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El tratamiento de postimpresión o acabados es una fase importante a la hora de obtener un producto de alta calidad. Es en este departamento donde le damos el toque final al producto mediante las tareas de corte, plegado, cosido, alzado y embuchado, troquelado, hendido, estampado, gofrado, encuadernado artístico, entre otras operaciones de acabado y manipulados.
Voy a centrarme en el tratamiento del alzado y embuchado que consiste en montar los cuadernillos de una publicación uno encima de otro de forma ordenada, siguiendo la numeración de las páginas. Para ubicarnos, este proceso se encuentra después de la preimpresión e impresión de un trabajo impreso, destinado a ordenar muchas páginas (libros, cuadernillos, catálogos y revistas) Una vez impresos y plegados los pliegos, tenemos los cuadernillos que formarán el libro.
Existen dos formas de reunir los cuadernillos para conformar el producto acabado:
La primera, el alzado es el proceso de colocar los pliegos que forman el libro uno al lado del otro hasta formar el bloque completo. Alzar pliegos consiste en colocar los cuadernillos que componen un libro en el orden en que serán encuadernados. Para ello existen unas máquinas llamadas alzadoras. Una vez alzados los pliegos, están listos para encuadernar por alguno de los siguientes disponibles.
El alzado puede combinarse con otras operaciones de acabado (cosido, fresado, encolado, corte…) Se utiliza la marca escalonada como medio de control, llamada signatura que es una indicación que marca o señala las hojas impresas de máquina, que después del doblado constituyen los pliegos que forman el bloque del libro. Dicha señal se imprime al pie de la primera página de cada hoja o pliego, es por lo tanto un sistema de calidad sobre el trabajo.
La segunda forma es el embuchado, que consiste en insertar una signatura dentro de otra empezando por la primera que queda al exterior y la última que quedará en el centro para su posterior cosido con alambre (tipo revistas).
Los pliegos más corrientes para la edición de libros y revistas son de 8, 16 o 32 páginas. Para aprovechar bien los cuadernillos, los libros suelen tener un número de páginas múltiplo de 4.
Para estos procesos, se dispone ya de guillotinas programables, plegadoras, alzadoras con tren de revista, troqueladoras, etc., con rapidez y precisión suficiente para una producción veloz que evita el aumento de costes que se suele dar en estos procesos de acabado.