio de la tipografía, y venía de familia de reputados pintores, lo cual, dejó huella en la carrera del futuro tipógrafo. Con 17 años comenzó a trabajar en la fundición con su hermano Jean Pierre, donde aprendió a cortar láminas y granar ornamentos. En un principio empezó a cortar bloques ornamentales de madera, pero, posteriormente se pasó al metal. Tras este adiestramiento inicial comenzó a diseñar tipos, logrando gran fama y estableciendo en París su propia fundición, de la cual salió su primera tipografía en 1736.”
“Muchas de las primeras bases se sentaron a partir de los consejos de Pierre Simon Fournier en 1730 (conocido como el joven), un artista fundidor y punzonista de tipos que había tenido la suerte de tener en propiedad los auténticos tipos de Garamond y Granjon, heredados en su familia de impresores de padres a hijos. Por aquel entonces ya se habían desvirtuado ambas familias tipográficas (tanto la Garamond como la Granjon), y ese hallazgo permitió volver a los tamaños reales de las fuentes originales (según sus creadores que con sus apellidos las bautizaron) y, desde ese punto, empezar a sentar las bases de la tipografía moderna.”